Escribiendo Cartas a Paris Rémi Bezançon después de "Amor de familia - Le premier jour du reste de ta vie" (estrenada en nuestro país el año pasado) elige llevar a la pantalla la existosa novela autobiográfica de Eliette Abecassis sobre una pareja jóven, sin hijos, que comienza a armar una vida en común. El suceso feliz al que refiere el título es la llegada de su primer hijo, que quiebra profundamente ese universo de soltería para cambiar por completo su vida cotidiana. Un estilo particular para narrar aparece ya desde la manera en que nos presenta a los personajes, con un juego ingenioso e divertido en el que los protagonistas juegan a seducirse mediante la cajitas de filmes del video club que atiende Nicolás (Pio Marmai). Ella, Bárbara (hermosa y super expresiva Louise Bourgoin de "La fille de Monaco" en un trabajo comprometido del que sale totalmente con honores) es candidata a un PhD y se encuentra preparando su tesis final. Este primer acercamiento de Nicolás y Bárbara dentro de un mundo casi idílico, soñador y sentimental se presenta con una estética que remite, aunque quizás algo lejanamente a la estética propia del cine de Jean-Pierre Jeunet. Mundo que contrasta también con el tratamiento visual de la segunda parte del film, menos poético y más realista, cuando el director comience a poner en marcha su verdadera tarea. En palabras del propio director, el objetivo del film ha sido el de romper con todos los tabúes, con esos temas que la sociedad francesa elige no hablar. Primeramente, lo que más resalta durante todo el relato es romper con esa dificultad de sincerarse y dejar claro que no todos los sucesos que rodean a la maternidad son perfectos, dulces y gratificantes. El personaje central, Bárbara, atraviesa una enorme cantidad de contradicciones: desde la revolución hormonal, un nuevo físico, la imposibilidad de dormir y descansar correctamente, los cambios en la sexualidad de la pareja y la dificultad de incluir a ese nuevo integrante de la familia -entre tantas otras-. Todas y cada una de ellas, son analizadas en la historia imaginada por Abecassis y ahora retransmitidas por Bezançon con muchísima honestidad y sin tomarlas livianamente. Pero el estilo con el que elige encarar estos temas es completamente opuesto al dramatismo y la supuesta seriedad con la que debieran abordarse. Prefiere atravesarlos mediante situaciones y diálogos que se van articulando en forma de espejo fiel y los retrata con completa naturalidad y con una simpleza tal que facilita el acercamiento y la empatía del espectador hacia un tema que no ha sido siempre tratado por el cine de esta manera. En otra línea de trabajo, apunta también a ensayar una explicación para un tema que obviamente existe, pero del que poco se habla: el de las estadísticas que indican que hay un gran porcentaje de parejas jóvenes que se separan durante el primer año después de tener su primer hijo. La llegada de este bebé plantea en palabras de Bárbara "Me ha obligado a ir al fondo de las cosas, a superar mis límites, me ha confrontado con lo absoluto: del amor, del sacrificio, de la ternura del abandono. Me ha dislocado, transformado. ¿Por qué nadie me lo había anunciado ? ¿Por qué nadie habla de ello ? ". Y tanto la escritora como el director dan respuesta mediante un retrato simple y sincero, valiente y sin tapujos del atravesamiento de este momento tan particular y de las crisis que se presentan en el momento en donde supuestamente todo debiese ser felicidad. Bezançon trabaja con una idea casi rupturista dentro del cine francés y habla de la maternidad desde un lugar nuevo y poco conocido. No obstante, uno de los puntos fuertes es que el guión no pierde en ningún momento una mirada amorosa hacia sus personajes y no olvida en ningún momento el buen humor que hace más facilmente digerible el hecho de lidiar con temas urticantes. Con una cantidad de detalles que abren diferentes y pequeñas lineas de interés (la incapacidad de Nicolás para salir de su mundo de juego y hacerse cargo de las responsabilidades, los miedos, las angustias, los apremios económicos, el posponer proyectos para darle lugar a este nuevo bebé, la sensacion de "no vamos a poder con esto" que aparece sobre todo en Bárbara cuando tiene que salir de la clínica al mundo con su criatura), cada detalle está impecablemente fotografiado y retratado por Bezançon sin grandes parlamentos ni discursos enciclopedistas, sino, por el contrario, a través de situaciones y detalles que la cámara retrata formando un grupo de "polaroids" de la nueva vida de la pareja. Y como si con la llegada de este nuevo integrante de la familia, la pareja no tuviese suficiente, también tendrá que lidiar con las opiniones y encuentros/desencuentros con las respectivas familias políticas. La obstetra ya les había advertido que no debían hacerle caso a nadie del entorno, pero mal que les pese, tendrán que incorporar también en su nuevo orden a la fuerte presencia de las "suegras", que son también figuras fuertes dentro del film. Sobre todo el personaje de la madre de Bárbara (en la piel de Josiane Balasko, la protagonista de "El encanto del Erizo", quien también tiene trabajos en la dirección como "Cama para Tres" con Victoria Abril y "La Cliente" con Nathalie Baye) quien tiene las lineas más hilarantes del guión, que permite otro gran trabajo y el lucimiento de Balasko y que nos acerca además una resignificación del lugar de la madre cuando Bárbara es también, ahora, madre. Un enorme placer, una perlita dentro del nuevo cine francés, completamente disfrutable de principio a fin con una mirada sincera, honesta, despojada de las convenciones, que deja abiertas muchas lineas para la reflexión y el café después del cine. Una delicia.
