Vulnerables *** J (Leonardo Sbaraglia) sale quebrado de su sesión de terapia. Se reencuentra fortuitamente con su viejo amigo E (Eduard Fernandez) y cada uno desnudará lo ocurrido en esos años, tanto como cada uno pueda. *** S (Javier Cámara) lleva a su hijo a la casa de su ex, Elena (Clara Segura). La percibe radiante y cree que es el momento para confesarle algo que viene rondando en su cabeza hace ya algún tiempo. *** G (Ricardo Darín) sigue a su mujer a la salida del trabajo. Finalmente ratifica que entró al departamento del que supone que es su amante. En la plaza, mientras espera, L (Luis Tosar) pasea a su perro y entablan un diálogo azaroso ... o no tanto. *** P (Eduardo Noriega) después de un típico festejo y brindis dentro de la oficina hace lo imposible por llamar la atención de M (Candela Peña). No sabe cómo abordarla pero siente que es el día en que tiene que animarse. *** Dos parejas amigas van a un festejo en la casa de un amigo en común. Maria (Leonor Watling) le ofrece a A (Alberto San Juan) llevarlo en su coche, mientras casi "en cruzado" su marido (Jordi Mollá) se encuentra en la vinería con la mujer de A, Sara (Cayetana Guillén Cuervo). Ambas mujeres saben mucho más de lo que sus maridos se han contado entre ellos. Ya que tanto alardean de hablar de cosas importantes, será el momento en que estos hombres tengan que profundizar un poco más? ¿Qué tienen en común todas estas pequeñas historias? Que son las cinco historias que ha elegido el director catalán Cesc Gay para conformar "Una pistola en cada mano", una mirada a la masculinidad, ya pasados los 40 -lejos- y abordar sin pudor todos sus conflictos, sus dudas, sus inseguridades, los prejuicios y sus zonas más oscuras. Y lo hace como siempre, presentando las situaciones con suma naturalidad, con diálogos frescos donde nada suena impostado -como en tantos otros guiones donde se ponen a declamar una filosofía de la crisis de los cuarenta- y sobre todo, regándolos de muchísimo humor, no exento de ironía y de esa amargura típica de hombres en crisis. Cesc Gay indudablemente sabe muy bien de qué está hablando, y esa complicidad de él con sus personajes, se transmite fuera de la pantalla y lo ayuda a escaparse de cualquier convencionalismo: sus personajes ni hablan de fútbol, ni de cómo levantar mujeres, ni de lo que el imaginario popular supone. Hablan de sus sentimientos, se desnudan, se exponen y es allí donde hacen la diferencia. Todos los personajes masculinos de "Una pistola en cada mano" están Cesc Gay sabe retratar en forma brillante y meticulosa. fracturados, vulnerables, rompiendo absolutamente los arquetipos del hombre que no se quiebra, que no llora, que tiene que ser fuerte. Justamente en uno de los episodios, los protagonistas intentan recordar el nombre de ese actor duro, con una fuerte presencia... y les cuesta encontrarlo hasta que John Wayne aparece, irrumpiendo como una figura totalmente contrapuesta a todos estos antihéroes, que Si en "Krampack" habia logrado mostrarnos una historia típica de adolescentes en plena ebullición y crecimiento, ya en "En la ciudad" y "Ficción" abordó el universo de personajes ya pasado los treinta y pico. Y mucho más maduro y con un guión que podía ser leído en diferentes capas, que ingeniosamente había que ir demudando poco a poco, logró convertirse definitivamente con "V.O.S." en una de las figuras más interesantes del cine español actual, con un estilo diferente, más independiente, más cercano al cine de Ventura Pons, los primeros trabajos de Alex de la Iglesia o de Alejandro Amenabar. "Una pistola en cada mano" lo encuentra como un contador de historias consolidado, que sabe en pocos minutos llegar a comunicarnos directamente el centro de estas historias tan complejas para sus protagonistas. Como siempre sucede, en un film de episodios (por más que luego tengan un lugar en donde se comuniquen, que tampoco interesa demasiado a la trama) habrá historias que gusten más y otras que parezcan menos elaboradas. Pero todas ellas tienen este perfil de hombres que no saben como comunicarse, temerosos de tomar las riendas de algunas situaciones, que no pueden enfrentar algunos cambios, que luchan por dejar atrás lo que no fue, que temen aceptarse y asumirse tal cual son. Y no hay mejor dream team actoral que el que ha sabido conformar y con el que puede potenciar sus diálogos con personajes que cada uno de sus actores ha modelado amorosamente. Tan sólo en una pequeña situación que se presenta, pueden lograr mostrar con todo su oficio y transmitir lo que les pasa tan sólo con un pequeño gesto, en una mirada, comunicarnos todo con sólo un abrazo, un silencio, una sutil reacción frente a la palabra del otro. El elenco masculino es compacto, sin fisuras, todos ellos y cada uno en su rol, entregan una composición acertada y puntillosamente trabajada. En particular Javier Cámara en su episodio y la dupla Ricardo Darin-Luis Tosar me parecieron las actuaciones más llamativas del equipo y la de Eduard Fernandez (quien ha logrado también el premio de la Asociación Española de Actores y el Premio Gaudi) que es quien mejor imprime ese registro vulnerable y herido que recorre también todos los relatos. Candela Peña (que ha logrado el Goya a la mejor actriz de reparto) está absolutamente deliciosa y se lanza a jugar con un papel que la muestra espontánea y desenfadada y hay un buen tandem en Leonor Watling y Cayetana Guillén Cuervo en el episodio final. Para los amantes de esas películas con diálogos inteligentes, que actúan como un espejo cargado de sinceridad, esas que muestran a sus personajes como en la vida misma, sin grandilocuencias ni pretenciones, sino en la cotidianeidad de sus historias, no se pierdan "Una pistola en cada mano", otra pequeña gran película de Cesc Gay.
