El otro Maradona Aún resuenan en muchos de nosotros los ecos de la maravillosa historia narrada en El Etnógrafo cuando llega a las salas porteñas la historia de Esteban Maradona narrada maravillosamente bajo la dirección de Martin Serra. Y nuevamente nos ponemos frente a un hombre que renunció a los placeres mundanos para dedicarse a la asistencia de los menos favorecidos. Como toda gran historia de vida, tiene mucho de azar y mucho de destino: Esteban Maradona, joven médico, detuvo accidentalmente la marcha en una estación ferroviaria de Estanislao del Campo para asistir a una joven parturienta. A partir de entonces su nombre fue leyenda en ese poblado y allí decidió establecerse en una humilde casa con nada más que un rústico escritorio, una cama y una silla mecedora. El campo fue su sala de espera y su ámbito de trabajo, los nativos sus pacientes y la naturaleza su objeto de estudio. Así pasó sus años investigando las diversas plantas y sus cualidades medicinales y relacionándose con la defensa de los derechos aborígenes como nadie tal vez lo haya hecho en su época. Esteban Maradona decidió vivir en el ostracismo por años, salvo en los últimos tiempos de su vida donde fue acogido por su familia para poder darle los cuidados médicos que necesitaba. Allí fue reconocido también por la sociedad y sufrió un exceso de atención al cual no estaba acostumbrado. El documental de Martin Serra cuenta con numerosos testimonios de todas aquellas personas que de una forma u otra fueron “tocados” en su vida por el médico rural, pero por sobre todo y como material más rescatable nos brinda entrevistas realizadas al mismo Maradona en sus últimos años. Donde nos narra de manera sincera, calma pero firme, el por qué de cada una de las decisiones que marcaron su destino. Testigo de guerras (fue medico de campaña en la guerra con Paraguay) todos los pasajes del film por él narrados tienen un valor testimonial increíble; más aún considerando que se trata de un personaje que atravesó cientos de situaciones históricas con la única intención de ayudar al prójimo, un ejemplo que muchos deberíamos seguir. Un testimonio necesario para conocer otros tipos de vida que pocos medios de comunicación se interesan en difundir pero que son tan necesarios como auténticos. Ejemplos sobran para inspirarnos: sólo es necesario un narrador hábil para hacerlos llegar al espectador atento y Martin Serra ocupa con hidalguía ese lugar.
Cultura e identidad El documental de Ulises Rosell, presentado este año en el BAFICI y que ahora llega a algunos circuitos alternativos para un estreno comercial es una película tan llena de matices y de historias de vida entrelazadas que sería un excelente drama coral de no tratarse del fiel testimonio de las vivencias de los wichi en la Salta profunda. El director tomó contacto con esta realidad a través de la realización de una serie de especiales para el canal Encuentro y al conocer la historia de John Palmer supo entender que su biografía era la excusa perfecta para la realización de un documental que hablara sobre las etnias, la vocación, la presencia del Estado, la tolerancia a las culturas originarias, el progreso, las raíces y miles de aristas más que enriquecen este relato testimonial. John Palmer estudió antropología y literatura en Oxford y llegó al país allá por los tempranos años setenta para realizar su tesis, pero en lugar de estudiar las culturas originarias desde afuera se involucró totalmente con la cultura wichi. Su grado de compromiso con esta cultura lo llevó a renunciar a todas las comodidades de la vida mundana y cosmopolita que conocía, para instalarse en Lapacho Mocho y formar una familia con una nativa con la que tuvo cinco hijos. Simplemente ver la dinámica familiar nos remite a una torre de babel doméstica donde John Palmer conversa con sus hijos en fluida mezcla de inglés, wichi y castellano, en plena concordancia con la tolerancia y respeto cultural que profesa. A su vez, John no sólo estudió las etnias de Salta sino que en su militancia abogó por los derechos de las mismas a su autodeterminación cultural. El caso emblemático que plantea el film es el de José Fabián Ruiz. Por los medios de Buenos Aires, el caso fue conocido como el de un padrastro que violó a la hija de su pareja de 9 años, dejándola embarazada. El documental de la mano de John Palmer nos adentra en las costumbres wichi donde la poligamia está permitida y más aún una madre puede permitir que su hija tenga relaciones con su pareja si ésta lo desea. Tal fue –aparentemente- lo sucedido. La menor tampoco tenía 9 años sino que aparentemente por un error de registro su edad no era ésa, dado que estas tribus alojadas lejos de los centros cívicos en muchos casos ni siquiera son registradas por las autoridades de la provincia. El Etnógrafo, magistral film de Ulises Rosell, nos permite cuestionarnos los límites difusos entre la propia identidad cultural de las etnias y el poder tuitivo del Estado. Una obra de innegable valor testimonial, cultural y militante en el sentido más extenso de las tres palabras.
