Más animación familiar, esta vez con un sello muy particular. Las orientales Mandoo Pictures y Huayi Brothers se unieron para una realización basada en la novela gráfica china, "Tibetan Rock Dog" del artista Zheng Jun. Ellos ponían la logística y los americanos, el desarrollo de animación (Reel FX, los que hicieron "The book of life"). Los contactos de las compañías hicieron que en la versión internacionnal las voces sean de consagrados en Hollywood tales como Luke Wilson, Eddie Izzard, J.K. Simmons, Matt Dillon y Sam Elliot, con la intención de una mejor distribución a nivel global. Suena loco, y verán, que si bien la historia está situada en China, hay mucho texto en inglés en los carteles de cada ambiente. Más allá de eso, es otro intento (como los sudafricanos de Triggerfish, por ejemplo de la que han llegado muchas cintas a nuestras tierras como "Khumba" y "Zambezia") de terciar en un mercado que mueve mucho dinero año tras año. Las majors hollywoodenses cuestan entre 60 y 120 millones de dólares. Pero recaudan entre tres y seis veces su presupuesto inicial. Es un mercado tentador para nuevos jugadores. La pregunta siempre termina en el mismo lugar: ¿se puede competir desde la calidad del producto con menos dinero? La respuesta hoy es poco alentadora. Por algo las grandes compañías de animación invierten lo que invierten. Hay muchos detalles para enfrentar una producción de este estilo y nada puede ser dejado al azar. Ni las texturas, ni la banda de sonido, ni el argumento (que debe incluir muchos guiños a los adultos que acompañan en sala) deben tener falencias porque el recorrido comercial del proyecto, se derrumba inexorablemente. Pero venimos a hablar de "Rock dog". Ya saben, los productores querían alguien con experiencia y les recomendaron a Ash Brannon, ex-director de Toy Story 2. La cosa es que este ensamble de capitales orientales con gente de la industria occidental es un experimento que habrá que replantearse. Quizás la unidad de criterios en este tipo de films atente contra el resultado final. Algo así siento que pasó con "Rock dog". Esta es la historia de un perro llamado Bodi, un mastín tibetano (jugado por Wilson en la versión en inglés), que se encarga de cuidar una población de ovejitas de los lobitos malos. No es un trabajo muy divertido... pero es. Digo, en esa zona no parece haber demasiadas ofertas laborales. Bien, la cosa es que la vida es muy aburrida allí (o no, que se yo) hasta que una radio cae del cielo y todo cambia. El pibe se obsesiona con una estrella del rock y se manda a la gran ciudad a conocerlo y volverse un rock star. Allí dará con su nuevo ídolo y verán la manera de abordar sus diferencias musicales y filosóficas. Porque ya saben, la música y el ritmo, se llevan en el corazón. La cinta tiene algunos puntos que suman y otros en los que no termina de hacer pie. La banda sonora es divertida, los gags físicos están bien logrados y el clima en la ciudad (si bien emula lejanamente a "Zootopia"), funciona. En el debe, las texturas no me gustaron, el guión me pareció demasiado esquemático y esperaba algo más rocker y menos tradicional. Ya la historia a priori era loca, ¿o alguien se imagina un mastín tibetano tocando rock? Pero no. El film es convencional y correcto, y el público menudo reacciona con algo de simpatía y algunas risas. Entretiene, pero le falta fuerza para jugar en las grandes ligas. No basta con traer buenos jugadores, decía mi papá, además, hay que saber hacerlos jugar en equipo. Ese consejo fue para los productores muchachos. Y no se los cobro.
