Tras un período de inactividad de 9 años, vuelve Lucrecia Martel, aquella directora que siempre dio que hablar y que termina siendo una presencia asegurada en los Festivales de Cine más importantes. Lucrecia Martel es de aquellos autores que no dejan indiferente a nadie. Pueden gustar en menor o en mayor medida sus propuestas audiovisuales, pero lo que es innegable es su destreza técnica, su conocimiento del lenguaje cinematográfico y la presencia de un discurso bien definido en todas sus obras. Su cuarto largometraje narra la historia de Don Diego de Zama, un oficial español del siglo XVII asentado en Asunción que aguarda su transferencia a Buenos Aires. Es un hombre que busca ser reconocido por sus méritos. Pero en los años de espera pierde todo. Decide atrapar a un peligroso bandido y recuperar su nombre. El film está basado en la novela homónima de Antonio Di Benedetto escrita en 1956, y considerada inadaptable por varias personas. Lo cierto es que Martel nos trae una más que digna propuesta cinematográfica donde se destaca principalmente la puesta en escena, con una magnífica dirección de arte, un logrado vestuario de época, y una fotografía acorde a las necesidades dramáticas que funcionan a modo de espejo de los estados de los personajes. A su vez, la utilización de la música repetitiva pero con un fin de contrastar momentos totalmente diferentes y del sonido anacrónico para transmitir pensamientos de personajes durante ciertas situaciones, le dan un toque personal y distintivo a la experiencia. Por el lado de las actuaciones, Daniel Giménez Cacho compone un personaje potente tanto con el uso de la palabra como también con los gestos en las instancias donde se quiere economizar en diálogos y denotar su sensación de soledad. Acompañan muy bien Matheus Nachtergaele, Juan Minujín, Lola Dueñas, Rafael Spregelburd, Daniel Veronese, Vando Villamil, entre otros. Si bien por momentos el relato puede tornarse lento y repetitivo, esto se da con un fin práctico y narrativo, sin llegar a abusar de ello. De hecho, resulta realmente destacable que siendo una película de “Cine de Autor” (con todo lo bueno y lo malo que esto pueda significar), todas las escenas tengan un fin narrativo y/o práctico. No existen escenas triviales o de transición. Su montaje es sobrio pero eficaz. Se nota verdaderamente que la autora cuidó cada detalle de la concepción de la imagen, ya que cada plano se ve meticulosamente planeado, dando información valiosa en cada elemento que se ve en el encuadre. Si bien por momentos se abusa de la retórica de la imagen, producto de los límites físicos del encuadre (en general, se emplean para dejar fuera a los esclavos o distinguirlos de los nobles), el sentido de su utilización es más que claro y funcional. En síntesis, “Zama” representa una experiencia audiovisual compleja que puede no ser del agrado de todo el mundo, pero que realmente tiene un atractivo producto de su magnetismo visual y del fuerte discurso de su directora. Un duro retrato de la soledad, la traición, el colonialismo, la esperanza, la humanidad y otras tantas materias. Un film donde su experimentada directora plasma exactamente lo que quiere.
