Sapo de otro pozo. Calificación - 2.5/5 La apuesta era fuerte: una coproducción entre Argentina, España y Alemania, realizada por una directora debutante, intentando una mezcla entre drama psicológico, thriller policial y pieza de cine negro, y con un gran elenco liderado por la estrella internacional que es Viggo Mortensen, probando su mano en el doble rol y el acento criollo. El resultado de todo esto es Todos tenemos un plan (2012), un film que, si bien tiene buenas intenciones, cae víctima de sus propias ambiciones. Agustín (Mortensen) es un hombre retraído y estructurado, que trabaja como pediatra y vive junto a su esposa Claudia (Soledad Villamil) en la parte cómoda de Buenos Aires. Pero lo que parece una vida tranquila se quiebra cuando él entra en una crisis personal, negándose a la idea de adoptar un bebé. Tras recluirse en su soledad, es sorprendido por una visita de su hermano gemelo Pedro (Mortensen, de nuevo), un sujeto sin moral que hace trabajos con una banda de criminales en el Delta del Tigre, regresando debilitado a pedirle un favor a su única familia. Pero después de una serie de eventos trágicos, Agustín decide tener una nueva vida, y toma la identidad de su hermano. Así, él abandona la tediosa rutina de la ciudad para entrar en el misterioso territorio de las islas, un salvaje hogar de muchos secretos. Es ahí donde se encontrará con varios conocidos de Pedro: por un lado, la joven Rosa (Sofía Gala Castiglione), en quien encontrará algo de compasión; por el otro, Adrián (Daniel Fanego) y Rubén (Javier Godino), los cómplices en el delito de su hermano, quienes lo buscan para volver a hacer tareas sucias. Ahora, Agustín deberá meterse en el fondo del asunto para averiguar la verdad sobre si mismo, sobre Pedro y sobre sus peligrosas compañías. Como se mencionaba antes, la ópera prima de Ana Piterbarg muestra una gran ambición al buscar el cruce del cine de género con el drama personal. El problema que surge debido a esto es que ella (quien también escribió el guión de la producción) no se puede decidir en el rumbo del film. No puede terminar de ser un drama psicológico, porque oculta elementos de los personajes (en especial, el de Agustín, que no tiene casi ningún tipo de justificación o razonamiento para sus acciones) para generar intriga. Además, le cuesta elegir la forma de abarcar los temas de identidad, dualidad y personalidad, ya que a veces recurre de buena forma a la contemplación lenta y simple basada en gestos y miradas, mientras que en otros momentos prefiere martillar metáforas, como la de la organización de las colmenas de abejas, o la relacionada al trabajo del reconocido escritor argentino Horacio Quiroga. Esto también causa choques rítmicos con el elemento de thriller del film, ya que se le quita espacio al conflicto para tratar de explorar a Agustín, lo que causa que tanto partes del argumento como personajes aparezcan y desaparezcan del relato. Al final, cuando se empieza a armar una trama relacionada al secuestro y se instalan los elementos para una confrontación climática, no se siente la tensión o el suspenso de este tipo de películas. Sin embargo, no todo es negativo. Piterbarg hace un muy buen trabajo a la hora de presentar la atmósfera misteriosa del delta, creando un violento aire apto para la naturaleza oculta de los seres que viven ahí. A la hora de las actuaciones, hay varios destacados. Para responder a la gran incógnita de la mayoría de la gente, sí, Mortensen realiza una buena labor al mostrar sus dos caras, llenando de matices a los dilemas de sus roles (y presumiendo una decente tonada argentina, ya que está). Sin embargo, Viggo es opacado por Daniel Fanego (el mejor elemento de la película), quien le da vida al film al interpretar al torcido y carismático criminal con el que llega a enfrentarse Agustín. Otra persona que sorprende es Sofía Gala Castiglione, que sabe manejar tiempos y silencios al hacer de la no tan inocente Rosa. Por desgracia, Soledad Villamil y Javier Godino no comparten su suerte ya que, si bien pueden mostrar el talento que tienen en sus respectivos roles, sus escenas son pocas, breves y no aportan casi nada a la historia. Al final de cuentas, Todos tenemos un plan sufre debido a querer ser tantas cosas, sin tener una idea fija y particular por parte de Piterbarg. Es indecisa para ser un drama, así como muy lenta e incompleta para ser un thriller. A pesar de una buena atmósfera y destacables actuaciones por parte del elenco (en especial Fanego y Mortensen), este estreno decepciona. Un plan que no llega a realizarse.
