Sin duda, este viaje fuera de lo común. En el Reino Unido, la historia de Donald Crowhurst es una enigma que sigue alimentando fantasías a todo nivel. Tanto es así que el hecho que esta cinta presenta es de la década del 60 y en los últimos dos años, hay dos cintas que hablan de este tema: "Crowhurst" (aunque más cruda e indie y menos consecuente) y esta en cuestión, "The Mercy". Hay que decir que Crowhurst (Colin Firth) era un hombre lleno de secretos. Quizás no de los visibles, o naturales, dentro de lo que se podía ver superficialmente. Si, que quizás, para sí, encerraba mucho en su mente y en su corazón y esa vinculación jugó crucial en su historia de vida. Para ponernos en tema hay que decir que este hombre estaba casi en bancarrota. Tenía una familia hermosa (empezando por su mujer en la ficción, Rachel Weisz) pero las deudas lo acosaban. Como era aficionado a la navegación (y tenía una local donde comercializaba algunos elementos), cierto día decidió que arriesgando en una competencia de veleros para dar la vuelta al mundo, organizada por el Sunday Times y cuyo premio podría ayudarlo y darle además, prestigio para hacer conocer su negocio. En un tramo relativamente corto, James Marsh (el director de la brillante "La teoría del todo"), nos pondrá en tarea, preparando el escenario para lo que prometía todo el interés:la epopeya del inexperto hombre, tratando de vencer sus limitaciones materiales (su equipamiento no le iba a permitir mantener el curso en forma exitosa) y luchando por transformar su realidad. El tema es que Crowhust se había convertido en una especie de niño mimado por la prensa y además estrenaba un sistema de gps que él había diseñado para ayudarse en la competencia. La cinta está planteada como un espacio de lucimiento para Colin Firth, en su rol, primero de hombre esperanzado y valiente, listo a sacrificarse por el bienestar de su familia. Pero a medida que avance la travesía, las cosas cambiarán y aquel Crowhust que parecía inocente y tenaz, pasará a transitar senderos de locura y delirio, perdiendo (en todo sentido) el rumbo. "The Mercy" tiene su punto fuerte, en el trabajo de Firth, sin dudas. Raquel Weisz está correcta, pero el resto de los secundarios sólo son tenues dibujos cuasi innecesarios en el marco en que está planteada la cinta. Llama la atención que en la construcción del guión, sepamos tan poco del personal principal. No creo que lo que deviene en él, haya surgido en forma espontánea. Ese germen, no se ve y tal vez con un poco más de profundidad en la investigación, hubiesemos tenido una perspectiva más interesante. Como entretenimiento, es apenas correcto (es un drama hecho y derecho) y no siento que sea una cinta que aporte demasiado a las carreras de los intérpretes principales. De hecho, me costó llevarla adelante, siendo que la pareja protagónica, individualmente, me encanta. Quizás Marsh podría haber elegido otra historia, más inspiradora, para avanzar con su carrera. El sabrá porqué.
