Los pedazos rotos del espejo interior De un fuerte sacudón la estrella adolescente Miley Cyrus fue insertada en el mundillo más comercial de Hollywood y ganó fama y adeptos gracias a su papel de Hannah Montana, una carga que en La Ultima Canción (The Last Song, 2010), su primer protagónico cinematográfico, evidencia un lastre bien difícil de llevar. La historia nos ubica en un pequeño pueblo costero lejos de la gran ciudad, donde un padre separado intenta –no sin reproches de por medio- convivir durante un verano con su indómita hija, dándose una oportunidad de reencuentro y reconciliación, mediante un fuerte lazo de conexión que los une: la música. Adaptada de la novela del popular Nicholas Sparks (Diario de una Pasión, Mensaje de Amor, Querido John) este drama no ha sido el mejor acierto para llevar a la figura de Miley Cyrus a la gran pantalla. Todo el desarrollo narrativo resulta forzado. Ricos que sufren, perdidas familiares y matrimonios que se destruyen son lugares comunes poco sustanciosos. La película intenta plasmar lo imperfecto, frágil e inesperado que rodea a cualquier relación afectiva. Una empresa que posee buenas intenciones pero carece de ideas claras. La Ultima Canción incursiona con más sensiblería que sensibilidad en las cuestiones de familia, en amistades que saben perdonar, en búsquedas del primer amor, el despertar sexual y todos los secretos y complicidades que estas relaciones humanas llevan consigo. La hija del celebre cantante de country Billy Ray Cyrus parece indiscutible como icono pop adolescente. Lo cierto es que como actriz de cine, todavía tiene un largo camino por delante.
Invasores vs. Invadidos El hombre invade y destruye un terreno que le es ajeno y amenaza a alienígenas que conviven en tolerancia, paz y armonía. Así se da inicio a la aventura de acción que es Batalla por terra (3D) (Terra, 2007), un film de animación computarizada de producción independiente. La idea de mostrar al hombre como un ser de naturaleza conquistadora, militarizado en su conducta, con ansias de dominación capaz de manipular un plan de ataque sin importar sus consecuencias con tal de sobrevivir. El hombre busca asentarse en planetas vecinos ante la imposibilidad de la Tierra para continuar albergando vida producto de la contaminación que la llevaron a un estado de no retorno. Una guerra interplanetaria por la disputa de quien mantendrá la vida humana, deja a la pequeña y desconocida Terra como la única esperanza de una raza humana que busca sostener su existencia. De todas formas, en la guerra siempre hay dos que combaten, y los dos bandos tienen sus intenciones y motivaciones bien marcadas, los dos atacan, los dos se defiendan, se repliegan y contraatacan. Los seres extraños de otra raza también encierran en su accionar razones y verdad opinables, lo cual permite al film establecer un debate moral tan sorprendente como bienvenido que tiñe al film de un aura polémica y necesaria en estos tiempos de conformismo. Como gran espectáculo visual que es apreciado gracias a las virtudes del cada vez mas preponderante 3D, la película cumple con destreza narrativa y un acabado desarrollo de personajes. Sin ser parte de los estudios top de Hollywood como Dreamworks, Pixar o Diseney, el acabado visual que lleva a cabo Aristomenis Tsirbas es meritorio de destacar. Pero como dicho en el párrafo anterior, el 3D es un vehículo para contar la historia y no éste un pretexto para hacer gala de la innovación tecnológica. Con algunos puntos en común con Star Wars (las naves espaciales) y con reminiscencias de Avatar (el choque de culturas, el otro mundo) el film va creando su atmósfera en un mundo de ficción intentando crear conciencia a través de un mensaje social que indefectiblemente nos alerta sobre los peligros del planeta por su constante descuido ambiental. La violencia humana y la comprensión alienígena se confundirán a medida que avance el conflicto generando una disyuntiva ideológica que habla sobre la subsistencia de la especie, no como en Avatar donde se escondía detrás un interés monetario. La toma de partido, en principio, no es de fácil resolución y las líneas éticas posibles de desplegar son ambiguas, lo que de por si nos plantea un film de ficción de impacto y con la consistencia necesaria como para ser inteligente en sus conceptualidades. Batalla por terra (3D) llega a su desenlace con cierta irregularidad narrativa simplificando la visión del espectador por medio de la identificación con uno de los personajes, sin dejarnos margen alguno de duda. Sin embargo teniendo en cuenta los menores recursos –en comparación con los tanques hollywodenses- con los que ha afrontado esta compleja historia, su resultado es más que alentador. El hombre a lo largo de su historia se ha recostado en su ambición para atravesar mares y conquistar territorios, tal cual es plasmado en el relato. El film carece de la condición ambiciosa, que tenía por ejemplo Avatar. Sus limitaciones lo reducen a una maqueta simple y medida. A fin de cuentas, no es poco decir.