Una rubia debilidad Corre el año 1956. Una jóven actriz con una carrera tan incipiente como rutilante, llega a Inglaterra nada más y nada menos que para hacer pareja con Sir Laurence Olivier en la filmación de una comediala recordada "El príncipe y la corista". Y esa jóven es nada más y nada menos que Marilyn Monroe. Tras estas dos figuras interesantes y reconocidas de la industria del cine, se esconde sin embargo el que quizás sea el principal atractivo del film, que es el punto de vista del narrador de la historia. Lo que se convierte casi en el diario de filmación de esa película, el encuentro de esas dos grandes estrellas del cine de la época, rodeados de un entorno lleno de agentes de prensa, periodistas, asistentes y figuras del mundo del séptimo arte (tanto actores, como técnicos, coach de entrenamiento actoral, etc) no está visto ni desde desde los ojos de Marilyn ni desde los de Olivier. Hay un testigo de ese encuentro, de esas duras jornadas de filmación. Hay un testigo que vivencia y registra cada una de las situaciones y que se irá infiltrando silenciosamente y acompañado a Marilyn en sus momentos de fragilidad, en sus inseguridades, en el que ella buscará refugio... y es justamente Colin Clark -en cuyas dos novelas "My week with Marilyn" "The prince, the showgirl and me" se ha basado este film- el principal narrador del film. De esta forma, desde la mirada "omnipresente" de Clark, podemos encontrarnos con estos dos egos en acción. Por un lado un Olivier casi obligado a trabajar con una actriz a la que no admira, a la que considera en cierto modo incompetente o falta de talento para trabajar a su lado, pero por la que al mismo tiempo siente una profunda atracción y que no puede dejar de reconocer su increíble magnetismo cada vez que aparece. En el fondo sabe, que ella tiene absolutamente todos los ingredientes para poder llegar muy lejos en el mundo del cine. Y del otro lado, apabullada por la presencia de una figura como la de Olivier, con un dejo de total intransigencia, con un perfil sumamente exigente en su metodología en el set de filmación y sin ninguna empatía en su vínculo con ella, toda la seducción y el carisma natural de Marilyn se pone en jaque, se debilita, entra en conflicto. Entre ellos aparece ese asistente que irá entrando en la vida de Marilyn en forma muy sigilosa, imperceptiblemente. Un Clark que se siente atraído por la imagen de esa exuberante sensualidad que destila Marilyn y a la vez inmensamente halagado por ser su confidente, su compañero de aventuras durante esas jornadas de filmación y con el que ella comparte ciertos momentos de intimidad. Aún cuando su noviazgo con una asistente de vestuario del film comienza a resquebrajarse, el magnetismo y la atracción de Marilyn es más fuerte y Colin se dedicará a vivir esos días con toda la intensidad. El director Simon Curtis -de una extensísima trayectoria en producciones para la televisión inglesa y sobre todo en adaptaciones de época- se destaca en el retrato minucioso de cada uno de sus personajes. Aprovecha al extremo el excelente equipo de actores con el que recrea la historia y cuenta además con un excelente equipo en todos los rubros técnicos, principialmente en cuanto al vestuario y a la fotografía. No solamente la historia está contada en una forma interesante y mostrando los pliegues de cada uno de sus protagonistas sino que además de los dos actores principales hay un trabajo brillante del equipo secundario con las intervenciones de Judy Dench, Derek Jacobi Julia Ormond (como Vivien Leigh, otra grande la era dorada de Hollywood) y Emma Watson (se acuerdan de la amiga de Harrry Potter?). Pero cabe destacar un trabajo perfecto de Zöe Wanamaker en el papel de Paula Strasberg, la coach actoral en la que Marilyn se apoya para tratar de sacar adealante el rodaje de las escenas en donde la sóla presencia de Olivier la deja casi paralizada. Kenneth Branagh (nominado al Oscar como mejor actor de reparto por esta actuación) dota de todo su señorío británico a un Laurence Olivier exigente, tenso, impaciente por cumplir los planes de filmación, crispado por la aparente "poco profesionalidad" de su co-equiper y a la vez seducido por la rotunda belleza en cada vez que aparece, haciendo que aún la misma Leigh deje su quietud y desate sus celos. Pero ninguno de los logros de "Mi semana con Marilyn" serían tales si no contaran con Michelle Williams en el papel central. Su Marilyn está llena de contradicciones, su fragilidad a flor de piel, sus problemas con Miller, su inseguridad a la hora de pararse en el set, sus ganas de salirse de la pose de rubia hueca de una vez por todas, su necesidad de sentirse querida por todos y a cada momento, su necesidad de encontrar abrigo en el joven Clark (otra ajustada actuación dentro del equipo de Eddie Redmayne). Y Williams aprovecha cada uno de esos momentos en escena para volver a mostrar que es una de las actrices más completas dentro de su generación. Quien la haya visto en "Blue Valentine", "Incendiary" o en las más independientes aún "Wendy and Lucy" o "Mamooth" sabrá de su posibilidad de ir mutando, cambiando de máscara para cada uno de los desafíos que acepta. Y sin dudas su Marilyn es consagratoria -y de no ser por la aplanadora de Meryl Streep en "La dama de Hierro" hubiese sido una candidata más firme a llevarse el Oscar de este año-. No sólo desborda belleza y encanto (como en el cuadro musical que se muestra en medio del set de filmación que deja atónito hasta al propio Olivier) sino que crece y se agiganta cuando logra darle profundidad en aquellos momentos en los que se sumerge en su faceta más vulnerable, donde se corre el maquillaje, se apagan las luces del set y aparece la persona, dejando al personaje, y reflotan todas sus oscuridades. Y Curtis como director aprovecha a cada uno de estos intérpretes para contar una historia que atrapa desde el detrás de escena, de poder espiar un fragmento de la historia del mundo del cine, conociendo algo más de dos grandes como Marilyn y Olivier en su lucha de egos y talentos, en sus vidas privadas y en sus vulnerabilidades.
Viejitos Piolas Evidentemente en los tiempos que corren, tener más de 60 años, ya no puede considerarse "ser viejo". El concepto de la tercera edad ha cambiado notablemente: en este mundo tan globalizado, con la ciencia que avanza en forma permanente, con los cambios tecnológicos que hacen que 20 años parezcan que hayan pasado siglos en cuanto a los avances, saltos cuánticos enormes que incorporamos naturalmente en el día a día. Y el desafío es adaptarse, subirse a la ola de los cambios y disfrutar todo lo que se pueda, hasta el último soplo. Este mensaje ya había sido captado por la española "La vida empieza hoy" de Laura Mañá en donde un grupo de jubilados demuestra que el amor, el sexo y las ganas siguen tan vigentes como a los 20. En el último BAFICI pudimos disfrutar una joyita deliciosa, la francesa "Et si on vivait tous ensamble...?" donde un grupo de septuagenarios planea vivir juntos, "comunitariamente", sus últimos años disfrutando a pleno todas las vueltas de la vida -tanto lo bueno como los sinsabores- con un elenco que reúne a Jane Fonda (espléndidaaaaa!), Geraldine Chaplin y ciertos "popes" del cine francés como Claude Rich, Guy Bedos y el inolvidable Pierre Richard en un rol absolutamente querible. En este caso, acompañados, como el representante "jóven" del equipo por Daniel Brühl (el protagonista de "Goody Bye, Lenin!"). Asi como el dreamcast francés nos contó su forma de ver la vida pasando lejos los 60, en el caso de "El exótico Hotel Marigold", un seleccionado de primera linea de lo mejor del cine inglés, que cualquier director soñaría reunir, se amalgaman en esta comedia