Me tomé unos días después de ver "Hereditary" para dejar reposar mi opinión y reponerla, en virtud de una construcción que le sume al lector, en un escenario donde la crítica, en forma unánime (o casi), consagra a "El legado del diablo" (qué título local Dios!), cómo la mejor peli del género en este 2018, casi sin chances de ser desplazada de ese lugar. Luego de ponerla en perspectiva, creo que es cierto que "Hereditary" está muy bien hecha y tiene detalles sutiles y profundos que no son visibles habitualmente en este tipo de cine (al menos en el que nos llega a salas argentinas). Eso es innegable. Pero también, hay que decir que siento que a nivel internacional, no estamos viendo demasiadas propuestas innovadoras... o si? En ese marco, desde James Wan para acá, (aunque hay algunos cineastas coreanos que podrían asomar) no encontramos un director original, curioso y que no tenga miedo a ir al fleje. Siento que Ari Aster, en ese sentido, es una figura fresca, que logra la interesante alquimia de apegarse a los clásicos (hay mucho de los 70' aquí) pero no dejar de apostar a la sorpresa y los climas asfixiantes. Aster escribe y dirige una película sombría, que hace centro en el dolor por aquello que no puede aflorar a la superficie. Vincula complejos vínculos familiares y los expone a un tratamiento tortuoso altamente logrado. Se que suena complejo leerme, pero es así: "El legado del diablo" es una invitación al lado oscuro. Propone un tablero de juego engañoso, enmarca la acción al inicio en un drama familiar (la muerte de una mujer que experimentaba una fuerte relación con espíritus oscuros y la etapa del duelo posterior por parte de su núcleo íntimo) y se guarda lo mejor para la segunda parte, donde despliega todo su arsenal para hacernos pasar un mal momento. En el buen sentido!! En pocas palabras, podemos decirles que hay una dedicada familia que tiene problemas de comunicación y en la que fallece, una personaje central: la abuela. Esta partida, establece nuevos parámetros para las relaciones entre los 4 habitantes de la casa y habilita una serie de presencias que mejor no deberíamos anticipar... Con el correr de los días los hechos sobrenaturales se empiezan a hacer perceptibles y... bueno, ya se imaginarán cómo progresan... Muy bien actuada por Toni Collette (sobresaliente) y apuntalada por un recuperado (estaba perdido no?) Gabriel Byrne (Steve, su esposo) y la inquietante Milly Shapiro (Charlie, la nietita con algunos problemitas), "Hereditary" invitar a vivir una experiencia distinta en el género. Tiene sus valores y un gran espíritu de clásico. Luego de repasarla mentalmente, debo coincidir con mis colegas. No es sólo que hay mucho poco original en el mercado, sino que "Hereditary" es un debut soñado para un talentoso director: long life Ari Aster.
Quienes frecuentan la cartelera teatral porteña saben que José María Muscari es un director absolutamente audaz, que ha hecho de sus puestas teatrales todo un estilo, un sello personal sobre el que ha cimentado una carrera sólida y distintiva, aún con algunos desniveles. Uno de sus tantos proyectos ha sido convocar y llevar a los escenarios a estrellas de la televisión, el cine y el teatro que habían tenido un fuerte momento de exposición y fama pero que luego, de alguna manera, habían quedado olvidadas. Luego de sus puestas de “Escoria” y “Póstumos”, Muscari cerró la trilogía con “Extinguidas” una obra que homenajeaba a aquellas vedettes y mujeres sexys de los gloriosos ´80, que se convirtió automáticamente en un éxito rotundo de público y estuvo en cartel durante tres temporadas. Dos jóvenes realizadores independientes como Nicolás Teté (quien ya había tenido experiencias con los largos de ficción “Ultimas Vacaciones en familia” y “Ónix”) y el debutante Guillermo Félix, se aventuran a la experiencia del documental, usando su cámara inquieta para (per)seguir a estas diez estrellas en sus camarines, durante la preparación antes de cada función, en sus rituales y en su simpática camaradería, espiando entre bambalinas a esta exitosa puesta teatral. Como en cualquier relato coral de ficción, también sucede en este documental que es casi imposible que las diez historias impacten por igual: algunas atraparán mucho más que otras, de acuerdo con lo que cada una de las actrices / protagonistas se haya propuesto mostrar a cámara. Un documental como “La vida sin brillos” crece enormemente cuando algunas de ellas se atreven a desnudar no solamente sus momentos en donde desaparecieron los brillos, el éxito, el aplauso y la bonanza económica, sino también cuando exponen sus emociones y se muestran valientemente y en carne viva: sin red. No es nada fácil, por cierto, atreverse a mostrar el “lado B”, dejar atrás a su faceta de aquellos íconos sexuales que trabajaron junto a los grandes capocómicos de la revista porteña para contar lo sucedido durante estos más de 30 años desde su mayor momento de fama. Pero justamente, aquellos testimonios donde se animan a poner al descubierto sus temas más profundos, son los que hacen que este pequeño documental tenga