La eterna edad del pavo Que los noventa están regresando es un hecho; cientos de remakes cinematográficas, sumadas a reuniones de bandas legendarias de aquel entonces son una viva prueba de que los jóvenes de esa década somos hoy los adultos que tenemos el poder de decidir y de consumir tanto cine como música. Y la nostalgia es sabido que es uno de los motores del consumo, cuando la misma está bien encaminada. American Reunion es un emergente de esa nostalgia materializada en esos mismos adolescentes que en los noventa pugnaban por perder su virginidad y hoy deben adaptarse a su nueva realidad. Oz (Chris Klein) es conductor afamado de un canal deportivo; Kevin (Thomas Ian Nicholas), un arquitecto reconocido que vive establecido en pareja; Finch (Eddie Thomas) mantiene el misterio sobre su situación actual y Stifler (Seann William Scott) continúa anclado en una adolescencia irresoluta. Jim (Jason Biggs) y Michelle (Alyson Hannigan) encarnaron el sueño americano de casarse con el amor de la preparatoria y formar un hogar con un niño, pero sin embargo la crianza de su hijo ha minado la intimidad de la pareja. En tiempos de reencuentros, claramente propiciados por las redes sociales, todos se dan cita en East Great Falls para rememorar viejos tiempos. Y tal vez aquí sea donde las aguas se dividan entre los espectadores: para aquellos que desean ver una evolución en el planteo de los conflictos y temáticas relacionadas con el mundo adulto la frustración será el resultado. El sexo prohibido ya no es con la noviecita de la preparatoria sino con una bella vecinita a quien Jim cuidaba y quien hoy es una auténtica bomba sexual. Las bromas escatológicas seguirán estando a la orden del día y la complicidad entre amigos seguirá siendo la constante que rija sus relaciones. Aquellos que consideren que la adolescencia es sólo un estado de ánimo, totalmente independiente de la edad de quien la vive, tal vez sepan ver en las situaciones vividas por los ya adultos una revancha poética al implacable paso del tiempo. Es sólo cuestión de decidirse a vivir en la eterna edad del pavo, o simplemente darnos un recreo en nuestra vida de adultos para sentirnos jóvenes, livianos y sin responsabilidades. La última palabra está en el espectador: el film dentro de su paradigma y con sus códigos funciona, pero si esos parámetros no se comparten no es más que la triste historia de un grupo de treinteañeros tratando de negar lo visible; es decir, que ya están crecidos para ver en un pie el objeto de satisfacción de su pulsión sexual.
Una heroína en tiempos de feminismo. Sabido es que los cuentos de hadas con el paso de los años han sabido aggionarse a los tiempos que corren incluyendo una princesa negra , príncipes más débiles y mujeres al mando de las situaciones. Espejito espejito vendría a ser algo así como un revisionismo histórico de hadas y nos sumerge en un mundo donde las mujeres dejaron de esperar al príncipe y salieron decididamente a buscarlo . De la mano de su director Tarsem Singh (creador de realidades oscuras como The Cell o Inmortales ) nos adentramos en un reino donde la malvada reina (Julia Roberts en una gran interpretación) tiene prisionera a la bella hija de su difunto esposo, Blancanieves (en la rozagante piel de Lily Collins), sintiéndola como una seria amenaza a sus dotes estéticos ya en baja por la edad. Pero la joven logrará escapar del castillo y así ver la pobreza en que la reina ha sumido al pueblo por sus suntuosas fiestas. También conocerá al Príncipe Encantado (Armie Hammer en una interpretación a la que le pone el pecho, literalmente). Pero la suerte en los cuentos de hadas siempre es esquiva a las princesas y juntamente con ella la reina también conocerá al sexy príncipe, eliminando a la amenaza de Blancanieves al mandarla a matar por su bufón del reino interpretado por el multifacético Nathan Lane. Así Blancanieves será enviada al bosque donde conocerá a siete enanitos, que esta vez en lugar de ser trabajadores son algo así como una banda dedicada al robo de diligencias. Junto a los enanos Nieves aprenderá artes de la lucha cuerpo a cuerpo que utilizará luego para defender su reino y su pueblo agobiado por los excesos tributarios de la reina. El film cumple, sin demasiado brillo, con los postulados del cuento de hadas, con especial mención al maravilloso vestuario de los personajes en manos de Eiko Ishioka (quien ya había trabajado con Singh en tres ocasiones mas), el cual terminó siendo su obra póstuma dado que la diseñadora falleció en enero de este año. Se realizaron más de cuatrocientos vestidos caracterizados por el cuidado diseño de sus telas como así también en los maravillosos tocados con temática de animales utilizados en la escena del baile real. Sin la irreverencia de Encantada, Espejito Espejito es un film que entretiene sin deslumbrar pero no por ello deja de ser una buena opción para ver con los niños y en el caso de las mujeres admirar el maravillo vestuario que nos dejó la gran Eiko Ishioka.