El puerco de la discordia. Uno de los asuntos que se mantienen desde hace décadas en la agenda mundial es el conflicto árabe-israelí, y más precisamente, la oposición entre Israel y Palestina. Este enfrentamiento sirve como base de Cuando los chanchos vuelen (Le cochon de Gaza, 2011), un relato que logra sacar risas, pero que no funciona como declaración de estado. A Jaffar (Sasson Gabai) no le sale nada bien: viviendo miserablemente en la zona de Gaza, trata en vano de ganarse la vida como pescador, lo que solo causa quejas por parte de su esposa Fatima (Baya Belal). Sin embargo, las cosas empiezan a cambiar tras una tormenta, cuando el hombre captura algo inesperado en el agua: un puerco, ese animal considerado impuro y pecaminoso tanto por los palestinos como por los israelitas. Tras desesperarse por su desgracia, Jaffar trata de deshacerse del cerdo a como dé lugar, lo que lo lleva a conocer a Yelena (Myriam Tekaïa), una inmigrante rusa que le paga para usar a la criatura en un proyecto de inseminación. Después de esto, iniciará una serie de eventos que moverán la vida de la gente en ambos lados de los muros. El film (una coproducción entre Francia, Alemania y Bélgica, escrita y dirigida por Sylvain Estibal) puede dividirse en dos partes. Una abarcaría la primera hora de la producción, que muestra una historia sencilla beneficiada por la muy buena actuación de Sasson Gabai (haciendo un gran trabajo a la hora de encariñar con la ignorancia) y una buena dosis de humor, que varía entre situaciones grotescas y la sátira impulsada por el amigo porcino (el objeto que une a todos los personajes). Pero cuando llega el tercer acto de la película, la historia decae bastante: el cambio al drama y al mensaje pacifista falla, ya que no es natural, encima de que no hay una mayor exploración de los personajes o de las ideas que se quieren transmitir, lo que resulta muy frustrante y simple, haciendo quedar al realizador como falto de conocimientos sobre el conflicto: es fácil decir desde afuera “que se haga la paz”, pero es más complicado explicar por qué no se logra. En resumen, Cuando los chanchos vuelen es una buena opción para los que busquen una pequeña historia con buenas dosis de humor, a pesar de un final decepcionante y un mensaje arruinado por la simpleza y la obviedad forzada. Igual, uno solo puede desear que la unión sea tan fácil de conseguir como en las películas. @JoniSantucho
Duros de matar. En una escena cerca del final de Los indestructibles 2 (The Expendables 2, 2012), los personajes interpretados por Sylvester Stallone, Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger observan una avioneta que se ve antigua, pero resistente. “Esa cosa es para un museo”, dice Sly; a lo que Arnold le responde en broma “Todos nosotros lo somos”. En esos segundos, se puede resumir el espíritu de este verdadero tributo al cine de súper acción, que a base de sinceridad, humor y altas dosis de adrenalina supera fácilmente a su antecesor. No es que el primer film fuera horrendo, pero el problema que tenía era que, si bien su intención estaba en el lugar correcto, la ejecución dejaba algo que desear. La historia se tomaba bastante en serio y no daba espacio para una verdadera reunión de los grandes de la testosterona; mientras que Stallone recurría bastante y de mala forma a técnicas modernas, como la cámara en mano, la sangre digital y demases efectos especiales, lo que le sacaba disfrute a la película. Ahora, la secuela vino con cambios, iniciando con la aparición en la silla de director de Simon West, quien se destacó en Con Air - Riesgo en el aire, así como también decepcionó en Tomb Raider y la remake de Cuando un extraño llama. Afortunadamente, en esta oportunidad West logró mejorar el trabajo, y entregó un film que no carece de escenas espectaculares. Con un mejor ojo para las peleas, los tiroteos y la destrucción, esta entrega trae más y mejor acción, al mismo tiempo que logra que las leyendas del género se junten para reflejarse (con muchas carcajadas) sobre las grandes producciones que los volvieron famosos. Tras ser presionado por el señor Church (Willis), Barney Ross (Stallone) acepta liderar a su banda de mercenarios en una nueva misión para compensar la destrucción de los eventos del primer film. Pero lo que parece un trabajo sencillo resulta en tragedia con la aparición del asesino Jean Vilain (Jean Claude Van Damme), que mata brutalmente a uno de los miembros del equipo y roba un mapa con la ubicación de cinco toneladas de plutonio. Ahora, con solo días antes de que se venda el material radiactivo, los indestructibles se ponen en marcha para acabar con el grupo de Vilain, obtener venganza por el compañero caido, y frenar el posible armagedón nuclear. Si, la trama es la misma de una infinidad de films bombásticos. Si, los personajes son tremendamente unidimensionales y estereotipados (el joven soldado que tiene los días contados tras mencionar el retiro; el antagonista -literalmente llamado Vilain- que