Mucho ruido y pocas nueces Bryan Singer se sube a la nueva ola de revisionismo histórico de los clásicos cuentos infantiles que nos ha dado tibios resultados (en el cine más reciente Espejito, espejito y Blancanieves y el Cazador y en series Once Upon A Time y Grimm son claros ejemplos de ello) pero con un resultado desparejo. Las condiciones para este proyecto eran interesantes: un abultado presupuesto (mas de 190 millones de dólares), actuaciones en manos de firmes intérpretes como Ewan McGregor, Ewen Bremner (encuentro fortuito de dos ex Trainspotting que los geeks del cine celebrarán), Stanley Tucci y el recurso de los CGI para la recreación de los gigantes en escena. Sin embargo el resultado terminó siendo cuanto menos desparejo. Nicholas Hoult (el protagonista de Mi Novio es un Zombie, actualmente en cartelera) se pone en la piel de Jack un joven con poco dinero que debe vender sus escasas pertenencias en el mercado del pueblo; allí accidentalmente se topa con la princesa del reino (Eleanor Tomlinson) y será el destino quien los una en una accidental, y accidentada, aventura cuando las habichuelas mágicas eleven su frondoso tronco hacia el cielo. Allí un nuevo mundo de asquerosos gigantes se abrirá ante una grupo de expedicionarios ad hoc que irán tras es el rescate de la princesa a una tierra inhóspita e inimaginable para los humanos. A pesar de la atrayente historia de las habichuelas gigantes el film, que claramente no es para menores de siete u ocho años, tiene una notoria falta de rumbo e identidad que lo hacen no terminar de convencer al publico. Por momentos hay ciertos toques de comedia que no son del todo explotados, la aventura está presente pero el peso específico del artificio digital no está a las órdenes de un guión que se presenta como demasiado débil y no cumple con la principal función del cine de aventuras: entretener. La balanza solo tiende al lado positivo por las actuaciones de sus intérpretes que se ven cara a cara con la difícil misión de inventar un guión sólido: una misión tan imposible como cazar un gigante.
La insoportable levedad del ser masculino Pocas veces el cine nos entrega muestras francas de la vulnerabilidad masculina, narraciones donde veamos a hombres vencidos, vacilantes y desencantados. Las pocas veces que eso ocurre y cuando el cuento está bien contado los resultados son más que interesantes. ¿Quién no recuerda el maravilloso film Alta Fidelidad donde un desilusionado John Cusack se cuestionaba qué fue primero si las penas o las canciones y repasaba su prontuario amoroso fallido en busca de la explicación o el patrón común que le permitiera ser feliz amorosamente hablando? O la ya icónica Kramer vs Kramer que nos narraba crudamente el proceso de la separación de una pareja joven en tiempos donde el divorcio aún era un tabú social poco transitado. Como sea, el cine es algo reacio a mostrarnos el lado vulnerable de los hombres en las diversas crisis que atraviesan en sus vidas, y en medio de este marco aparece la obra del director Cesc Gay para brindarnos un vívido y honesto retrato de la masculinidad en crisis. El realizador catalán, como un miembro mas de la sociedad española duramente castigada por la crisis mundial económica actual que azota particularmente Europa, nos cuenta valiéndose de una estructura episódica diversas historias de hombres vencidos y errantes que de alguna forma buscan su norte en medio de un paradigma que les resulta adverso. Fóbicos, cuarentones, padres, divorciados, engañados y díscolos, todos ellos tienen un sólo elemento en común: el orgullo que los mantiene vivos. Como bien lo señalara el director y también guionista junto a Tomás Aragay “ …Imagínate que eres un boxeador y te están matando a golpes, pero sigues ahí, de pie, orgulloso. El hombre no quiere perder, le cuesta mucho pedir ayuda y dejarse ayudar. Y esas características eran cómicas de por sí..” Así, el film nos muestra a un cuarentón exitoso en lo laboral pero fóbico al extremo de quebrarse en un centro comercial (Leo Sbaraglia); el hombre vencido que vuelve a la casa de su madre sin un euro (Eduard Fernandez); un ex marido esperanzado con el regreso totalmente improbable (Javier Camara en una interpretación que mixtura ternura con patetismo en idénticas proporciones), un marido engañado que persigue a su esposa infiel hasta su encuentro clandestino (Ricardo Darin), un potencial infiel con poca experiencia en la materia (Eduardo Noriega). La estructura elegida por Gay le permite adentrarse en ese nuevo paradigma de hombre que comenzó a dibujarse -o a desdibujarse- en las últimas décadas. Los terrenos ocupados ahora por las mujeres, su fuerte inserción laboral y social fueron forjando al individuo masculino cada vez menos impulsor de las situaciones que lo rodean. Cesc Gay nos brinda una mirada sincera, cruda, pero por sobre todo nos invita a reflexionar sobre nuestras propias realidades, sin bajadas de líneas moralizadoras ni respuestas ad hoc. Más que nada Una pistola en cada mano es un sano ejercicio de reflexión sobre la sociedad actual, sobre las relaciones de pareja con un sólido guión y excelentes actuaciones que hacen de esta historia coral un testimonio honesto de los tiempos que corren.
