¿A quién no le ha pasado sufrir un sueño tan profundo al borde de no ser capaz de distinguir qué es realidad de lo que no? El nuevo film de Gabriel Grieco propone trasladar ese mismo juego a un relato cinematográfico y posicionarlo como punto de partida para un film de suspenso, que juega con la ambigüedad de lo que se ve y que a la vez traza un problema de fuerte contenido social, como lo es la trata de personas.
It’s morphin time!!! es una frase que representa para los nacidos en la década del ’90 una parte de la infancia añorada e inolvidable. El momento de las remakes y reboot le llega a Power Rangers, tomando como modelo de entre las innumerables versiones que existieron a lo largo de sus 23 años a la más querida e icónica generación, Mighty Morphin Power Rangers. Como todas las reversiones de Hollywood, es una oportunidad para aggiornar el relato y que los chicos de hoy conozcan a la banda liderada por el Ranger Rojo.
“La única verdad es la que se puede probar” es una afirmación a priori bastante ambigua, pero toma otra dimensión en nuestro país con la situación que experimentamos. Con El Peso de la Ley sucede lo mismo, contemplando cómo el sistema legal somete imparcialmente a quién se encuentra bajo su yugo. El debut en la dirección de Fernán Mirás está plagado de esta realidad, vale decir que se encuentra inspirada en hechos reales, a la vez que narra una ficción de forma audaz y creativa.
Las buddy movies del cine norteamericano siempre siguen un estándar que puede se más o menos similar, algo que se prolonga en sus resultados de taquilla. Estas películas, a riesgo de parecer prejuicioso, no llegan a quedar en la memoria del espectador, algo que comienza por vislumbrarse en los resultados de taquilla. Exceptuando aquellas sagas como Rush Hour, Bad Boys, Starsky & Hutch -con más aprecio por la versión de la pantalla chica que por su adaptación- y Men in Black si se quiere, que han sabido ganarse la simpatía del público y la taquilla, el resto vaya y pase. CHiPs, una especie de remake del famoso show emitido entre 1977 y 1983, no logra ser la excepción.
Allí lejos, por el año 1991, un reinventado Disney que había vuelto a estar en boca de todos con The Little Mermaid (1989), film que impuso su ya afamado e histórico modelo de musical, lanzó la que se convirtió en la obra maestra de sus relatos, Beauty and the Beast. Es hasta el día de hoy que todavía existen ciertas secuencias y números melodiosos que se mantienen prendados en la memoria de cualquiera que la contempló en la pantalla el año de su estreno o en cualquier formato en tiempos posteriores. Es por eso que el estudio, a la vez impulsado por el éxito de su versión live-action de The Jungle Book, apuesta todos sus números a una remake del clásico de sus clásicos, para rememorar sus canciones y emocionarse con esta hermosa historia de amor; contando con un elenco repleto de figuras y la mejor tecnología visual a su servicio. Con el viento a favor y la nostalgia a flor de piel, sin embargo, la película termina resultando en una innecesaria y densa narración, a medio camino entre su homónima y el condimento que la haga diferente.
Pantalla en negro, los gritos angustiantes de una mujer se mezclan con el sonido de cristales rotos. Entonces, la pantalla muestra un hombre enmascarado forcejeando y violando a la fuente de estos alaridos, para momentos después abandonar el lugar del siniestro dejándola a ella en el suelo. Momentos después la vemos levantarse y comportarse normalmente, como si nada hubiera ocurrido. Así comienza Elle, la nueva obra de Paul Verhoeven. Cuando los personajes femeninos clásicos afortunadamente comienzan a verse reemplazados por unos fuertes e independientes, Michelle, la protagonista del film, sobresale como una especie de antiheroína en un thriller que se ajusta a los tiempos que corren.
No hay persona que no esconda sus propios secretos, miedos, odios. Sus propios monstruos. Inclusive los niños más solitarios y dolientes, quizás más potentes al no poder apoyarse. Estos monstruos son temibles si deben ser liberados. Para A Monster Calls, estos que nos asolan deben ser soltados por ser el único camino para amenizar la vida, apoyarse en el otro y resistir con la cabeza alta todos los embates que plagan el camino.
