Terror pobre e incípido ¿La remake de Candyman? No precisamente. Ojalá "Nunca digas su nombre" hubiese podido igualarse al menos un poco con el clásico filme de terror de 1992. Lo cierto es que esta producción toma elementos de películas exitosas del género, pero sin obtener el mismo resultado sino todo lo contrario: un filme de bajo presupuesto que deja mucho que desear. La historia se centra en un grupo de estudiantes universitarios que se mudan a una casa embrujada y sin querer, liberan a "Bye Bye Man", un espíritu maligno que persigue a quien pronuncie su nombre y a quien crea en su existencia, ya que eso le da más poder. Una psíquica intentará limpiar la casa, mientras uno de los estudiantes hace una investigación de lo sucesos extraños que invaden la casa cada noche. Extrañamente, la película cuenta con la presencia, en papeles menores, de Carrie Ann Moss, la Trinity de "Matrix" y Faye Dunaway. A lo largo de los 96 minutos, el director no logra crear situaciones de suspenso y a medida que transcurre el tiempo, el relato se empobrece cada vez más, así como también los efectos especiales, dando como resultado un filme sin encanto que no vale la pena en absoluto.
La isla de las tinieblas Habría que pensar en Indiana Jones, de paseo por un Jurassic Park dirigido por Kurtz, de "El corazón de las tinieblas". Pero también en Godzilla, en Spielberg y en Coppola y "Apocalipsis Now". Las referencias en "Kong: la isla Calavera" a todos ellos son múltiples, desde el afiche, casi calcado del clásico que protagonizó Marlon Brando. Y sobre todo a Joseph Conrad. El personaje protagónico, a cargo de Tom Hiddleston, se llama James Conrad y el de John Reilly, se llama Jack Marlow, muy parecido Marlowe, el narrador de la novela. Preston Packard, el personaje de Samuel Jackson recuerda al desquiciado Kurtz. Todo esto en medio de una historia que arranca con una secuencia en la Segunda Guerra Mundial y da un salto temporal hasta los 70, en plena Guerra de Vietnam, el mismo contexto de "Apocalipsis Now", que tomó como base "El corazón de las tinieblas". Por lo demás, "Kong", con todas sus referencias, es en esencia un entretenimiento muy bien narrado con una deslumbrante recreación técnica de gigantescas criaturas monstruosas y carnívoras y mucha acción, algo de humor, otro poco de emoción, actuaciones desparejas y muchísimo trabajo de posproducción. La trama cambia la selva africana de Conrad por una isla desconocida del Pacífico. El día antes de la finalización de la Guerra de Vietnam, un grupo de militares es enviado allí junto a científicos y civiles -todos interpretados por un grupo muy políticamente correcto de actores latinos, asiáticos, negros y blancos- como parte de una supuesta misión científica en el contexto de la Guerra Fría. Hasta allí los guía un oscuro personaje que lo primero que hace es bombardear la isla, y como era de esperar, desata la ira de Kong.
Los héroes envejecen Los héroes envejecen. En la larga saga de los X-Men, Logan tuvo un papel central y ahora le llega el momento de retirarse. Al menos esta fue la última vez que Hugh Jackman interpretó a Wolverine-Logan, y el recuerdo que deja de este personaje icónico de la franquicia se acerca mucho a la idea que exploraron otros directores en torno a la vulnerabilidad y la declinación de los poderes. Esa cierta fragilidad genera empatía e implica un costado realista que contrasta con la naturaleza fantástica de los personajes. Y también político, con referencias más o menos sutiles a la relación entre mexicanos y estadounidenses. Un combo que funciona gracias al director James Mangold que encontró el equilibrio entre el western y la acción, y que además ofrece guiños a Marvel. Pero, en definitiva, “Logan” no deja de ser un buen entretenimiento, solo que, además y para esta despedida de Jackman, con reparos para ser vista por niños. La violencia que muestra el personaje es extrema y con una vida cotidiana de héroe en decadencia y con problemas con el alcohol y la vista. En ese punto muerto arranca el filme, con Logan viviendo en una limusina que usa como medio de vida, con achaques, su cuerpo con dificultades para autocurarse y una personalidad intolerante, y haciéndose cargo de Charles, la mente más poderosa del mundo (un buen trabajo de Patrick Stewart), escondido en un viejo tanque de agua en el desierto mexicano, con una enfermedad degenerativa y a quien hay que sedar todos los días. Habituado a ese estado de cosas, todo cambia cuando aparece una mujer que le pide que salve a una niña, Laura, que obviamente no es una nena común, y que probablemente, en la saga encuentre una de sus herederas.