Arenas movedizas cinematográficas. El príncipe del desierto es un relato épico de la vieja usanza, donde poca participación tienen los efectos especiales ni las animaciones computadas el film fue realizado en Túnez y Qatar. Básicamente el film narra la historias de dos familias enfrentadas por su concepción de las tradiciones y del avance de las tecnologías. Allí por los años treinta Nesib, Emir de Hobeika (interpretado por Antonio Banderas) es ganador en una batalla entre familias rivales, se impone una tregua, llevada a cabo a través de la adopción por parte del vencedor de dos de los hijos de su oponente Amar, el Sultán de Samaah (en la piel de Mark Strong). Entre ambas familias acuerdan la paz en la zona límite de ambos reinados la cual no deberá ser explotada por ninguno de ellos. Menudo problema se plantea al llegar los petroleros norteamericanos y anunciarles que esa zona es plausible de explotación petrolífera y traerá con dicha actividad la riqueza y el progreso a sus habitantes devastados por los avances del cólera. Nesib no duda en comenzar las excavaciones, desatando entonces la lucha con la concepción de las tradiciones y el progreso que sostiene Amar. Las negociaciones deberán iniciarse entonces incluyendo las mismas el matrimonio entre uno de los hijos de Amar el Príncipe Auda (en la piel del interprete de Un profeta Tahar Rahim) y la bella hija de Nessib la Princesa Leyla (encarnada por la bella Freida Pinto). Más allá de este tibio intento por conciliar posiciones la guerra esta planteada y en las arenas del desierto se enfrentarán no solo hombres contra hombres, sino concepciones sobre la familia, las tradiciones, el progreso y en definitiva sobre la vida misma y los diversos elementos que la componen El film tiene todos los ingredientes para ser una interesante aventura épica, sin embargo algo se queda a mitad de camino. Tal vez la interpretación realizada por Antonio Banderas que termina siendo más un pícaro Emir, con tonos burlones que un personaje mas enmarcado en su situación roba dramatismo a la situación. La atractiva Freida Pinto demuestra que a veces es necesario algo más que belleza para la composición de un personaje creíble. Estos despropósitos terminan desdibujando un producto que contaba con todos los ingredientes para ser una historia épica de importantes matices. A su favor el film cuenta con una maravillosa fotografía lograda a través de sus increíbles escenarios naturales como así también las excelentes interpretaciones del creciente Mark Strong y Tahar Rahim. Las escenas de combate en las arenas desoladas nos muestran que en ciertas ocasiones no solo basta la tecnología sino el conocimiento del terreno y la astucia. Una historia que se quedo a mitad de camino entre sus intenciones y el resultado, muriendo tal vez agobiada por el calor del desierto.
