Nueva película de Cristian Mungiu (Iasi, Rumania, 1968) que se estrena, esperamos, el 30 de marzo en Argentina, y de quien ya vimos 4 meses, 3 semanas, 2 días (2007). - Publicidad - Sin contar demasiado el argumento de la película que recomendamos ver, el tema inmediato es la corrupción encarnada en una cadena de favores, mostrada a través de una situación pequeña: la aprobación de un examen de preparatoria, que habilitará a Eliza a poder ingresar a Cambridge, la prestigiosa universidad británica. Una situación desafortunada ha puesto a la aplicada joven de excelentes calificaciones en situación desventajosa para rendir los exámenes de admisión, y su padre, Romeo, no dudará en entrar en una situación anómala para favorecerla de manera ilegal. La corrupción se plantea como ordenadora de ese mundo ni bien empiece la película, y aunque no hay una mirada histórica, sus orígenes de ese hoy remiten a las épocas de esa figura que aún está muy pregnante, que es Ceaucescu, ajusticiado luego de su derrocamiento en 1989. Ese examen y la graduación conforman el acontecimiento de la película, y de él pareciera depender el futuro de todxs los personajes. Esto ayuda a prever su final aparentemente abierto. Volviendo a la corrupción aparece naturalizada en las prácticas cotidianas de esta comunidad. Esta situación de excepciones permanentes marca la vida de Romeo y su entorno familiar y laboral. Aparece atravesado por la mentira y la doble vida. Pero lejos de conflictuarlo, no tiene un dilema moral. Entiende que hay un objetivo mayor, que es que su hija tenga otra futuro saliendo de Rumania y hacia allí apunta, casi resignadamente. Esto estructura la densidad del relato, que depende casi literalmente, y a momentos deja sensación de demasía, de la paciencia de este protagonista desencantando pero tenaz. Algo interesante que tiene la película es esa sensación de amenaza, de pequeña violencia cotidiana, de agresión externa, que instaura tensiones, que se minimiza o se renombra, y ante la cual todo sigue su curso. Para finalizar, algo que podemos destacar es que este año hemos visto otra película que toca -aunque no sea de manera central- el tema de la complejidad laboral en Bucarest: la más que recomendable Toni Erdman que también se exhibe en este mismo Festival y está próxima a estrenarse. Este juego es una pequeña reflexión, porque más que nunca la crisis dice presente dentro de ese gran sistema de desigualdades y dependencias que es la Unión Europea. Si en Toni Erdman la cuestión es cómo Alemania gerencia la flexibilización laboral en esta etapa superior y renovada del neoliberalismo, aquí en La graduación la cuestión podría ser cómo los países dependientes están obnubilados por sacar a sus hijos fuera de sus límites para salvarlos de la pobreza. Rumania es un país proveedor de mano de obra para los países occidentales europeos, se calcula que en los últimos 20 años ha emigrado el 10% de su población. Vista en adelanto exclusivo de Pantalla Pinamar 2017.
