Mezclando el thriller político con el drama familiar, Pasaje de Vida arma un eficaz relato sobre la identidad y la memoria. Cicatrices del pasado Durante el período comprendido entre 1976 y 1983, Argentina vivió uno de sus momentos más oscuros con el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional. Desde su caída, esta dictadura militar inspiró un sinnúmero de películas que retrataban los sucesos vividos en el país, abordándolos de manera directa o a través de sus secuelas en el tiempo, y el impacto en la vida de quienes realmente la padecieron. Pasaje de Vida intenta ser un poco de ambas cosas. Por un lado tenemos un thriller político centrado la vida y la lucha de una joven pareja de Montoneros. Y por el otro un drama familiar, la historia de un hijo intentando rearmar los lazos que lo unen con su progenitor. Cuando Mario (Javier Godino) asiste a un hospital de España a ver a su padre Miguel (Miguel Ángel Solá) estos apenas tenían una relación. Pero ahora que la enfermedad neuronal que sufre parece haber vuelto más agresiva que nunca, Mario tendrá que acompañarlo en su casa para asistirlo. Miguel parece haberse quedado en el tiempo, preguntando por gente que ya no existe y un confuso pasando en Argentina, y particularmente repitiendo un solo nombre: Diana. Esto hará que inevitablemente Mario quiera saber más sobre el pasado de su padre y así poder resolver deudas pendientes sobre su propia identidad. Esta historia se irá entremezclando con los recuerdos Miguel (interpretado por Chino Darín en el pasado). De la época en la que los militares estaban en el poder y él recién comenzaba a dar sus primeros pasos dentro de la organización Montonera. Y de como allí se enamoró perdidamente de una chica: Diana. La película está basada en una historia real, y uno puede deducir fácilmente que es hecho que toca de cerca a su director Diego Corsini. No solamente porque la película está dedicada a sus propios padres, también por el sentimiento que lleva detrás. Algo que se nota sobre todo en la trama que involucra a al hijo intentando reconectarse con su padre, y que está interpretada por Javier Godino y Miguel Ángel Solá en una de sus mejores versiones. Podríamos decir que por allí pasa el verdadero grueso de historia del film, ya que posee un arco argumental más definido. Por otro lado, tenemos la trama que transcurre en el pasado y que involucra a Darín y Carla Quevedo. Esta se centra en el nacimiento de la relación entre ellos y su posterior romance ya como parte de la organización de izquierda. Y si bien cuenta con una buena labor de arte y continúa la linea de buenas interpretaciones que venía ofreciendo, le cuesta algo más de trabajo abrirse paso entre su historia. Especialmente en determinados momentos del segundo acto, que parecen renegarle a su cualidad de thriller y resuelve rápidamente situaciones que, en definitiva, son las que terminaban dándole esa identidad. Pero esto no termina de privar a la película de poder darse algunos lujos desde lo técnico, como un memorable plano secuencia durante una escena clave del film. Conclusión Pasaje de Vida funciona mejor cuando indaga en las heridas abiertas que dejó la dictadura militar, incluso en las generaciones que no la sufrieron en carne propia. Es también un thriller correcto, pero que a contramano de lo que uno podría imaginar se vuelve tediosa durante esos ratos que debería suceder todo lo contrario. Así y todo es una película recomendable, de buena factura técnica y actoral, con gran labor secundaria de Miguel Ángel Solá, Carla Quevedo en un papel diferente en el que da gusto ver y un Chino Darín en su mejor versión hasta ahora.
