Cuando la cartelera se nos iba quedando lejos de la familia, llegó un nuevo lanzamiento de Dreamworks de manera de frenar la sequía de títulos dedicados al gran público. “El origen de los guardianes”, se enmarca dentro de las tradicionales historias a las que el cine de género nos tiene acostumbrados: la lucha entre el bien y el mal, con estereotipos bien definidos, y un conflicto que crece en tanto el público se identifique con él. En este caso en particular, siendo que pude ver la película en sala con niños, les digo, cuesta generar ese vínculo. Tal vez sea que el espíritu de la propuesta, (sobre todo el que emana un protagonista poco conocido por estas tierras, como ícono popular, hablamos), esté más cercana a las audiencias anglosajonas que latinas. No es un tema menor, sentí que la historia es un poco alejada a nuestro enfoque cultural y ese ruido que posee, la hace menos disfrutable y árida, de alguna manera, para el espectador atento y ávido, de cualquier edad. A ver, “Rise of the Guardians”, es la historia de la integración de Jack Frost , un personaje extraño (si me perdonan, es así!), un niño / adolescente (invisible y con mucha magia) al grupo de "los guardianes". Quién son ellos? Un grupo de protectores famosos, en el mundo del hemisferio norte: Santa Claus (aquí con otro nombre), Bunny (el Conejo de Pascua), Sandman (acá empiezan los problemas, un ser que cuida los sueños de los chicos y que es todo dorado) y el Hada de los Dientes (la que te trae dinero a cambio de los dientes que se le caen a los niños), en una situación de desesperación: hay un malvado de turno que amenaza con hacerlos desaparecer de la percepción de los niños de todo el mundo... Pitch Black, el villano, es una especie de "cuco", que utilizando sus artes oscuras, intentará desterrar el poder benéfico de los guardianes y sumir a los niños en el miedo y las pesadillas (se ve que estudio con Freddy Kruger). Volviendo a la trama, Jack es convocado por los otros guardianes para enfrentar al malo de turno. Claro, que él, tiene sus dudas acerca de la conveniencia de unirse o no al grupo. Arrastra un fuerte trauma, a pesar de poder interactuar en el mundo real, los chicos no creen en su presencia y no lo ven, lo cual afecta seriamente su autoestima. La película nos muestra los vaivenes de la lucha y la relación de los guardianes con un grupo de niños del vecindarios que funcionan como grupo de referencia. En líneas generales, los aspectos técnicos del film que dirige Peter Ramsey, son casi sobresalientes. En 3D, la película estalla en pantalla, literalmente. La animación se destaca y los gags y persecusión lucen precisas y convincentes, siendo uno de los puntos altos de la propuesta. El tema a resolver es la llegada de los personajes al universo del espectador. Los guardianes son un grupo especial, pero alguno de ellos son desconocidos para nuestro público. Eso le resta puntos a la propuesta, porque los peques de la sala, mucho no comulgan son Sandman, por ejemplo. Lo mismo sucede con Jack Frost. Falta carisma, para mí. Y el guión es un poco extenso y complejo para niños: está bien que la historia tiene sus vueltas, pero a veces en ese sentido, la naturaleza de los eventos toca temas fuertes como la identidad, el trabajo en grupo y las angustias infantiles y no pasan desapercibidos emocionalmente desde la butaca. Tampoco sentí mucho humor, como espectador adulto, cosa que sí me pasó con otros títulos de Dreamworks. En síntesis, un film correcto, de excelente factura desde lo visual y una temática que no es tan directa como parece desde los afiches de prensa, sobre todo si los chicos son menores de 7 años. Aprobada aunque sigo que la elección anglosajona en la constitución de los referentes de la peli le puede jugar en contra a la hora de convocar en el público latino.