busca beneficiarse con el fin del mundo; la villa de indefensos mineros que requieren la ayuda de las grandes potencias). Si, el argumento es una mera excusa para escenas de golpes, balazos y explosiones. Pero hay una diferencia con respecto a esta película por sobre la anterior: esta vez, todo el equipo sabe esto, por lo que la destrozan al seguir completamente la corriente. Ellos son conscientes de que pasó el tiempo, pero eligen volver al ruedo aceptando los cambios que ocurrieron en las últimas décadas: Schwarzenegger reconoce su problema para volver al cine tras ser gobernador de California, Chuck Norris se ríe de su estatus como fenómeno de Internet, y, por supuesto, se siente el peso de la edad en nuestros protagonistas: no con fátiga o frialdad, sino con muchas risas y esa sabiduría que solo existió en la década de los ‘80. En esta ocasión, los miembros del elenco dan todo lo posible de si mismos y crean una auténtica camaradería nostálgica, además de que aún se mantienen en bastante buena forma. Stallone, Jason Statham, Dolph Lundgren, Terry Crews y Randy Couture tienen momentos para brillar y mostrar la química que tienen como equipo. Por otro lado, Van Damme es estupendo como el antagonista, disfrutando cada segundo de interpretar su diabólico personaje (no se preocupen fans, Jean Claude hace su famosa patada helicóptero). Mientras, Liam Hemsworth y Yu Nan hacen un buen trabajo metiendo drama como los nuevos integrantes de la brigada, la segunda ocupando el lugar de Jet Li, que lamentablemente aparece poco en el film (aunque logra lucirse en una impresionante pelea... usando una cacerola). Finalmente, Schwarzenegger, Willis y Norris otorgan las mayores risas y los mejores momentos de acción en sus roles secundarios, que serán la delicia de sus grandes fanáticos. Excepto por pequeños defectos (como el contraataque de los malos efectos por computadora, o algunos momentos que no llevan a ningún lado), Los indestructibles 2 es un gran homenaje a una bestia en peligro en extinción: el cine repleto (literalmente) de sudor y sangre, el que dió clásicos como Commando y Cobra. Explosiva, ferozmente violenta, totalmente graciosa y deliciosamente autorreferencial, es ideal para los apasionados que quieran volver a ver a las estrellas de ayer y hoy liquidando gente por centenas. Tras tantas promesas, volvieron, y con todo.
Tontos y retontos. Hay poca gente que logró perfeccionar el arte de la comedia física como los integrantes de Los Tres Chiflados. Desde el nacimiento del grupo como de vodevil durante la década del '20, la familia Howard se puso en el firmamento de las estrellas del humor, metiéndose en el corazón de la gente a través de tortazos, piquetes de ojo y bizarras aventuras. Es tal el impacto que lograron arrastrar hasta el día de hoy, que la idea de continuar el legado del trío sin los actores originales, y encima en la actualidad, suena como un desafío imposible. Por suerte para los fanáticos, Los Tres Chiflados (The Three Stooges, 2012) es un buen homenaje al Sagrado Trío de la Comedia, a pesar de sus faltas. Moe (Chris Diamantopoulos), Curly (Will Sasso) y Larry (Sean Hayes) pasaron toda su vida en un orfanato, bajo la supervisión de la Madre Superiora (Jane Lynch) y de la Hermana María Mengele (el gran Larry David). Pero tras 35 años de destrucción y travesuras, descubren que la institución que los crió está a punto de cerrar debido a una deuda de 830 mil dólares. Decididos a salvar el lugar, se proponen a recaudar el dinero a como dé lugar, y van a la gran ciudad, en donde se meten en toda clase de situaciones excéntricas. De esta forma, Peter y Bobby Farrelly reviven el humor que hizo felices a millones. Los hermanos ya habían demostrado su afición por el estilo del grupo cómico en films como Loco por Mary e Irene, Yo y mi Otro Yo, y el proyecto para ellos había sido una pasión que tomó años en arrancar (en un momento incluso llegaron a confirmar a Benicio del Toro, Sean Penn y Jim Carrey para hacer de Moe, Larry y Curly, respectivamente). Pero ahora, los directores realizaron un trabajo excelente a la hora de recrear la magia original, iniciando por los tres protagonistas, quienes se lucen al ponerse en la piel de los conocidos personajes (lo que hace lamentar que no lleguen copias de este film en su idioma original). Además, los hermanos comprenden el timing y las reglas del mundo algo caricaturesco en el que transcurre la trama: la gente no solo no envejece, sino que sobrevive golpes, patadas, punzadas, caídas, choques y explosiones con la gracia de dibujo animado. Por una vez, es lindo ver un film reciente para toda la familia que sea tan políticamente incorrecto a la hora de la violencia; aunque claro, al final hay una aclaración por parte de los realizadores avisando que nadie se lastimó de verdad, lo que queda medio aguafiestas después del festival de accidentes que acaba de pasar. Pero a pesar de todos los logros de la película, aún se pueden hallar problemas, el principal siendo que