Chris Sanders, quien ya ha creado para la factoría Dreamworks una de las mejores películas del estudio (fuera de las sagas de "Shrek" y "Madagascar" que han tenido en su trayectoria una calidad discimil) que fue "Cómo entrenar a su dragón", había revisado en esa joyita los vínculos padres-hijos en plena era medieval. En ese caso, el hijo no podía seguir puntualmente los mandatos paternos y buscaba, con su estilo propio y alejado de todo estigma familiar, su camino personal, logrando finalmente la aceptación paterna a pesar de las diferencias. En ese mismo camino, “Los Croods” plantea los vínculos intrafamiliares dentro de una familia prehistórica. Se presenta rápidamente la típica familia conformada por el padre, la madre y tres hermanos (la mayor que es Eep, el más alineado con el padre pero con pocas neuronas funcionando a su favor Thunk y la más pequeña y feroz de la pandilla Sandy, dulcemente primitiva) ... y el guión acierta rotundamente con el agregado del personaje de la suegra del protagonista (genial en absolutamente todas sus intervenciones, un personaje lleno de color y humor!) y alguna que otra mascota. Papá Grug, ese pater familia prehistórico, sigue aferrado a la cueva y a sus estrictos principios. Tanto la cueva como las reglas que maneja significan para él y dentro de su ley familiar, el punto fundamental de la protección ante el peligro exterior. Su seguridad. Sus reglas son claras, contundentes, precisas y la absolutamente básica e innegocialbe es que no hay que salir de la cueva por nada del mundo, excepto que él de la orden y sea el día que salen a cazar para alimentarse (la escena de la caza participando toda la familia es una de las más divertidas del filme). Ya desde el inicio, los directores desgranan una narración fluida, divertida, con personajes bien definidos llenos de humor, demostrando su gran oficio habiendo participado en el armado del guión de varios productos Disney como "El rey león" "Alladin" o "Lilo & Stitch" (Sanders) y el toque de humor delirante e irreverente que aporta John Cleese, participante del histórico Monty Python y la recordada "Los enredos de Wanda". A tres manos, los guionistas tejen una historia con esta familia prehistórica en el centro que ve en el "elemento" externo a la familia (el jóven Guy con la voz de Ryan Reynolds) como las reglas impuestas por el padre se ven en peligro, cuestionadas, poniendo el acento en el miedo a los cambios pero también en lo necesario del cambio para seguir adelante, un hermoso mensaje en particular, para la platea menuda. Las jóvenes generaciones, el adaptarse a los cambios, los nuevos paradigmas, la rebeldía adolescente y la búsqueda de una identidad son algunos de los elementos que los guionistas, sin perder en ningún momento el buen humor y el tono de comedia, hacen girar en torno a esta familia paleozoica. Otros de los puntos fuertes de la historia es haber construido ese clan familiar que se supone habrá sido uno de las primeros de la tierra, pero que guarda elementos en común con cualquier familia de hoy en dia... y eso la hace doblemente entretenida porque actúa como espejo en el que nos hace ver reflejados en esos seres que parecieran tan distantes a nuestras costumbres y que sin embargo son tan reconocibles en cualquiera de nosotros. No solamente tiene un guión descollante de situaciones divertidas, con gags que hacen soltar la carcajada tanto a la platea infantil como a los adultos, sino que "Los Croods" se apoya además en una excelente factura técnica, con un diseño de paisajes sumamente elaborado que hasta refieren al "Avatar" de Cameron por su delicada construcción y por su concepto innovador. El perfeccionismo del grupo de animadores hacen que las escenas de acción más vertiginosas se asemejan a una película con actores de carne y hueso: sorprendente!. Una apuesta fuerte de Dreamworks dentro del terreno de la animación que ya se presenta como uno de los éxitos más sólidos de la temporada, ideal para agradarle a todos los públicos con un enfoque original, creativo y con mucho pero mucho pero mucho humor. Para reir y disfrutar con toda la familia.
Hace pocas semanas, Stephen Soderbergh estrenó en las carteleras porteñas su película anterior "Magic Mike" y realmente se lo veía completamente desorientado. Quien hace ya más de 20 años, habá revolucionado el cine independiente americano con "Sexo, mentiras y video", con una mirada diferente, completamente innovadora, parecía haber perdido la brújula ya que su estreno anterior "La Traición" ("Haywire") estaba filmada como un homenaje a las películas clase "B" pero jamás se dilucidaba si era un homenaje o si realmente Soderbergh no había logrado su cometido y se quedaba a mitad de camino en una película completamente fallida no sólo desde el guión si no con actuaciones sumamente desparejas. Con "Efectos Colaterales" agredecemos que ha vuelto lo mejor de Soderbergh en pantalla. El mismo pulso intenso y violento que en "Vengar la sangre" con un Terence Stamp memorable, con mucho del relato a varias voces de "Traffic" y con el sentido del espectáculo que demostró con la saga de "La gran estafa" hace que tome las riendas de un thriller con muchas vueltas de tuerca y que no se queda solamente en eso sino que aprovecha para poner en tela de juicio el negocio de la industria farmacéutica y los entretelones del lanzamiento de los nuevos medicamentos pese a sus efectos secundarios. Quizás no valga la pena contar demasiado de lo que plantea la trama porque es muchísimo más interesante enfrentarse a este nuevo film sin demasiados datos. Sólo contar que Emily (Rooney Mara) se reúne con su esposo después de su salida de prisión. Lo que debiese ser un momento de felicidad para la pareja, se ve resquebrajado con la severa depresión de Emily, quien ha llegado incluso, a tener episodios de intento de suicidio. El psiquiatra Jonathan Banks (Jude Law) se cruzará en su camino prescribiendo una medicación llamada Ablixa, de última moda y con una fuerte imposición en el mercado, más allá de que la campaña publicitaria jamás previene de las contraindicaciones y los efectos secundarios que puede tener este medicamento en los pacientes, porque en ese caso, se acabaría el negocio. Lo que al principio parece ser la pastilla que va a volver a hacer de Emily la mujer que su marido siempre conoció, apenas transcurrido un tiempo, hará notar sus efectos nocivos y hará que Emily se vea envuelta en un episodio criminal que le cambiará la vida por completo. Contar un poco más sería arruinar los repliegues con los que Soderberg vuelve a construir un relato absolutamente atrapante y sobre los que puede volver a trabajar el tema de la parcialidad en las miradas. Muchos de los elementos que se van despertando en la trama tienen relación con volver a mirar de una manera diferente algo que estaba escondido en la superficie o en un primer momento. Que no siempre lo que se ve es absolutamente cierto, ni que aún visto, uno haya interpretado realmente lo que estaba sucediendo. La obsesión que envuelve a Banks por el caso de Emily hace que indague, explore, revea, revise ciertas situaciones que han ocurrido con su paciente y encuentre en esa segunda mirada, un entramado absolutamente diferente. En ese juego de seducir al