con todos los condimentos para disfrutar desde las primeras imágenes y deleitarse -ya que estamos- con el exótico e hipnótico paisaje de la India. Cautivados por el aviso detallando todas las comodidades que ofrece el hotel -y hechizados sobre todo por el precio y la posibilidad de que el gobierno subvencione el pasaje-, se embarcan por separado y cada uno por sus razones personales a la aventura de pasar una larga temporada en tierras lejanas Obviamente, nada es lo que parece en los avisos, pero tal como fuese dicho la gracia estará en saber dejarse llevar por el encanto de la ciudad y saber adaptarse a las cosas que la vida ofrece. Alli los espera dispuesto a darles la bienvenida el joven que regentea el hotel (en este caso la sangre joven del equipo está a cargo del protagonista de "Slumdog Millonaire" Dev Patel -con algunos momentos de enorme sobreactuación y gesticulación a granel, otros más contenido-) que es quien pondrá la pizca romántica con una historia de un típico amor que va contra las estrictas reglas de una cultura tan particular. Si bien la duración es extensa y hay situaciones que se alargan o se reiteran, nada atenta contra al excelente manejo del humor que tiene el guión (con diálogos a la velocidad de sitcom plagados de ironía y fino humor inglés) y el lujo de ver en pantalla a un equipo de excelencia. A la cabeza Judy Dench es la narradora de la historia, que va llevando una especie de diario via blog y tendrá sus intervenciones con la voz en off que son sumamente acertadas dando un toque literario a la historia. Una actriz que ya ha trabajo anteriormente con este director (en "Mrs. Brown" y en "Shakespeare Apasionado" por la que ganó el Oscar a la mejor actriz de reparto) y que hace alarde de una belleza otoñal, un hermoso vestuario y una amalgama seductora y cautivante con el paisaje raramente exótico de Mumbai. Una historia de amor trunco que tiene que retomarse a cargo de Tom Wilkinson ("El sueño de Cassandra" de Woody Allen, "Michael Clayton" o "El escritor oculto" entre otras) y una amarga flemática inglesa que va a operarse a la India para no tener que esperar seis meses a cargo de la invencible Maggie Smith para esos papeles, forman parte del conjunto. Lo completan Celia Imrie (una de las "Chicas de Calendario") a quien le encantaría volver a enamorarse y si bien Ronald Pickup (un simpatiquísimo y pícaro "bohemio") también esté buscando su media naranja y tratar de "quemar sus últimos cartuchos" entre sábanas hindúes, quizás la suerte les llegue por caminos separados. Finalmente, una pareja completamente a disgusto, soportándose cuando no queda otra alternativa, con visiones completamente opuestas del disfrute de la vida a cargo de Bill Nighy (en un tono justo entre la comedia y la caricatura, otro buen trabajo del actor de "Realmente Amor") y Penelope Wilton (quizás la que tenga el papel menos agraciado y las líneas más esquemáticas y menos creativas del todo el grupo). John Madden, el director de "Al filo de la mentira (The Debt)" no estrenada en nuestro país, la multipremiada "Sheakespeare Enamorado" y las adaptaciones de "Su majestad, la Sra. Brown" y el exito de Broadway "La prueba" sabe indubitablemente conducir a este brillante elenco que tiene oficio y soltura para desenvolverse tanto en las situaciones de comedia como en aquellas más serias, pero por sobre todo sosteniendo en todo momento un tono simpático, agradable y contagioso. Aún con algunos lugares comunes en la trama y sobre todo algo discursiva en el planteo de la historia del jóven indio enamorado de aquella que para su madre es la chica equivocada, aún como ya fuese dicho con algunas situaciones que podrían haberse resuelto con más síntesis, "El exótico hotel Marigold" cumple con creces lo que se propone. Un entretenimiento con una lujosa producción, con un equipo de actores sobresalientes y como plus un paseo por Mumbai, un lugar lleno de color, de misterio, de "ruido" y con un encanto particular. Una bocanada de aire fresco que se convierte en una toma de posición sobre como enfrentar la vida, pasando los 60 a cargo de un grupo de "viejitos piolas" que sabe enseñarnos como hacerlo.
Es lo mismo... con distinta intensidad (peor!) Muchos de los que vayan a ver "Hombres de Negro 3" -que al tener copias subtituladas es un lanzamiento que incluye también al público más menudo de la familia- no tengan ni idea de la "Hombres de Negro" original. Dado que la entrega anterior de la saga data de diez años atrás, cualquier niño o preadolescente que concurra al cine no puede haber vivido también en pantalla grande, lo que fue el suceso y el fenómeno de la primer entrega, también de la mano del director Barry Sonnenfeld. Quizás la habrá visto en video, en DVD o en televisión, pero por primera vez se acercará a estos particulares agentes en formato cinematográfico y adicionado además el tan moderno 3D que parece venir bien para la/cualquier ocasión. Sonnefeld, quien tambien ha firmado otros grandes éxitos de los '90 como "El nombre del Juego" con Travolta, Renée Russo y Danny de Vito y "Los Locos Addams" y que últimamente tenía un trayectoria en películas para televisión, elige volver al formato de la pantalla grande para una tercer entrega de la serie. No hay nuevas ideas? Es preferible volver a una fórmula que ya tienen cierto público fiel asegurado? Es necesario seguir dando vueltas de tuerca a personajes que dificilmente tienen mucho más para decir? Algunas de estas preguntas quedarán respondidas satisfactoriamente en esta tercera parte y otras, lamentablemente, no saldrán tan airosas. Si bien los personajes se adaptan a una nueva vuelta de tuerca en la trama, básicamente el efecto sorpresa que tenía la primera no parece estar presente y en esta nueva entrega hay poca originalidad y mucho de cliché. Hay un dejo de "Es todo lo mismo, más de lo mismo" y básicamente la falta de agudeza en el guión se compensa con algunos momentos de mucha acción, abundantes efectos especiales, persecuciones, suntuosos escenarios, investigaciones enigmáticas, alienígenas poniendo en peligro a los humanos, una pizca de visión futurológica de lo que será el mundo y seres de lo más extraños que viven camuflados entre nosotros. Los agentes K y J vuelven nuevamente a mostrarnos lo duro de su trabajo (la escena en un restaurante chino es una de las más logradas del film, con muchos efectos y muchísimo ritmo) combatiendo a fuerzas alienígenas en la tierra. Pero eso es solamente el marco para recordarnos o para introducir al nuevo público en la historia. Porque el punto fuerte de "Hombres de Negro 3" no es precisamente el trabajo que desarrollan en el presente sino un viaje que deberán emprender al pasado. Boris el animal -el último blogodita, un papel a cargo del sorprendente Jemaine Clement que hasta meterá miedo en el público más menudo- escapa de la prisión lunar en la que lleva encerrado varios años, más de treinta, abriendo esta entrega con una vertiginosa, dura e impactante primer escena. Apenas salga de esa prisión de máxima seguridad, Boris no dudará ni un segundo en ir a vengar a quien lo dejó sin libertad allá por 1969: el agente K. Cuando K misteriosamente desaparezca y J viva como en una realidad paralela, donde todos dan por muerto a su compañero desde hace ya muchos años, decide regresar a ese punto de la historia y tratar de ver qué es lo que realmente ha pasado. Obviamente que cualquier acto que pueda modificar en ese pasado, afectará a su presente. Suena conocido? Si, es una estrategia utilizada una y mil veces desde "El Efecto Mariposa" y mucho antes y por supuesto mucho después. Pero para darle un toque más interesante hay un elemento adicional: no solamente J tiene que ir a modificar algo del pasado para salvar a su irónico e introvertido compañero, sino que como plus, podrá redefinir algunas situaciones de su propia historia, a las que podrá comprender a partir de conocer ciertos elementos con los que no contaba en sus recuerdos. Todo el elenco sabe bien lo que hace: están Will Smith como J y Tommy Lee Jones (que le pasó en la cara, le operaron mal las bolsas ????) como K, haciendo su trabajo impecablemente y haciendo una buena dupla como en toda "buddy movie" que se precie de tal. En esta parte de la saga incorporan a Josh Brolin como K cuando era joven (se parecen muchísimo y realmente está logrado el efecto deseado) y la participación especial de Emma Thompson como la agente O (con un kilo de maquillaje encima -aflojen!