Estamos en pleno Festival de Cine de Mar del Plata 2016. La película termina y la sala entera lagrimea. Afuera espera el director, en la conferencia de prensa improvisada en el café junto la sala Astor Piazzolla, más conocida como el Auditorio. Kleber Mendonça Filho ovacionado, y Aquarius se perfila como la favorita ganadora de la competencia internacional. Es un poco de aire fresco, un abrazo, la idea de que amar y cuidar nuestras micro historias siguen siendo los ejes de la vida, que sin duda, es lucha. Parece que acá, esperando la revolución amarilla yalegre que no llega, nos pasa algo con la intimidad colectiva, valga el oximoron. Porque la película habla de eso. Kleber dice, presentando el filme, que es su película más personal, que habla de sus fotos familiares. Y por aquello del giro afectivo y político que pareciera permear toda la producción cultural en Latinoamérica, nada como las fotos familiares para hablar de nuestra Historia. Con varios cortos y mediometrajes, este es su segundo largo, después de esa otra maravilla cinematográfica que es O som ao redor, que vimos en Mar del Plata en el 2012 y salimos fascinadas. Una vez más. como en esa obra, el sonido/ruido/paisaje sonoro es clave, y el tema de la vida urbana, los barrios, los condominios, vuelve a plantear toda una sociología de la vida occidental. Pero Aquarius tiene algo más que sumarle al tratamiento del audio (que vuelve a ser envolvente, en tensión continua entre el primero y el segundo plano), y eso es su banda sonora. Es la mejor banda sonora escuchada en años, quizás porque implica lo más emotivo y contundente de la musica brasileña del siglo pasado, con ídolos populares absolutos como son Taiguara, Gilberto Gil, Reginaldo Rossi, Paulinho da Viola, Roberto Carlos y Elis Regina, claros referentes de la movida que renovó la cultura y resistió a la dictadura militar de Brasil que superó los veinte años en el poder, entre 1964 y 1985. Y también, otras músicas igualmente potentes, como Altemar Dutra, Vila-Lobos o Queen. Otro elemento en común, es volver a Recife protagonista y vital, cartografiando un pequeño mundo que incluye la vida frente al mar. La protagonista humana, se llama Clara y es Sonia Braga, que logra quizás la interpretación más potente y política de su vida, a sus 66 años. Interpreta a Clara, una mujer que lucha por conservar su espacio frente al avance demoledor del urbanismo bussiness neoliberal. Las referencias a la historia política de Brasil, a su actualidad más siniestra, y las sombras que parecen ennegrecer el cielo regional, atraviesan toda la película. La Clara joven es una mujer que lucha contra el cáncer y parece haberlo vencido, con alusiones a situaciones de presas políticas familiares. La Clara madura lucha por igual, en los 2000, y ahora el que la quiere vencer -desalojar de su hermoso mundo analógico de vinilos, libros y pinturas- es un joven pragmático, el neo-cáncer ligado a los sectores especulativos del poder, y a las todopoderosas iglesias evangélicas en Brasil, que controlan buena parte de la cultura mediática que nos descerebra con sus productos de escasa calidad y menor mérito, (cfr Moisés, por ejemplo, que arrasa el ranking y es fruto de ellas). Todo esto es de suma actualidad, porque es justamente esta alianza entre sectores reaccionarios que reclaman mano dura militar, sectores de la especulación inmobiliaria y financiera y miembros de esa Iglesia que ocupan los cargos legislativos en Brasil la que produjo el impeachment que destituyó a la Presidenta Dilma Roussef el pasado 31 de agosto, e instaló en el gobierno a Michel Temer. Lo interesante de la película, sin dudas es, como decíamos al comienzo, cómo logra, desde una matriz conceptual y utilizando un significado como el cáncer y la casa, instalar el tema del cuerpo, que es el verdadero protagonista de la película. El cuerpo que busca morar, desear y devenir, que busca celebrar la libertad, el triunfo sobre la muerte, el triunfo sobre la represión, y la última frase de la película (que no cito para no contar el final), es en este sentido contundente. Luchar para no enfermarse, cuidarse en la intimidad como modo de construir la vida con los otros. O dicho en otras palabras: los enunciados son individuales, pero las enunciaciones son colectivas. Quizás sea esto lo que produjo que todos lagrimiemos al final del filme, porque si bien era el enunciado del cuerpo de Clara el que se expresó visual y verbalmente durante los 240 minutos que dura la película, éramos todxs lxs que polifónicamente estábamos ahí, como estamos acá, pensándonos desde la matriz afectiva, apabullados pero no entregadxs, intimos, regionales y globales, enojadxs y listos y vivos, y deseosos de poner el cuerpo, una y otra vez. Ahora, luego de ganar el premio a la mejor actriz, y de ser aclamada como la mejor película del año por la revista francesa especializada Premier, se estrena en Buenos Aires este jueves 5 de enero de 2017, felizmente, para verla, reverla y compartirla.