espectador con pistas nuevas, elementos de la trama que se redefinen y que toman un nuevo significado, Soderbergh sabe como acomodar las piezas para lograr que el ritmo de thriller se instale con éxito. Y sabe sacar provecho tanto de los puntos altos del guión de Scott Burns (con quien ya había trabajado en "Contagio" y quien fue también guionista de "Bourne: el ultimátum") como del excelente casting que ha logrado reunir para su nuevo film. Dentro del cuarteto principal del film Channing Tatum (con quien ya había trabajado en "Magic Mike" y en "La traición" que va camino a ser su actor fetiche de este momento) aporta corrección a ese hombre que sale de la cárcel después de tres años e intenta contener a su mujer que se encuentra atravesando problemas psiquiátricos. Rooney Mara (la misma que fuera nominada al Oscar por su papel en "Millenium: los hombres que no amaban a las mujeres") se pone en la piel de Emily y juega otro papel fuerte y complejo, lleno de matices. Nuevamente aprovecha su dualidad, jugando con su físico pequeño y su mirada inquietante y entrega otra actuación brillante, completamente necesaria para que la trama de "Efectos Colaterales" sea creíble y atrape. Jude Law y Catherine Zeta-Jones (quien también ya había trabajado con Soderbergh en "Traffic" y "La nueva gran estafa") jugarán los roles de su actual y su antigua psiquiatra respectivamente. Ellos serán quienes conjuntamente con Emily manejen el ritmo del film. Law y Zeta-Jones tienen contrapuntos perfectos y el guión les permite lucirse en ese juego de perseguidor-perseguido-perseguidor, lugares en los que se van encontrando de acuerdo a los elementos que la trama vaya mostrando. Rooney Mara, pieza central de "Efectos Colaterales" Jude Law logra que el espectador se ponga de su lado y lo acompañe en las distintas viscicitudes que va teniendo el caso de Emily con el que se ha apasionado. Esa paciente que un día ingresa en la guardia del hospital donde él trabaja y termina invadiendo su carrera y su vida personal de una forma absolutamente inesperada. Terminado el film (aún con alguna escena de más sobre el final subrayando la necesidad de cerrar la historia en forma demasiado "redonda") nos queda el sabor de habernos vuelto a encontrar con el mejor Soderbergh, ése que se extrañaba, el del buen entretenimiento sin dejar de lado una mirada crítica al mundo de la industria farmacéutica y sus negocios turbios, quien también sabe construir personajes complejos, con muchas capas, las que se pueden atravesar con distintas miradas, y en cada una de ellas descubrir algo nuevo. Y rendirnos a una nueva vuelta de tuerca, servida con el exquisito estilo Soderberg
Raquel es una empleada doméstica que lleva más de 20 años contratada por una misma familia... es "casi" de la familia. y ese casi es el que marca la diferencia. Ha visto crecer a sus hijos, ha ayudado activamente en su crianza , conoce todos los movimientos de la casa y por sobre todas las cosas, conoce palmo a palmo los secretos y los manejos familiares. Su delicado estado de salud y ciertos conflictos con la hija mayor de la familia, impulsan la contratación de una empleada más, para que refuerce sus servicios. En esta primer parte de la trama, con muy pocas palabras y una galería de gestos y miradas de una expresión y potencia increibles, Catalina Saavedra (Raquel) nos sumerge en las vivencias, frustraciones, sentimientos encontrados, rencores y celos que tiene con sus empleadores, una familia de clase media alta -con aires de burguesía, mucho de nuevos ricos y escalada social estrepitosa con delirios de grandeza- que hace todos los esfuerzos para que la mucama parezca "naturalmente" incluida en la familia. Aunque por otro lado, y tan subrayado como la ficticia inclusión de Raquel en el seno familiar, no pierden oportunidad de dejar bien claro cuál es el rol (social?) que juega cada uno de ellos. Raquel, luego, defenderá su medio de vida, su lugar, su trabajo de tantos años, intentando boicotear a su manera y de todas las formas que le sea posible, el trabajo de las empleadas que la familia contrate para ayudarla. Esa mínima "competencia" despierta en ella los sentimientos más oscuros, su parte más sombría, la instala en un lugar de poder que ella desconocía, pero que le brinda un adictivo placer apenas puede empezar a ejercerlo. Hasta que es el momento en que Lucy llega a la casa. Una sencilla muchacha de provincia que no repara demasiado en el comportamiento y las reacciones de su compañera de trabajo, le parece como natural su comportamiento. Es entonces que por el contrario, Lucy logra rápidamente entablar un buen vínculo con ella y será el disparador para que Raquel inicie una serie de cambios en su vida. Cambios profundos: una "visita" que viene a la casa para dejar huella, quizás no tanto en la familia como en la propia Raquel. El director de "La Nana", Sebastián Silva, logra ya sólo en la primer media hora situarnos claramente en la realidad social del Chile de hoy. Le bastan un puñado de escenas para transmitirnos con toda la profundidad y la complejidad necesarias, los sentimientos de Raquel, presa e inmersa en los "delirios" y las exigencias de una familia tipo de clase media alta, ya casi en decadencia y en el mundo de sus hijos adolescentes que se les torna inmanejable. Ante la aparición del personaje de Lucy, la película pierde su densa negrura -las cosas que les hace Raquel a las otras mucamas son realmente para un pequeño pero meticuloso análisis de la condición humana- para comenzar a mostrar un tono más amable, bordeando la comedia y empatizando más con lo que quizás el espectador quiera para la vida del personaje principal. Después de una extensísima carrera en los circuitos de los principales festivales del mundo y con cierta demora en llegar a la cartelera porteña, la Ganadora del Gran Premio del Jurado de Cine Internacional/Ficción, y del Premio Especial del Jurado a la Actuación de Catalina Saavedra en el Festival Sundance, "La Nana" se constituye en un ejemplo de un guión tan pequeño como interesante (como la uruguaya "Gigante") en la mirada minuciosa y cotidiana, donde los personajes dicen poco, no se trepan ni a diálogos discursivos ni a grandes construcciones de diálogos, pero que a su manera tienen muchísimo que contar y lo hacen a través de un lenguaje estrictamente cinematográfico. Catalina Saavedra en el papel de Raquel es el personaje clave, absolutamente excluyente para que "La Nana" realmente cumpla con lo que quiere contar. Ella sabe robarse la película ya desde su primer aparición y es notable su composición llena de detalles y de fuerza en sus miradas y en sus gestos. No se hubiese logrado el mismo impacto si ella no estuviese en pantalla. Su actuación es de un protagonismo absoluto y tiene la ductilidad de poderla percibir sincera, con repliegues y sutilezas, natural y encontrando la complejidad de su personaje, precisamente en lo simple. Es realmente una muy buena noticia que dentro de tantos tanques y películas nominadas al Oscar, se pueda rescatar dentro de la cartelera a un cine latinoamericano diferente a lo convencional, y con una historia para contar con muchos puntos de contacto -todos, podría decirse-, sirviéndonos de espejo de la sociedad en la que vivimos.