El Incendio, de Juan Schnitman, retrata un día en la vida de una pareja de clase media a punto de mudarse. La película se presentó como parte de la Competencia Oficial Internacional del BAFICI [17]. El fuego nos quema por dentro No hay dudas que mudarse puede ser uno de los momentos más estresante en la vida una pareja. Y si estás conviviendo y esperas algún día poder comprar un inmueble con tu cónyuge, después de ver El Incendio es probable que sientas que ese pequeño departamento en el que pasan sus días, no está tan mal después de todo. El Incendio cuenta un día en la vida Lucia y Marcelo, una joven pareja de clase media. Ella trabaja como cocinera en un restaurante y él es docente. Con mucho esfuerzo, ahorro y un préstamo familiar, logran por fin juntar suficiente dinero para mudarse un nuevo departamento y comenzar así una nueva vida. Pero minutos antes de firmar los papeles la reunión se pospone por 24 horas. La frustración los aborda de repente y la tensión comienza a crecer. Alimentada en primer medida por la paranoia de tener encima miles y miles de dólares, los nervios lentamente se transforman en una agresión física y mental, para luego ir revelando una violencia que al mismo tiempo parece ser inherente a sus vidas. Con una puesta en escena simple, sin mucho más que una cámara, un puñado de locaciones y actores, Schnitman logra mostrar en pantalla la agonía de una relación en crisis como pocos cineastas lo hicieron hasta hoy. Más que como un simple voyeur, el director nos pone en el medio del conflicto y nos hace vivirlo como propio, dejándonos emocionalmente exhaustos. Y claro que si El Incendio funciona tan bien como lo hace es gracias a los excepcionales trabajos de Pilar Gamboa y Juan Barberini, componiendo una pareja que se está apagando lentamente. Que no solamente deben lidiar con sus problemas juntos, tambien con los de una ciudad furiosa y un mundo que no se detiene a preguntar. Conclusión Definitivamente no estaba preparado para una película como El Incendio. Pero la realidad es incluso sabiendo lo que depara el film, es imposible no sentirse atraído por su fuerza centrífuga, que te hace parte y se alimenta de una relación atravesada por la violencia cotidiana y que parece estar viviendo uno de sus peores días. Es una historia que a medida que van pasando los minutos va ganando en intensidad y en complejidad, que termina por armar un retrato de las relaciones modernas y que de cierta forma abre un interrogante sobre ella.
Noah Baumbach vuelve a dirigir a Ben Stiller, esta vez en una cínica comedia sobre un matrimonio en plena crisis de la mediana edad. Fuera lo viejo, adentro lo nuevo El guionista y director Noah Baumbach regresa a los cines de Argentina después de mucho tiempo. Parece una mentira que la primera y última película suya que se estrenara fuera Historias de Familia allá por el lejano 2006. Sus siguientes trabajos no corrieron la misma suerte. Las críticas divididas logradas por Margot at the Wedding terminaron de sellar su destino y aquí fue directo a dvd. Lo mismo sucedió con Greenberg, a pesar de lograr una mejor recepción y hasta contar con la presencia de Ben Stiller en una actuación sobresaliente. La misma historia se aplica para su anterior film, Frances Ha. Pero la racha se corta con Mientras Somos Jóvenes, su nuevo opus, en el cual vuelve a apuntar la cámara a un educado y sofisticado matrimonio, que en esta oportunidad atraviesa por la famosa crisis de los cuarenta. Josh (Ben Stiller) y Cornelia (Naomi Watts) son un matrimonio de mediana edad que vive en Nueva York y no tiene hijos. El es un documentalista que se encuentra trabajando en el mismo proyecto desde hace casi una década y ella es productora de las películas de su padre (Charles Grodin), también documentalista y antiguo mentor de Josh con el que ahora no mantiene una buena relación. La vida de ambos toma un giro cuando conocen a Jamie (Adam Driver) y Darby (Amanda Seyfried), una pareja muchos años más joven. La lógica indica que cuando matrimonio Josh/Cornelia comienza a frecuentar a Jamie/Darby se verán reflejados, y vivirán un intento de recuperar su juventud perdida. Y así será. Pero al rededor de esta relación se construye una historia que va mucho más allá de la crisis de los cuarenta. Como un Woody Allen más crítico, cínico y satírico, Baumbach logra su obra más accesible hasta el momento, pero no por eso menos compleja. Aquí la crisis es tan solo el catalizador. Una excusa para que Baumbach vomite todos sus pensamientos (quizás demasiado para contener en un solo guión), pero en especial sobre la brecha generacional que nos divide y hoy en día parece ser más grande que nunca. Mientras Somos Jóvenes se siente, por momentos, como la obra de un director que está atravesando la misma crisis que sus personajes y que mira con desconfianza a las generaciones venideras. Pero más allá de su cinismo, es una comedia