Un héroe biodegradable. Este jueves llega a nuestras salas el esperado film El Lórax en busca de la Trúfula perdida, película basada en el cuento del mismo nombre de Dr. Seuss, un relato que nos sitúa en un futuro apocalíptico donde todo es artificial y artificioso. Las calles de Thneed-Ville están llenas de color, los árboles son inflables y hasta el aire se vende envasado. La gente sin embargo vive en un estado de total alegría, tal vez una emoción tan falsa como los componentes del verde follaje. En este marco sin embargo aún subsisten las clásicas historias de amor adolescentes, donde las niñas objeto de deseo suelen poner a prueba la voluntad de sus pretendientes. Es así como Ted Wiggins eternamente enamorado de su vecina Audrey escucha como ella suelta con total desparpajo la frase “le daría un beso a quien me consiguiera un árbol de verdad” .Y esta simple frase será el motor para que el joven con la complicidad de su abuela comience una incansable búsqueda de una semilla que logre que germine tanto el árbol, como el ansiado beso. Así emprende un viaje iniciatico, alejándose de los límites de la ciudad (tanto físicos como filosóficos) e ingresando en un hostil y gris ambiente. En este mundo opacado y polucionado vive Once-ler un hombre quien posee la preciada semilla, pero que a cambio de su entrega le relatará al joven como el mundo natural fue destruido por la desmedida ambición de los habitantes primitivos. Aquí la historia a través de un desdoblamiento nos llevará a los tiempos donde los colores y la vida silvestre eran de publico dominio y donde todo era de libre e irrestricto acceso. Allí el joven Once-ler , emprendedor como pocos , se adentró en los bosques nutridos de colores brindados por los árboles de Trúfulas y al verlos supo al instante que allí dormía una mina de oro . Al intentar talar los árboles mágicamente se materializa en escena el héroe de nuestra historia, el Lórax , una especie de ser peludo y simpático que vela por la integridad del bosque. El gruñón ser convence a Once Ler que la devastación de los recursos no es el medio para lograr sus objetivos o por lo menos no es el medio con menor impacto ambiental para los seres que ahí habitan. Sin embargo Once Ler movido por la ambición desmedida inicia una industrialización masiva de su producto, aniquilando el bosque de Trufulas y con ello la calidad de vida de sus habitantes Así el mundo tal cual era conocido no existirá más y empezará la comercialización de los pocos recursos que quedan , hasta llegando al extremo de comercializarse el aire puro envasado En las manos de Ted Wiggins ahora no estará solo la semilla de la Trúfula sino la posibilidad de revertir esta historia de desatención por la naturaleza y desinterés por el prójimo. El film cuidadosamente narrado con vivaces cuadros musicales (de los cuales sobresale “ ¿Cuan malo puedo ser ?”) , no solo narra la historia con efectividad sino que apunta la concientización de los niños sobre las consecuencias de la falta de cuidado ecológico en nuestro actuar diario. Casi con aires de viejo cuento de las abuelas con moraleja, no la hace especial ni el despliegue de recursos técnicos ni los actores que prestan sus voces al proyecto, sino que conmueve al público desde el lugar de ponernos de frente a las propias miserias del capitalismo salvaje. Cuando el costo de la codicia no es otra cosa que el futuro de la nuevas generaciones , el dilema esta planteado y como dice Once-ler “a menos que ” hagamos algo al respecto nuestro destino está mas cerca de Thneed-Ville de lo que creemos. Es hora de despertar conciencias y si El Lórax así lo hace habrá cumplido su cometido.
Cuidado con lo que deseas El film que hoy reseñamos propone el reencuentro con un cine de acción al mejor estilo de los setenta, con furiosas persecuciones callejeras, tiroteos y peleas cuerpo a cuerpo que poco tienen que ver con trucos digitales. Safe House o Protegiendo al Enemigo, nos narra la historia de Matt Wenston, un novato agente de la CIA apostado en una casa de seguridad en Ciudad del Cabo. Allí espera la llegada de algo de acción que le permita demostrar sus dotes para el cargo. Estas casas, valga la aclaración, suelen ser utilizadas para la detención de criminales o para interrogatorios con métodos no precisamente “legales“. Simultáneamente, en la misma localidad africana uno de los hombres más buscados de la CIA, el disidente Tobin Frost (Denzel Washington), luego de una terrible persecución por las calles de la ciudad, se entrega voluntariamente en el consulado norteamericano. La primera reacción de la central de la CIA en Estados Unidos, ante el desconcierto generado, es remitirlo a la casa de seguridad donde Wenston presta servicios. A partir de entonces al joven se le presentan no pocas ocasiones para poner a prueba su valía. Tobin es un profesional con perfecto dominio del oficio (casi en simetría perfecta con quien lo interpreta en la cinta) y apenas si se inmuta con los diversos ataques que va sufriendo. El hombre carga consigo información clave, cuyo mayor peligro reside en que su carácter de vital no lo es sólo para la CIA sino también para otra gente que procura hacerse de la misma. Entre ambos personajes se suscita una relación de extraños ribetes que mezcla dominio con camaradería, enmarcada entre tiros y muertes violentas filmados con impresionante realismo y feroz ritmo frenético. Si bien el film no es innovador en cuanto a su trama, este elemento no va en desmedro de una delicada factura con cuidado de los detalles y los elementos que hacen a las características típicas del género. Y nos brinda un producto interesante con la magistral interpretación de uno de los actores más importantes de los últimos tiempos: Denzel Washington.