Propuesta indecente Hace algunos meses pudimos ver el enfoque de un grupo de gente de la tercera edad (seguramente alguien que lea va a odiar este encasillamiento, pero cómo decirlo?), ingleses todos ellos, que buscaban en un supuestamente exótico hotel en la India una forma de pasar su vejez de una forma diferente. Esa película deliciosa es "El exótico hotel Marigold" (Critica aquí) con un elenco realmente soñado. Ahora, un dreamcast con mayor aroma francés pone nuevamente en el ruedo casi el mismo tema, pero planteado desde un enfoque diferente, con una vuelta de tuerca quizás un poco más apuntada a sobrellevar con dignidad y en compañía de los amigos los achaques y las cosas que van apareciendo a medida que pasan los años. Comparten también en común, el foco principal de atracción del film que es indudablemente el elenco que ha logrado reunirse para tomarse con algo de humor casi autoreferencial, que ya son actores de una vasta trayectoria, actores de la tercera edad (ups, lo dije otra vez!) y sobre todo parece aún más interesante la inclusión dentro del grupo de Jane Fonda, no solamente por la sutil rareza de verla hablar en Francés sino por la vitalidad que exuda en pantalla, tan lejana a representar una septuagenaria. Por más que tenga los años que tenga -y la cantidad de cirugías que no pueden ocultarse-, se la ve hermosa en pantalla, super fresca y vital (completamente opuesta a la macchieta de una hippie de antaño en el último film de Bruce Beresford, "Peace, Love and Misunderstanding" donde juega el rol de la madre de Katherine Keener cayendo más cerca de una caricatura que de la interpretación mucho más acertada que logra en este film francés). Y además de Fonda, están aquí también un delicioso Pierre Richard, dos monstruos del cine francés como Claude Rich -divertisimo con su lujuria senil- y Guy Bedos -el cascarrabias del grupo- acompañados por Géraldine Chaplin, todos ellos muy naturales y frescos a la hora de tomarse con un poco de humor, las penurias que deben estar pasando ellos mismos. La idea de estos sexagenarios (o un poco más...) que han mantenido una amistad por mas de 40 años, de afrontar la vejez viviendo todos juntos a fin de poder sostenerse en una especie de comunidad amistosa tiene en la lectura de Robelin algunos costados demasiado previsibles. El guión tiene una estructura clásica de los que saben combinar el humor y el drama por partes iguales y dentro del humor, elige un tono simple y directo, mostrando además a este grupo de jubilados en una contraposición subrayada y obvia con el rol que juega dentro de la trama el personaje de Daniel Brühl (a quien vimos en "Good Bye, Lenin" y más recientemente en "Bastardos sin gloria" o "7 días en La Habana"), un auxiliar que se vincula con el personaje de Fonda y de sus charlas saldrá esa conclusión adocenada que el amor, el deseo, el sexo, la pasión, el humor y las ganas de vivir están presentes a cualquier edad, por más insólito que le parezca a los jóvenes. De la otra orilla, es justamente esa simpleza y ambivalencia de la narración entre la comedia y el drama, lo que le da un valor agregado porque aún con esa "limitación" en un guión más simpático que creativo, consigue el objetivo. Y más allá del registro de comedia liviana con el que el director va narrando la historia, jamás se pierden de vista los temas que aparecen casi inexorablemente en una historia como ésta. Tanto la enfermedad, como la vejez, el deterioro, los abandonos, la tristeza, aparecen cada uno en su justa medida sin perder de vista el humor pero sin negar este sabor agridulce que también aparece. Y temas que quizás serían más complicados de sostener desde el drama más concreto, se pueden incluso tomar con humor y abrir entonces el tema sin caer en el melodramatismo. Si bien el guión tiene algunas "fallas" y cae en algunos "sentimentalismos" -dificilmente evitables por el tono elegido-, el elenco absolutamente impecable logra con su frescura, hacer de cada una de las situaciones una clase de actuación y ser ampliamente convicente en esta idea de convivencia mediante una historia liviana, fresca, muy agradable y sin dejar la reflexión completamente de lado. También el relato se estructura inteligentemente de forma tal que cada uno de los protagonistas pueda tener un momento particular de lucimiento actoral. Tanto Jane Fonda como Géraldine Chaplin, cada una en su personaje, están absolutamente aprovechadas en todas las tonalidades que les permite el juego y realmente el director sabe explotar sus potencialidades al máximo. Y por supuesto que el terceto masculino no se queda atrás. Pierre Richard (ese que nos deleitara con "Alto, Rubio y un zapato negro" "La Carrera de la cebolla" "Mala Pata" y tantas otras comedias famosas) le saca jugo a su papel, quizás el más interesante porque haciendo de este enfermo de Alzheimer un olvidadizo querible, sensible y con momentos realmente muy conmovedores, se roba las mejores escenas de la película. Claude Rich guarda ciertos secretos compartidos con las dos mujeres del equipo y es pura picardía mientras Guy Bedos, casi en las antípodas, completa el grupo con esa mezcla de cascarrabias y mala onda sin remedio. Una comedia sobre el tránsito de la vida (no importa la edad) de una forma diferente: absolutamente plena. Y uno sale renovado despues de ver "Y si vivimos todos juntos...?", renovando los votos para honrar la vida como decía Eladia Blazquez. Una película chiquita, pero encantadora.
Mientras que Tobby Jones y Sienna Miller en el film para televisión "The Girl" tejen los entretelones de la filmación de "Los pájaros", esta adaptación para el cine del libro de Stephen Rebello enfocará en los entretelones de la filmación de uno de los más grandes éxitos de Hitchcock: "Psicosis". Y mientras en la primera, hay una fuerte presencia de la obsesión que él tenía con sus primeras figuras y en particular, el vinculo turbulento que tuvo con Tippi Hedren, en este estreno para el cine de "Hitchcock" sobrevuela este tema en la relación con las dos actrices del film que está rodando Janet Leigh (encarnada por Scarlett Johansson) y Vera Miles (Jessica Biel). Pero la diferencia entre ambos resido en que este último centraliza la trama en el fuerte vínculo que Hitch tenía con su esposa Alma Reville. Corre el año 1959 y la financiación de su nuevo proyecto por parte de los grandes estudios, se hace dificil. Sin embargo, Hitch tiene claro lo que quiere filmar por lo tanto no dudará en poner manos a la obra y financiarlo por sus propios medios, hipotecando su casa y poniendo dinero propio. Es allí donde aparece una figura que evidentemente es fundamental para la carrera de este ícono del cine de suspenso y que es un tema no ha sido desarrollado en profundidad casi en ninguna oportunidad. Alma Reville, su esposa, es parte integrante de un dueto creativo que potenciará, aportará ideas y hasta tomará cartas en el asunto cuando Hitch flaquee y es el pilar fundamental por donde se construye este relato. La mirada que el film de Gervasi hace sobre el personaje de Reville (brillantemente interpretado por Helen Mirren) será el punto más interesante, el más rico y es el personaje con mayores contradicciones que presenta la trama. Mientras Alfred Hitchcock aparece como distante y poco afectuoso, el amor que la pareja se sigue teniendo hace que no solamente produzcan y revolucionen con este film, la historia del cine de suspenso, sino que además queda perfectamente retratada la gran mujer que se