Te mando un mensajito Hace 15 años Gore Verbinski sorprendió con el estreno de “La llamada”. Fue por la misma época en la que la Daniel Myrick generó otro fenómeno con “El proyecto Blair Witch”, dos directores que encontraron en la tecnología doméstica y masiva un recurso poco explorado. El año pasado se estrenó “El pulso”, pero basada en una novela que Stephen King publicó en 2006 en la que una pandemia zombie se expande a través de los celulares. “La llamada”, de hecho, fue la adaptación de una novela japonesa de terror publicada en 1991. Hace 15 años, cuando las videocaseteras eran algo revolucionario, fue una idea original, pero hoy ya no tiene el mismo efecto, aunque el mensaje del filme es profundamente aterrador. El origen de todo es la compra de una videocasetera en un mercado de pulgas por parte de un docente. El aparato tiene atascado el video maldito en el cual se dice que quien lo vea morirá a los siete días. Este hombre experimenta con esa película con sus alumnos, las copias comienzan a circular en pen drive y así el daño se expande. Al principio del filme, citando el mito griego de Orfeo, la heroína le reclama a su novio por qué son ellos los que siempre tienen que salvarlas a ellas. Así es como decide enfrentar el horror que también amenaza a su novio.
Mezcla de thriller, western y road movie, drama familiar y hasta comedia, "Sin nada que perder" es un producto mestizo que sale bien parado desde todos los puntos de vista que se lo enfoque. Película de bajo presupuesto del director inglés David Mackenzie y candidata a cuatro Oscar, se destaca por el trabajo de los actores, incluidos unos memorables secundarios que duran minutos, un guión sólido, suspenso y acción, y unos diálogos donde todo lo que se dice tiene sentido, hasta los momentos que desafían a la corrección política. No sobra ni falta nada y todo está dosificado con precisión incluso el humor constante y la ironía. Los protagonistas son dos hermanos, Tanner y Toby Howard, a cargo de un brillante Ben Foster y Chris Pine, que intentarán dar un desahogo a su desastrosa situación financiera, producto de una hipoteca impagable por la que perderán su campo y la destartalada casa familiar. Para eso, cuando Tanner sale de la cárcel, deciden robar pequeños bancos. Eso, según dice incrédulo uno de los personajes secundarios, ya no se hace. Y estos dos hermanos tan distintos en su carácter, sin embargo lo hacen intentando no matar a nadie. Solo quieren meter la plata en una bolsa y huir a otro pueblo para volver a robar a esos bancos que en varias ocasiones el guión transforma en el malo de la película.
Amor entre balas y alcohol Ben Affleck ya mostró su dominio de la dirección en "Desapareció una noche" y "Atracción peligrosa", pero fue "Argo" la que en 2013 llamó la atención mundial en esa faceta del actor luego de ganar tres Oscar, uno de ellos como mejor película. Affleck, también guionista de "Vivir de noche" vuelve a mostrar su preferencia por la acción y la intriga, y en este caso se remonta a las primeras décadas del siglo pasado cuando en Estados Unidos imperaba la Ley Seca. Affleck, que también protagoniza el filme, interpreta al líder de una banda de asaltantes de Boston que después de un mal golpe, termina relacionándose con los capos de la mafia que lo quieren a su servicio. El filme está dividido en dos partes. La primera, con un ritmo y un guión fluidos, que avanzan a golpe de diálogos breves y contundentes, persecuciones, balazos y un diseño de arte que reproduce los menores detalles de la época. Pero luego, el relato pierde impulso, aunque no interés, cuando el protagonista se muda de Boston a la periferia de Miami para organizar el tráfico de alcohol y el policial se interna en el romance. Affleck, cuyo personaje además de delincuente y gángster tiene buen corazón, rinde un sólido tributo a los clásicos del género y lo hace con estilo y una producción impecables y buenas actuaciones de un elenco en el que se lucen hasta los personajes secundarios.