“…Los miedos de los niños solían ser más simples y poderosos. Los miedos infantiles, con frecuencia, se convocan con una sola cara… y si hacía falta un cebo, ¿a qué niño no le gustaba un payaso?” – Stephen King Este jueves se estrena la adaptación de la famosa novela de Stephen King, dirigida por el argentino Andrés Muschietti (“Mamá” -2013- ). Acá te contamos qué podes esperar del film y si representa una adaptación digna del material original. Corría septiembre de 1986 y se publicaba una de las novelas más espeluznantes del maestro del terror literario, Stephen King. “It” (“Eso”) rápidamente se convirtió en un fenómeno cultural y en un clásico de la literatura moderna que atrajo tanto a adolescentes como adultos. La historia era atractiva por la sinceridad con la que se narraba la pubertad y la inocencia de los chicos en contraste con el hecho de convertirse en grandes y de ser el resultado de todas las vivencias de la juventud. Lo interesante de la obra era su estructura alternante entre el pasado y el presente de los personajes que sufren el acecho del monstruo/entidad del título. Si bien la serie de 1990 intentó reproducir este método narrativo en el medio audiovisual, el resultado fue una ficción desprolija y llena de flashbacks que tornaban al relato muy discontinuo e interrumpido. Una de las cosas interesantes que propone esta versión de 2017 (27 años después de la primera película, que se corresponde a la misma cantidad de años que hiberna IT en el libro), es que esta primera parte narra los acontecimientos de la infancia de los personajes, sin profundizar en la adultez de los mismos. Esto es uno de los puntos a favor de la cinta, debido a que no solo tiene más metraje para dedicarle a la niñez de los protagonistas sino que también Muschietti puede transmitir la información de la trama de una manera más visual que dialogada (algo que no pasaba en la versión de ’90, donde reinaba el diálogo explicativo y expositivo). Comencemos por el principio, el film narra los sucesos que rodean al pueblo de Derry (Maine) cuando empiezan a desaparecer niños sin una explicación lógica. Los adultos del pueblo no parecen darle mucha importancia a este hecho, por lo que una pandilla de amigos lidia con sus mayores miedos al enfrentarse a un malvado payaso llamado Pennywise (Bill Skarsgård), cuya historia de asesinatos y violencia data desde hace muchos siglos atrás. Estos chicos deberán unirse para evitar que se prolongue la ola de asesinatos. El film en primera instancia es un Coming Of Age y en segundo plano una historia de terror. Recuerda un poco a películas como “Cuenta Conmigo” (otra adaptación de King), “Los Goonies”, “E.T” y a la más reciente serie “Stranger Things”, donde el foco está puesto en los niños y en las aventuras que estos viven mientras crecen y aprenden sobre el amor, la amistad y la camaradería. El fuerte de este relato radica en el impresionante elenco que logra reunir, y en la estupenda dirección de Andy Muschietti que consigue marcar su impronta y estilo personal en una historia ajena que toma como propia. Los protagonistas son el hermano de la primera víctima del payaso conocido como Bill Denbrough (Jaeden Lieberher), el bromista y cínico Richie Tozier (Finn Wolfhard, un gran papel de la joven promesa de “Stranger Things”), el hipocondríaco Eddie Kaspbrak (Jack Dylan Grazer), el miedoso Stanley Uris (Wyatt Oleff), Ben Hanscom (Jeremy Ray Taylor), un chico nuevo al que le gusta leer; Mike Hanlon (Chosen Jacobs), un joven afroamericano víctima de la discriminación y Beverly Marsh (Sophia Lillis), la única chica en el grupo conocido como El Club de Los Perdedores, la cual sufre del abuso de su padre y de sus compañeros de colegio. En la relación entre los chicos (peleas, bromas, enfrentamiento al bullying, romances y, en definitiva, amistad) es donde la película mejor funciona. El comienzo es perfecto, con la secuencia inicial donde Georgie se convierte en la primera víctima de Pennywise es que va a establecerse el clima y el tono del film. El guion se tomará su tiempo para desarrollar las historias (subtramas) y los miedos de cada personaje, de manera alternada y con algunos buenos sobresaltos en las apariciones del payaso asesino. La caracterización de Bill Skarsgård es intimidante y perfecta, logrando ser aterrador y amenazador. Por el lado de los aspectos técnicos, se destaca el manejo de cámara, en el cual se utiliza mucho el plano holandés, reflejando la inestabilidad de los niños en el pueblo, la sobria pero efectiva fotografía de Chung Chung-hoon (Colaborador habitual de Chan-Wook Park, director de “Oldboy”), una banda sonora funcional y característica de este tipo de género y finalmente un gran montaje. Ahora bien, en lo que adaptación respecta, la película logra permanecer fiel al material original y a su vez actualizarlo y sacarle algunos pasajes que hoy en día resultarían inverosímiles o poco audiovisuales. La muerte de Georgie es fiel al libro y resulta espantosa y necesaria para lo que vendrá a continuación. Después, las apariciones de Pennywise y los miedos de los chicos difieren un poco a los del libro (en la novela algunas formas de la criatura correspondían a personajes de películas de horror de los años ’50, año donde transcurría la narración), pero le agregan una cuota de credibilidad y de sencillez a los temores de la niñez. Por otra parte, se mantiene la esencia de los adultos como seres despreocupados y, en muchos casos, desagradables (abuso, violencia, etc.) Otro logro de Muschietti a nivel adaptación está relacionado con conservar los detalles más cruentos del libro. Por lo general, siempre fue complicada la cuestión de la violencia hacia los menores de edad en el cine mainstream, pero el director logra mostrar algunos aspectos siniestros de la novela donde se ven asesinatos, mutilaciones, entre otras cosas. La naturaleza del texto se respeta en el relato y los cambios son bastante intrascendentes (se cambian los ’50 por los ’80 con toda la movida cultural que eso implica, el enfrentamiento final con el payaso es más “realista” y los chicos no se dedican a fabricar balas como lo hacían en la novela). En síntesis, “It” (2017) es un film entretenido, escalofriante, gracioso y emocionante. Una película que combina muy bien el terror con momentos cómicos. Una adaptación hecha y derecha que está muy por encima de la serie del ’90. Un relato que se hace fuerte a partir de un excelente proceso de casting y una muy bien cuidada y sólida dirección de Muschietti. Un peliculón de aquellos que no dejarán indiferente a ninguno y un gran exponente del cine de género.
