Un logrado producto policial Sol y Martín son pareja. También músicos. El con formación clásica, ella con aspiraciones de vocalista. Una banda de rock es su sueño. No están en su mejor momento. Las cosas no salen como quieren y como animan fiestas y lo que venga, no siempre los toman en serio y Sol estalla. Martín se desespera porque su chica se impacienta y el dinero no entra. Para colmo, no puede retirar su piano hasta que pague al afinador. Así están dadas las cosas cuando Sol se entera de su embarazo y eso complica la posibilidad de un futuro contrato. Mientras ella oculta la noticia y Martín se desilusiona porque la beca que esperaba no se da, un extraño acontecimiento los comienza a preocupar. El vecino del piso de arriba ha desaparecido. La historia va a complicarse cuando Sol, metida a investigadora amateur, indague un poco más en lo que pasó. TINTE ROMANTICO "Extraños en la noche" es una liviana comedia de tinte romántico, con algunos detalles policiales. Vaudevillesco y abundante en equívocos el filme se propone simplemente entretener con algunos enredos y un argumento que pierde un poco su efecto en el final, cuando se cuentan momentos que podrían haber tenido un desarrollo. La película tiene un buen nivel técnico y su fuerte está en la actuación de la pareja protagónica integrada por Diego Torres y Julieta Zylberberg. Quien sale especialmente airosa es Julieta, la misma joven actriz de "La mirada cautiva", donde llamó la atención por sus cualidades dramáticas. Aquí se revela como una excelente comediante y da un buen pie a Diego Torres, que con su simpatía y buena onda avanza en un género para el que puede estar especialmente dotado si le dedica tiempo y esfuerzo. Tamibén aparecen un productor -Fabián Vena-, Laura Conforte como Mechi, la ex novia del protagonista y Betiana Blum y Daniel Rabinovich, los padres de Martin.
Angustiante tema de una madre Eva y Franklin. Ella, es editora y redactora de guías de viaje; él, fotógrafo. Se quisieron de adultos, quién sabe si para estar más seguros. Y lo tuvieron a Kevin. Después, no más trabajo para ella y meterse en el mundo del bebé, para protegerlo, para cuidarlo. Casi sola, porque Franklin trabaja por los dos. Y Kevin llora que te llora, almacena palabras sin largarlas haciendo dudar sobre si puede hacerlo. Parece no llevarse bien con su madre. Y vive para mortificarla, para enfrentarse con ella. Ya adolescente, nos enteramos, provocó una tragedia, algo que nadie pudo esperar, pero que ocurrió. Después vendrá la culpa. No en ese chico de mirada inquietante, en ella, en Eva, la madre que se pregunta: ¿Por qué?. Y nadie puede explicar ¿qué pasó?, el por qué pasó lo que pasó, eso que hace a Eva blanco de castigos y venganzas para toda la vida. LA DAMA PUNK Tenemos que hablar de Kevin está basada en el libro de la escritora Lionel Shriver, nombre adoptado por Margaret Ann Shriver, hija de un ministro de la Iglesia (el tema de la culpa no viene solo) y contó con el guión de la singular directora Lynne Ramsay y su marido. El pasaje de la estructura epistolar de la novela a la simbiosis de color y sonido en que se transforma en el cine, genera el particular estilo que Lynne Ramsay elige para representar la estructura mental de la protagonista. Y es un hallazgo que habla de la experimentalidad y audacia de esta escocesa que no por nada es denominada por los jóvenes como la dama punk del cine. Filme intenso que enfoca la estructura familiar y su funcionamiento, de temas tabús como la noción de maternidad no aceptada y de los fracasos en la educación ante casos límites, "Tenemos que hablar de Kevin" más que plantear situaciones, instala preguntas, si esto puede ocurrir y si las relaciones patológicas tienen posibilidad de reversión. Lírica, aguda y absolutamemente original, la película pone en la mira el nombre de una directora notable, Lynne Ramsay, los de gente ya conocidas por el público argentino como Tilda Swinton en una performance excepcional, dos desconocidos de gran futuro, el adolescente Ezra Miller, músico y cantante y el niño Jasper Newell.