La suerte está con nosotros Existe una orfandad literaria entre los adolescentes seguidores de Harry Potter y Crepúsculo ante el fin de la primera saga y el inminente desenlace de la segunda que llegará este año. Para llenar este nicho del mercado ha llegado Los juegos del Hambre, film que se estrena en el día de hoy en las salas porteñas. Es imposible no hacer especial mención al fenómeno que se ha generado en torno a este film aún antes de su estreno y más exactamente en relación a la saga escrita por Suzanne Collins, que la ha convertido en un best sellers elegido por los mas jóvenes como objeto de culto. La historia narrada en el libro nos cuenta sobre una nación denominada Panem, erigida sobre las ruinas de lo que una vez fuera Norteamérica. Una nación con marcadas diferencias entre la ciudad central (El Capitolio) y los restantes distritos que la componen y que se ubican en la periferia. Allí, una vez al año, se celebran Los Juegos del Hambre, un reality en el cual cada distrito envía a un muchacho y a una joven de entre doce y dieciocho años a competir en una lucha a muerte de la que sólo sobrevivirá uno. Esa contienda es televisada en directo a toda la nación, brindando a cada distrito la posibilidad de monitorear la suerte de sus candidatos. La gloria estará del lado de los ganadores. Pero antes de ingresar a las arenas de la competencia y como todo buen reality cada participante deberá presentarse en el show televisivo para generar empatía con el público y obtener de esa manera patrocinantes que en el desarrollo de la competencia les provean de medicamentos o alimentos. El desarrollo cinematográfico de la primera entrega de esta saga nos presenta a Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence) una adolescente del distrito doce, quien frente al sorteo anual de Los juegos del Hambre toma el lugar de su pequeña hermana para salvarla. Así, ella y Peeta (Josh Hutcherson), un joven panadero, son los elegidos del distrito. Juntos viajan al Capitolio, una ciudad que ya desde lo visual nos marca una impronta renacentista, cargada de colores y con un gusto estético exultante en las texturas (excelente labor de la encargada del vestuario Judiana Markovsky). Una vez ya instalados en las opulentas instalaciones del Capitolio son entrenados para agradarle al público en su primera presentación en sociedad, frente al conductor del reality Caesar Flickerman (Stanley Tucci en una excelente interpretación). El entrenamiento para Katniss será arduo dado que la vida ruda de la adolescente la ha separado de conceptos tales como cortesía o buenos modales, elementos prescindibles en el trajinado devenir de la vida en el distrito doce. La apuesta desde lo cinematográfico está focalizada en la grandilocuencia de las locaciones que forman parte del Capitolio, en franca y tremenda contraposición a los oscuros paisajes que reflejan la mísera realidad de los habitantes de los distritos. Las escenas de los desfiles previos a los juegos y las presentaciones de los participantes son de un despliegue visual pocas veces visto, puesto al servicio de retratar la opulencia mas obscena que habita donde reside el poder. Juntamente al apartado visual se le suma un excelente elenco que -a diferencia de otros films dirigidos a un público adolescente- esta vez no se trata de ignotos intérpretes sino de actores de la talla de Donald Sutherland, Stanley Tucci, Jennifer Lawrence, Wes Bentley y hasta Lenny Kravitz (en un papel que él mismo confesó inspirarse en la figura de Tom Ford). Lo siguiente ya es parte del juego, que no develaremos en esta reseña, pero les aseguramos que un mundo con lenguaje propio, códigos y aventuras, se abre paso entre nosotros. Un mundo que los espera y sólo podemos desearles que la suerte siempre, siempre esté de vuestra parte.
