Pasaron cinco años desde que el primer largo de esta naciente franquicia llegara a salas europeas. Como ya sabemos, la potestad en animación la tienen los grandes estudios, pero en variadas geografías, programadores y diseñadores unen esfuerzos para suplir las brechas tecnológicas con los popes del género, con miras a encontrar un espacio propio, donde crecer. Este es, sin dudas, el caso de "Tadeo Jones". Un personaje nacido (o mejor dicho, inspirado) como alter ego de Indiana Jones. Con toda la frescura del humor local, en el cual se desplegaba un guión muy divertido, que se reía de los lugares comunes del género. Ese espíritu está presenta en esta segunda entrega, así como una importante mejora en los rubros técnicos de la animación propiamente dicha. Esta vez no dirige sólo Enrique Gato, sino que se incorpora David Alonso, con la idea de fortalecer los trabajos de coordinación entre equipos de programadores. Y eso se nota en el producto final, ya que las texturas están más trabajadas, los escenarios bien iluminados, con mucho nivel de detalle y desarrollo. En ese sentido, "Tadeo Jones 2" es un paso adelante para la industria española, en busca de abrir oportunidades de venta internacional de su producto. El standard de calidad de realización es mejor y eso promueve más interés en todas partes. Eso si, no hemos visto tanta mejora en el guión de la saga. Aquí la historia arranca con Tadeo, yendo a Las Vegas para presenciar un último descubrimiento de su gran amor, la arqueóloga Sara Lavroff, un papiro que podría confirmar la existencia del Collar de Midas, un mito que de ser una realidad, haría rico a quien diera con tal objeto. En esa dirección, el malvado Rackham irrumpirá en el lugar para llevarse el mapa y a la chica, con fines de resolver la búsqueda y dar con el talismán que haría oro todo aquello que tenga contacto físico con él. De más está decir que entre esa intención delictiva y la concreción, tendremos a Tadeo juntos a sus amigos dispuestos a detenerlos, a cualquier precio. Gato y Alonso descansan parte importante del humor en los secundarios que acompañan al personaje principal. Hay un espacio para que cada uno de ellos transite y fortalezcan con sus gestos y mohínes el relato central (la momia parece un acierto al principio, pero con el metraje nos damos cuenta de que no lo es tanto). El problema es que la historia no tiene demasiada profundidad, ni apela a las emociones como está de moda en la industria hoy en día. Es un relato clásico, de búsqueda, mechado con persecusiones, acción y muchos gags, bien ambientado pero sin demasiada adrenalina. Está bien. Quizás esos argumentos sean suficientes para que "Tadeo Jones 2" sea una película atractiva para el público al que va dirigido. Es entretenida pero claramente, se nota que hay que trabajarle el conflicto de cara a una próxima entrega. Definir un rumbo para el orden de intervención de los secundarios distinto y luego, avanzar sobre lo que realmente importa. Desde el rol de espectador corriente, se deja ver y entretiene a los más chicos de la familia. "Tadeo Jones 2" se suma como opción de cartelera ofreciendo sus valores, humor al estilo ibérico modesto y estridente, desde los créditos iniciales y hasta el último de sus noventa minutos de proyección.