Leonardo Bechini dirige este proyecto construyendo la adaptación cinematográfica de la novela de Rafael Bielsa “Tucho. Operación México”, con papel protagónico interpretado por Luciano Cáceres, estrenada en Pantalla Pinamar 2016. La historia remite a un episodio real en la historia de la persecución, secuestro, tortura y muerte de los miles de militantes políticos, ocurrido durante uno de los capítulos más siniestros de la historia argentina, cuyo inicio oficial, conmemora 40 años el próximo 24 de marzo. En efecto, Tulio Edgar Valenzuela, uno de los seis mayores de la organización Montoneros, fue secuestrado en Mar del Plata, junto a su compañera Raquel Negro y el hijo de esta, que además estaba embarazada de mellizos, uno de los cuales aún permanece con otra identidad. Desde allí serán trasladados a una quinta en las afueras de Rosario, con buena parte de sus compañeros de ámbito, en un operativo regenteado por Leopoldo Fortunato Galtieri, bajo la dictadura del general Jorge Rafael Videla. El único sobreviviente de aquella época es Jaime Dri, quien vuelve a reconstruir la historia, luego de ser trasladado y lograr fugarse en julio de 1978 de sus captores en la frontera con Paraguay. Valenzuela fue incluido en el plan de los militares de quebrar militantes políticos, convenciéndolos de lo inútil de su resistencia, para que acepten su derrota y trabajen para la dictadura a cambio de salvar su vida y la de su familia. Así, se le encarga viajar a México, donde residía entonces la conducción de Montoneros, en el exilio, y asesinar a su máximo dirigente, Mario Eduardo Firmenich. Valenzuela acepta, deja en manos de sus captores a su esposa como rehén y cuando llega a la casa montonera en el DF convoca a una conferencia de prensa y cuenta toda la verdad, el 18 de enero de 1978. Al día siguiente los detenidos desaparecidos son trasladados a la escuela Magnasco, y muchos, su mujer entre ellos, son asesinados. La historia que cuenta la película, forma parte del círculo más profundo e inimaginable del horror contemporáneo. Muestra a un Galtieri negociador, que copia el modelo de la ESMA implementado por Eduardo Massera. Ni monstruoso alcoholizado ni enloquecido, aún, dos cualidades que sin dudas le caben ampliamente, jugando el papel de cabeza, racional en la Quinta de Funes, quebrando presos. Con un ritmo y un manejo del tiempo-espacio típico de las películas de acción, Operación México se presenta también con elementos del cine de espionaje, y a la vez logrando recuperar la historia de amor de esta pareja que no claudicó sus ideales. Desde una narración tradicional con todos los tips de cine de industria, humaniza la militancia de los 70´s en un universo donde todo parece implacable y frío, máquinas de guerra, tanto los militares como la cúpula de la organización. Degradado por todos, excepto por su mujer y por compañeros como Jaime Dri, Tucho Valenzuela es recuperado en toda su nobleza desde lo colectivo también. Una película que tiene por sobre todo un valor fundamental: sostener en estas épocas tan particulares donde se cuestiona el tema de los DDHH y el símbolo #30mil, la memoria de nuestros luchadores sociales, sus sueños y temores, su pulso histórico y microafectivo, para aportar a una historia que todavía debemos seguir escribiendo.