En la boca del infierno A lo largo de la última década Antoine Fuqua se ha mantenido activo en el sector más industrial de Hollywood brindando tanto films arriesgados (Día de Entrenamiento -Training Day, 2001-) como olvidables (Lagrimas del Sol -Tears of the Sun, 2002-). Los Mejores de Brooklyn (Brooklyn’s Finest, 2009) intenta una suerte de evolución al policial mencionado y con suerte dispar. Richard Gere, Ethan Hawke y Don Cheadle interpretan a tres policías -antihéroes en esencia- de Brooklyn (cada uno con una historia diferente y paralela a la del otro), quienes por diversos motivos se ven enfrentados a una serie de acontecimientos personales que ponen en juego su sentido del deber, del respeto y del honor hacia su profesión, llevando sus vidas hacia un espiral irrefrenable; a un estallido emocional que los confronta con sus miedos y sus obligaciones morales mas intrínsecas. Un cast estelar (al que se suma un renacido Wesley Snipes) a la cabeza de este drama policial repleto de tensión dosificada con inteligencia, carga emocional, fluidez narrativa y también un desarrollo bastante convencional no ajeno a ciertos clichés mas que conocidos del género, donde narcotraficantes o policías encubiertos jugarán los roles habituales. Las tres historias tienen como denominador común un contexto atravesado por un ambiente marginal, donde dominan las pequeñas pandillas de narcotraficantes y la corrupción policial se desliza desde los niveles más inferiores, proponiendo así un juego de vidas cruzadas en el que la carga dramática se acentúa a medida que nos adentramos en la psiquis y las motivaciones de estos seres. Fuqua focaliza este policial en el aspecto humano de estos servidores de la ley -en algunos casos fuera de ella- que dan vida a una historia con un relieve dramático considerable. El director se toma su tiempo para adentrarnos en el comportamiento de estos hombres que se debaten entre el deber, la lealtad, los excesos y los peligros que la vida policial depara. Con reminiscencias a la serie policial televisiva The Shield, cuya vertiente contundente ha marcado toda una tendencia estética en el género, el autor de Los Mejores de Brooklyn desarrolla con acierto y veracidad una profesión muchas veces salpicada por la integridad quebrada, la autodestrucción, el caos y la corrupción, donde la culpabilidad oscila como un péndulo sobre los inocentes, con ferocidad y sin piedad alguna, apuntando a la sociedad norteamericana y a sus males menos erradicables. Fuqua parece un perfecto escultor de sus personajes, o un pintor que no deja detalle sin plasmar en su lienzo. En su pintura no hay lugar para el sentimentalismo, la compasión o la blandeza. Sus retratos son duros, crudos, casi de un tono documental. Hay calles violentas y personajes oscuros que de modo catártico expulsarán su furia contenida. Existe un halo de amargura y de pesimismo en estos seres trágicos, sin escape alguno. Los planos asfixiantes sobre sus rostros casi no los dejan respirar, sus conciencias tampoco. El guión no esconde sus limitaciones a la hora de brindar un desenlace que no logra despojarse del común. Sin embargo, el gran mérito del realizador es crear climas apropiados que generen la atmósfera de peligro constante y necesaria. El aura opresiva que los rodea es una Brooklyn insoportablemente riesgosa y por un momento parecería que va a caerles encima a sus propios personajes. Sólo por un instante, pues un condescendiente y tímido Fuqua borra con el codo parte de lo escrito con la mano y elige un desenlace en el cual un mayor espíritu incisivo hubiera sido políticamente menos correcto e inmensamente más disfrutable.
