Anexo de crítica: -Hermoso homenaje al cine y a sus pioneros. Scorsese contagia su cinefilia en esta historia que narra los últimos años de la vida del gran George Méliès (mago, director, actor, narrador y creador del trucaje cinematográfico). Aunque el relato está articulado a partir de un personaje ficticio, Hugo Cabret, la representación de los hechos vinculados a la vida de Méliès (aunque relativamente edulcorados) guardan una muy digna fidelidad. El film presenta, como es habitual en el realizador, una serie notable de homenajes a la historia del cine, con bellísimas imágenes recreadas por Scorsese, entre las que destaca la representación del célebre estudio de vidrio de Méliès.-
Un crimen de ensueño Que lo pague la noche es una película presentada para video originalmente en el año 2004, que se estrena ahora en salas comerciales luego de haber obtenido una serie de apoyos institucionales, el INCAA entre ellos. La acción transcurre en el barrio de Lugano: Esteche, una especie de delegado vecinal, celebra su matrimonio con Fiorella en el parque. Repentinamente cae desmayado sin explicación. Dos hombres y la reciente esposa lo trasladan hacia un supuesto hospital, pero finalmente lo abandonan en un descampado. Aunque la versión oficial es que ha muerto de un pico de estrés, los vecinos de Lugano comienzan a especular sobre una posible conspiración. Si bien se trata del primer largometraje que produce el director Néstor Mazzini, éste da cuentas de una gran solvencia en el manejo formal de los recursos narrativos y estilísticos. Resulta especialmente notable el privilegio que Mazzini hace de los recursos visuales por sobre el diálogo para obtener un clima onírico y enrarecido. Esto no significa, sin embargo, un desmedro en el manejo expresivo del material sonoro, lo cual se advierte en el sofisticado tratamiento que hace de algunos de los diálogos al utilizarlos como elemento de ambientación o fondo sonoro para generar un impacto estético. El relato, no obstante, presenta dos deficiencias: 1) algunas oscuridades en la estrategia narrativa, que impiden al espectador apropiarse de la historia de modo orgánico; b) el recurso (ya un poco gastado y difícil de justificar para cualquier proyecto) de actores no profesionales para la realización de la película. Sobre el primer punto, entiéndase bien, dado el carácter onírico del relato es esperable un nivel de ambigüedad en el armado de la historia (¿Esteche verdaderamente regresa y es ajusticiado por los vecinos de Lugano, o todo el relato es la ensoñación de un moribundo?). Pero esta ambigüedad, al ser estructural debe estar correctamente planteada para que el espectador advierta que se trata de dos posibilidades narrativas que el relato habilita de manera simétrica, y no de una desprolijidad formal. Esta ambigüedad con la que se pretende jugar narrativamente no está lo suficientemente preparada por la instancia de enunciador, y de allí que el espectador hacia el final pueda sentirse confundido. Esto es importante entenderlo: la ambigüedad narrativa cuando está bien desarrollada no deja lugar a dudas, no es confusa; el espectador claramente entiende que se lo estimula a elegir entre dos posibilidades, por las cuales el enunciador no se juega. Sobre el segundo punto, no es demasiado lo que se puede decir: las actuaciones son malas, y esto desluce demasiado el devenir del relato. El recurso de emplear a actores no profesionales suele tomarse como una virtud en sí misma, y pienso que es un criterio erróneo. Si lo que se pretende es generar un efecto de pretendido realismo, creo que el error es doble, pues el efecto suele ser casi siempre todo lo contrario, excepto en las extraordinarias y excepcionales situaciones en donde los actores principales del suceso demuestran condiciones naturales para la representación, o bien han sido bien dirigidos –dramáticamente hablando- por algún profesional. En el resto de los casos, el resultado es siempre forzado. Este fetiche va de la mano con aquel otro que sostiene que para generar un impacto de narración realista, nada como contar las cosas que realmente suceden. Este desmedro de lo ficcional, injustificado e insostenible, es lo que ha llevado en los últimos años a que las producciones, propias y ajenas, crean que el hecho de mostrar el cartelito de basado en una historia real es de por sí un plus de valor y que esto engrandece la producción cinematográfica. Pienso que nada en el film de Mazzini justifica apelar a actores no profesionales, y que en última instancia, si hubiese sido un asunto de presupuesto, debió ponerse más énfasis en la dirección de actores, rubro que en la producción cinematográfica argentina, junto a la elaboración de guiones, suele ser el más descuidado.
