El caso de Robledo Puch es llevado al cine bajo la dirección de Luis Ortega, quien se toma algunas licencias “poéticas” para representarlo. Carlitos (Lorenzo Ferro) es un adolescente que vive su vida de la forma que quiere: realiza robos menores, aunque económicamente no necesita dinero. El disfrute que siente cada vez que efectúa un delito se vuelve completamente peligroso cuando conoce a Ramón (Chino Darín) y a su familia, quienes lo inician en un camino que no tiene retorno. El ángel (2018) es una película que incomoda por el simple hecho de estar protagonizada por un asesino real, condenado a cadena perpetua. En ese sentido, sorprende el enfoque que eligió Ortega para retratarlo, dado que aliviana un poco la tensión concediéndole ciertos valores al personaje principal. Aunque por ningún motivo se pueden justificar sus acciones, ni tampoco el film pretende hacerlo, lo que refleja son sus comienzos en la delincuencia y varios de los delitos, sin recurrir a la morbosidad en las escenas. La década el ´70 está perfectamente recreada, tanto en la vestimenta como en los vehículos utilizados. Pero también la música cumple un papel fundamental en la construcción del clima de la época. Lorenzo Ferro se inicia en el camino de la actuación con un personaje complejo por donde se lo mire. Su interpretación es excelente, al igual que la del Chino Darín. Los dos consiguen escenas que están a la altura de un relato que atraviesa al espectador, y son acompañados por un gran elenco de actores: Mercedes Morán, Daniel Fanego, Cecilia Roth, Luis Gnecco y Peter Lanzani. El ángel le acerca a las generaciones jóvenes uno de los casos policiales más estremecedores de la historia argentina. Y aquellos que son más contemporáneos recordarán lo sucedido desde la mirada del director. Una película fuerte, muy bien realizada.
Tom Cruise regresa con la sexta entrega de esta saga de acción, dirigido nuevamente por Christopher McQuarrie. Tras perder un cargamento de plutonio, el agente Ethan Hunt (Tom Cruise) y su equipo deben recuperarlo cueste lo que cueste. Pero la CIA los obliga a compartir la misión con August Walker (Henry Cavill), uno de sus mejores agentes. La incorporación traerá más problemas de los esperados. Misión imposible: Repercusión (Mission: Impossible-Fallout, 2018) sigue la línea de las anteriores: las persecuciones en auto, moto y helicóptero ocupan la mayor parte de un film que se destaca por el despliegue técnico de sus escenas. Y como no se le quiere pedir demasiado más, el limitado argumento es aceptado -y hasta esperado- por los espectadores. Cruise conoce al personaje a la perfección y sería hasta extraño ver a otro actor interpretando a Hunt. Rebecca Ferguson, Ving Rhames, Simon Pegg, Michelle Monaghan, Alec Baldwin y Sean Harris, vuelven a interpretar sus papeles anteriores; mientras que Cavill, Vanessa Kirby, Sian Brooke y Angela Bassett se incorporan a la franquicia. Los amantes de la acción agradecerán la nueva Misión imposible. Y el resto del público también disfrutará pasar un rato más que entretenido.
En el nuevo film del director Jason Reitman, Charlize Theron consolida un protagónico verosímil que conmueve. Marlo (Charlize Theron) está casada y es madre de dos hijos en edad escolar. Con el nacimiento de su tercera hija su vida se ve sobrepasada, y frente a esa situación, su hermano (Mark Duplass) le hace un regalo inesperado: una niñera para que la ayude por las noches. Aunque al comienzo le resulta extraño, con el tiempo Marlo entabla una relación con Tully (Mackenzie Davis), una joven niñera tan desafiante como amable. Tully (2018) logra una empatía inmediata con el publico gracias a un argumento realista que genera identificación. Además de ser un guión entretenido que va en aumento con cada una de las escenas. Y que no tiene mayores pretensiones que contar sin mediaciones una historia cotidiana. Las problemáticas de una madre son expuestas con naturalidad y, junto a ellas, se hace referencia a las metas que quedaron relegadas. En ese sentido, la gran interpretación de Theron le aporta sensibilidad, cercanía y realismo a la película. Este personaje le permite mostrar su versatilidad de forma formidable. Aunque pueda parecer un film “para mujeres”, y que posiblemente la mayoría de ellas se sienta reflejada con alguno de los aspectos, los hombres también tienen un lugar importante en el relato. Tully está bien planteada, genera un espacio de reflexión y sorprende hacia el final. Por Jimena Díaz Pérez
El thriller protagonizado por Luisana Lopilato y Amaia Salamanca no alcanza las expectativas que plantea. Una historia interesante, que se podría haber resuelto mejor. Hace 14 años, Cornelia Villalba se perdió en medio de los bosques patagónicos durante un viaje de estudios y jamás la encontraron. Manuela Pelari (Luisana Lopilato), su mejor amiga, emprende una nueva búsqueda utilizando sus herramientas de mujer policía, lo que desata un rompecabezas de poder y amenazas. Basada en la novela de la periodista Florencia Etcheves y dirigida por Alejandro Montiel, Perdida (2018) trata un tema sensible, muy presente en la sociedad actual. El comienzo es interesante y atrapa al espectador, pero con el correr del tiempo, la atención disminuye dado que las escenas se vuelven largas y un poco tediosas. Además, hay elementos que rozan lo ridículo y no le aportan veracidad al argumento. Lopilato y Salamanca consiguen interpretaciones correctas, sin llegar a lucirse demasiado. Completan el elenco Rafael Spregelburd, Nicolás Furtado, Oriana Sabatini, Julián Serrano, María Onetto y Carlos Alcántara. Perdida es una película que no deja demasiada huella en el público. Aunque puede servir como puntapié inicial para debatir sobre la trata de blancas y todas las aristas que atraviesan esta problemática.