En general, uno tiene una fantasía sobre cómo se maneja el mundo de la política, y también alguna idea, basada en lo que se conoce sobre el ejercicio de la función pública a través de los medios. Ese concepto, convengamos, es un poco… nefasto? Digamos que hay códigos propios que se juegan en ese mundo y los ciudadanos comunes, estamos ajenos a esa realidad. Bien, luego de “Versailles”, Pierre Schoeller se ocupa de traernos un thriller de escritorio de altísimo voltaje que se lee como la segunda parte de una trilogía que aún no cerró y que muestra el rostro oscuro de la administración gubernamental. La película arranca con una pesadilla muy lograda (de carácter erótico) que tiene el Ministro de Transportes francés. Inmediatamente habrá un accidente serio que conmoverá al país y Saint Jean (Oliver Gourmet), nuestro protagonista y hombre de extraños equilibrios, nos invitará a sumarnos a su mundo: el manejo de la gestión desde el manejo real atendiendo a todos los actores involucrados. Un escenario complejo, donde cualquier paso en falso puede ser la salida del gobierno de la peor manera, para que les quede claro, es el desafío permanente al que se enfrenta. Jean entiende que debe hacer muchas cosas éticamente discutibles para sostenerse en el cargo, ante los embates de los popes del partido, quienes ansían su cargo para destrabar una delicada situación que serviría para aumentar la intervención privada en expendio de combustibles. Lo que Schoeller hace de manera sobresaliente es instalarnos a la derecha de un funcionario en el pico de tensión de su trabajo. Este ministro enfrenta a cada minuto, presiones políticas y económicas del más alto nivel y de todos lados. La cinta no da tregua, y a cada paso del camino nos encontramos amenazas, corrupción, intereses creados y conspiradores que juegan su juego de la manera más sutil imaginada. No sabemos si el mundo de la política es así, pero les digo, debe serlo. Nos convence, la fuerza del relato de que hay en esta historia, lo cual le da a “L exercise d’Etat” una singularidad potente y única. Es cierto que en algunos tramos, el camino parece perderse, pero es tanto el oficio del hombre detrás de las cámaras, que a pesar de que algunas desviaciones de la historia a veces desconciertan, lo cierto es que siempre logra regresar al corazón del relato y aumentar el voltaje para terminar exactamente donde quiere. El film es sólido y absolutamente adictivo en toda su extensión. El reparto, los secundarios (Michel Blanc, Zabout Breitman y Julien Hirsch) se lucen en cada fotograma. Todos forman parte de conjunto de relaciones que el protagonista tiene a la hora de avanzar en su trabajo diario. “El ministro” es una de esas cintas que nos sumerge en un universo particular y logra transmitir una total convicción en la construcción que propone. Su vértigo y fuerza, la transforman en una de las mejores películas europeas estrenadas en nuestras salas este año. Si, ya sabemos, es del 2011 pero hay que celebrar su llegada: sin dudas, un gran hit en la carrera de uno de los más promisorios realizadores franceses de este tiempo (es su tercera película). Imperdible
Seguramente conocen esta novela, emblemática, de Guy de Maupassant, sobre un personaje de clase baja (soldado desocupado), quien relega sus principios morales y sentimientos en pos de un sostenido ascenso social, usando su belleza como moneda de cambio. La historia de un trepador en un mundo cruel, la sociedad parisina allá por fines del 1800, lugar donde la riqueza era ostensible en algunos sectores y los círculos intelectuales florecían conspirando contra la realeza a cada paso del camino… Un gran libro, realmente. Ahora bien, Declan Donnellan y Nick Ormerod llevaban tres décadas trabajando en teatro hasta que decidieron dar el salto y animarse al cine. Fundaron una compañía (Chick by Jowl) y se lanzaron a producir un guión para su ópera prima. El resultado es correcto, “Bel Ami” es un film promedio, sin demasiado relieve que se hace fuerte en el carisma de sus protagonistas, más que en la fuerza dramática que logra trasmitir. Georges (Robert Pattinson), regresa sin gloria ni dinero de Argelia, donde fue soldado. Vive una existencia miserable y cierto día llega a un tugurio donde da con un viejo compañero de armas. Este, lo invita a su casa y lo conecta con otro círculo social: un grupo de mujeres que ostenta mucho poder: Madeleine (Uma Thurman), Virgine (Kristin Scott Thomas) y Clotilde (Christina Ricci), las tres con edades y condiciones distintas, pero atractivas e influyentes en el círculo social dominante en ese momento… Ya se imaginarán que