Un Sparks que perdió la chispa Desde el estreno de Diario de una pasión (The notebook 2004), el escritor Nicholas Sparks logró convertirse en una marca dentro del terreno del drama romántico en el cine. Con El viaje más largo (The longest ride, 2015), reafirmamos una vez más que el novelista no logra reinventarse, y que el espectador va a encontrarse con la misma temática que aborda siempre. Los protagonistas de nuestra nueva repetida historia son Luke Collins (Scott Eastwood, hijo de Clint), un joven domador de Toros y rasgos cuasi perfectos, que conoce a Sophia (Britt Robertson), una estudiante cuyo sueño consiste en salir de Carolina del Norte para realizar una pasantía de arte en Nueva York. La química entre ambos es instantánea y comienzan una relación. ¿A pesar de qué? ¡Adivinaron! De formar parte de mundos completamente distintos. Por otro lado, hay un tercer personaje que cobrará una importancia in crescendo en la película. Se trata de Alan Alda, un hombre al que Luke salva de un accidente y que posee una serie de cartas que la protagonista le irá leyendo en voz alta mientras se recupera. Cartas que nos trasladarán en el tiempo a la historia de amor entre este y su fallecida esposa que, por supuesto, mantendrá similitudes con la de los jóvenes amantes. En fin, como mencionamos antes, los temas favoritos del autor se repiten una vez más: en primer lugar personajes que vienen de mundos diferentes y por el otro, la fuerte presencia del tiempo (a veces a través de historias paralelas como en este caso y en otras, el paso del tiempo para los mismos protagonistas). De hecho, si repasamos algunas de las adaptaciones que vimos hasta el momento, Querido John (Dear John, 2007), Cuando te encuentre (The Lucky One, 2012), Un lugar donde refugiarse (Safe Heaven, 2013) y Diario de una pasión (2004), todas comparten las mismas premisas. Aún así, la última mencionada se destaca ampliamente por sobre las otras al contar con una superior construcción y desarrollo en sus personajes, inmensamente más complejos que los que podemos ver en El viaje más largo, en donde lo único que los define, además de ser ambos muy bellos y buenos, es que cada uno tiene un sueño concreto: En el caso de Sofía, abrir su propia galería de arte, y en el de Luke, convertirse en el mejor domador de toros. Esta vez, el escenario toma lugar en Carolina del Norte, y puede que la onda texana, con las botas, el sombrero cowboy, y un deporte peculiar como es la doma, le brinde a este film un valor agregado por sobre otros. De todos modos, con excepción de una nota de color al final que genera una minúscula vuelta de tuerca en una estructura dramática que cuelga de un hilo, junto a una estética agradable y un soundtrack que (con la inclusión del algún hit del momento) logra exitosamente acompañar las escenas pasionales, El viaje más largo se convierte en otra de la colección de películas monotemáticas del sello Nicholas Sparks.