todos los intentos de meter a los chiflados en un contexto moderno fallan. Los personajes están muy conectados con la primera parte del siglo XX, y es algo que puede notarse al ver la historia, desarrollada mediante sketches: casi todas las escenas cómicas están basadas en un corto que conocemos (los chiflados como carpinteros, médicos, vendedores, rompefiestas, etc.), mientras que los intentos por traer la historia al tercer milenio consisten en malos chistes del momento, de esos que pierden la gracia antes de que se enfríe el pochoclo (tales como la aparición del elenco de Jersey Shore, un reality show que nada tiene que ver con el film y que afortunadamente se encamina al olvido). Además, hacia el final se siente un relleno y una repetición de ideas, lo que da lástima, porque desperdician la oportunidad de darle una identidad propia al film. A pesar de todo, esta producción merece ser vista por los seguidores de Curly, Larry y Moe. El que busque volver a ver a ese trío de locos lindos tendrá lo que pide (en particular gracias a una buena dirección por parte de los hermanos Farrelly y por muy buenas actuaciones de Diamantopoulos, Sasso, Hayes y David), mientras que el que quiera algo más acorde al humor de hoy saldrá decepcionado. Al fin y al cabo, es para salir del cine queriendo tener corte taza.
El corazón valiente de Pixar. Continuando un buen año para los personajes femeninos en el cine hollywoodense, llega Valiente (Brave, 2012), la nueva realización de Pixar (responsable de clásicos como Toy Story, Monsters Inc. y Los Increíbles), que se destaca por esa peculiaridad: esta es la primera película del estudio protagonizada así como dirigida por una mujer (Brenda Chapman, quien igualmente fue reemplazada por Mark Andrews a la mitad de la producción). El resultado de esta corriente es un film que, si bien no llega al estándar usual de calidad para la productora, es un muy buen entretenimiento para niños y adultos. Situada en Escocia durante la Edad Media, Valiente cuenta la historia de la princesa Mérida (voz de Kelly Macdonald), que no muestra agrado por las tradiciones y expectativas puestas en su rol real por su madre, la reina Elinor (Emma Thompson). A pesar del esfuerzo por las dos en comunicarse, ambas mujeres no logran entenderse entre sí, lo que complica la llegada de los clanes aliados al reino, dispuestos a competir por la mano en matrimonio de Mérida. Tras oponerse a la unión por conveniencia y desafiar a todos, la rebelde princesa huye a lo más profundo del bosque, buscando una forma de cambiar el destino que fue puesto sobre ella desde su nacimiento. Justo en ese momento, encuentra un misterioso camino que la lleva a la cabaña de una bizarra bruja (Julie Walters), quien le promete alterar a su madre. Mérida acepta, pero pronto se da cuenta de que ha causado una gran maldición, y se pone en acción para volver las cosas a la normalidad y poner las cosas en claro con Elinor antes de que sea demasiado tarde. Lo primero que se debe destacar sobre la película es el gran éxito por parte de los responsables al crear el clima de Escocia y de sus leyendas. Como en toda producción de Pixar, la animación es impresionante, ya sea la del territorio de las Tierras Altas, así como la de Mérida, cuya cabellera pelirroja no necesita de las tres dimensiones para saltar de la pantalla. Además, el elenco de voces fascina con las actuaciones y el idioma de la región, justificando totalmente la visión del film en su versión original. Y, se debe repetir, es bueno ver a dos personajes femeninos tan bien desarrollados como Mérida y Elinor. Si bien la primera usa un poco del modelo de “princesa de Disney”, vale la pena observar a personajes que luchen por la igualdad entre la gente y la individualidad de las acciones propias. Por desgracia, la producción no logra alcanzar el nivel de los clásicos de Pixar. Si bien los personajes mencionados logran destacarse, la historia es muy conocida, lo que arruina un poco los logros hechos por su predictibilidad. Eso frustra principalmente porque el film construye en su primera mitad una promesa de grandes aventuras, pero una vez que se aplica el hechizo sobre Elinor, se toma un rumbo hacia lo conocido, lo que hace que las escenas humanas (el gran fuerte del estudio creador de Woody y Buzz) no funcionen como deberían. Además, es necesario aclarar que no vale la pena ver la película en 3D: no se destaca para nada, solo quitando brillo de la excelente animación. Entonces, Valiente es una historia familiar que es muy bien contada. A pesar de su familiaridad, la animación, los personajes y el humor de Pixar se mantienen intactos, lo que hace que sea una gran recomendación si se quiere ver en familia. Un último consejo: asegúrense de llegar temprano al cine, para poder ver el gran corto La Luna, escrito y dirigido por Enrico Casarosa. En siete minutos, resume la magia, la poesía y la humanidad que representa el estudio de John Lasseter, que ojalá siga creando historias maravillosas.
