No es falta de cariño. Nosotras es una película francesa nominada al Globo de Oro como mejor película hablada en lengua extranjera en el 2021 dirigida por el debutante Filippo Meneghetti. Y está protagonizada por la estrella del cine alemán Barbara Sukowa, acompañada de Martine Chevallier, Léa Druker, Jérôme Varanfrain y Muriel Bénazéraf, entre otros. La historia se centra en Madeleine (Chevallier) y Nina (Sukowa), dos vecinas que mantienen un romance oculto, y planean hacerlo público vendiendo sus departamentos para vivir juntas en Roma. Pero todo se complica cuando la primera sufre un derrame cerebral que la hace depender de su familia. En primer lugar es necesario destacar la influencia tanto de Pedro Almodóvar como de Michael Haneke. El primero porque esta historia encajaría muy bien en la filmografía de este director, cuya influencia puede apreciarse especialmente en las situaciones irónicas que alivian la angustia generada por la situación relatada. Y el segundo porque también aborda la irrupción de la enfermedad en los romances de la tercera edad, que obstaculizan las relaciones haciendo intervenir a terceros. Un párrafo aparte merecen las actuaciones, por la forma en la que se complementan volviendo verosímil el romance. Es así como tenemos a una Nina extrovertida, cuya impulsividad la lleva a tomar malas decisiones, y a una Madeleine introvertida y reflexiva, motivo que genera la pelea previa al derrame cerebral, y que no puede ser resuelta por la imposibilidad de comunicarse, profundizando aún más la angustia que sienten ambas y expresan de formas diferentes. Por último es necesario destacar también la fotografía, a cargo de Aurélien Marra, por el uso de tonos cálidos en interiores, para mostrar el afecto de su pareja protagónica en los momentos de intimidad. Así como también el buen uso de la profundidad de campo, para mostrar situaciones simultáneas en una misma imagen, otorgándole dinamismo al relato. En conclusión, Nosotras es un relato intimista sobre un romance oculto entre dos mujeres que a pesar de su avanzada edad no pueden demostrarlo públicamente. Que otorga tanto la posibilidad de lucirse a este dúo protagónico de larga trayectoria como presenta a Filippo Meneghetti como un director interesante para ser tenido en cuenta a futuro.
Alto bardo. Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades es la última película de Alejandro González Iñarritu, ganador del Oscar al mejor director dos veces consecutivas por Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia) y El renacido, que vuelve a filmar en su México natal producido por Netflix. Y protagonizada por Daniel Giménez Cacho, acompañado de la argentina Griselda Siciliani, Ximena Lamadrid, Íker Sánchez Solano y Andrés Almeida, entre otros. La historia, basada en un guión de su director, en una nueva colaboración con el ganador del Oscar Nicolás Giacobone, cuenta la historia de Silverio Gacho (Giménez Cacho), un renombrado documentalista mexicano radicado en Los Ángeles, que vuelve a su país natal para celebrar junto a sus allegados el reconocimiento por un importante premio que va a recibir en Estados Unidos. Que sirven como sustento narrativo para una serie de secuencias oníricas entre las que se alternan recuerdos propios con reflexiones sobre la historia de su país. En primer lugar es necesario destacar la prodigiosa fotografía de Darius Khondji (Delicatessen, Pecados capitales, Evita de Alan Parker), cuyas lentes grandes angulares exageran la profundidad de campo para generar ese clima surrealista, con escenas oníricas construidas con largos planos secuencia, que interrumpen el realismo de los acontecimientos a la manera de cine de Luis Buñuel. En las que el Silverio de Daniel Giménez Cacho se convierte en el equivalente de lo que fue Marcelo Mastroiani para Fellini en La ciudad de las mujeres (La città delle donne, 1980) como testigo y protagonista, en el sentido de que lleva a cabo las acciones que hacen avanzar la trama de lo que ocurre. Pero si bien tiene todo para convertirse en una obra maestra, falla porque en su ambición excesiva se olvida del público. Ya que este ocupa un rol pasivo, limitándose a contemplar las imágenes, algunas de una belleza admirable y otras de un notable mal gusto. Y llenas de significantes a los que no les encuentra un significado a pesar de lo altisonante de muchas de sus líneas de diálogo, haciendo que los gags generen desconcierto en lugar de risas. En conclusión, Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades es la película más ambiciosa y fallida de su director, incluso más que Babel (2006). En la que su director mantiene en un rol pasivo al espectador mientras le muestra cómo juega solo, cuando él mismo dice, en boca de su protagonista, que el que no sabe jugar no puede ser tomado en serio, cosa que ocurre en este caso en particular.
