El ocaso de Logan Logan es una conclusión, un hito y también una novedad excepcional. No es una típica película de superhéroes, sino la versión más adulta y cruda de tal vez el héroe (¿anti?) de historieta mejor adaptado en la historia del cine. Es un drama de acción que se sumerge en la distopía sin contemplaciones, despertando emociones inusuales para el género. Al tiempo que completa y consolida a XMEN como la mejor saga de superhéroes de la pantalla grande, Logan también hace historia. Es una película visceral, oscura y explícita, que impacta y deprime en dosis iguales. Es sinceramente superlativo el trabajo de Mangold, quien hace entrega de una bestia cinematográfica que destila sangre, sudor y lágrimas a ritmo de western y con ribetes de thriller, sin ningún tipo de contemplación hacia la audiencia. Técnicamente, es una cinta brillante tanto en lo fotográfico como a nivel edición, con grandes escenas entre las cuales una se destaca en particular, dejando el sello indeleble de su director. Narrativamente, Logan también está muy por encima del promedio en su género y consta de un guión bien esquematizado, personajes vivos y una trama muy bien ideada. Mangold entra en el salón de la fama del cine de superhéroes, con una propuesta única y difícil de superar, que sube la vara en el género hacia una altura insospechable. Marvel, una vez más, ha sabido tomar riesgo y logra despedir a un personaje icónico con quizás la mejor película del estudio a la fecha. Imperdible.
La última pavada de Shyamalan. A M. Night Shyamalan una vez se le cayó una buena idea con Sexto Sentido (para mi gusto, mal ejecutada) y luego nunca más pudo recuperar el rumbo. Lamentablemente, Split no es una reversión de esa tendencia, sino más bien una confirmación. La fórmula continúa siendo la misma. Las películas de Shyamalan se construyen sobre bases sólidas de misterio y apelan al suspenso como hilo conductor, pero en el trámite de iniciar la conclusión derrapan narrativamente y giran hacia el absurdo, en el mejor de los casos. Es difícil entender los motivos por los cuales el director continúa esforzándose en sorprender al espectador con giros radicales e insensatos, pero evidentemente es más fuerte que él. Esta necesidad impetuosa de impacto genera un alto contraste en la percepción de una historia que, en el caso de Split, comienza como una interesante y adulta propuesta y termina siendo una pavada sobrenatural, que podría haber sido escrita por un pre adolescente. El cine de Shyamalan no es serio ni armonioso; es eternamente ensayístico y banal. Lo único bueno de Split es la gran interpretación de McAvoy y nada más. Todo lo demás es vergüenza ajena, como pocas veces uno la experimenta en el cine.
El drama insensible La tragedia individual genera condescendencia y solidaridad colectiva, tanto en la vida como en el cine. Ése es el único argumento que encuentro para justificar el éxito indiscutible de Manchester by the Sea, una película que, para mi gusto, fracasa en sensibilizar a la audiencia. Lo bueno de la cinta radica en el relato. La historia, esquemáticamente, está muy bien estructurada, aunque se cuente con una inmensidad de licencias narrativas. Podría decir, de hecho, que le sobran 40 minutos, dada la enorme cantidad de planos muertos y el constante abuso de la pausa. En lo demás, este es un drama insensible, que carece de sustancia más allá de los trágicos hechos. Los personajes son acartonados y superficiales, los diálogos básicos y las situaciones completamente anodinas. Como resultado, en más de dos horas de película hubo apenas 5 o 10 minutos que lograron emocionarme y luego simplemente me aburrí. Yo creo que la contundencia en un drama se alcanza a través de buenos diálogos o a través de imágenes bien concebidas. Manchester by the Sea, a mi criterio, carece de ambos, lo que la convierte en otro de los grandes misterios de la historia del cine, al menos en cuanto a su notoria celebridad…
Mitología asesina… Los primeros 20 minutos de John Wick 2 no son una introducción, sino más bien un epílogo; la rimbombante conclusión de una primera entrega que impactaba cinematográficamente, pero que decepcionaba en lo argumental. Entre piñas, patadas y tiros, se sepultan las motivaciones banales e inverosímiles que supo tener el protagonista y surge una leyenda. El hombre de la bolsa regresa en un capítulo más intimista y complejo, sin resignar el entretenimiento. Ya no es por un perro ni por un auto. John Wick 2, sin tener una trama sofisticada, logra explorar un universo ficcional sumamente interesante, gracias a un guion bien elaborado que apuesta por personajes enigmáticos y conflictos bien presentados. Narrativamente, hay años luz de distancia entre esta película y su predecesora, pero no así en la dirección de las escenas de acción, donde Chad Stahelski deja en claro que en apenas unos pocos años se ha convertido en uno de los mejores cineastas en el género, junto con los hermanos Russo. John Wick 2 repite todo lo bueno de su capítulo presentación y modifica lo que no funcionaba. Como resultado, esta secuela es una exquisita y adrenalínica incursión en el submundo de los asesinos a sueldo, que logra crear una mitología e instalar como epicentro de ésta a su inexpresivo pero magnético protagonista. Para divertirse sin culpa.