Martin McDonagh es un cineasta más que interesante. Ganador de un Oscar (por su corto "Six shooter" en 2004), promisorios trabajos en "In Bruges" (excelente) y "Seven Psycopaths", este director va delinenando un carrera donde el humor negro, las historias de fuerte arraigo emocional y los temas vinculares son el centro de sus desarrollos. Ya tenemos en cartelera su nuevo trabajo, ganador de cuatro premios en la entrega de los Golden Globes de este año (incluído el de mejor película en el género dramático), "Three Billboards Outside Ebbing, Missouri", una cinta potente, lacerante, oscura pero a la vez, en cierta extraña manera, luminosa. McDonagh se rodeó de un cast elegante, muy ajustado, que le permitió jugar con sus escenarios de manera confiable, redondeando un producto de altísima calidad, que se convierte necesariamente, en esos films que sí o sí tenés que ver. Esta es la historia de Mildred (Frances McDormand), una madre de Ebbing a la que nadie parece escuchar. Su hija fue violada y asesinada siete meses atrás, pero no parece haber pistas ni investigación en curso. Parece haber sido olvidada. Es así que ella toma la decisión de dar a conocer esta realidad, pagando de su bolsillo, tres enormes carteles (avisos publicitarios) a la entrada del pueblo, con mensajes que invitan, digamos, a la reflexión ciudadana... Y sutilmente (o no tanto) acusando a la inacción del jefe de la policía local, Wiloughby (Woody Harrelson). El pueblo, obviamente, cuando la noticia toma estado público, divide sus preferencias. Esta parece ser una comunidad donde hay muchos problemas raciales y de los otros, por lo cual, fácilmente la cuestión se vuelve inflamable. Mucho más si está cerca Dixon (San Rockwell, en uno de los mejores trabajos de su carrera), un policía de esos que no desearíamos conocer en persona. Mildred molestará a Wiloughby, quien además está sufriendo la etapa terminal de un cáncer de páncreas, y la comunidad hará también suyo el problema, tomando parte en este conflicto de intereses. La cinta tiene muchísimo humor negro. Pero está cargada de ternura, de gestos contenidos y de muchos personajes con una gran interioridad, incapaces de poner fuera esas emociones. En ese sentido, el guión de McDonagh no se guarda nada y pone a sus criaturas en contacto con la fría y cruel realidad, sin anestesia posible. "Tres anuncios para un crimen" tiene una sola cuestión sin resolver, y quizás por ella no es una obra maestra, y es que se detiene mucho en la construcción del universo vincular y olvida (o deja de lado) el tratamiento del hecho policíaco que los convoca. Sólo eso podemos decir en el debe, siendo que la totalidad del film es sólido y ampliamente disfrutable (es un festival desde las actuaciones, dato a tener en cuenta). Sin dudas, uno de las grandes películas de este 2018 y que dará que hablar en la entrega de los Oscars muy pronto.
El mundo tendrá en cuenta más a los hispanos a partir de estos tiempos. Hay un creciente aumento de la comunidad de latinos en el mundo y lentamente el mundo cinematográfico comienza a mirar con mejores ojos sus historias. Esta, en particular, parte de un cuento corto que ya fuera rodado por Disney hacia 1938 y que fuera prohibido en su tierra natal por dictadores (Franco) e incluso por el nazismo. Munro Leaf lo escribió originalmente en 1936 y el sentido de la historia que presentaba, era disruptivo: un toro, máximo símbolo de la violencia y el combate, luchando por expresar sus emociones, que no tienen nada que ver con lo que se espera de él. Blue Sky Studios, responsables de las sagas "Ice Age", "Rio" y otros productos exitosos , ubica a Carlos Saldanha como máximo responsable de "Ferdinand", alineada al espíritu de la compañía. Este toro (John Cena en la versión original), es un animal especial. Sensible, tierno, generoso. Vive en una corral donde se entrenan grandes campeones que lucharán en la arena de la Plaza Mayor contra matadores famosos. Ferdinand no está muy convencido de que ese debería ser su destino, por lo que cuando la situación se presenta, decide escapar del rancho y buscar nuevos rumbos. El dará con una nena que lo cuidará en su hogar hasta que un evento accidental llevará a Ferdinand, de vuelta a un lugar donde no podrá escapar de la violencia que se espera de su especie. "Olé, el viaje de Ferdinand" es una cinta que explora superficialmente el mundo de la España de las corridas de toros y la idiosincracia local. Se busca que haya colorido, pero nada demasiado recargado que haga confundir al público global. Saldanha parte de una buena historia y la adapta al estilo de sus films anteriores: una gran puesta en escena, intensidad en el personaje principal, rebeldía y simpáticos secundarios. El problema principal del film es que no profundiza demasiado los tópicos que va presentando y tampoco sale de la medianía promedio para este tipo de propuestas. Un personaje carismático, del mundo animal, un coro de amiguitos carismáticos, un desafío y no mucho más. Si bien algo del espíritu del relato original está presente, lo cierto es que "Olé, el viaje de Ferdinand" se parece demasiado a lo que hoy en día vemos en cine de animación familiar. No sorprende, pero es efectiva y a los niños les va a gustar.