Luego de cosechar numerosos premios y reconocimientos internacionales, se estrenó finalmente en Buenos Aires un documental realizado en 2014 por Malena Bystrowicz y Loreley Unamuno, a partir de los testimonios de las mineras Lucía Armijo, Domitila Barrios de Chungara y Francisca González Santos, en Cerro Rico, Potosí, Bolivia. Completan sus decires, la participación de Eduardo Galeano, que cuenta su experiencia en vivo acompañando a los mineros y mineras en las huelgas de finales de los 60. Mujeres en la mina, es un proyecto visual que nos merecemos mirar. Riquísimo el material que se muestra, vibrante en toda la tensión de esas historias de vida, que replican el desplazamiento de tantos cientos de milesen nuestro continente a través de los relatos de estas mujeres que han logrado plantarse, desde los márgenes de la historia, desde el atrás del lenguaje hegemónico y de la cultura central, de la alfabetización, para contar una historia silenciada, común, que viene al presente como un abrazo de esperanza. Los datos fácticos dicen que la mina de Potosí comienza a funcionar en 1545. Galeano explica, porque lo sabe largamente, fruto de su investigación para escribir ese gran monumento a la vergüenza de la modernidad occidental que es Las venas abiertas de América Latina, que los europeos deberían arrodillarse frente al cerro, porque propició la acumulación de capital (mano de obra gratis esclavizada hasta morir + extraccionismo del recurso metálico) que posibilitó el mundo mercantil. Y hay que decir que 1545 no fue cualquier año. Tan fuerte y significativo fue el descubrimiento de estas minas para el futuro de Europa, tan fuerte la necesidad de la contrarreforma que garantice un universo simbólico religioso disciplinador de cualquier disidencia cultural, que ese mismo año se realiza la apertura del Concilio de Trento. Tan de la mano van la moneda y la hostia y tan molecular pareciera el poder que construyeron. Tan agobiante es la imagen de ese cerro que tiene en la iconografía barroca a su Virgen del Cerro, con su rey y su pontífice, que casi casi podríamos decir que ese 1545 es el comienzo del recurso global a las imágenes que vivimos hoy. El repositorio que logra hacer visible esta película, con fotos antiguas y nuevas, con signos de las pequeñas historias y cotidianeidades y de las grandes gestas, es importantísimo al punto de convertir todo el documental en un documento, un testigo que nos mira mirar. En los ojos de esas mujeres, con una potencia de género que desmarca el #niunamenos hacia nuevas líneas de fuga. Galeano, también es el que explica, que Potosí es una historia de viudas. Porque la tradición dice que las mujeres siempre dieron mala suerte en las minas. Y no se las dejó entrar. Y escaparon de la silicosis y la locura, y pudieron vivir, y luchar, más que los machos que inventaron ese tabú de la mujer como fuente de desgracias. Y allí están ellas tres, con sus diminituvos, su estito y aquello, su cuerpo protegido en muchas polleras y lanas, sus manos rudas, partiendo piedras, como mineras menores, mineras de las resacas, que hicieron la historia junto a los hombres, la interna y la externa, la doméstica y la pública. Cuerpos que resisten el rebote del golpe que le propinan a la piedra para encontrar la veta, una y otra vez, en la oquedad de un mundo injusto y destructor, mediático y torpe, para resurgir en la pantalla de este documental que bien merece todos los premios que podamos darle. Sigue en el INCAA Gaumont, e ir a verla y recomendarla es apoyar la lucha de estas mujeres por escribir otra historia. https://mujeresdelamina.wordpress.com/
Se exhibió en el BAFICI que pasó y se estrena el jueves 27 de octubre proximo el primer largometraje de Roberto Bonomo, director de publicidades y videoclips. La referencia a su actividad profesional pareciera necesaria para pensar en la propuesta del film. Miss es una historia de amor amigable, entre un típico personaje perdedor pero muy tierno, que cree firmemente en las mujeres bellas e idealizadas, y una adolescente desencantada, que, tras intentar ser modelo de puro aburrida, regresa a su pueblo natal. En el camino, el protagonista hechizado que la perseguirá hasta lograr conquistarla, equiparable a su obsesión por los récords. Con final feliz, mucho estereotipo y algunos gags que agregan toques de humor sin caer en ridiculizar al personaje, que se va volviendo entrañable conn todo su estilo, hay que reconocerle a Miss una destacada realización, ritmo entretenido en una hora que se pasa rápido. También podría ser quizás, a momentos, pensada como una película turística, que realza los atractivos de nuestras zonas porteñas más cercanas a lo for export: desde el Petit París de la zona de Recoleta, el tan criticado y próximo a desaparecer, según se rumorea, zoológico porteño, el Teatro Colón y los caserones y viviendas de target ABC1, hasta la obviedad del micro para turistas del Gobierno de la Ciudad. Un ejercicio cinematográfico que lo que mejor tiene, además de la mencionada factura visual, es la elección del protagonista, Roberto L. Makita, y su guión, sin dudas. Cine de una nueva etapa audiovisual, que auguramos, será del agrado de un gran porcentaje de público argentino, como lo demuestran productos como Me casé con un boludo. De paso, queda pendiente armar un nota/relectura del género “comedias ligeras” que tanto tienen que ver con este nuevo INCAA.