Cuando "The Lego movie" la rompió en la taquilla allá por 2014 (en su primer fin de semana en USA recuperó íntegramente su inversión), todos vimos lo que se venía: una exploración de este universo a la luz de tan auspiciosos resultados. Llega hoy entonces la primera de esta franquicia nueva, con la clara impronta de Chris McKay, a quien todos asociamos con la legendaria serie televisiva "Robot Chicken". "The LEGO Batman" es una historia a su medida. Mucho humor multinivel (para todos los públicos), gags que viajan más rápido que el Batimóvil en un día de poco tráfico en Ciudad Gótica y mucha incorrección política. Este Batman (jugado por Will Arnett en la versión original) es todo lo divertido y sutil que hubiesemos esperado apriori. Se muestra egocéntrico, sagaz, poco convencional y ama el peligro. Pero en el fondo, todos sabemos que es un niño perdido, buscando una nueva familia. Ese es el punto central de la narrativa que trae a nuestro encapotado. Combatir el crimen es una tarea muy solitaria y ejercerla, a Bruce Wayne le cuesta desde el primer momento. Si bien su relación con Alfred es satisfactoria, lo cierto es que la coraza interior que tiene nuestro protagonista, no es fácil de remover. McKay quiere mostrar que a pesar de que los aspectos técnicos te maravillen de a ratos (gran fotografía y animación de altísima calidad), lo que a él le importa es contarte una historia familiar, y divertirte y emocionarte con ella. Por eso bucea en las emociones de Batman y logra acercarse al espíritu del cómic que lo inspiró. No parece fácil cuando lo pensamos en término de piezas de Lego. Por eso, hay que reconocerle su capacidad de búsqueda y la manera en que describe el pequeño mundo de relaciones entre alguien turbado y noble, y el entorno que quiere ser parte de la aventura del trabajo colaborativo. Y funciona. Porque si bien podemos decir que su universo es colorido (aunque limitante para el trabajo con las emociones), la trama ofrece situaciones de mucho humor, resueltas con acierto y un dejo de ternura. Los nuevos integrantes de la banda, Batichica (la hija del comisionado Gordon, jugada por Rosario Dawson) y el joven maravilla (nada menos que Michael Cera, ideal para este tipo de rol) se unirán a Alfred (Ralph Fiennes, pueden creerlo?) para combatir nada menos que al Joker, simpática actuación vocal de Zach Galifianakis en escenarios de difícil imaginación. Yo ni siquiera era bueno con el Rasti y Mis Ladrillos, así que me abrumaron en pantalla! Si, hay más villanos. Y hay más héroes y sorpresas. Pero sólo puedo decirles que las premisas de entretenimiento están cumplidas con creces. "Batman Lego" es una súper aventura. No creí que la multiplicidad de guionistas (son cinco, nada menos) pudieran ensamblar una cinta y hacerla tan divertida de principio a fin. Pero lo hicieron y muy bien. Para todas las edades y ya esperando el devenir de la franquicia... quién será el próximo héroe a parodiar? PD: la próxima entrega es "The Lego Ninjago Movie" para setiembre en USA y el protagonista tiene la voz de ... Jackie Chan.
Era hora de que hubiera una buena comedia semi local (digamos, del Mercosur, por el hecho de ser una coproducción?) en la cual no se intentara reproducir los modismos de las grandes blockbusters americanas, y se apelara a un humor más territorial y efectivo. "Decime que se siente" es una cinta que se ubica en esa franja de tìtulos simpáticos que son necesarios para que el espectador disfrute, sin más pretenciones que pasar un rato divertido. La ópera prima de Fernando Fraiha acierta desde el principio. Parte de un conflicto regional conocido por todos (las heridas abiertas del mundial pasado siguen abiertas no?), en el cual el fútbol tiene mucho que ver. Sin embargo, aquí la cosa se potencia porque uno de los protagonistas es engañado por su novia con un argentino y busca venganza, no sólo por ese hecho, sino por lo sucedido con la redonda hace dos años en Brasil. Felipe Rocha (Caco) y Daniel Furlan (Vadão) son dos comediantes cercanos y muy gestuales. El guión los pone siempre en situaciones donde deben resolver con su capacidad interpretativa y lo logran, en la mayor parte de las situaciones centrales del film. Acierto de primera. Una vez que el primer dolor de la traición se sintió, la dupla de amigos intentará venir a Argentina por tierra para vengar el orgullo herido brazuca por tanto dolor. Claro, esta road movie se resolverá siempre desde el paso de comedia liviana y de situación, con éxito. Hay apuntes culturales ricos sobre las diferencias entre ambas nacionalidades y si bien, narrativamente hay momentos donde la realización se queda sin nafta, siempre el carisma de los protagonistas logra encontrar un surtidor donde llenar el tanque para seguir la aventura. Muy buena, y sobre todo, divertida y dinàmica. Sorprende e invita desde el primer momento. Recomendada