Formas de decir adiós Xavier Dolan, el joven director estrella del Festival de Cannes, regresó a escena con un drama potente y por momentos irritante en "Es sólo el fin del mundo". Se trata de la adaptación al cine de una obra de Jean-Luc Lagarce, célebre autor francés fallecido a los 38 años. El trabajo de Dolan respeta el origen teatral del texto con una puesta que se desarrolla casi en su totalidad en el interior de una casa. Hasta allí llega el protagonista, Louis, un exitoso dramaturgo que va a su pueblo después de doce años. La razón del viaje se revela en los primeros minutos cuando con su voz en off dice que lo hace para decirles que va a morir. La comunicación nunca fue fluida en esa familia disfuncional que grita y discute todo el tiempo por cualquier cosa, con una madre que parece haber enloquecido, un hermano mayor violento y una hermana menor a la que casi no conoce, mientras Louis solo parece expresarse con tres palabras y una sonrisa. El origen de la violencia que inunda las relaciones nunca es dicho pero sí sugerido a través de las palabras abandono, ingratitud, desprecio y resentimiento. Dolan transmite con insistencia y con algún levísimo humor ese caos que dura poco más de un día y lo acentúa con planos cortos y una banda de sonido presente en todo el filme.
Ahí viene la plaga Los zombies son una plaga. Y ahora llegan desde Corea del Sur. “Invasión Zombie” no difiere mucho de otras propuestas posapocalípticas en las que los muertos salen a devorar vivos. Sin embargo, a semejanza de uno de los referentes del género como George Romero, la sangre no es tan gratuita. El director Sang-ho Yeon realizó un triple acercamiento al tema conocido de la plaga de comecerebros: su impacto en la ciudad, en un espacio acotado como un tren y en la relación entre los personajes. En eso radica la singularidad de esta película que fue presentada en el último Festival de Cannes y que ganó once premios internacionales. Desde la primera escena queda claro que el virus ya está en la calle para luego delinear con diálogos breves el perfil de los protagonistas que viajan en un tren de alta velocidad: un ejecutivo solamente concentrado en su trabajo que casi ignora las necesidades de su pequeña hija, un matrimonio joven con la mujer embarazada, un equipo de béisbol, un linyera que viaja como polizón y dos amigas ancianas. Todo parece seguro, confortable y rutinario hasta que el horror irrumpe con furia en el tren y obliga a un grupo de extraños a intentar seguir vivos y ejercer la solidaridad o salvarse ellos mismos.
Justicia de los muertos La furia y la idea de fuera de control atraviesa "Terror 5". Detrás de los cinco episodios que narran los hermanos Sebastián y Federico Rotstein en su ópera prima aparece una reflexión sobre la violencia proveniente de distintos lugares como la política, el bullying , la educación y el machismo. En todos los casos, más allá de apelar al gore descarnado o al suspenso, el guión sugiere que esa violencia puede engendrar víctimas, pero también más violencia, al tiempo que deja un interrogante sobre el rol de la Justicia y las leyes y los medios de comunicación. El filme comienza con una tragedia y la vigilia de los familiares de las víctimas por el veredicto de culpabilidad o inocencia de los acusados, las máximas autoridades de la ciudad, por su responsabilidad en el colapso de un edificio que causó quince muertes. Y continúa con distintos episodios: el colegio, según el guión de Sebastián Rotstein, también puede engendrar más frustración que satisfacción, y un grupo de alumnos se lo hace pagar a algunos profesores; el bullying, un tramo que se asocia al cine snuff, y el machismo. En esta película de apariencia fragmentaria, todo sucede en una noche, en la que los demonios se desatan y los muertos salen a pedir justicia.
Una noche de terror Pocas cosas implican más terror que un psicópata puede entrar a una casa sin invitación. Y mucho peor que el tipo duerma en el placard, mate al novio de la chica y la mire en silencio mientras duerme. Aterrador, sí, pero ya visto demasiadas veces como para contarlo de forma lineal y con recursos narrativos que por momentos rozan la parodia. "Intruso" tiene todos los elementos de un historia clásica y comienza durante una noche de tormenta furiosa cuando una mujer es asesinada por un desconocido dentro de su casa. En la siguiente escena, la protagonista y posible futura víctima es una chelista, también sola en su casa -no se sabe si en la misma noche de tormenta, pero también llueve mucho- la que ignorará que un asesino deambula tranquilamente por su casa. La chica, además, tiene que soportar al director autoritario de la orquesta donde trabaja, lo que previsiblemente funciona como pista para el espectador. Muchos de los lugares comunes del género se van sucediendo a lo largo de una hora y media, como sombras que se deslizan por las paredes, acercamientos del asesino por la espalda, timbres salvadores, cortes de luz o preguntas que el invasor obviamente no responderá.