Mala jugada. No es necesario aclarar que el fútbol es una pasión de multitudes. Semana a semana, millones de personas se emocionan, para bien o para mal, al poner su ánimo en un grupo de gente que deslumbra con el manejo de la pelota. El balonpie, que generó héroes y villanos, que motivó tantas frases clásicas (seamos sinceros, quién no dijo alguna vez algo como “la pelota no se mancha”) tiene lo necesario para trasladarse al cine, pero eso no se puede ver en Fuera de Juego, una comedia de enredos que pasa por lugares demasiado conocidos. Diego (Diego Peretti) es un ginecólogo que no se lleva bien con el fútbol, tras una mala experiencia que tuvo de chico. Pero cuando su tío (Ricardo Darín, en un cameo que es, lejos, lo mejor del film) sufre un infarto y lo convence de hacerse pasar por el representante de Gustavo-César (Ricardo ‘Chino’ Darín Jr.), un jugador promesa que puede fichar con el Real Madrid, el argentino tendrá que viajar a España. Recién llegado en la Madre Patria, Diego se encontrará con Javier (Fernando Tejero), un engañoso manager con el que, debido a circunstancias ajenas, tendrá que compartir el manejo del joven crack. Ahora, para lograr vender al chico al Real, los mentirosos tendrán que meterse en el mundo detrás del deporte, donde nada es lo que parece. Primero que nada, las ideas de este film tienen potencial. El aspecto del choque de culturas entre el crédulo argentino y el chanta español funciona bien en la película, y ver lo que sucede detrás de la cancha es una gran oportunidad para buenas escenas. Lamentablemente, este film no pasa de lo predecible y torpe: las manipuladoras botineras, los diabólicos representantes, los temibles padrinos, etcétera. Encima, los enredos en los que se meten los protagonistas con sus mentiras son muy reciclados, sacando casi todo lo referido al fútbol (del cual se ven pocos minutos, lo máximo siendo una aparición en el estadio Mestalla) para darle lugar a subtramas que no van a ningún lado. Por el lado de las actuaciones, Peretti y Tejero saben como entregar el pobre material que se les da, y logran dar algunas risas. Mientras tanto, el resto de los actores sale perdiendo en este juego. Carolina Peleritti (quien interpreta a la sufrida esposa de Javier) parece no saber como darle vida a su rol, mientras que el Chino Darin (haciendo su debut en la pantalla grande) le aporta poco a su flojo papel. Además de Darín padre, mantengan sus ojos abiertos por las apariciones de jugadores como Martín Palermo e Iker Casillas, quienes pasan por segundos frente a la cámara. Resumiendo, Fuera de Juego no logra dar algo nuevo, ya sea en la forma de contar una historia o meternos en el mundo del deporte. Cada tanto hay un momento que causa gracia, pero la mayoría del tiempo hay que observar al mismo material viejo y gastado de siempre. Con esta estrategia no se gana ni en penales.