sucede, Georges, carilindo, será captado por el sistema, se convertirá en amante de alguna de ellas, logrará conseguir un buen trabajo como periodista en un diario e irá modelando un perfil de aristócrata con pocas luces, pero intuitivo y bien conectado. Las mujeres que sucesivamente irán apareciendo en su vida dejarán huellas y el seguirá adelante, tratando de lograr el ansiado ascenso social, alternando malas y buenas decisiones a la hora de resolver algunas cuestiones que se le irán presentando, de orden político y amoroso. “Bel Ami” (el apodo que una de sus amantes le pone a Georges) es una cinta aceptable, llevadera, que nunca alcanza intensidad ni vuelo (a pesar de algunas actuaciones sólidas) pero que se deja ver. Pattinson es poco expresivo y le cuesta transmitir la fuerza interior de su personaje, en ese sentido cualquiera de las tres mujeres del trío (Thurman, Scott Thoms y Ricci), lo dejan mal parado en las escenas cruciales del film, superando su performance y dejando establecido que todavía tiene un largo camino para consolidarse desde lo actoral. La puesta en escena y la dirección de arte están cuidadas y todos los rubros técnicos lucen ajustados, acordes al momento histórico que presentan. En líneas generales, una pequeña y aceptable adaptación de un clásico cuya nota saliente es la presencia de grandes personajes femeninos. Esperamos aún el salto de Pattinson como actor de relieve. Seguramente con el tiempo encontrará su lugar, entretanto, lo seguimos esperando (este noviembre con tres títulos que lo encuentran como protagonista)
Martín Salinas llega a dirigir un largo, después de haber trabajado mucho en guiones de calibre (“Nicotina”, “Gaby, a true story”, “Shattering the silence”, etc, incluso participó en “Historias breves 7”, detrás de las cámaras), y debemos reconocer que es una agradable sorpresa ver como lleva adelante un proyecto tan complejo como este. “Ni un hombre más” muestra que Salinas sabe contar historias y que la comedia, pseudo coral (me permito decir), le sale muy bien. La historia que nos presenta, está ambientada en la Triple Frontera. Charly (Martín Piroyanski) tiene 23 añitos y administra una hostería en el medio de la selva del Iguazú. Tiene una vida de poca actividad, su hobby es estudiar el comportamiento de las iguanas y es el único responsable del lugar en baja temporada. Cierto día, caen en su posada, Karla (Valeria Bertuccelli) y Ricky (Juan Minujín), quienes llegan contando que chocaron el auto y necesitan una grúa para acarrearlo… Pero la situación es más compleja que eso, en realidad la pareja carga un muerto en el baúl, tiene cien mil dólares encima y un problemón encima. Se desatará entonces, una serie de enredos insólitos a medida que pasen las horas donde también tendrá activa participación Rolo (Luis Ziembwowski), policía local y amigo de Charly, quien descubrirá rápidamente que algo no está bien al dar con el auto en la ruta, accidentalmente. La película va sumando personajes lentamente, los presenta, ambienta, interrrelaciona y vuelve a cambiar de escenarios, modificando lo que uno anticipa como espectador. Lo que nace como un incidente con final desagradable, va complejizándose a medida que el tiempo pasa y se van agregando situaciones a la inicial, de manera que el ritmo no decae nunca. En ese sentido, el guión de Salinas es interesante, va armando una trama coral reducida, pero que sostiene el sentido del film. “Ni un hombre más” es una comedia policial de enredos, en definitiva, pero el color local que le pone el lugar donde fue rodada, así como la solidez de las actuaciones la hacen atractiva y potente. No vamos a descubrir que Bertuccelli es una gran actriz, sólo re afirmarla como la comediante de nivel que es, Piroyanski compone un Charly cálido, desorientado y con un fino sentido del humor que sorprende. También hay menciones especiales para Ziembrowski (quien hasta habla guaraní!), Minujín y Emme, quienes cumplen sus roles con soltura y convicción. Quizás pueda criticarse a Salinas que cuando promedia el film, la confusión de la cadena de eventos se hace ostensible y de alguna manera, poco creíble (tan poco movimiento policial con lo que había en juego?), pero… importa? No demasiado. Aquí la propuesta es de acceso directo, conecta rápido con el público y lo contiene durante toda su duración. Es una comedia donde la pasás bien, sin dudas. Si bien no ví todas las locales del género este año, tengo muchas en mente y debo decir que ésta en particular, me pareció de las más logradas. Muy buena propuesta, sin dudas, de lo mejor esta semana en cartelera, no la dejen pasar.