Llegar al bosque representa alcanzar el más profundo rincón que se tiene para esconder un secreto. La misma profundidad con la que el ser revisa su interior y por lo tanto su pasado. Alcanzar esta dimensión recóndita es volver a la animalidad originaria del hombre. Nieve Negra explora el conflicto de dos hermanos, los secretos, la bestialidad. En su primer trabajo en solitario como director, Martín Hodara narra con suficiencia y logrando un estilo tan expuesto que sobrepasa la propia importancia del relato. Esconder un secreto determina que el pasado y el presente de ninguna forma pueden distanciarse.
Mezclemos los tópicos mas usados del cine de terror, inculquemos referencias culturales y extrememos los recursos del género lo mayor posible. Se obtiene por resultado The Possession Experiment, que encara con ingenuidad y una desmedida ambición el miedo y el tabú más sobresaliente de la religión: el exorcismo.
Entre la cantidad de veces que Dios fue llevado al cine, la primera de estas que asalta la memoria inmediatamente podría ser Bruce Almighty (2003). Aquí se enseñaban las responsabilidades del propio Dios y demostraba que ser él no era nada sencillo, y quizás esta resultaba ser la moraleja misma del film. Le Tout Nouveau Testament, el film de gran recorrido en festivales que Bélgica ha elegido para competir en los Oscar, parte de la misma premisa pero con un tenor y desarrollo diametralmente opuesto. Dios no es empleado de un mostrador. Pero desde su hogar atemporal trabaja con toda furia para que el mundo sea un lugar peor. Dios es cínico, inconformista, cruel. Vive con su esposa e hija. Pero esto es solo una excusa para que Jaco Van Dormael, el director del film, exponga el verdadero drama del relato: las condiciones de existencia de la propia vida, la espera fatal por la muerte inevitable. Porque el problema surge cuando Ea (Pili Groyne) se insubordina contra Dios, su propio padre, y revela a todas las personas que componen la humanidad la fecha y momento exacto de su muerte. Aquí es el momento en que el film cobra la espesura más profunda; Ea, en su recorrido por la Tierra conoce diferentes personas y diferentes maneras de afrontar la muerte. ¿Cómo se vive una vida de la cual se conoce el final? Ese es el verdadero drama. Los conflictos de ser Dios, la comedia, el chiste. La acidez y el histrionismo de las situaciones que se suceden y que tiñen la generalidad de la narración, son el aporte adecuado y necesario para que el mismo no sea una intercalación heterogénea e inorgánica entre tragedia y comedia; a la vez que evitan esos golpes bajos que pueden provocar las tristes vidas de las personas que Ea conocerá en la Tierra. Entre los vastos recursos utilizados hay uno que logra un carácter atemporal e intimista. Los seis discípulos de Ea se encargan de desligarse de la trama para interpelar a un espectador que de pronto se encuentra identificado con un sentimiento miserable que envuelve la vida de estos personajes. De esta manera queda más abiertamente manifestada la pregunta inicial y justifica las acciones de los personajes. Jugar con la figura de Dios en una forma más palpable da el pie para las situaciones más absurdas y exageradas que, no obstante, dejan intacto el grado de verosimilitud que nos mueve hacia dentro de la historia por momentos y nos distancia por otros. Es por esto que las acciones más cuestionadas por la ética resultan en un humor tan incómodo y disfrutable en simultáneo, sumado al patetismo característico de estos individuos. El film, igualmente, no se olvida de la trama que da lugar a toda esta interrogación, la que involucra a Dios y Ea, pero es evidente que esta pasa a segundo plano con una resolución simple y que contrasta levemente con la oscuridad que se venía tratando. Dios es casi un ser humano más, sino peor porque es todopoderoso. Saber el momento exacto en que la muerte toca la puerta, es lo que le da el poder. Una vida azarosa regida por el miedo es de pronto una puerta hacia el vivir de la forma más preferible posible, un renacimiento hacia la verdadera felicidad. Y en un estilo tan extraño y ambiguo como el de Le Tout Nouveau Testament queda claro que, cuando Dios pierde el poder, la segunda opción depende de cada uno.