Cuando tomé contacto con el primer trailer de "Jumanji 2", no pude evitar cierta nostalgia por Robin Williams. Esta es una de las películas que más recuerdo con cariño de él, no porque haya sido de las mejores, sino por su impacto, siendo un niño yo aún, presentando un universo mágico en ese momento, muy original y dinámico para su época. Mi primera sensación fue de incredulidad frente al éxito del proyecto, debo reconocerles. Jake Kasdan (hijo de Lawrence, gran realizador de los 80'), se lanza a adaptar el libro de Chris Van Allsburg sobre la historia principal y busca generar algo del mismo espíritu, en tiempos de la era digital. Como secuencia de conexión con la primera entrega de la saga, la trama inicia en 1996 cuando en una playa, un joven Alex Vreeke recibe el juego de mesa por parte de su papá. Pero como ya entramos en una era distinta, decide dejarlo a un lado porque no parece muy atractivo. Es ahí donde comienza a operar la magia, porque el mismo objeto se transforma en un cartucho de videojuegos y consigue captar la atención del chico. Resultado, Alex comienza a jugar y... desaparece. Años más tarde, cuatro chicos van a "detención" por haberse portado mal en su escuela. Algunos, por copiarse, otros por faltar el respeto (muy "The Breakfast Club" no?), y en esa vuelta de intentar superar ese incómodo proceso, dan con la consola y el juego en un armario y se animan a jugarlo. A partir de allí, saldrán disparados al medio de la selva donde terminan siendo adultos, avatares elegidos por ellos y con capacidades distintas, dispuestos a resolver a resolver un par de problemas: salvar al Jumanji, obtener de regreso "el ojo del jaguar" y retornar a casa sanos y salvos. De más está decir que cada personaje elige un alter ego que no se corresponde con su aspecto físico y emocional, lo que permite que haya cierto juego con esto en el desarrollo de los eventos. En el cast, los avatares están jugados por un grupo de actores muy populares. Y todos comediantes de primera línea: Dwayne Johnson, Kevin Hart, Jack Black y la ascendente Karen Gillan. Nada se puede decir de ellos sino que hacen lo esperable, mucho humor físico, algún gag ocurrente y toneladas de actitud aventurera. A mitad de camino entre las clásicas aventuras de los 80' (a las que homenajea en cierta manera) y el despliegue visual que caracteriza a esta nueva época (pensando en la premisa original, muy poca gente juega con tableros hoy en día, sin ir más lejos), "Jumanji: welcome to the jungle" es un producto bien hecho, sin demasiada imaginación, pero efectivo. De a ratos parece que nutrirse de varias influencias (desde las pelis de Indiana Jones hasta el tono humorístico de "The Mummy"-la saga) le quita personalidad al film. El elenco resuelve con simpleza su labor y ofrece correctas interpretaciones para sostener el equilibrio de una historia, no demasiado interesante. Nota especial para el villano que compone Bobby Cannavale. Loco. Pero dentro del despliegue y con la presencia de tantos buenos comediantes, es difícil que no sonrías bastante seguido durante su proyección. Los aspectos técnicos están bien logrados y la promesa de acción y escenarios salvajes, se cumple con creces. Un film aceptable, que quizás podría haber estado mucho mejor, teniendo en cuenta lo que costó... Pero que sin dudas es una interesante alternativa para la cartelera familiar ahora que los peques de la familia están de vacaciones.
