Miradas de reojo Es un film que intenta transmitir los momentos difíciles que atraviesan tres personas, cuyo denominador común es la vida nocturna. Una apuesta difícil dado que ciertas realidades implican un sólido compromiso que logre brindarle al espectador una visión más comprometida con la realidad. A oscuras (2018) una película coral de la directora Victoria Chaya Miranda, relata la historia de Lola (Esther Goris), una actriz cuya carrera se encuentra en decadencia, y, a partir de un momento muy duro en su vida, se convierte en alcohólica y dependiente de psicofármacos; Ana (Guadalupe Docampo), una joven del interior que vino a la ciudad con el sueño de ser bailarina y termina prostituida y explotada por su novio Victor (Alberto Ajaka); y Lucio (Francisco Bass), un relacionista público adicto a la cocaína, quien vive con su perro. El nexo entre los tres personajes es el taxista Mario o Marito (Arturo Bonín); además, los tres personajes, duermen de día y son adictos a alguna sustancia. Victoria Chaya Miranda ejecuta una buena dirección en cuanto a la atinada elección de las locaciones, de la banda sonora y la fotografía cuando exhibe la noche de Buenos Aires, la porteña Avenida Corrientes y el simbólico Obelisco; sin embargo, no logra captar el alma de lo que en verdad se vive en la “ciudad que nunca duerme” -cuando la mayoría de las personas descansan-. No resultan creíbles las historias, pese a las distinguidas interpretaciones de Esther Goris y Arturo Bonín, y dado a que la estructura dramática es débil, existen incongruencias que confunden al espectador en cuanto al qué y al cómo se cuenta el relato. La construcción de los personajes carece de profundidad. Da la sensación de que no se involucraron o familiarizaron con los fuertes tópicos que se tocan, lo que es una lástima puesto que son muy interesantes de explorar y de seguro, una oportunidad de conocer la verdadera trastienda. Todos escapamos de alguna cuestión en mayor o menor medida, ocultando nuestras miserias. Quizás, la oscuridad de la noche sirva como escenario para desplegarlas.
Nadie salva. Gloria y Camila son las protagonistas de esta fuerte historia, en la cual sus dispares y contrastantes vidas en apariencia las distancian, aunque ambas guardan secretos, esos que alguien debe contar. La encargada aquí es Lucía Murat, quien nos cuenta qué ocurre cuando se revela la verdad. Gloria (Grace Passô) es una sobreviviente que, marcada por un padre abusador, un hermano traficante y una madre abandónica, recurre a Camila (Joana de Verona), una psicoanalista portuguesa, quien se encuentra en Brasil realizando una investigación de posgrado sobre la violencia en ese país en la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ), donde Gloria trabaja como ascensorista. Se establece un vínculo entre estas dos mujeres que supera los límites éticos y espaciales de la clínica, como así también la subjetividad de una ciudad paranoica como Río de Janeiro, que toma su forma más aterradora a través de Gloria y Camila. La Plaza París fue parte de un plan urbanístico que pretendía convertir a Río en otra ciudad, una ciudad a la europea, pero la arquitectura está llena de silencios, los mismos que subyacen detrás de una violencia latente y contenida. Gloria normaliza el miedo –ese miedo que mantiene dividido a Brasil-, que la directora logra plasmar en Camila, quien sólo desea huir, provocándolo también en el espectador. De manera muy astuta y con destacadas actuaciones, en las que se distinguen profundas miradas, se transmite paranoia, miedo, impotencia, aceptación de una cruda e injusta realidad y humanización de nuestro lado brutal e irracional, en el que ambos personajes confluyen. Sólo la fe incuestionable en un Dios que promete la “salvación eterna”, mantiene unida a una comunidad sometida en la cruda y peligrosa realidad de la favela. Murat nos relata a través de un interesante guión cómo la violencia se nutre de la deshumanización de cuerpos descartables, de vidas que no son posibles, de la banalización de sus muertes en los medios, de historias que a nadie le importan o que nadie quiere escuchar ya que pertenecen a una incómoda y perturbadora parte de la realidad. Aunque a través de la imagen del mar, la directora nos sugiere una elíptica visión de la continuidad, en la esperanza de la vida que resurge y continúa.