- y en un papel que sinceramente dista de sus grandes actuaciones en "Sensatez y Sentimientos" "Wit" o "Realmente amor" pero bueno, todo el mundo tiene que llevar plata a casa...). La trama privilegia esta historia de volver al pasado para solucionar, arreglar, reparar, ciertos momentos y tratar de entender la historia en general pero básicamente la historia individual. Se interna en situaciones lindantes con el new age y una parte demasiado sensiblera, dejando completamente de lado lo que se suponía que fuese una película de acción y llena de aliens extraños, quienes sólo aparecen como figuritas decorativas pero que no tienen ninguna relevancia en la trama. Si bien el regreso a los '60 justamente da para un suntuosidad visual y para poder jugar con el humor (es muy divertido ver el prototipo de los aliénigenas de los '60 comparados con los actuales) y las referencias a personajes célebres, es también donde la película pierde ritmo y se torna sumamente explicativa y hasta moralista. Tiempos muy lentos para lo que se espera de un film de esta factura, diálogos pecando en algunos momentos de ser demasiado suntuoso y salpicados de discurso metafísico, lo que más puede reprocharse a "Hombres de negro 3" firmada por Etan Cohen es la falta de humor y de ironía que tenía el original. Es justamente esa pizca de humor y de locura lo que hizo de este producto un gran éxito en su momento, no tomarse nada demasiado en serio, sino jugar hasta en los límites del absurdo. Si bien es un producto en el que obviamente la inversión rinde sus frutos en los rubros técnicos y en el diseño de la imágen, vuelve a fallar a nivel guión con una historia que no termina de cerrar ni de adaptarse totalmente a una película de este estilo y que decepciona a los más seguidores de la saga. Fallida aunque con momentos interesantes, sería más estimulando que parte de la inversión se disponga a encontrar alguna chispa de idea nueva, diferente, fresca, a la que el público vuelva a convertir en un HIT como lo fue hace 15 años atrás la primera entrega de estos Hombres de Negro. Ahora todo suena a lo mismo, aunque con distinta intensidad (peor, para mi gusto).
La boda de mi (nuestro) mejor amigo Dean Craig, guionista de uno de los éxitos más rotundos que tuvo una comedia inglesa en nuestro país como fue "Muerte en un funeral" -también responsable de la remake norteamericana- intenta repetir la fórmula en el estreno de esta semana "Los padrinos de la boda". Nuevamente se plantea como excusa un encuentro familiar como es ahora el caso de una boda y antes lo había sido el funeral del título anterior, donde el delirio iba in crescendo, y por supuesto que ahora en el casamiento también habrá enredos, complicaciones inesperadas, algo de desenfado y mucha pero mucha confusión. El esqueleto que plantea Craig para esta comedia es sumamente sencillo: David y Mia se conocen en un increíble lugar de vacaciones y van desde el flechazo, el amor a primera vista... directo al casamiento. David vuelve a Inglaterra a contarle todos los detalles de esta experiencia a sus amigos -los tres padrinos del título- y asi, sin más, invitarlos al evento más inesperado: su boda. Adicionémosle a esto que Mia vive con su familia en un pueblito australiano y que cuando, prácticamente sin conocerse, David y sus amigos traten de caerle en gracia a la familia de la novia, comenzarán los enredos y el la comedia está servida. Un importante ingrediente que ayuda al delirio es que al llegar a tierras australianas, tanto el novio como los padrinos, se dan cuenta que se trata de una familia adinerada, socialmente muy bien posicionada y cuyo padre es un importante senador que intenta transmitirle la banca a su hija. Y ya a partir de la despedida de solteros, todo se va yendo de control y los amigos de David no lograrán, ninguno de ellos, llegar al momento de la boda como habían acordado ni cumplir con ninguno de los rituales del ceremonial. Con una receta que más que parecerse a "Muerte en un funeral" remite directamente al descontrol de la saga de "Qué paso ayer?" todo huele como muy conocido. Incluso los enredos en una boda plagada de situaciones en donde todos los detalles se complican cada vez más, implicando tanto a los padrinos como a los invitados, ya había sido transitado en la película nacional "Mi primera boda" y por lo tanto, si bien el ritmo de esta comedia inglesa está logrado en todo momento, siempre hay que lidiar con la sensación de que no hay mucho nuevo para contar. Ya desde la icónica "Despedida de Soltero" en donde hasta un burro terminaba participando de una desaforada fiesta, incluir algún simpático animalito en la trama ya no es novedad aunque siempre rinde sus buenos dividendos. ? En este caso los mejores gags corren por cuenta de las peripecias en torno a una oveja (ya también había un monito en "Qué paso ayer 2" por ejemplo y hay situaciones hilarantes con un perro en "Loco por Mary" sólo por citar un par de ejemplos) y en general, si bien el ritmo es acertado y las situaciones son divertidas, el delirio no parece ir creciendo naturalmente como pasaba en "Muerte...". ?? Las piezas dispuestas por el guionista aparecen ya, desde un primer momento, sumamente forzadas y demasiado intencionales como para que en algún momento de la trama, intenten lograr el cometido. Pero justamente la base de lo más ocurrente y divertido, es lograr que nos parezca delirante sin ser burdo o demasiado previsible. Y mal que le pese, "Los padrinos de la boda", navega completamente a dos aguas. Hay momentos en los cuales encuentra el rumbo de una buena comedia de enredos, logrando algunas situaciones muy graciosas (las ya mencionadas con la oveja y cuando los protagonistas se ven implicados con un particular dealer de cocaina -un papel a cargo de Steve Le Marquand, quien le sabe sacar perfecto provecho-), pero hay algunos otros en donde la exageración hace que la situación no logre encontrar el tono justo para dar en la tecla o que remiten a situaciones muy similares en las comedias ya nombradas o con un dejo de "Bridesmaids-Damas en Guerra" o "Los rompebodas". Como puntos a favor, el elenco que maneja Stephan Elliott -muy lejos de la brillante "Priscilla, Queen of the Desert" y más cerca de la corrección de "Buenas Costumbres"- es compacto y se desenvuelve funcionalmente dentro de lo que la trama quiere contar. Una de las perlitas del elenco, es la reaparición dentro del cine australiano de Olivia Newton-John, recordadísima estrella de musicales como "Grease" o "Xanadú" en un papel descontracturado, entretenido, el que parece haber disfrutado y aprovechado en todo momento para jugar y divertirse, aunque pueda haber algunos momentos en que quedemos distraídos por intentar reconocerla tras una pequeña catarata de cirugías estéticas. Sabiendo que no se pretende mucho más que un entretenimiento liviano y bien armado, "Los padrinos de la boda", puede ser un buen pasatiempo de esos que no dejan enormes carcajadas, pero sí algunas amplias sonrisas.