En busca de la riqueza interior Alexander Selkirk es un ambicioso pirata que se embarca en la búsqueda del fabuloso tesoro del legendario Manila, al mando del temible y traicionero Capitán Bullock, y su pintoresca tripulación, gracias a la posesión misteriosa de unos mapas de rutas que garantizan un camino directo y seguro. A lo largo del viaje, Selkirk deberá afrontar diversos conflictos con Bullock y con sus propios compañeros, quienes finalmente deciden abandonarlo a su suerte en una isla desierta. Las peripecias que sorteará en la isla le harán descubrir el verdadero valor de la vida. El film se inspira en la verdadera historia que llevara a Daniel Defoe a escribir su Robinson Crusoe: la vida de Alexander Selkirk, un pirata escocés que, luego de diversos conflictos internos con sus compañeros de tripulación, es abandonado en una isla desierta con un revólver y dos barriles de ron. El relato ha sido realizado con la técnica del stop motion, un procedimiento cinematográfico que data de comienzos del siglo XX para producir la ilusión de movimiento a partir de posiciones fijas. A diferencia del dibujo animado tradicional (analógico o digital), en la técnica del stop motion los personajes y el atrezzo no se dibujan sino que deben ser creados materialmente y colocados en cada una de las posiciones que serán luego fotografiadas para constituir el movimiento integral. En términos generales, el film se sostiene narrativamente con una eficacia más que correcta, aunque –a mi juicio- comete el desliz de distribuir de manera excesivamente desequilibrada los dos grandes momentos del film: la historia en la cubierta del barco y las peripecias en la isla. El relato destina dos tercios del tiempo de expectación a los acontecimientos junto a la tripulación, y una porción ligeramente menor a los sucesos de supervivencia en la isla. Esto por sí mismo no tendría ningún impacto si no fuera por el caso de que los hechos protagonizados en la isla se presentan como el redescubrimiento que experimenta el protagonista de los valores, y que significan –desde el punto de vista de la diégesis (la historia narrada)- la epifanía principal del acontecimiento narratogénico para Selkirk. El poco tiempo de desarrollo dedicado a este tema trae como consecuencia que el cambio psicológico del personaje se presente de un modo cuasi mágico, al modo del deus ex machina, término proveniente de la tradición del drama clásico al hacer referencia a la resolución de un desenlace a partir de la intervención divina. Pienso que se podría haber ganado algo de tiempo aligerando la introducción y sintetizando los sucesos del barco a un conjunto orgánico más compacto, lo cual hubiera además aligerado el ritmo general de la obra. La decisión de haber recortado tiempo narrativo a lo vivido en la isla debería haber sido acompañada con acciones de mayor contundencia en el cambio de personalidad del personaje para que la mayor duración de este escenario quede dramáticamente justificada. A pesar de todo esto, el film sale adelante con gran dignidad y vale la pena acercarse a esta propuesta, estéticamente muy bella, sobre todo con niños muy pequeños.