Un joven sufre la pérdida de su madre y su vida dará un giro de 180º cuando se vea forzado a mudarse con su padre quien vive en la Patagonia. Un film dramático que a fuerza de contrastes construye un relato atrapante y sincero. Nahuel (el debutante Lautaro Bettoni) es un adolescente que vive en Buenos Aires, tras la muerte de su madre viaja al sur de Argentina, donde se encuentra con su padre biológico, al que no ha visto en más de una década. Ernesto (Germán Palacios) es un respetado guía de caza que vive en las montañas con su segunda esposa y sus hijas. El pasado, el orgullo, el resentimiento y la turbulenta relación de ambos pondrán a prueba el vínculo sanguíneo que los une. La película se filmó a lo largo de cinco semanas en zonas rurales de San Martín de los Andes en época de nevadas, y consiste en la ópera prima de Natalia Garagiola. Un gran comienzo como directora, ya que la cinta ganó el Premio del Público en el Festival Internacional de Cine de Venecia. La principal virtud de la narración radica en relatar ese difícil reencuentro entre padre e hijo (en proceso de duelo), en un contexto que los obliga a unirse. El marco gélido e inhóspito que nos otorga el sur (elevados por el bello trabajo de fotografía de Fernando Lockett), exteriorizan la tormentosa relación de ambos. Con un guion prolijo y detallista, la directora busca transmitir la intimidad del duelo y los contrastes entre ciudad/paraje remoto, abundancia/austeridad, etc. Además, los actores brindan excelentes interpretaciones, comenzando por Bettoni y muy bien secundado por Germán Palacios y Boy Olmi (padrastro del protagonista). La narrativa del film maneja muy bien los silencios, los cuales se van resignificando con las acciones de los personajes (el protagonista muchas veces incurre en la violencia tanto física como verbal para exteriorizar su dolor). Por otro lado, la inestabilidad va gestándose con una incesante cámara en mano que va transfiriéndonos ese nerviosismo y sufrimiento silente. “Temporada de Caza” es una película sencilla y humilde, que a raíz de una buena visión de su directora y de una poderosa performance de su elenco, termina ofreciendo un relato personal e íntimo. Un film que pone en foco un drama familiar mediante una bella ejecución audiovisual.