Cantando bajito me voy para el campo Eliza (Dolores Fonzi) y Santiago (Leonardo Sbaraglia) van en un auto, junto con su hija en el asiento de atrás. Conducen de noche por una carretera hasta llegar a una casa de campo. Abren la tranquera y parecen haber llegado al punto de destino. ¿Descanso del stress de la ciudad por unos dias? ¿Un fin de semana (largo) lejos de la rutina? ¿Visitarán algunos amigos? A la siguiente escena nos daremos cuenta que no pasa nada de eso. Pareciera que Santiago y Eliza están transitando ese momento preciso en que quieren dar una vuelta de página, arrancar nuevamente su historia ahi, en esa casa de campo que compraron por algunas fotos que vieron y se lanzaron a la aventura. Una casa completamente alejada de todo. Algo que a primera vista se presenta como idea para poder empezar de cero. El guión de Hernán Belón y Valeria Radivo elige contarnos la historia, desarrollando diferentes situaciones de la pareja -los vinculos de cada uno con su hija, su intimidad, la llegada al lugar, sus inquietudes- pero sin poner demasiadas palabras para dejar expresamente citado nada. Es básicamente el gran mérito de la película, el hecho de ir entretejiendo muy sutilmente el entramado de esta pareja a modo de un collage con las sensaciones de cada uno de ellos. Cómo perciben el lugar, la casa, el nuevo entorno, este nuevo territorio en el que comienzan a jugarse situaciones nuevas y otras ya muy conocidas por ambos se reviven, sólo que en un nuevo escenario. A primera vista, para Santiago, todo parece ser para mejor. Es imposible que este proyecto haya sido generado sin su fuerza. Y aún cuando la casa está completamente abandona, con muchos arreglos para hacer, poco acogedora sobre todo para ir en una época de invierno y con una criatura, aún cuando el ambiente no parece ser el adecuado, su interés por apostar a ese nuevo proyecto como salvataje es evidente. Hace grandes esfuerzos por convencer a Eliza que será lo mejor para ellos. Eliza -que es claramente el personaje al que el guión atiende constantemente y sobre el que recarga el peso de la trama-, por su parte, deposita en esa casa todos sus miedos, su ambivalencia, sus imposibilidades, su inseguridad. Para Eliza el campo se presenta agresivo, salvaje, un terreno plagado de incertidumbre. Y hasta los vecinos que puedan llegar a acercarse (un interesante trabajo de Pochi Ducase como la vecina) le plantean una desconfianza, llegan a desestabilizarla, la enfrentan con sus partes más oscuras. El aire que se respira en "El Campo" es un aire de tensión, casi de peligro permanente. En cualquier momento alguna de sus criaturas pareciera que van a ser surcadas por la tragedia y eso es lo que mantiene en vilo al espectador. Se respira un aire enrarecido, un extraña violencia -que pareciera ya conocida por la pareja en su manera de vincularse- que se desata solapadamente en algunas situaciones, aún cuando en la superficie y en algunas otras escenas, pareciera que reina la armonía. Dosificando los elementos que muestra y en función a que cada espectador pueda ir armando con su propia mirada ese nuevo mapa, el guión y la dirección de Belón tiene un fuerte apoyo en dos actuaciones impecables. Leonardo Sbaraglia como Santiago transmite esa fuerza de encarar un nuevo proyecto, de salvar sus afectos y darle curso a su vida aún cuando percibe que quizás pueda estar equivocado. Construye a Santiago con esa violencia contenida frente a algunas cuestiones con Eliza mientras y a su vez, un hombre que despliega muchísima dulzura en el vínculo con su hija (son realmente notables algunas miradas y gestos de Matilda Manzano en algunas escenas que comparten). Pero el lucimiento, con mayores matices -como ya fuera apuntado desde una mirada más compleja que le aporta el guión-, con muchos más repliegues, con una constante ambivalencia es la Eliza de Dolores Fonzi en un punto de madurez como actriz, notable para su carrera. Temerosa en ese ambiente que le resulta sumamente hostil, que la angustia y la atrapa, liberada en sus momentos de "locura", sumisa ante la violencia escondida de los otros personajes se permite habilitar varios registros y todos los transita con mucha convicción y con un rostro sumamente cinematográfico que la cámara sabe destacar. Con un amplio recorrido por diversos festivales (Venecia, Settimana della Critica / Mar del Plata 2011, en Competencia latinoamericana Premio Feisal (Mejor director) / Amiens, Competencia oficial Premio especial del jurado y Premio Mejor Actor para Leonardo Sbaraglia / Flandes, Premio Mejor Sonido / Reikjavik, Selección Oficial / Muestra de cine Argentino de Leipzig, Primer premio (Mejor película) / Doha, Competencia Oficial / La Habana, Panorama Latinoamericano / Trondheim, Selección Oficial / Ultrech, Selección Oficial / Málaga, Competencia Latinoamericana) "El Campo" se convierte en un pequeño ejercicio cinematográfico notable, delicado. Una historia que permite varias lecturas desde la conquista de un nuevo lugar hasta la radiografía de una pareja en crisis que apela a esa casa, ya destruida, para volver a recomponerse. Y Belón logra transmitirnos toda esa complejidad ante la tomar de una (o más) decisiones de las que en el momento de tomarlas, parecen trascendentales.