Esta franquicia nació allá por el año 2002 e impulsó la carrera de Vin Diesel en su momento. Su primera entrega hizo buenos números pero el intérprete de "Fast & Furious" se negó a formar parte del line-up de la segunda y la estrella fue (por así decirlo) Ice Cube. Ahí el box office fue flojo y la saga se desestimó durante unos años. Pero así como varios actores del género acción buscan generar sus negocios bajo este modelo (avennturas de un mismo personaje, estilo blockbuster mundial) en este tiempo (y miren sino el caso de Keanu Reeves con "John Wick" sin ir más lejos), Diesel decidió invertir tiempo y dinero en recargar este "XXX". Pero para que el negocio saliera bien, eligió armar un seleccionado internacional que le permitiera ingresar en Asia y otras geografías de manera rápida y directa. Hay en este cast, una estrella de Bollywood y dos leyendas de las artes marciales orientales, sumados a otros nombres consagrados de la industria (que vienen del mundo de las series) que dan chapa para sostener al film a nivel global con cierta expectativa. Esto sucede porque los productores fueron conscientes de que el tono que el viejo Vin le quiso dar a la cinta, resiste poco análisis objetivo. Este retorno de "Triple X" es una especie de híbrido entre los X-Extreme Games de ESPN, las secuencias automovílisticas de "Rápido y furioso", las luchas cuerpo a cuerpo del cine de acción clásico de yakuzas y las acrobacias de los hongkoneses para mostrar que en el suyo, saben y mucho. Casi sin guión, con una estructura narrativa endeble, Xander (Diesel) tracciona su film en base a su carisma (que tampoco es demasiado) y al terrrible elenco que tiene. DJ Caruso, un director al que no le sobra demasiado, se hace cargo de guiar a los muchachos a escenarios divertidos, donde pueden jugar con motos, skates, paracaídas y armas de fuego a granel. ¿Hay una excusa temática? Sí! Digamos que Gibbons (Samuel L.Jackson), inicia la peli intentando reclutar para su grupo a Neymar Jr (??). Sí, hay que vender en Brasil. Anotalo. En ese diálogo (que te va perfilando el tono del film), ya vamos viendo que algo va a caer del cielo y no es precisamente bendiciones. Un satélite se desploma sobre el lugar donde se da la charla y nuestro responsable del programa, da las hurras para abrir paso a Jane (Toni Colette), oficial de alto rango de la NSA (National Security Agency) quien investiga sobre el caso. En una reunión con altos directivos, informa que hay un dispositivo capaz de hacer caer los satélites que rodean a la tierra como piedras sobre cualquier destino, cosa que inquieta. Mucho más, cuando vemos que un súper equipo de ladrones se apoderan de dicha caja para hacer de las suyas. Lo cierto es que ante la situación de desconcierto, en la NSA piensan en Xander como solución para sus problemas. La idea es reactivarlo y que encuentre a los malos, vengue a su amigo y restituya la paz mundial. O algo así. Y Xander...bueno... ya saben. Mujeres, baile, velocidad, diálogos poco cuidados y Reggaeton, o algo así. Eso es. Una vez que el se entera que Gibbons está muerto, decide armar un equipo y acompañar la misión de Jane, porque se ve que no hay demasiado divertido más que arreglar el servicio de cable del pueblito donde vive (de fiesta en fiesta, por cierto). El equipo se ensambla, hay grosos...Donnie Yen (Ip Man, Star Wars: Rogue One), Tony Jaa (Ong Bak de la 1 a la 3 + Fast & Furious 7, por supuesto), Deepika Padukone (se necesita una estrella hindú para vender ese mercado), el ascendente chino-candiense Kris Wu, la australiana Ruby Rose (de Orange is the New Black), y el escocés Rory McCann de Games of Thrones, entre otros. Una selección. Xander más resto del mundo versus los malos, en otras palabras. La peli no resiste demasiado análisis. Su historia es bastante endeble y pone todo el acento en el impacto visual, ofrece fiesta y chicas, música estridente y acción extrema. Balas y algunas buenas coreografías de luchas individuales y grupales. Sus persecusiones son espectaculares y cumple en ofrecer lo que vende. Eso si, la primera parte es bastante incómoda si sos un espectador serio. Nada es en serio y eso desconcierta. No te va a romper la cabeza, pero la última hora se deja ver con gusto y tiene dentro de su género, el valor que le da tanta inversión en romper cosas y golpear cuerpos. Si sos fan de Diesel o te va este tipo de películas, probablemente hasta te guste.
