Hace un tiempito, Robert Downey Jr se convirtió en una de las estrellas más grandes de Hollywood gracias a Iron Man. Y él es el motor principal que hace funcionar a esta secuela. Iron Man conseguía una aleación perfecta para una película de superhéroes: acción, humor y un personaje carismático. Iron Man 2 retoma y exacerba todas estas virtudes de la primera parte, con un pequeño problema. A la película parece que se la comió el personaje (Tony Stark, claro), se agranda y se vuelve demasiado canchera en pos de la carcajada y, por momentos, siquiera se preocupa demasiado por las secuencias de acción. Sin llegar al cielo que prometía la primera parte, Iron Man 2 es agradable como pocas películas y permite, como casi ninguna, disfrutar a Robert Downey Jr. en todo su esplendor.
No había otra manera de llevar al cine un disparatado proyecto militar norteamericano que incluía técnicas relacionadas con el hippismo y la filosofía new age y la absurda acción a la que refiere el título original: matar cabras con sólo mirarlas fijo. El director Grant Geslov se acerca al cine de los hermanos Coen cuando apela al humor absurdo constante en Hombres de mentes y ametralla con una infinidad de gags que no siempre dan en el blanco. La mayor virtud, del director y de la película, es sentar el terreno para que las estrellas de un elenco letal (George Clooney, Jeff Bridges, Ewan McGregor y Kevin Spacey) puedan lucirse y hacerse los payasos a gusto. Y no se puede negar que causa placer ver cómo se divierten haciendo el ridículo.
Richard Kelly, el inclasificable cineasta de Donnie Darko y Southland Tales, adapta una historia corta de Richard Matheson (Soy Leyenda), que ya había sido filmada en un episodio de La dimensión desconocida. La caja mortal es una película con una premisa sencilla que se complica tanto como es posible. Todo comienza cuando una misteriosa caja con un botón rojo aparece en la puerta de la casa que Cameron Diaz comparte con su familia. Un hombre que parece salido del cine de David Lynch aparece en la casa y explica que, de apretar el botón, ella recibirá un millón de dólares, pero provocará la muerte de alguien que ellos no conocen. A partir de ahí comienza una película tensa e inclasificable que, como muy pocos cineastas podrían, Kelly sostiene hasta que decide dejarla volar hasta lugares inesperados e inexplicables. Y eso es algo que la cartelera no ofrece muy seguido.
¿Puede una actriz que por momentos se vuelve insoportable arruinar por completo una película? Sí, por supuesto, casi siempre. No hay más que mirar a buena parte de los films de Angelina Jolie, Nicole Kidman y otras divas durante los últimos años. A Renée Zellweger no le da el piné para ponerse a la altura de la fama del resto de las divas pero sí su índice de intratabilidad. Caso 39 por suerte resiste hasta ese afán de la rechonchona simpaticona de Bridget Jones por exagerar cada grito que le provoca esa nena que, como trabajadora social que es, salvó de las garras de sus padres cuando la sometían a un peligroso ritual. Pero esas situaciones terroríficas que construye el alemán Christian Alvart resisten todo y eso transforma a Caso 39 en una película sólida que mete miedo y se acerca, aunque no le alcance, a esa joyita del terror del año pasado que fue La huérfana.
El carisma de Antonio Gasalla y, sobre todo, de Graciela Borges consigue que lo nuevo de Daniel Burman funcione. Ellos son los dos hermanos del título y mantienen una dinámica complicada: ella, verborrágica, lo ataca todo el tiempo; él, en el mejor de los casos, la aguanta paciente y silencioso. Ese tira y afloje filial transforma a Dos hermanos en una película tan oscura como divertida, aun con un par de momentos demasiado crueles. Burman demuestra que sabe cómo moverse con la cámara dentro del terreno familiar, pero Dos hermanos confirma que estas últimas películas adultas del cineasta no tienen esa frescura innata al cine generacional de su “trilogía de Ariel”.