En las orillas Desde el punto de vista topográfico delta es el terreno que se forma entre los brazos de un río en su desembocadura y su principal razón de formación es la sedimentación de materiales que el río arrastra. Tal vez no haya sido gratuita la elección de este ámbito para la acción a desarrollarse en Todos tenemos un plan, ópera prima de Ana Piterbarg en la que al igual que el delta las personalidades de unos mellizos personificados por Viggo Mortensen provienen de un mismo cauce; de la misma familia. Sin embargo, la vida que cada uno de ellos ha elegido llevar adelante y los sedimentos que los han acompañado en este camino a raíz de sus actos y decisiones han formado a dos seres totalmente distintos. Agustín es un reconocido pediatra con una fuerte crisis de la mediana edad, atrapado en su propia realidad y que empieza a sentir como ajena. Está casado con Claudia (Soledad Villamil) y próximo a ser padre por medio de una adopción. Así, se pone en contacto con una realidad que se le presenta como ineludible: necesita patear el tablero y alejarse del futuro que él mismo se forjó. Pedro, en cambio, ha permanecido en el Delta y allí ha crecido y forjado una personalidad algo parca, de pocas palabras y con ciertas malas compañías que arrastró desde su infancia (compartida con Agustín) que lo han sumergido en una vida marginal. Pero la endeble salud de Pedro, aquejado por una enfermedad terminal, provoca un encuentro entre los hermanos y así estallan más adelante los conflictos. Pedro quiere desaparecer, sus dolores físicos se vuelven insoportables, mientras que Agustín sólo desea escapar de una vida que actualmente lo agobia. Así las cosas, Agustín toma el lugar de Pedro y trata de insertarse en esa vida ribereña que fuera parte de su infancia, de su pasado; pero los negocios turbios que su hermano realizaba con Adrián (Daniel Fanego) poco a poco irrumpen en su presente y le demuestran que la personalidad es lo que hacemos y en el caso de su hermano las viejas cuentas deben pagarse. A su lado, la pichona, su compañera de labores de apicultura (Sofia Gala) trata de lograr que Pedro sea parte del paisaje aunque sin buenos resultados. Ambos son de pocas palabras; ambos tienen un plan y se saben de antemano fracasados en su consecución. En este film donde se mezcla el drama íntimo, las relaciones de los mellizos con un relato policial, el paisaje del delta mostrado a través de la interesante fotografía es un elemento fundante del relato inhóspito, salvaje y despojado, que es el marco perfecto para que la narración se desarrolle con eficacia. Y esa historia es contada con maestría por Daniel Fanego, quien se devora cada escena de la que forma parte, opacando las actuaciones de los demás intérpretes. Su composición de ese hombre ribereño, sin moral ni códigos es memorable, a pesar de que el actor confesara no haberse sentido jamás capacitado para interpretar ese papel (incluso en la conferencia de prensa comentó que sugirió nombres de otros actores para el papel de Adrián, siendo luego persuadido por la directora para tomar ese rol). Soledad Villamil, correcta como siempre, tiene una digna interpretación de un personaje que posee una acotada participación en el relato principal, representando principalmente a esa vida que Agustín desea dejar atrás. Sofia Gala, por otra parte, cumple con las necesidades que su personaje le pide: pocas palabras y fuerte presencia escénica siendo la encargada con sus relatos en off de narrar la historia. Viggo Mortensen en su doble, triple interpretación (es Agustín el médico, Pedro el isleño y por último Agustín encarnando a Pedro) brinda una interesante composición de esos mundos tan disímiles y tan enraizados a la vez. Tal vez esta ópera prima no sea perfecta y algunas inconsistencias del guión la tornen algo inverosímil ya que cierta inoperancia de las fuerzas policiales en algunos momentos claves del relato dejan la sensación de errores elementales y la falta de cuidado en la historia policial, pero sin embargo marca un interesante rumbo para seguir trabajando en la construcción de un cine de género en Argentina; lo cual es al menos auspicioso.