Si somos una familia muy normal Una familia prehistórica es el grupo de aventureros que de la mano de los creativos de Dreamworks llega a nuestra cartelera este jueves con The Croods. Y la apuesta, si bien parece arriesgada, termina siendo una interesante moraleja sobre los valores familiares, el espíritu de aventura y por sobre todo una incitación a abandonar las zonas de confort que tanto nos limitan. En su versión subtitulada, el doblaje de los personajes está en las voces de talentos tales como Nicolas Cage, Emma Stone y Ryan Reynolds, entre otros. La historia nos sitúa en una oscura cueva donde habita una típica familia prehistórica: el padre Grug sólo concibe la seguridad como un sinónimo del ostracismo físico al que somete a su manada. Sin embargo, la revoltosa e inquieta Eep, en plena faceta de adolescencia, no se resigna a meramente subsistir. Ella entiende perfectamente que la diferencia entre vivir o simplemente “no morir” radica en extender las fronteras de su conocimiento más allá de los límites físicos y emocionales que su padre le impone. El temor como medio para mantener la familia unida, con la mejor de las intenciones pero el peor de los resultados, por momentos hace recordar al inefable Marlin de Buscando a Nemo en su infructuosa búsqueda de seguridad física. Los conflictos entre padres e hijos; entre suegra y yerno, existen desde antes que el hombre fuera considerado tal y así lo muestra con mucho humor sazonado con toques de ironía en este film dirigido por Chris Sanders y Kirk De Micco. En medio de ese choque generacional y como detonante al conflicto aparecerá Guy, un joven adolescente que tiene una experiencia en esto de recorrer el mundo y muestra a Eep que aquel universo desconocido por ella posee colores, texturas y experiencias nunca antes imaginadas. Hechos de la naturaleza se imponen al grupo familiar y obligándolo al éxodo, el cual estará marcado por la impronta que cada uno quiera darle. Para Grug será el momento para defender su estilo de vida, frente al apabullante Guy, quien poco a poco conquista a cada uno de los miembros del clan troglodita. Nace entonces un viaje iniciático para todos, donde la supervivencia será la premisa y el asombro la constante. El fin del confinamiento impuesto por el patriarca no hace otra cosa que aumentar el disfrute de este nuevo mundo que se presenta frente a sus ojos. Dreamworks nuevamente nos brinda una interesante mirada sobre los conflictos familiares y nos empuja a salir de nuestra área de confort para lograr conocer nuevos mundos, con un ritmo incesante de acción y entrañables personajes.