Y que la magia esté contigo Disney y Kenneth Branagh nos traen La Cenicienta (Cinderella, 2015), una nueva y fiel versión del clásico animado de 1950, pero esta vez live action (es decir con actores reales), que logra plasmar a la perfección la magia del cuento, al igual que los otros dos conceptos que predica el film: bondad y valentía. Todos conocen la historia de Cenicienta: Ella, Lily James, pierde a sus padres quedando bajo el cuidado de su cruel madrastra y sus odiosas hermanastras, quienes la obligan a realizar las tareas serviles de la casa. Conoce al príncipe, baile real, zapatito de cristal y felices para siempre. Las versiones de este mismo cuento, entre ellas la de los Hermanos Grimm, y por supuesto la de Disney, encarnan desde las facetas más sangrientas y macabras hasta las más inocentes. En el terreno de la adaptación cinematográfica, Cenicienta fue llevada a la pantalla grande en distintas ocasiones entre las que cabe recordar Por siempre Cenicienta (Ever After: A Cinderella Story, 1998) protagonizada por Drew Barrymore, quien encarna a una Cenicienta rebelde en un marco que se aleja del mundo fantástico para situarse en la edad media, y por otro, aquel bodrio para adolescentes que ocurre en la actualidad y en donde Hilary Duff trabaja en un restaurante de comida rápida y conoce a su príncipe por internet. Esta Cenicienta contiene todos los elementos de los cuento de hadas, y aunque no resulta tarea fácil convertir una película fantástica animada en una live action, Kenneth Branagh sale airoso del reto, reforzando estos elementos con un exquisito retrato del reino y la caracterización de sus personajes. Aplausos para quienes castearon a Cate Blanchett y Helena Bonham Carter, quienes se destacan en sus roles de madrastra y hada madrina, apropiándose de los personajes y otorgándoles incluso, una impronta propia. Lo mismo puede decirse de su protagonista, Lily James, al encarnar el balance perfecto de Cenicienta, sin caer en la típica carilinda que perfectamente podría haber quedado seleccionada para el papel. La voz en off del hada madrina, que funciona como relatora del cuento en conjunto con la primera impresión visual del reino, establecen desde el comienzo que tipo de adaptación vinimos a ver, y con que tipo de protagonista nos encontraremos: La princesa de los primeros años de Disney, buena, inocente y obediente, sufre en silencio por sus desgracias, pero su bondad y respeto no la llevan a quebrantar las normas. En años posteriores, estas se convierten en mujeres mucho más independientes y alejadas del concepto de damisela en peligro que encarna la princesa de Kenneth Branagh. La misma dinámica se repite con el personaje del príncipe, (Richard Madden), el tipo de personalidad propio de estas primeras películas. La Cenicienta nos retrotraerá inevitablemente a nuestra infancia, y, aunque todos estén familiarizados con la historia del zapato de cristal, el film consigue generar en el espectador la intriga por saber si logrará llegar a su casa antes de las doce, y si al final vivirá feliz por siempre junto a su príncipe.
El mal timing de Alex y Rosie Siguiendo con la movida de adaptaciones de best sellers, ahora llega Los imprevistos del amor (Love, Rosie, 2014), de la novela llamada originalmente Donde termina el arcoiris y escrita por la irlandesa Cecilia Ahern, también creadora de la reconocida Posdata te amo, llevada a la pantalla grande en el año 2007. Rosie (Lily Collins) y Alex (Sam Claflin), son mejores amigos desde que tienen doce años. Juntos compartieron la escuela, sus secretos más íntimos y espacios de juego y aventuras, pero cuando toman la decisión de irse juntos a la Universidad, sus planes se verán frustrados por un cambio repentino en la vida de Rosie. Desde Cuando Harry conoció a Sally (When Harry Met Sally, 1989), hasta las más recientes Amigos con derechos (No Strings Attached, 2011), Siempre el mismo día (One day, 2011), o Sólo amigos? (What If, 2013), la amistad que deriva en amor encarna una de las temáticas preferidas a abordar por las comedias románticas. Los imprevistos del amor elige mostrarnos la vida de los protagonistas cada cinco años. A través de estas elipsis, el espectador descubre el desarrollo de los personajes, principalmente desde lo sentimental, y los desencuentros de esta pareja que tiene -como siempre suele ocurrir- el peor de los timings. Los actores en ascenso, Lily Collins y Sam Claflin, consiguen otorgarle naturalidad a Alex y Rosie, y se logra generar cierta química de un modo intimista, muchas veces inexistente en otros films del estilo, siempre manteniendo la ingenuidad que caracteriza su