Tenía mucha expectativa por el nuevo trabajo de Milagros Mumenthaler, amé "Abrir puertas y ventanas" (2011) ganadora en Locarno y sabía del enorme trabajo de producción detrás de "La idea de un lago", ya presentada en Mar del Plata y San Sebastián, entre varios festivales prestigiosos. El elemento interesante de esta realizadora es encontrar el equilibrio entre el retrato intimista y la narrativa familiar de manera de generar universos sutiles donde sus personajes resuelven cuestiones delicadas y movilizantes, desde un ritmo propio alejado de las estridencias. "La idea de un lago", está basada en forma libre en "Pozo de Agua" de Guadalupe Gaona. La historia es la de una mujer llamada Inés (Carla Crespo), fotógrafa de profesión, en un momento crucial de su vida: está embarazada, esperando su primer hijo, en crisis con el padre del mismo y con un libro de fotografías y texto listo para salir a publicación. Pero Inés además, tiene una ausencia que evoca en esta coyuntura: la de su padre, desaparecido durante la luctuosa dictadura militar que tuvo lugar del 76 al 82. Mumenthaler busca conectar angustias, ansiedades y recuerdos, de forma pausada e intuitiva. Su Inés transita por paisajes hermosos (gran trabajo de la fotografía), vive su momento de zozobra emocional, siempre con tono medido y reflexivo. La memoria aparece para hacer su juego y trae a su padre y a momentos donde todo era armonía, a la distancia. Se funden esas sensaciones de manera de evidenciar la construcción dolorosa de este presente que Inés vive. Esa estructura de secuencias que conectan con la ausencia, las formas y gestos que el personaje principal propone, son ya marca registrada dentro del repertorio de esta cineasta. No hay un pasaje donde todo lo que sucede tenga nombre, o entidad de muerte, pero esa percepción, atraviesa el film de principio a fin. Creada como cuadro de evocación y presencia, "La idea de un lago" es claramente, una realización que apreciarán quienes aman en cine indie local y las películas en las que la emoción está contenida y el tiempo cinematográfico deviene, sin prisa ni apuro.
Cuando uno piensa en el término que define esta cinta, encuentra rápidamente una explicación correcta sin necesidad de relacionarla con la acepción musical: el interludio es un tiempo entre fase y fase, de presunta inactividad pero donde muchas cosas suceden, sin ser estridentes ni visibles. Pero están. Esa sería la definición más adecuada para la ópera prima de Nadia Benedicto, la construcción de una historia donde lo central, es transcional. La trama nos presennta a Sofía (Leticia Mazur) , una mujer sola con dos hijas que decide hacer un corte e el proceso que vive y partir a una playa fuera de temporada (fue rodada en la Lucila del Mar). Allí, vivirán algunos días de descanso y reflexión, que las harán crecer como familia. El universo discursivo es el de una separación dolorosa (el de la mamá), en sintonía con la curiosidad y el despertar sexual de la hija mayor (una adolescente) y las travesuras que puede desplegar la más chiquita. No hay demasiado misterio en esta historia simple, de silencios y mar que Benedicto utiliza como vehículo para mostrar algunas de las ideas que la atraviesan en este tiempo.cción de actores es correcta y el trabajo de Mazur es destacado, en un escenario desprovisto de emociones fuertes, mediado por algunos anécdotas pequeñas y cierta tendencia a la evasión de lo que expresar lo que subyace y tiene fuerza, pero que debe permanecer oculto en la dinámica familiar. Correcta y simple, "Interludio" es otra de las alternativas con los que el indie nacional se renueva en esta semana.