mantenía oculta tras la figura de Hitch y hay momentos en donde inclusive el espíritu de Reville domina la película. Este pequeño film revolucionó por completo la forma no solamente de hacer cine de suspenso - terror, sino también de ubicar al espectador dentro de la trama, y otro de los puntos interesantes de la historia es cómo cuenta la particular manera que tuvo Hitch de vender su propio film para que se convirtiese en un éxito. Como pudo sobreponerse a la negativa de los estudios y de la distribución a estrenarlo abiertamente a todo el público y en las grandes salas y sobre todo como el vínculo Alfred-Alma se fue fortaleciendo ante cada uno de estos obstáculos externos. Lamentablemente, Gervasi (debutante en el cine de ficción -había filmado solamente un documental-) se queda absolutamente en la superficie y el retrato que hace de Alfred Hitchcock carece completamente de fuerza y de pasión. En el mismo sentido, la actuación de Anthony Hopkins se desdibuja, se empequeñece, como si solamente se limitase a pasear el trabajo de maquillaje, sin poder encontrar la clave para desnudar el alma de este gran director. Sus vínculos con las actrices -que cualquiera que ha leido un poco sobre Hitchcock sabe que son relaciones complejas, con un Hitch entre obsesionado, enamorado platónicamente y desquitándose con una cierta dosis de sadismo en la dirección- también se lo muestra de una forma muy liviana y sólo se filtra esto en algunas líneas de diálogo, pero sobrevolando el tema como si no fuese importante. Esto tampoco permite que un elenco tan importante como el que maneja esta producción pueda tener algún momento de lucimiento y tanto Johansson y Biel como las actrices de "Psicosis" como Toni Colette en el papel de su asistente personal, Peggy Roberston, no tienen ninguna posibilidad de mostrar su talento, manejando un guión demasiado débil y que se limita a hilvanar algunos acontecimientos, sin ninguna profundidad. Tampoco se le da ningún lugar preponderante al rol de Anthony Perkins, protagonista de ese gran éxito que fue "Psicosis" quien en la película (papel a cargo de James D'Arcy) aparece sin ningún tipo de continuidad ni subtrama dentro de la historia, como una presencia meramente anecdótica. Sabemos que luego de todos los avatares de la filmación, "Psicosis" fue un fenomeno internacional y una de las películas más famosas de Hitchcock y de las más influyentes para su carrera como también lo fue para el cine en general. Y más de cincuenta años después, sigue teniendo un peso específico cada vez que se la nombra y nuevas generaciones la revisitan como un clásico obligado. Para entrometerse en el mundo de este tipo de clásicos, tanto el guión como la dirección debieran haberle dado la entidad que este clásico merecía y en ningún momento "Hitchcock" logra su cometido. Solamente la labor de Helen Mirren que sabe aprovechar cada una de las aristas que tiene su Alma Reville tan apasionada por su trabajo, por colaborar con su marido, aunque una parte de ella se siente abandonada por un hombre que parece frio y distante en la relación conyugal, está a la altura de las expectativas. Hopkins, por el contrario, aparece como desganado y como si se sintiese hasta incómodo en la piel del director. Se pasea por delante de la cámara recitando su libreto pero en ningún momento aparece como creíble ni siquiera por el trabajo de maquillaje que ha sido nominado para el Oscar. Una serie de diapositivas, de postales, de viñetas que retratan tibiamente un momento tan importante en la historia del cine y un director de culto, mundialmente reconocido y que dejó un marca en el género del suspenso, un antes y un después en la aparición de su estilo narrativo y su manera de capturar la atención del espectador. Merecía un "homenaje" más acorde a su medida.
Quien haya podido presenciar los magistrales espectáculos de "Cirque Du Soleil" sabe que es lo que se promete en esta apuesta cinematográfica de la extraordinaria compañía canadiense en "Cirque Du Soleil - Mundos Lejanos". Quien además, haya tenido la suerte de ver la compañía en el exterior sabrá que la apuesta se redobla con teatros especialmente diseñados a los efectos de que cada una de las obras tenga un escenario acorde con lo que se va a desarrollar. Y sin necesidad de viajar, el film da una posibilidad de "espiar" algunos de sus espectáculos que sólo pueden ser vistos en ese ámbito particularmente diseñado y que son espectáculos que no salen a recorrer el mundo. En Buenos Aires, de todas formas Cirque Du Soleil se ha presentado con muchísimo éxito con espectáculos tales como "Saltimbanco" "Alegria" "Quidam" o "Varekai" pero de todos modos, las puestas que la compañía arma para las giras distan de la majestuosidad de escenografía, diseño de arte y efectos especiales de las que específicamente pueden ser vistas en Orlando como "La Nouba" o más precisamente las que tienen asiento en la ciudad de Las Vegas exclusivamente. Justamente sobre estos espectáculos que solo pueden ser visto en Las Vegas, son aquellos en los que se basa este film. Un hilo argumental sumamente básico irá encadenando cada uno de los cuadros como si fuesen mundos en los que se sumergen los protagonistas que van encontrando a medida que entran a diferentes "carpas". Allí entonces una jóven espectadora de un show de circo tradicional se enamora del trapecista y éste falla en su acto por quedar obnubilado ante su mirada. Al caer en la arena, ella trata de rescatarlo y se abre sobre sus pies un mundo de ilusión, de fantasía, en donde ella tratará de encontrar a su amado una vez que haya sido "tragada" mágicamente por el suelo y así como sucedía en Alicia en el país de las maravillas donde podía acceder a otros mundos a través del espejo, aquí el catalizador es la arena circense y el vehículo para llegar a esos mundos lejanos del título. Si bien el hilo conductor es sumamente débil y sólo sirve de excusa para mostrar fragmentos de los espectáculos "O," KÀ, Mystère, "Viva ELVIS" (espectáculo que ya no se encuentra en cartel), "CRISS ANGEL Believe", "Zumanity" y el espectacular "The Beatles: LOVE", es funcional a su fin y en definitiva, son los cuadros de estos espectáculos en si mismos los que generan ese asombro y esa atracción magnética que Cirque du Soleil produce en el espectador. Visualmente impecable y con un plus con el aprovechamiento del 3D -la belleza de las imágenes remite a un reciente estreno que también se ve engalanado mucho más aún con esta técnica "La vida de Pi - Una aventura extraordinaria"-, la cámara de Andrew Adamson (creador de Shrek y Las Crónicas de Narnia) registra cada uno de estos cuadros, todos ellos de una espectacularidad única. Para aquellos que hayan podido prescenciar en vivo cualquier espectáculo de la compañia, sabe a ciencia cierta que aquí no hay efectos especiales ni trucos digitales y aunque en su traslación a la pantalla grande se pierde un poco de la magia que tiene obviamente el hecho de estar prescenciando un espectáculo en vivo, transmite de todas formas esa carga de color, luces y sonido que envuelve a cada uno de los cuadros. Y viajamos al fondo del mar, habilidades dentro de una pileta, acrobacias dentro del agua, en una rueda a toda velocidad y en el aire, trepando literalmente por las paredes (algo absolutamente genial), no faltarán las contorsionistas y los enamorados volando atados entre las telas. Más allá de los números circenses, en esta ocasión juegan también un rol fundamental los números musicales