Hallstrom perdió la brújula La parábola fílmica que va desde Quien Ama a Gilbert Grape (What’s Gilbert Grape Eating?, 1992) hasta Las Reglas de la Vida (The Cider House Rules, 1999) conformó una década de los ’90 impecable para un Lasse Halstrom que entregó un cine de calidad e igualmente conmovedor. Siempre a su Lado (Hachiko, 2009) sigue sin permitirle a Hallstrom recuperar su plenitud cinematográfica, esa misma que se ha desdibujado en sus últimas obras. Siempre a su Lado es una remake de una película japonesa estrenada en 1987 –dirigida por Seiijiró Koyama- y que ambientaba esta misma historia en el Japón de los años ’20. Trasladada a la actualidad y basada en hechos reales narra como un profesor de universidad encuentra a un cachorro perdido en la estación del tren y le brinda su cariño y su hogar. El perro en cuestión es Hachi, proveniente de una raza de origen japonés, quien logra crear un vínculo con su dueño tan especial como enternecedor. Apoyado en excelentes rubros técnicos como lo son la música y la fotografía, Hasllstrom intenta transmitir con fuerza expresiva una historia ciertamente emotiva, que refleja la lealtad inquebrantable a través del paso del tiempo y donde la muerte (la desaparición física) no es sinónimo de ausencia del sentimiento. Siempre a tu lado habla sobre como convivir con esos temas, pero sobre todo del desinterés y la pureza del amor de un perro, no en vano llamado el mejor amigo del hombre. Con estilo clásico, el autor traza estos lazos sentimentales que unen el destino de ambos, humano y mascota. Siempre a tu lado no está ajeno a ese cine lacrimógeno que siempre tiene a mano una historia como estas para apelar a la sensibilidad de su público. La relación entre el hombre y el animal esun tema que el cine ha sabido explotar, para bien o para mal. La reciente Marley y Yo (Marley and Me, 2008) es un claro ejemplo de cómo este elemento dramático lejos de ser utilizado para contar una historia que realmente conmueva sino que esta utilizado como un vehículo para emocionar desde una postura accesoria, facilista y elemental. El film es, casi su totalidad, el estudio de comportamiento entre el perro y su amo, un vínculo que estará repleto de fidelidad y pureza. Sin embargo, un acercamiento simple, casi como un reduccionismo argumental que no explora otro tipo de vínculos sentimentales que puede establecer su protagonista (su esposa, su hija) disminuye las pretensiones del film y como inevitable resultado, reduce notablemente la calidad del producto. Todo lo que rodea al vínculo del personaje de Richard Gere y de la mascota, parece ser un aditivo secundario de la trama, observadores perfectos de un entorno donde todo luce maravilloso, intocable y hasta insignificante. Son pocas las películas que logran despegar de la mediocridad al narrar este vínculo sin tornarse rutinarias. Y un experimentado como Lasse Hallstrom, director que se eleva bastante por encima del nivel medio gracias a sus logros y conceptos vertidos, debería saber muy bien que hacer llorar al espectador no es un merito de por sí. El merito es saber hacerlo sin golpes bajos.