Lo primero que hay que decir de “El cuarto de Leo” es que no es una película más. Es una coproducción rioplatense, pero su corazón es uruguayo. Y de hecho, es una cinta que habla de la elección sexual por el mismo género, lo cual ha conmovido un poco las opiniones en su tierra, por ser la primera que lo “nombra” allí. Es dirigida, además, por un crítico de cine, Enrique Buchino, colega prestigioso de la vecina orilla, así que elementos para hacerla singular tiene, a priori. Esta es una película que habla de la angustia y la desorientación típica de alguien, a punto de tomar decisiones de peso en su vida. Sea cual sea, viendo a Leo (Martín Rodríguez), siempre nos sentimos identificados con su duda, sus ansiedades, miedos y tiempos para abordar las decisiones que necesita tomar. Leo no la pasa bien. Desde el inicio, sabemos que algo le hace ruido. A ver, el protagonista vive, como ya dijimos, una situación de crisis. Se ve en su cuarto, donde las paredes muestran algo de eso, hay mucho desorden (interno y externo) y falta de cuidado en los elementos que lo habitan. El es conciente de esto y busca ayuda por todos los medios para encontrar respuesta a los problemas que siente centrales… su relación con las mujeres… y tal vez algo más. Dentro de ese movimiento que produce, aparecerá Caro (Cecilia Cósero), una vieja amiga de la infancia, que viene atravesando un momento traumático y le ofrece una oreja y brazos para sostenerlo en la coyuntura, cosa que Leo aceptará como punto de partida para resolver cómo canalizar su deseo hacia otro, nuevo. La cinta se toma sus tiempos para avanzar. Hay una construcción casi teatral de la progresión que puede sentirse forzada a veces. De a ratos hay un avance precipitado (con la ruptura de su novia) y por otras el film parece languidecer peligrosamente (las sesiones de terapia), lo cierto es que Leo saldrá del closet (si, no es spoiler, es el leivmotiv de la película!) y este posicionamiento es lo medular del relato. En sí, no sentí que la propuesta conmoviera. Quizás la manera en que Rodríguez construye a su personaje no generó la energía vital necesaria para convencerme. Es decir, intelectualmente el conflicto está bien presentado, ahora, el recorrido no tiene la intensidad necesaria. Más, para ser una iniciación. Demasiado silencio, mucha reflexión pretenciosa… Es un poco árida para el espectador corriente, hay que advertirlo… Los aspectos técnicos están acordes a las posibilidades que ofrece hoy el cine independiente y hay algunos secundarios interesantes, (Arturo Goetz, por ejemplo), pero el film no termina por redondear el equilibrio necesario para ser considerada una buena película. Si, un intento válido por abordar un tema al que muchos no se le animan. Seguramente eso es lo más valioso de este cuarto de Leo…
Es difìcil, pensaba mientras entraba a sala, ser objetivo con esta franquicia. Cumple 50 años. Está arraigada en el corazón del público y es ícono del cine de espionaje y acción a nivel global. Ha pasado por muchas manos, muchos productores, guionistas y actores de primer nivel. No es una saga más, Bond. Y "Skyfall" es un homenaje a ese espíritu del agente británico más famoso, recorriendo a través de guiños y personajes que abandonan o reingresan a la trama central, gran parte del camino recorrido. La temporalidad, funciona de manera sorprendente en este opus 23 del espía más longevo en la historia del cine. En este "Skyfall" conoceremos parte de la historia del protagonista desde su infancia, veremos como la estructura que lo contiene cambia y también seremos testigos de una reformulación del equipo en pos de la defensa de los intereses ingleses, de cara a enfrentar al terrorismo, flagelo de esta posmodernidaduerte de un puente herido bajo fuego propio, en la desesperación por detener al ladrón del documento. Arrancamos con James (Daniel Craig, cada día mejor), en Turquía, se han robado una lista importante (aún sin desencriptar) de agentes encubiertos y hay que recuperarla a cualquier precio. La cabeza de M (Judi Dench) está en juego: se la responsabiliza por no poder conseguirla, así que presiona a sus agentes en campo para conseguirla, pero algo sale mal y 007, cae herido de muerte. Una vez que él sale de la escena, entra a tallar lo político. Aparece Gareth (Ralph Finnes) para recordarle a la jefa del MI6 que va siendo hora de retirarse, visto y considerando que el asunto se le fue de las manos. M reacciona y decide enfrentarse a su momento cumbre como profesional: alguien intenta destruirla por razones personales y ella debe poder detenerlo. Quién es el villano de turno? Silva (Javier Bardem), ex agente británico que se pasó de bando luego de una situación determinada (evitamos spoilers!) y que maneja muchos recursos. El quiere matar a M y ese es su objetivo primordial a lo largo de la trama. Por otro lado, Bond regresa a la fuerza y se organiza con parte del nuevo staff para detener la amenza que se cierne sobre el MI6: el cuartel es atacado en pleno Londres...Estoy tentado de describirles cuantos personajes de estas últimas entregas dicen adiós, pero prefiero que los descubran por si sólos, hay interesantes apuntes y notas para el espectador corriente. No contamos más. Si decir, la banda de sonido es excelente, las escenas de acción están justas y muy bien filmadas. Sam Mendes (el prestigiosísimo director a cargo) le pone mucha oscuridad a su caracterización. Nos encanta como este Bond es todo cuerpo, conserva el ácido sentido del humor (aunque es un toque más cínico diría) y lleva adelante una historia de traiciones, objetivos tecnológicos y violencia a granel. "Skyfall" debe ser de las mejores 5 películas de Bond en la historia. No tienen que perdersela.