con mezcla de acrobacias pertenecientes a los espectáculos de Elvis, Chris Angel y los Beatles. Los más logrados, quizás porque las melodías a su vez son las más entrañables -como "Lucy in the Sky with diamonds" y "All you need is love"-, son los pertenecientes al show "The Beatles: LOVE" donde el despliegue visual y la cantidad de artistas en escena se potencia, logrando un efecto visual completamente hipnótico y con muchos focos de atención para poder mirar a la vez. La cámara de Adamson es bastante inquieta, elección que en alguos momentos juega a favor porque nos permite ver varias cosas al mismo tiempo, pero otras no logra detenerse tranquila en un plano general de modo tal que el espectador pueda ver con precisión la magnitud que tienen cada uno de los números (muchas veces, cuando se trata de número en altura, un plano general nos permite valorar más aún la destreza de los artistas). El problema de esta cámara más atada a un ritmo vertiginoso de video clip, se hace más notorio en el cuadro del espectáculo "Viva Elvis" en donde cambia tanto de planos y tiene una edición tan fragmentada que no permite apreciar con mayor exactitud el cuadro general y lo que están haciendo los artistas en conjunto. Puede observarse tambien un abuso de la cámara lenta que subraya demasiado donde Adamson quiere que nos detengamos.Pero fuera de estas pequeñas apreciaciones la estética, la calidad, la profesionalidad con la que se mueve esta compañia canadiense ya es una marca registrada en cuanto a un espectáculo de un altísimo nivel. Y esta versión cinematográfica también cumple con el cometido de un entretenimiento de primera línea, protagonizada por Igor Zaripov (en el rol de el Trapecista) y Erica Kathleen Linz (en el rol de Mia), encarnando a la joven pareja. Excelencia y perfección en los rubros técnicos, el vestuario y la puesta en escena, el sonido y cada uno de los detalles que arman un espectáculo sobresaliente, esta nueva propuesta de Cirque Du Soleil logra la excelencia a la que nos tiene acostumbrados, aún cuando en la pantalla no pueda transmitir totalmente la majestuosidad y la sorpresa que transmiten en vivo.
De cómo Soderbergh baila el caño No caben dudas que a Steven Soderbergh le encanta filmar, ama el cine y no tiene ningún tipo de problemas en mostrarse versátil y poder abordar diferentes géneros. Incluso demostró que sin perder rasgos característicos dentro del su filmografía, ama los riesgos y la experimentación y sabe desplazarse desde los llamados "tanques" del cine mainstream hasta otros proyectos más puramente independientes. Lo que tampoco, obviamente, está mal. Lo que podría objetarse, si es que uno pudiese hacerlo, es que haya perdido esa personalidad distintiva dentro de su cine y la calidad con la que encaraba cada proyecto. Soderbergh fue quien desde "Sexo, metiras y videos" hace ya más de 20 años, revolucionara por completo una mirada dentro del cine "indie" americano, y fue a partir de ese gran film que pudo comenzar a trazar una carrera sin atarse a ningún esquema preestablecido pero si a la calidad con que filmaba y con la que estructuraba los relatos dentro de sus películas. Así fue por ejemplo el hacedor del "Kafka" con Jeremy Irons, filmar con un pulso intenso y violento en "Vengar la Sangre" con un Terence Stamp memorable, un freso de la sociedad americana en "Traffic" y la taquillera "Erin Brockovich" con Julia Roberts. Puede filmar dentro de un producto más hollywoodense y divertir como en "La gran estafa" manejando un elenco de primerísimas figuras como George Clooney, Brad Pitt, Matt Damon, Andy Garcia y nuevamente con Julia Roberts en su elenco y hasta darse el gusto de filmar la secuela... y otra más. Fue alternando con proyectos que han pasado sumamente desapercibidos sobre todo en la cartelera porteña y otros que no pudieron ser ni siquiera estrenados en nuestro país. Del lado de los intentos fallidos o que tuvieron una repercusión poco considerable quedaron "Full Frontal" "The good German", "Solaris", "El desinformante" y ya dentro de un cine que no parece para nada hecho por Soderbergh tenemos el último estreno en nuestro país que fue "La Traición" ("Haywire") rodada como un homenaje al cine clase B que no se entiende jamás si es un homenaje a películas de bajo presupuesto o si realmente no logra su cometido y se queda a mitad de camino y finalmente, la que nos ocupa "Magic Mike". ¿Qué tiene "Magic Mike" del cine de Soderbergh? Nada. O poco y nada. Basada en la propia historia del protagonista del film, Channing Tatum (de "Querido John" o "Votos de amor" y que tiene como siete películas en post-producción lo que hace parecer que lo veremos hasta en la sopa), cuando era stripper antes de su etapa hollywoodense, pareciera que la idea quisiese tener puntos de contacto con "Boogie Nights" pero Soderbergh elige pasarle por el costado a una cantidad de temas que presenta. Pero se define muy pudoroso a la hora de abordarlos en profundidad y termina pareciéndose mucho más que a ese gran film de Paul Thomas Anderson, al bodriazo de otro director de probada trayectoria como Paul Verhoeven y su vergonzosa "Showgirls". Asi como todo lo que se muestra son músculos, aceite y cuerpos trabajados, pareciera que la esencia del film es justamente esa, una cáscara exterior y muy poco buceo en el interior de los personajes, que cuando parecen comenzar a mostrar sus sentimientos, el guión empieza a hacer agua y a aburrir porque parece destinado a unir con una historia lábil y poco interesante, una cierta cantidad de números musicales dentro del ambiente stripper como para que la película intente contar una historia. Y allí, enclavada dentro del ambiente stripper masculino, se asoma una mirada incisiva a la noche y todos sus "condimentos". Pero el planteo inicial va diluyéndose para entrar a contar la historia personal de Mike (Channing Tatum y el Magic Mike del título), un número uno dentro del mundo stripper y particularmente dentro del Club que está comandado por Dallas -un papel para que Matthew Mc Conaughey pueda lucirse ampliamente y al que sabe sacarle todo el provecho- y su relación con Adam. Adam (Alex Pettyfer de "Soy el número cuatro" y "El precio del mañana") será el apadrinado de Mike, quien lo hará ingresar al Club y lo inicie en la carrera, siempre bajo su ala protectora. Con un talento natural y el entrenamiento que le ofrece Dallas, Adam rápidamente entiende los códigos del negocio. Y se plantea el triángulo y el conflicto cuando Mike empiece a interesarse en la hermana de Adam, Brooke (papel a cargo de Cody Horn a quien veremos en el próximo estreno de "En la mira") y haya una cierta atracción pero a la vez rechazo cuando Brooke sepa el oficio en el que Mike lo está iniciando. Todo está tratado con una superficialidad que roza el aburrimiento y el desinterés y con un ritmo narrativo completamente ajeno al cine de Soderbergh. Algunos pasos de drama se van hilvanando entre los números musicales de los strippers pero no se termina de imbricar y de definir claramente la historia que se quiere contar. Las coreografías de Alison Faulk son interesantes, bien construidas y completamente funcionales a lo que se quiere mostrar, pero la diferencia de ritmo entre esas puestas coreográficas y la supuesta historia que se quiere contar entre cuadro y cuadro es tan contrastante que desorienta, como si toda la electricidad del film estuviera puesta en unas coreografías supuestamente transgresoras. Y hace poco en "Tournée", Amalric clavaba