Los miembros de la familia parte del dolor de la muerte y va transitando por el duelo, no hacia una felicidad plena y artificial, sino hacia la posibilidad de libertad. Para cuando la película llega a su fin nada está realmente solucionado para los hermanos Lucas y Gilda, pero el reencuentro forzoso les permite restablecer su vínculo. La descripción de la trama suena a una película ya vista mil veces, pero la sorpresa es que no lo es. Lucas (Tomás Wicz) y Gilda (Laila Maltz) viajan a un pueblo de la costa a cumplir con el último deseo de su madre y tirar sus cenizas al mar. Un paro de transporte los obliga a permanecer en el pueblo y en la casa en la que vivía su madre por más tiempo del que esperaban. Bendesky envuelve de misterio la historia de los hermanos, generando un clima enrarecido, incluyendo secuencias oníricas y jugando con ideas esotéricas. La fotografía melancólica, el tono de los diálogos y el registro particular de las actuaciones, que mantiene distancia pero no puede evitar la empatía, están combinados de manera inesperada. Pero, sobre todo, la maniobra más arriesgada y exitosa del film es el uso de un humor seco que le agrega otra capa de sentido y provoca la extraña sensación de una media sonrisa.
Este film de Diego M. Castro es un retrato realista de la vida de un chofer de taxi de Rosario, con apenas algunas situaciones extraordinarias que hacen de los días que se cuentan en el film distintos del resto: un pasajero que se descompone en pleno viaje, un paquete olvidado y la distancia creciente con su pareja, que crean una disrupción en la rutina de Leo (Santiago Ilundain). El afán por mostrar la monotonía de los días resulta efectivo, pero en la acumulación es algo excesivo. Lo mejor del film es la mirada durante los viejaes desde el interior del auto (y de la mente de Leo) hacia Rosario, un centro urbano que no es Buenos Aires, lo cual sucede lamentablemente poco en el cine argentino.
Parque mágico tiene las ambiciones de una película infantil que combina diversión con profundidad pero no llega a concretarlas. Lo intenta eligiendo un tema complejo, como es el aprendizaje a lidiar con la adversidad y no dejar de ser uno mismo, pero no logra traducirlo en un film que maneje las sutilezas necesarias para tratarlo y divertir al mismo tiempo. La película tarda media hora en establecer la situación: una niña que juega a armar un parque de diversiones imaginario deja de hacerlo cuando su madre se enferma. Esa primera parte genera cierto interés, pero lo que sucede a partir de entonces es previsible, con el parque mágico cobrando vida y una lección que será aprendida hacia el final. En el medio hay secuencias con animales que hablan, mucho color y acción un tanto repetitiva que probablemente entretenga a los chicos más pequeños.
Kevin Kölsch y Dennis Widmyer ganan la batalla contra las bajas expectativas que conlleva la remake de un film de culto con una película de climas muy bien logrados y actuaciones destacadas. Los cambios en la historia podrán ofender a los fanáticos acérrimos de la novela original de Stephen King o de la película de Mary Lambert que la adaptó en los 80, pero son un acierto para acercar la historia de Cementerio de animales al público actual. Es mejor no contar cuáles son aquellos cambios en la historia de una familia que se muda a una casa que tiene en su terreno un cementerio de animales con características especiales, las cuales descubrirán tras la muerte de su gato. Aunque el tráiler incluye la gran vuelta de tuerca de esta versión, vale la pena preservar los detalles de la trama. La nueva Cementerio de animales propone un juego interesante para quienes están familiarizados con su antecesora, logrando sorprender. La limpieza y actualización de algunos elementos narrativos consiguen reforzar el foco sobre el tema central. La reflexión sobre la muerte y el duelo eleva a muchas películas de terror, como esta, por sobre la mera acumulación de sustos y fantasías sobrenaturales. Solo se ve limitada por algunos clichés innecesarios del género, como por ejemplo, la inclusión de máscaras de animales para darle a los niños un aire siniestro.