El juego que mas sabe y mas le gusta Casi como un compendio antológico de recursos estilísticos y temáticos comunes a los films más emblemáticos de Roman Polanski, El Escritor Oculto (The Ghost Writer, 2009) se enmarca en un thriller que combina los elementos del policial negro y del cine político de estos tiempos referidos al complot terrorista. Basada en la novela El Poder de la Sombra de Robert Harris, el film combina elementos de pertinencia política actual con una trama de espionaje que le escapa a cualquier convencionalismo posible. Un escritor, de quien desconocemos su nombre es contratado para escribir la biografía (o se esconde algo mas detrás?) de un ex mandatario británico (quizás Tony Blair?), una tarea nada fácil de concretar puesto que el líder político esta siendo juzgado por supuestos crímenes de guerra. Polanski es de esos autores que hoy escaseen, digno exponente de esa camada de directores europeos que desembarcaron en Hollywood en los años 70 para ofrecer un nuevo cine y vaya si lo lograron. El director polaco ha construido a lo largo de su filmografía un micromundo distorsionado y enfermizo más que identificable en sus obras donde ha depositado sus miedos, sus inquietudes, su visión del mundo, sus obsesiones. Con el oficio que le han dado tantos años de trayectoria, Polanski deja su marca en un film que poblado de atmósferas perturbadoras y un tono ciertamente opresivo. Retratando a un personaje atemporal (El escritor fantasma), sin pasado ni futuro y destinado a negar la identidad propia, Polanski se apropia de sus pensamientos, manipula su accionar y maneja como un gran administrador los elementos del suspenso más clásico. Jugando a base de mucha astucia con la psiquis del espectador que decepciona ese peligro latente que respira la historia, a cada instante, casi de forma instintiva. Como un testamento donde Polanski declara su propia biografía este escritor fantasma huye, se aísla, se repliega, se pierde en la inmensidad de un paisaje que parece una continuación de planos sucesivos en medio de la nada, sin tiempo ni espacios definidos, contraataca. El escritor anónimo padece su condición en medio de un mundo que vive de mentiras, amenazas, conspiraciones y aislamientos forzados. Un alter ego del mismísimo Polanski desafiando juicios injustos a su vida personal. El relato intensifica a su transcurrir los niveles de intriga para transmitir de forma abrumadora y por medio de constantes paralelismos esta explosión de vértigo y tensión in crescendo que resulta reveladora en términos narrativos de todo el potencial que el film posee. Estamos ante un thriller sutil, de esos que trabajan la dinámica de los silencios, bien a la europea y con inequívocos guiños hitchcockianos. El Escritor Oculto hace caso omiso a las reglas de mercado que gobiernan hoy en día el transitado, menospreciado y repetido género del thriller más industrial. Y allí radica lo mas rescatable de un film de por si brillante: la honestidad intelectual de un Polanski que busca, persigue con ahínco un publico activo, al que no le deja ver todas las cartas del juego y al que perturbará con una mirada nada complaciente. Lejos de querer menoscabar la inteligencia del espectador, esta película se apoya en la artesanía de su autor para provocar, para causar molestia, para instigar, para depositar una duda, para instalarse en las sombras de lo mas oculto del ser humano.
Fracaso a la francesa Escrita y dirigida por la dupla Nicolas Charlet y Bruno Lavaine, Dos en Uno (La personne aux deux personnes, 2008) remite inequívocamente a Hay una Chica en mi Cuerpo (All of Me, 1984) aquella comedia tan popular por los años ’80 que protagonizaran Steve Martin y Lily Tomlin. Hoy convertida en un clásico del género, la misma trataba sobre el compartir dos almas en un mismo cuerpo. Aquí la premisa es similar. En Dos en Uno se cruzan los destinos de un excéntrico cantante lejos de sus mejores días (Alain Chabat) quien en un accidente atropella con su auto a un rutinario, ultra formal y desesperanzado empleado de oficinas (Daniel Auteuil). El infortunado transeúnte si bien sobrevivirá milagrosamente al arrolle, deberá aprender a convivir con el alma del otrora estrella cantante en su cuerpo. Pareciera que la chispa que anticipaba el film a quienes recuerdan con nostalgia aquella joyita hollywodense de los ‘80 no se materializará en ningún momento. Un fortuito incidente que inspiraría una grata comedia no logra despegar de algún que otro pasaje meritorio, generando un resultado bastante pobre si se tiene en cuenta que su pareja protagónica son nada menos que el multitalentoso Daniel Auteuil y un probado comediante como Alain Chabat. Apenas un par de escenas sin demasiado esmero consiguen atraer algo de atractivo a una comedia pueril que boicotea a si mismo sus contados intentos por ser genuinamente graciosa. Dos en Uno intenta ser una buddy movie bastante poco ortodoxa a la hora de presentar una autentica pareja despareja. Si bien conviven en un mismo cuerpo, la dupla no puede ser más opuesta: uno un extravagante cantante de pop que vive de su gloria pasada, otro un solteron oficinista sin demasiada suerte. Presa de los clichés más habituales del género fantástico y con un constante recurrir a las resoluciones más habituales de este tipo de comedias, el film recurre al típico manotazo de ahogado al final para dar un giro inesperado y sorprender con un final que altera el curso de lo contado hasta entonces. Como gancho argumental, forma parte del limitado lenguaje narrativo que el film aborda. Sin brújula de orientación para llevar a buen puerto esta tambaleante historia, la dupla de directores convive con el film tan a disgusto como la pareja protagónica en un solo cuerpo.