Si no conocen a Xavier Dolan, es el canadiense más famoso en el show business, después de Michael Bubble. Carismático, controversial, joven y con una fuerza creadora capaz de generar un universo propio. Se hizo famoso por haber "enamorado" a la gente de la organización de Cannes (sorry x decirlo así) donde compitió con varios trabajos y obtuvo muchos premios, siendo el más importante (tieen que verlo), "Mommy", casi casi, una obra maestra. "Just la fin du monde..." justamente ganó en esa localidad francesa en 2016 el Gran Premio del Jurado y también el Ecuménico de dicha competencia. Dolan es amado incondiconalmente por un sector de la crítica y resistido en igual proporción por los periodistas tradicionales. ¿Qué opinión tengo yo de él como cineasta? Es muy joven para la industria y sí, es talentoso. Creo que la palabra "irreverente" es la que mejor le queda. Sabe de climas y de transgresión. No vacila, va al cuello del espectador. No lo deja un segundo en paz en su butaca. Dinamita y exaspera. ¿Es un gran director? Sí, sin dudas. Sin embargo, este trabajo que hoy se presenta en las carteleras porteñas no es de los más inspirados ni de los más jugados. Es en realidad, una adaptación de una obra de teatro de un escritor francés, Jean Luc Lagarce, quien falleció de SIDA hacia 1995 (el texto original fue publicado en 1990). La trama presenta un escenario cerrado, claustrofóbico, y cuatro personajes que son familia, reencontrándose después de 12 años con Louis (Gaspard Ulliel) quien regresa a verlos (él dejó el hogar y se convirtió en un literato exitoso) en lo que sería una despedida virtual no dicha. Al parecer, quien retorna trae una noticia para la familia que dejó hace más de una década (ellos siguen viviendo en un entorno rural) pero lo que aparenta ser un cisma, su regreso, es ya bastante conflictivo para lo que el resto puede manejar. Porque claramente Dolan, ya consagrado y niño mimado del medio, ha conseguido un elenco soñado para la actualidad francesa: Marion Cotillard, Vincent Cassel, Lea Seydoux y Nathalie Baye... un auténtico dream team. Como se imaginarán, todos está aquí dispuestos a ponerle sangre a la historia de este reencuentro y lo harán en tono agresivo, visceral y demasiado estridente. Todos son actores de lujo. Pero aquí, la modalidad de interacción entre ellos, reduce sus matices de composición y estos sólo aparecen cuando cada uno de ellos dialoga individualmente con Louis (Ulliel), el verdadero eje de la cuestión. Dolan le pone energía, desmedida, a un relato extraño porque el corazón de la historia en muy noventoso. El texto original trae toda esta cuestión relacionada con la incomprensión frente al SIDA y la aceptación por parte de las familias tradicionales, de la homosexualidad. Está y el canadiense elige apoyarse en esa línea para explorar una familia, claramente disfuncional. El problema es que no todo funciona de manera aceitada. Esta es una cinta espasmódica, de tono alto, que empuja al espectador en todo momento de su butaca, no con las mejores armas. Hay estridencias de todo tipo (Cassel se lleva las palmas en este aspecto), pero no alcanza los niveles de complejidad compositiva al que este director nos tiene acostumbrados. Dicho en pocas palabras, está por debajo de sus grandes trabajos. Pero ofrece una conjunción de actores comprometidos y una trama familiar que merece verse, aunque parezca un recorrido trillado y sin demasiadas sorpresas. Quizás un poco sobrevalorada, "Es sólo el fin del mundo" es una buena propuesta dramática con intérpretes de sobrada categoría. Claro, no llega a las alturas narrativas y de fuste que su director habitualmente produce. A tener en cuenta.