llevadera, inteligente y con diálogos afilados. Acompañada de precisas actuaciones de Ben Stiller, Naomi Watts y Adam Driver, este último componiendo uno de esos personajes perfectos, a los que nos gustaría darle un puñetazo en la cara. Conclusión Si todo lo que viste de Noah Baumbach hasta hoy no hizo demasiado por captar tu atención, no hay nada en Mientras Somos Jóvenes que te vaya a hacer cambiar de opinión. Pero si no viste nada de el hasta ahora, es la mejor forma de empezar. Es Baumbach en estado puro, y aunque definitivamente no es su mejor trabajo (ese honor lo sigue manteniendo Historias de Familia), es quizás su película más accesible hasta el momento, al contar con personajes con los cuales de una u otra manera todos nos podemos relacionar y conflictos que tarde o temprano todos estamos enfrentando. Es una buena razón para ver a Ben Stiller alejarse un poco de su zona de confort (un poco nomas, tampoco esperen demasiado), o a Adam Driver demostrando porqué está catalogado como una de las grandes promesas de Hollywood, o simplemente para volver ver a Charles Grodin en la pantalla, algo que (desgraciadamente) ya no sucede tanto como debería.
Brad Bird dirige Tomorrowland, una optimista cinta de ciencia ficción retro. Cuando un misteriosa niña (Raffey Cassidy) le entrega a Casey (Britt Robertson) un prendedor para nada normal, estas se unirán a Frank (George Clooney) para develar el secreto que se esconde en Tomorrowland, un lugar perdido en el tiempo donde cualquier cosa pareciera ser posible. El futuro que no viene, el pasado que se fue TomorrowlandCuando se le acercó a Brad Bird la posibilidad de dirigir Star Wars: Episodio VII, el director de El Gigante de Hierro, Los Increíbles y Misión Imposible: Protocolo Fantasma lo pensó largo y tendido. Finalmente rechazó la oferta porque comenzaba a tomar vuelo un proyecto propio, que nació de su amor por la ciencia ficción mientras crecía en un pequeño pueblo del estado de Montana en Estados Unidos. El proyecto en cuestión es obviamente Tomorrowland, y la decisión de Bird de rechazar el lugar de dejó vacante George Lucas y llevar adelante esta película en su lugar, es tan respetable como admirable. Tomorrowland es una película que encaja perfecto en la filmografía de Bird. Quizás porque la mejor manera de definirla es diciendo que es una cinta de ciencia ficción nostálgica. Lo cual es curioso porque el futuro es el eje central del film. Pero es un futuro que mira directo hacia el pasado. Es un futuro retro tanto en estética como en los valores que maneja (porque según se deja entrever, esos valores se perdieron o se están perdiendo de a poco). Un futuro que nos recuerda a esos viejos dibujos de como los humanos nos lo imaginábamos en la década del cincuenta y sesenta. El futuro tal cual se imaginaba mientras Bird crecía. Una sociedad perfecta. La gran utopía con tecnología de punta y construcciones impresionantes. Pero Bird ve a ese futuro cada vez más lejos y de ahí parece nacer Tomorrowland. Del recuerdo de ese futuro que parecía posible pero ya no lo es. No hay dudas de que la cinta derrocha optimismo y hasta podríamos decir que algo de inocencia, y nos faltarán quienes la critiquen por eso. Pero en parte, es ahí donde reside el encanto de Tomorrowland. Es el contrapunto perfecto de Mad Max: Furia en el Camino. Dentro de su pálida visión de lo que se viene, está la idea de que podemos cambiar, que podemos ser mejores si nos lo proponemos. Pero, vaya a saber uno si por razones de guión o por escenas que quedaron el la sala de edición, la idea queda tan simplificada que todo se reduce simplemente a buenas intenciones. Por otro lado, y como era de esperar, Tomorrowland es visualmente irreprochable. Tanto el diseño de producción como los efectos especiales son de primera linea, y la fotografía a cargo de Claudio Miranda (ganador del Oscar por Una Aventura Extraordinaria) no hace más que potenciar los bellas imágenes que Bird buscó retratar. Tampoco le podemos reprochar nada al elenco, con un correcto George Clooney a la cabeza. Quien está bien acompañado por las jóvenes Britt Robertson y Raffey Cassidy. Hugh Laurie, en cambio, sufre los problemas de la propia historia, ya que su personaje (el villano del film) queda relegado durante gran parte de la película. Conclusión Con Tomorrowland Brad Bird construye una cinta de ciencia ficción de esas que ya no suelen verse tan seguido. Y siempre es motivo de celebración que una historia ambiciosa y original llegue a la pantalla, por lo que ese es el gran punto que tiene a su favor. Pero mientras que Clooney y el resto del elenco dan lo mejor que tienen y los efectos especiales no defraudan en lo más mínimo, la propuesta de Bird se sienta tan rebajada que todo parece quedar en las buenas intenciones de un optimista y nostálgico director, que supo entregarnos mejores películas y que seguramente lo volverá a hacer en el futuro.