grandes momentos de intimidad cuando aparece ese tono confesional que las muestra a la intemperie y con la sensibilidad a flor de piel. Algunas de ellas se quedarán en una mirada más superficial (qué les gusta comer “somos lo que comemos”, qué ropa ponerse “pensé que esta ropa me hacía más gorda”, qué deportes practican “me encanta el ambiente del club: juego acá tenis y golf en el club de enfrente”) generando un clima distendido que será el trampolín para abordar otras situaciones más comprometidas, momentos mucho más duros que les han tocado atravesar a sus compañeras. Mimí Pons, Pata Villanueva y Adriana Aguirre –que sigue insistiendo en decir que tiene una genética privilegiada por más que sea evidente que tiene una cantidad importante de cirugías en su haber- sobrevuelan sus personajes en este grupo, aportando liviandad y frescura. Sandra Smith y Naanim Timoyko nos comparten su cotidiano, su vida hogareña y de trabajo, lejos de aquel mundo de la fama. Patricia Dal parece haber sido una de las que pudo encontrar mayores vetas a su espíritu artístico y brilla bailando tango, con su trabajo en la radio y con un nuevo estilo de vida que la mantiene presente y vigente. Beatriz Salomón (con una puesta absolutamente delirante para recibir en su propia casa a los directores para la filmación de su segmento) por el contrario, parece atrapada en el pasado y en sus recuerdos con un aquí y ahora, casi inexistente. Los testimonios que más se agradecen como espectador son los de aquellas actrices que se jugaron enteras y se atreven a un salto más contundente y visceral: Luisa Albinoni aborda su maternidad y el difícil proceso de adopción, al mismo tiempo que puede reírse de sí misma y del paso del tiempo y la vejez. Noemi Alan enfrenta valientemente a la cámara para hablar de su enfermedad y de sus momentos más oscuros y Silvia Peyrou relata sus vivencias como profesora de teatro en centros para la tercera edad, mostrando su faceta más humana, en las antípodas de su mundo de tapas de revista en pleno destape. Es particularmente en estos momentos donde “LA VIDA SIN BRILLOS” destila honestidad y la cámara hace un espacio y genera el ambiente propicio para que podamos “espiar” esos sinsabores y esos repliegues que fueron tomando sus carreras y sus vidas en el momento menos pensado, para conmovernos genuinamente. La mirada amorosa de los directores sobre estas divas que se quebraron (y que en este espacio de resurgimiento teatral pueden volver a ponerse de pie y mostrarse enteras): las salva, las eleva, las hace humanas y les da un lugar de privilegio y admiración. Ellos saben elegir inteligentemente a quienes de ellas les darán cada espacio dentro de su documental y el mosaico se arma mostrando un caleidoscopio plural y diverso en el que de alguna u otra manera nos iremos asomando porque todas ellas han sido, indudablemente, figuras queridas y admiradas por el público. Un homenaje simple, que las muestra en su costado más vulnerable pero a la vez, más enriquecedor.
El tema de la apropiación de la identidad y la trata de recién nacidos, no comenzó con los excesos de la Dictadura Militar de mediados de los 70' ni terminó con ella. Fue y es una práctica que subsiste en muchos casos, en el interior de nuestro país y en algunos parajes del conurbano bonaerense, donde las condiciones de control de parteras, médicos y centros de salud, no ha sido atendida en forma férrea por el Estado. Es así que desde hace tiempo, e incluso me atrevo a decir que en el presente, en algunos lugares, con sesgo rural y con ciertas condiciones que predisponen condiciones para el delito (corrupción), se producen extracciones y secuestros de niños. Y son comercializados al mejor postor. Aquí, en "Secreto a voces", se parte de cuatro casos, en los cuales hay una importante y sostenida búsqueda de los protagonistas, individuos a los que les fue robada su identidad. Ellos, cuentan su historia en primera persona y traen un relato desgarrador, de sus emociones y de lo que para ellos significó conocer en profundidad esa apropiación. Con instituciones que no poseen registros de ciertos nacimientos, parteras que no pueden explicar con precisión hechos puntuales, redes complotadas para el crimen aceitadas y en actividad, este tipo de sucesos debe ser conocido por la opinión pública para alertar sobre la problemática. La investigación periodística que sustenta "Secreto a voces" está bien planteada y es valiente y comprometida. Misael Bustos, dirige con los recursos justos, un doc que creemos tendría más valor como investigación periodística de alto impacto, que como producción nacional en salas. Su formato, en forma natural, se instala más en el acto de denuncia que reclama espacios de debate y accionar del Estado que en un hecho cinematográfico. Creo que "Secreto a voces" es un documento valioso, que debe tener la máxima difusión, para alertar sobre el flagelo de los robos de identidades y comprometer a todos los actores involucrados a una profunda reflexión sobre roles y responsabilidades para proteger a la ciudadanía de estas redes delictivas.