Reiterados secretos de familia Teresa, Amanda y Ema se encontraron brevemente a lo largo del tiempo. Quizás nunca pudieron reflexionar sobre eso tan denso y definitivo como son los vínculos familiares. Ahora una situación límite las reúne. La muerte reciente de su madre. Hay una casa, hay necesidades de alguna de ellas que pasa por lo material, pero también hay otras necesidades que no se dicen y se enfrentan a las económicas. LA INFANCIA La necesidad de vender la casa de una de las tres convoca a las restantes. Una, residente del lugar desde la infancia, la otra recién venida del exterior donde está establecida y la tercera simbióticamente unida a la casa, la hija menor dispuesta a no dejar cortar el cordón umbilical de cemento que todavía la une a la madre. "Nosotras sin mamá" marca el debut como directora de Eugenia Sueiro, relacionada con el cine desde hace once años como directora de arte y ambientadora. Su mirada sobre el conflicto es conciliadora, a pesar de que el problema a resolver es complejo. Ni las pequeñas luchas fraternales, ni el entrecruzamiento de sentimientos, ni los odios y amores que sobrevuelan el panorama familiar, son tan terribles como para que sus personajes abandonen la humanidad, las dudas, los traspiés que la conducta individual supone. Cine psicológico, de pequeños sentimientos y detalles, de imperfecciones y deseos de explicar lo inexplicable. LOS RECUERDOS A diferencia de "Casa tomada" de Julio Cortázar, esta casa descuidada, pero generadora de recuerdos y de infancias perdidas, parece no intentar expulsarlas a diferencia de un exterior hostil, donde las piedras tiradas por vecinos insoportables, se conjugan con rematadores convocados que son echados de cualquier manera. Teatral y densa pero con humor, el filme aprisiona identidades y las recluye en la casa del conflicto. Como si las hermanas dudaran entre recluirse en el seno materno de cemento con olor a humedad, condenadas al recuerdo y al reciclado de la infancia, o salir al exterior, definitivamente expuestas al peligro de lo desconocido. Un guión apretado y firme, como el blanco y negro que reafirma la solidez y la actuación de tres importantes actrices, Eugenia Guerty de la muy reciente "La suerte en sus manos", Vanesa Weinberg, aquella integrante de las "Hermanas nervio", del under de los ochenta y Nora Zinski, un rostro poco aprovechado en el cine argentino.
Una madrastra bonita, pero malvada La más conocida de las historias de Blancanieves es la de los hermanos Grimm, que se habrían inspirado en la historia real de una familia adinerada de Lohn en la Franconia alemana, donde la llamada Blancanieves tenía por nombre real Maria Sophia y sufrió un intento de asesinato por su madrastra, que quería favorecer a hijos de un matrimonio anterior. Los Grimm agregaron elementos de ficción que no eran tan ficticios, porque hasta el famoso espejo de la madrastra, en la que ella se admiraba subsiste en una casona que oficia de museo. Pero hoy las trasposiciones son muchas y variadas. Y ésta, creada por el realizador indio Tarsem Singh, tiene mucho del espíritu de la original y a la vez incluye un tono decididamente contemporáneo. LA REINA COQUETA En este caso, la reina, casada con el padre de Blancanieves, narra la historia en el comienzo. Ella es muy coqueta, tiene la costumbre de tomar el espejo y hablar sobre su belleza y abusa de ungüentos especiales para mantenerse bella y no envejecer. Como su esposo, al que no quería demasiado aunque sí su dinero, desapareció se concentra en su hijastra que está mostrando una singular belleza e inteligencia y puede ser un peligro en su ambiciosa carrera como heredera. Por eso la envía matar. Blancanieves ama la libertad y se escapa, compadece al pueblo explotado por la madrastra que vive para aumentar los impuestos y refugiada con un grupo de enanos que tratan de sobrevivir, se convierte en su líder y en la posible