Una simpatica comedia que se eleva por sobre los obstáculos de su propio guión. ¿Alguien por favor quiere pensar en los niños? Desde Cara de Queso, su genial opera prima, Ariel Winograd demostró que la comedia costumbrista argentina puede complementarse sin problemas con los códigos de la nueva comedia norteamericana. Esto queda bien en claro y alcanza un nuevo techo con su último trabajo, Sin Hijos, una comedia familiar que aunque transita caminos conocidos por todos, sus puntos más altos logran imponerse. Aquí Diego Peretti interpreta a Gabriel, dueño de una casa de música heredada y estudiante de arquitectura nunca recibido. Es padre divorciado desde hace cuatro años y cuida religiosamente de su hija Sofía de ocho (Guadalupe Manent), mientras su ex-esposa y su nuevo novio (Marina Bellati y Pablo Rago) esperan un nuevo bebe. Gabriel nunca había intentado rehacer su vida hasta que aparece en escena Vicky (Maribel Verdú), un viejo amor imposible que, de repente, parece posible. Pero hay un pequeño inconveniente. Vicky no soporta a los niños. No quiere tener propios y mucho menos tener que cuidar de hijos ajenos. Y para que la relación entre ambos sea una realidad, Gabriel decide mentir sobra la existencia de Sofía. Algo que, obviamente, le traerá más de un dolor de cabeza. Sin Hijos es una de esas películas que en apariencia (y juzgando por su engañoso trailer) no se aleja demasiado de otras comedias nacionales que apuntan a un publico familiar. Estas suelen lidiar casi siempre con los mismo temas (los hijos, el divorcio, el amor después de los 40, etc ) y de una forma tan genérica que a veces cuesta recordar donde termina una y donde empieza la otra. Y si Sin Hijos hubiera caído en las manos de un director con menos personalidad y sin el buen ojo de Winograd, probablemente podríamos meterla en la misma bolsa. Pero la película tienen sus momentos, algunas escenas específicas que logran alzarse por sobre su material original, que parece haberse construido sobre la base de películas como Un Gran Chico, con Hugh Grant. Pero al mismo tiempo el director supo rodearse de un elenco que rinde. La capacidad de Peretti para la comedia a esta altura no sorprenderá a nadie y demuestra estar una vez más a la altura de las circunstancias. La española Maribel Verdú sale airosa del desafío de tener que componer un personaje odiable, pero que al mismo tiempo queremos en la vida de Gabriel. En el elenco secundario logran sobresalir Martín Piroyansky y Horacio Fontova, quienes comparten un puñado de escenas muy divertidas. Desgraciadamente no se puede decir lo mismo de Marina Bellati y Pablo Rago, no por falta de mérito o capacidad sino porque el guión pareciera no tener demasiado espacio para ellos, una lastima. Y mención aparte para Guadalupe Manent, quien interpreta a Sofia, y quien es en definitiva la gran revelación de la película. Conclusión La nueva película de Ariel Winograd es tierna y divertida, ágil y bien interpretada. Y aunque recorre lugares comunes y por momentos pareciera buscar inspiración en otras cintas, el resultado final será del agrado de aquellos espectadores que vayan al cine buscando distenderse y pasar un buen rato.