Paradise rock city. La sociedad norteamericana tiene particular predilección por culpar por sus propias falencias a elementos externos que poco tienen que ver con la verdadera causa de sus males. Ocurrió en los sesenta con Elvis Prestley y su osado meneo de caderas, ocurrió en los ochenta con el movimiento Glam Rock y también, más cerca a nuestros tiempos, ocurrió con la demonización de Marilyn Manson luego de la masacre de Columbine. A mediados de los ochenta en medio de la máxima exposición de Glam Metal que llenaba las disquerías con jóvenes de cabellos cuidadosamente batidos surgió el movimiento Parents Music Resource Center, un liga de las buenas costumbres que buscaba advertir a los padres incautos sobre la proliferación de las nocivas consecuencias del rock en los jóvenes . Incluso la esposa de Al Gore (Ex vicepresidente de los Estados Unidos) fue miembro de esta especie de caza de brujas rockera. El conflicto llegó incluso a los estrados norteamericanos donde algunos rockstars se defendieron de las acusaciones dando lugar a un interesante debate. Basado en este hecho histórico y en la obra de teatro musical de Broadway, Adam Shankman, director de Hairspray, nos acerca a esta nueva adaptación en fílmico de un exitoso musical de teatro. La historia no tiene nada de nuevo: una joven pueblerina viaja a Hollywood a cumplir su sueño dorado (Julianne Hough) y allí conocerá a otro joven con sus mismas ambiciones (el latino Diego Bonetta) que la ayudara a instalarse en el nuevo mundo. La meca del rock es el Bourbon, y allí es donde ambos trabajan y traban su inevitable historia de amor; pero otra subtrama aparece y es la de la combativa Patricia Whitmore (Catherine Zeta-Jones ya experimentada en musicales y ganadora del Oscar por Chicago) quien encabeza la liga contra los rockers y tratara de lograr el cierre del mítico bar. Dentro del mundillo del rock, y como fieles defensores de ese modo de vida, estarán Alec Baldwin y Russell Brand, quienes serán los encargados de uno de los mejores duetos del film. Y entonces aparece la frutilla del postre: un sorprendente Tom Cruise encarnando a Stace Jaxx, el ídolo rocker, melómano y sexualmente descontrolado por excelencia que hará las delicias del público femenino y demostrando que no hay edad para rockear cuando interpreta canciones de Bon Jovi y Guns n’ Roses con un profesionalismo admirable. Junto con él, y como su manager aguerrido, Paul Giamatti nos muestra la mano sucia e inescrupulosa del rock como industria que en muchos casos prefiere mantener a sus ídolos inconscientes y drogados y convertirlos en una maquina de escándalos más que en un artista completo. De la mano del personaje de Giamatti también veremos el nacimiento de las boy bands como lo que realmente son: un producto de marketing perfectamente ensamblado sobre el cual la industria del espectáculo ha basado parte de su fortuna. El film abarca varios frentes, siendo tal vez el menos interesante la historia de amor de sus protagonistas, dado la fuerza escénica de los que aportan los personajes secundarios (Tom Cruise, Catherine Zeta Jones, Alec Baldwin y Russell Brand) y cuenta, como detalle para los más observadores, con cameos de Sebastian Bach, Debbie Gibson y Kevin Cronin, entre otros. La era del rock aporta una mirada irónica sobre ese mundo rockero extremo que nos brindaron los ochenta con una banda de sonido para el recuerdo (los más acérrimos defensores tal vez tilden a estos covers de ser demasiado inspirados en la estética de reversionismo rockero de Glee) El personaje de Stace Jaxx tal vez sea el fiel exponente de esta mirada cómica e irónica sobre la industria de la música y tal vez las mejores palabras para definirlo sean las que provienen del clásico de Bon Jovi Wanted Dead or Alive: “He estado en muchos sitios y aún sigo en pie/He visto un millón de caras y he hecho que se estremezcan “. Los ochenta están de vuelta con La Era del Rock y logran estremecernos… ¿qué más podemos pedir? @Cariolita
De la mano de Luc Besson, conocemos la historia de la militante pacifista Aung San Suu Kyi, interpretada por Michelle Yeoh. Existe un tipo de situaciones que la industria del cine adora llevar a sus campos y sin lugar a dudas se trata de las biopics (aunque en este caso podemos hablar de una obra algo mas compleja dado que muestra el desarrollo de todo el grupo familiar, no solo de ella) de personajes que tengan un tinte heroico y combativo con basamento en hechos reales. En este caso Aung San SuuKyi es una fiel oponente a la dictadura imperante en la lejana Birmania, quien sufrirá en carne propia las injusticias de un sistema opresor que la separará de su familia (madre , esposo e hijos ) sometiéndola al presidio por la mayor parte de su vida y poniendo a prueba su temple. En la vida real Aung permaneció cautiva del gobierno dictatorial hasta el año 2010, casi al mismo tiempo que el