Duro de Cuidar: Una pareja explosiva. Samuel Jackson (Pulp Fiction) y Ryan Reynolds (Deadpool) se unen en esta comedia de acción del director Patrick Hughes (The Expendables 3). La fórmula que utiliza Duro de Cuidar (The Hitman’s Bodyguard), con esa penosa traducción de título, es muy conocida y la vimos infinidad de veces. Nos encontramos ante la típica Buddy Movie, donde dos personas bastante disímiles se ven obligadas a convivir o armar una alianza por un fin mayor. En el cine de acción lo vimos en películas como Lethal Weapon (1987), 48 Hours (1982) y más recientemente en Rush Hour (1998) y The Nice Guys (2016). Por lo general, la fortaleza de estos films radica en la química de sus protagonistas más que en el guion o la historia que se presenta. En el caso de Duro de Cuidar, se presenta una premisa apenas un poco más original que en relatos anteriores. Resulta que un prestigioso guardaespaldas, Michael Bryce (Ryan Reynolds), recibe un nuevo cliente: un asesino a sueldo, Darius Kincaid (Samuel L. Jackson), que debe testificar en un juicio en La Haya contra un cruel dictador (Gary Oldman). Bryce supo estar en la cima en lo que respecta a su trabajo, pero luego de una misión fallida se vio obligado a tomar trabajos menores. Su exitoso pasado lo tuvo enfrentándose a Kincaid en varias oportunidades, por lo que su relación será tormentosa en un principio. Sin embargo, ambos tendrán sus motivos para aliarse, el personaje de Samuel Jackson quiere obtener un trato para lograr la libertad de su mujer (Salma Hayek) y por el lado del protagonista que compone Reynolds buscará realizar esta misión que le encarga su ex mujer (Elodie “Elektra” Yung) para volver a ganarse su amor. Como en muchas cintas de los ’90, tendremos grandes secuencias de acción, una dinámica interesante entre los protagonistas, y algunos estereotipos como el del villano y la latina que compone Hayek. Más allá de ciertas cuestiones relacionadas a la familiaridad del relato en general y ciertos clichés, la química entre Reynolds y Jackson elevan a la película por sobre la media de este tipo de narraciones. La dupla protagónica logra que escena a escena se vaya produciendo una catarata de gags y situaciones cómicas que sacan a relucir en conjunto a sus talentos individuales. Por el lado de la técnica, podemos ver la pericia del director para filmar escenas de acción. A veces, éstas cumplirán la función de sorprender a nivel espectacularidad y otras tantas a nivel hilarante. La edición del film también es otro aspecto a destacar, al igual que las coreografías que se pueden ver en algunas escenas (sobre todo las desarrolladas en los dos pequeños planos secuencia del relato). Resumiendo, Duro de Cuidar es un divertimento modesto y sin grandes aspiraciones más que entretener por medio de la buena simbiosis de sus protagonistas. No esperen una joya a nivel narrativo ni mucho menos, pero aquellos que quieran pasar un buen rato en el cine pueden disfrutar de esta comedia de acción pasatista.
Llega a los cines “Un Hombre Llamado Ove” (“En man som heter Ove”) del sueco Hannes Holm, para traernos un cálido retrato de la vida de este rezongón personaje que se hace querer. Ove (Rolf Lassgård), de 59 años, es un señor gruñón que ha perdido la fe en todo el mundo, incluido en él mismo; hasta que su visión negativa del hombre y la sociedad es puesta a prueba por una familia que se muda a la casa de al lado. La película relata cómo un hombre mayor, al perder la rutina de su trabajo, donde lo invitan a un retiro voluntario, comienza a pensar en la posibilidad de suicidarse para reunirse con su esposa ya fallecida. El problema es que con cada intento de suicidio siempre hay algo que lo interrumpe y lo obliga a no hacerlo, como si el destino lo forzara a seguir viviendo. Así es como, entre intento e intento, el protagonista narrará los acontecimientos más destacados de su vida, los cuales producen como resultado la persona que consigue ser actualmente. Si bien hay varios relatos de vida en la historia del cine con distintos resultados, la forma en la que está contado este film es bastante atractiva. Yendo y viniendo en el tiempo, como si se trataran de capítulos de un libro, vamos siendo testigos de la vida de Ove, narrada en una primera persona, haciendo de la cinta una experiencia interesante. La narrativa está muy bien ejecutada y su mayor virtud recae en mezclar los momentos dramáticos más profundos con unos toques de comedia atípicos e insólitos. El trabajo de Rolf Lassgård es magnífico y se encuentra elevado gracias al buen complemento que representan los actores secundarios (donde se destaca principalmente la vecina que compone Bahar Pars). En los aspectos técnicos se destacan la fotografía sencilla pero funcional a las distintas líneas temporales y estados de ánimo, y el maquillaje que le valió a la película una de las dos nominaciones que tuvo al premio Oscar (la otra fue Mejor Película de Lengua Extranjera). “Un Hombre Llamado Ove” resulta ser un film que nos muestra la evolución del protagonista en la recta final de su vida. Una historia con un corazón enorme que profundiza sobre los dramas de la vejez. Más allá de algún que otro cliché en el rol de personaje “gruñón querible con problemas sociales” (que quizás vimos muchas veces como por ejemplo en “Mejor Imposible” -1997-, entre tantos otros films), el relato triunfa por la sensibilidad con la que se narran los hechos, equilibrados con algunos buenos momentos de comedia, un mérito del director (quien también escribió el guion).