Anexo de crítica: Con gusto a poco. De modo sorprendente, Eastwood no ha sabido –o no ha querido- hallar un conflicto dramático consistente en la biografía de quien fuera el director del FBI durante 48 años. Esta ausencia de eje lleva a que los sucesos representados no tengan rumbo ni efecto dramático alguno. Incluso la labor de DiCaprio queda malograda ya que la emoción que puede conseguir el actor sobre el espectador no depende –como se cree habitualmente- solo de la interpretación actoral, sino del material dramático que se desarrolla, y fundamentalmente del sentido de las acciones representadas. Al estar ausente este eje conductor, los diversos sucesos que presenta el realizador no llegan a ser más que una revista de hechos fácticos, que aunque correctamente mostrados, no alcanzan a producir un acontecimiento narrativo.-
Anexo de crítica: Interesante propuesta de Capusotto y Saborido. Se trata de un film de sketches articulados sobre una reflexión -en tono de comedia- acerca del entretenimiento como mecanismo de manipulación social. El formato de sketch, de gran desarrollo en el espectro televisivo, ha sido siempre problemático y riesgoso en el campo de la cinematografía; incluso los casos paradigmáticos y fundacionales, como I mostri (Dino Risi; 1963), tienen la desventaja de presentar materiales muy desparejos, lo que suele atentar contra la organicidad de la propuesta. En el caso que nos ocupa, es muy evidente la diferencia entre la primera mitad del relato respecto de la segunda parte. Algunos sketches, como el de Jesús de La Ferrrere o Micky Vainilla, se tornan demasiado extensos o poco eficaces, sobre todo si se los compara con los de Violencia Rivas, o los episodios que ilustran el entretenimiento vía internet...-
Anexo de crítica: Mucho efecto, poca historia. El relato es correcto, y bien dosificada la acción en el conjunto de la trama, pero falla sobre todo en el desenlace del film. Aunque presenta algunas imágenes de gran impacto visual, como la última imagen (que parece reconstruir un cuadro manierista de Miguel Angel) la casi totalidad de los paisajes y decorados que se presentan en plano general, reconstruidos por medio de la tecnologçia digital, están realizados de modo tan torpe que parecen prácticamente cartón pintado. Caben destacarse, sin embargo, las muy dignas labores actorales de Micky Rourke, quien hace maravillas con un personaje excesivamente unidimensional, así como los de Freida Pintos, Henry Cavill y John Hurt.
La miserable excusa del género infantil Esta desventura comenzó un día por la mañana en la que, con gran entusiasmo, conté a mi hija de 7 años que iríamos al cine a ver Alvin y las ardillas 3. Su respuesta me dejó helado: “-No quiero, vi la propaganda en la tele, y no me gustó”. Este fue el primer indicio de que las cosas no irían por los canales correctos. Sin embargo, y con gran decisión me dirigí al cine. En la puerta de entrada a la sala, una imagen aterradora: un/a pobre empleado/a vestido de enorme ardilla que, agazapado esperaría hasta el final del film para su estelar aparición. No voy a mentirles, las cosas no pintaban bien. La sala estaba repleta de colegas y de niños; había en el ambiente un olor a pochocho y exceso de Coca Cola que se entremezlaba de un modo grotesco. De repente se apagaron las luces y la pesadilla comenzó: Las ardillas y su representante se embarcan en un crucero de lujo con el objeto de asistir a la entrega de premios internacionales de música y al mismo tiempo pasar unas apacibles vacaciones familiares. Sin embargo las travesuras de Alvin los llevará a naufragar a una isla desierta. El relato presenta una serie de personajes (animados y humanos) groseramente diseñados, sosos, estúpidos y aburridos; situaciones narrativamente gratuitas e inverosímiles (la conversión de los supuestos villanos), gags de un nivel de estupidez insultante. El film lo tiene todo. Si las bondades de un producto delatan la concepción que el productor tiene del consumidor, evidentemente el departamento de películas infantiles de la Fox piensa que los niños son estúpidos y carecen de criterio estético. Es cierto que todavía existe en algunas personas el miserable prejuicio de que las películas para niños no tienen porqué ser productos de calidad. Hace algunos años se decía, “bueno, es una película para niños, qué esperabas”. Algo semejante ocurre con el concepto de la alimentación para los niños: la buena comida, la más cara y elaborada no es para ellos, ellos se conforman con papas fritas, hamburguesas y salchichas, ¿para qué gastar en ellos el alimento costoso? Pienso que este preconcepto no sólo es insostenible, sino antipedagógico y peligroso. De hecho, forma parte de una concepción más amplia, aquella que sostiene que si el destinatario es un público de clase no instruida (pobre, o de clase marginal) no es necesario que el producto que consumen sea de calidad, pues no sabrían valorarlo. Contrariamente, yo pienso que la instrucción cinematográfica del niño, como de cualquier sujeto de cualquiera edad, se consigue precisamente ofreciéndoles materiales de calidad. Ah, me olvidaba… al salir, el empleado disfrazado de ardilla me obsequió un set de lápiz, sacapuntas y regla. A mi hija le gustó.