Realidades cruzadas. A veces, nos cruzamos con personas que atraviesan, desde una perspectiva común, una real lucha interna y nos preguntamos cómo siguen en pie… quizás la pregunta crucial sea: ¿de dónde sacan la fortaleza para regalarnos una sonrisa tan simple, real y alentadora? One shot (2018), es un film de Sergio Mazza –director y guionista-, que relata dos historias de vida en paralelo, la principal es la de Marita (María Laura Aleman) una mujer transexual de 60 años que vive en un pueblo de Entre Ríos, su exesposa Mercedes (Esther Goris), una de sus hijas interpretada por Belén Blanco, sus dos nietos y un socio de la escribanía de la que es asociada, Company (Hugo La Barba). Marita decide hacerse cargo de su vida e identidad, lo que repercute en todos los ámbitos de su vida y en sus allegados. Por otro lado, conocemos a Chan (Chang Hung Cheng), a quién le dicen Sensei, un chino que fue enviado para trabajar en un supermercado, pero que no quiere esa realidad, desea simplemente ser feliz y elegir cómo vivir. Ambas vidas contrastan por su origen y motivación, sin embargo, se asemejan desde un lugar más íntimo: revelarse y luchar ante la sociedad para ser quiénes son en verdad, más allá de las fronteras. Sergio Mazza eligió contar una historia fuerte, brindándole casi todo el protagonismo, a sobre cómo se vive la transexualidad -tema recurrente en nuestro país-, el drama que viven sus familiares y la condena social; y, en paralelo, aunque con menos fuerza dramática, otra realidad muy dura, con la que convivimos cotidianamente. Sin dudas, para un observador, resulte muy interesante conocer la procedencia de un chino que trabaja en un supermercado y lo que hablan entre ellos, ésta podría ser la historia de muchos. Las actuaciones son remarcables. Se destacan los diálogos de impecable factura y tanto la dirección, el guion, la música y la dirección de actores, nos hablan de la voz del autor y su particular estilo, en el que utiliza subtítulos para brindarnos información importante, poner énfasis en ciertos pasajes de diálogos o marcar el paso del tiempo y un manejo de cámara distinto para lograr sumergirnos en el film y no ser sólo espectadores. La violencia transfóbica es un castigo al desafiar la norma del género, teniendo un asesinato cada dos días y una expectativa de vida de 35 (treinta y cinco) años. Alrededor de 200.000 chinos viven en Argentina, el 98% de ellos proviene de la provincia de Fu-kien, y casi ninguno envejece en el país.
Corazón musical. En 1987, el Autobot Bumblebee encuentra asilo en un basurero de una ciudad costera en California. Por otro lado, Charlie (Hailee Steinfeld), una adolescente que no logra superar la muerte de su padre y menos aún encajar en la escuela ni en su familia, se refugia en la mecánica y en la música; recibe como regalo de sus dieciocho años, un viejo escarabajo de parte de su tío. Rápidamente se da cuenta de que no se trata de un automóvil ordinario, sino de un robot de otro planeta cuya misión es salvar a la tierra. Charlie y Bumblebee vivirán una aventura en la cual se convertirán en amigos inseparables; ella lo ayudará en su misión y él le devolverá la motivación y las ganas de vivir. Si bien la película está dirigida al público infantil, es probable que atrape además a los más grandes dado su trasfondo dramático. Esta es una historia más entre un ser humano y una máquina, -tópico recurrente en varios films-, sin embargo, aquí funciona muy bien y es creíble. Los efectos especiales sorprenderán a los niños, quienes, además, se divertirán mucho. Es un film de acción, ambientado en los ´80, desde la banda sonora, -The Smiths estará muy presente, entre otras- escenografía y vestuario. Charlie ama la música y arregla coches, actividades que compartía con su padre y continúa aferrada a ellas. Asi, encontrará en el robot el pilar que necesitaba para volver a sonreír, comenzar el duelo, reconciliarse con su familia y recuperar la confianza en sí misma como clavadista. Se transmiten varios mensajes, quizás el más importante sea que la relación entre un ser humano y una máquina puede ser más sincera y amorosa que entre humanos. Sin lugar a dudas, la conexión entre seres de toda índole va más allá de las palabras y siempre existen formas de comunicación, como en este caso, en el que Bumblebee se expresa a través de letras de canciones. Él resulta ser el único que sabe escuchar, comprender y contener, asemejándose, si se quiere, a una naturaleza pura e intuitiva como la de un animal, sin prejuicio alguno, dándonos quizás una lección en estos tiempos de indiferencia hacia el dolor ajeno.