Kevin James y una patética excusa de comedia familiar. Paul Blart se toma un descanso de su trabajo como guardia de seguridad en el shopping y viaja junto a su hija a Las Vegas, donde al mismo tiempo planea asistir a una convención. Pero la diversión se verá arruinada cuando hacen su aparición los malosos de turno. El héroe que no necesitábamos La dupla Kevin James/Adam Sandler (esta vez en los roles de actor y productor, respectivamente) nos han dado a lo largo de los años algunas películas de calidad dudosa, por decirlo de buena manera. Siendo la primera entrega del film que aquí nos compete una de las posibles abanderadas en esta triste categoría. Y aunque aquella película ni siquiera pasó por los cines de nuestro país, su insulsa secuela si lo hará. Hoy por hoy podríamos afirmar que Kevin James es un género en si mismo. Si pagas el valor de una entrada para verlo en cines, sabes que a lo largo de 90 minutos lo verás humillarse y golpearse de cuanta manera puedas imaginar, y Héroe de Centro Comercial 2 no será la excepción. Aquí James vuelve a interpretar a Paul Blart, un guardia de seguridad en la linea del Inspector Clouseau de Peter Sellers, un torpe héroe de buen corazón, que ya sea por suerte o mérito propio, o una justa combinación de ambas, termina controlando la situación a su favor. Pero James no es Sellers, el director no es Blake Edwards y Héroe de Centro Comercial 2 ni se acerca La Pantera Rosa o cualquiera de sus secuelas (las originales, claro está). La película es en definitiva una comedia slapstick que mantiene la misma formula vista hasta hoy en todas las películas que involucran a James y Sandler. Y el resultado final es tan poco memorable que dentro de algunas semanas probablemente me cueste diferenciar esta entrega de la primera parte. No hay ningún rasgo distintivo en Héroe de Centro Comercial 2. Es una película. Una secuela. Que existe por una simple razón comercial. Y si detrás de ella hay un genuino interés por contar una historia, yo no lo noté. Lo único que si noté es a Kevin James esforzándose en hacernos reír, pero todo queda en el esfuerzo, ya que no hay material alguno del cual agarrarse para lograrlo. Conclusión Si lo tuyo es ver a Kevin James golpearse y humillarse sin importar el contexto, esta película es para vos. Si necesitas sacar a tus hijos más chicos de tu casa por dos horas, quizás también sea una buena opción. Pero si no calificás en ninguno de esos grupos, simplemente mantenete alejado.
Una delirante comedia de vampiros que llega directo desde Nueva Zelanda. Lo que hacemos en las sombras Mientras que en Argentina los nombres Taika Waititi y Jemaine Clement pueden no significar demasiado, en su Nueva Zelanda natal ambos comediantes son grandes estrellas. Gracias a la serie Flight of the Conchords y películas como Eagle vs Shark, que los encuentra tanto delante como detrás de cámara, este dúo cómico se abrió paso en el mundo y logró sobresalir en la difícil tarea de hacer reír. Tanto que para su estreno en Estados Unidos, What We Do In The Shadows (penosamente traducida como Casa Vampiro aquí) lo hizo bajo la tutela de Will Farrell y su sitio web Funny or Die. Contada en tono de falso documental (género conocido mockumentary), la película sigue la “vida” de cuatro vampiros que conviven en un caserón en Wellington, Nueva Zelanda. Ellos son Vladislav, Viago, Deacon y Petyr. A diferencia de lo que muchos podríamos creer, la vida de estas criaturas de la noche es bastante normal y rutinaria. Con los mismos problemas que cualquiera que haya convivido alguna vez con otros amigos supo afrontar, como por ejemplo mantener la higiene y tareas del hogar. Estos duermen durante todo el día hasta que el sol se esconde para luego salir a divertirse por las noches. Aunque, como todo vampiro, solo pueden entrar a lugares a los que sean invitados. El orden de la casa se verá alterado cuando Petyr, en lugar de matar y alimentarse de un extraño llamado Nick, lo convierte en vampiro. Nick se termina por sumarse al grupo y junto con su amigo Stu, un querible humano de quien el grupo juró nunca alimentarse. Pero cuando Nick comienza a tomarse ciertas libertades con su nueva condición de vampiro, las fricciones con el