En general, los críticos locales e internacionales tenemos un cariño preferencial por el cine de Hong Sang-Soo. Un típico director "festivalero" que compone sus relatos, con cierta magia particular. Le gustan las películas hechas en pocas locaciones. Prefiere que sus personajes hablen (y mucho), bebiendo o tomando en bares y restaurants. Muestra predilección por cierta inocencia en la construcción de los roles de sus protagonistas, como si siempre estuvieran en una etapa de descubrimiento personal. Y encuadra bastante fijo para mi gusto. Más de Hong Sang-Soo? Le gustan las historias de amor y... hay que reconocer que tiene un estilo propio, claro y sus historias son reconocibles. A su favor, habla de cosas que a los directores occidentales les gusta poco hablar y se permite hacer un cine que con el correr de sus entregas, muestra que hay una enorme diversidad de público para este tipo de propuestas. A mi, en lo personal, hay películas de Sang-Soo que me fascinan... y otras en las que cabecé repetidamente. "El día después" está justo a mitad de camino. No creo que sea de las mejores ("El día que él llega" -2011; "Un cuento de cine" -2005 y la tierna "En otro país" -2012 que debe ser de las pocas del director que se estrenó aquí comercialmente, son mis favoritas) pero tampoco es de las más herméticas. "El día después" presenta una trama de enredos amorosos. El director de una editorial (mujeriego, débil y poco confiable), se desayuna una mañana con la noticia de que su mujer lo acusa de infidelidad. Con una empleada recién contratada en la empresa. Pero claro, hay algunos detalles que la mujer no logra acertar en su primera charla: es cierto, el hombre la ha traicionado, pero con otra mujer. Y la misma, ya no está en la editorial. Preocupado por todo esto, ¿Qué puede hacer un personaje de Sang-Soo? Beber soju? Una cerveza? Algo así. Y hablar. Mucho. Como todo el cine de este cineasta oriental, sus acciones están orientadas a que sus personajes tomen contacto con sus problemas de maduración a la hora de llevar adelante sus relaciones amorosas. Largos planos de charla, alguna secuencia que temporalmente intenta o confundirnos o ayudarnos a armar el rompecabezas de emociones que se juegan, y el ritmo habitual de Sang-Soo que, no es para el espectador novato. Creo que este trabajo no es de los más potentes de su cine, pero sí es interesante que haya podido llegar a salas comerciales. Es una jugada osada de la gente de Zeta Films y hay que saludar esa iniciativa. Este es un cine honesto, austero, distinto pero que tiene mucho por contar. Y sí es cierto que no es lo que estamos acostumbrados a ver quienes somos más afines al mainstream. Creo en el cine arte, pero no definiría a Sang-Soo como cultor de esa escuela. Me parece que sus historias conectan con un nivel de sensibilidad al que cierto público no accede en forma natural, y eso dificulta su llegada masiva. Pero volviendo a "El día después", puede decirse que a los fans del realizador coreano, no defraudará. Al público tradicional, les digo que es una buena oportunidad para conocer su cine, en sala. La posibilidad de explorar una mirada distinta en un mundo (cinematográficamente hablando) tan estructurado, puede ser un plato exótico tentador para más de uno. Ustedes sabrán.
En general en estos años, he visto mucho cine francés sobre burgueses acomodados y la angustia que genera la falta de empleo en la Europa de estos tiempos. Las comedias románticas de esta geografía no me están atrayendo demasiado, y lo más interesante son los films disruptivos, originales, cuasi marginales, que dan una nota distinta para sorprender al espectador. "La ley de la selva" intenta ser una de esas propuestas. Realización de Antonin Peretjatko (tercer trabajo ya) que intenta aprovechar el buen momento de Vincent Macaigne (aquí Marc, en el rol de protagonista), quien se perfila como uno de los comediantes más coloridos de este último lustro en el país galo. Un guión divertido, sencillo pero plagado de gags, es el andamiaje que provee el director a su actor estrella, un libro que no parece un tratado de equilibrio: más bien, todo lo contrario! Decíamos que Macaigne es Marc, un pasante del Ministerio de Normas y Estándares (??) a quien se le encomienda llevar adelante un ambicioso proyecto para construir una pista de ski en un país... tropical. Delirante al extremo. Pero hay más, antes de irse tiene un problemita con el fisco que le complica la existencia y no le deja más alternativa que lanzarse a la aventura, con nada de preparación (quién podría tenerla en su caso?) y mucha predisposición. En tierra extranjera, dará con otra pasante de otra área, Tarzan (la simpatica Vimala Pons), con quien comenzará a relacionarse, mientras se suceden una serie de conflictos absurdos y discordantes, a tono con la propuesta general del film. Peretjatko decide jugar a fondo y organiza su relato en pequeños recorridos donde propone situaciones absurdas, algo de conexión amorosa y cierta sátira política, cuando le toca intervenir a la clase dirigente que concibió ese delirante proyecto. El guión que escribieron el director y Frédéric Ciriez quizás no sea todo lo sólido que uno pretende, pero se percibe que en el afán de innovar y ofrecer una comedia más jugada, crearon un producto que de a ratos luce desbalanceado. Esto sucede porque alternar entre las rom com y la comedia pura, no es tarea sencilla. Más cuando hay una decidida intención de brindar una mirada ácida sobre los proyectos políticos de estos tiempos. Esta elección, quita un poco de brillo al desarrollo de la comedia. Pero sin dudas, "La ley de la jungla" es una bocanada de aire fresco dentro del universo de la nueva comedia francesa. Desde esa perspectiva, es una película para que la pasen muy bien, especialmente si van predispuestos a sala.