La luz del diablo es una película en la que su director, Daniel Stamm, vuelve a abordar el tema de las posesiones demoníacas como lo hizo en El último exorcismo. En esta ocasión está protagonizada por Jaqueline Byers, acompañada de Ben Cross, Colin Salmon y Virginia Madsen, entre otros. La historia se centra en Ann (Byers), una monja que se encuentra al cuidado de las personas poseídas en una clínica dirigida por el padre Quinn (Salmon), que a su vez da clases de exorcismo a los sacerdotes. Y comienza a ser acosada por un demonio vinculado a su pasado, sacando a la luz un hecho traumático que vivió con su madre, mientras intenta salvar a una niña allí internada. En primer lugar es necesario destacar el uso efectivo de los jump scares, que sorprenden al espectador con escenas de violencia surrealista en momentos de tranquilidad. Siempre enmarcadas en un clima sombrío, en el que las excesivas normas de seguridad dan a entender la peligrosidad de las personas allí encerradas. Y al que nos exponemos como espectadores desde el punto de vista de esta joven cuyas buenas intenciones no permiten dimensionar en su totalidad. Lo que se justifica en largas explicaciones sobre estos casos, tanto desde la ciencia, a cargo de la Doctora Peters (Madsen) como desde la fe, a cargo del ya mencionado padre Quinn. Optando por tomar una posición objetiva, que demuestra que ambas posturas no son opuestas, sino complementarias. Aunque este afán de informar al espectador termina jugando en contra, al resolver mediante la elipsis y posterior comentarios de los personajes su escena más interesante, que da origen a un tercer acto que pierde fuerza. En conclusión, La luz del diablo es una película efectiva, pero que desaprovecha su potencial para convertirse en una obra maestra del terror y se convierte en una más dentro de su género largamente explotado. Porque si bien necesita recurrir a la explicación, abusa de ella, en lugar de utilizar la fórmula de El exorcista, de hacer partícipe al espectador privilegiando lo que se muestra y se da a entender.
Amenaza explosiva es una remake producida en Corea del Sur de la película española «El desconocido«. Opera prima del montajista Changju Kim y protagonizada por Ji Chang-Wook, de extensa carrera televisiva, acompañado de Lee Jae-In, Woo-jin Jo y Haerry Kim, entre otros. La historia, adaptada también por su director, se centra en Jin Woo, un padre de familia que ocupa un cargo gerencial en un banco, que mientras lleva a sus hijos al colegio recibe una llamada anónima diciéndole que tiene una bomba debajo del asiento. Y que la única forma que tiene de desactivarla es haciéndole una transferencia bancaria por una importante suma de dinero, que tiene que conseguir sin dar explicaciones. En primer lugar es necesario destacar que se nota el oficio de su director como montajista, ya que logra mantener al espectador en tensión en todo momento, intentando averiguar junto a su protagonista quién puso la bomba y cuáles son sus verdaderas intenciones, mientras recorren las calles de la ciudad costera de Haeundae intentando no llamar la atención. Un párrafo aparte merece el trabajo de Ji Chang-Wook, como un hombre común envuelto en una situación extraordinaria, que atraviesa en tiempo real una gran cantidad de estados de ánimo mientras intenta resolver la encrucijada en la que se encuentra. Haciendo que su personaje desarrolle en tiempo real un arco argumental que pasa de la indiferencia propia de la ambición de un adicto al trabajo al compromiso social como forma de redención, mientras lucha desesperadamente por su supervivencia. En conclusión, Amenaza explosiva es una película que funciona porque hace un uso eficiente del suspenso, que, al igual que la vieja escuela, no necesita de la violencia gore para entretener. Convirtiéndose en otro ejemplo del buen momento que está pasando el cine coreano en la actualidad, tanto con historias originales, como Parasite, como con la adaptación a su cultura de historias provenientes de países completamente diferentes, como ocurre en este caso.