Daniel Day-Lewis se luce en una película distinguida e interesante, dirigida por Paul Thomas Anderson. Londres, años ´50. Raynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis) es un famoso diseñador que, junto a su hermana Cyril (Lesley Manville), visten a las más renombradas estrellas de cine, herederos y socialités de la época. Las mujeres le brindan inspiración y compañía al soltero Raynolds hasta que conoce a Alma (Vicky Krieps), una joven de carácter fuerte que se convierte en su musa preferida. Nominada a los Premios Oscar como Mejor Película, El hilo fantasma (Phantom Thread, 2017) es fiel representante de la sutileza cinematográfica. Anderson elige mantener un estilo en el que el relato dialoga con las interpretaciones, los efectos sonoros y la música; enmarcados por una excelente ambientación y vestuario (galardonado en la última entrega de la Academia). Day-Lewis le da vida a un personaje atrapante, con matices que generan diferentes percepciones: es delicado y atento por momentos, severo y autoritario por otros. Junto a Manville y Krieps son una tríada que consolida grandes escenas. El hilo fantasma es llevadera desde el inicio y tiene la particularidad de generar expectativa con una historia simple. Hacia el final decae un poco, pero en su totalidad es efectiva.
Aunque la historia tiene puntos en común con las películas de adolescentes, la ópera prima de Greta Gerwig aporta una mirada distinta del conflicto interno que genera el hecho de crecer y la relación con los padres durante ese proceso. Christine “Lady Bird” (Saoirse Ronan) quiere estudiar en una universidad alejada de Sacramento, su lugar de origen. Conseguirlo es su objetivo principal durante el último año de secundaria en 2002, mientras explora el amor, la autosuperación y el tenso vínculo con su madre (Laurie Metcalf). Lady Bird (2017) es una comedia dramática que se centra en la vida de la protagonista en un momento clave: la adolescencia. Las problemáticas de la edad son tratadas con realidad y toques esporádicos de humor. Un aspecto destacable es que Gerwig también muestra la reacción de los padres frente a los cambios que atraviesa su hija, aspecto que enriquece bastante al guión. Nominada como Mejor Actriz al Premio Oscar, Ronan confirma que es una de las intérpretes jóvenes con mayor proyección. Y en Lady Bird despliega una amplia gama de emociones que le permiten demostrar su versatilidad. El film de Gerwig no tiene más aspiraciones que ser el recorte de la vida de una joven que quiere cambiar el destino que sus padres pensaron para ella. Simple por momentos, cálida, superficial y profunda por otros. Una articulación de ingredientes correcta, pero que probablemente no le alcance para obtener el galardón que otorga la Academina en la categoría Mejor Película.
Ganador del Premio Goya a Mejor Película Iberoamericana y nominado al Oscar en la categoría Mejor Película Extranjera, el film del director chileno Sebastián Lelio refleja las adversidades a las que tiene que enfrentarse una mujer transexual. Marina (Daniela Vega) y Orlando (Francisco Reyes) viven su amor sin darle explicaciones a nadie. Pero un hecho inesperado hace que ella se exponga, una vez más, a la fuerte mirada de la familia de él y de la sociedad. Una mujer fantástica (2017) es una película de coyuntura, que no pasará desapercibida en un momento en el que se lucha por la igualdad de género y la libertad de elegir. Los espectadores atraviesan, junto a la protagonista, la violencia, el desprecio y los prejuicios a los que se enfrenta cotidianamente. La actuación de Vega traspasa la pantalla: el amor, la desconfianza y la bronca se perciben en su mirada con mucha naturalidad. Y en el mismo sentido, Lelio consigue escenas muy pensadas, con una estética sublime que se agradece. Sensible y sentimental, dramática y realista, Una mujer fantástica sirve de disparador para reflexionar sobre lo que verdaderamente ocurre en la sociedad. Y en especial, sobre temas de los que sólo se habla y no se terminan de aceptar.