relación. Desafortunadamente, este realismo conseguido por la pareja protagonista, se contradice con la tendencia que posee el guión de irse hacia los extremos, y esto lo vemos desde hechos más sutiles como cuando aparece una ex novia de Alex en la portada de una revista en el rol de top model, hasta hechos más grotescos: Rosie mantiene a una hija de doce con sueldo de recepcionista y cinco años después está abriendo su propio hotel a orillas del mar. Está dinámica de “extremos” se mantiene durante toda la película, y busca ser justificada únicamente por el paso del tiempo. Quizás, si el tono de la misma fuera para el lado de la comedia absurda, no haría tanto ruido, pero al querer conseguir generar un tono más bien realista, descoloca al espectador por completo. Durante estos años en donde la distancia separa a nuestros enamorados, aparecen algunos candidatos, que encarnan a la perfección el lema de “mejor solo que mal acompañado”: las de él son frívolas, superficiales e infieles. Los de ella: machistas, superficiales y por supuesto… infieles. Tal estereotipo resulta un acto perezoso del guión para que la línea narrativa lleve inevitablemente a los personajes a descubrir el amor que sienten el uno por el otro. En [#Pelicula,1641 por otro lado, las parejas que Anne Hathaway y Jim Sturgess encuentran a lo largo de los años, se alejan de estereotipos haciendo más enriquecedora y compleja la forma en la que finalmente terminan juntos. Los imprevistos del amor, podría haberse destacado de otras comedias románticas de mejores amigos que se enamoran -o que en realidad siempre estuvieron enamorados-, ya que contaba con los elementos para hacerlo, (de hecho los primeros veinte minutos del film parecen muy prometedores), pero con el paso de los tiempo se convierte en otra del montón con algunos condimentos de melodrama.
Naturaleza primitiva Premiada en el último festival de Cannes y enviada por Suecia para ser considerada en los Oscars 2015 como mejor película extranjera, Force Majeure: La traición del instinto (Force Majeure, 2014), es merecedora de estas distinciones por tratarse de un film como ningún otro, que decide cuestionar la figura del rol del hombre en nuestra sociedad. Una familia sueca viaja a los Alpes franceses para disfrutar de unos días de esquí en familia. Todo anda bien, hasta que durante un almuerzo, una avalancha pone en riesgo a todos, y cuando Ebba, (Lisa Loven Kongsli) llama a su marido (Johannes Kuhnke) para que la ayude con sus hijos, este agarra su Iphone y huye corriendo dejándolos solos. Todo podría indicar que Force Majeure: La traición del instinto va a encarnar un nuevo film del género Cine catástrofe en donde la familia tipo experimenta las consecuencias físicas y mentales post desastre natural, como ocurre con la premiada Lo Imposible (2012). De todos modos, ningún tipo de semejanza mantiene con este o cualquier otro film del estilo, ya que aquí se opta por ubicar a la avalancha en un segundo plano, (de hecho esta resulta ser una falsa alarma) y el foco está puesto en la reacción del padre de familia frente a esta situación alarmante. Aquí surge el verdadero conflicto, ya que esta reacción va en contra de la imagen construida de padre héroe y protector en la sociedad moderna, decepcionando así, a sus hijos y a su esposa Ebba. Force Majeure: La traición del instinto nunca se aleja del conflicto principal, el elefante en la habitación está permanentemente al acecho, y como consecuencia de esto, aparecen secuencias que reflejan momentos de extrema incomodidad, humillación y crisis individual y de pareja. La incomodidad es reforzada a través del recurso de planos largos, de la utilización de silencios y de la presencia de un tercero como testigo, con quien el espectador puede sentirse identificado en más de una ocasión. Son pocos los personajes que tienen presencia en cámara además de la familia, pero la elección de la pareja de amigos recién enamorados, encarna un contraste perfecto con el de Tomás y Ebba, generando un efecto cómico muy bien logrado en la secuencia en la que estos se juntan a cenar. Tampoco podemos dejar de mencionar la compenetración del espectador con el espacio, gracias a una estética brillante, que en compañía de la música y la presencia de los penetrantes efectos de sonido, (las botas, el roce de los esquís con la nieve, el teleférico, etc) contribuyen a la creación del clima intenso que su director Ruben Östlund busca conseguir. Solo queda por agregar, que en la búsqueda por encontrar films innovadores, Force Majeure: La traición del instinto sale airosa, ofreciéndonos un cine inquietante y repleto de matices.