Sale con fritas. El chef es la segunda película como director del actor Philip Barantini, que describe en tiempo real el trabajo de un lujoso restaurante londinense durante la noche más ajetreada del año. Y está protagonizada por Stephen Graham, acompañado de Vinette Robinson, Alice Feetham, Ray Panthaki y Jason Flemyng, entre otros. Con un guion escrito por su director, junto a James Cummings, la historia se centra en el chef Andy Jones, que debe lidiar con los múltiples problemas, personales y laborales, tanto propios como de sus empleados en el transcurso de una noche en vísperas de Navidad. Describiendo así el funcionamiento de un restaurante en el que los comensales no tienen que notar la situación estresante que se vive dentro de la cocina. En primer lugar, es necesario aclarar que la puesta en escena se rige de acuerdo a las normas del movimiento fílmico vanguardista conocido como Dogma ‘ 95, motivo por el que está filmada en un escenario real con sonido directo y las luces propias del lugar, lo que explica el fuerte contraste lumínico entre la cocina y el salón. Así como también el uso constante de la cámara en mano, en un único plano secuencia que acompaña a los diferentes personajes y cambia de tamaño acercándose o alejándose de ellos. Pero su principal problema radica en la gran cantidad de subtramas que aborda, sin hacer foco en ninguna, motivo por el cual se queda en la descripción de los problemas y no se le da un desarrollo con mayor profundidad. Lo que hace que la tensión generada por algunas escenas se diluya con otras menos interesantes, y algunas que quedan en la nada, dispersando la atención del espectador, que tiene que volver a esperar el turno de aquella que le resultaba interesante. En conclusión, El chef es una película que funciona mejor en el cortometraje original de veintidós minutos realizado previamente por su director que en este largometraje. Porque se convierte en esclavo de las limitaciones de su puesta en escena, y dispersa la atención del espectador en su gran cantidad de subtramas.
"No puedes manejar la verdad!" – A Few Good Men LOCOXELCINE REVIEWS ESTRENO DE LA SEMANA DRAMAREVIEWS Review: El desarmadero Patricio Ferro - 6 de octubre de 2022 El desarmadero es una película de terror producida en Argentina, estrenada en el 36 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, y protagonizada por Luciano Cáceres. Está escrita y dirigida por Eduardo Pinto y completan el elenco Diego Cremonesi, Amelia Cáceres Currá, Malena Sánchez y Clara Kovacic, entre otros. La historia se centra en Bruno, un artista plástico que luego de salir de un hospital psiquiátrico trabaja como custodio en un desarmadero de autos. Pero una vez allí deberá enfrentar tanto a ladrones que buscan robar la chatarra como a fantasmas vinculados a una situación traumática de su pasado que comienzan a atormentarlo. En primer lugar, es necesario destacar que, a la manera de los maestros del cine de clase B, saca provecho del bajo presupuesto, transformándolo en una decisión de puesta en escena en lugar de una carencia. Es así como se aprovecha el fuera de campo para ir revelándose de a poco la información al espectador y hacer un uso efectivo de los jump scares que lo toman por sorpresa. Además de una fotografía, a cargo del debutante Fernando Lugones, cuyas lentes angulares generan una sensación de extrañamiento que construye el clima dándole una estética surrealista. Un párrafo aparte merece Luciano Cáceres, su protagonista, que por momentos recuerda al Spider de Ralph Fiennes por la forma en que su mente se quedó anclado en un pasado, de felicidad en este caso, que vamos conociendo por medio de flashbacks, y cuya pérdida genero un trauma. Conteniendo sus sentimientos, que expresa únicamente por medio de dibujos que pinta en las puertas de los autos. En conclusión, El desarmadero es una película de terror psicológico efectiva, porque mantiene al espectador activo formulando hipótesis sobre lo que ocurre en pantalla. Y se convierte en un caso más de una explotación del género en Latinoamérica, cuya identidad propia revitaliza un tipo de cine que se encuentra en decadencia en otras partes del mundo.