grupo empiezan a aparecer. Casa Vampiro viene de presentarse con mucho éxito en la última edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y no es muy difícil encontrar un porqué. Para empezar, Taika Waititi y Jemaine Clement logran aplicarle un divertido y original giro a un género que -entre adaptaciones de novelas juveniles y re-invenciones innecesarias de personajes legendarios- venía en picada. Los vampiros que retrata el film son de carácter clásico a pesar de vivir en nuestros días. Desde su vestimenta que permanece similar a del siglo en que fueron convertidos, hasta las fortalezas y debilidades que todos conocemos y que no siempre se respetan. Con una duración apenas inferior a los 90 minutos y un ritmo ágil, cuando empiecen a correr lo títulos finales simplemente podemos rogar por unos minutos más. Esto se debe a que la película es una de esas pocas que puede mantenernos riendo a carcajadas durante todos su metraje. Con un guión inteligente y tan bien construido como ejecutado, el film lanza un chiste detrás de otro, con la mayoría de ellos logrando justo lo que se propone. Los cuatro personajes principales tienen un pasado bien construido y características que lo vuelven únicos, y están interpretados a la perfección por un grupo de actores con buena química y un gran timing para la comedia. Todo está bien contenido por gran trabajo en el diseño de producción, donde la escenografía y el vestuario apenas ponen en evidencia que estamos ante la presencia de una cinta independiente hecha con apenas $1.6 millones de dolares (algo que en Hollywood ni siquiera sería suficiente para cubrir un cuarto del salario de Will Smith). Conclusión En la misma linea de películas como This Is Spinal Tap o Best in Show, Casa Vampiro se ubica entre lo mejor que el género de los mockumentary tiene para ofrecernos. Todo nace de un inteligente guión que reparte en las medidas justas sangre, comedia y corazón; y que es llevado a la pantalla como una vistosa cinta, con un gran cuidado en los detalles, y que promete hacer reír hasta a los más exigentes espectadores.
La Parte Ausente es una visualmente atractiva historia de ciencia ficción que se pierden en el camino. Chockler (Eduardo Ajaka) es algo así como un detective/caza recompensas que es contratado por la enigmática Lucrecia (Celeste Cid) para dar con Víctor (Guillermo Pfëning), un misterioso fugitivo. Esto lo llevará a encontrar una extraña conexión entre las carreras de caballos y experimentos genéticos en seres humanos. Un futuro confuso Argentina y la ciencia ficción. Una historia breve pero satisfactoria. Si bien el cine no tiene tantos exponentes de este género como sí los comics o la literatura nacional, existen un puñado de interesantes películas como Invasión, Lo que vendrá, La Sonámbula o La Antena, que supieron explorar problemáticas políticas o sociales del país -o de la sociedad en general- plantando a sus personajes en mundos o futuros distópicos. Algo de eso se transmite a La Parte Ausente, pero no queda muy claro. De hecho, nada en la película queda muy claro. La Parte Ausente es, a simple vista, una película atractiva. Es un film de ciencia ficción cyberpunk con fuertes influencias del cine negro. Algo así como si Blade Runner y Alphaville hubieran tenido en bebé. Los elementos para que funcione están ahí. Una ciudad oscura, un detective como anti-heroe y la femme fatale que termina por involucrarlo en un caso que se irá volviendo cada vez más personal. Al mismo tiempo todo se sucede en una Buenos Aires nocturna, futurista y post-apocalíptica. Pero los problemas llegan cuando es momento de hacer trabajar a todos estos elementos juntos, en una trama coherente, dinámica y bien cerrada. Son muchas las cosas que suceden en La Parte Ausente y son muchos los personajes que vemos deambular por una trama que no sabe como contenerlos. En algunos casos desaparecen tan fácil como aparecieron, y en otros las motivaciones nunca terminan por quedar claras o simplemente nunca se molestan en introducirlos y desarrollarlos como es debido en la historia. Al mismo tiempo, la película nunca deja de introducir nuevos elementos al juego. Inevitablemente esto hace la trama se vuelve confusa y, peor