rodaje se llevaba a cabo. Sumida en el aislamiento mas absoluto que suele minar las temples mas férreas Aung San SuuKyi logra comunicarse con el mundo exterior a través de la radio y asi llevar su mirada y su militancia a los miles de oprimidos que a pesar de contar con un libertad ambulatoria se encuentran presos de un modo de vida impuesto por el mas fuerte. Con una cuidada fotografía acompañada con excelentes interpretaciones (se destaca la composición de Michelle Yeoh y David Thewlis) y una banda de sonido contundente a cargo Eric Serra, La fuerza del amor se erige como un drama intimista y aleccionador que para algunos podrá ser tildado de maniqueista y con lugares comunes del genero que tal vez debiliten la fortaleza de un potencial guión mas jugado. Tal vez el único pecado del film resida en tener el perfil ideal que poseen aquellas producciones realizadas para complacer al gran público y arrasar en las premiaciones de festivales de cine con un superfluo mea culpa realizado con excesiva corrección política. Pero por otro lado si un film puede servir para que el mundo entero enfoque su mirada en injusticias que de otra forma tal vez serian ignoradas tal vez el cine haya cumplido su cometido, aunque se manera tibia. La polémica esta planteada y como siempre los espectadores serán los encargados de definir los tantos.
You are always on my mind Basado en el cuento “Podemos recordarlo todo por usted” -publicado en 1966 por el autor Philip K Dick- se estrena este jueves una nueva versión cinematográfica de aquella breve historia que fuera incluida en una recopilación de ciencia ficción. El cuento en cuestión nos relata la historia de Douglas Quaid, un hombre totalmente obsesionado con visitar Marte. Ante la imposibilidad económica de hacerlo (el relato se sitúa en un futuro en el cual los viajes a ese planeta son posibles aunque costosos), nuestro protagonista se reconoce como “un mísero empleaducho”. Con semejante confesión no hay que ser muy perspicaz para observar que la autoestima del muchacho anda por el piso. Para evadir el destino de desidia y monotonía Douglas decide optar por los servicios de Total Recall, una factoría de recuerdos que se especializa en la implantación de imágenes en el cerebro humano con la que nutren la tediosa vida de sus clientes (la empresa proveedora las llama implantaciones nemotécnicas extra fácticas… ¿qué tal?). De modo que ahora sí Douglas puede cumplir el sueño que tanto lo desvela e incluso hacerse de algunos souvenirs de su aventura como fotografías, tickets del viaje, películas filmadas por otros que lo muestren en el planeta, etc. Todos estos elementos harán creíble la experiencia implantada en la mente del cliente de Total Recall. Pero en el proceso algo sale mal y la vida de Douglas se ve inmersa en un eterno devenir entre la realidad y la identidad que cree conocer (su trabajo, su esposa y sus limitaciones diarias) y otra vida donde la acción está a la orden del día en medio de un mundo conspirativo. Las adaptaciones al cine de las obras de Dick han sido numerosas siendo las mas recordadas Blade Runner y Minority Report: Sentencia Previa. Sin embargo, esta versión dirigida por Len Wiseman se aparta de ciertos elementos fundantes del relato del escritor. Los viajes al planeta Marte fueron borrados del argumento y lo que sí subsiste es la existencia de un poder opresor, ahora en forma de una empresa exploradora y explotadora, que motiva en Douglas (un correcto Colin Farrell) la necesidad de evasión. El papel de la esposa de Douglas descansa en manos de Kate Beckinsale (esposa del director Wiseman) quien tiene la diíícil tarea de sustituir en la memoria colectiva aquel papel que llevara al ojo público a una jovencísima Sharon Stone. Sí, claro, hablamos del filme de Paul Verhoeven de 1990 protagonizado por el muy popular Arnold Schwarzenegger en el mejor momento de su carrera (un año después llegaría la celebrada Terminator 2: Juicio Final). La colonia marciana retratada en la primera versión cinematográfica es remplazada en este film por una ciudad agobiada, húmeda y con reminiscencias orientales divididas en eternos niveles superpuestos que forman lo que da en llamarse La Colonia Ámbito, en la cual las condiciones de vida son básicas y teñidas por el yugo opresor del poder imperante. La vida anterior de Douglas parece ser la clave para lograr poner en movimiento a un grupo de rebeldes que se oponen a la explotación que sufren las masas obreras. El film cumple con los requisitos básicos de un film del género, pero sin embargo deja pendiente el explorar gracias a las tecnologías actuales los desolados paisajes marcianos o el mundo del futuro, que tal vez podrían ser su marca distintiva y valor agregado en relación con su predecesora del noventa. Al igual que en Total Recall el recuerdo de un gran film no logrará instalarse en la memoria de los espectadores.