Dhaulagiri, ascenso a la montaña blanca: Enfrentar el dolor. Un documental abrumador llega a las salas de todo el país para sorprender mediante sus majestuosos paisajes. Dirigida por Guillermo Glass y Cristián Harbaruk, Dhaulagiri Ascenso a la Montaña Blanca relata la historia de la expedición argentina al Himalaya realizada en 2008 en estilo alpino. En aquella oportunidad, un grupo de alpinistas y amigos buscó conquistar la gran montaña. El Dhaulagiri se encuentra entre las 14 montañas que componen la Cordillera del Himalaya, las cuales superan los 8000 metros de altura. A ese inhóspito panorama le hicieron frente cuatro montañistas argentinos: Guillermo (realizador audiovisual), Christian (antropólogo), Sebastián (empresario), y Darío (jefe de la expedición y socio de Guillermo). El objetivo era llegar a la cima del Dhaulagiri y registrar la expedición en un documental. No imaginaron que uno de ellos, Darío, desaparecería en su intento solitario de hacer cumbre. Aquel doloroso escenario hizo que los documentalistas se distanciaran e hicieran un duelo individual. Sin embargo, seis años después, Guillermo siente que debe cerrar una herida. Y va a intentarlo, completando el documental que fueron a filmar. La película que imaginaron con Darío contaba una aventura en el Himalaya. Y no pudo ser. El film que intenta Guillermo se va a preguntar, entre otras cuestiones, por qué lo que debió ser, no fue. Nos encontramos ante un relato introspectivo que busca de alguna manera responder la pregunta: ¿Por qué el ser humano realiza una tarea tan peligrosa como escalar una montaña? ¿Cuál es el sentido? Obviamente a lo largo de este documental se intentará dar una respuesta ante una incógnita que indaga en lo más profundo del ser humano. El sentido de superación, el de tratar de dotar de sentido a la vida, e incluso el de buscar alguna respuesta existencialista, son algunas de las respuestas que intentarán brindarnos los protagonistas de esta triste historia que más allá de la tragedia buscan volver a aquello que tanto aman y los define como personas: el alpinismo. Uno puede no sentir esta historia de la misma manera que las personas que realizan este tipo de actividades, no obstante la sinceridad con la que se tratan las pasiones hacen que este fenómeno sea extrapolable a lo que cada uno siente como categórico y auto representativo. “Para mí el Dhaulagiri es lo más cerca de sentir lo divino. La esencia máxima de la realización del ser humano”. Darío Darío expresa mediante esta frase la causa de su ascenso al séptimo pico más alto del mundo. Y si bien no pudo hacer cumbre, sí logró alcanzar la cima del corazón de sus amigos, aquellos tres individuos que buscarán terminar lo que se empezó y darle un pequeño cierre/sentido a tan triste pérdida. El documental, si bien es pequeño en cuanto a producción, logra hacer un buen uso de los recursos disponibles. La fotografía consigue destacar la inmensidad y la hermosura de los paisajes nevados de los Himalayas. También hubo un gran trabajo desde la edición para darle forma a una trama que parecía no tener una conclusión y que finalmente pudo tener un desenlace apropiado. Por el lado del relato, se pone en primer plano la tragedia pero de manera sutil y sin recurrir a golpes bajos. En síntesis, Dhaulagiri es un documental pujante que no dejará indiferente a nadie y que buscará la reflexión del espectador. Un relato que va más allá del montañismo, que indaga sobre el ascenso a la búsqueda de realización de las personas.