El sur argentino no es para hombres débiles. La constitución natural frente a lo agreste del terreno define. Ese es el escenario que propone Francisco Paparella para su ópera prima: "Zanjas", realización patagónica de gran recorrido festivalero desde su estreno en Londres allá por 2015 (estuvo en Corea, India, Vancouver, México, etc) que llega a la pantalla del Gaumont a partir de este jueves. Paparella será anfitrión de un relato duro, inspirado en algunos trazos temáticos sobre la novela "2666" del chileno Roberto Bolaño. En aquella joya de la literatura (2005), hay un capítulo (el cuarto) dedicado a los asesinatos de mujeres en una ciudad que resuena mucho a Juarez (México), donde la vida de las féminas, vale, nada. Dentro de esa línea y buscando el apoyo de un impactante escenario natural, el director nos presenta la historia de un hombre basdtante particular. Zamora (Diego Alonso), perfil de un sujeto silencioso pero inquieto, que busca redención en un paraje helado y en una comunidad cerrada, donde ser hombre es ser ciudadano de primera clase. La patagonia argentina se abre para albergar esta historia en la cual Zamora, llega a un poblado local para trabajar, sin mayores pretenciones, que la de hacer lo que debe hacer para enterrar un secreto que lo atormenta. Dentro de ese universo eminentemente masculino, nuestro protagonista será testigo de una complicada situación en el lugar: alguien está matando mujeres y las entierra en zanjas. Tenemos aquí un recorrido sobre la vida de un hombre en crisis. Diego Alonso provee una actuación convincente, rodeado de gente que no ha tenido experiencia actoral previa. Los impactantes escenarios naturales configuran un marco transparente para el tránsito de los sacrificados personajes. Diálogos simples, escuetos, miradas perdidas, frío. "Zanjas" es un producto hecho con muchísimo esfuerzo. Sabemos que Paparella trabajó con bajísimas temperaturas en el rodaje y que las condiciones en las que filmó, lo definen como un cineasta arriesgado que quiere contar historias, cercanas en espíritu a su hogar. El problema con el relato es que tiende de a ratos a parecer sin fuerza en los diálogos. Entiendo que estos hombres son de poco hablar, pero para que una trama se construya a los ojos del espectador, debe haber algo más que algunos intercambios cortos y de temas banales. Más allá de que se oculten algunas cosas, lo cierto es que no alcanza con los simbolismos presentados (el río, el puente, la montaña) para justificar los derroteros de los personajes. Alonso juega al pie de la letra su rol, pero me cuesta sostener la intensidad como público, luego de los primeros minutos. "Zanjas" es un film que parte de preceptos nobles, construído con mucho esfuerzo personal, pero que no deja el impacto esperado en la audiencia. Muy bien en la fotografía pero desparejo e irregular en cuanto a la progresión de la historia que cuenta. Más allá de eso , es alentador que haya cineastas que intenten trascender desde las historias que los atraviesan en su medio.