Nacional e incorrecta! En fiel contraposición con los últimos estrenos plagados de polémica y maniqueísmo en materia de animación autóctona llega a nuestras pantallas la nueva locura de Ayar Blasco: El Sol. Muy esperada por el público amante del género y seguidor de la impronta de aquel engendro que fue Mercano el marciano, ser que poblaba la pantalla de Much Music hace algunos años, ha llegado el momento que sus sucesores en materia estética y de identidad se instalen en las pantallas porteñas para dar nuevos aires apocalípticos al mundo de la animación argenta. El Sol, con una animación de trazos simples y mensaje contundente que hacen recordar a la estética y planteo de South Park o Alejo y Valentina, ha llegado para brindarnos una apuesta de identidad nacional e incorrección política pocas veces visto en nuestro país. Y si hablamos de nacional e incorrecto es justo y necesario (realmente es justo y necesario) que el doblaje de uno de sus personajes esté a cargo de uno de los mejores puteadores de estas pampas (compartiendo el podio con Federico Luppi): el doctor Tangalanga, quien aporta la cuota de argentinidad al palo que el film destila en su mensaje. Una nación post apocalíptica que se brinda bajo la mirada de dos jóvenes que la describen en las voces de Martin Piroyanski y Sofia Gala Castiglione, como así también Divina Gloria y Jorge Sesán, nos brinda una estructura narrativa original musicalizada a la perfección por Julio & Agosto (banda en ascenso que musicaliza las tardes de la radio metro en el programa Metro y medio). La propuesta de Ayar Blasco fue reconocida en numerosos festivales como los de Rotterdam, Torino, Varsovia y La Habana, donde su audaz opus fue muy bien recibido por el publico y la prensa. Con el apoyo del Incaa El Sol ha llegado para mostrarnos que existe un tipo de animación diferente que apuesta a la incorrección política y la sublimación del mensaje por sobre todas las cosas. Pensar diferente a la animación es la premisa de Ayar Blasco, quien logró plasmar parte de su mundo íntimo en estos 65 minutos que iluminan con desparpajo la pantalla.