Ozzy – Rápido y peludo: Sueños de Libertad. Esta semana llega un nuevo film animado producto de una coproducción entre España y Canadá. Ozzy (2016) representa un gran desacierto como película. Por lo general, han salido grandes producciones del viejo continente en materia de animación, que proponían historias más ricas, discursivamente, que las norteamericanas. Sin embargo, últimamente no viene cumpliéndose esa hipótesis y se presentan proyectos poco originales y sin ningún atractivo. El film sigue la vida de Ozzy, un simpático y pacífico beagle, que se ha criado en el marco de la familia Martin. Su vida cambiará drásticamente cuando su familia no puede llevarlo a un largo viaje lejos de su hogar, y lo terminen dejando en lo que creen que es la mejor guardería canina, Blue Creek. Pero la perfecta estampa del lugar resulta ser una fachada urdida por su villano propietario, y otro destino bien distinto aguarda a Ozzy: éste irá pronto a parar al verdadero Blue Creek, una cárcel para perros, habitada en su mayoría por duros canes, donde prevalece la ley del más fuerte. Allí dentro Ozzy tendrá que esquivar el peligro, encontrar fuerzas donde no creía tenerlas y aprender a apoyarse en Chester, Fronky y Doc, los nuevos amigos que lo acompañarán en esta aventura para intentar regresar sano y salvo. Además de presentar una animación tosca, poco fluida y bastante desactualizada en materia de CGI, el guion es bastante convencional y un poco contraproducente. Una historia que apunta a los niños más pequeños, los únicos que quizás puedan disfrutar de un producto así, pero no obstante tiene algunos toques demasiado siniestros para ellos. Un relato que mezcla la historia infantil con una especie de “drama carcelario perruno” (al estilo de Shawshank Redemption). Un contexto innecesariamente agresivo donde se usa la ya conocida premisa del protagonista que se aleja de su familia y tiene que sobrevivir en un contexto adverso (Por ejemplo: Home Alone -1990, Lejos de Casa -1995) pero llevándolo a un extremo, tal que su premisa puede hacernos pensar en campos de concentración o campos de trabajo forzado. En síntesis, Ozzy (2016) es un film que pese a tener unos personajes rescatables (a excepción de los villanos que tienen poco peso y están bastante estereotipados) y con los que uno puede llegar a simpatizar, termina siendo poco recomendable por todo lo demás. Un entorno insensible, una narrativa deficiente y una animación sin alma.
Llega a nuestras salas la remake francesa de la cinta mexicana “No se aceptan devoluciones”, de la mano del director galo Hugo Gélin y del actor Omar Sy (“Amigos Intocables”). “Dos Son Familia” (“Demain tout commence”) nos muestra como Samuel vive una vida sin responsabilidades ni ataduras en la playa en el sur de Francia. Hasta que un día, una de sus antiguos amores le deja en los brazos a un bebé de pocos meses, Gloria: su hija. Incapaz de cuidar de un bebé y decidido a devolverle la niña a su madre, Samuel se va a Londres para tratar de encontrarla pero no tiene éxito. Así es como cría a una hija hasta que tiempo después la madre vuelve a aparecer en sus vidas. Esta reversión francesa propone un film de fórmula que no propone nada nuevo y hasta incurre en bastantes clichés propios del género. Un film promedio bastante “hollywoodense” en su ejecución y en su prolija construcción. Impecable a nivel técnico pero quizás un poco predecible y regular a nivel narrativo. Sin embargo, la cinta logra constituir un relato agradable y pasajero gracias a la buena labor de su elenco. Omar Sy derrocha simpatía y otorga, como es habitual, un gran trabajo. Su histrionismo, carisma y la buena química con la debutante Gloria Colston, que compone a la niña, nos recuerdan un poco al trabajo de Roberto Benigni en “La Vida es Bella”. El actor de “Amigos Intocables” y “Chocolat” demuestra tener un gran talento tanto para la comedia como para el drama. En síntesis, “Dos Son Familia” es una película que no se destaca por su originalidad a nivel narrativo, hemos visto infinidad de otros relatos que tratan temas parecidos con mejores resultados. Sin embargo, considerando que su material de origen tampoco es una joya cinematográfica, el resultado termina siendo (en líneas generales) positivo, debido a que se produce una reflexión bastante profunda sobre la paternidad, a pesar de los clichés, y de que Omar Sy da su mejor versión para elevar el film. Un film pasatista para disfrutar y pensar en la importancia de la familia.