Dentro de las generalidades de la ley, las adaptaciones del mundo de los videojuegos a la pantalla grande no han sido demasiado exitosas. Hay sí una franquicia que ha sobrevivido a la experiencia ("Resident Evil") y no mucho más. En esta oportunidad, Ubisoft lleva al cine al juego ícono de la compañía (que incluso posee una serie literaria sobre el tema) con relativa suerte, al menos desde la intención y algunos logros que merecen destacarse sobre el resto de los intentos anteriores de otros juegos que no tuvieron demasiado éxito ("Warcraft", "Hitman", "Silent Hill", "Need for Speed", sin ir más lejos). Lo primero que hay que decir es que Michael Fassbender se involucró mucho en la película. No sólo desde lo actoral, donde protagonizó la mayor parte de las peleas cuerpo a cuerpo, sino que produjo y hasta editó segmentos del film, merced a su buena relación con el australiano Justin Kurzel, director de la cinta. Este protagonismo le da fibra y consistencia a "Assassin's Creed" y logra que a pesar de los desniveles narrativos y ciertos vacilaciones en el guión, la película se ofrezca como un aceptable entretenimiento visual. La historia no sigue linealmente a ninguna de las entregas de los videojuegos, y plantea el conflicto eterno entre los Templarios y el credo de los Asesinos. Desde esta visión, los primeros bregan por el control de las masas y su subordinación y los segundos, por el libre albedrio. Esta lucha ha sido una constante a lo largo del tiempo y ámbos bandos son enemigos a muerte, siendo los templarios quienes detentan el mayor poder logístico de la contienda. Cal Lynch (Fassbender) es un asesino condenado que muere por inyección letal en las primeras tomas. Su pasado lo liga al credo (es descendiente directo de un asesino de gran importancia en la historia, Aguilar) y cuando despierta se encuentra atado enuna camilla, en un cuarto junto a Sofía (Marilion Cotillard), responsable de un proyecto novedoso que podría cambiar el destino de la humanidad. La ciencia busca respuestas y ha dado con él, Cal ahora le pertenece a una corporación privada cuyos fines es descubrir la manera de pacificar los excesos del hombre "y encontrar la paz". Para ello, buscan un artefacto ("La manzana del Edén"), que tiene el ADN del libre albedrío y podría significar el control del mundo, en manos expertas. La funcdación está dirigida por el Doctor Rikkin (Jeremy Irons) quien es un importante caballero Templario. Una vez que Cal accede a entender algo de este proceso, es enviado, en sucesivas misiones, por medio del Animus, a la España del siglo XV en la piel de su antecesor, a buscar la preciada manzana, cuyo paradero se ha perdido en la noche de los siglos. Este dispositivo es buscado también por la inquisición española con firmeza, lo cual invita a las intensas batallas que el film ofrece. Los debates sobre el tratamiento moral acerca de cómo se controla la humanidad, están presentes a lo largo de la cinta. También hay secuencias donde lejos de la lucha, se juegan temas que parecen ofrecer aristas más existenciales, aunque no todas están bien logradas. Para reforzar la apuesta, el cast ofrece momentos interesates con dos grandes actores en secundarios estratégicos, Bredan Gleeson, Michael Kenneth Williams y Charlotte Rampling, todos correctos en sus participaciones. "Assassin's creed" intenta en todo momento ir más allá de lo que ya su público potencial conoce del conflcto. Dibuja una traza moral y juega a intentar que tomemos partido, desde la decisión y el oficio actoral que destila el elenco, sólido y confiable. A eso hay que sumarle una gran espectacularidad en las escenas de combate (la del escape de la quema en la plaza de Aguilar y su compañera es fantástica), y una coordinación de stunts notables. No hay demasiada CGI y sí mucho trabajo de acrobacias, lo que le da a la película, aquello que la gente va a buscar a sala. A otro nivel, Fassbender y su director intentan todo el tiempo que los personajes se consuman en su fuego interno, cuestión que no logran dada la manera en que secuencian la edición. A cada misión, hay momentos de debate y reflexión, proceso que interrumpe la buscada progresión dramática y terminan justo a mitad de camino entre un producto bien hecho y una obra personal descollante. Más allá de eso, la cinta es un válido intento de ampliar el universo de una franquicia. Podrá tener sus lados débiles (el entrelazamiento con la historia pura en esa España convulsionada, la manera en que el Animus funciona, la poca participación de secundarios), pero estoy seguro que el esfuerzo de hacer algo diferente a lo tradicional en el género, valió la pena. Suma.
