Qué difícil es explicar la trama de Chappie, la última película del director sudafricano Neill Blomkamp, sin irse por las ramas. Lo más importante es que la película tiene como protagonista a un robot que se llama Chappie (Sharlto Copley), el primer y único robot del mundo capaz de pensar y sentir por sí mismo, inventado por Deon Wilson (Dev Patel), que de científico loco no tiene nada. Chappie -no el robot, la película- carece de un conflicto principal y claro que le dé estructura y unidad, y es por eso que termina siendo un surtido de conflictos mal articulados que se superponen torpemente hasta que se tropiezan, cayendo en un clímax flojo y terminando por resolverse de manera caprichosa, sólo para mostrarnos esa imagen tan cool del final. Es que Neill parece estar más preocupado por concederles la mayor cantidad de tiempo en pantalla a sus amigos Yo-Landi Visser y Ninja, miembros del grupo de rap new-rave sudafricano Die Antwoord, y por mostrar su particular forma de vestir y hablar, que de contarnos una historia que tenga pies y cabeza. De hecho, Blomkamp debe haberse desorientado con todo el humo del cannabis que fuman los Die Antwoord y concibió una película que arranca bien, arriba, planteando una serie de interrogantes -aparentemente a desarrollarse- pero en el medio metió mucho soundtrack, bling-bling, bang-bang, boom-boom y se perdió, dejando de lado de todo lo que nos mostró en los 5 primeros minutos. Porque a ver, cuando una película empieza con una secuencia de montaje haciendo cierto planteo sobre la creación de la inteligencia artificial y luego aparece un cartel que dice “18 meses antes”, uno como espectador espera que lo que vaya a pasar a continuación sea, mínimo, un racconto de los eventos que nos llevaron hasta ahí y que, en algún momento, el pasado y el presente converjan, cerrando así una especie de círculo narrativo. Ah, y por qué no, alguna reflexión sobre algo no estaría tampoco nada mal. Pero bueno, Neill colgó y no cumplió. Chappie se da el lujo de desaprovechar a Sigourney Weaver. Y no sólo eso, Chappie, además de contar con las pésimas actuaciones de los Die Atwoord, se da el lujo de desaprovechar a una de las veteranas del sci-fi, Sigourney Weaver, y también de gastar unos millones de dólares para que Hugh Jackman interprete a uno de los villanos más ch@tos del cine de este año. Lo único que logró que mantuviera los ojitos abiertos durante 2 horas fue Chappie, un robot todavía más chuchi que WALL-E, con esas orejas-antena que se mueven como las de un tierno conejito. Qué ganas que me dan de apretujarlo y abrazarlo y besarlo y amarlo por siempre, como Elmyra a Bugs Bunny en un capítulo de los Tiny Toons.
El Aprendiz (The November Man) viene a ser algo así como una película de acción, crimen, espionaje, traiciones, etc. Un sexagenario pero todavía muy entero ex agente de la CIA (interpretado por Pierce Brosnan) se ve involucrado en una operación que lo confronta con un ex aprendiz suyo (Luke Bracey), metiendo en el medio a una minita que está muy fuerte (Olga Kurylenko) y a varios rusos, entre ellos un cafisho, una asesina a sueldo muy flexible y un candidato a presidente. Para John Deveraux (Brosnan), toda esta movida termina transformándose en una cruzada muy personal. No hay mucho que decir sobre esta película. Claramente no es buena pero tampoco es tan mala como para hacer comentarios irónicos al respecto. El inicio es flojo y nos presenta a los personajes de una manera muy torpe. La resolución de esta primera secuencia introductoria y la transición a lo que vendría a ser el resto de la película sucede de una manera muy abrupta y desprolija, como si al director le hubiera dado paja contártelo bien y te lo hubiera explicado así nomás para sacarse el muerto de encima. A su vez, la película termina de forma repentina, dejando un par de asuntos medio en el aire, sin darle un buen cierre y, cuando aparecen los títulos, te quedás con una sensación un poco rara e inconclusa. Y lo del medio, bue… qué se yo, más o menos anda; más para un cable que para un cine para mi gusto, pero anda. El inicio de El Aprendiz es flojo y nos presenta a los personajes de una manera muy torpe. Me queda una sola pregunta para hacerle a esta película, por si Roger Donaldson (herr director) lee este comentario y se le ocurre responderme: ¿Por qué los rusos cuando hablan en inglés no te trabajan las preposiciones pero sí te manejan los tiempos verbales complicados onda el pretérito pluscuamperfecto como el Diego al balón?