Para aquellos amantes de la ciencia ficción, está disponible “Valerian and the City of a Thousand Planets” (2017), la adaptación cinematográfica de Luc Besson (“El Quinto Elemento”) del famoso cómic francés creado por Pierre Christin y Jean-Claude Mézières. Es probable que no hayas escuchado hablar de estos personajes, y es que por nuestras pampas las aventuras de Valerian no son muy conocidas. Una pena que el material original sobre el cual se erige el film producido, dirigido y guionado por Luc Besson no sea tan popular, debido a que muchas cosas que se perciben en “Valerian” sirvieron de inspiración a grandes historias de la ciencia ficción contemporánea, entre ellos “Star Wars”. La película cuenta la historia del avance de la humanidad y su lugar en la galaxia a partir de la construcción de una ciudad espacial que logra convertirse en el centro de la civilización universal. La asombrosa ciudad de Alpha, una metrópolis en constante expansión, donde especies de todo el universo han convergido durante siglos para compartir conocimientos, inteligencia y culturas. Una especie de utopía galáctica donde se vive en paz y en armonía. Sin embargo, no todo lo que reluce es oro. Una fuerza oscura amenaza la paz en la Ciudad de los Mil Planetas, es ahí donde entrarán en juego nuestros héroes, Valerian (Dane DeHaan) y Laureline (Cara Delevingne), un equipo de agentes espaciales encargados de mantener el orden en todos los territorios humanos. Deberán identificar la amenaza y neutralizar el peligro para defender el futuro, no sólo de Alpha, sino del universo. Podemos empezar diciendo que contra todo pronóstico, la dupla actoral que interpreta a los protagonistas del relato sale bastante airosa al personificar a los icónicos personajes de la novela gráfica. Delevingne y DeHaan logran establecer una química extravagante que impulsan al argumento. Quizás las falencias en su relación se originan en el guion y no en la concepción de los actores. Asimismo, el film tiene un arranque avasallante donde se nos plantea el conflicto y se nos presenta a los personajes de una manera totalmente original, innovadora y verdaderamente fresca. Por un lado, se nos muestra a modo de registro documental el avance de la tecnología y la humanidad en general, logrando que la carrera espacial se lleve a un nivel más alto permitiendo la construcción de una estación espacial que concede el intercambio con otras razas y culturas extraterrestres. Luego, se nos presenta al planeta Mül y a sus habitantes de una forma totalmente visual. El espectador es como un observador que desconoce las costumbres y el idioma, sin embargo logra descifrar lo que sucede. Un verdadero triunfo de Besson, el valerse/apoyarse más en lo que vemos que en lo que se dice. Por último, se nos muestra al dúo protagónico en su rol de guardianes de la galaxia y su tarea de mantener la paz en los territorios pertenecientes a la federación. Cabe destacar que, a pesar de los 137 minutos que dura el film, en ningún momento se convierte en un relato pesado y tedioso, pero sí tiene problemas para mantener aquel comienzo tan original como prometedor. No es que el film decae, sino que se termina volviendo algo más convencional y derivativo. Quizás el problema fue el tiempo que tardó en llevarse este relato a la pantalla grande. El cómic se publicó por primera vez en 1967 y realmente significó algo inédito y desconocido. Años después se estrenaría “Star Wars” y muchos otros relatos que tomaron algunos elementos de estas historias. Sin ir más lejos, “El Quinto Elemento” tiene ciertos puntos de contacto y algunos homenajes a la obra de Jean-Claude Mézières. Es por eso, que por momentos se siente como algo “visto”, pero la originalidad del director francés para narrar y otorgarnos un mundo desconocido es descollante y vuelve a la película una experiencia única y disfrutable. El diseño de producción, la dirección de arte y la fotografía forman un cóctel coloridamente saturado, lleno de paisajes hipnotizantes que logran hacer que la experiencia cinematográfica se convierta en un viaje alucinante que merezca la pena ser visto en la pantalla grande. Con respecto al comic hay bastantes cuestiones diferentes. La historia de Luc Besson parece basarse levemente en el universo de Christin y Mézières; si bien los actores pueden capturar la esencia de los protagonistas, pero extrapolándolos a los arquetipos de la sociedad actual, y tanto los mundos como los personajes parecen extraídos de las viñetas del relato original, el contexto y la historia se diferencian bastante de su homólogo del mundo comiquero. El cómic nos ubica en el siglo XXVIII, donde para entonces la humanidad ha descubierto los medios para viajar en el espacio-tiempo y su capital, Galaxity, es el centro del vasto imperio galáctico terrestre. Valerian y su compañera Laureline son agentes del “Servicie Spatio-Temporel” (Servicio Espacio-Temporal), encargado de neutralizar las posibles amenazas contra la Tierra y evitar las paradojas temporales. Sin embargo, desde la desaparición del imperio Galaxity (en “Los rayos de Hypsis”) se convierten en un par de aventureros que ofrecen sus servicios a cualquiera que se los pueda permitir mientras buscan su hogar perdido. Además, al principio Valerian descubre a Laureline en una de sus aventuras y termina convirtiéndose en su compañera debido a su inteligencia y porque descubrió la existencia de los viajes espacio-temporales. Es sabido que un film no tiene que “copiar” o “calcar” un relato que va a transcribir de un medio al otro, sino adaptarlo a las convenciones del medio. No obstante, hubiera sido interesante y atractivo ver a Luc Besson trabajando con los conceptos de viajes por el espacio y tiempo. En síntesis, tanto el cómic como la película presentan sus diferencias y sus ideas originales. Difieren un poco entre ambas pero sirven a modo de expansión del universo Valeriano más que a una mera copia del material original. “Valerian and the City of a Thousand Planets” (2017) representa una atractiva reinterpretación de la obra de Christin y Mézières que, pese a un par de desaciertos, logra otorgarnos un relato entretenido al mejor estilo Besson.