candidata a un apuesto príncipe que aparece en el reino. UN LUJO VISUAL El filme de este director indio afincado en Estados Unidos, graduado en negocios en Harvard, pero también en diseño tiene, precisamente un exquisito diseño de producción. Desde la bella fotografía hasta las locaciones (fue filmada en Canadá) pasando por el increíble vestuario de la prestigiosa diseñadora japonesa, Eiko Ishioka, recientemente desaparecida, todo contribuye a un regalo visual inolvidable. La Corte de la Madrastra, los trajes de Julia Roberts (eterna "Mujer bonita") y de la deliciosa Lily Collins con toques del Mikado, el interior palaciego y las fiestas en exteriores son un verdadero paraíso estético. Dinámica en la acción, con un guión atractivo que favorece lo ambiental, los buenos sentimientos, el valor de la libertad y la cooperación con el otro, "Espejito, espejito" merece verse. Julia Robert, estupenda en su papel, con una cuota de humor bien aprovechada por la producción, una revelación la adolescente Lily Collins, hija en la vida real de Phil Collins (Génesis). El príncipe un poco bobo pero atractivo y el bueno de Nathan Lane haciendo de ayudante de la reina en las buenas y las malas.
Un reencuentro para nada esperado Uriel intenta rehacer su vida, ya cumplió los cuarenta años y ha pasado poco tiempo de su divorcio. Es empleado de la financiera famiiar, le gusta el póker, las mujeres y decir mentiras no demasiado importantes. Parece que nunca creció y estuvo cómodo hasta ahora que algo le está molestando. Gloria, un poco menor que Uriel, tampoco está muy contenta con su vida. Al borde de terminar una relación que no va para atrás ni para adelante, llegó de España y nota que las relaciones afectivas no son su fuerte y en su casa, en su ausencia, nada cambió, sigue teniendo la madre sabelotodo a la que el hogar no le interesa demasiado y parece preferir hacer una entrevista a un escritor conocido que hablar con su única hija. LOS ANTIHEROES Uriel y Gloria fueron novios en una época, tenían mucha "piel" como decían, pero el asunto era entenderse hablando, proyectando, ahí empezaron los problemas. Pasaron los años, los dos ganaron en experiencia y ahora se encontraron. De casualidad y en Rosario, ¿valdrá la pena intentarlo? Nuevamente Daniel Burman ("El abrazo partido", "Dos hermanos") y sus pequeños personajes de la calle, urbanos, dubitativos, esta vez no tan concentrados en disquisiciones judaicas, como en otras películas (sólo alguna duda sobre el derecho que puede tener un rabino de dedicarse a juegos de azar) y simplemente presentando a sus antihéroes en el intento de madurar un poco. Todo es muy simple, poco elaborado, bastante plano. Los caracteres de cada uno de los personajes los define de un plumazo y no presenta ningún conflicto particular, salvo el de vivir, nada más y nada menos. Ese vivir, no es tan fácil como jugar póker, ya que uno conoce las reglas básicas y sólo le falta ver la jugada y elegir la carta correspondiente. ENTRE RABINOS Como otra historia dentro de la historia, el pasado feliz representado por la Trova Rosarina, de la que él dice ser representante con una de sus habituales mentiras (afán de figurar, necesidad de asociarse a un recuerdo querido y famoso) y que dará un alegre broche cuando se la homenajee y se asista al recital de Juan Carlos Baglietto, Silvina Garré, Rubén Goldin y Adrián Abonizio con los Azmuts, un grupo musical de judíos ortodoxos que en la película son llamados "Los rabinos de la nada". "La suerte en tus manos" es una película bien narrada, para pasar un rato agradable viéndola, con una buena interpretación del cantante Jorge Drexler, con mucho de Daniel Hendler, el actor fetiche de Burman. Junto a él, la muy profesional Valeria Bertucelli, Norma Aleandro, Salo Pasik y el debutante Gabriel Schultz, como el amigo de Uriel. También aparece Luis Brandoni, en el papel del médico de la familia.