Neo western antropológico Hell or High Water no es el típico western moderno, sino más bien una excusa para examinar minuciosamente a un sector de la sociedad norteamericana. En ese sentido es una película profunda e interesante, pero no extraordinaria. De hecho, y muy a pesar de que la crítica en general la haya aclamado, lo único extraordinario acerca de esta propuesta es su gran reparto. La voracidad financiera, el racismo y la violencia (en especial, el libertinaje en el uso de armas de fuego) son temas comunes en el trámite narrativo. Hell or High Water posee alguna que otra buena escena de acción, pero su compromiso no es el entretenimiento sino una mirada introspectiva dentro de la sociedad texana contemporánea. El resultado no es malo, pero se encasilla dentro de esas películas en las que el hilo conductor carece de contundencia. Más allá de su evidente costado antropológico, como ficción, Hell or High Water apenas cumple gracias a sus excelentes protagonistas y a una cinematografía correcta. Es una propuesta interesante desde lo temático, pero narrativamente estéril.
La obra maestra que no fue Las películas de Ben Affleck se han caracterizado por ser simples a nivel narrativo. Buenas historias, con buenos personajes, pero siempre con hilos argumentales fáciles de seguir. Live by Night, de alguna manera, se aleja de ese estilo e intenta incursionar en una trama compleja, con múltiples aristas y plagada de personajes. El resultado no es malo, pero sin dudas ésta es la propuesta más débil que hasta ahora ha estrenado el director. La virtud más evidente de Live by Night se encuentra en su cinematografía y en su capacidad de sorprender al espectador con grandes escenas de acción y tomas elocuentes. Quizás sea, de hecho, la mejor obra de Affleck en cuanto a lo técnico, quien demuestra su enorme capacidad de dirección y su involucramiento en todas las etapas de la producción, desde las cámaras hasta la sala edición. Sin embargo, el problema esta vez radica en el guión. El director tal vez haya pecado de ambicioso a la hora de contar una historia con demasiadas bifurcaciones argumentales y, en su intento de abarcarlo todo, termina empaquetando una historia caótica y resuelta a los apurones. Live by Night brilla por momentos y siempre entretiene, pero su acelerado ritmo y barroquismo narrativo impiden que la historia alcance profundidad. La ansiedad de filmar una obra maestra en el cine de gangsters a Affleck le terminó jugando en contra. Es una buena película, pero lejos está de destacarse.
Casablanca cantada y bailada Considerar a La La Land apenas un musical sería minimizarla. Por supuesto que ése es el género predominante de la cinta, pero el ritmo en sus escenas no es fin, sino medio; una entretenida e impactante forma de contar una historia de amor genuina, con la que más de un espectador podría verse identificado. Técnicamente, La La Land es sublime. Gran parte del filme está dirigido en planos secuencia con cámaras en movimiento, a veces con muchos bailarines en escena. La dimensión del trabajo y la coordinación que exige filmar múltiples coreografías en plano secuencia es sinceramente inimaginable, y es por eso que la película impacta sensorialmente: el trabajo de dirección es realmente insuperable. Pero lo técnico no es lo único brillante de la propuesta, que apela a una vieja y conocida receta argumental hollywoodense y la recicla de la mejor manera posible. Más allá de las diferencias de género y estilo, las reminiscencias de Casablanca subyacen en una trama coral, entretenida y en ocasiones triste, que se mira, se escucha y también se siente. Desde Moulan Rouge que el cine no brindaba una propuesta musical tan lírica como La La Land. Es una película para divertirse, reír y llorar, con 5 minutos finales que quizás califiquen como uno de los fragmentos más elocuentes de la historia del cine. Una clase de cine magistral e imperdible.