El show debe continuar. Tras pasar por muchas aventuras en las junglas de África, el equipo de Alex (voz de Ben Stiller), Marty (Chris Rock), Melman (David Schwimmer) y Gloria (Jada Pinkett Smith) decide volver al zoológico de Nueva York. Pero para poder hacerlo, los animales necesitan la mano de sus amigos los pingüinos, quienes se encuentran en Monte Carlo. Con la ayuda de los lémures y los chimpancés, los cuatro tienen todo listo para viajar a Europa, reunirse con el resto de sus compañeros y planear la vuelta a América. Pero, por desgracia para los peludos personajes, la vuelta a casa no será tan sencilla como esperaban, ya que la temible Chantel DuBois (Frances McDormand), una imparable oficial de control animal (piensen si Terminator se cruzara con Cruella de Vil, y van a tener una idea de como es), se pone a perseguirlos sin descanso. Sin lugar a donde escapar, el grupo se escapa de DuBois al subirse al tren de un circo, encabezado por el tigre Vitali (Bryan Cranston), la jagüar Gia (Jessica Chastain) y el león marino Stefano (Martin Short). Ahora, para poder regresar a Nueva York, los amigos tendrán que viajar por el viejo continente y fingir ser artistas del espectáculo, todo esto mientras DuBois se les acerca rápidamente. Después de dos entregas que ganaron el corazón de la gente, Madagascar 3: Los Fugitivos (Madagascar 3: Europe's Most Wanted, 2012) aparece para darle un cierre a la franquicia animada, haciendo que los animales aprendan sobre la amistad y el verdadero hogar durante el camino a Central Park. Si bien la historia es muy familiar, los personajes tienen la chance de divertir bastante, lo que distrae y entretiene. Podríamos meter como ejemplos al rey Julien (Sacha Baron Cohen), que tiene un apasionado romance con una gigantesca osa del circo, o la feroz DuBois, que en un momento inspirado canta a todo pulmón ‘Non, je ne regrette rien’, el famoso tema de Édith Piaf. Una buena decisión del film fue enfocarse en el humor y en el aspecto visual del film, que es veloz y deslumbrante. Mientras que los chistes vuelan uno detrás del otro, dando apenas un respiro, las escenas centrales del film (como una persecución destructiva que atraviesa las calles de Monte Carlo, o una función circense llena de luces y colores al ritmo de Katy Perry) están repletas de rapidez y brillo, dando un espectáculo que definitivamente debe ser visto en 3D. Los films de Madagascar siempre apuntaron a la diversión para grandes y chicos, y esta tercera entrega es la que más exito tiene al hacerlo. En resumen, Madagascar 3 es un show que puede ser disfrutado por toda la familia. Completa de chistes redondos y escenas vibrantes de sonido e imagen que hacen un gran uso de las tres dimensiones, esta conclusión es una buena oportunidad para reirse, asombrarse e, incluso, poder mover el bote.
Nos hundimos, capitán. Hacer una adaptación nunca es un trabajo fácil. Además del esfuerzo por realizar una buena historia, se suma el peso de complacer a una audiencia fanática preexistente, así como de saber trasladar el espíritu del material original a un nuevo medio. Habiendo dicho eso, hay algunas propiedades que no tienen lo suficiente para poder pasar a la pantalla grande, y un ejemplo de esto es Battleship: Batalla naval, film basado en el juego de mesa del mismo nombre. Primero, veamos de que se trata. Alex Hopper (Taylor Kitsch) es un rebelde indisciplinado, que se une a la Marina para satisfacer a su hermano mayor (Alexander Skarsgård) e impresionar a Samantha (Brooklyn Decker). Varios años después de enrolarse, Hopper es un teniente a bordo del barco destructor USS John Paul Jones, pero sus problemas de conducta causan que el almirante Shane (Liam Neeson), padre de Samantha, lo quiera expulsar del servicio. Igualmente, eso deja de importar cuando, durante un evento de ejercicios marítimos realizado en Hawaii, varios cruceros se encuentran con un enorme objeto desconocido en el medio del agua. Tras investigar la anormalidad, el objeto revela ser una gigantesca nave alienígena, que procede a poner un escudo impenetrable alrededor de la isla, y atacar ferozmente a las pocas embarcaciones que se quedaron dentro del área. Resulta que, tras un mensaje enviado al espacio por parte de NASA, un planeta lejano con formas de vida ha decidido invadir el planeta, por lo cual enviaron algunas naves en forma de prueba. Con casi todos los navíos dentro de la zona destruidos, y sin oportunidad de comunicarse al exterior, la única oportunidad de la raza humana reside en Hopper, quien asume el control del USS John Paul Jones. Ahora, él tendrá que encontrar su potencial para derrotar a la amenaza extraterrestre antes de que la invasión masiva sea inevitable. Al ver esta película, es imposible no pensar en Día de la Independencia o en la saga de Transformers, más precisamente, en el estilo del realizador Michael Bay. Si bien esta producción es dirigida por Peter Berg (el mismo de Hancock), podemos encontrar muchas coincidencias entre los films: la acción pasada en su frenetismo, la historia predecible y clicheada que se extiende demasiado, el patriotismo aplastante, los personajes que solo sirven para una función específica (vease “novia escultural sonriendo en pocas ropas” o “nerd que explica todo lo que anda pasando”). Incluso algunos de los diseños alienígenas, que a pesar de poseer excelentes efectos especiales, se ven y suenan directamente como Decepticons, lo que confunde un poco. A todo esto, es difícil entender por qué decidieron adaptar Batalla Naval (aparte del reconocimiento del producto y el aumento de las ventas para Hasbro). Incluir aliens en la mezcla ya suena bastante desconcertante, aparte de que la forma de meter el juego dentro de la trama es bastante