Fern Basile nos trae un nuevo trabajo dentro del cine independiente local, una reversión de un clásico griego, en tono local, arraigado en un ambiente suburbano, reconocible para quienes transitamos el Gran Buenos Aires. No deja de ser una sorpresa interesante, y cuando promedia el metraje, entendemos mucho de la mirada del cineasta y sus razones para mostrar la actualidad del conflicto que presenta. Digamos que el intento de hacer un crossover de ese pilar de la literatura universal (al que no es bueno develar porque anticiparía los eventos del film) y corporizarlo con un pibe del barrio, pobre y cuasi marginal, es una apuesta llamativa. Y debo decirles que funciona. Más allá de la economía de recursos con la que cuenta Basile, su mayor mérito (junto al de su protagonista, con quien trabajaron el guión, Juan Aparicio) es traer a un ambiente conocido, a un sector social que no se siente reflejado a veces es tramas que hemos visto y leído miles de veces. Las tragedias griegas parecen lejanas para la vida moderna, pero la naturaleza intrínseca de sus conflictos, están subyacentes en la cotidianeidad, disfrazadas quizás, pero latentes. Aquí tenemos la historia de un chico de barrio, con cierta personalidad inestable, que abriendo el film, luego de una discusión, mata a golpes a un hombre en una situación que pocos parroquianos ven. Asustado por su accionar, huye de su hogar, y se instala, relativamente cerca, en una pensión donde dará con una mujer mayor que él, hermana de un oficial de policía, que rápidamente le dará cobijo y con la cual iniciarán una relación amorosa... Rex (Aparicio) es un pibe simple. Emocional. Directo. Y su manera de recorrer los caminos de su existencia son intensos pero claros. No hay dobles discursos. Su pareja, en tanto, lidia con un dolor previo que tomará vuelo hacia el climax del film, donde los hechos se precipitarán acorde a la profundidad del conflicto evidenciado. Desde el punto de vista técnico, creo que la precariedad de recursos materiales, priva a la historia de tener mayor impacto. Los desplazamientos de la cámara y algunos encuadres pueden ser discutibles (seguir al protagonista desde atrás o dejarla fija mucho tiempo incomoda al espectador), y le resta brillo a la idea principal, que es recrear desde la problemática de un chico del conurbano, un problema que se ha venido repitiendo (parece) a lo largo de la historia. También me hubiese gustado un desarrollo más sutil en la progresión del climax, con mayor grado de información pero... son elecciones y creo que Basile transmite su idea con conceptos claros y promueve interpretaciones cercanas. Hay intensidad y se percibe un calibre que, de haberse contado con mayores medios, seguramente sería un producto de mayor peso en la cartelera.
Se ha escrito bastante sobre las primeras entregas de "Jeepers Creepers" que trajera Victor Salva hace ya unos años. Fueron un modesto hit del género, en el cual siempre se remarcó su inusual capacidad para asustar con ingenio, sin demasiado despliegue de recursos materiales. En pocas palabras, Salva logró hacer un producto interesante, con pocos medios. Luego de mucha discusión sobre cómo seguir, luego del capítulo 2, al parecer Johanthan Breck (el actor que juega el personaje principal), venía contando que le habían ofrecido hacer una serie sobre el personaje, de nombre "Cathedral" y que sería de gran impacto para los fans, de volverse una realidad. También circularon por la redes sociales, algo de esos nudos argumentales. Sin embargo, nada de eso se dio (aún) y sí Salva decidió reactivar la franquicia con una película más lineal, de corte más fastuoso, y con el mismo escaso presupuesto. O sea, una jugada arriesgada. ¿El resultado? Difícil de definir. A mi, en lo personal, me gusta que los films de terror juegen más con la sugestión que con la presencia definida. Esa cosa física va perdiendo fuerza a medida que se avanza en la historia. En cambio, con pocas y precisas apariciones, atendiendo a una atmósfera potente y inquietante, podés hacer mucho. No sucede aquí. Salva intenta con "Jeepers Creepers 3", sacar a su monstruo del clóset y ponerlo en un espacio rural amplio, a seguir su derrotero sangriento. Y eso es arriesgado porque a la luz del día, las chances de que la cinta genere ese clima, se diluyen inexorablemente. Los eventos aquí suceden casi inmediatamente