De los animadores que ganaran un Oscar de la Academia (en 1990 por su corto, "Balance"), Christoph y Wolfgang Lauenstein (con el apoyo de Sean McCormack) retoman su desarrollo como directores en "Luis and the Aliens", que en estas horas tiene estreno en su patria natal, Alemania. Este film sigue a la distribución internacional de otra producción de la compañía, (que también llegara a salas porteñas): "Ooops" Noah is gone..." que logró hacer respetables números en el mercado oriental. Hay una tendencia creciente en Europa Central a comenzar a generar productos de este género, siendo que es una demanda global sostenida, la de films familiares y sigue ofreciendo oportunidades para todos los jugadores. Pero volviendo a "Luis and the Aliens", debemos decir que no es de las más originales ideas que hemos visto. Se conforma de un puñado de influencias visibles ("ET", "Monster Inc", y alguna más que ahora no recuerdo), e intenta poner en perspectiva, una historia con cierto componente dramático (un chico de 12 años que sufre bullying en la escuela, abandonado por su padre, quien está dedicado a una actividad absorbente - el estudio de los ovnis- que no le permite cuidarlo, y que está a punto de ser enviado a una casa de servicios sociales) enmarcada en un conflicto básico, de descubrimiento y exploración de los diferentes. En la gran mayoría de títulos del género, la trama presenta como integrar a un diferente y se propone destacar que todos tenemos lugar y espacio para ser felices si sabemos respetarnos y cuidarnos. Bueno, más allá de algunas vueltas, Luis, el protagonista, vive la historia al pie de la letra. En pocas palabras, el protagonista es un chico lúcido, que entiende que le pasa y trata de cuidar a su papá (esto es fuerte), quien por una experiencia traumática con ovnis de pequeño, dedica su vida a esta investigación, más después de la pérdida de su esposa. Cierto día llegarán a su vecindario, tres alienígenas que vienen... de visita. Más precisamente a buscar comprar cierto electrodoméstico que vieron en la tevé. Sí, porque estos aliens, hacen zapping en el espacio (estaban en un crucero interestelar, bueno, es entendible) y son atrapados por una irresistible oferta de un canal de ventas. La cuestión es que Luis se enredará con ellos, pondrá al vecindario en alerta y tratará a la vez, de ayudarlos a conseguir lo que desean y volver al lugar donde corresponde. Hay alguna villana por ahí, un par de personajes simpáticos... algunas ideas ya vistas (la ingesta de ADN que les permite transformarse a los marcianos) y no mucho humor. Los Lauenstein se esfuerzan por hacer un producto con sello propio pero...la historia termina siendo demasiado convencional. Los rubros técnicos son correctos, pero como viene sucediendo últimanente, las realizaciones para chicos, no incluyen gags para los grandes que acompañan. Lo cual vuelve tedioso algunos pasajes para quienes acompañan a los peques. Esta tendencia sigue en aumento (y la veo preocupante), por lo que creo que hay que evaluar cada salida familiar al cine en forma estratégica. "Luis y sus amigos del espacio " es una realización con poco vuelo, cuyo fuerte es su conexión con el mundo infantil y que recupera algunas ideas ya vistas en otros títulos muy conocidos. Nada nuevo bajo el sol.