Animación con olor a tango María Verónica Ramírez, productora y directora general del filme, presenta cuatro cortometrajes de animación con un eje central: la ciudad de Buenos Aires. Así, cada uno de los artistas convocados para este filme tiene la posibilidad de dar una visión diferente de la ciudad, de su idiosincracia, de contarnos historias que respiren ese aroma porteño tan particular. Cada uno de estos artistas, además, mostrará su excelencia con una técnica diferente cada uno de ellos, de forma tal que "Ánima Buenos Aires" no solamente responde a un puñado de historias ciudadanas sino además se constituye en una gran muestra del talento de animadores como Caloi, Pablo Rodrígez Jauregui, Pablo Faivre, Florencia Faivre y Carlos Nine, en diferentes áres y técnicas de animación. Estas cuatro historias completamente independientes entre sí, están hilvanadas mediante separadores de una pareja de bailarines de tango mostrando su baile "canyengue" por diferentes lugares inconfundiblemente ligados a Buenos Aires. Los conventillos de caminito, la Costanera, las casas de los barrios y tantos otros monumentos, plazas y lugares conocidos sirven de marco a esta pareja realizada con la técnica de stencils (brillante!) bajo la dirección de Juan Pablo Zaramella y Mario Rulloni. Como en todo filme de episodios, y "Ánima Buenos Aires" básicamente lo es, las historias son muy diferentes entre entre sí y es por eso que conviene presentarlas en forma separada. El filme arranca con "Meado por los perros" (que es la primer historia y la que particularmente más me gustó), dirigida por Pablo Faivre y Florencia Faivre, con un cuento que respira un aire porteño, de barrio, con situaciones típicamente nuestras y con una problemática conocida: un negocio de barrio se ve absolutamente "invadido" por una cadena de hipermercados que se instala a pocas cuadras. Con una mirada plagada de humor con mucha ironía, humor negro y sátira, los hermanos Faivre logran no solamente mostrar una técnica poco conocida en la animación sino que crean una historia potente que invita a la reflexión sin estar exenta de humor y de una mirada crítica a la situación económica que modificó no solamente los comercios en los barrios sino también los hábitos de consumo en cada uno de nosotros. Redonda, fresca, sin fisuras, esta primer historia genera una adhesión instantánea con personajes reconocibles y sumamente nuestros. El segundo segmento, dirigido por Pablo Rodríguez Jauregui es "Claustrópolis". En este caso, la ciudad oficia de marco para una historia contada a través de los ojos de un niño, que encerrado en un departamento de un edificio porteño, desea la libertad que tiene una niña de la calle que llena de color la ciudad con sus grafittis. Si bien como en todo el filme, la técnica es excelente y "Claustrópolis" se impone por sus colores brillantes y una historia de amor y amistad con un toque naïf, se contrapone fuertemente con un primer episodio muy sólido desde el guión y lamentablemente la historia de Rodriguez Jauregui se queda a mitad de camino en un relato que no logra levantar vuelo, al nivel del anterior. Carlos Nine es el director del tercer segmento, "Bu-bu" en donde la brillante narración en la voz en off de Horacio Fontova nos va sumergiendo en una ciudad regada de delito y lindando con un homenaje a las novelas policiales de Chandler y Chase, nuevamente cambiamos el giro del relato, mucho más a tono con la propuesta general del film (de la cual el segmento anterior lamentablemente se aparta). En este caso, otra nueva técnica de animación se presenta en una forma sumamente original con una narración muy dinámica y enfocada a la mirada de un espectador adulto: llena de guiños a la novela negra y con ese plus que le da la narración de Fontova que nos sumerge mediante un intenso flashback desde la mirada de un criminal que ha sido finalmente acorralado, "Bu-bu" presenta otro segmento interesante y contundente. Para cerrar, Caloi y María Verónica Ramirez presentan "Mi Buenos Aires herido". La cita es en un típico bar porteño, antiguo, atendido por su propio dueño -el entrañable gallego- y respira desde sus primeras imágenes un aroma a tango y revisita, al igual que las historias de Caloi, un grupo inconfundible de "mitos" argentinos. La orquesta de tango, los corazones solitarios que se emborrachan en el bar, la mujer que es deseada por todos, el malevo, los muchachos de la barra del bar y todas estas criaturas a las que Caloi nos tienen acostumbrados, se unen en la narración de este segmento contado a ritmo de puro tango (la música de Rodolfo Mederos, Gustavo Mozzi y Fernando Kabusacki es fundamental en cada uno de los episodios), con mucho lirismo y un agradecido sabor a Buenos Aires. Animación tradicional, collage, stencils animados, montajes de fotos y hasta un pequeño toque de acción en vivo hacen de esta "Ánima Buenos Aires" una propuesta intensamente creativa que muestra, sin lugar a dudas, la excelencia y diversidad de los equipos de animación nacional, con historias de raíces propias y que logran transmitir lo que late en esta ciudad tan nuestra.
Tocala de nuevo, Elvis A poco de correr "El último Elvis" ya estamos sorprendidos. Hay varios factores que se conjugan para que uno sienta que está disfrutando de un producto cinematográfico muy sólido, pero fundamentalmente lo que asombra es la contundencia y la claridad con las que el director Armando Bo, en éste, su primer film, despliega las imágenes. Bastan unos pocos minutos para que uno sienta que es una Opera Prima en la que el director hilvana minuciosamente las diferentes escenas y que le encuentra a cada una de ellas un sentido directo para ir llevando al espectador al clima en el que quiere internarnos: ese ritmo de blues y melancolía pocas veces visto en el cine nacional. Sin caer en los golpes bajos ni en los grandes discursos, Armando Bo -autor también del guión conjuntamente con Nicolás Giacobone- nos cuenta la historia de Carlos Gutiérrez, alguien que niega rotundamente su identidad y atraviesa su vida como si fuese Elvis. Poco importan las horas que pasa como obrero de una fábrica, poco importa que su ex lo baje en todo momento a la realidad y que su vida personal se acerque cada vez más al vacío. El sigue siendo Elvis, pero justamente como señala el título es el último Elvis, ese del final: excedido de peso, sudoroso, malhumorado, quebrado por todos los costados. Y Carlos hace rato dejó de ser Carlos, si es que alguna vez haya logrado serlo. Carlos ES Elvis. Y todo lo que hace en cada movimiento cotidiano de su vida -que se refleja en esas imágenes que lo transmiten todo con sólo ver su intimidad-, será en función de eso: dejó hace un buen rato de vivir su vida para comenzar a vivir la vida de un otro. Como dice en algún fragmento del film "Dios quiso que tuviera su voz y yo no hice más que aceptarlo". Atravesando ésto como una especie de designio divino, como imbuido en un cierto misticismo de su referente, en un forma particular de Vía Crucis personal, Carlos irá recorriendo cada una de las estaciones de la vida de Elvis, tal como él las ha recorrido. Come lo mismo, tiene una hija que también se llama Lisa Marie, parece anclado en los sesenta en su ropa, en su manera de andar, en su auto, no hay para el ningún programa de televisión más que ver sus recitales, sus entrevistas, sus películas, escuchar permanentemente y tararear sus canciones. Su admiración, su potencial para imitarlo se transforma en una especie de obsesión ciega que no se detiene por ningún otro suceso de su vida. Aún cuando un accidente grave en su vida personal intenta cambiar el giro y su modo de vincularse con su hija y su ex mujer, nada hace que Carlos detenga su marcha y cada vez encuentre en la figura de Elvis y en cada detalle de la vida de Elvis uan especie de paradigma, único motivo para el cual seguir viviendo. La película tiene muchos puntos meritorios. Como ya fuese dicho una dirección con un pulso seguro y que sabe lo que quiere contar. Por otro lado, un guión que corre en el mismo sentido, evitando obviedades, mostrando cada uno de los detalles y las particularidades para poder pintar con diferentes pinceladas muy pequeñas, todo el mundo de Carlos, el mundo de su Elvis. La sinceridad de los diálogos, la honestidad de las situaciones, la franqueza y la seguridad con la que se abordan los diferentes temas que lateralmente examina el guión, son sin duda el mérito de una cuidada forma de narrar que han elegido los autores, que se plasma además con un elenco ideal para contar esta historia. John Mc lnerny es Carlos, pero fundamentalmente crece, se agiganta y respira cuando es Elvis. Su actuación es impecable, y logra hacernos sentir la crisis de no poder escapar al designio de vivir otra vida que no es exactamente la suya. La imposibilidad de echar raíces en sus afectos y la necesidad de refugiarse en otro para vibrar con deseo y con pasión. Carlos/Elvis vive de acuerdo a su pulsión, a su irrefrenable pasión y aunque en ciertos momentos sus decisiones bordeen el delirio y el desconcierto, no hacen más que mostrar claramente que nuestro protagonista aparece atrapado en ese otro que quiere ser y que le resulta sumamente difícil encontrar una salida. Con muy pocas escenas pero con un personaje que resulta atractivo cada vez que aparece en pantalla, Griselda Siciliani compone a una Priscilla/Alejandra que hace lo que puede para seguir adelante con su hija (muy tierna composición de Margarita López, que va creciendo a lo largo del filme) a pesar de tener que lidiar con ese Elvis que ella misma lo marca como un gran error en su vida. Intensa, llena de sutilezas y con una apoyatura técnica de primer nivel (excelente fotografía y una banda de sonido impecable llena de los grandes éxitos de El Rey -la versión de "Melodía desencadenada" en el Bingo realmente quedará como un icono del nuevo cine argentino, seguramente-) "El ültimo Elvis" ha sido película de apertura en el ultimo Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, ha sido selección oficial en el Festival de Sundance y seguramente tiene una larga carrera por delante.