Reciclando grandes exitos Con el sello inconfundible de Luc Besson, Sangre y Amor en Paris (From Paris with Love, 2009) es una divertida propuesta de súper acción con el inefable John Travolta al frente del relato, esta vez en la piel de un justiciero, irreverente e incansable agente secreto. Dos compañeros encubiertos de la agencia secreta (el otro agente encarnado por Jonathan Rhys-Meyeres), diametralmente opuestos se ven envueltos en una misión para salvar a Paris de un atentado terrorista. Disparos, explosiones y carreras en auto por doquier serán la constante a lo largo del film. La propuesta es acción dura y ritmo frenético, a la manera de un rock heavy metal que suena bien potente en nuestros oídos. El realizador francés, ahora en su rol de productor, desde hace un tiempo ha prestado un incipiente interés hacia el cine de acción tan compulsivo como irregular, así lo muestran títulos de su autoría y producción como Danny the Dog (2005) y Revolver (2005). Con suficientes pergaminos Luc Besson –un Jerry Bruckhemier a la francesa- ha demostrado que el cine galo puede hacer películas de acción dignas de competir con los tanques yanquis mas promocionados. Esta nueva incursión pochoclera que amalgama lo más comercial del género de acción americano, será incuestionable a nivel industrial como producto, y sigue la línea de Búsqueda Implacable (Taken, 2009) el anterior film de Pierre Morel. En un genero cargado de nervio, movilidad y despliegue no desentona la labor de Pierre Morel, un autor que ya navega con soltura las transitadas aguas de una temática inagotable y con una fuerte dependencia en la imagen. En su lenguaje visual el film posee el fuego sagrado de Besson quien aun en contadas dosis sabe dotar a sus historias de la irreverencia y el estallido necesarios para ser efectivo e inteligente con relativamente poco en términos narrativos. Con indudables referencias al cine de acción norteamericano clásico, mas precisamente, al de las buddy movies que eternizara la saga de Arma Mortal el film se inspira en los máximos exponentes del genero en Hollywood de los ’90 y sus héroes inoxidables e indestructibles. Un formato fílmico que le sienta muy bien, incluso cuando se burla de cierto orden mundial establecido pese a cierta simplificación de la realidad. Casi como una sucedánea del espíritu violento de Tiempos Violentos (Pulp Ficition, 1994) y sus héroes transgresores, no en vano el personaje de Travolta es un guiño inequívoco al inolvidable Vincent Vega. El film no se toma en serio a si mismo y juega de forma constante con el absurdo, basta referenciar al titulo original para darnos cuenta que estamos en un guiño mas que evidente a James Bond y su Desde Rusia con Amor (From Russia with Love, 1963). Sin querer resultar políticamente correcto ni adosar en su bagaje falsas moralinas que nada tienen que ver con un espectáculo visual puro, esta incansable aventura urbana se propone –y cumple- arrasar con lo que se tenga adelante y se convierta en una amenaza. Este apettite for destruction forma parte de la naturaleza anárquica que el film construye, casi como una fuga mental que invita al entretenimiento exclusivo. Sobran algunas escenas de una comicidad innecesarias, o un desatinado personaje femenino que resulta por demás anticipable. Pese a sus limitaciones argumentales y coquetear con lo risible en los límites de la exageración, la acción no dará respiro. Y así la diversión estará garantizada.