Amé Primicia Mortal. Fiel a su título original, Nightcrawler arranca de noche y, con rapidez, nos introduce a su protagonista, Louis Bloom (Jake Gyllenhaal). De movida vemos a Lou afanando partes de una reja de cobre para después revenderlas. Lou necesita desesperadamente un trabajo o algún curro que le dé guita, porque el metro de cobre no cotiza mucho en bolsa. Si bien es buen negociante y no es ningún boludo, Lou tiene varios problemitas y le salta la ficha de toque: En un tono monótono y casi en piloto automático, le recita al mismo tipo al que le está vendiendo el metraje de reja afanada -y también algunas tapas de alcantarilla- que necesita trabajo, que él es un laburante y que, en su opinión, la forma de ganar guita y llegar a “la cima de la montaña” es mediante el trabajo duro: “Mi lema es”, dice Bloom, “si querés ganar la lotería, tenés que hacer el dinero para comprar el billete”. Una escena triste, deprimente, patética, ridícula y tensa. Porque Dan Gilroy, el director de la película, logra oscilar entre un género y otro con elegancia, y el resultado es desconcertante. Nightcrawler es una obra polifónica: es una comedia de humor negro, una sátira, un thriller y un drama. Y, como sucede con la música polifónica -y como lo dice Wikipedia-, distintas personas podrán percibir con mayor o menor claridad los géneros independientes dentro de la película. Esa misma noche, manejando por alguna autopista de LA, Lou pasa junto a la escena de un accidente de tránsito y se detiene. Detrás de él cae Joe Loder (Bill Paxton), un periodista freelance al que no le va mal, que arranca a grabar la movida del accidente. A Lou, que tiene ojo para el curro, se le prende la lamparita y se le ocurre que de esto se puede hacer platita y, al día siguiente, ya está comprando una cámara berreta y un scanner de radio de policía para salir a grabar accidentes, choreos y desgracias. El amigo Bloom aprende rápido y, gracias a la relación que entabla con Nina (Rene Russo), directora de las noticias nocturnas de uno de los canales más chotos de la TV local, y a sus conductas sociopáticas, logra construir un próspero negocio. Al toque consigue un asistente llamado Rick (Riz Ahmed), un pobre pibe homeless muy desesperado al que persuade para que trabaje con él por monedas, algo así como un trainee o pasante. Esta figura del trainee, que es mencionada varias veces, sirve también como una especie de crítica a este sistema perverso que se inventa términos cool para puestos de trabajos no remunerados y así exprimirle la naranja a los jóvenes con la promesa de enseñarles un oficio y ahorrarse unos putos mangos. A través de la relación entre Louis y Rick, vamos conociendo un poco más a Lou, este ser noctámbulo y rutinario que habla como si repitiera frases de libros de autoayuda. Gracias a esta confrontación o yuxtaposición de personalidades, empezamos a ver cómo Lou se pone cada vez más border, raro y transgresor. Es como un alien disfrazado de hombre al que “la gente no le cae bien”. Louis Bloom es un gran personaje. No soy psicóloga ni psiquiatra pero tengo Wikipedia y mi diagnóstico es que el chabón es entre sociópata, medio autista y puede tener un touch de síndrome de Asperger. Lou tiene grandes aspiraciones, es ambicioso y posee la inteligencia, la poca moral y falta de empatía suficientes para poder alcanzarlas. A través de su historia vemos la forma perversa en la que funciona el mundo de las noticias, muy similar al de la prensa amarilla o al de los tabloides. La película nos muestra que un noticiero no es muy distinto a un programa de Rial: nos mantendrán informados siempre que la noticia venda; si no hay platita, no hay noticia. Business is business vió, y lo que vende en la LA actual es, según lo que describe Nina, “crímenes urbanos de gente blanca y de clase media o alta infringidos por pobres o por una minoría”, “una mujer corriendo por la calle con la garganta cortada”. Es muy importante decir que el cast de Primicia Mortal la rompe. El director y autor de esta hermosa película, Dan Gilroy, pinta interesante y es para tener en cuenta, ojota. Nightcrawler es su ópera prima, aunque anteriormente escribió el