el bisturí en cada una de las bailarinas de strip exponiéndolas en cuerpo y alma, y en comparación "Magic Mike" aparece como un producto para erotizar quinceañeras, completamente vacío de contenido y con una historia que no logra terminar de tomar cuerpo a lo largo de todo el film. Se tocan obviamente, todos los temas que se esperan dentro de un film instalado en la noche y en el mundo stripper, pero todo sobrevolado con una liviandad, sin animarse a profundizar ninguno de ellos. Por el contrario, Soderbergh elige una mirada más soft, menos comprometida que en otro de sus trabajos, produciendo una película completamente desangelada, sin mucho para contar más que algunos pequeños detalles de las vidas de los strippers como para darle algún rasgo "humano" al relato. Mientras que la película no logra hacer pié en la historia romántica, quizás gana un poco de interés en el "behind the scenes" que se plantea en los camarines donde conviven los strippers. Los diálogos, con algunos rasgos de improvisación, pueden ser lo más interesante que pueda tener el film, pero no hay mucho más que eso para conformarse. Todo obviamente está prolijo y presentable, bien filmado y mostrado atractivamente, pero está ineludiblemente lejos, muy lejos de lo que Soderbergh está acostumbrado a dar en pantalla. Un elenco compacto que cumple con su cometido en donde como ya fue dicho sobresalen los momentos en que Mc Conaughey aparece en pantalla, queda una sensación de pobreza después de "Magic Mike" pero no precisamente por las situaciones pretenciosamente dramáticas que atraviesan los protagonistas, sino por un film completamente fallido. Y no hay músculo que lo salve del tedio.
Hay dos sensaciones contrapuestas al terminar de ver "Amour". Y en esas sensaciones encontradas, resuena el nombre de su director, Michael Haneke, quien construyó su carrera cinematográfica con un cine personalísimo, intenso, sumergido en medio de la violencia de la sociedad actual. Así lo demostraron títulos como "Les temps du loup" visto en Buenos Aires en el BAFICI, sus éxitos comerciales como "Caché - Escondido" con Juliette Binoche y Daniel Auteuil y "La profesora de piano" con el impresionante tour de force de Isabelle Huppert y Benoit Magimel, además de la primer versión de "Funny Games" con una narración eléctrica, transgresora y desfiando todos los límites. A mi gusto, poco queda en "Amour" de esos rasgos distintivos del cine de Haneke. Sus marcas, la sequedad en la narración, su mirada personal e impiadosa para con sus criaturas, ya no aparecen en su última película que si bien trata un tema duro y para nada sencillo de abordar, lo hace con una subrayada tendencia en pendular entre mostrar la situación dolorosa en forma descarnada y suavizar compensatoriamente, con una actitud que claramente tiende a un cine destinado a agradarle al gran público. Conjuga esto con una estética mucho menos oscura desde la cual solía construir sus personajes. A juzgar por la catarata de premios en cuanto festival ha sido mostrada y en la carrera por los Oscars, logrando nominaciones que no son frecuentes para un film europeo -se encuentra nominada a Mejor Película, Mejor Actriz, Mejor Guión y Mejor Director, además del rubro que le hubieses correspondido como Mejor película Extranjera- se ha logrado el objetivo de que el público empatice más con este estilo algo más condescendiente y más piadoso para con los protagonistas. Esto no quiere decir que esta historia de amor esté contada como la receta edulcorada básica ni mucho menos, sólo que sabiendo que Haneke abordaba este tema, su visión descarnada y desencantada de la vida que ya desarrolló en gran parte de su filmografía, hacía presumir una puesta en escena mucho más revulsiva e intensa. Y cuál es la historia de "Amour"? Georges (Jean-Louis Trintignant) y Anne (Emmanuelle Riva) son una pareja de octogenarios. En el momento en el que Ann sufre un accidente que afecta gravemente a su salud, la pareja comenzará a atravesar una dura prueba. El paso del tiempo, la enfermedad, el deterioro, la alienación, el enfrentamiento con la muerte y el encierro son algunos de los temas que aparecen en esta historia. Narrada casi como una crónica detallada de este proceso doloroso desde la cotidianeidad de los protagonistas, el guión va describiendo la fragilidad y el desmoronamiento del mundo interno de la pareja y la dureza del relato reside en el hecho en si mismo más que en la forma en la que se lo aborda. Se ha elegido una forma de mostrar el dolor pero más en la forma que en el fondo, hasta pareciese que en la superficie aparecen temas duro pero que en el fondo no se quisiese hacer sufrir demasiado ni a sus personajes ni al espectador. El tema omnipresente de la muerte es en sí mismo una fuerte presencia en la historia, pero hay un cuidadoso registro para que todo quede enmarcardo en un tinte poético y delicado, aún en situaciones en donde supuestamente debiese aparecer la crueldad propia de la situación o de la reacción de los protagonistas. ? Cualquiera que haya recorrido la filmografía de este director, sabrá que hay un nuevo abordaje en este filme y en la manera de Haneke de presentar este micromundo en donde Georges y Ann discurren sus días, casi en el encierro con alguna mínima interacción con el exterior entre las que se encuentra por ejemplo alguna salida a un espectáculo, la visita de un ex-alumno de Ann o mismo la de la hija de la pareja (otra brillante presencia dentro del filme, la de Isabelle Huppert) tan (auto)excluida del mundo de sus padres, relegada en la pertenenecia a ese micromundo en el que sólo parecen encontrarse cómodos Ann y Georges cuando están solos. Si uno pudiese hacer abstracción del hecho de tratarse de un film de Haneke, quizás otros serían los comentarios. Pero lo que más resuena y llama la atención es cómo esta especie de calvario íntimo ante la irrupción de la enfermedad, dentro del que penetramos como voyeurs invitados a este deterioro paulatino que vive la pareja, tiende a ser alivianado con diferentes alegorías de las que Haneke se nutre y que de alguna forma desorientan (como por ejemplo, entre otras, la de la paloma que se intromete en el departamento). Más allá de todo esto, las actuaciones de estos dos monstruos como Trintignant y Riva, hacen que estos personajes transmitan con total intensidad y una dolorosa credibilidad esta historia. Ambos dan clases de actuación y seguramente quedarán como una de esas parejas antológicas, tratándose además de dos íconos del cine francés, habiendo participado ambos -mucho más aún Trintignant con la vasta filmografía que tiene en su haber- de films históricos y que han sido puntos de inflexión dentro de la historia del cine. Ambos trabajan en los detalles, en sus expresiones, en su miradas y la cámara de Haneke los atrapa y hace que sus actuaciones resplandezcan más aún, inclusive cuando la fuerza de la imágen reemplaza a los diálogos. Isabelle Huppert como la hija, símbolo del exterior que irrumpe en este círculo en el que la pareja ha quedado enclaustrada, casi sin darse cuenta, aborda su personaje de forma directa, completando un trío inmejorable. "Amour" obviamente quedará en cualquier listado entre las mejores películas del año, pero personalmente, esperaba que Haneke vibrara fielmente a su estilo, con esa impunidad que lo caracteriza para incriminar a sus criaturas, aunque esta vez, evidentemente, prefirió apiadarse de ellas y suavizarse a si mismo. El público, evidentemente, agradecido.