Recio amor por la naturaleza Se trata de una película de animación en 3D, basada en un cuento que escribiera en 1971 el californiano Theodor Seuss Geisel, mejor conocido como Dr. Seuss. Una pequeña ciudad donde la naturaleza no existe. En ella ni las flores, ni los árboles son naturales. Todo es de los materiales más variados. Ted vive en el lugar con su madre y su abuela y está enamorado de su vecina, Audrey, una alegre pelirroja de unos doce años como él, ésa que lo pone en apuros cuando dice estar obsesionada con tener un árbol natural. Quién se lo traiga, asegura, será receptor de todo su amor. Y así Ted se lanza a la aventura con la ayuda de su abuela que lo orienta en la tarea. En moto, cruza los límites de la ciudad y se encuentra con un territorio desértico y extraños personajes. Lorax, una especie de enano del bosque decidido a proteger el espíritu de la tierra y un misterioso señor Once Lear que le cuenta una dramática historia que revaloriza la necesidad de proteger el medio ambiente y la necesidad de que la naturaleza, nuevamente, forme parte de la tierra. AIRE EMBOTELLADO Ted, que se enfrenta a un gobernante especulador que vende aire puro en botellitas, mientras mantiene una ciudad "artificial", decide transmitir el mensaje ambiental a los ciudadanos. El filme de Chris Renaud y Kyle Balda, orignales creadores de "Mi villano favorito" readaptan el cuento del escritor y construyen un mundo maravilloso de pequeños animales en colores pastel y dan un tinte naif no sólo a la historia, que se simplifica, sino a los pequeños personajes, una fauna de jugetes como peces caminadores, ositos sonrientes, conejos encantadores y el mismo Lorax, mezcla de enamo de jardín y morsa acaramelada. Película destinada por la forma a los más chiquitos, con mensaje ecológico y muñecos listos para formar parte del futuro merchandising de la película, "El Lorax..." toma el formato de un musical con ciertos puntos de contacto con un clásico, "El mago de Oz". Algunas divertidas canciones y ese delicioso bestiario que recuerda los duendecillos del animé japonés, componen una puesta sencilla y con buen ritmo.
Unas relaciones muy complejas Basada en una novela de John Kerr y la obra teatral de Christopher Hampton (el mismo de "Las relaciones peligrosas"), el filme de Cronemberg trata sobre la relación entre dos personalidades del psicoanálisis, Carl Gustav Jung y Sigmund Freud, discípulo y maestro respectivamente y la tercera en discordia, Sabina Spielrein, una inteligente joven rusa, que llega a la clínica de Zurich, en la que vive el profesor Jung, recién iniciado en su profesión. Acompañado por su esposa, una rica aristócrata suiza, culta y bella, Jung aplica "la cura por el habla o por la palabra", de raíz freudiana en el tratamiento de la histeria de Sabina, que en el futuro se convertiría en una notable psiquiatra y en la amante de su médico. RELACION EDIPICA Mientras en la película, la edípica relación Freud-Jung se centra en la disidencia respecto de la importancia que da el autor de "La interpretación de los sueños" a lo sexual en el origen de ciertos trastornos mentales y la particular molestia que le causa ver a su discípulo liberado de todo compromiso económico, gracias a la fortuna de que puede disponer; el terceto Jung- Sabina-Freud se mantiene en