Dos contra la adversidad En tiempos donde el cine difícilmente nos sorprende con sus propuestas, Amigos Intocables llega para patear el tablero y mostrarnos que pueden existir apuestas diferentes basadas en un sólido guión y excelentes actuaciones. Precedida por un éxito rotundo en las salas francesas que la ubica como el tercer mejor estreno de la historia del cine galo. El film se basa en una maravillosa historia real que retrata la amistad trabada entre un tetrapléjico millonario en busca de un asistente y un joven inmigrante senegalés en búsqueda de un susidio por desempleo. Driss (un carismático Omar Sy) es un joven que vive en las afueras de Paris -en un superpoblado departamento en el cual sobran los habitantes y los problemas- ligado con la vida fácil y las malas juntas, que se presenta accidentalmente a una entrevista de trabajo sólo para obtener un comprobante de haberlo hecho y así tramitar un seguro de desempleo. Por otra parte está Phillipe (en una excelente y medida composición de François Cluzet), un multimillonario que luego de un accidente ha quedado tetrapléjico y busca un asistente para todos los quehaceres diarios de su vida. Al cruzarse en esa accidentada entrevista laboral ambos se verán seducidos por el universo del otro: Driss por la comodidad económica y física que el mundo del multimillonario le propone (el solo hecho de tener un baño propio ya marca una diferencia con su humilde realidad); por su parte, Phillipe se verá encantado con la espontaneidad de ese joven de sonrisa límpida y decididos ademanes que puede sacarlo de la desidia que supone el depender de otros para cada movimiento. La dirección del film en manos de Eric Toledano y Olivier Nakache se las ingenia para navegar las tumultuosas aguas de las relaciones humanas y las discapacidades sin caer en ningún momento en golpes bajos o sensiblerías. Lugares comunes es posible que los haya pero están supeditados al desarrollo de un relato bien construido y excelentemente interpretado por dos actores de raza con una excelente directriz actoral. Phillipe junto a Driss perderá su habitual compostura, entre otras cosas por medio de la experimentación de las drogas ilegales y además conocerá a los más fieles cultores del funk y el pop. Por su parte Driss conocerá la comodidad de un baño privado, una confortable habitación y el rugir de los autos deportivos de primera gama. Cada uno completará al otro, redefiniéndolo y brindándole aquello que le hacía falta a su vida: una amistad que traspasa las limitaciones tanto físicas como ideológicas y una muestra de que todavía hay un nuevo cine que puede sorprendernos sin necesidad de mayores artificios; sólo recuperando el viejo oficio de saber narrar historias con justeza y maestría.
Una mirada diferente sobre la paternidad y las relaciones. El nuevo film de Jennifer Westfeldt es un promisorio debut en su carácter de guionista y directora la polifacética artista que ya nos sorprendiera gratamente con films como Besando a Jessica Stein y Cásate conmigo otra vez. Esta vez, a través de una mirada acida y descarnada (no tan cercana a la comedia) nos muestra los devastadores efectos del tiempo, la paternidad y la vida misma en tres parejas de clase media alta de la ciudad de Manhattan. Amigos de toda la vida, rondando los cuarenta y con el tic toc del reloj biológico de los que aun no son padres marcando las horas. Jason (Adam Scott) y Julie (Westfeld) son amigos de toda la vida, viven a unos pisos de diferencia uno del otro en el mismo edificio, satirizan su vida amorosa con la impiedad que les da su cercanía y confianza. Sin embargo el reloj biológico de Julie está dando sus últimas campanadas y su maternidad postergada por su trunca vida amorosa le impone una solución urgente. Sus amigos Leslie y Alex (Maya Rudolph y Chris O'Dowd) están casados y anuncian que tendrán un bebe pronto, es un shock para el grupo que por ese entonces solo estaba compuesto por amigos sin hijos, pero todos apoyan el ambicioso proyecto personal de la pareja. Los años pasan, los niños crecen y la pareja de Leslie y Alex se vuelve tosca en sus formas y en su trato, la casa se llena de juguetes, los tiempos se acotan y el romanticismo parece haberse escapado de escena. Luego llegará el turno de la otra pareja amiga compuesta por Kristen Wiig y Jon Hamm (el protagonista de Mad Men) y otra vez la paternidad aniquilara el romance a manos de la intolerancia y el hastío que supone la convivencia. La conclusión es inequívoca: La mejor manera que el ser padres no mate el romanticismo es justamente que los padres no sean pareja. La fuerte amistad les permite embarcarse en esto loco proyecto engendrar un hijo (de la manera tradicional, nada de fecundación in vitro). Luego de algunos inconvenientes iniciales y de la sorpresa de sus amigos frente al plan, todo marcha de maravilla. Pero como bien augura el titulo no hay “Planes perfectos “y el fantasma del romance entre los protagonista pronto se