Los orígenes del candombe en Montevideo y cómo el éxodo uruguayo de los 70 lo trajo a Buenos Aires son los temas explorados en este documental de Ernesto Gut. Músicos y especialistas en la cultura de los afrodescendientes hablan sobre los aspectos musicales y sociales del género en entrevistas que se combinan con imágenes actuales y con material de archivo sobre los comienzos de esta expresión musical popular. El film es un documento valioso para los aficionados al candombe pero tiene ciertas limitaciones, en cuanto a la edición y tratamiento de la imagen, que dificultan abrir el tema a quienes no tienen un interés previo en él. Una breve secuencia de animación, que muestra cómo era el conventillo del que hablan los entrevistados, es un acierto y una prueba de cómo se potencia lo que se cuenta cuando se buscan otras formas cinematográficas para hacerlo.
"Por eso, así dice el Señor: "Les enviaré una calamidad de la cual no podrán escapar. Aunque clamen por mí, no los escucharé". Esta cita bíblica (Jeremías 11-11) es una de una multitud de referencias, guiños y temas que pueblan Nosotros, la segunda película de Jordan Peele. No está mencionada de forma explícita, sino que aparecen los datos del libro y versículo en un cartel que sostiene un hombre y su presagio recorre el film. El director de ¡Huye! deja pistas, a veces más sutiles y otras demasiado obvias, que invitan a descifrar las distintas capas de sentido de esta película de terror y comedia, imbuida de un comentario social imposible de eludir. Esa construcción hace que el film sea pretencioso, un pecado cinematográfico que puede devenir virtud, como ocurre en este caso. La ferocidad del capitalismo, el terrorismo, los peligros del poder religioso, la oscuridad que es parte de cada persona y puede atacarla en cualquier momento y muchos temas más asoman en Nosotros. Si el peso de este popurrí de cuestiones sociales, políticas y filosóficas no resulta demasiado es porque Peele se ocupó de insertarlo en una película delirante y perturbadora. La mejor forma de acercarse a Nosotros es sabiendo lo menos posible sobre la trama, que incluye múltiples giros narrativos. La historia se centra en una familia que está de vacaciones en una casa a orillas de un lago y se enfrenta al ataque de cuatro personas que se parecen demasiado a ellos mismos. El elenco se adapta a la perfección al peculiar tono que tan bien maneja el director, en el que el momento de mayor terror está salpicado por chistes. Los protagonistas se lucen en sus roles dobles, en especial Lupita Nyong'o, que lleva el mayor peso, pero también Winston Duke ( Pantera negra) y los chicos que interpretan a sus hijos. Elisabeth Moss y Tim Heidecker se divierten en un registro extravagante. Nosotros es terriblemente entretenida, aun cuando la acumulación de temas y referencias pop provoque cierta ansiedad interpretativa. Uno de los aspectos más dudosos del film es que todas esas ventanas abiertas para la interpretación parecen una enumeración casi superficial de cuestiones que preocupan al director. Como sucede con la cita de Jeremías, cuyo enunciado es lo suficientemente vago como para que pueda responder a muchas interpretaciones. Pero lo mejor de Nosotros no es esa ambición temática, sino su grandilocuencia estética, sus climas inquietantes y la forma en la que va abandonando el realismo hasta olvidarlo.