guión de Freejack (1992) y co-escribió el de El Legado Bourne (The Bourne Legacy, 2012) junto con su hermano Tony, director de la antes mencionada. Su otro hermano, John, edita esta película y, ya que estamos, agrego que su padre Frank ganó un premio Pulitzer. IMDB a su servicio. Por otro lado, es muy importante decir que el cast la rompe: a Jake le sale muy bien esto de hacer de psico. Los kilos que bajó para este rol no sólo le sacan mucho sex appeal –posta que no calienta ni un poco- si no que le resaltan algunos rasgos creepy, unos ojos redondos y saltones y una sonrisa turbia. La no-tan-baqueteada Rene Russo interpreta muy bien a Nina, una mujer cuya belleza y carrera están tan en decadencia como su moral. A Rick (Riz Ahmed) estás entre tirarle una monedita o pegarle una cachetada; posta que a veces se pone denso. Finalmente, la película está fotografiada por el DF de Paul Thomas Anderson, Robert Elswit, ganador de un Oscar por There Will be Blood. La fotografía noir le tira un toque de misterio a la noche de la ciudad californiana y esa luz medio amarillenta-verdosa que se refleja en la piel porosa y sudada de Louis Bloom lo hace ver aún menos humano de lo que parece. Está bueno resaltar que, si bien no es novedad esto de mostrar a los medios de comunicación como aves de rapiña, poner en evidencia sus métodos perversos y cómo manipulan la información para venderle al público, de vez en cuando es interesante que alguien nos lo recuerde; sobre todo cuando la historia está tan bien guionada, actuada y fotografiada como en este caso. Por otro lado, si bien Lou es un psico motherfucker, un marginado social, un chorro y un inmoral, él es sólo una cadena del eslabón; otros compran su material, lo editan, lo ponen en la tele y, por supuesto, otros lo miran. Y un poquito te puede dejar pensando: ¿Quién es más retorcido, él, los intermediarios o nosotros, el público?
Antes de Despertar (Before I Go To Sleep) cuenta la historia de una mujer (Nicole Kidman) a la que la cagaron bien a palos en la cabeza y entonces, cada vez que se va a dormir y se despierta, se olvida de todo. La pobre mina se levanta todos los días re confundida, con un miedo tremendo, angustiada y no caza una. Ella no sabe quién es, qué onda el tipo que tiene durmiendo al lado (Colin Flirth) ni qué garcha le pasó. Mark Strong, un psicólogo al que contactó una vez en un parque –cualquiera- la llama todas las mañanas, justo cuando el dorima se va a laburar. Mark le cuenta que, como parte de la terapia, ella guarda una camarita en una caja de zapatos en el fondo del placard. Con esta maravilla del mundo digital, todas las noches antes de ir a dormirse, ella graba una especie de diario de lo que le sucedió o descubrió para poder verlo al día siguiente y así recordar quién es y reconstruir lo qué le pasó. El motor de la narración, lo que tendría que hacer que la trama avance, es descubrir este gran misterio: quién verga le hizo esto a Nicole y por qué. El temita es que desde que arranca la película esto ya lo sabemos porque el director y guionista (Rowan Joffe) se calienta muy poco en plantearnos sospechosos. Rowan se agarra del problemita de la memoria de Nicole y, como si los boludos y amnésicos fuéramos nosotros, nos muestra una y otra vez la misma escena de la mañana en donde ella se despierta, no sabe quién carajo es, en dónde está, ni con quién; luego llama Mark, ella abre la caja, mira la cámara, escucha sus grabaciones, etc, etc, etc. El motor de Antes de Despertar es descubrir quién golpeó brutalmente a Nicole Kidman y por qué. Durante 92 minutos esperas que a esta boluda se le prenda la lamparita y se de cuenta de quién fue el hijo de puta que la dejó amnésica –y otras cuestiones de su vida que no voy a spoilear- mientras se te contractura toda la espalda en el fucking asiento del cine. Ahora, digo, si la movida es que la memoria se te borra cuando te vas a dormir, Nicole, ¿no se te ocurrió clavarte uno cafés o unas líneas de merca y seguir de largo? Antes de Despertar es una tremenda mega garch que intenta, de forma fallida, levantar en los últimos 10 minutos con un ridículo “giro inesperado”. Alta patada en los huevos.