un delicado equilibrio de pasión entre los dos primeros y amistad profesional en la dupla Freud-Sabina. Aclaremos que la óptica es la del autor de las obras en las que está basada la película. Esta es una película de David Cronenberg ("Crash", "Almuerzo desnudo"). Pero no parece de Cronenberg. Vuelve a darse lo que pasó con el Polanski de "Un dios salvaje", todo se asordina y salvo el comienzo, rezuma elegancia, buenos modales y diálogos inteligentes. PATOLOGIA La primera escena con la llegada de la chica en pleno ataque histérico una tarde de 1904, preanuncia, por la dureza de la situación, un aquelarre tipo Ken Russell en "Los demonios", pero no, sólo parece quedar la escuela interpretativa de Vanessa Redgrave, modelo bastante similar al tomado por Keira Knightley para desarrollar dramáticamente su patología. El resto del filme exhibe un cuidado diseño de producción, exquisito, diálogos muy cerebrales y un grupo interpretativo de primer nivel. Mortensen como Freud, impecable en su contemplativa composición y el ascendente Fassbender, igualmente contenido, bien lejos de su patética "Shame", de próximo estreno. Keira Knightley desplegando una actuación física bastante complicada, junto a Vincent Cassel, como salido de una novela del Marqués de Sade y Sarah Gadon en la bien educada Emma Jung. En síntesis, una película inteligente, bella, con la precisión helvética y cierta frialdad alpina.
Una mitología en decadencia El asunto empezó en 1981 cuando apareció la primera "Furia de titanes", con un productor y a la vez notable creador de efectos especiales llamado Ray Harryhausen. Se hablaba del mito de Perseo, la lucha con Medusa para salvar una ciudad y el rescate de Andrómeda. Tenía un equipo increíble encabezado por Lawrence Olivier y recaudó millones. En la película, los héroes mitológicos lo eran en todo sentido y sus aventuras sólo podían estar encabezadas por supercampeones del Olimpo, como los que presentaba el director Delmer Davis. En 2010 hubo una exitosa remake y ahora ésta que baja un poco de categoría a los dioses, los banaliza un tanto y eso sí, aprovecha el asunto monstruos para poblar los cielos de caballos voladores, cíclopes, lagartos gigantes y dientudos varios. UN NUEVO PERSEO La historia de este semidiós, que intenta ayudar a su padre, el gran Zeus, víctima de un secuestro siendo el mismo apresado como rehén, delitos entre dioses y semidioses, es el tema central de la narración cinematográfica. En esta versión, la guerra se expande, la paz no parece ser virtud deica y el pobre Perseo tiene que dejar su retiro de pescador para involucrarse en la lucha del Bien contra el Mal. Los que amaron a Perseo a través de Ovidio, Vasari, o los frescos pompeyanos, abstenerse. Esta "Furia de titanes 2" sólo se destaca por los increíbles efectos especiales, la mitología no es respetada, los dioses ya no son los que eran y lo único que se mantiene a tono es la línea de monstruos que, eso sí, merecen todos los respetos por lo feos, agresivos y bien logrados. En síntesis, la película sólo es rescatable por la acción constante y sus efectos especiales y las aceptables actuaciones de Sam Worthington (Perseo) y Rosamund Pike (Andrómeda). Aunque parezca mentira, ya está rodándose una próxima "Furia de titanes" y la taquilla sigue inclinándose a favor.