Desde Irlanda, con amor No es novedad a estas alturas las enormes dificultades que ha mostrado la comedia romántica para entregar productos acordes a la tradición de su historia. Historia que marco films de la talla de Lo que sucedió aquella noche (It Happened one Night, 1934) de Frank Capra, un icono de la screwball comedy que Año Bisiesto (Leap Year, 2010) indudablemente referencia. Con matices variados a otras historias similares ya contadas en innumerables ocasiones, el realizador Anand Tucker recurre a la conocida y efectiva, pero cuestionada formula. Estamos en presencia de una comedia romántica cuyo punto de partida se encuentra en una antigua leyenda proveniente de Irlanda. Una joven muchacha de Boston viaja hacia el Viejo Continente para pedirle matrimonio a su novio, un día 29 de febrero del año bisiesto, tal como lo indica la ancestral tradición irlandesa. Sin embargo, una serie de eventos fortuitos cambiaran rotundamente sus planes. Contraponiendo el estilo de vida rural con la vorágine urbana, el film se enmarca en las transitadas y repetidas convenciones genéricas. En un ámbito donde la superstición y las creencias populares intentan adornar un pasaje de comedia bastante llano y poco innovador, cuya premisa –la proposición matrimonial- parte de un punto de por si absurdo. Con tendencias un tanto maniqueas, el film pretende mostrar un choque de culturas e idiosincrasia entre la cosmpolita esencia americana y la simple bonhomía irlandesa. Con pasajes mas anecdóticos que relevantes, la trama se abre camino sin demasiado encanto y con una sensación persistente de querer forzar los acontecimientos. Algo de humor ácido pretende hacer despertar a esta inesperada road movie de a ratos, pero la continua recurrencia a clichés del genero termina por empantanar esta propuesta en un mero intento fallido. Sin contar a la fabulosa y prometedora Amy Adams, el film es endeble por donde se lo mire. Como una heroica aventura femenina -como una epopeya de prueba de amor verdadero- el film intenta hacer una fábula de la joven princesa emprendiendo su travesía de espíritu romántico y amor idealista. Una visión que se torna manipuladora y que esconde, camufla -y en ultimo termino justifica- la infidelidad, como un autoengaño que se retroalimenta en la idea del destino. De todas maneras, el final de esta historia se adivinaba desde los títulos iniciales.
Terapia de Pareja del Siglo XXI Todos tenemos un Ex (Ex, 2009) es una suerte de comedia romántica coral, muy al estilo de Realmente Amor (Love Actually, 2003) en donde se intenta querer dar a la historia un tono mas real, mas verídico, mas imperfecto. Un entorno donde no todo es armonía y estabilidad en las parejas del mundo de hoy, a quienes indefectiblemente las atraviesa el drama. Vínculos de pareja inestables, en descontento con el presente que les toca y añorando a un ex amor al que siempre se vuelve, darán lugar a seis historias de personajes y relaciones de distintas edades y condiciones sociales entre si, las cuales serán el centro del relato. Sin la moralina que podría ensombrecer cualquier buen intento que se digne de serlo, el film aborda de forma acertada a la pareja y sus problemáticas, inmersas en la sociedad contemporánea como irremediable condicionante. Cada historia parece colocar a los personajes en su debido lugar y acercarnos a través de los mismos a un horizonte de vivencias y seres muy diversos. Alegre y nostálgica en partes, la trama irá develando errores, culpas, cuestiones del destino y disputas por divorcio, como algunas de las varias temáticas por las que atraviesen este grupo de parejas entre crisis y desencuentros varios. Cuestiones como el amor que dura para siempre, la pareja idealizada, el anhelo versus el cansancio de la rutina, el deseo que llama a la infidelidad y el desgaste de la convivencia en pareja que lleva al abandono de la misma, son interrogantes que atraviesan a todo ser humano en algún momento de la vida. Como etapas esencialmente reconocibles en cualquier relación sentimental, el film se pone existencial y ameno a la vez para explorar un corazón que no siempre sabe de razones. Recorriendo esta ruleta rusa de personajes y enredos varios, se vislumbra desde un costado humorístico los diferentes estadios por los que atraviesa una pareja. Un tanto conformista a la hora de cerrar el relato, suele tender a ser complaciente hacia un equilibrio final indefectible al que arriban sus personajes. El humor con el que trata cada historia no empaña cierto realismo poco esperanzador en donde una relación prometedora comienza siendo ciento por ciento felicidad y acaba envuelta en dudas, olvido, reiteración o agotamiento. Lugares comunes disimulados gracias a un punzante y ácido humor que puede ser sexual, arrebatado y lucido, demostrando una veta cómica polifacética y muy valorable. Con astucia, picardía y, vale decir, con bastante sobriedad, Fausto Brizzi construye una mirada critica respecto a una temática inagotable en términos de atractivo hacia un espectador que se verá seducido e involucrado en estas temáticas conyugales. Desde Italia, sin hacer mucho ruido, sin un gran elenco ni las fastuosas maquinarias publicitarias de las que Hollywood se jacta, llega una comedia digna de ver y muy disfrutable por cierto.