Presas de una ilusión En los “barrios altos”, los edificios ocultan una dura realidad. Sin embargo, no son lo suficientemente altos para escapar de una vida que jamás nadie elegiría. Niñas Araña (2017) es un film del director Guillermo Helo, que está basada en un hecho policial de gran repercusión y en la obra de teatro escrita por el dramaturgo Luis Barrales, -Niñas Araña-. Es la historia de tres adolescentes de trece años -Avi, Cindy y Estefany, ésta última embarazada de siete meses- quienes residen en el mayor asentamiento de Santiago de Chile, “La Toma Modelo de Peñalolén”, y se hacen famosas por escalar edificios de “Las Condes” para robar y experimentar otras realidades, en lujosos departamentos. Patricio Contreras le da categoría al film con una correcta interpretación. La película hace foco en el contexto familiar de Avi, la líder del grupo, aquí observamos a una familia disociada en una precaria casa, donde predomina el caos, con una madre alcohólica, un padre ausente y una desprotegida hermana pequeña. Es notable el contraste entre el barrio adinerado y el asentamiento, con un impecable trabajo de fotografía, escenografía, guion y dirección. Los diálogos son astutos, no así las actuaciones de las adolescentes, poco convincentes. Los mensajes no son del todo claros, no obstante, existe una crítica a la sociedad consumista, a la religión, a los “ladrones elegantes”, a la corrupción y a la impunidad. La protagonista vislumbra esta aventura como una cierta posibilidad de obtener otro futuro, o quizás de comprenderlo. Ser la novia del chico que le gusta, tener sus veranos, hablar dos idiomas, desea algo tan simple como poder dormir en una cama con sábanas.
Miradas que duelen. Testimonios crudos y desgarradores de comunidades aborígenes que, a pesar de arrastrar un gran sufrimiento, conservan amor y bondad en sus corazones, además del perdón hacia quiénes los despojaron de absolutamente todo -un sentimiento liberador-, con el fin de preservar la naturaleza para las siguientes generaciones. Tenemos la oportunidad, como sociedad, de aprender la sabiduría y las lecciones que aún pueden ser transmitidas gracias a unos pocos sobrevivientes. Chaco (2017), es un documental de Ignacio Ragone, Juan Fernández Gebauer y Ulises de la Orden que relata la interminable lucha de nuestros pueblos originarios, a partir de la llegada del hombre blanco y a través de cinco hombres pertenecientes a diferentes comunidades originarias del Gran Chaco. Israel Alegre, busca justicia luego de la brutal represión que recibió su comunidad en 2002, llevando un legado ancestral. Valentín Suárez cazador, docente y cacique de ocho comunidades. Recorre el territorio en moto aconsejando a sus hermanos ante la desmedida usurpación criolla. Juan Chico, historiador, indaga buscando sobrevivientes de los atroces exterminios que continúan ocultándose; y Laureano Segovia, también historiador, atesora con su vieja, aunque útil grabadora los relatos de los ancianos, luchando