El muerto vivo indie Existe un espacio vacío dejado por el fin de la saga Crepúsculo (el cual festejamos vivamente, no la saga sino el final de la misma) y los estudios buscan desesperadamente un producto capaz de captar el interés de los adolescentes ávidos de historias de amor desparejas. Atrás quedaron los tiempos de las historias “chico conoce chica”, ahora el público es voraz consumidor de “chica conoce vampiro y lo engaña con hombre lobo”. En este marco se inscribe un nuevo subgénero: el amor zombie. Nacido de un guión de apenas siete páginas que se publicara en internet (Soy un zombie lleno de amor), su fuerte aceptación llevó a su autor Isaac Marion a animarse a extenderlo al formato de novela. Es necesario aclarar antes de adentrarnos en la reseña de este film que el tono del mismo es cómico y autorreferencial al género de los zombies desde la parodia. Digámoslo claramente: amantes de series como The Walking Dead o talibanes de los rasgos característicos de estos muertos vivos no podrán tolerar ciertos giros del argumento. De hecho este film nos presenta una perspectiva totalmente innovadora en la materia: el tratamiento del zombie como sujeto consciente, con voz propia y pensamientos que conocemos a través de la voz en off de R, el protagonista de la historia. Ya deja de ser el sujeto pasivo de innumerables vejaciones como tiros, estaqueos o apuñalamientos para convertirse en un cuerpo errante que solo busca saciar su hambre, con un vestigio de conciencia humana. Tal vez este sea el elemento que definirá el disfrute o no de la propuesta si aceptamos esa humanización del zombie. De acuerdo a ese otorgamiento de características sentimentales el film nos será llevadero, sátirico y hasta con algunos toques gore. Caso contrario nos parecerá la máxima de las afrentas al mundo de los zombies donde se vulnera sus más clásicas características fundantes: su falta de reflexión, su bestialidad y su hambre voraz. Jonathan Levine (el director de 50/50 y The Wackness) nos sumerge en un un mundo post apocalíptico donde una extraña plaga de la que no sabemos mucho ha convertido a gran parte de la humanidad en muertos vivientes. R (interpretado por Nicholas Hault), un joven apuesto, se pregunta qué será, qué es y qué fue de su vida y como continuar en este eterno devenir en búsqueda de alimento vivo. Pocos vestigios han quedado de la humanidad que alguna vez conoció transcurriendo sus días con su inefable “amigo” M esperando sin ansias la próxima comilona. Su hogar es un avión donde escucha en un tocadiscos los distintos vinilos que va recolectando por las casas de sus ocasionales víctimas, la música ocupa un lugar preponderante en su vida, algo así como uno de los pocos rasgos que le quedan de esa humanidad perdida quien sabe donde y hace cuanto. Y será en una de esa excursiones en búsqueda de carne fresca donde se enamorará perdidamente de Julie con quien vivirá una historia de amor prohibido que todo adolescente con hormonas atolondradas no puede dejar de disfrutar. Directo sucesor de sagas como Crepúsculo, Mi Novio es un Zombie se muestra como un producto mejor desarrollado, con actuaciones más convincentes y muchos guiños a la cultura pop. Un nuevo estilo de zombie ha llegado y ya se encuentra en marcha una precuela que nos relatará con total desenfado como fue el origen de este mundo de muertos vivos bien intencionados. Warm Bodies aprende de los errores de sus antecesores y no peca de una solemnidad ridícula como ocurría con la saga de vampiros y hombres lobos y en ello radica su mayor acierto. Entretenimiento sin pretensiones que logra darle un interesante volantazo al genero y adaptarlo a los requerimiento de los adolescentes y porque no de algunos adultos con ansias de diversión.