Los directores de Lilo y Stitch se cruzan de vereda y abandonan el dibujo clásico y los estudios Disney para pasar a la aventura 3D de DreamWorks, el estudio creado por Spielberg. Las grandes novedades de Cómo entrenar a tu dragón no son parte de la historia, cosa rara si las hay en una película sobre un joven vikingo que entrena dragones. Una historia infantoadolescente que pretende educar con un mensaje típico de amistad, tolerancia e igualdad que, por suerte, le deja mucho lugar a la aventura, una apuesta que ya había pagado bien a los cineastas Dean DeBlois y Chris Sanders. Pero lo más lindo de Cómo entrenar a tu dragón está en cada vuelo de esos bichos del título, que le agregan todavía más texturas al imperdible efecto del 3D.
Tim Burton es el nombre del momento en la cartelera de cine. Como si fuera poco con su Alicia en el país de las maravillas, ahora llega al cine Número 9, película post apocalíptica animada con producción de Burton. Los puntos más altos de este debut de Shane Acker se relacionan más con el aspecto visual y el prolijísimo trabajo en la animación que con los matices de la historia: no hace falta saber que Número 9 está basada en un enorme corto ganador del Oscar del propio Acker para sentir que alguna que otra cosa sobra en la película. Queda clarísimo que Número 9 es una película ideal para dejarse llevar por la belleza de las imágenes, sin prestar demasiada atención al entorno, y disfrutar cómo Acker consigue condensar mucho de los mundos de Burton y el enorme checo Jan Svankmajer.
Después de mucho pelear y merecerlo más que nadie (¡cómo pudieron ningunear así a su gran Lebowski!), Loco Corazón le dio a Jeff Bridges su tan ansiado Oscar después de cuatro intentos fallidos en casi 40 años (La última película fue su primera nominación en 1971). El se pone al hombro, como quien carga una guitarra, una película sobre un músico de country venido a menos, macerado en alcohol y con una última gran chance de redimirse. La vida de Bad Blake parece que no fue la mejor, y aquí tampoco se cuenta de la mejor manera, pero Bridges logra con sólo un par de gestos transformar en conmovedor lo que se vislumbraba sensiblero. Bridges transforma lo que parecía un culebrón en una gran película musical, que suena todavía mejor gracias a las preciosas melodías campiranas de T-Bone Burnett. Loco corazón además late con más fuerza ante la presencia de otros grandes como el aquí homenajeado Robert Duvall, el churro Colin Farrell o la despampanante Maggie Gyllenhaal.
Aquel famosísimo País de las Maravillas siempre parecía la tierra prometida para cualquier fanático de Tim Burton. Pocos cineastas poseen un imaginario tan adaptable a ese universo creado por Lewis Carroll. La moda en apariencia imparable del cine en tres dimensiones no hace más que potenciar ese nexo posible entre el cineasta y uno de los mundos más reconocibles de la historia de la literatura. Burton se toma todas las libertades posibles y recurre a distintos elementos de las novelas Alicia en el País de las Maravillas y A través del espejo para conseguir una aventura emocionante que se siente como propia del cineasta. Tim Burton parece completamente enamorado de ese universo de Alicia y se le nota en cada fotograma. Tal vez por eso sea que recurrió a tres de sus protagonistas más amados: su mujer, Helena Bonham Carter es la Reina Roja; el admiradísimo christopher Lee le pone la voz al Jabberwocky; y el “amichaeljacksoneado” Sombrero Loco del histriónico Johnny Depp se merece una película aparte por ese fino equilibrio que consigue entre la caricatura desquiciada de sus actos y la sutileza de sus emociones que dan a entender que esa nena que ya ni siquiera lo registraba le había roto el corazón.
La muerte de Heath Ledger, hace apenas más de dos años, transformó en histórica a El imaginario mundo del Doctor Parnassus. Nadie hubiera apostado que lo nuevo de Terry Gilliam hubiera visto la luz tras la desaparición del enorme Guasón, pero ahí también reside parte del encanto de la película que recurre, como pocas antes, a la gastadísima “magia del cine”. Gilliam consigue crear un universo donde todo es posible, y nada mejor que ahí mismo Johnny Depp, Jude Law y Colin Farrell demuestren que ellos pueden ponerse un ratito en la piel de Ledger durante esos fascinantes viajes oníricos que tiene su personaje. El imaginario mundo del Doctor Parnassus consigue capturar una serie de imágenes impensables y, lo que es mucho más atractivo, transformarlas en cine.