El cine de terror está en cualquiera. Sale mucho el found footage, exorcismos a lo loco, la secuela, la precuela, la remake y otras formas de caretear la falta imaginación que no se me estarían ocurriendo. Debo decir, lamentablemente, que ésta película no es la excepción. Así en la Tierra, Como en el Infierno (As Above, So Below) es una película muy chorra. La cosa es así: Scarlett es una minita insoportable. Ella es arqueóloga, bióloga, antropóloga, con un master en alquimia y no sé qué goma más, habla 27 idiomas y todo esto lo logró en unos 25 años de vida. Ésta pibita flashea que es Indiana Jones y está obsesionada con encontrar el Santo Grial. Para cumplir con su misión debe aventurarse en lugares re turbios y re peligrosos, pero no puede hacerlo sola. Es por eso que en el camino va reclutando a unos pobres boludos/exploradores que se la tienen que fumar para adentrarse en las catacumbas de París y encontrar el Grial; y, de paso cañazo, – habilítame un violín de fondo por favor – darle un cierre a la investigación a la que su difunto padre dedicó su vida. Algo que es muy importante de destacar es que todo lo que estamos viendo está siendo grabado con – preparate eh, que te tiro magia – las cámaras en mano que tienen todos estos gomas. El fuckin’ found footage ataca de nuevo. La película oscila entre secuencias a lo Indiana Jones y otras muy Proyecto Blair Witch y todas las Actividades Paranormales de este mundo. Vale mencionar que hay un momento medio Código Da Vinci en el cual dos seres de este film deben descifrar unos mensajes que están ocultos y encriptados en unos grabados que adornan las paredes de una catedral francesa milenaria. Así en la Tierra, Como en el Infierno oscila entre secuencias a lo Indiana Jones y otras muy Proyecto Blair Witch y todas las Actividades Paranormales. La onda se pone claustrofóbica cuando Scarlett y sus amigos se meten bajo tierra y, por supuesto, se pierden. Mucho túnel sin salida, espacios estrechísimos (mi culo por ahí seguro que no pasa), pinta la falta de aire, se derrumban unas paredes…situaciones muy similares y hasta casi iguales a las de El Descenso (The Descent). Eventualmente estos Goonies empiezan a espichar gracias a unos Caspers surrealistas que andan por ahí dando vueltas hasta que, de repente, Scarlett descubre cosas re místicas y los que quedan la zafan. Es así como se te pasaron 93 minutos muy preciados de tu vida en los cuales podrías haber hecho cosas más productivas, como por ejemplo, rascarte tus partes pudendas.
Polvo de Estrellas (Maps to the Stars) es la última película del Señor David Cronenberg, uno de los mejores directores del cine contemporáneo. No quiero hablar mucho sobre la trama porque es interesante cómo Cronenberg se toma el tiempo para revelarnos quiénes son estos personajes. Polvo de Estrellas transcurre en este microcosmos o suerte de universo paralelo que es Hollywood y gira en torno a la vida de una actriz en decadencia y mega bitch llamada Havana Segrand (Julianne Moore), el motor de la narración. Son también protagonistas los integrantes de la familia Weiss, compuesta por papá Weiss (John Cusack), gurú de la autoayuda y terapeuta (oscurísimo) de las estrellas; el joven actor Benji Weiss (Evan Bird) –al lado de este pibe, Macaulay Culkin es un nene de pecho– y mamá Weiss (Olivia Williams), manager de su hijo. Mia Wasikowska interpreta a Agatha –la outsider freak que viene a desequilibrar aún más a este grupo de desequilibrados y a desatar el caos– y también hay una pequeña aparición del ex teen idol Robert Pattinson (Jerome Fontana), chófer de limo y actor/escritor wannabe, quien para mí fue, es y siempre será Edward Cullen. No sé por qué Cronenberg insiste en seguirlo casteando. Polvo de Estrellas es una película menor de un excelente director. La excelente interpretación y el labio botoxeado de Julianne Moore le valieron el premio a la mejor actuación femenina en el pasado Festival de Cannes, tan sólo unos meses antes de que apareciera la nueva carita de Renée Zellweger por todos los medios. Si bien esperaba que lo último de Cronenberg fuera otra cosa y no lo que es, y si bien de estos temas (los mambos familiares, la obsesión por la belleza y la eterna juventud, la crudeza del showbiz…) y de este mundo hoy en día sabemos y se habla mucho gracias a los amigos papparazzi, los hackers, E! Enterteinment, Twitter, Facebook, TMZ, etc, es muy seductora la visión hiperbólica de Cronenberg, con guión de Paul Wegner, acerca del cosmos Hollywoodense. Polvo de Estrellas no es una película memorable, no es una Mulholland Drive ni una Sunset Bulevard. Es una película menor de un excelente director. Pero, como premio consuelo, por lo menos es algo muy alejado de lo que fue Cosmópolis, esa cosa que algunos llamaron película. Bottom line, espero que a David se le prenda un poco más la lamparita: tiene 71 años y quiero que me vuelva a volar la capocha como antes – ¡te estoy esperando hace 7 años, David! En Polvo de Estrellas hay drama, humor negro, ácido y escatológico; hay cuerpos quemados, incesto, sexo y hay terror. Y los monstruos son estos sádicos, drogadictos, psicóticos, mentirosos, desagradables, hipócritas, incestuosos y narcisistas seres humanos.