abrirá paso en la relación. Cuando todo funciona bien (amistad, paternidad y compañerismo) ¿es mejor conformarse o elevar la apuesta? Este es el planteo final del film que nos muestra una visión descarnada y agridulce de las “delicias de la paternidad” y su incidencia en las relaciones amorosas. Una mirada distinta, separada del feminismo o machismo, que apunta a hacernos reflexionar sobre los procesos internos que se transitan en la conformación de una familia y los sueños que quedan en el camino de sus miembros. O la mutación de los mismos hacia otros rumbos. Diálogos inteligentes y mordaces, excelentes locaciones y actuaciones acorde a la temática hacen de Plan Perfecto una interesante opción para el público de treinta y tantos que necesita algo de reflexión y algunas risas sobre el tema de la paternidad. Complejo y contradictorio, con una resolución del conflicto tal vez algo opuesta al planteo inicial , Plan perfecto cumple con lo que promete y posiciona a Jennifer Westfeldt como una promesa para el mercado cinematográfico tan ávido de miradas femeninas interesantes. @Cariolita
Corazón rebelde En tiempos de reinvención de los conceptos clásicos de los cuentos de hadas, que nos permiten soñar con una princesa negra (como en La Princesa y el Sapo) o con un ogro que no asusta sino que es el héroe, era cuestión de tiempo para que apareciera una princesa que se rebelara contra el orden establecido, algo así como una abanderada del feminismo que habitara las tierras de ensueños. Y ese personaje aguerrido, aventurero y despeinado viene de la mano de la princesa Mérida en Valiente, proyecto no casualmente liderado -al menos en un comienzo- por una mujer: Brenda Chapman. Mérida es una princesa rebelde que odia el protocolo y las formas que debe guardar inexorablemente por su rango real. Cada vez que puede escaparse de estas reglas de etiqueta así lo hace para entregarse a las aventuras en el campo, la batalla y por sobre todas las cosas su propio ejercicio de la libertad. Y tal vez este sea el rango distintivo de la apuesta de Pixar. Mérida es la primera princesa que se opone a lo que todas esperan con ansias: el encuentro de un príncipe con el cual vivir feliz para siempre. Mérida es la hija de un amoroso matrimonio real, tiene tres hermanitos pequeños con los que comparte travesuras y sus bellos rizos rojizos (la cabellera de la Princesa es una de las mejores logradas en la historia de la animación); su infancia transcurre sin inconvenientes en medio de una familia amorosa. Pero los años pasan y llega un momento en el que ni siquiera las princesas pueden evadir: la adolescencia y con ella la obligación de prolongar el reino de su padre a través de la unión con el joven heredero de otro reino. La oposición de la joven a estos planes es férrea, pero sin embargo ha sido criada para este día y su destino está escrito. Pero en los cuentos de hadas siempre hay un camino para evadir los futuros cuando los mismos son aciagos y ese atajo es la brujería. Cuando la joven princesa accidentalmente se topa con una bruja en el bosque no duda en solicitarle una pócima que cambie la postura de su madre en lo referente al destino de la joven; pero ya se sabe que los encantamientos en los cuentos de hadas no salen bien. Y es entonces donde la trama de la historia se desarrolla y trata uno de los temas menos explorados por la industria de los cuentos de princesas: la relación madre e hija y los conflictos que trasunta la misma con el paso de los años. Mas allá de los aspectos técnicos y de una factura irreprochable que nos brinda el film -y a los cuales ya nos tiene acostumbrados la factoría de Pixar- el principal logro del relato es el permitirnos imaginar posibilidades diferentes de modelos de vida para las princesas (hasta ahora condenadas a esperar la llegada del príncipe azul). Tal vez Valiente no tenga el brillo de otras producciones de Pixar como Toy Story o Los Increibles, pero muchos lo recordarán como un film que se permitió ahondar en los conflictos femeninos y cuestionar las bases mismas de los cuentos de hadas. Una princesa que prefiere conocerse a sí misma, más que a un príncipe azul no es poca cosa y tal vez con los años una nueva generación de niñas con pretenciones más realistas sobre el amor y las relaciones se esté gestando, lo cual no es poco mérito. Con Valiente se exhibe el corto animado La Luna, dirigido por Enrico Casarosa, quien fuera colaborador de Pixar y Blue Sky en films como Up y La era de hielo como parte del equipo de Storyboard. Este corto de apenas siete minutos nos cuenta la historia de unos pescadores muy particulares, tres generaciones que se hacen a la mar en búsqueda de una particular cosecha marina. La Luna es disfrute en estado puro con una poesía visual como pocas veces se ha visto. Un plan interesante sin lugar a dudas para los amantes de las historias diferentes de todas las edades que nos demuestra que el género de la animación está muy lejos de agotarse.