Seguimos recorriendo las plataformas más utilizadas en este momento para ver cine online, donde se puede mirar de todo, y nos encontramos una nueva película que pasamos a reseñar. Se trata de La Pazza Gioia, película de Paolo Virzi, traducida al español como Locas de Alegría, y estrenada en la ciudad de Buenos Aires el 29 de septiembre de este 2016. Virzi viene de una obra anterior muy contundente, El Capital Humano, donde vuelve a destacar la actriz Valeria Bruni Tedeschi. La historia cuenta cómo dos mujeres, distintas por clase, edades y recorridos, se encuentran compartiendo un psiquiátrico para personas con causas penales, de estas nuevas líneas de tratamiento para las disidencias mentales de las que la ciencia italiana ha sido pionera desde los 70, en la Villa Biondi, en la provincia de Lucca, Toscana litoraleña. Y bien, no es un dato menor, porque la peli es una especie de road movie circular, interna y externa, alocada, de un ritmo vertiginoso, que le impone sin dudas el personaje verborrágico y neurótico de Valeria Bruni, que está más en sus zapatos que nunca, y recuerda, en parte y en contraste a su lacónico decir de entonces, a su trabajo impresionante para Actrices, donde la cara de absolutamente nada le da un espacio increible a esta actriz. En ambos casos, el tema de género, sin dudas, y el conflicto en los modos de representación social de roles y estigmas parece atravesar su trabajo, con el siempre limitrofe tono de comedia dramática que suele transparentar en sus propuestas. Frente a ella, su partenaire, contra cara absoluta de la euforia maníaca que arma la Bruni, el personaje que compone Micaela Ramazzotti (Il nome del figlio, visto en Argentina en la ultima edición de Pantalla Pinamar, y La prima cosa bella, vista también aquí en la Semana de Cine Italiano 2012 dirigida por Vizzi), es una chica oscura, depresiva, inconsolable. Ambas vivirán una travesura que pone de relieve la locura del consumo capitalista, el sistema como enfermedad molecular, la Europa sin posibilidad para quienes transitan sus propios márgenes interiores, sus propios pliegues excluyentes. En estas notas que estamos haciendo, recuperando películas que pasaron ya por las pantallas este año o en años anteriores, bien vale la frescura de ver cines no centrales, de corrernos hacia la posibilidad de sentir otros idiomas en versión original, y de mirar otras historias. Recomendamos La Pazza Gioia, con ese título entre irónico y triste, porque bien puede ser una historia que habla de nosotras, de nuestras estrategias de solidaridad, y de las múltiples performances cotidianas que realizamos para encontrarnos en algún lugar
Seguimos recomendando películas estrenadas durante 2015/2016, que pueden verse online desde las plataformas más usuales. En este caso, se trata de una producción francesa dirigida por Rudi Rosenberg, cuyo tema es la adaptación de un chico de 14 años, Benoit (protagonizado por Réphaël Ghrenassia), en una escuela secundaria de Paris, con, por un lado, una fuerte timidez, y por otro, una actitud de maltrato de los chicos que lideran el curso. Más allá de tratar el tema del bullying, tan de nuestros días, de una manera interesante, la película es fresca (ningun actor ni actriz del grupo juvenil es aún profesional, pero sin dudas las actuaciones son muy buenas), divertida, transitando esa edad indefinida donde se busca tener tantos rasgos del mundo adulto al mismo tiempo que se mantienen cosas infantiles. La conducta de los niños se vuelve errática a momentos, y nada es lo que parece. Lo interesante es el valor de la amistad, y los descubrimientos en cuanto a códigos y éticas, que convierten a la película en una pequeña reflexión sobre cómo andar por los márgenes rescatando los afectos y los valores. Puede ser pensada también como una película de iniciación, un bildungfilm. El elenco se completa con más nombres de adolescentes que seguramente reaparecerán luego en otras películas, entre los que destacan Guillaume Cloud-Roussel, Géraldine Martineau, Johanna Lindstedt y Joshua Raccah. Una buena opción para ver cine después de los estrenos y para recuperar grandes películas que nos perdimos durante su proyección en pantalla grande, justamente, en esta sección en la que buceamos recomendaciones para ver online.