contra el olvido de la historia oral. Por último, Félix Díaz uno de los mayores referentes en la defensa por los derechos indígenas. Tras la represión a su comunidad en 2010, lideró un acampe y una huelga de hambre en la gran ciudad, teniendo que abandonar su hogar en el monte. La película está filmada en Formosa, Chaco, Salta, Santiago del Estero, Buenos Aires, Bolivia y Paraguay, y hablada en Qom, Wichí, Pilagá y Castellano. Este fuerte y prolijo documental es un claro ejemplo de sincronicidad de trabajo en equipo, la fotografía, guion, montaje, producción y dirección son impecables. Cabe destacar entre varios recursos muy bien utilizados la excelente combinación de música electrónica con sonidos autóctonos, recreaciones, relatos orales y la genial animación e ilustraciones al estilo de Pink Floyd: The Wall (1982) a la hora de narrar el cruel proceso de exterminio que atravesó el pueblo indígena. El águila es un gran observador, tiene otro punto de vista, al igual que un indígena con los ojos cerrados a modo de introspección; ambos nos invitan a reflexionar profundamente sobre cómo actuamos los unos con los otros, comprender de una vez que cada persona de procedencia indígena es una vida que merece respeto y dignidad y, además replantearnos seriamente nuestra relación con la naturaleza. Anexo: Motivación de los directores Perpetrado desde los inicios del estado argentino, el intento sistemático de exterminio de los pueblos originarios continúa hoy. El monte ha sido testigo de innumerables formas de ofensa contra las comunidades. Hay una historia y un presente de persecución y de silencios. Esta fue nuestra premisa para armar la película. Comprendimos que para contar esta problemática no alcanzaba con hablar con académicos, sino que había que ir al lugar de los hechos: la historia tenía que ser contada en Santiago del Estero, Chaco, Formosa, Salta. Quisimos focalizarnos en las voces de quienes sufrieron esas injusticias y de quienes las sufren como parte de una herencia cultural racista. Para la investigación y escritura del guion realizamos cuatro viajes a la región, en distintos momentos del año, recorriendo más de cincuenta comunidades, buscando recuperar la voz de los sobrevivientes de diferentes masacres que intentan ser negadas; la contracara de la historia oficial. Nos encontramos historias tan maravillosas como desgarradoras. Historias de sufrimiento, de lucha, y de dignidad, a las que estructuramos a través de un relato coral que entrelaza la historia de lucha de cinco personas por la difundir estas atrocidades y evitar así que la masacre siga ocurriendo. Pero la historia de estas culturas no es solamente la violencia estatal. Quisimos rescatar también el gran respeto de estos pueblos por la tierra, por la naturaleza, y visibilizar sus costumbres ancestrales que contrastan con la lógica de propiedad privada y la desmedida explotación de los recursos naturales que nos enfrentan a la crisis ecológica mundial actual.