Las Aventuras del Capitán Calzoncillos: Reírse de uno mismo. Ya está disponible en cines la nueva película de Dreamworks Animation, una agradable sorpresa que disfrutaran los chicos y los grandes. Con films animados que no vienen siendo del todo buenos (Emoji: La Película) o al menos disfrutables, Las Aventuras del Capitán Calzoncillos (Captain Underpants: The First Epic Movie) fue realmente una experiencia cinematográfica satisfactoria. Si bien no es una genialidad, el film compone un relato sencillo y ameno para grandes y chicos (quizás esta más pensada para niños que para adultos pero tiene algunos momentos muy elocuentes pensados para un público mayor). La cinta nos cuenta la historia de dos chicos de primaria bastante traviesos que hipnotizan al director del colegio para convertirlo en su héroe de cómic: Capitán Calzoncillos. George y Harold (En su versión original con las voces de Kevin Hart y la estrella de Silicon Valley, Thomas Middleditch) son mejores amigos y pasan sus días creando cómics y soñando con bromas. Un día, hipnotizan accidentalmente al director de su escuela, el Sr. Krupp (El siempre gracioso Ed Helms), que a partir de entonces se cree que es el Capitán Calzoncillos, un súperhéroe malhumorado cuyo traje consiste en ropa interior y una capa. Por si esto no fuera suficientemente malo, su nuevo maestro es un malvado científico loco (El profesor Poopypants, interpretado por el comediante Nick Kroll) dispuesto a exigir su venganza en la escuela. Harold y George deberán desbaratar del malvado villano con la ayuda del superhéroe producto de su propia imaginación. El relato presenta un ritmo frenético y veloz, tirando un gag tras otro. Si bien no todos dan justo en el blanco, podemos decir que la mayoría logrará provocar la carcajada. La frescura de la narración compensa algunas generalidades del proyecto. Insisto, si bien el destino del proyecto son los niños más pequeños para inculcarles los valores de la amistad y la camaradería entre las personas, el público de mayor edad podrá disfrutar del formato que sorprende escena a escena. Continuamente podemos ver cómo cambia el tono e incluso el estilo de animación (hay un pasaje desopilante que es contado a través de títeres). Además, la narrativa juega con el metarrelato y la autoconciencia, rompiendo en más de una oportunidad la cuarta pared. Si bien decae un poco en el tercer acto, el director David Soren (Turbo) logra brindar un producto divertido y bastante original. Mucho humor absurdo y chistes sobre flatulencias podrán no ser del agrado de todos pero cabe destacar que están bien empleados. La animación sin ser super descollante cumple con lo prometido, quizás le falta trabajar más los fondos, ya que el diseño de personajes es impecable y con un estilo bien propio. En síntesis, Las Aventuras del Capitán Calzoncillos es una película entretenida para toda la familia, quizás una de las más divertidas del año. Una lástima que en Argentina no haya tenido tanta repercusión y fuera eclipsada por Emoji: La Película. Claramente el film de Dreamworks supera con creces al de Sony pero el público fue víctima de la gran campaña publicitaria de la historia de los emoticones.