Animalada Benjamin se ha dedicado toda la vida al periodismo de aventura. Pero hoy, viudo y con dos hijos pequeños debe reorganizar su vida laboral, familiar y afectiva. Con ese espíritu adquiere un zoológico abandonado. Esta experiencia le permitirá reencontrarse con sus hijos y hallar nuevamente el amor. Un zoológico en casa es un relato bastante bien llevado. Las actuaciones son correctas y el argumento –dentro de la verosimilitud que propone- es efectivo. Sin embargo, no es recomendable para aquellos que gustan especialmente de las sorpresas y las líneas narrativas imprevistas de último momento, etc. Es un film previsible, que no obstante, se disfruta más por su proceso y modo de desarrollo, que por el asunto a desarrollar. Para aquel público que disfruta de un entretenimiento sin grandes pretensiones de originalidad, el film resultará satisfactorio. Matt Damon encarna aquí el papel de un padre, viudo reciente, que debe reencauzar su vida familiar, con una hija muy pequeña y un hijo adolescente con problemas de conducta, quien ha sido expulsado del colegio. En estas condiciones, Benjamín decide comprar un zoológico cerrado y en decadencia, con todos los animales y una pequeña troupe de empleados, entre las cuales destaca la directora Kelly, encarnada por la dolorosamente bella Scarlett Johansson. Entre los actores que completan el elenco están Thomas Haden Church (Ned & Stacy), quien encarna al hermano mayor de Benjamín, contador y hombre responsable de la familia, junto a Colin Ford, Angus Macfayden, entre otros. El film de Cameron Crowe tiene dos defectos importantes: un estereotipo excesivo sobre el personaje antagónico principal (el Supervisor Ferris en la piel de John Michael Higgins), y una coda narrativa innecesaria desde todo punto de vista. Un personaje extremadamente estereotipado produce en el conjunto narrativo un efecto de inverosimilitud en el conflicto que plantea el argumento. Generalmente el recurso a estereotipos excesivamente marcados está asociado a los recursos de la comedia, donde el asunto conflictivo no está generalmente puesto en ese personaje antagónico, sino en una situación cómica, y donde el personaje estereotipado no pasa a ser más que una caricatura dentro del argumento (extraído de La estructura subversiva de la comedia, Buenos Aires, Centro de Estudios sobre Cinematografía-Sociedad Argentina de Información. Samaja, Bardi; 2010). Sin embargo, el film no se enmarca en una estructura decididamente cómica, más allá de algunos gags puntuales, sino que se aboca mayormente al conflicto serio de la relación problemática entre Benjamín y su hijo adolescente y su imposibilidad de salir adelante en su vida amorosa. En este contexto, el personaje antagónico resulta extremadamente disonante, y le quita todo el peso narrativo que podría haber desarrollado, aún sin haberse volcado a una situación excesivamente melodramática. La coda no sólo no agrega al relato ningún beneficio, sino que incluso contradice parte importante del núcleo dramático: la depresión en la que está sumido Benjamín. Si en la escena anterior se dejaba entrever una luz de esperanza en la relación con la directora del zoológico, en esta última escena todo ese impulso erótico que había tomado la relación con Nelly se desvanece para retomar una tónica ñoña y familiar, políticamente correcta.