Harry Potter se enamora... Con una historia sencillita pero bien ejecutada, la comedia indie canadiense Sólo amigos? (What if, 2013) se esmera en responder la siguiente pregunta cosmo: ¿Existe la amistad entre el hombre y la mujer? Aquí, el film consigue diferenciarse de otros miles de bodrios del estilo, al utilizar una estética indie visualmente encantadora, y evitar caer en lugares comunes, (aunque en más de una ocasión pega en el palo). Wallace (Daniel Radcliffe, más conocido como Harry Potter) es un estudiante de medicina a quien acaban de romperle el corazón y que abandonó sus estudios para remplazarlos por un trabajo que detesta. Chantry (Zoe Kazan) es animadora gráfica y está en pareja desde hace más de cinco años con Ben (Rafe Spall). Cuando un amigo en común los presenta en una fiesta, ambos tomarán la decisión de empezar una amistad, que por supuesto, no será del todo sincera. En este tipo de películas, en donde un tercero intenta de algún modo romper una relación ya consolidada, el novio suele caracterizarse por ser un sujeto abominable y machista, y el “amigo” se beneficia al encontrarlos en medio de una crisis de pareja (podemos citar el caso de Bradley Cooper en Los Rompebodas por ejemplo), pero en Sólo amigos?, Ben es un hombre común y corriente y su relación con Chantry se muestra sólida, sin encontronazos ni conflictos de ningún tipo, dando a entender que Wallace no tendrá una tarea fácil por delante. Como mencionábamos antes, hay momentos en donde la película pareciera estar a punto de caer en el estereotipo (como en la escena en donde Wallace hace su discurso como Best man, o cuando acompaña a Chantry a buscar un vestido sexy), pero para nuestra sorpresa nunca llega a caer en él, tratando de buscar un escape un poco más original a lo que el espectador podría esperar de las dos situaciones enunciadas: en el primer caso, la vergonzosa declaración de amor en público, y en el segundo, el típico momento de perplejidad del protagonista ante la belleza de la chica. Quizás ella es un poco demasiado dulce y un poco demasiado inocente, y por momentos Wallace deja de ser divertido para hacerse el divertido, pero más allá de esto, la química entre ambos funciona, logrando buenos momentos que van acompañados de un guión en posesión de algunos diálogos y escenas divertidas. Otra característica a destacar, es la infaltable presencia de los mejores amigos que aconsejan, y que en este caso es muy acertada gracias a sus intérpretes, Megan Park (Charlie Bartlett), Mckenzie Davis (Las novias de mis amigos) y Adam Driver (Girls, TV show). Es indiscutible que la hermana de Chantry y la pareja de recién casados, aportanlas secuencias más cómicas, en especial Adam, que si bien cumple exactamente el mismo rol que en la serie Girls, a nadie le importa, ya que este es sin dudarlo, uno de los personajes más extravagantes y divertidos de la TV, y genera un contraste muy simpático con el introvertido de Wallace. En fin, Sólo amigos? lejos está de ser la película del año, pero para quienes disfrutan de las comedias románticas dulzonas, esta cumplirá las expectativas e incluso aportará algo nuevo a la mesa.