forzada y sin sentido. A veces, pareciera que los realizadores se dan cuenta de la clase de película que están haciendo (como en una divertida escena involucrando veteranos y un acorazado de la Segunda Guerra Mundial), pero por desgracia, la mayoría del tiempo todo se toma de forma seria, como si esto fuera Rescatando al soldado Ryan. A la hora de las actuaciones, hay de todo tipo. Taylor Kitsch, saliendo de John Carter para interpretar al vago que de la nada se vuelve un héroe estratega, es decente en su rol principal. No corren con la misma suerte Brooklyn Decker y Alexander Skarsgård, que no ayudan a esconder la flaqueza de sus personajes. Mientras tanto, Tadanobu Asano y Hamish Linklater sacan un par de risas como un oficial japonés y un científico hawaiano. Por último, hay que advertirle al que vaya a ver esta película por Rihanna o Liam Neeson, que sus roles son muy breves: la cantante pop tiene un rol muy secundario, mientras que el actor aparece menos de 10 minutos, desapareciendo casi completamente del film después de la primera media hora. En resumen, Battleship: Batalla naval cumple con las expectativas de los que busquen luchas explosivas y destacables efectos especiales, pero aquellos que quieran ver otra cosa aparte de la misma historia de siempre van a salir bastante decepcionados. Una última nota: quedense después de los créditos, si quieren ver un indicio de una posible secuela. Esperemos que la próxima vez, alguien diga “hundiste mi acorazado”.
Los dioses están de regreso. Una década después de descubrir sus poderes y derrotar al Kraken, el semidiós Perseo (Sam Worthington), vive apaciblemente como pescador, abandonando las armas para cuidar a su hijo Helius. Pero mientras él busca la paz, un conflicto crece en el centro de la tierra. Debido a la falta de devoción y fe de los humanos, los dioses están perdiendo sus poderes, lo que hace que los peligrosos titanes, liderados por Cronos, empiecen a salir de control y a escapar de la prisión del Tártaro. Por eso, cuando Hades (Ralph Fiennes) y Ares (Edgar Ramírez) traicionan a Zeus (Liam Neeson) y lo capturan en el inframundo para revivir al padre de las deidades, Perseo deberá abandonar la tranquila existencia de la villa y volver a la acción. Con la ayuda del hijo de Poseidón, Agenor (Toby Kebbell), y la reina Andrómeda (Rosamund Pike), el héroe deberá enfrentarse a criaturas mitológicas, titanes y dioses para rescatar a su padre Zeus y salvar a la humanidad. Con ese argumento arranca Furia de Titanes 2 (Wrath of the Titans, 2012), la secuela de la remake del 2010 hecha por Louis Leterrier. En esta oportunidad, Leterrier es reemplazado en la silla del director por Jonathan Liebesman, realizador de La Masacre de Texas: El Inicio e Invasión al Mundo: Batalla Los Ángeles, quien puede entregar grandes momentos, pero falla a la hora de crear una gran historia. Aprendiendo de algunos errores de la primera parte, los responsables de esta película dan un enfoque un poco más realista al mundo fantasioso (en este caso, tiene sentido). Ya se han ido los dioses con trajes salidos de Los Caballeros del Zodíaco y la limpia Grecia, reemplazados por un mundo sucio y destruido, tan decadente como los conflictuados dioses. Hasta Perseo, que de la nada había pasado de pescador a héroe mítico en el primer film, es más convincente esta vez al intentar y fallar en su lucha contra las monstruosidades. Algo que también deslumbra en este nuevo mundo es el diseño de las numerosas criaturas mitológicas que aparecen en esta producción. Liebesman sabe aprovecharlas la mayoría de las veces, aunque también hay ocasiones en las que su enfoque es muy errático como para poder ver lo que pasa (se podría teorizar que se le quedó algo de la costumbre de la cámara en mano que plagó Invasión al Mundo: Batalla Los Ángeles). Hablando de cuestiones técnicas, seguramente todos se estarán preguntando sobre como se emplea el 3D. Si bien esta producción fue convertida en postproducción, como en el primer film, en esta oportunidad se aprovechó el tiempo extra para idear algo más el uso de las tres dimensiones. Igualmente, solo vale la pena pagar el costo extra si uno es fan de ver la ocasional cabeza de monstruo que sale de la pantalla, o de que le tiren rocas y piedras. De todas formas, lo que realmente carece de profundidad en Furia de Titanes 2 es la historia. El único objetivo del guión es mover a Perseo de batalla a batalla, rellenando la película con una tonelada de diálogo sobre como ir de un lado al otro. Es una lástima, porque al ritmo apurado que van ignorando todo pasan volando por algunas ideas interesantes para desarrollar escenas fantásticas. Otras fallas de los escritores incluyen el débil intento de tema de las relaciones familiares entre las familias de dioses (que parece impuesto solo para darles algo que hacer a Fiennes y Neeson hasta el climax final) y una casi inexistente trama amorosa entre los personajes de Worthington y Pike. A la hora de las actuaciones, todos hacen lo que pueden. Sam Worthington, Liam Neeson, Ralph Fiennes, Edgar Ramírez, Rosamund Pike, Toby Kebbell y Bill Nighy tratan y tratan, pero los que logran salir intactos en la batalla contra el escaso material son Nighy (interpretando al dios caido Hefesto con su carisma patentado), Neeson y Fiennes, los últimos dos teniendo su cuota de diversión al final (algo que suena raro al pensar que hace casi 20 años compartían pantalla en La Lista de Schindler). De todas formas, Furia de Titanes 2 sirve como entretenimiento. Aquellas personas que quieran olvidarse de la rutina y estén en busca de algunas escenas que los diviertan durante hora y media, van a tener lo que pagaron. Ahora, si están en busca de algo más, recen a los dioses.