aun, densa. Es una verdadera lástima que narrativamente la película no funcione, ya que en otros aspectos logra sobresalir. Eduardo Ajaka y Celeste Cid, detective y famme fatale respectivamente, hacen buenos trabajos, al igual que Luis Ziembrowski en un papel secundario que es el que más cerca se encuentra de despertar algún tipo de sentimiento en el espectador. A pesar del bajo presupuesto, Maidana se las ingenió para transformar a la ciudad en la gran protagonista. Esto gracias a un cuidado y bien ejecutado trabajo de fotografía y post-produción, así como tambien de arte y vestuario. Sin dudas, el gran punto a favor de la película. Conclusión En su afán por presentar una historia compleja, que combina diferentes géneros y no deja de introducir nuevos elementos a su trama, La Parte Ausente se pierde el camino. El resultado es una cinta de ciencia ficción sin una idea clara detrás, que termina por desaprovechar todo lo bueno que tiene sucediendo a su alrededor, como son su interesante propuesta visual y algunas correctas interpretaciones.
Una película de terror found footage que funciona. El Proyecto Pie Grande El director Eduardo Sánchez no es un improvisado en esto del found footage o material encontrado. Después de todo, junto a su compañero Daniel Myrick, co-escribió y co-dirigió The Blair Witch Project, film que le daría origen a esta tan criticada (y esperemos que pasajera, aunque pareciera estar en auge) moda cinematográfica. Es cierto que Terror en el Bosque (o Exists, según su nombre original) difícilmente resulte una novedad. Es, en la superficie, otra más de esas cintas con muchachos y muchachas no tan adolescentes, tomando estúpidas decisiones, metiéndose en problemas, y filmándolo todo sin soltar la cámara por un segundo, cuando toda lógica indica arrojarla al demonio y ponerse a correr. Pero acá es donde los gajes del oficio se hacen notar. The Blair Witch Project podrá ser criticada todo lo que gusten, pero la realidad es que si se diferenciaba para bien de todo lo que vino después, fue gracias a la construcción de climas y el poder de sugestión que logró imprimirle Sanchez. Algo que supo trasmitir en mayor o menor medida a Terror en el Bosque. No han sido pocos los intentos de llevar a Pie Grande -valga la redundancia- a la pantalla grande, y lamentablemente el film más reconocible de la mítica criatura es la comedia familiar de los años ochenta Harry and the Hendersons, protagonizada por John Lithgow. Ya dentro del género del terror se pudieron ver cintas como Willow Creek o Abominable, ambas con sus virtudes y defectos, la mayoría de los cuales llegaban a la hora de presentar al gran protagonista. Pero si hay un lugar en donde Terror en el Bosque no falla, es ese. Luego de plantear el conflicto de manera atractiva en una de primeras escenas (el grupo atropella "algo" con el auto en medio de la noche y solo pueden escuchar sus alaridos), Sánchez parece tomar el mismo camino que infinidad de cintas found footage han recorrido hasta hoy. Y de hecho lo hace por algunos minutos. Pero los aciertos llegan cuando es momento de empezar a revelar la criatura. De a poco, insinuando. A través de una serie de tensas escenas con una interesante propuesta visual, donde el monstruo hará su aparición. Un detalle no menor está en la decisión de Sánchez de filmar la película a la vieja escuela. Con maña y efectos prácticos hechos en el mismo set, nada de imágenes generadas por computadora. Algo que quienes amamos el género, sobre todo en estos difíciles tiempos que corren para el cine de terror, es digno de apreciar. Conclusión Terror en el Bosque es una propuesta que fácilmente se encuentra por encima de otras ofertas de terror found footage que llegan a nuestros cines mes a mes. Eduardo Sánchez conoce las reglas del género y lo que sus seguidores esperan de este tipo películas. Y aunque sea sin brillar, eso es exactamente lo que nos da. Una cinta divertida, tensa y por momentos aterradora, que incluso recorriendo caminos conocidos, muestra sus mejores armas cuando debe hacerlo. Si sos un nostálgico de esos que piensan que ya no se hacen pequeñas películas de horror como las que se hacían antes, quizás deberías darle una oportunidad a esta.