Iron Man regresa Conocido por su inclinación hacia las comedias, David Dobkin (Los Rompebodas) nos presenta una nueva propuesta que lo introduce en el universo dramático, sin dejar de lado el tono cómico que lo caracteriza, principalmente a través de los gags verbales del personaje de Iron Man… digo de Hank. Hank Palmer (Robert Downey Jr.) es un abogado exitoso que debe regresar a su ciudad natal en Indiana solo para descubrir que su padre, el juez Joseph Palmer (Robert Duvall) es el primer sospechoso de un crimen. La primera impresión que genera El juez (The judge, 2014) es que posiblemente vamos a encontrarnos con otra de ESAS películas: Personaje exitoso que abandona su pueblo natal para tener que regresar por X motivo, X años después y revolver asuntos de un pasado que tanto tiempo le llevó dejar atrás. ¿Cuántas veces nos encontramos ante esta premisa? Miles, las mediocres No me olvides (Sweet home Alabama,2002) y Todo sucede en Elizabethtown (ElizabethTown, 2005), forman parte de algunos ejemplos de comedias predecibles que siguen este tipo de argumento. En este caso, el film presenta un giro inesperado: El respetado juez se ve envuelto en un crimen que no recuerda haber cometido, y será el trabajo de Hank defender a su padre y descubrir la verdad sobre los hechos. Lo interesante es que se manejan dos líneas narrativas: por un lado la historia familiar y por el otro, la del enigma policial que se teje en torno al delito y a distintas preguntas que se irán respondiendo principalmente en la instancia del juicio. Como punto en contra, en vez de concentrarse única y exclusivamente en la relación deteriorada de padre e hijo, también se le da un lugar a la ex novia de Hank (la desaprovechada Vera Farmiga). Una historia que resulta completamente innecesaria y que inclina al film para el lado del culebrón. Por otro lado, no podemos dejar pasar que Robert Downey Jr. y Robert Duvall no logran salir de su zona confort, y tampoco nadie les brinda esta posibilidad, claro: En el caso del primero, se trata de un Iron Man sin traje, pero igual de exitoso, canchero y millonario que el reconocido personaje de Marvel, y con Duvall, nos encontramos ante el necio y sencillo hombre de pueblo que ya le vimos interpretar en tantas otras ocasiones. De todos modos, logran destacarse en ambos roles, porque se trata de dos actorazos, cuyos personajes tienen como denominador común la “coraza” que forman y que en primera instancia parece inquebrantable, pero por la que es posible entrar y dar como resultado a dos hombres que en el fondo… son puro corazón. En fin, que tiene sus clichés los tiene, que tiene dos actores que no van a ofrecer fórmulas nuevas también, pero más allá de estos detalles, El juez no deja de ser un film que se destaca por algunos muy buenos momentos y con una seguidilla de giros dramáticos no del todos predecibles.
Un cuervo de mascota Ganadora del Festival Bafici 2012 (Mención especial) y del Oso de Oro en Berlín (Mejor ópera prima), Aprendiendo a volar (Kauwboy, 2012) nos transporta al mundo de un niño de diez años y su amistad con una cría de cuervo. Jojo (Rick Lens), un chico de diez años que intenta escapar de su solitaria niñez debido a la poca atención que le presta su padre y a una madre ausente (de gira con su banda en Estados Unidos), entabla una amistad con una cría de cuervo, depositando en él su necesidad de crear una conexión con alguien. Luego de dar una rápida leída a la sinopsis, la mirada pre concebida de espectador antes de ver el film, podría inclinarse a que la película girará exclusivamente en torno a la relación in crescendo entre el niño y su cuervo, pero descubriremos para nuestra sorpresa, que la crianza del pájaro funciona como un escape de los problemas reales que Jojo vive en su casa, y de asuntos familiares con los que este prefiere no lidiar y guardar en su interior. Ronald, el padre de jojo (Loek Peters), se construye como un personaje esencial en el film, ya que, si bien se introduce como una ausencia en las primeras escenas (durante los primeros 15 minutos solo lo vemos desde su auto cada vez que se dirige o regresa del trabajo), y de a poco se irá materializando y convirtiendo en un personaje cada vez más enigmático e interesante. Sabemos que uno de los conflictos del film tendrá que ver con la aversión de su Ronald hacia los animales, tema que Jojo menciona desde el primer momento a través de la frase: “Mi padre dice que los animales y las plantas pertenecen al exterior”, pero de a poco se descubrirá el verdadero conflicto, mucho más enriquecedor que el simple ocultamiento del cuervo a su padre. La estética del film, a través de planos cerrados y del bellísimo recurso que utiliza el director (congelar las imágenes para hacerlas perdurar unos segundos más en el tiempo) y la calidez de la música folk de Ricky Koole que acompaña a nuestro personaje en distintos momentos claves de la historia, solo puede definirse como exquisita. Y si a esto le sumamos el punto de vista puesto en la inocente mirada de Jojo, y su creciente amistad con una amiga que busca reflejar el naif “primer amor”, nos dará como resultado a una película caracterizada por un relato fresco y sencillo, y que consigue con éxito evitar los golpes bajos que se destacan en algunos films hollywoodenses del estilo, como ocurre con Siempre a su lado (Hachiko 2009) o Marley y yo (Marley and Me, 2008).