Argentina, 1985, ganadora del Premio del Público en el Festival de San Sebastián, es la segunda colaboración entre Santiago Mitre como director y Ricardo Darín como protagonista, donde interpreta al fiscal Julio Strassera. Y lo acompañan Peter Lanzani, Alejandra Flechner, Carlos Portaluppi y Norman Briski, entre otros. La historia, coescrita entre su director y Mariano Llinás, se centra en la figura de Julio Strassera, y su desempeño dentro del juicio a los líderes de las Juntas Militares tras la firma del decreto del por entonces presidente Raúl Alfonsín. Quien junto al fiscal adjunto Luis Moreno Ocampo (Lanzani) y un equipo de jóvenes abogados, deben trabajar a contrarreloj para conseguir las pruebas necesarias, y siendo víctimas de constantes amenazas anónimas. En primer lugar, es necesario destacar el trabajo de Ricardo Darín, en la mejor actuación de su carrera, una vez más como el hombre común, que al igual que Román Maldonado de Luna de Avellaneda, encabeza una cruzada épica en reclamo de justicia. Construyendo un personaje complejo, que hace chistes para disimular sus temores, solo revelados a su esposa en un momento de intimidad. Dejando en claro que se trata de un ser humano que existió en realidad, y no de una figura mítica cuyas acciones no dan lugar a discusión y sus líneas de diálogo se reducen a una serie de frases célebres. Porque el mayor acierto de su director radica justamente en esta humanización de todos los personajes, utilizando recursos propios del cine clásico de Hollywood. Lo que, sumado a un diseño de producción atento a los detalles de época, como los teléfonos públicos, y que evita caer en el cliché, capta con facilidad la atención de los espectadores. Permitiendo mediante efectivos gags verbales aliviar la tensión generada por las angustiantes situaciones, que transcurren a su vez en ambientes donde la abundancia de planos detalle y escasa iluminación generan una sensación de claustrofobia. A los que hay que sumarle el uso de recursos extra diegéticos, como las imágenes de archivo televisivo, y los créditos con formato de máquina de escribir En conclusión, Argentina, 1985 es la mejor película de Santiago Mitre, ya que refleja con fidelidad cómo aconteció uno de los juicios civiles más importantes de la historia de nuestro país. Además de volvernos a recordar la necesidad de seguir haciendo efectivo aquel Nunca Más a la violencia política en la actualidad, sin distinción de ideología política.
Un mundo feliz. No te preocupes cariño es la segunda película como directora de Olivia Wilde, quien además se reserva un papel secundario. Y está protagonizada por Florence Pugh, acompañada de Harry Styles, Gemma Chan, Timothy Simons y Chris Pine, entre otros. La historia se centra en Alice (Pugh), un ama de casa que vive en un glamoroso barrio residencial en la Estados Unidos de los años cincuenta, donde vive con su marido Jack (Styles), que trabaja para el Proyecto Victoria. Pero la conducta elusiva de una de sus amigas hace que sospeche que nada es lo que parece, y comience a investigar lo que verdaderamente ocurre, lo que la lleva a buscar la forma de romper la regla que se les impone de no escapar de la comunidad. En primer lugar, hay que destacar el uso de la estética publicitaria de la película, cuya iluminación excesiva de tonos cálidos y diseño de producción propio de los suburbios estadounidenses de la década del ’50 contrastan con una serie de escenas surrealistas propias del cine de David Lynch. Que sirven además como indicios que se le van mostrando al espectador para que elabore sus propias teorías de lo que realmente ocurre durante los dos primeros actos, siempre compartiendo el punto de vista de su protagonista. Un párrafo aparte merece el trabajo de la nominada al Oscar Florence Pugh, con un personaje pasional cuya psiquis es llevada al extremo a medida que va investigando lo que ocurre. Contraparte del carismático y manipulador Frank, cuya calma hace notar que tiene todo bajo control, permitiendo el lucimiento de Chris Pine en el mejor trabajo de su carrera. En conclusión, No te preocupes cariño es un thriller psicológico que funciona porque mantiene activo al espectador, intentando resolver el misterio junto a su protagonista, en una historia que podría haber formado parte de la serie La dimensión desconocida (The Twilight Zone, Rod Sterling 1959-1964). Mostrando el oficio de Olivia Wilde, quien hace un buen uso de las reglas del género, lo que la posiciona como una directora con un futuro promisorio dentro de la industria.