La última película de Stephen Frears es una biografía homenaje a Florence Foster Jenkins, cantante lírica que llegó a dar conciertos en el Carnegie Hall de Nueva York con 76 años, a pesar de no tener tan grata voz ni manera, conviritiéndose en un fenómeno más que interesante desde la relación entre apreciación muscial, popularidad, prensa y cultura de masas. Entretenida pero no banal, toca el tema también del crecimiento de cierta clase media ilustrada estadounidense y específicamente neoyorquina que sigue admirando a Europa post gran depresión y belle epoque, los modos italianos especialmente (su relación con Arturo Toscanini es vista como todo un capital). Florence es Meryl Streep quien contabiliza, si no contamos mal, 58 películas, desde la primera, Julia, en 1977 y la última estrenada, Florence, en 2016. Ya se sabe que en 2018 llegará Mary Poppins returns. Por Florence, estuvo candidateada una vez más al Premio Globo de Oro 2017, en el rubro mejor actriz de Comedia-Musical, que ayer 8 de enero en Los Angeles, en la ceremonia de entrega, fue finalmente para Emma Stone, por La La Land. En cambio, recibió un reconocimiento a su trayectoria, y en las palabras que dijo cuando subió al escenario para la aceptación del mismo, se nota qué clase de artista es. Mirá aquí lo que dijo Meryl Streep en la entrega del premio a la trayectoria en los Golden Globes 2017. En la labor del personaje de Florence, está muy bien acompañada por Hugh Grant en el personaje de su manager y esposo, St. Clair Bayfield. Además, se luce como su pianista Cosmé McMoon, el personal Simon Helberg, muy conocido a partir de su papel de Howard Wolowitz en The Big Bang Theory. Se destaca también la dirección de arte y el vestuario (que no exagera, al contrario, si vemos las fotos de archivo de la Florence real en sus presentaciones), y el trabajo de investigación sobre sus fuentes, que le sirvieron a Streep para hacer una imitación nada grotesca, antes bien acertada, divertida y aguda. Un vez más, Streep construye un personaje totalmente a medida, logrando captar muy bien la piel de quien le toca representar. Físicamente, hay un trabajo compositivo sorprendente, y en cuanto a la voz, recupera cierta habilidad para cantar mal propia de quien ha estudiado canto y sabe colocar la voz y entonar mínimamente, recordando sus años de estudiante de ópera en la adolescencia, lo que le dió posibilidades también en Mamma Mia. La película fue estrenada comercialmente en 2016. Hoy se consigue, una vez más, en las otras pantallas que ofrecen las plataformas usuales para ver cine online. Vale la pena, la recomendamos ampliamente, siempre es una master class de actuación una película con esta artista. Aquí un video de la Florence original:
Luis Ortega (Buenos Aires, 1980), el director de cine de los bordes, alcanza un lugar consolidado en el cine argentino con su sexto largometraje, precedido por <strong>Caja negra</strong>, <strong>Monobloc</strong>, <strong>Los santos sucios</strong>, <strong>Verano maldito</strong> y <strong>Dromómanos</strong>. Actuaciones muy potentes del trío Ailín Salas, Nahuel Biscayart y Daniel Melingo, diálogos distintos y bien trabajados, un tratamiento de imagen de una estética cuidada y de sello propio, hacen de Lulú una película bella, con algo terrible pero sin golpe bajo, oscura también, que tal vez venga a provocar algún cimbronazo en un cine argentino narrativo y de construcción clásica que se parece mucho a sí mismo y a cine de factorías escolares. Una Buenos Aires muy bien recorrida y derivada (el 80% de la película son exteriores, o da esa sensación, resumida en la zona del Palais de Glace, Recoleta y Lugano), para contar la vida de una pareja arrojada a su propia inercia, <em>border </em>pero no marginal desde el sentido folklórico del cine social latinoamericano, con un uso de la música, el sonido a disparos y el exceso controlado en todos los sentidos, donde el maravilloso homenaje a Glauber Rocha (único en el cine argentino, me parece), fortalece la imagen de bandidos surrealistas que tiene la pareja protagonista, estirando el límite que nunca se rompe, el agujero que nunca se llena, el desencanto encantador, activo, que se resuelve todos los días en el espacio urbano de una ciudad increible. En suma, para no dejarla pasar. Critica originalmente publicada en el Festival BAFICI abril 2015.