Olvidada y recordada En el documental que gira en torno a la creación de una red de prostitución a comienzos del siglo XX en Argentina, Walter Tejblum no solo ocupa el rol de director, sino que además es quien encabeza la investigación para conocer más sobre una historia tan enigmática como interesante. Malka es una joven que, traída desde Europa mediante engaños, es metida en una de redes de prostitución más grandes y singulares de nuestro país: La Zwi Migdal. El film narra la investigación que hay detrás de este personaje olvidado por la comunidad judía. El género documental debería esmerarse siempre en lograr el objetivo de descubrir y trasmitir nuevas historias y Malka, en este sentido cumple a la perfección, describiendo un relato novedoso en donde a pesar de que ella esté ausente, se materializa a través de la mirada de los otros. Hasta aquí todo bien, pero está claro que su director optó por priorizar el desarrollo del contenido del film, y olvidarse de que, más allá de que el documental se caracteriza por una estética desprolija, esto no significa que no haya que poner también empeño sobre el aspecto técnico y que siempre se toma una decisión estética, que en este caso, no termina de definirse en ningún momento. Por ejemplo: El documental busca remarcar que nos encontramos ante una investigación policial y que como tal, se recorrerán diversos lugares en busca de más pistas y respuestas. Se entiende entonces que se nos muestren algunas secuencias en donde vemos a Walter caminando hacia su próximo destino, pero la reiteración hasta el hartazgo de estas escenas, simplemente no aportan nada nuevo a la trama y generan una sensación de Deja vu . Sin embargo el error más grave en este aspecto, aparece en la decisión de evitar los títulos que se encargan de identificar a cada entrevistado, ya que a pesar de que algunos de ellos revelan su identidad al comienzo o durante la conversación, esta ausencia es molesta, y no se termina de comprender la decisión de haber eliminado uno de los recursos más esenciales del género. En los 65’ minutos de duración, se logran pláticas interesantes, a pesar del reto que implica buscar personas aún vivas que recuerden o puedan aportar información valiosa sobre una organización extinguida ya hace tanto tiempo. Incluso aunque algunas de las preguntas que el director expone no sean respondidas, se manifiesta con éxito la enseñanza que el director busca dejarle al espectador sobre la doble moral que yace en cada uno de nosotros.