Una entretenida comedia negra Pocas veces un sargento tan racista, poco elegante, tan singular como este irlandés llamado Gerry Boyle que ejerce su oficio en Galway, que es más irlandés que Oscar Wilde y que nunca se sabe si habla en serio o en broma, si critica o reflexiona en voz alta. El está convencido que ese pueblo es su lugar, que los ingleses son un mal necesario y su madre la única persona del sexo opuesto a la que fue fiel de por vida. Cuando llegue el representante del FBI, tras un cargamento millonario de drogas a desembarcar en la zona, Gerry (inolvidable Brendan Gleeson) no podrá soportar al policía graduado en Yale (Don Cheadle), negro, inteligente y para colmo de familia acomodada. Sin embargo, la dupla logrará cierta afinidad en los opuestos, quizás porque cada uno tiene lo que le falta al otro y los dos intuyen que lo que vendrá puede cambiar la identidad de cada uno. TRAFICANTES "El guardia" es una pequeña joya excéntrica con un guión inteligente y pleno de humor, actores sobresalientes y esa atmósfera libre e independiente que la hace girar como una ronda y enganchar una batería de estrafalarios, representantes de la mafia británica, donde psicópatas y traficantes opinan de Schopenhauer, ironizan sobre Friedrich Nietzsche, mientras acumulan cocaína y despanzurran pobres policías con problema de género. Diálogos ácidos, algunos muy localistas pero inteligentes, componen esta comedia negra que recuerda "Escondidos en Brujas", película dirigida por el hermano de este joven director anglo-irlandés de apellido McDonagh. Sátira a las películas policiales, con algo de "El quinteto de la muerte" y la vieja escuela inglesa de policiales, "El guardia" plantea temas como la corrupción policial, la preeminencia del olfato veterano de un viejo policía sobre el racional y lógico de un universitario y el valor de la acción. Con una estupenda selección musical, escenas inolvidables como esa de segundos del sargento y su madre (Fionnula Flanagan) o las que oscilan entre lo trágico y lo cómico (ejecución en el barco), "El guardia", es el tipo de películas de pequeños personajes capaces de crecer y ser recordados con una sonrisa.
Un ‘thriller’ de alto impacto Las cosas parece que se dilatan para Matt Weston, un novato agente de la CIA. Hace rato que está varado en ciudad del Cabo y por ahora esta inactividad lo está enfermando. Está bien que se enamoró de la francesita Annette, estudiante de medicina, pero no parece gustarle demasiado tener que ocultar su oficio. Cuando no parecía pasar nada, el asunto se dispara y le toca vérselas con el enemigo público número uno, un ex agente de la CIA, el tal Tobin Frost, que se declaró en rebeldía y anda vendiendo secretos de Estado a diestra y siniestra. UNA MONTAÑA RUSA Matt Weston no sabe lo que se le viene. Nada ocurrirá como él piensa, la heroica y temeraria misión que le encomendaron no será tan brillante ni satisfactoria como pensaba, el mundo girará distinto cuando hable con Tobin Frost y vaya muriendo mucha gente en el camino. Se sugiere al espectador hacerse a la idea de que va a subir a una montaña rusa. Por lo tanto, ajustarse bien el cinturón y largarse a una serie de peripecias más relacionadas con un tren desbocado que con el previsible tema del espionaje-contraespionaje. Una alocada cámara en mano obligará a virajes violentos, peleas sangrientas, ’submarinos’ en la mejor tradición ‘tortura en acción’, estallará gente en pedazos, volarán autos por el aire y aparecerán personajes latinoamericanos como este Carlos Villar, al que el creador de ‘Pepe Navaja’ y ‘Tiburón’, Rubén Blades le da un marco creíble. Este director-sueco chileno Daniel Espinosa parece tener un Master en filmes de acción, porque tiene un sentido del ritmo increíble, maneja muy bien las tensiones y el suspenso parece formar parte de sus virtudes. LOS CONTENIDOS Claro que ciertos atisbos de contenidos en cuanto a guión parecen querer salirse un poco de los esquemas habituales, pero el guionista parece arrepentirse y no se larga en picada como lo hace formalmente el director. La dupla clásica ‘pareja despareja’, joven maduro, ingenuo-veterano, funciona bien entre el estupendo Denzel Washington y el chico canadiense Ryan Reynolds. Los de la CIA, Vera Farmiga y Brendan Gleeson, también se complementan, pero no aportan demasiado, sí está muy bien Rubén Blades. Excelente diseño de producción, espectacular fotografía con planos recordables de rutas sudafricanas y atractiva la música.