¿Por qué, Miguelito Bahía, por qué? Qué necesidad de cagarme un hermoso recuerdo de la infancia. Amaba a las tortugas y Abril O’Neil me parecía una capa. Ahora, por tu culpa Michael Bay (productor), Jonathan Liebesman (director), Megan Fox (protagonista) y la de ustedes, señores guionistas, odio, ODIO, a las Tortugas Ninja. Para empezar, me la fumé doblada (metafórica y literalmente). El guión, aunque lo concibieron entre tres guionistas, es tan básico y lineal que parece que lo hubiera escrito un pibe de 6 años con problemas mentales, porque dudo que un niño pueda escribir algo tan malo. Megan Fox interpreta a una Abril O’Neil a la que te dan ganas de cagarla a trompadas: es el estereotipo de reportera joven que quiere hacer carrera investigando a una asociación de delincuentes re peligrosos ella sola (y en bici); PUAJ. El guión de Tortugas Ninja es terriblemente básico y lineal. Después tenemos a cuatro boludos disfrazados de tortugas y otro de rata que son ninja; ¿por qué ninja? Porque sí. También hay unos giles que se suponen que son “malos” y que para asustarnos se autodenominan “El clan del pie” -re intimidante, viste- . Sumémosle a toda esta situación paupérrima una doble de muzza de chistes malos, secuencias de lucha interminables en dónde no se entiende quién goma le está pegando a quién, bótox, una tía obesa (aka Whoopi Golberg) y el peor plan para tratar de conquistar al mundo de la historia del cine universal. Una hora y cuarenta y un minutos en las que pensé que la cabeza me iba a estallar a lo Scanners de Cronenberg. Tírenme un centro Hollywood. Les pido por favor, que a alguien se le caiga una idea.
Líbranos del mal (cine) ¿Cuántas películas de espíritus malignos, posesiones infernales y exorcismos habremos visto a esta altura del partido? No tengo un número en mente, pero me animo a decir que bocha. Bueno, Líbranos del Mal (Deliver Us From Evil) no sólo es una película más del montón sino que “toma prestados” muchos elementos de otros films del género con 0 carpa. Más o menos lo que pasa es esto: Un policía (Eric Bana) comienza a investigar una serie de crímenes y encuentra una conexión entre ellos: un espíritu maligno está poseyendo gente para entrar a nuestro mundo y hacer cagadas. En algún momento aparece un cura fuerte (Édgar Ramírez) que mira culos, fuma y toma whisky, y juntos combaten este mal demoníaco que culmina con un exorcismo. Scott Derrickson, tu película ya la vimos mil veces y mejor hecha, ¿es necesario hacer una más? No sólo no sumás, si no que restás. Restás tiempo de mi vida. Dos horas te tomás para construir un relato medriocre, poco eficaz y minado de clichés. Líbranos del Mal es una película que ya vimos mil veces y encima mejor hecha. El protagonista workaholic que pone a su familia en segundo plano y se fuma reclamos de su mujer porque no le da bola: checked. Policía que alguna vez fue creyente pero que por las desgracias que le tocan ver de este mundo se cuestiona “¿dónde está Dios?”: checked. Cura rebelde y medio fuerte que mira culos, fuma y chupa: checked. –El padre Karras (El Exorcista) no estaba fuerte ni miraba culos pero empinaba el vaso de lo lindo–. Musiquita de suspenso onda Inception, Godzilla, Pacific Rim (y, al parecer, cualquier otra película hollywoodense que tenga una secuencia de suspenso): checked. Auto-choreo y choreo de make up style del espíritu maligno de Sinister y The Purge: checked. Sumémosle a toda esta seguidilla de “préstamos hipotecarios” y clichés a los amigos de The Doors (Las puertas en castellano) y su canción Break on Through (To the Other Side) (Atraviesa -al otro lado-). Porque, claro, Bana empieza a notar una conexión entre caso y caso gracias a que el espíritu maligno le manda mensajitos vía letras de The Doors. OOOK. Bueno, claramente no es una película recomendable. De hecho, no sólo es mala si no que ni siquiera asusta. Muy mal hecho, Derrickson, y mal toda la gente que leyó el guión. Por favor Dios, Alá, Geová, Balá (Carlitos)… Líbranos del mal cine.