El músculo no duerme y el guión descansa La vida del musculoso Channing Tatum bien podría haber sido una película pochoclera de superación: nacido de padres obreros, sin ninguna formación artística , logró abrirse paso en la vida y en la industria del cine gracias a sus dotes físicos y aptitudes para el baile. Sus primeros pasos fueron dados en la ciudad de Tampa en un club de strippers donde su notable atractivo le sirvió para catapultarse a un nicho de mercado bastante limitado: el de los hombres musculosos con cualidades para el baile. Tal vez este marco de situación haya sido el impulsor que motivó a Channing Tatum a embarcarse en el proyecto de plasmar la vida de un joven stripper y como en muchos casos este trabajo es sólo un medio para conseguir el verdadero “american dream“. Así fue como encargó a Reid Carolin la realización del guión que recopilara el espíritu de sus vivencias adolescentes. Si a eso le sumamos la dirección de Steven Soderbergh y un elenco estelar, encabezado por Matthew McConaughey, Joey Maganiello (el atractivo hombre lobo de la serie True Blood) Matt Bomer (protagonista de la serie White Collar) el combo parecía ser explosivo para la platea femenina, amante de las historias pasatistas, sazonadas con cuerpos esculturales masculinos. Pero sin embargo Magic Mike no logra interesar a la audiencia ni aún a fuerza de pectorales marcados y abdominales salidos de algún infomercial de televisión. La historia es por demás clásica y responde a todos los tópicos que estamos acostumbrados para este tipo de films: joven ambicioso (Channing Tatum) quien trabaja en un club nocturno con la secreta pero férrea fantasía de por este medio llegar a cumplir su meta en la vida. Menospreciado por su familia, poco a poco va cediendo frente a las tentaciones que el medio le propone y comenzando a dudar sobre la factibilidad de sus proyectos personales. Pero el amor, encarnado en la hermana de uno de sus eventuales colegas coreográficos, llega justo a tiempo para lograr la reconexión con la meta tan ansiada. Más allá de todos los lugares comunes existentes (que no son obstáculos para narrar una buena historia cuando están bien desarrollados) el film carece de ritmo y ni siquiera los bien montados cuadros musicales logran despabilar al espectador. Soderbergh bajo la utilización del seudónimo de Peter Andrews se ocupa de dejar su impronta en la fotografía, utilizada con un abuso de los tonos sepias en las escenas exteriores y montajes atrevidos. El film se queda a medio camino sin explorar demasiado ni los conflictos de sus protagonistas ni la sordidez del mundo nocturno en el que se mueven. Sin embargo, las actuaciones sólidas y los cuadros musicales están excelentemente filmados. Magic Mike sería algo así como un stripper que no termina de desnudarse del todo, pero que sin embargo lo que muestra no deja de ser interesante y estéticamente bello a los ojos femeninos.
La Batalla Del Movimiento La nueva entrega de la saga de Step Up (que en su primera película lanzara al candelero a Channing Tatum a quien pronto veremos protagonizando Magic Mike) nos lleva en este caso a las cálidas calles de Miami con la espectacular muestra de baile callejero que interpretan sus protagonistas en medio de un flashmob. ¿Pero qué es exactamente un flashmob? Se trata de un baile callejero, supuestamente espontáneo, que se caracteriza por la numerosa cantidad de personas que lo realizan. Etimológicamente, flash significa destello y mob multitud, siendo entonces sus principales características la gran cantidad de intérpretes en medio de ámbitos cotidianos que resignifican a través de la danza y el impacto que buscan generar en una audiencia impávida que recibe ese ataque -por así decirlo- de baile o danza. Inicialmente fue realizado con fines puramente recreativos, aunque luego y dado el alto impacto logrado en los espectadores ocasionales se fue perfilando como una interesante actividad de marketing y de transmisión de ideas, convirtiéndose la fuerte impresión inicial en el puente para la proliferación de ideas o productos que respalden la acción. Justamente en esto se basa el principal enfoque del film que utiliza el baile como un medio de expresión que permite a través de su brusca irrupción en la cotidianeidad plantear su necesidad de expresión estética. La primera escena nos muestra como un apacible mañana en la ciudad de Miami puede transformarse en un escenario de baile con la sola intervención de un grupo de jóvenes, que lejos de ser espontáneos tienen planeado al milímetro esta intervención citadina. Apareciendo entre los autos y bailando sobre ellos con el marcado ritmo que les impone su DJ de turno (cuidadosamente apostada en la vereda) brindan el primero de los muchos números musicales que enaltecen esta cuarta entrega de la tan esperada saga. Luego, la historia en sí no es mucho más que una excusa para conectar los distintos flashmob que iremos presenciando. Así las cosas, el relato presenta la arquetípica historia de chica joven con vocación artística (interpretada por Kathryn McCormick), sojuzgada por su padre, quien se enamora perdidamente de joven con talento pero sin medios (Ryan Guzman) que la insta a ir detrás de ese sueño que el mandato social le impone como vedado. Las calles de Miami son objeto de una pugna por un proyecto inmobiliario que amenaza con destruir las casas que habitan los jóvenes bailarines. Consecuentemente la manifestación artística se convierte en el vehículo adecuado para la instalación de la resistencia, que encontrará en el baile su medio más adecuado para hacerse sentir con mayor fuerza y energía. Los diversos “ataques” que realizan a lo largo de la trama que aprovecha las bondades de la tecnología 3D son de un alto impacto visual y sin lugar a dudas constituyen el mayor atractivo de Step Up 4: La Revolución que no defraudará a sus seguidores. El film no apuesta a fortalecerse desde el guión, sino en la contundencia de sus imágenes y la cuidadosa realización de los diversos cuadros musicales que ofrece, y desde este punto de vista sin lugar a dudas el ritmo traspasa la pantalla y eso es motivo suficiente para recomendar esta cinta a los amantes de la danza y el impacto visual.