Los espías amantes Allied no fue del todo bien recibida por la crítica, quizás por ser una pieza que no aporta demasiada novedad ni sustancia al cine contemporáneo. La cinta es, sin embargo, otra clase magistral de cine por parte de Zemeckis, quien entretiene a su audiencia con una muy buena historia de espías. Ambientada en la segunda guerra mundial, Allied no tiene tiempos muertos en materia narrativa. Es una propuesta ágil, que introduce a sus protagonistas de inmediato y avanza sobre la historia a paso acelerado. En ese trayecto, el director incursiona en múltiples géneros, logrando una alquimia fílmica verdaderamente efectiva, a veces opacada por la poco inspirada actuación de Brad Pitt, pero siempre rescatada por la habilidad cinematográfica de un director que maneja las cámaras y la edición como pocos en la historia de la industria. Con acción, aventuras, suspenso y romance, Allied es una sólida y bien balanceada propuesta en el universo del espionaje. Probablemente no sea nada nuevo, pero como entretenimiento está muy por encima del promedio en su género.
Como Pearl Harbour, pero buena y verídica Luego de una década de ausencia y una seguidilla ininterrumpida de escándalos personales, Mel Gibson volvió a ponerse detrás de cámara para dar prueba de que su talento para la dirección continúa intacto. Hacksaw Ridge, sin miedo a equivocarme, es quizás una de las mejores películas de guerra de la historia del cine junto a Rescatando al soldado Ryan y La caída del Halcón Negro. Con la mirada explícita que lo caracteriza, Gibson hace que la guerra cobre vida en los sentidos del espectador. De la mitad del filme para adelante, Hacksaw Ridge es una experiencia cruda e inmersiva, que retrata la ferocidad de los hechos acaecidos de modo inigualable, sin descuidar el costado narrativo de la propuesta. Y es que, más allá de la sangre, las explosiones y las vísceras surcando la pantalla, la película cuenta una historia verídica con una sensibilidad inaudita, logrando una rarísima y muy difícil alquimia en el cine: contar una historia de amor, coraje y valores personales sin resignar contundencia visual. Si Mel Gibson pudiera contener sus emociones y encarrilarse, no me caben dudas que está llamado a ser uno de los mejores directores de todos los tiempos. Talento le sobra y tiempo aún tiene. Dios quiera que nos siga deleitando con propuestas como esta.
La génesis de la esperanza Los fanáticos de Star Wars todavía le están agradeciendo a Mickey Mouse, luego de que Disney decidiera rescatar la saga del nefasto destino que le auguraba George Lucas, su venido a menos creador. Rogue 1 no sólo es un fantástico aporte al universo en cuestión, sino quizás una de las mejores entregas desde la trilogía original. Con un tono más adulto y personajes bien definidos, el prólogo de “A new hope” está a la altura de las expectativas más exigentes desde todo punto de vista. El relato está bien construido, con una historia simple pero perfectamente liderada por sus protagonistas, quienes saben acaparar la atención de la audiencia. En lo visual no hay mucho para decir; Rogue 1 es una película que respeta los cánones de dirección característicos de las antiguas Star Wars, así como lo hizo Abrams en episodio VII. Esta historia alternativa al universo de Lucas entusiasma porque no es una película hecha con intenciones meramente comerciales, sino con un clarísimo compromiso narrativo para con todos los fans de la saga. Se destaca, sobre todo, por la excelente composición de sus personajes y por el modo en que encaja perfectamente en la trama troncal. Bien pensada, bien escrita y bien ejecutada, Rogue 1 es sin dudas un capítulo indispensable en la saga de ciencia ficción más célebre de la historia del cine.