Si bien The Purge o La Noche de la Expiación no fue una bomba, la rompía bastante. Con 12 Horas para Sobrevivir (The Purge: Anarchy) el amigo James DeMonaco desbarranca y nos defrauda mucho, MUCHO. La Noche de la Expiación es una película atractiva: Una mezcla entre sci-fi, terror, violencia, un comentario social algo interesante, una premisa que está bastante buena; pero se queda a mitad de camino. En esta nueva entrega, su director, James DeMonaco, propone más de lo mismo pero lo expone más torpemente y le suma un nuevo elemento (un grupo revolucionario anti-purguista) preparando de esta forma el terreno para una tercera parte. En este universo distópico, EEUU es una nación renacida y gobernada por los Nuevos Padres Fundadores de América (NFFA). El gobierno, como plan de contramedida para reducir la violencia, el creciente desempleo y la inseguridad, implementa una purga anual, una noche en la cual durante 12 horas los crímenes no serán penados. Se supone que en esta fecha todos tienen carta libre para bardearla y después volver a su vida tranquila, feliz y sin culpa porque, según los especialistas, la violencia es inherente al ser humano y mediante esta purga nos sacamos toda la mierda de encima para ser eficientes, buenas personas y así construir una sociedad más próspera y unida. El film demuestra que esto es flor de bullshit y que esta purga es una excusa para exterminar una clase social: los que más guita tienen compran mejores armas – o sistemas de seguridad para atrincherarse en su casa – y, por lógica, los que menos tienen están más desprotegidos y son más propensos a ser boleta. La película explora lo que sucede en una residencia de clase alta cuando irrumpe un extraño (negro y pobre) y la 2 intenta abrir un poco más el juego y mostrar lo que pasa en la calle. Pero no lo logra y es redundante; si no fuera por la breve aparición de un grupo revolucionario anti-purguista este film no aportaría nada a la saga. Esta secuela está protagonizada por una pareja joven en plena crisis (Zach Gilford y Kiele Sanchez), una madre y una hija de un barrio de clase baja (Carmen Ejogo y Zöe Soul) y por Sangeant (Frank Grillo), el antihéroe, un policía que está un poco fuerte a lo Shane de The Walking Dead, y que aprovecha la purga para vengar una muerte. En algún momento de la noche, toda esta gente random se encuentra y juntos enfrentan diferentes obstáculos para sobrevivir. Los protagonistas de 12 Horas para Sobrevivir no presentan química entre ellos. Tengo varias cosas que reprocharle a 12 Horas para Sobrevivir y una de ellas es que presente de una manera tan torpe y maniquea esta alegoría social: si los más ricos tienen mejores armas y las de los más pobres son más truchas (o no tienen) = más pobres muertos = exterminio de las clase baja. Ricos = Malos. Pobres = Buenos. Blanco, negro, negro, blanco. Otro temita a discutir es el casting -o la dirección de actores-: los protagonistas no pegan onda, no les creo nada porque no hay química entre ellos. La única vibra que sentí es la de un posible trío entre Sargeant, la madre y la hija. Raro, porque no creo que sea lo que James estaba buscando trasmitir. Con respecto al guión, además de ser previsible, los diálogos son torpes, huecos y artificiales. Posta que cuando los pibes no te actúan, o cuando no podés hacerlos actuar, es preferible que no hablen. Y por último, el temita de la violencia. La traducción literal del título del filme es La Purga: Anarquía y me suena a alto bardo. Pero no, la película es tibia; meteme más anarquía -digo, la anarquía no sólo habilita a que la gente asesine por placer, algunos también podrían salir a chorear unos estereos o unos plasmas a Garbarino, ¿no?- más oscuridad, más discriminación, andate un poco al carajo, se más guarro. Tenés una premisa que te habilita a hacer cositas que nos den un poco de miedo; usala, asustame un poco, más crudeza te pido, más tensión. Habiendo terminado con los reproches, vale aclarar que no hace falta haber visto la I (La Noche de la Expiación) para poder comprender la II (12 Horas para Sobrevivir). Recomiendo mirar la primera; la segunda es completamente irrelevante. Cuanto más escribo, más me indigno con James DeMonaco. Te tenía fe James, me defraudaste.