Pura Pulsion "Shame - sin reservas" viene precedida de una polvareda importante. Pero es realmente lamentable que todo el murmullo previo sea por esa mirada tan "pacata" que tuvo principalmente en el público americano que hace que un desnudo masculino haya generado tanto exabrupto. Parece mentira que en los tiempos que corren, un desnudo frontal y un par de escenas "jugadas" hayan hecho que, incluso, una cadena de cines en nuestro país, haya preferido no exhibirla. Suena retrógrado, no? Lamentablemente, si bien la propuesta es realmente arriesgada, clavar la mirada solamente en eso es porque no han visto mucho otro cine que SI es claramente mucho más explicito y haría que "Shame" termine pareciendo, incluso, un juego de niños (en el último BAFICI, sin ir más lejos filmes como "Q", "Clip", "Pets" "L'Apollonide" o mismo "Hamel" -que se la comparó como una versión femenina de "Shame"- le explicarían a cualquier buen espectador lo que realmente son escenas explícitas y osadas). La propuesta no es arriesgada por lo que muestra sino por la profundidad con que aborda sin demasiados rodeos, un tema poco visitado en el cine y que logra tratarlo sin ningún tipo de discurso moralista. Y justamente mucho del corrillo del Oscar, dice que la gran actuacion de Michael Fassbender quedó fuera de las nominaciones por haber sido un cine que no pudo exhibirse ampliamente en todos los circuitos. Fassbender es Brandon Sullivan, un ejecutivo neoyorkino elegante, seductor, con un buen trabajo y una situación económica holgada. Pero su fachada se resquebraja cuando ya desde la primera escena, el director Steve Mc. Queen nos permite entrever su compulsión por seducir, por abordar un encuentro sexual, por satisfacer sus impulsos. Lisa y llanamente Brandon es un adicto al sexo. Obviamente que en ningún momento se habla de goce, de placer, de encuentro, de entrega. Al contrario, Brandon sufre el infierno personal que conlleva cualquier adicto. Hay una pulsión, una fuerza inmanejable, un rayo que lo atraviesa y que lo lleva a buscar desesperadamente cualquier forma de descarga. Y aún cuando hay señales (como sucede sobre todo en su ámbito laboral) de que esto lo está perjudicando y se está tornando incontrolable, Brando nada puede hacer más que dejarse llevar por esa fuerza, sin poder oponer demasiada resistencia... sábado 28 de abril de 2012Pura pulsión "SHAME - Sin reservas" de Steve McQueen con Michael Fassbender, Carey Mulligan, James Badge Dale y Nicole Beharie "Shame - sin reservas" viene precedida de una polvareda importante. Pero es realmente lamentable que todo el murmullo previo sea por esa mirada tan "pacata" que tuvo principalmente en el público americano que hace que un desnudo masculino haya generado tanto exabrupto. Parece mentira que en los tiempos que corren, un desnudo frontal y un par de escenas "jugadas" hayan hecho que, incluso, una cadena de cines en nuestro país, haya preferido no exhibirla. Suena retrógrado, no? Lamentablemente, si bien la propuesta es realmente arriesgada, clavar la mirada solamente en eso es porque no han visto mucho otro cine que SI es claramente mucho más explicito y haría que "Shame" termine pareciendo, incluso, un juego de niños (en el último BAFICI, sin ir más lejos filmes como "Q", "Clip", "Pets" "L'Apollonide" o mismo "Hamel" -que se la comparó como una versión femenina de "Shame"- le explicarían a cualquier buen espectador lo que realmente son escenas explícitas y osadas). La propuesta no es arriesgada por lo que muestra sino por la profundidad con que aborda sin demasiados rodeos, un tema poco visitado en el cine y que logra tratarlo sin ningún tipo de discurso moralista. Y justamente mucho del corrillo del Oscar, dice que la gran actuacion de Michael Fassbender quedó fuera de las nominaciones por haber sido un cine que no pudo exhibirse ampliamente en todos los circuitos. Fassbender es Brandon Sullivan, un ejecutivo neoyorkino elegante, seductor, con un buen trabajo y una situación económica holgada. Pero su fachada se resquebraja cuando ya desde la primera escena, el director Steve Mc. Queen nos permite entrever su compulsión por seducir, por abordar un encuentro sexual, por satisfacer sus impulsos. Lisa y llanamente Brandon es un adicto al sexo. Obviamente que en ningún momento se habla de goce, de placer, de encuentro, de entrega. Al contrario, Brandon sufre el infierno personal que conlleva cualquier adicto. Hay una pulsión, una fuerza inmanejable, un rayo que lo atraviesa y que lo lleva a buscar desesperadamente cualquier forma de descarga. Y aún cuando hay señales (como sucede sobre todo en su ámbito laboral) de que esto lo está perjudicando y se está tornando incontrolable, Brando nada puede hacer más que dejarse llevar por esa fuerza, sin poder oponer demasiada resistencia... Lo mismo puede darle no conocer prácticamente quien es su partenaire, masturbarse en cualquier rincón de la ciudad y en cualquier momento - incluido en sus horarios de trabajo-, a consumir pornografía via internet -su PC está tan infectada que su jefe le llama la atención cuando viene la gente de Sistemas a revisar la red-, establecer relaciones completamente ocasionales, contratar prostitutas o sentirse seducido a incorporarse a los juegos eróticos del cuarto oscuro de un club gay. La interesante mirada de Steve Mc. Queen en éste, su segundo largometraje (el primero es "Hunger" no conocido en nuestro pais), hace que la historia no pase justamente por los lugares comunes ni por el interés de mostrar escenas subidas de tono (como mucha de aquellas en la que la prensa previa intenta detenerse) ni de bajar ningún tipo de discurso. Mc. Queen se juega por mostrar mediante diferentes viñetas, situaciones, momentos pequeños de ese infierno personal de Brandon: la imposibilidad de conectarse con sus pasiones, con sus afectos, con su deseo interior. Su imposibildad de sentir. Y si bien, hay como un "descenso a los infiernos" que se muestra en tantas películas relacionadas con el tema de las adicciones, el mundo de Brandon se resquebraja todavía más cuando aparece en escena, visitando su departamento neoyorkino, su hermana Sissy (Carey Mulligan, de "An education- Enseñanza de vida", recientemente vista en "Drive" y "Nunca me abandones"). Ya ingresados en la profundidad de la historia, Mc Queen retrata a esos dos hermanos que se atraen y se repelen casi con la misma intensidad. Dos almas que evidentemente necesitan refugiarse uno en el otro, pero no saben cómo. Recortados de su historia familiar, poco sabemos de lo que