El Desierto es una película que llega a nuestras salas después de recorrer un largo camino en festivales del exterior. A finales del año pasado se presentó en el Buenos Aires Rojo Sangre donde por simples razones de tiempo no logré verla, muy a pesar de mis ganas. Finalmente el estreno comercial fue anunciado en nuestro país y tuve la oportunidad de hacerlo, pero mis altas expectativas chocaron de frente contra la dura realidad. Sin lugar para los vivos Entre el momento que vi la película y en el que me senté a comenzar a redactar esta opinión, pasaron exactamente cinco días. Y durante ese tiempo experimenté una inusual cantidad de emociones para con El Desierto. Mi primer reacción vino inmediatamente finalizada la función de prensa. Odié la película. Odié a sus personajes, odié sus diálogos pretenciosos, odié su ritmo, odié casi todo lo que me ofrecía. Luego volví a la rutina de mi día, pero la cinta permanecía en mi cabeza. Mientras tanto yo la pensaba, le daba la vuelta a ideas, escenas o momentos que me quedaron. Eso continuó por varios días más. Todavía no me gusta la película y esa es mi opinión final, pero ahora puedo decir que la respeto. Escrita y dirigida por Christoph Behl, El Desierto es un retrato existencial de la humanidad después de la humanidad. La trama es simple: Ana, Axel y Jonathan son tres sobrevivientes del apocalipsis zombie que conviven en una casa. En un momento esa convivencia fue muy buena, pero por distintas razones se comenzó a desgastar. Es en ese momento cuando nosotros los conocemos. La historia de los tres personajes irá avanzando, mientras que a través de algunos video-diarios que fueron grabando sabremos sobre su pasado. Y al igual que en cine de George Romero, aprenderemos que a veces la verdadera amenaza no está en el exterior, sino que adentro de la misma casa. Pero lamentablemente, como los zombies que retrata, El Desierto avanza casi por inercia. Tiene claro hacia donde quiere ir y se arrastra hasta allí, como un muerto vivo, sin ningún tipo de sentimiento. Pero si hay algo para destacar en la película, es la creación de sus climas opresivos con un excelente uso del sonido y la puesta de cámara. Esto hace que ver El Desierto sea una experiencia desgastante. Behl nos asfixia con cada plano. Siempre posa su cámara muy cerca de los personajes y abundan los primeros planos y planos detalle. Podríamos afirmar que estamos atrapados en esa casa con todos ellos. Pero la convivencia no será fácil, ya que se nos obliga a compartir todo momentos con personajes con los que simplemente no simpatizamos. Tenemos que escuchar sus diálogos banales que pretenden esconder algo de profundidad por dentro, tenemos que verlos comportarse como idiotas el uno con el otro por el hecho de volver a sentir algo remotamente humano, tenemos que soportarlos en un sin fin de momentos que se vuelven redundantes y nuestra paciencia se agota durante los primeros 10 minutos. Lo que convierte a los próximo 90 en un verdadero suplicio. Conclusión Con El Desierto, Christoph Behl logra una cinta difícil de digerir y que constantemente pone a prueba la paciencia del espectador. Aunque actoralmente no desentona y hace valer cada centavo de su bajo presupuesto, el guión, apoyado en la relación entre sus personajes, simplemente nunca logra generar un genuino interés por ellos, ni por el destino de cada uno. Pero aunque en mi caso en particular no puedo decir que la haya disfrutado, sin dudas El Desierto tiene ideas que merecían ser plasmadas en la pantalla. Es una película que no pasará indiferente, que te pega y te obliga a tomar posición.