Nunca me atrajo la idea de simios humanoides. Esto de antropomorfizar a los animales se me hace bastante chabacano. Se me vienen a la mente caballos que hablan onda Mr.Ed, Remy de Ratatouille o Babe, el Chanchito Valiente. Deprimentes y de mal gusto. Así que nunca esperé nada de El Planeta de los Simios: (R)Evolución (Rise of the Planet of the Apes) y muchas menos expectativas tenía respecto a una secuela. Pero el amigo Matt Reeves (Cloverfield) me la mandó a guardar fuerte con su imponente El Planeta de los Simios: Confrontación (Dawn of the Planet of the Apes). El_Planeta_de_los_Simios_Confrontacion_EntradaLa película transcurre en San Francisco, unos 10 años después de la anterior. En este tiempo, un virus simio liquidó a una gran parte de la población humana. Los pocos sobrevivientes son liderados por Dreyfus (Gary Oldman) y ¡oops! se están quedando sin energía y necesitan resucitar una represa eléctrica que se encuentra al norte de la ciudad, en pleno territorio simio. A esta altura del partido, los monos no andan boludenado por las ramitas, sino que viven en una comunidad organizada donde los más pequeños son educados y los más grandes abastecen al resto, bajo el liderazgo de Caesar (Andy Serkis). Cuando una expedición encabezada por Malcolm (Jason Clarke), su hijo Alexander (Kobi Smit-MchPee), su novia Ellie, (Keri Russell), y un ex policía llamado Carver (Kirk Acevedo) se adentran en el bosque, ambos grupos se encuentran y comienza esta confrontación. La película está bastante buena. Matt Reeves, la gente de Weta Digital y The Imaginarium hicieron magia: los movimientos y gestos de los monos, las arruguitas alrededor de los ojos, las texturas, los detalles de sus manos, son superiores. Caesar, interpretado por el capo de Andy Serkis (aka Gollum), la rompe. Y no por cuán real y espectacular es verlo trepando por los árboles, montando a caballo o peleando contra un oso, sino por esos momentos en los que está quieto, cuando la cámara acorta y cierra el plano, por sus expresiones faciales, la potencia de sus ojos y su presencia: una comunión entre tecnología y actuación pocas veces vista. Caesar, interpretado por el capo de Andy Serkis (aka Gollum), la rompe. Reeves junto a los guionistas Mark Bomback, Rick Jaffa y Amanda Silver, además de presentarnos estos espectaculares efectos y escenarios, contar con un excelente protagonista, haber logrado un muy buen balance entre escenas de acción y escenas más íntimas, consiguieron apelar a la inteligencia y sensibilidad del espectador sin ser simplistas. En Confrontación no se nos presenta un mundo donde todo es blanco o negro, bueno o malo, dónde un grupo tienen la razón y los otros están equivocados; de hecho, hay tanto extremistas (Carver y Koba) como personajes que todavía creen en la existencia de una tregua entre ambas especies (Caesar, Malcolm), y algunos que se ubican en el medio (Dreyfus). La película explora estas diferentes posturas, los grises, la delgada línea entre la diplomacia y la guerra, la fragilidad de la paz y la armonía de una comunidad cuando se siente amenazada por la existencia de otra y toma una posición de disconformidad con respecto a la posesión de armas: la existencia de éstas provoca miedo, desconfianza y violencia ¿qué pasa cuando las armas caen en manos equivocadas? El Planeta de los Simios: Confrontación supera a su predecesora, cumpliendo con la cuota de batalla –atención a la secuencia en subjetiva de 360º de un simio tomada desde un tanque de guerra – y exponiendo un interesante comentario social. Nada mal para un film que podría haber sido concebido como un hit de verano (en yankilandia) para levantar guita con pala. Miguelito Bahía aka Michael Bay, agarrate, que estos te saquean la taquilla.