El fin de la saga vampiteen Finalmente y ante la histeria reinante entre sus seguidores en todo el mundo, la saga Crepúsculo ha llegado a su fin en la pantalla grande y por más cómodo que resulte pegarle y aniquilar con disección de cirujano a este engendro cinematográfico es necesario también ver las particularidades que este producto nos presenta. La saga posee un público fiel que va al encuentro sabiendo lo que va a consumir, recordando los diálogos casi de memoria y esperando ver cómo fue adaptada la obra literaria a la gran pantalla (en este caso nuevamente por el director Bill Condon). Sobre esa base, el verdadero desafío para el realizador es principalmente narrar con maestría, gusto estético y oficio. La historia en este caso continúa a su predecesora y nos cuenta la transformación de la joven Bella en un vampiro neófito con poderes sobrenaturales y tal vez aquí también comience la mayor falla de la historia: su falta de desarrollo. El fan de la saga ha esperado este momento por años. Bella lo deseó; Jacob lo temió y Edward trató de evitarlo. La conversión de la adolescente en vampiro y sus primeros pasos como tal eran un evento importantísimo para el desarrollo de la historia. Sin embargo, es mostrado con una superficialidad que impresiona: la pulsión por la sangre y su saciedad son apenas repasados en el film. Luego, todo será armonía, Bella junto con su marido y su nueva bebe (Renesmee) conforman una feliz familia, donde Jacob ocupa un papel importante dado que se ha imprimado en la hija de ambos (desapareciendo así también el triangulo amoroso entre Bella - Edward - Jacob). Otro elemento de difícil desarrollo desde lo visual era precisamente la personificación de Renesmee, la niña que es un hibrido entre vampiro y ser humano, posee expresiones faciales que no son propias a la edad cronológica. Justamente por eso la escritora tenía serios reparos en la posibilidad que la realización cinematográfica de un bebé por ordenador fuera creíble. Su preocupación no era antojadiza porque basta con ver el resultado final que es pésimo. La base del conflicto en esta última entrega detona cuando llega a los oídos de los Vulturi (ese antiquísimo cuerpo colegiado de vampiros erigidos en una especie de corte suprema, tracción a sangre) la existencia de una supuesta niña inmortal, lo cual está terminantemente prohibido por lo que se movilizan hasta donde habitan los Cullen para dar muerte a la pequeña y castigar a sus irresponsables progenitores. Así, la única solución posible para la subsistencia de la niña será el recoger testimonios de diversos vampiros del mundo que puedan dar fe sobre el carácter hibrido de la niña y de esta manera evitar la matanza. En eso constará la aventura –por así decirlo- de esta entrega final, sazonada con escenas de sexo, claramente morigeradas por el espíritu mormón de su creadora que harán preferir a los fans aquellas épocas de no consumación carnal que otrora atravesaban los protagonistas en las anteriores entregas de la saga. Tal vez esta última entrega sea la más decepcionante de todas porque no cuenta con la fuerza motora de las anteriores: el anhelo, el palpitante deseo insatisfecho que caracteriza a la adolescencia, el eterno impulso que se retroalimenta en su propia no concreción. No esperábamos mucho más de unos vampiros que son seres sociales, que viven de día, concurren a la prepa y tienen el suficiente control como para no morder a ningún humano, pero aún así creo que el fan promedio se merecía un producto cinematográfico mucho más digno que éste. Los vampiros que toman sangre con sorbete han cerrado su saga, y como producto cinematográfico poco han dejado, sin embargo como suceso sociológico nos debe llamar a la reflexión para preguntarnos cómo un interesante planteo de marketing puede convertir a un producto destinado al fracaso en un boom de ventas tanto literaria como cinematográfica.