El cielo puede esperar. Pequeños momentos de felicidad es una comedia italiana dirigida por Daniele Luchetti, adaptada de la novela homónima de Francesco Piccolo. Y está protagonizada por Pif y Thony, acompañados de Renato Carpentieri, Franz Cantalupo, Vicenzo Ferrera y Roberta Caronia, entre otros. La historia se centra en Paolo (Pif), un ingeniero que sufre un accidente de tránsito mortal, pero que por un error de cálculo se le regala una hora y media más en el mundo, bajo la supervisión de un empleado de una oficina paradisíaca (Carpentieri). Y es ahí donde se replantea su vida y la relación con su familia, que vamos conociendo mediante el uso de flashbacks, que se alternan con todo lo que hace para despedirse de ellos sin avisarles su trágico destino. En primer lugar es necesario aclarar que si bien se trata de una fábula, no está apuntada al público infantil. Razón por la cual su protagonista no es una persona honesta como el George Bailey, interpretado por James Stewart, de ¡Qué bello es vivir!, sino que por el contrario, es alguien que al comienzo viola una norma de tránsito, que es la última de una serie, que vamos viendo en los flashbacks, en la que se incluyen diversas infidelidades matrimoniales. Un párrafo aparte merece su omnipresente Pif (nombre artístico de Pierfrancesco Diliberto) un protagonista cuyo carisma genera una empatía inmediata con el espectador. Haciendo un uso equilibrado de las diferentes emociones, en los que los pasos de comedia cumplen la función de evitar que las situaciones trágicas vuelvan inverosímil el relato. En conclusión, Pequeños momentos de felicidad es una película que cuenta, a modo de fábula para adultos, una historia de redención de un hombre común y corriente. Convirtiéndose así en una digna heredera tanto del surrealismo de Federico Fellini como de la Commedia all’italiana, y que puede servir de puerta de entrada para aquellos que quieran conocerlo.
Cuando te salva el star-system. Pasaje al paraíso es una comedia romántica protagonizada por los ganadores del Oscar George Clooney y Julia Roberts, como una pareja de divorciados que viajan a Bali para impedir que su hija se case. Dirigidos por el británico Ol Parker, y acompañados de Kaitlyn Dever, Maxime Bouttier, Lucas Bravo y Billie Lourd, entre otros. La historia se centra en David (Clooney) y Georgia (Roberts), una pareja divorciada que vuelven a encontrarse en un viaje a Bali, donde van con el objetivo de que su hija no se case con un lugareño y cometa el mismo error que ellos. Pasando de la enemistad a una tregua en la que se vuelven cómplices, mientras se replantean las decisiones tomadas en el pasado. Es necesario aclarar que la película cumple con todos los lugares comunes de las comedias de rematrimonio, que encuentran en La pícara puritana (The awful truth, Leo McCarey 1937) su máximo exponente. Y a diferencia de lo que el público puede esperar, la falta de originalidad y respeto por la fórmula hacen que funcione, gracias tanto a la sólida construcción de personajes como al carisma de su pareja protagónica, sacando el máximo provecho de la química existente entre ambos. Pero el principal problema es que no le saca un mayor provecho a la slapstick comedy, desaprovechando un potencial enorme para los gags físicos, como sucede claramente en la escena del baile. Sacando así un mayor provecho de la elegancia urbana de esta pareja, los Cary Grant y Katherine Hepburn contemporáneos, en este paisaje selvático, con costumbres que les son ajenas. Así como también los personajes secundarios, que quedan deslucidos a la hora de reforzar sus roles de comic relief. En conclusión, Pasaje al paraíso es una comedia romántica que funciona porque entretiene al espectador haciendo un buen uso de las reglas del género. Y permite, además, el lucimiento de su pareja protagónica, demostrando por qué, a pesar de los años, continúan siendo dos de las estrellas más importantes de Hollywood.