Dos agentes de la CIA entran en batalla después de descubrir que salen con la misma mujer, en esta floja comedia romántica con toques de acción dirigida por McG. FDR (Chris Pine) y Tuck (Tom Hardy) son dos grandes amigos que comparten todo, incluso su profesión. Igualmente, hay algo inusual sobre el trabajo que hacen: ellos son agentes especiales de la CIA. Pero cuando una misión secreta involucrando a un peligroso criminal (Til Schweiger) sale mal y ambos son suspendidos de realizar misiones, van a descubrir otra afición: Lauren (Reese Witherspoon), una testeadora de productos con problemas de confianza tras su última relación. Tras cruzarse con FDR y Tuck en ocasiones separadas, Lauren es animada por su amiga Trish (Chelsea Handler) a tratar de salir con ambos al mismo tiempo. De todas formas, en poco tiempo los amigos se enteran de que ven a la misma mujer, aunque deciden que, en lugar de retirarse, van a mantener la boca cerrada y dejar que ella elija al hombre indicado. Pero cuando la rubia no se decide, los hombres van a recurrir a sus arsenales de espionaje para lograr quedarse con la chica, lo que en poco tiempo causa que los antes compañeros luchen el uno contra el otro en una batalla sin piedad. Esta es la base de ¡Esto es Guerra! (This Means War, 2012), la nueva película de McG (si, lo están leyendo bien, no acaban de ver el nombre de un nuevo combo de comida rápida), director de películas como Los Ángeles de Charlie o Terminator: La salvación. En esta ocasión, el también responsable de shows como The O.C., Supernatural y Chuck prueba su mano en el complicado terreno de la comedia romántica con elementos de acción, pero el resultado final es decepcionante. Modelándose usando como base a Sr. y Sra. Smith (no es casualidad que Simon Kinberg, uno de los guionistas de este estreno, sea el escritor responsable de la película estelarizada por Angelina Jolie y Brad Pitt) el film falla en varios niveles. Falla como comedia romántica porque es extremadamente previsible y repetitiva, además de que los personajes son bastante superficiales (traten de encontrar el encanto en las escenas donde los hombres espían cada movimiento de Lauren, o el romance en la motivación de la chica protagonista de testearlos como si fueran otros productos desechables). Si tan solo la película fuera consciente del potencial de la premisa para la comedia negra o el thriller, en lugar de entregar chistes tan blandos y gastados. El trio protagónico de Witherspoon, Pine y Hardy trata débilmente de hacer que el guión trillado sirva, pero solo cumplen su cometido un par de veces; ni siquiera ellos pueden sacar emoción, química o grandes carcajadas de esto. Empeorando las cosas está Chelsea Handler, en el rol de mejor amiga consejera que está forzado a aparecer en este tipo de producciones. Igual, tampoco funciona como película de acción, porque las pocas escenas con promesa de dar adrenalina se acaban muy pronto, encima de que casi todas están filmadas para la incomprensión; algo extraño, considerando el muy buen trabajo que hizo McG produciendo escenas explosivas en la cuarta entrega de Terminator. Encima, el supuesto villano interpretado por Til Schweiger (aquel que intimidó a tantos como Hugo Stiglitz en Bastardos Sin Gloria) es reducido a una aparición de menos de cinco minutos: aparece con cara seria un par de minutos al inicio, al medio y al final (en un intento de cierre de la película), y listo.