Una tragedia edulcorada. Lo que podría haber sido una brisa de aire fresco, una inspiración que reflejara la miseria existencial de un adicto y el padecimiento de una persona que debe aprender a convivir con una discapacidad, termina en un tratamiento superficial, sin sustento dramático. Dont Worry, he wont get far on foot es el título que proviene de una caricatura de Callahan, la cual representa unos jinetes en el desierto persiguiendo una silla de ruedas vacía. Se trata de un film estadounidense, con tono de comedia dramática basada en la biopic de John Callahan interpretado por Joaquín Phoenix. John es alcohólico, sufre de un desafortunado accidente automovilístico luego de una noche de juerga con su amigo Dexter (Jack Black), en el que queda cuadripléjico. Motivado -si se quiere- por sentirse preso del pasado en el que carga con la pesada mochila de no ser amado por su madre y por un ratoncito al que observa feliz dentro de su jaula, comienza el tratamiento de 12 (doce) pasos, apadrinado por su carismático compañero Donny (Jonah Hill). Llega a sus manos un regalo que lo salvará… crea dibujos con humor negro, críticos e insolentes, que le darán éxito internacional. En ellos, Callahan, descubre una nueva forma de ver la vida y siente felicidad. En cuanto al guion y pese a la destacada actuación de Joaquín Phoenix, Gus Van Sant no logra su cometido de transmitir el alma del conflicto del protagonista, desaprovechando la oportunidad de consagrarse como ya lo ha hecho por ejemplo en Good Will Hunting (1997) o Elephant (2003) con elementos tan contundentes, como el origen de las adicciones y la enorme fuerza de voluntad que se requiere para semejante recuperación, sin conmover profundamente al espectador o resultar una historia de influencia para personas que están padeciendo y, de seguro, necesitando un verdadero mensaje motivador de fe o esperanza. No profundiza lo suficiente en cada tema que se expone y se sienten exageradas, abruptas o poco creíbles las historias y personalidades de sus compañeros de grupo de terapia y la breve participación de su supuesto mejor amigo tiempo después del accidente; además, parece como sacada de la galera la relación amorosa que tiene, lo cual es desalentador, no da volumen a la historia principal y bien podría tratarse de un invento o alucinación de John en un intento de supervivencia. Sin embargo, es un film ágilmente editado y dirigido. Con un acertado humor que mantiene el equilibrio entre lo entretenido y lo dramático, el humor negro y el melodrama. Como mensaje, se podría decir que el arte, el humor y la empatía hacia el otro, son primordiales para lograr una verdadera sanación.
Beso fatal. The Mermaid: Lake of the Dead es el nuevo trabajo de director de The bride, Svyatoslav Podgaevskiy. Marina (Viktoriya Agalakova) y Roma (Efim Petrunin), una joven pareja que está a punto de casarse, se ve envuelta en unos extraños sucesos. Marina investiga qué hay detrás del comportamiento sospechoso de Roma, y es entonces cuando descubre que ha conocido a una mujer cerca del lago en su despedida de soltero. Poco después, se da cuenta de que se trata de una sirena que trata de matarlo, arrebatándole su energía vital. La sirena es Lisa Grigorieva (Sofia Shidlovskaya), una joven que se ahogó hace unos siglos, luego de que el hombre que le prometiera amor eterno la engañara y, desde entonces, todo hombre que la rechace perderá a la mujer que ama. Marina no sabe nadar, debe superar su terror al agua para luchar contra la sirena y recuperar a su amado. La historia es entretenida, sin embargo, hay incoherencias en el guion, casualidades que son causalidades, sucesos innecesarios que dan la sensación de rellenar o dar volumen a un inconsistente relato; confunden, pero sin inteligencia y son predecibles. Además de que la supuesta sirena, jamás parece una sirena, más bien un fantasma que entra y sale del lago y aparece en cualquier lugar en donde esté presente el agua con muy buen manejo del suspenso y música como anticipo a un supuesto momento aterrador. La escenografía, fotografía y caracterizaciones del género acompañan de manera correcta y las actuaciones también. El film contiene todos los elementos del género terror y suspenso. Los efectos especiales son destacables. Si bien no se trata de un terror novedoso, sus pinceladas rusas marcan la diferencia y aunque cuenta con un notable despliegue de producción, se aleja de Hollywood.