Calavera que chilla Bizarro es una palabra que en su origen significaba lúcido, elegante y espléndido. Sin embargo, el ambiente cinéfilo fue resignificando el término y a través de un galicismo lo fue incluyendo en nuestro idioma como sinónimo de raro, extravagante, insólito, fuera de lo común. Pues bien, si buscáramos una manera de describir a Ghost Rider: Espíritu de Venganza sin lugar a dudas la última acepción de bizarro sería la más correcta. En esta nueva entrega de la saga (¿?) el motociclista fantasma se encuentra recluido en un viejo taller a la espera de poder lidiar con sus propios demonios y es entonces cuando una nueva oportunidad de exorcizarlos se presenta en su vida. Un joven niño junto a su madre deben ser escoltados hasta un antiguo monasterio para ser preservados de un oscuro secreto que los persigue desde el comienzo de la vida del infante, y este secreto será justamente el que los conecte con el motociclista fantasma. Esta nueva entrega se muestra definitivamente volcada hacia el lado bizarro, con muchas más miradas cómplices a cámara y referencias a la estética del comic. Cuenta en su elenco con el inefable Nicolas Cage (quien poco a poco se ha ido convirtiendo en sinónimo de películas poco atractivas), junto con Idris Elba el ganador del Golden Globe y protagonista de la serie de la BBC Luther y un mínimo -aunque relevante- papel de Christopher Lambert que nos sirve para confirmar que al menos sigue vivo, a pesar de no ser este producto la más interesante muestra de vida. Lo más rescatable del film es posiblemente aquello que lo condena: el liberarse de todo formalismo y terminantemente entregarse a una estética y planteo trash que sólo podrá cautivar a los amantes de este tipo de propuestas. Las locaciones elegidas para el rodaje también son dignas de mención dado que el set de filmación fue realizado en las áridas tierras de Rumania, donde se erigen el monasterio que servirá de refugio a la atormentada alma de Johnny Blaze. El film también nos brinda una más acabada referencia de las razones y el modo en que el joven amante de las motos vendió su alma al diablo, y además nos revela la historia de Zarathos, el espíritu que convive dentro de su cuerpo maldito. Los efectos de animación aplicados al motociclista también se encuentran mejor desarrollados en esta entrega, logrando algo más de espíritu en un personaje que decae por la debilidad de un guión con poca profundidad y desarrollo. Al salir de la función de prensa un crítico decía “si la venís a ver, calavera no chilla”, sabias palabras, un film de culto... sí, de culto satánico.