Entré a sala con mucho entusiasmo. Una comedia al estilo inglés clásico en el género (si bien la directora es americana, Tania Wexler), qué podía ofrecerme? La pensaba irónica, sutil, cuidada y me regodeaba en el hecho de saber que la temática era a priori, cuanto menos, original. Luego de terminada la proyección me fui con sensaciones encontradas: hay buen material aquí, sin dudas, pero no fue explotado como es debido. La trama se remonta a la cura con que se trataba a las “histéricas”, alla hacia fines del siglo XIX, era auténticamente “artesanal”. La hipótesis con la que trabajaba el doctor Dalrymple (Jonathan Pryce) era que la estimulación fría y calculada dentro de la zona genital femenina actuaba como control para cierto tipo de desbordes que sufrían las mujeres de la época. Claro, cuando llega al consultorio el novato Mortimer Granville (Hugh Darcy), quien viene de ser despedido de un hospital por tener “conciencia social” y desobedecer el tratamiento de otro colega de mayor rango, las cosas parecen cambiar para los pacientes. Rápidamente, el joven y atractivo doctor se perfecciona en el arte de mover sus manos con precisión y consigue empleo en lo de Dalrymple, quien tiene dos hijas. La primera es muy joven, modosita, callada. La otra, es nada menos que Charlotte (Maggie Gyllenhaal), comprometida con los humildes y desprotegidos en esa cruel sociedad, enfrentada al mandato familiar de seguir perteneciendo a la clase alta y no ocuparse en este tipo de asuntos. Lo cierto es que ella se lleva mal con su padre y esa relación va más allá de la anécdota. Al poco tiempo, Mortimer comenzará a sentir sentimientos encontrados con ámbas, de manera de que tendrá que resolverlos porque su intensidad podría complicarle la relación con el padre. Dónde está el giro de la trama original? Bueno, el carilindo Granville tiene un amigo excéntrico jugado por Rupert Everett, inventor aficionado, quien accidentalmente dará con un artefacto que podría ayudar mucho a la sexualidad femenina: el vibrador. Su entrada triunfal al mundo clínico, no se hará esperar y regalará los pocos momentos interesantes del film… Decía al principio que “Hysteria” pierde una gran oportunidad, cuenta con actores de prestigio, una gran ambientación de época y un guiño cómplice con el espectador antes de entrar a sala, que invitaba a creer en una gran película. Wexler elige transitar por caminos conocidos, desaprovecha la ironía de la idea que sostiene el andamiaje y dirige mirando a la comedia romántica local (a pesar de que sea coproducción con otros países) de manera convencional. Es decir, lo que debería conmover, apenas te saca una sonrisa y lo que es grave, jamás llega a ser lo suficientemente intenso para llamar la atención. En ese sentido, el profesionalismo del cast no alcanza para redonedear un film aceptable. Hay una elección determinada manifiesta en no dotar de delirio una situación que potencialmente daba para eso, y decidir siempre por el registro anodino y con pocos matices. Si, es cierto que Gyllenhaal y Everett hacen maravillas con las líneas que tienen pero… alcanzar, no alcanza. Provoca “Hysteria”, situaciones encontradas. Por un lado, ofrece una mirada liviana sobre la Inglaterra de esos días, de varias maneras (no todo es un tema de pobreza y dinero) pero se toma así misma como demasiado pequeña y elige no comprometerse ni profundizar un relato que tenía todo para hacerse fuerte ahí. En síntesis, una película despareja, muy cuidada desde lo técnico, pero fría para ser una comedia romántica pura, de esas que nos conmueven y cambian el día que vivimos.