Y llegó finalmente a salas porteñas la película más taquillera coreana de los últimos tiempos. Más de 10 millones de espectadores en poco tiempo y una presentación increíble en Cannes, han sido las cartas con las que Yeon Sang-Ho, se ha presentado en sociedad al mundo. Hasta hace un tiempo, este cineasta era reconocido en su tierra por hacer películas de animación. Sin embargo, luego de haber pensado "Seoul Station", que hablaba del tema y también fue reconocida internacionalmente, Sang-Ho decidió que había llegado el momento de rodar con actores y abrir una nueva etapa en su carrera. Generó un hit tremendo en su país y por lejos, propuso la mejor película de zombies de los últimos cincos años en toda la industria. ¿Qué tiene de nuevo "Train to Busan" para haber producido tanto ruido y adicción en distintas partes del globo? Para empezar, es una blockbuster con todas las de la ley. No hay espacio para la duda y el conflicto se presenta y estalla sin demora, acelerando el pulso de los espectadores. La velocidad de los zombies es tres veces la de los caminantes de The Walking Dead. Son mucho más peligrosos y se siente en cada escena. En segundo lugar, tiene una historia y no se aparta de la misma. Deja de lado las sutilezas y describe como un padre lucha por cuidar a su hija y a sus semejantes a cualquier precio. Presenta un escenario humano, donde la lucha por la supervivencia está por encima de todo y muestra crudamente, como las mezquindades complican las estrategias grupales a la hora de enfrentar la tragedia. La peli arranca con Seok-woo (Yoo Gong) y su hija abordando el KTX, un súper tren modernoso que los llevará de Seúl a Busan. Al parecer nada extraño sucede, aunque con el correr de los minutos, empezamos a ver como algo sucede con el personal de la estación y la epidemia zombie comienza a tomar forma amenazando la seguridad de los pasajeros. Rápidamente la infección aumenta y quienes van en el tren tienen como meta sostener su destino, con la seguridad de que hay personal militar dispuesto a ayudarlos en Busán. Claro, hay más de 400 km de distancia y cada parada puede ser la última... Además, dentro de los vagones, también hay infectados. Y en esa vuelta, hay un grupo dispuesto a sacrificar a otros humanos, para asegurar no correr riesgos. Seok-woo se verá en una situación complicada cuando decida no dejar a nadie atrás y tenga que luchar en cada vagón para seguir unido a su hija y los eventuales compañeros de tren. "Train to busan" tiene todo lo que se le puede pedir a este tipo de cine. Hay secuencias potentes, giros dramáticos, heroísmo, lucha cuerpo a cuerpo y novedosas formas de confrontar con zombies. Pero muestra siempre el conflicto entre quienes tienen que decidir que camino tomar. Es lacerante y generosa en los escenarios y no deja a nadie sin su cuota de adrenalina.