haya pasado, pero nos queda claro que han atravesado momentos que los han lastimado, y mucho, y que hoy, adultos, todavía no pueden encontrar su lugar. Y que aún siendo ellos mismos, los que tienen la posibilidad de repararse el uno al otro y reconstruirse, no encuentran la forma posible de entenderse y de acompañarse. Es increible que el mismo Fassbender que vimos algunas semanas atrás en "Un método peligroso" o el Magneto de "X-men" se meta en la piel de Brandon y logre componer con tanta fidelidad la fachada de seguridad y seducción que tiene su personaje en la faceta exterior -su mirada pública-, como internarse en las zonas más oscuras a las que el director accede con sólo mostrar algunos de sus actos privados. Sin poner una mirada censora o de prejuicio respecto de lo que el protagonista hace, sencillamente los retrata, y en eso radica su fuerza y su espontaneidad. Es éste indudablemente el elemento fundamental de "Shame" : el hecho de que Mc Queen deje correr a sus criaturas sin sentenciarlas, sin someterlas a ningún juicio de valor, permitiéndoles ser, con todas sus contradicciones y con todas sus imposibilidades. Fassbender y Mulligan se bridan completamente a ponerse la piel de sus personajes en dos composiciones avasallantes (además Mulligan tiene una escena donde hace un cover de "New York, New York" completamente antológico), llenas de matices y con una entrega absoluta. Para ese momento, va a ser difícil no haber caido en la hipnótica cámara con la que Mc. Queen nos presenta la historia, habernos dejado llevar por un derrotero personal tan íntimo, y sufrir junto con los personajes. Y ahi es donde "Shame" crece y se agiganta, mucho más que en un simple desnudo o un encuentro sexual.
Jason Reitman ya se ha ganado un lugar dentro del cine independiente (?) americano. Desde su irrupción con la comercialmente exitosa "Juno" y luego con "Amor sin escalas" con George Clooney como protagonista, ha demostrado que sabe encontrar la mezcla exacta entre un cine que se aleja del sistema aunque no se distancia tanto como para que sus films sean sólo degustados por los publicos festivaleros. Segunda unión con Diablo Cody, la misma guionista de "Juno" -ganadora del Oscar en su momento-, en este caso vuelve a internarse en un retrato tan preciso como devastador de Mavis Gray (en la piel de la siempre excelente Charlize Theron, camaleónica y mutante como pocas) quien decide con un tonta excusa volver a su pueblo de la adolescencia, Mercury, Minnesota, e intentar reencontrarse con alguna historia inconclusa que ha dejado por el camino. Escritora de novelas para adultos jóvenes -quizas sean justamente los del título aunque el sentido de las palabras da para mucho más que eso-, tiene una fecha límite para entregar su nuevo trabajo y para darle un final a la serie que ella ha impulsado. Más allá de enfrentar su bloqueo narrativo y el final de la serie de sus libros, Mavis decidirá emprender este viaje en donde volverá a revivir irremediablemente momentos de su adolescencia, reencontrando e intentando recuperar vínculos de su pasado, que -aunque no parezca y quizás ni siquiera ella pueda reconocerlo concientemente- siguen teniendo una presencia muy fuerte en su presente. El disparador es una simple excusa, como suele suceder en casi todos los casos. Un e-mail en donde se anuncia el nacimiento de la hija de un antiguo novio de su secundaria, Buddy (un exacto trabajo de Patrick Wilson, a quien vimos en roles tan discimiles como "Watchmen" "Un despertar glorioso" "Brigada A" o "Secretos Intimos" junto a Kate Winslet) es el punto de arranque para Mavis tome fuerzas y en el medio de su crisis, decida emprender el viaje. Ella cree que más allá de todo lo que haya pasado y que él tenga su familia formada, ellos están hechos el uno para el otro y por lo tanto no duda en pensar en un objetivo concreto: volver para recuperarlo. Entre otros lazos que encontrará en ese regreso, se cruzará en un bar con Matt quien no solamente padece una discapacidad sino que también ha tenido que atravesar el hecho de asumir su condición de gay en un pueblo de esas características. Y con el consabido esquema de "pueblo chico, infierno grande" la llegada de Mavis no pasará desapercibida y su presencia impulsará mayores inquietudes en la confusión general de Matt que en el reencuentro con Buddy, a quien en todo momento se lo nota muy poco entusiasmado y hasta con un cierto compromiso de volver a verla a Mavis pero sin ningún interés particular más que en ser cordial y hospitalario con un amor de la juventud en su visita al pueblo. Mavis intentará sin suerte desplegar un aire de éxito y superación a todo nivel y es allí cuando el guión de "Adultos Jóvenes" irá penetrando en el perfil más oscuro de Mavis hasta llegar a una escena clave, dolorosa y reveladora en donde una vez más Theron shockea al espectador con un momento completamente desgarrador y Diablo Cody vuelve a lucirse en su facilidad y espontaneidad para presentar un retrato desolador y preciso del derrumbe emocional que atraviesa su personaje -del que ya va dando claves más sutiles durante todo la primer parte de la película, al presentarla. Y su guión es impadoso con la protagonista y el registro de su padecimiento en su llegada al pueblo, en cada uno de sus reencuentros (amigos, viejo amor, padres) y en su imposibilidad de seguir avanzando en su trabajo es intenso, sobre todo cuando se percibe la fuerte necesidad de Mavis de seguir siendo aquella Mavis en vez de ésta Mavis que hoy es. Reitman sabe dosificar perfectamente los vaivenes del drama sin caer en ningún dramatismo extremo sino bordeando el cinismo con que Mavis los percibe a todos rodeados de ese aire pueblerino para luego caer en su propio infierno personal del que se le dificulta la salida. El elenco encabezado por Theron y Wilson es sumamente compacto y también Patton Oswald entrega una interesante composición en su confundido, atormentado y sobrepuesto Matt, siendo quizás el único con el que finalmente Mavis pueda develar su verdadera máscara. Sabor amargo de un regreso sin gloria, de una historia pasada que sigue doliendo tanto como antes, retrato de un anclaje en un pasado del que la protagonista no logra despegarse, "Adultos Jóvenes" presenta con inteligencia y una fuerte dosis de realismo una pequeña parábola de una "hija pródiga" que vuelve a un lugar -y no solamente haciendo referencia a la ciudad natal o a un punto geográfico en particular sino más aún a su propio lugar interior- al que jamás debiese haber regresado.