Otro seductor fallido Bel Ami - Historia de un Seductor cuenta con el innegable gancho que supone tener en pantalla la presencia de uno de los actores del momento, tal es el caso de Robert Pattinson, pero tan cierto es esto como lo son sus limitaciones en materia actoral para la creación de matices y de expresiones. Tal vez debamos reverenciar a Cronenberg que ha sabido lograr algo de histrionismo de la joven figura en Cosmópolis, el otro estreno de este jueves en el que interviene el actor británico. En este caso el film se basa en la novela homónima de Guy de Maupassant, publicada en 1885 que narra los maquiavélicos manejos de Georges Duroy, un hombre con poco para perder y escrúpulos dudosos que accidentalmente logra entrometerse en el mundo del periodismo. Valiéndose de sus dotes masculinas el personaje va ganando su espacio en el mundo del cuarto poder. A su lado desfilan mujeres socavadas por su papel de pasivas amas de casa que sólo buscan utilizarlo como vehiculo para satisfacer sus deseos, como así también para darles una voz a sus reclamos e ideales. Una a una pasan por su cama, no sin antes pagar un tributo que ha de rendir sus frutos en su ascendente carrera como cronista. Las aventuras de alcoba entrelazadas con las intrigas políticas y el rol de la mujer son parte del trípode sobre el cual descansa el relato que no termina de convencer tal vez por recaer en Robert Pattinson el rol principal. Ni las actuaciones de Uma Thurman, Kristin Scott Thomas o Christina Ricci logran aportar dramatismo al relato, aunque la dirección de actores en este caso sí dice presente. Ironías del destino, George Duroy supo rodearse de las mujeres convenientes para potenciar sus limitados dotes, algo que desgraciadamente Robert Pattinson no pudo realizar en este film.
El destino no está marcado Que las buenas intenciones y la entrega de un producto digno se den la mano es un hecho poco común en la cinematografía actual. Pues bien el caso de Cambio de Planes podría ser el ejemplo que en vistas de la consecución de un fin noble no es necesario sacrificar el gusto artístico. El film dirigido por Paco Arango trata de relatar de la manera mas fiel posible (y para nada sensiblera) las experiencias que él mismo ha recogido a lo largo de once años como director de la fundación Aladina, que se ocupa de dar atención y cuidados a niños enfermos terminales en la última faceta de su dolencia. Su experiencia personal al haber conocido a un chico internado en el Hospital Niño Jesús de Madrid, este temple que mostró el niño en cuestión fue el móvil disparador para que el director volcara esa experiencia al guión de Maktub (tal cual es el titulo original del film y uno de los proyectos de la fundación pro ayuda al niño con cáncer). El film nos narra el fortuito encuentro entre Manolo (Diego Peretti), quien debido a un accidente se ve en un hospital con la necesidad de realizarse una tomografía, y Antonio (Andoni Hernández), un adolescente que se encuentra en la fase final de un tratamiento oncológico y allí ocurrirá lo que está escrito: que ambos se conozcan y cada uno modifique la vida del otro para siempre. Antonio atraviesa la clásica crisis de la mediana edad, casado con una mujer que ya dio por muerto el matrimonio (interpretada por Aitana Sánchez-Gijón); su vida tiene pocas luces y muchos interrogantes sobre el futuro. En cambio Antonio vive en conexión con el presente, único territorio en el cual tiene certezas y logra a través de esta relación con Manolo el devolverle la frescura que la rutina le ha quitado. Difícil tarea de composición actoral para todos los intervinientes que deben conjugar momentos de comedia rosa con el difícil clima que conlleva el retratar una enfermedad terminal en niños, llevado con hidalguía por un director que trasunta día a día con esta realidad. Al mejor estilo de esas comedias