El amor por el fútbol es algo universal. Atraviesa todas las geografías, convoca a multitudes y por sobre todo, anida en el corazón de la gente de todas las clases sociales, y de todas las religiones. "Yallah! Yallah!" es un documental de Fernando Romanazzo y Cristian Pirovano (con una gran fotografía de Martín Turnes) sobre los protagonistas del fútbol palestino, en el territorio mismo donde se vive y transita diariamente. Con todo lo que eso implica. Una liga poco desarrollada, jugadores que deben pasar puestos de check in constantemente para ir a los entrenamientos, litigios legales y estadios pequeños. Persecusiones ideológicas que no tienen nada que ver con el deporte. Para mí (y esto es personal), es difícil no relacionar esto con la matriz social y conflictiva que se juega en ese espacio. Uno puede pensar que es sólo fútbol, pero cómo se desliga de lo que viven esos deportistas? El fútbol es válvula de escape social. Pone voz en los estadios, empodera a la masa y la pone de cara a sus aspiraciones. Los enfrenta a los poderosos. Y en esa batalla, el resultado rara vez se transforma en paz. Al menos, por lo que aquí se ve. Eso, se ve difícil donde estos jugadores desarrollan su actividad. "Yallah! Yallah!" (o "dale, dale", frase habitual cuando la pelota está en el campo), es una película que sólo habla a través de sus imágenes. Con esta corriente naturalista y espontánea que abrazan algunos cineastas, la información que tenemos es sólo la que vemos en la pantalla, y no más. Eso hace el film un poco corto, en términos de información. Hay muchas cosas interesantes (la gente haciendo picados en los barrios, desde cuánto hace que sucede? o esta cuestión de los intereses económicos de los clubes árabes...) pero tenemos que inferir más que conocer. Y lo cierto es que quizás hubiese estado más acorde, un poco más de información para entender mejor el contexto. Ya se. El problema político y militar es el que se muestra, con claridad. Pero hablamos, en este caso del fútbol. Y si bien hay relaciones que se pueden establecer, es interesante sumar voces que proveen más información, para ser más profundos en la temática que se aborda. Interesante, de gran factura técnica, pero un poco fría, a pesar de lo que se presenta.
Regresa Juan Villegas (responsable de dos grandes pelis que recomiendo, "Los suicidas" y "Ocio") a salas porteñas, esta vez con el prestigio de haber sido el responsable de la peli que abrió #BAFICI20 este año: "Las Vegas". Arriesgo, esta debe ser su cinta más mainstream de su producción y por ende, más accesible a quienes no conocen su obra. Esta es una una rom com colorida, simpática y de puro corte independiente cuyo principal foco de atención es, sin dudas, la magnética Pilar Gamboa. "Las Vegas" es el nombre del complejo cerca de la playa, donde se cruzan dos parejas que hace tiempo se separaron. Su historia es la de esas parejas que están bien separadas y algo fortuito (o no), los conecta con el pasado y... a partir de esa conexión, lo fijo se vuelve móvil y nadie puede garantizar que todo siga en el mismo lugar. Laura (Gamboa) visita la clásica ciudad balnearia de vacaciones con su hijo Pablo (Valentín Oliva). Luego de una accidentada llegada, se toparán con la sorpresa de que en el mismo lugar, se encuentra vacacionando el papá del chico, Martín (Santiago Gobernori), con su actual pareja, una joven colombiana más joven que él. Laura y Martín, es cierto, se separaron hace mucho tiempo, y no tienen mucha comunicación en la actualidad. Como dato de color, cuenta la leyenda que en Villa Gesell engendraron a su hijo. La trama entonces se va adentrando de a poco en esto de replantearse algunas cosas, centrales en la vida de uno, en perspectiva. Villegas intuitivamente transfiere eso a sus personajes y pone a vos a cuestiones que quienes tienen entre 30 y 40, conocen bien: la pareja, lo complejo de ser padres jóvenes, el desamor, el cuidado mutuo. De más está decir que el principio es intenso, con Gamboa comandando las acciones, en su tono histriónico más destacado, para mostrar su desagrado con la situación y todas las rispideces que le surgen al ver a su ex jugando al seductor con alguien más chico. Luego de algunas escaramuzas verbales, los cinco (más la guardavidas del lugar, que también aparecerá como interés para romántico para Pablo) formarán un ensamble de voces que coqueteará con la rom com tradicional, pero jugándola muy a la argentina. Villegas recorre y construye su relato con mucha dedicación en cuanto a recuperar la historia previa de los padres de Pablo. Deja que fluya la atracción y complementa la acción con el renacimiento del rol de auténtico papá de Martín y su acercamiento a la madre de su hijo, ya desde una perspectiva distinta. "Villegas" captura esa esencia de film divertido al principio, luego expresa mucho de lo que hoy en día viven las parejas separadas con hijos y todo el marco de reproches, marchas y contramarchas que se dan en el proceso de dejarse y volverse a encontrar a la luz de otra edad, y claramente, otros intereses. Destacado rol de Pablo en Oliva (un aplauso para Wos) pero me quedo con el trabajo de Gamboa, una auténtica todoterreno que descolla en una película simple, tierna y sentimental sobre cómo algunas parejas, vuelven a cruzarse en escenarios no soñados, pero reales y prometedores.