Film raro y pretencioso, pero más pretencioso que raro El invierno de los raros, ópera prima de Rodrigo Guerrero, -joven realizador cordobés- es un relato que presenta a una serie de personajes obsesivos en busca de la realización del objeto de deseo, que siempre se les escapa. Hay planteados en la historia dos grupos de personajes: por un lado Sabrina, Rocío, su novio Gustavo y su madre, y por el otro Fabián (Luis Machín) y una joven profesora de danzas, que es acosada –sin saberlo- por el mismo Fabián (más adelante descubriremos que la madre de Rocío tiene o ha tenido un amorío con Fabián). De este modo, se abren dos grandes líneas en el relato: la historia de Rocío y la de Fabián. Durante el desarrollo iremos descubriendo la problemática y extraña relación que Rocío tiene con su madre, así como también se irán desarrollando otras historias, como la relación entre la profesora de danzas y su madre. El film, narrativamente hablando no funciona. El principal defecto es que no se terminan de definir las relaciones internas de los personajes: ¿Quién es Fabián? ¿Qué relación tiene Sabrina con Rocío? ¿Qué relación tiene Fabián con la mamá de Rocío y con Rocío? (¿Es el padre?) La ausencia de vínculos más estrechos y claros, desde el punto de vista de la historia, hace del film una sucesión de imágenes inconexas y expresivas, bien filmadas pero cuya dirección dramática no se termina de afianzar nunca. Aún cuando estas relaciones poco precisas fueran algo buscado intencionalmente por su autor, no se justifica lo suficiente a partir del material presentado.
Encuentros, desencuentros y reencuentros en los cuentos La pequeña caperucita, junto al Lobo –no tan feroz- la Abuela, y una ardilla sobre excitada, conforman el escuadrón de finales felices. Un grupo de comando encargado de encauzar los desenlaces en el mundo de los cuentos maravillosos. El relato se inicia cuando una malvada bruja secuestra a la abuela de Caperucita, llevándose consigo a los pequeños Hansel y Gretel de rehenes. El film se presenta como una historia autónoma, pero retoma un argumento inicialmente propuesto en 2005 (Hoodwinked, aquí traducido como “La verdadera historia de Caperucita Roja”). En esta ocasión de Las nuevas... , el relato se inicia con un desencuentro entre el Lobo Feroz y Caperucita, quien se ha alejado momentáneamente del grupo para realizar su entrenamiento en la hermandad de las Abuelas. La misión que deberán abordar –rescatar a la Abuela, a los pequeños Hansel y Gretel, y recuperar la receta del pastelito mágico de la abuela- será el contexto en que deberán resolver sus diferencias e individualidades para el bien del grupo. El relato está estructuralmente bien armado, con un argumento consistente y delineamientos de personajes con objetivos claros y bien articulados, con el progreso de la trama. Si bien el doblaje implica la pérdida de las voces originales (realizadas por Joan Cusak; Glen Close, entre otras celebridades) el recurso al idioma mexicano resulta apropiado para conservar el tono chistoso que las voces animadas suelen requerir. En lo personal, considero que se podría haber mejorado en algunos momentos el ritmo de algunos gags, así como incrementar más los recursos cómicos en general. Por otra parte, y como se ha tornado frecuente en los últimos tiempos, el recurso inevitable (económicamente) al 3D lleva a que una cantidad importante de producciones que no ameritan ni justifican el empleo de dicha técnica, se vean forzadas a desarrollar el concepto narrativo en este dispositivo atraccional. La gratuidad de dicho procedimiento, en la totalidad de los casos, no sólo no suma, sino que incluso resta a las virtudes del relato. No obstante – y teniendo especialmente en cuenta que se trata de una película para niños- se trata de un producto más que aceptable.