Siendo gato serás feliz. Alusión a la vida promedio del trabajador que no disfruta la labor que realiza –se coloca una careta a diario-, sus aspiraciones y sueños se paralizaron, quizás precisa escapar y no encuentra la manera; argumento que aplica a nuestra idiosincrasia, siendo más realista y distanciándose del estereotipo hollywoodense. Lino: una aventura de siete vidas, es una película de animación brasileña dirigida por Rafael Ribas y producida por el estudio StartAnima. Lino es un joven adulto que trabaja como animador de fiestas y al que todo le sale mal -hasta un disfraz de gato hecho por él mismo–; en vez de entretener a los niños, es motivo de burla y maltrato. En otras palabras, le hacen bullying. No obstante, Lino, acostumbrado a ser humillado desde pequeño, se cansa de su mala fortuna y un buen día, harto de soportar esa vida, contrata a un hechicero para liberarse de su presente y del maldito disfraz, pero, inesperadamente, la magia termina convirtiéndolo justamente en un felino enorme. A partir de allí, se trata de una road movie que narra las aventuras del protagonista, el hechicero y una niña huérfana que literalmente cae del cielo -no se despegará de él y lo llamará dulcemente: “gatito”-, y perseguidos por unos torpes policías que por momentos nos harán reír. El protagonista es el gato Lino, un personaje que se podría haber explotado más para empatizar con el público infantil, no solo tomar agua de un recipiente para gatos una vez y decir “miau” casi en cada frase, sino utilizar características específicas de la naturaleza felina e incorporarlas a las de los seres humanos, lo que hubiera funcionado para construir un personaje único, original y más entretenido. En cuanto a guion, existe una clara reminiscencia a Monsters Inc. (2001) y además a The Mask (1994). La animación es eficiente, realmente Lino se convierte en un gato gigante, vive en carne propia una aventura, da un giro a su vida para recibir lo que merece. Si bien el film está dirigido al público infantil, invita al adulto desanimado, a una reflexión sobre su propia vida y lo que transmite a sus hijos. El mensaje es constructivo y es por lo que vale la pena que nuestros pequeños disfruten de Lino. Es posible encontrar la felicidad de manera inesperada, a pesar de arrastrar una pesada mochila y sentirnos derrotados en todos los ámbitos de nuestra vida, siempre y cuando nos aceptemos como somos. Lo que podría tratarse de un grave error, termina convirtiéndose en una bendición y todo lo que esperas, llega a tu vida.
Naturaleza honesta Interesante manera de revelar los mitos de nuestra meseta patagónica, a través de leyendas que continúan vivas, transformando este inhóspito lugar en un enigma que pareciera conectado a una misteriosa percepción. Leyendas del Tren Patagónico (2018), es un documental que narra la experiencia del explorador y geólogo norteamericano Bailey Willis durante su viaje a través del desierto, a principios del siglo XX. Éste fue convocado por el gobierno argentino para proyectar la construcción de un ferrocarril que uniría el Océano Atlántico con el Pacifico. El tren comenzó a construirse en 1910, inaugurándose en 1934; su recorrido comienza en la ciudad de Viedma para finalizar en Bariloche. Pasados cien años, un explorador emprende el mismo camino de Willis, esta vez ya a bordo del tren, guiado por sus escritos, siguiendo un antiguo camino aborigen y atravesando los márgenes del Río Negro. Esto nos llevará a descubrir el trasfondo de la historia de Bernabé Lucero, el “Gran Bajo del Gualicho”, “La Salamanca” y la “Cueva del Diablo”. El destacado trabajo del director Sebastián Deus, presenta con naturalidad al paisaje y la majestuosidad del camino. Recorremos la senda de los antiguos tehuelches y mapuches, llegando a lugares que aún encierran atractivas historias. La fotografía, planos, tomas, fundidos y manejo del silencio son muy acertados y logra incluirnos desde su punto de vista. Es aquí cuando nos encontramos con un muy buen ejemplo de coherencia y delicadeza en la forma de relatar, el qué y el cómo en armonía. “Agua, viento, nieve y sol me acunaron… agreste suelo sureño que abraza la eternidad… escenario de mi infancia, nací en tus brazos… llevo en mi alma la fragancia de la meseta mojada…” letras emotivas que se vuelven canción, recorren el silencio y cantan al fuego de las brasas junto a nosotros.