Charly Braun es un director brasileño que se hiciera conocido con "Alem Da Estrada" (Por el camino) en 2010, sutil road movie donde un personaje local hace un viaje por Uruguay, acompañado por una turista belga que busca a un ex novio. Y traigo este recuerdo porque "Vermelho Rosso" en cierta manera me evocó alguno de estos tópicos: el escenario nuevo, la incomunicación, la fascinación por la aventura de descubrir espacios distintos, las inseguridades naturales al salir de la zona de confort. Digamos que en este nuevo trabajo de Braun, el tema de su obra se profundiza. Y se hace carne de tablas. Esta es la historia de dos actrices brasileñas que van a Rusia a mejorar sus habilidades dramáticas. Quieren profundizar en el método Stanislavski, y eligen Moscú como destino para hacer la experiencia. La trama presenta a las protagonistas enfrentando la complejidad de la geografía, la tarea por hacer, y la convivencia, a la hora de resolver espacios y relaciones personales nuevas. Marta (Nowill) y Manu ( María Manoella) son las féminas que buscan su desarrollo profesional en tierras lejanas. Al principio todo es fascinación, abrigos, visitas a la Plaza Roja y mucho vodka, pero con el correr de la historia, aparecerán otros elementos que añadirán interés al relato, como los celos y egos personales en juego, la percepción frente a las propuestas docentes y la forma de encarar la tarea de perfeccionar el arte. Y a eso habrá que sumarle algo de romance, y evolución. "Vermelho Rosso" ofrece una propuesta honesta y una mirada intensa de cómo enfrentar desafíos en condiciones lejanas a la comodidad. Bucea sobre tópicos que se encuentran muy presentes en la formación teatral y dialoga con la perspectiva de la vinculación entre aspirantes a actrices de primera línea, lo cual nunca deja de ser un tema menor. Si bien a veces coquetea con el registro documental, reconozco que me sentí cómodo en su universo y que la historia me pareció interesante. Un paso adelante para las búsquedas de Braun en los ojos de los extranjeros buscando hacer pie en otros territorios.