Después de dos cintas prometedoras ("The imitation game" y la anterior "Headhunters"), el noruego Morten Tyldum llega al espacio exterior con un presupuesto mayor a los que habitualmente maneja. Y no sólo eso, sino que además consiguió para el relato que presenta, a dos de los actores más taquilleros del momento : Jennifer Lawrence y Chris Pratt. Con estos elementos y un guión del siempre eficiente Jon Spaihts ("Prometheus" y "Doctor Strange"), "Passengers" ofrecía a priori todos los elementos para posicionarse dentro de la primera línea del género sci fi de estos tiempos, codo a codo con "The Martian" y "Gravity". Pero no. Y es bueno decirlo porque la primera dificultad que uno aprecia cuando termina la proyección es no tener claro cuál es la premisa más importante, si la cuestión del viaje en una nave hacia un nuevo planeta (con todo lo que eso implica) o el romance que todos esperamos y vemos entre dos atractivos perfiles como Lawrence y Pratt. Todo comienza para Jim (Pratt) cuando despierta antes de su hibernación. El, junto a otros 5000 pasajeros, se dirigen en la Avalon, a un nuevo mundo (Homestead II), bastante lejos de la Tierra. Tanta es la distancia, que deben estar en suspensión para poder llegar a destino, siendo que el viaje toma nada menos que 120 años terrestres. Jim no sabe que sucede ni porqué, pero lo que nunca parece haber pasado antes, sucede: su cápsula se abre antes de tiempo y el despiera, digamos que bastante antes de tiempo. Al recorrer la nave, rápidamente se da cuenta de que es el único pasajero despierto. Nadie más junto a él. Excepto claro, un barman robot muy carismático llamado Arthur (Michael Sheen) quien será su única compañía durante un largo tiempo. El sistema falló y por ese hecho, el no podrá volver a dormirse para continuar el viaje, y deberá permanecer despierto por el resto de su vida. Restan más de 90 años para llegar a Homestead II... Pasado un tiempo, nuestro amigo será superado por la angustia de vivir y morir solo, en una gigantesca nave donde puede hacer pocas cosas (ya verán cuales y porqué), sin más contacto humano por su entera finitud. Accidentalmente dará con la posibilidad de conseguir alguien para que mitigue su soledad en ese sombrío escenario: Aurora (Lawrence), una chica que carga con el peso familiar de ser hija de un ganador del Pulitzer, de clase alta y con una visión particular del mundo. Una vez que estos dos pasajeros comiencen a conocerse, vendrá el tiempo de los problemas. Los románticos y los que definen el cierre de la película. Como ya supondrán, si la cápsula de Jim falló, algo viene mal en la nave y eso se agravará a lo largo del film, dando espacio para una breve pero contundente participación de Lawrence Fishbourne, como un oficial de la nave que aclarará algunas cuestiones. Mucha CGI, paisajes estelares, tecnología, y ambientes cerrados. Lo que intenta Tyldum es confinarnos con sus pasajeros a esa sensación. Y falla. Porque Pratt no es un actor sólido (flaquea bastante cuando necesita expresar sus emociones) y su falta de química con Lawrence es evidente: ella aparece y se vuelve el centro del mundo, no necesita demasiado para ser el centro de gravedad de "Pasajeros". Sin demasiada tensión, con una construcción bastante artificiosa y viejos trucos del oficio que la emparentan con una peli puramente sentimental (¿alguien duda de cuál será el destino de esta pareja?) la fuerza del escenario pierde y no logra ofrecer la sensación de inmersión necesaria para que el producto funcione. Estamos en el espacio y solos, y vamos a morir sin llegar a destino, eso, es un verdadero problema. Pero nunca llega a conmover como se esperaría. Hay algunos apuntes interesantes sobre los viajes en crucero, la posible vida en otros planetas y las diferencias sociales, pero nada es demasiado trascendente. "Pasajeros" queda a mitad de camino entre una peli melosa con tintes de drama romántico y un producto de ciencia ficción errática. Más allá de eso, siempre es interesante ver el despliegue escénico de Lawrence, quien como siempre, sostiene la cinta con su carisma e interpretación. Una especie de híbrido, que quizás habrá funcionado mejor con otro director. Entretiene, pero no descolla ni se codeará con las grandes del género actual, nombradas al principio de esta reseña.