de antaño como Que bello es vivir!, Cambio de Planes nos reconecta con la comicidad más clásica y también con esa necesidad de reírnos de aquello que no podemos cambiar y entender que aún en las situaciones más terribles el humor sigue siendo una excelente válvula de descompresión para el alma. Otro atractivo interesante para los amantes de Lost es la participación en el elenco del film del mismísimo Jorge García (Hurley) en un papel secundario pero que tiene su función en el relato. Sin lugar a dudas la ópera prima de Paco Arango cumple con el cometido de relatar fielmente el mundo que habitan los enfermos de cáncer sin caer en el fácil recurso del golpe bajo, que sería tal vez el más simple de los caminos para recorrer esta historia. Una interesante historia de Navidad que nos demuestra que nunca es demasiado tarde para resignificar nuestra vida y cómo convivir con lo inevitable. El tema “Nuestra playa eres tú” que pertenece a la banda de sonido del film fue escrito por dos de los amigos del verdadero protagonista de la historia que inspiró al director y en uno de sus pasajes dice “No estés triste porque se fue, sonríe porque lo conociste”; tal vez el mayor logro de este film es lograr que el espectador salga de la sala con una sonrisa.
Si pudieras crear al amor de tu vida, ¿hasta dónde llegarías? Calvin (Paul Dano, una especie de Woody Allen joven y menos psicótico ) es un escritor que tuvo su gran momento muy joven allí por sus diecinueve años. Parco y con serios problemas para relacionarse decide por recomendación de su terapeuta empezar a escribir sobre una hermosa mujer que lo visita en sueños: Ruby. Bastará con solo pensar en ella para que la escritura, trabada hasta ese momento, se vuelva en la actividad más placentera de su vida. El centro de su diario devenir pasa por esos minutos que dedica a describir a su mujer perfecta Ruby(Zoe Kazan, también guionista del proyecto). Una mañana, cuando Calvin baja a desayunar, la encuentra en su cocina preparándole el desayuno, con toda la naturalidad del mundo y él sabe que o ha perdido totalmente la sanidad mental o un milagro ha ocurrido. Temeroso, primero consulta con su único amigo (su hermano) sobre lo ocurrido para luego entregarse a una historia de amor que termina por tornarse mágica al descubrir que su obra literaria puede modificar el humor y la predisposición de Ruby. En definitiva ella no solo es fruto de su imaginación, sino que con unos solos tipeos puede modificar todo: desde sus estados de ánimo, hasta los planes de salidas, hasta tratar de evitar la rutina de la vida en pareja. Toda una reflexión sobre la ética de la imaginación o sobre que haríamos si pudiéramos moldear a nuestra pareja más alla de sus propios deseos o necesidades: ¿dónde estaría el limite para hacerlo? Ruby la chica de mis sueños funciona, tal vez plagada de cliches cinematográficos sobre el amor con una mirada indie, pero efectiva como comedia, que nos permite reflexionar sobre los aspectos curativos del acto creativo en general El arte no solo transmite al espectador o degustador del hecho artístico sino que también para el creador en muchos casos es la única manera de conectarse con el mundo que lo rodea. La única hermandad con un ambiente que en muchos casos le es hostil y esquivo. Y Ruby en el relato encarna eso: la reconciliación de Calvin con un mundo que lo ignora y no le permite integrarse y le plantea la disyuntiva sobre seguir manejando a su musa/objeto de deseo o entregarse al normal desarrollo de una relación amorosa, con todo el riesgo natural que esa apuesta conlleva. En esta decisión estará enmarcado el destino de Calvin, ser un egoista manipulador pero acompañado o dejar que las cosas tomen su rumbo aún a riesgo de perderlo todo. La vida esta llena de grandes decisiones y este es el momento para que Calvin tome la mas importante de todas.