Viendo "Callback" conecté inmediatamente con "Henry, portrait of a serial killer", aquel trabajo que consagrara a Michael Rooker en los 80'. Esta es una nueva mirada, sobre el mundo de los sujetos que parecen anónimos en la multitud, pero albergan oscuros secretos que afectan al medio en que se mueven, de manera imperceptible al principio, y disonante al final. En ese proceso de construcción de perfiles, se funda el sentido de este tipo de relatos: un universo frío, un tipo complejo, animado por circunstancias misteriosas, dispuesto a todo, una vez que se activa el gatillo. De eso va este "Callback" (que sería algo así como "te llamaremos", muletilla utilizada para los aspirantes a actores que se presentan en los castings), la historia de Larry De Cecco (Martín Bacigalupo), un hombre simple que vive en la Gran Manzana americana, y que intenta salir de sus trabajos poco felices, para convertirse en un actor popular y masivo, a través de audiciones de comerciales. El guión de la historia, construído por el director español (premiado en el Festival de Málaga), Carles Torras junto a su protagonista (el actor chileno ya nombrado), explora los límites de la locura y la normalidad. Los escenarios son austeros y levemente enigmáticos, más que nada porque anticipamos que Larry no está bien y en cualquier momento puede estallar, mal. Hay que decir de Larry que va a una iglesia evangélica, tiene un empleo difícil (digamos que crecimiento profesional no habrá) y es maltratado en los espacios que transita. Pero él no baja la guardia en la búsqueda de concretar su "sueño americano". Cierto día, en su casa, surgirá la posibilidad de alquilar temporalmente a una joven aspirante a actriz (Lili Stein) un cuarto y el hombre no tendrá más remedio que observarla y acosarla durante su estadía. "Callback" te obliga a respirar un aire hermético en la sala. Es como que todo el tiempo esperamos que algo malo suceda. Y eso es correcto, en términos cinematográficos. Habla bien de cómo Bacigalupo da vida a un personaje peligroso, letal y con serios problemas. Pero lo más escalofriante (volviendo al film que nombré al principio, "Henry") es cómo ese tipo de personas, circula libremente por el mundo sin ser vistos. Nadie percibe (probablemente porque se interesa por ellos) que les pasa, ni aún cuando están frente a él. Eso se percibe como escalofriante en ámbas obras. No se si definir a "Callback" como un thriller puro. Creo que es más un estudio de personaje. Difícil para el espectador que busca algo dinámico y entretenido. Aspero e incómodo. Pero bien hecho. No se puede discutir que la caracterización es la adecuada y el tono (desde la fotografía hasta el sonido) apoyan la tarea con precisión. Sí me hubiese gustado un poco más de locura (?) para Larry, pero sería directamente una película de otro género. Con seguridad.
Sorprende gratamente este debut de Luis Bernardez. "Los corroboradores" es una especie de thriller pseudo documental - histórico que investiga a una presunta sociedad secreta porteña que, a fines del siglo XIX, se propuso copiar París en Buenos Aires. Al parecer, los miembros de esa logia, enviaban fotógrafos y arquitectos a París para conseguir la inspiración arquitectónica necesaria para llevar a cabo el proyecto. Pero, en la década del 30, misteriosamente se desvanecieron, y nadie sabría de ellos, hasta hoy. Una periodista francesa (a la que nunca le veremos el rostro) se encarga de conducirnos por una investigación basada en hechos concretos (documentados incluso con la presencia de entrevistas con especialistas), en los que difusamente se habla de este grupo. Sí, de las condiciones objetivas en las cuales podrían haber actuado. Lo cierto es que se desprende que las condiciones en las que estaba Argentina en esos años, eran ideales para este tipo de intrigas. Un grupo oligarca dominante, con ideas de gran compromiso político, era el que supuestamente llevaba a cabo acciones tendientes a transpolar París a Buenos Aires. ¿Era realmente posible? Suzanne, la investigadora francesa, accede a un extraño cassette con la voz de un tal Martín Drexler, quien es el contacto rioplatense que le ofrece la información inicial que da pie a la tarea de búsqueda de evidencias contundentes, para la publicación de un artículo en un medio parisino. El film de Luis Bernardez explora una propuesta arriesgada: en todo momento uno siente que el relato es pura intriga... y hasta se tienta de creerlo, pero la falta de evidencia explícita (más allá de las conjeturas y los datos duros históricos) hace que todo el tiempo dudemos, a lo largo del metraje, de si es realmente posible lo que el film presenta. Además, la forma en que está construído, le aporta un encuadre muy original: si este material me fuera presentado como un documental tradicional, con los mismos elementos, no hubiese generado el mismo interés. Bernardez recorre Buenos Aires y nos vuelve a mostrarla, a la luz de estos datos observados en la cinta, con otros ojos. Y la vemos, definitivamente, desde otra perspectiva. La trama de misterio (apuntalada por un montaje hábil y la música adecuada en los momentos justos) se integra con solidez y es convincente. El análisis histórico es didáctico y la trama política, se ve con claridad. "Los corroboradores" es un film singular, un tipo de cine al que no estamos acostumbrados y al que celebramos, por su original propuesta, como de las mejores realizaciones argentinas del año.