Esta obra maestra dirigida por el griego Yorgos Lanthimos no le da respiro al espectador. Steven (Colin Farrell) es un cirujano cardiólogo que tiene una vida aparentemente perfecta: está casado con Anna (Nicole Kidman) y es padre de dos hijos. Pero cuando comienza una amistad con Martin (Barry Keoghan) todo se transforma. Con Canino (2009) y Langosta (2015), Lanthimos demostró que es un realizador distinto, que busca movilizar al público con sus películas. Por ese motivo es preciso no adelantar demasiado sobre El sacrificio del ciervo sagrado (The Killing of a Sacred Deer, 2017), un film que continúa con la premisa del director y genera una agradecida incomodidad desde la primera escena. Al igual que una pieza de relojería, las actuaciones, el guión, la fotografía, la dirección y la música, generan un todo perfecto al que no se puede dejar de mirar. Hay que reconocer que a veces la perfección puede molestar o resultar aturdidora. Y si bien por momentos esas sensaciones aparecen, la necesidad de saber cómo continúa la historia es más fuerte. El sacrificio del ciervo sagrado es una película perturbadora. Además de preguntas y reflexiones provocará opiniones encontradas en los espectadores, pero coincidirán en que Lanthimos es un especialista en producir sensaciones. Porque no se irán del cine de la misma forma que entraron.
Con acierto, Ridley Scott traslada a la pantalla grande un caso real mundialmente conocido. Michelle Williams se destaca en un personaje que le valió la nominación a los Premios Oscar. Cuando John Paul Getty III (Charlie Plummer) es secuestrado, su madre Gail (Michelle Williams) intenta covencer a su multimillonario ex suegro Jean Paul Getty (Christopher Plummer) para que pague el rescate. Ante la negativa, y con la vida de su hijo en riesgo, la mujer y el consejero de Getty (Mark Wahlberg) harán lo imposible para conseguir lo que les piden. Todo el dinero del mundo (All The Money In The World, 2018) acerca al espectador a una historia que probablemente conozca o, al menos, haya sentido nombrar alguna vez. Los datos que aporta la película sirven para completar la información previa y conocer los “entretelones” de la negociación familiar. Scott ofrece un film interesante, que mantiene la expectativa a través de diálogos tensos, escenas bien logradas y una banda sonora que acompaña cada clima. Las actuaciones de Williams, Plummer y Wahlberg le aportan mucho a un argumento en el que las emociones están a flor de piel. Y los contrapuntos que se generan entre sus personajes son admirables. Avaricia, poder y lucha son los estandartes de una historia que cuesta creer que sea real. Pero vale la pena verla para ejemplificar lo que produce el dinero en el ser humano.
Meryl Streep y Tom Hanks se reúnen bajo la dirección de Steven Spielberg en un film que sobresale por sus actuaciones. La primera mujer editora del periódico The Washington Post, Katharine Graham (Meryl Streep), debe decidir si es conveniente publicar información secreta sobre las acciones de cuatro presidentes de los Estados Unidos durante la Guerra de Vietnam. Para ello, contará con la ayuda del editor Ben Bradlee (Tom Hanks), y de un escenario social que apoya la libertad de prensa. Correcta por donde se la mire, The Post: Los oscuros secretos del Pentágono (The Post, 2017) no tenía posibilidades de salir mal: dos intérpretes y un director de basta experiencia respaldan una historia interesante sobre la ética de los medios y la política, que parece no perder vigencia. ¿Qué lugar ocupan los medios de comunicación en la sociedad? ¿En qué momento la libertad de prensa se transforma en libertad de empresa? ¿Qué poder tiene la información? ¿Existe relación entre la política y el periodismo? Estas son algunas de las preguntas que se desprenden de un argumento que ilumina una parte de la historia estadounidense. Por momentos similar aunque no tan efectiva como En primera plana (Spotlight, 2015), el film de Spielberg cumple con las expectativas, sin generar demasiada sorpresa. Lo mejor de The Post: Los oscuros secretos del Pentágono son las interpretaciones y la dirección. Además de que plantea un tema que invita a pensar las relaciones de poder que continúan existiendo en la actualidad.