Hay mucho para decir sobre esta nueva adaptación de la novela de Victor Hugo, más precisamente, del musical que se inspiró en esta novela. Es prácticamente una historia conocida por todos, ya un super clásico de la literatura, pero para aquellos que se acercan al texto, al musical, a esta obra por primera vez, podemos decir que tiene varios elementos. Como primer punto y ya desde el Prólogo, aparecerán los dos protagonistas absolutos, los antagonistas por antonomasia, que son Jean Valjean (Hugh Hackman, nominado al Oscar por este trabajo) -el preso que es liberado al iniciar el film luego de 19 años de trabajos forzados- y el policía Javert (Russell Crowe), ligados por esa obsesión enfermiza que se entreteje entre ellos y su juego de gato y ratón que dura por más de veinte años. Para el Primer Acto del musical, Valjean ya se ha redimido, ha cambiado su identidad y es dueño de una fábrica y alcalde de la ciudad. Alli trabaja Fantine (Ann Hathaway, nominada al Oscar como mejor actriz de reparto) quien por una pelea en la fábrica con sus compañeras, se queda sin trabajo. Ya en la miseria vende su cabello (una de las escenas más impactantes del film junto con la interpretación desgarradora de "I dreamed a dream") se prostituye y dadas sus condiciones de vida, cae enferma. Valjean le promete en su lecho de enferma, cuidar de su hija Cosette y sale a su búsqueda, huyendo además de Javert, quien al darse cuenta de la verdadera identidad de Valjean emprende una persecución implacable. Cosette trabaja casi esclavizada en el hostal de los Thénardier, la pareja conformada por Helena Bonham Carter y Sacha Baron Cohen (quienes habían compartido cartel en el musical "Sweeney Todd" de Tim Burton), eximios estafadores de quien allí se albergue, y que son los encargados de darle con sus cuadros musicales (el más pegadizo es "Master of the House") el toque de comicidad al film. Como segundo punto, fuera de esta historia personal de rivalidad entre Javert-Valjean, aparece en el escenario el París de 1832 con los pobres y sus miserias por las calles de la ciudad y un grupo de estudiantes que preparan la revolución. Entre este grupo está presente la hija de los Thénardier, Éponine (brillante trabajo de Samantha Barks quien tuvo este papel en el musical de Broadway) y en este punto, la historia entremezcla el tema de la revolución con un triángulo amoroso entre uno de los jóvenes revolucionarios, Marius, ambivalente entre Éponine y Cosette. Samantha Barks, verdadera revelación Y en esta conjunción de épica y drama romántico, aparecerá otro de los grandes temas del musical "One day more" en donde cada uno de los protagonistas se encuentra atravesando situaciones extremas y completamente diferentes. Cinematográficamente, quizás sea el cuadro musical en el que Hooper acierte más, imbricando las historias y centralizando en este tema musical, las diversas ramas en que la historia se había diversificado, sacando provecho de la fuerza de la letra y de la música. Y Barks brilla nuevamente en "On my Own" con una calidad vocal que se destaca del conjunto de canciones de esta segunda parte. Finalmente, otro eje importante del film es el derrotero personal de Valjean frente al compromiso que ha tomado con Fantine y lo que significa Cosette en su vida y lo que hará por ella y por Marius, su enamorado. Hooper asume una tarea y un desafío enorme. Llevar a la pantalla el musical más representado en Broadway no es tarea para nada fácil y si bien cuenta con oficio y con una gran producción a su disposición, su versión de "Los Miserables" tiene muchísimos puntos a favor pero también algunas debilidades. Su extensión no favorece -habría que haber reducido de alguna forma los 158 minutos de la puesta-, y quizás los pasos de comedia donde aparecen los Thénardier son los que resienten y dispersan la tensión de la trama, aunque por otra parte es en donde Hooper comienza a manejar los cuadros musicales con mayor coreografía y despliegue visual, apartándose de los solistas. Si bien estas canciones solistas tienen imágenes cinematográficamente hermosas, en muchos de ellos, el director recurre durante varios minutos a primeros planos, perdiéndose la dimensión de espectáculo, situación que si aprovecha en otras grandes puestas como la de "Do you hear the people sing" sobre el final, de una fuerza y una emotividad contundente. Otro de los puntos flojos es la composición de Javert de Russell Crowe, que no convence ni desde lo actoral y mucho menos desde lo musical y la presencia aniñada de Amanda Seyfried como Cosette, algo desdibujada y sin mayor lucimiento (en cambio Isabelle Allen como la pequeña Cosette tiene una participación vibrante). Valjean versión Hugh Hackman A Hugh Hackman se lo nota comprometido con su Valjean -un personaje nada fácil y que ha sido representado por grandes actores- y puede mostrarse dúctil en las diferentes facetas y hasta brillar en algunos cuadros musicales en los que se destaca. Baron Cohen y Bonhan Carter son los perfectos "monigotes" para los Thénardier y Eddie Redmayne (a quien vimos en "Mi semana con Marilyn") saca perfecto provecho de su Marius. Pero los lauros en lo musical se los lleva el elenco femenino. Samantha Barks como Éponine y la pequeña -en función a la duración total del filme- pero inmejorable participación de Ann Hathaway como Fantine son de una calidad musical y un brillo en pantalla únicos y son quienes tienen a cargo las mejores escenas musicales de esta versión. Una nueva revisión de este clásico es siempre bienvenida y aún con sus puntos menos logrados, el trabajo de Hooper remite al musical clásicamente impactante de Broadway al que puede haberle faltado creatividad en su trabajo de dirección para que no quedase tan adherido a la pieza teatral. De todos modos, el trabajo de producción, los rubros técnicos y las clásicas canciones que adornan la banda de sonido, construyen un producto sólido y que seguramente quedará como uno de los clásicos musicales que se han llevado a la pantalla como "Chicago" "West Side Story" "Cabaret" "Hair" o las más recientes "Billy Elliot" y la ya nombrada "Sweeney Todd".