Un ángel exterminador neoyorquino Cuan una emanación moderna de El Ángel Exterminador de Luis Buñuel, los protagonistas del último film de Roman Polanski, Kate Winslet, Christoph Waltz, Jodie Foster y John C. Reilly, jamás salen de la locación que los encuentra reunidos en la primera escena del film. Los hijos de ambas parejas se han trabado en lucha, resultado por el que uno de ellos ha perdido dos piezas dentales. Los padres del agresor se acercan a pedir las disculpas del caso pero nada saldrá como ellos esperan. El matrimonio de Nancy (Winlset) y Alan (Waltz) son los padres del agresor. El es un exitoso abogado con poco tiempo para ejercer su rol parental, ella una eterna conciliadora que sólo busca llegar a un acuerdo luego de los eventos ocurridos. Por otra parte, los padres de la víctima del ataque, Penélope (Foster) y Michael (Reilly), son una pareja simpática, sobre todo el marido que tratará de obtener el arrepentimiento del agresor. Así las cosas, aparece un quinto elemento que es definitorio en la trama y presente en todas las obras del director polaco: el encierro. Tal vez como una representación del propio ánimo del director que por sus delitos cometidos hace más de veinte años aún no puede pisar suelo norteamericano, la falta de libertad ambulatoria siempre se encuentra presente en sus obras. Quizás como una forma de exorcizar sus propios demonios personales a través del celuloide. El hastío que genera el verse de frente con aquello que nos molesta en el otro termina operando como disparador para que nuestras propias falencias salgan a escena, de la manera más tosca e irrefrenable. Así, el buenazo de Michael comienza invitando una copa de whisky, mientras que el hiperquinético de Alan habla por teléfono con sus clientes y el alcohol empieza a desinhibir a los disertantes. Penélope, también movida por la incomodidad del momento y la aparente impostura burguesa de sus visitantes, empieza a hartarse de ellos, perdiendo poco a poco la compostura. Todo empieza a caer como un castillo de naipes descontrolado y pronto la cortesía forzada dará paso a la sinceridad más fulminante de las formas corteses. Los cuatro intérpretes del film nos brindan actuaciones impecables mucho más palpables, claro está, al momento de perder el control. Waltz en su papel de villano y hombre fuerte de negocios termina robándose el film, con la clara complicidad de Polanski. Foster nos brinda un maravilloso ejercicio de contención de las propias emociones que termina en un devastador y delicioso estallido de furia contenida. Reilly interpreta a un amable vendedor de productos para el hogar de una casa multimarca, tal vez por su propio oficio las buenas formas son parte de su dinámica de comunicación, pero el encierro jugará sus cartas. Kate Winlset interpreta a la mujer y madre fiel, siempre predispuesta al diálogo y pilar infaltable para el equilibrio familiar. Sin embargo, será el detonante de la debacle doméstica. Un Dios Salvaje es la adaptación cinematográfica de la obra teatral de Yazmina Reza, que fuera interpretada hace poco tiempo en nuestro país por Gabriel Goity, Fernán Miras, Florencia Peña y Maria Onetto con gran éxito y maravillosas actuaciones. Es un film pequeño, con una historia mínima pero con enormes conclusiones sobre nuestra idiosincrasia; nuestro nivel de tolerancia y por sobre todo nuestro verdadero ser, muchas veces camuflado bajo el ropaje del buen ser social. El diálogo suele ser el vehículo para la resolución de los conflictos para el hombre social, en este caso Polanski ha pisado el acelerador y su film más reciente Carnage es el resultado de esa carrera frenética.
El diagnostico de una enfermedad terminal suele ser el disparador para muchas personas de un replanteo personal sobre las relaciones que se han tenido en la vida y el cine ha sabido captar estos replanteos de las formas mas variadas. Pudiendo hacerlo desde un lugar más lacrimógeno como lo fue allí en los años setenta a través de Love Story que nos narraba la valentía de una joven pareja al enfrentar la enfermedad terminal de uno de sus miembros. Otro film icónico de la década de los ochenta fue Todo por amor donde una joven Julia Roberts ayudaba a un rico moribundo a tener una ultima conexión verdadera con la vida, aun a riesgo de enamorarse perdidamente de él. O de una forma al extremo romántica con el film Dulce Noviembre donde Charlize Theron prefería hundirse en el recuerdo antes que ser inmortalizada como una deteriorada enferma terminal. Un poco más cerca en el tiempo podríamos nombrar a la magistral cinta 50/50 donde se aborda el tema del cáncer con un fino equilibrio entre comedia negra y drama que solo los grandes malabaristas del cine pueden lograr sin perder el equilibrio del relato. El film que hoy se estrena en las carteleras porteñas tiene un poco de drama y bastante de comedia rosa . Se trata del segundo film de Nicole Kassell, quien luego del fuerte film El leñador interpretada por Kevin Bacon (que trataba el tema de la reinserción social de un pedófilo) hoy nos entrega Amor por siempre. El film interpretado por la pareja romántica compuesta por Kate Hudson y Gael García Bernal , nos narra la historia de Marley , una joven poco afecta a las relaciones serias, quien por un control descubre que esta enferma de cáncer de colon en estadio terminal. El encargado de informárselo será su doctor Julián ( Gael García Bernal ) y así entre ambos nacerá una complicidad teñida de destino trágico Para matizar el difícil momento Marley tendrá esporádicos encuentros celestiales con Dios , interpretado por la inefable Whoopy Goldberg quien acercará a la protagonista a su destino de manera armoniosa y ayudándola a reconciliarse con sus afectos antes de la partida Así el film nos traslada por el tratamiento de Marley y como cada uno de sus afectos la acompaña desde el lugar que cree mejor y con las armas que cree mas aptas , y en esto tal vez radique el principal acierto del film en demostrar la falibilidad de los seres frente a la difícil situación planteada. Tal vez los toques de humor sean un poco forzados y sea algo discutible la química de la pareja principal, sin embargo como comedia liviana se deja ver sin demasiados picos emotivos ni carcajadas. No deslumbra, pero cumple con su cometido de entretener.