Nos volveremos a ver Basada en la novela de Nicholas Sparks y dirigido por el laureado Lasse Hallström, responsable de grandes títulos como Las Reglas de la Vida (The Cider House Rules, 1999) y Chocolate (Chocolat, 2000), Querido John (Dear John, 2009) se interna en las complejidades del amor, las que explora a través de la relación de una joven pareja cuya irrefrenable atracción es puesta a prueba por el destino. El film nos cuenta la historia de un militar de las Fuerzas Especiales que se enamora de una joven y atractiva estudiante. El creciente romance se vera interrumpido por la guerra, que los separará indefectiblemente. A través de cartas que se envían, los amantes intentarán sortear esta dificultad de la distancia manteniendo viva la relación, no sin tener que enfrentar las vicisitudes que les enfrenta la vida en esos turbulentos días. Entre estos amantes existe un deseo irrazonable, pero también una incipiente tensión por la tragedia que los separa. Allí pondrán a prueba lo genuino de sus sentimientos, en este tour de forcé emocional que pondrá en juego la supervivencia de su amor, a priori destinado al fracaso puesto en competencia con otro amor por el que se lucha en el frente de batalla: el amor a la patria. La fatalidad se convertirá entonces en una constante y en una característica que reviste a esta trunca relación. Como buen director de ascendencia y tradición europea, Haslltrom ha sido un eficaz artesano desde su llegada a Hollywood, en donde no se ha auto impuesto cuestiones genéricas y ha logrado encarar proyectos mas bien independientes, de autoría. Hábil a la hora de recrear atmósferas sensibles como Quien Ama a Gilbert Grape (What’s Gilbert Grape eating?, 1993) o Atando Cabos (The Shipping News, 2001), Haslltrom concibe un melodrama clásico sobre relaciones humanas. Con semejante currículum podría pensarse que el film tiene todo consigo para convertirse en una gran película, pero una vez acabada su visión, cabe preguntarse si Lasse Hallström ha perdido la brújula para hacer un buen drama. Este irregular melodrama es de aquellos que emociona mediante una historia simple, con personajes sin demasiado desarrollo en medio de situaciones forzadas y en parte previsibles. Con el objeto de entretener y emocionar, el camino más fácil para resultar efectiva es ser funcional a un conveniente dramatismo. La historia es la de un amor imposible atrapado en el tiempo por culpa de circunstancias ajenas a la joven pareja quienes también verán sus vidas interiores sacudidas por dramas familiares. Sin demasiado refinamiento habrá enfermedades terminales, conflictos de adolescencia y relaciones afectivas disfuncionales que sacudan la trama. Este dibujo melodramático nos plantea un panorama de fórmulas cinematográficas obvias y actores más fotogénicos que sufrientes. El resultado no está a la altura del intelecto de un hombre que si algo ha sabido hacer a lo largo de su filmografía, es entregar historias cuidadas desde su estética y elaboradas desde el relato.