Foto Estudio Luisita es un rescate del olvido; un viaje melancólico a una Buenos Aires de otra época; una reivindicación del talento de una artista que no fue reconocida seguramente por ser mujer; y, sobre todo, una expresión de admiración hacia su trabajo por parte de los realizadores. Sol Miraglia y Hugo Manso retratan con sencillez y mirada sensible la vida actual de Luisa Escarria y sus hermanas, que viven juntas en un departamento en plena avenida Corrientes, como punto inicial para contar su pasado de fotógrafa de los famosos. Los directores presentan la cotidianidad nada fuera de lo común de estas mujeres mayores en todos sus detalles y luego, mediante una música de aires tropicales que evoca al pasado y las fotos de las estrellas de la época de oro de la revista del Maipo, establecen la conexión de estas señoras con un universo de glamour con el que tuvieron un vínculo lateral. Luisita, con su humildad y timidez, supo capturar la mejor imagen de cada una de esas estrellas pero manteniéndose al margen de ese ambiente artístico y sin ser reconocida de forma pública. El documental se encarga de poner en primer plano su valioso trabajo, a través del descubrimiento de un archivo lleno de fotos de Tita Merello, Luis Sandrini, Amelita Vargas, Moria Casán y tantos otros. Más allá del valor de recuperar el archivo y las anécdotas de la fotógrafa y sus hermanas/asistentes, Foto Estudio Luisita conmueve por el amor y el respeto que fluye en todo su desarrollo. La emoción no sería la misma al ver a Luisita hacer su primera muestra si los directores no hubiesen logrado trasmitir al espectador el cariño y admiración que tienen por esta fotógrafa de los famosos, hasta ahora relegada al olvido.
Para algunos autores de novelas dirigidas al público adolescente, las enfermedades son el impedimento perfecto para el romance. En una época en la que la sexualidad de los jóvenes ya no suele ser tabú, el hecho de que una chica y un chico no se puedan tocar por riesgo a que se contagien las bacterias del otro, resulta perfecta para apelar al espíritu dramático adolescente. Basada en la novela de Rachel Lippincott, el film cuenta esta historia triste con mensaje positivo de una forma muy tradicional. El encanto de Haley Lu Richardson y el atractivo de Cole Sprouse no son suficientes para distraerse de la acumulación de clichés.
La primera parte de La voz de la igualdad decepciona un poco por su apego a los lugares comunes de la biopic. Las secuencias iniciales con la joven Ruth Bader Ginsburg luchando contra los prejuicios como una de las pocas alumnas mujeres de la escuela de derecho de Harvard, a mediados de los 50, anuncian que el film se mantiene en un esquema ya demasiado conocido, en el que cada escena está diseñada para destacar la excepcionalidad de la protagonista y prefigurando un futuro que el espectador probablemente ya conoce. Pero aún en su forma esquemática el film resulta tan cautivante como la historia que cuenta. En gran medida se debe a la interpretación de Felicity Jones, que resalta la inteligencia, resistencia y fuerza de quien se convirtió en la segunda mujer en ser jueza de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos. Cuando la película se concentra en el caso con el que Ginsburg logró un importante cambio en la ley para que no se admita la discriminación por género, la película cobra mayores matices y explota sus mejores facetas. Una de ellas es su tratamiento del matrimonio como una sociedad de pares que se inspiran, apoyan y hasta presionan cuando saben que el otro tiene más para dar (lo cual también se extiende a su hija). El retrato de Martin Ginsburg, interpretado con mucho encanto por Armie Hammer, es el de un hombre que admira a su esposa y colabora para que ella pueda explotar el potencial que ambos saben que tiene, aunque al mundo le cueste aceptarlo.
La venganza es el motor de la historia violenta de Blanco o negro, dirigida, co-escrita y protagonizada por Matías Rispau. El relato de un hombre que viaja desde algún lugar de la Patagonia a Buenos Aires para vengar la muerte de su mujer apela a algunos recursos del cine noir, como el protagonista antihéroe solitario, cuya voz en off sumerge al espectador en el mundo interior del personaje. El acercamiento al género resulta atractivo pero el desarrollo de la historia se extiende demasiado y el film se ve afectado por cierta teatralidad de los textos y algunas interpretaciones que no convencen. A pesar de todo esto lo que prevalece es la potencia de la puesta en escena, que se destaca por una selección de planos y fotografía muy efectivos en la construcción en imágenes de la tensión y la violencia que emanan de la historia.