El instinto como móvil de las voces acalladas Este jueves en medio de inmensos tanques de la industria cinematográfica se estrena el film La carrera del animal opera prima del director Nicolas Grosso que parece erigirse como un fiel estandarte del cine no comercial, del cine no producto. Sabido es que el cine como tal no es tan sólo una manifestación artística del hombre, sino que también responde a los cánones de la producción en cadena, con una estructura de elaboración en masa que recuerda al fordismo donde los riesgos, tanto estéticos como narrativos, son vistos como una apuesta demasiado cara para la inserción del producto final en el mercado. Es así como jueves tras jueves vemos inundadas las salas porteñas que nos sirven como una cadena de comida rápida un menú rápido, semi digerido y de simple, aunque dudoso, sabor. Siguiendo con las metáforas culinarias podríamos decir que La Carrera del Animal es un caso de cocina de autor que mezcla con maestría ingredientes de los cuales el público en general no se acostrumbra siquiera a probar. Y en esto tanto el cine como las artes culinarias nos enfrentan a un desafío: vencer la inercia de los sabores primarios y conocidos para animarnos a placeres mas gourmet que nos obligan a ser degustadores pensantes en lugar de simples consumidores de productos en serie. La carrera del animal hizo su primera aparición en el Festival Bafici del 2011 (espacio más que propicio para la proliferación de proyectos estética y narrativamente arriesgados) y como tal en este marco fue la ganadora del premio mayor del año. Hoy nuestras carteleras comerciales la tienen como una de las propuestas a ofrecerse para el público cinéfilo. ¿Por qué decimos que se trata de un cine no tradicional? Narrativamente, el film trata sobre la idea de ausencia: la de un padre que no visita nunca las instalaciones de su empresa; unos hijos que sin verlo saben que deben suplir ese espacio vacante; unos empleados que frente a la acefalia se cuestionan la posibilidad de la autogestión. Sin embargo, este planteo no se brinda con una detallada reseña sobre los orígenes de las relaciones planteadas, sino que también el relato es ausente y no autosuficiente. Queda en manos de los espectadores el trabajo final de unir las piezas sutilmente delineadas por el director Nicolás Grosso (Ver entrevista). Desde el punto de vista narrativo, tampoco se enmarca el relato en un ámbito temporal definido (aunque el desguace de las instalaciones fabriles hace suponer que estamos en presencia de la era post menemista), y este elemento es remarcado por el hecho de estar filmado el largometraje en blanco y negro, con un vestuario totalmente atemporal y pocas referencias que nos permitan situarnos en una línea definida de tiempo y espacio. La carrera del animal nos ofrece así una historia bucólica con un ambiente opresivo y distante que nos dificulta el crear lazos de empatía con los protagonistas del relato y nos enmarca diferentes ausencias para que el espectador mismo se cuestione la propia definición de la no presencia: ¿Quienes están físicamente presentes, nos acompañan? ¿Quien no se muestra pero nos condiciona, está ausente? Todas estas cuestiones serán planteadas pero no resueltas en este promisorio debut de Nicolás Grosso, quien victorioso se alzó con el mayor reconocimiento del último BAFICI. Un ejercicio para quitarnos de la pereza mental cinéfila del mercado. Cine Gourmet sólo apto para paladares curiosos.