Dirigido por Juan Manuel Repetto, esta película aborda la vida de Fausto Alejandro Celave, un joven de 20 años que vive con su familia en la ciudad de La Plata y que a los tres años es diagnosticado con autismo con un pronóstico poco alentador sobre su posibilidad de comunicarse y poder sostener una vida de relación. Esto que sabemos de la persona contrasta con lo que vemos desde el comienzo, con un Fausto que habla con otros, mira y presta atención, interactúa, viaja solo, crea y opera sobre su realidad. Solo en ciertos modos de mirar y formas de decir, desórdenes gramaticales a la hora de expresarse (que por otra parte manifiestan muchos adolescentes y jóvenes sin portar el síndrome), podemos notar que algo no funciona normativamente en él. Esta situación que provoca cierta extrañeza colabora para deconstruir mitos y miradas biopolíticas sobre el relato de las discapacidades y el valor productivista y disciplinado de las acciones humanas. De entrada el documental plantea un pequeño conflicto: el deseo y el recorrido que hace el joven para llevar adelante su deseo de ingresar a la Universidad. Esto provoca un acomodamiento familiar e institucional, porque no es solo su círculo íntimo el que se adapta y trabaja para este deseo, sino también y a la par, la Facultad que lo recibe que se plantea un problema central a la hora de pensar una educación abierta e inclusiva: el de la accesibilidad física, simbólica, pedagógica e ideológica de las lógicas educativas. Así, se forma una especie de equipo, que aparece rodeando y fortaleciendo a Fausto: desde su propia madre, Mercedes Torbidoni, sus dos profesionales acompañantes, María Aggio y Ezequiel Santillán, el psiquiatra infantil Christian Plebst y el propio decano de la Facultad de Informática de la UNLP, Javier Díaz. Entre todos provocarán una suerte de paréntesis en la vida universitaria, para pensar cómo sostener la integración de metodologías corporales diversas. Como se sostiene en el documental, esta voluntad es un desafío, y los que vengan luego de Fausto ya encontrarán un camino allanado para pensar cuestiones sencillas, pero que determinan la supervivencia de un estudiante hoy: el modo de dar parciales, el acceso a las tecnologías de la información, el aporte a una cultura universitaria, el manejo de la sensación de fracaso, en síntesis, la construcción flexible y colectiva para la producción de conocimientos teóricos-prácticos y el poder debatirlos, que eso debería ser, al menos de comienzo, un ámbito académico. Esto es un nodo central que plantea la película, porque como afirma el especialista Plebst, por distintas causas psicosociales “se viene una marea de chicos autistas”. Fausto también se estrena en Buenos Aires en el marco del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, que se conmemora el 2 de abril de 2016, y es un buen motivo para pensar cómo la fragilidad ajena hace a la propia, y viceversa, porque somos todxs peregrinos de un mismo mar. ESTRENO EN BUENOS AIRES JUEVES 31 de MARZO ESPACIO INCAA Cine Gaumont – Rivadavia 1635 – Entrada $8 – ESTRENO EN LA PLATA – JUEVES 7 DE ABRIL DE 2016 ESPACIO INCAA – Calle 50 e/6 y 7, La Plata