de los del primer film. Esta entrega parece estar en el medio de las dos anteriores, temporalmente. Recuerden que cada 23 años, este monstruo alado regresa para hacer una masacre de proporciones, en pos de satisfacer vaya a saber uno que designio sangriento. La protagonista es Addie (Gabrielle Haugh) quien vive con su abuela (la legendaria Meg Foster, estrella de los films "B" de los 80) en una granja que se va a pique. La cuestión es que ella comienza a ver algo raro en las cercanías de su hogar (y trae, además una muerte en la familia conectada con el asesino). Al poco tiempo de estas apariciones y alguna escaramuza macabra, veremos como el pueblo se organiza en una fuerza paramilitar para buscarlo y exterminarlo. No queda muy claro como se organizan (¿nadie interviene del gobierno para ponerles límites?) pero eso no parece importar demasiado. El grupo está armado y... veremos que el mostruo también. Quiero decir, tiene hasta su móvil. Lo cual lo pone en otra perspectiva. Intuyo que algo hay más grande de lo que puede verse. La cinta es previsible, ruidosa y de a ratos, intrigante. Sobre todo porque las cuestiones temporales no parecen claras. Y acorde la caza del killer se hace más intensa, vemos como oportunidades valiosas de construcción de personaje (incluso mirando al futuro), se dejan pasar en pos de algún espectáculo visual crudo y básico. Sorprende la dirección que ha tomado la franquicia pero... quizás en el fondo esto sea para lanzar una serie próximamente y se necesitaba tener algo más fresco presente para volver a invocar al demoníaco personaje. De todas maneras, me parece que hay más carencias que aciertos y se ha perdido lo potente de las entregas anteriores: aquí no hay algo sutil, sino estruendoso y por momentos, fuera de control. No es mi idea de cómo podría encauzarse una saga de bajo presupuesto. Pero claro, puedo estar equivocado...
Había escuchado del revuelo de opiniones que se dieron en el último #BAFICI sobre "Quizás hoy" (participó en la Competencia Argentina) y tenía mucho curiosidad por ver que ofrecía tan controversial, o distinto, la ópera prima de Sergio Corach. El hombre escribe, produce y dirige un film absolutamente autogestionado, sin apoyo oficial y debo decirles que el resultado es alentador. Se anima a rodar en blanco y negro y plantear una cinta transgresora. "Quizás hoy" puede ser definida como una comédia neurótica sobre un joven que está insatisfecho en la vida y tiene su autoestima, baja y con pronóstico reservado. En ese devenir de las cosas, Miguel (Corach), un tipo particular, que vive solo y tiene evidentes problemas de vinculación con su realidad, irá desarrollando un día de su vida, en el que las cosas que él pensaba que seguirían innamovible, tienen un leve cambio que modifica su rutina. Lo cierto es que Miguel tiene inquietudes con respecto a su inserción social. Hay una demanda amorosa insatisfecha, mucha frustración por lo que no tiene a nivel material y encima, tiene aspiraciones artísticas y llevarlas a cabo con ese marco, suena titánico. Y lo es. El protagonista de esta historia va narando desde su cabeza (al estilo de "Vaquero", de Juan Minujín, ¿se acuerdan?) todo lo que le pasa en relación a su visión de cómo es el mundo y cómo se ve él mismo. El contexto es bastante disruptivo pero gracioso. Si bien al principio la cinta te descoloca, si estás predispuesto a dejarte llevar, se vuelve un film agradable, donde claramente se ve que Sergio Corach sabe transmitir con humor, lo que pasa dentro de una mente humana inquieta y en conflicto. Hay escenas muy bien logradas, (los créditos de inicio son desopilantes) y una estructura que invita a la sonrisa inteligente, la mayor parte del tiempo. En el debe, hay quizás transiciones un poco lentas que hacen contraste a veces con el diálogo furioso y continuo de Miguel y eso provoca que la acción se ralentice y desconcierte al espectador. Asumo o me explico que esto se produce por la naturaleza indie de la propuesta, más que por el ritmo del guión. Creo además que "Quizás hoy" es un gran ejemplo de lo que puede hacerse con empeño y talento. No está totalmente lograda, no es redonda, pero ofrece genuinamente entretenimiento innovador. Eso me parece una gran bocana de aire fresco para el cine nacional. Queremos más (y mejor) de Sergio Corach, para mí, de las revelaciones locales del 2017.