Felices por siempre Producida por Oprah Winfrey y Steven Spielberg, Un viaje de diez metros (The hundreed foot journey, 2014), podría ser una de esas películas con moraleja que vemos en el programa conducido por Virginia Lago, Historias del Corazón. Hassamkadam (Manish Dayal) es un inocente cocinero con un talento innato para el arte culinario que debe exiliarse de su India Natal junto a su familia. Las vueltas de la vida los traen a la pintoresca aldea francesa De Saint Antonin Noble- Val en donde deciden abrir su propio restaurante Hindú. El problema surge cuando descubren que frente a su propiedad se encuentra el prestigioso restó Francés de MadamMallory (Helen Mirren), y no pasará mucho tiempo hasta que ambos restaurantes se declaren la guerra. “El hogar está en donde esté la familia” y “Hay que cocinar con el corazón”, son algunas de las enseñanzas que el director Lasse Hallström insiste en dejarnos. Y claro, en contraste con la cocina tradicional y en diminutas porciones que ofrece Madam Mallory, la comida hindú del restaurante Maisón Mumbai, es familiar, ofrece porciones gigantescas y no siempre sigue una receta. A pesar de mantener estilos completamente distintos , ambos restaurantes empiezan a competir entre sí para ver quien consigue traer mas gente y quien cocina la mejor comida de la aldea. Madam Mallory, tan refinada ella, tan tradicional, y el jefe de la familia, Papá (Om Puri) que encarna su extremo opuesto, tienen algunas de las discusiones más divertidas cuando se esmeran en presentar ridículas propuestas al gobernador del pueblo para acabar con su contrincante, pero, como ya todos podemos anticipar, aquí se pondrá en práctica el trillado dicho que dice que del odio al amor…hay un solo paso. Para nuestra sopresa, en un determinado momento, se abandona bruscamente la línea narrativa establecida, para concentrarse en las ambiciones personales del joven Hassam y en su deseo (que jamás había expresado ni sugerido hasta que el film lo propone arbitrariamente) de convertirse en el mejor chef del mundo. En fin, más allá de todo esto, hay que admitir que los films culinarios (Chocolate, El chef, Ratatouille, y tantos otros) se caracterizan por su encanto desde lo estético, y esta no será una excepción. La mezcla deliciosa de sabores y preparaciones culinarias, algunas hindúes y otras de la frenchcuisine sumadas a la belleza del pequeño pueblo, generará una inevitable sensación agradable y logrará introducirnos exitosamente en el mundo culinario que sugiere. Un viaje de diez metros no le hace asco a ninguna moraleja empalagosa, pero todos podemos tener uno de esos días en donde necesitamos ver este tipo de films, en donde ya sabemos que al final los conflictos de todos se solucionarán y que vivirán felices comiendo… (en este caso no se trata de perdices) pero si de una de las especialidades de Hassam.
El interés de lo prohibido En el Malba se estrena un documental sobre la historia del periodista de investigación Rogelio Pajarito García Lupo, el cual posee los condimentos necesarios para convertirse en un retrato perfecto de este personaje, desconocido quizás por muchos. En la primer escena, Rogelio narra desde una voz en off, su primera aproximación con el periodismo con solo tres años, mientras observamos las imágenes de archivo del vuelo dirigible Graf Zeppelin, allá por el año 1934. A partir de este momento, se establecen las líneas narrativas principales del documental, que girarán en torno a la vida y anécdotas profesionales de una figura relevante en nuestro país, a través de esta profesión definida por el protagonista como “el mejor oficio del mundo”. El director del film (nada más y nada menos que su propio hijo Santiago García Isler), toma la acertadísima decisión de centrar la estructura del documental en la figura del pájaro: El ave define a nuestro protagonista, y se muestra presente desde el título, hasta en los fragmentos de animación (que además funcionan para brindarle mas dinamismo al relato), los segmentos en que está dividido, e incluso en los créditos finales, en donde aparecen algunos de sus colegas y amigos respondiendo a la pregunta de quién le puso este apodo y porqué. Una forma inteligente de encarar el documental ya que le otorga al director la posibilidad de retomar siempre el concepto central y evitar así un posible distanciamiento con la temática, el clásico “irse por las ramas”. Aquí volvemos siempre a la condición de “pájaro” que tiene el protagonista y a su capacidad de: “volar por todos lados, hasta por los rincones más oscuros” tal como señala uno de sus colegas. En fin, será muy difícil no encariñarse con un personaje que se abre al espectador por primera vez revelando frases memorables y algunas de las mejores anécdotas e historias de investigación del rubro.