(Parte de esta review fue publicada en ocasión de la presentación de "Masterplan", en el BAFICI de este año) Los hermanos Diego y Pablo Levy, conocidos amigos del barrio de Balvanera, quienes ya este año estrenaron comercialmente “Novias, madrinas, 15 años” (http://elespectadoravezado.com.ar/index.php/criticas/2-hemos-visto/354-qnovias-madrinas-15-anosq-del-once-con-amor ) vuelven a la carga, probando con la ficción .En aquel documental, ponían la mirada en la sedería de sus padres, donde nos invitaban a adentrarnos al mundo de la venta de telas para vestidos, desde la óptica de quienes están del otro lado del mostrador. Nos había gustado (hay review en el sitio de ella), y esperábamos su primera ficción con ansias. Se dio. Contando con el apoyo de muchos amigos y gente del paño, los Levy dan el salto y dejan la venta directa para ofrecer un relato divertido, aneno y muy empático, que hace reír a la audiencia durante muchos tramos de la proyección. Sabemos que el cast siempre define, y haber contado con Alan Sabaggh, un actor que promete y mucho. Bien rodeado de algunos secundarios coloridos y potenciado por algunos cameos interesantes (que no podemos anticipar), “Masterplan” presenta una historia simple y trillada, pero no por eso exenta de matices. Mariano (Sabaggh) está a punto de casarse con Jackie (Paula Grinzpan), pero como los números mucho no le dan y aconsejado por un amigo, decide hacer una pequeña estafa con su tarjeta de crédito. La cosa sale mal y a partir de ahí, el protagonista deberá lidiar con su conciencia por lo que hizo (que lo acosa) y las consecuencias reales y materiales de lo que afectó con ese engaño. Básicamente, su auto, que juega un papel importante en la trama. “Masterplan” se enmarca dentro de las comedias “mainstream” que está produciendo nuestra industria y lo hace bien. El guión tiene altos y bajos, pero el resultado es claramente alentador. Claro, Sabaggh está en su salsa (wasabi?), y se transforma en el eje de un relato cotidiano, visto desde los ojos de un neurótico querible y vulnerable. Si los Levy arrancan así, con una producción modesta, seguramente tendrán un gran futuro en la industria, y la verdad, se lo merecen porque siempre en sus películas la pasamos de primera.
No piensen que no me gusta la franquicia, ni que soy de esos críticos que defenestran este tipo de producto. Me gustó el punto de partida y la construcción de los elementos que son pilares de la propuesta y la sigo, desde su inicio. El año pasado disfruté la tercera entrega, aunque ya en aquella oportunidad, sentí que daba algunos signos de agotamiento la progresión argumental y que sería reemplazada un poco por el humor negro, sutil en la anterior y extraviado, en esta última. "Paranormal Activity" siempre tuvo una premisa de salida interesante, aportar con cámara fija un encuadre particular para subrayar el suspenso en hogares y lugares cerrados. Claro, con el correr de las entregas hubo que agregar modificaciones, generar un eje conductor y apelar a algunos cambios tecnológicos para seguir sosteniendo el interés de la audiencia. En este opus cuatro de la saga, los que brillan son los dispositivos tipo notebook, que pululan por toda la casa y con los que se comunican la protagonista de la historia, una adolescente que vive conectada a sus máquinas y eso justifica que las cámaras que se vean correspondan a ese ángulo. La historia, es la de una familia común, que tiene dos hijos, uno adoptado y un vecinito que juega mucho con ellos. Viven en los suburbios, de manera confortable (es una casa amplia, de varios pisos, ideal para ser filmada en este contexto) donde pasan cosas. Los seguidores y fans de la propuesta entienden rápido como viene la mano: este pequeño tiene un pasado que lo condena, pero su grupo primario no lo sabe y deberá enterarse de la peor manera, cuando vengan por él... Nada más se puede ni se debe contar. El rol central está en manos de una teen con pocas luces (Kathryn Newton) así que no tengan muchas esperanzas de ver una buena curva dramática porque no se dará, simplemente. Los aspectos técnicos, son los que ya conocidos, puertas que se abren y cierran, gente levitando, gritos, arañas que se caen, estallidos, bah, los que usteedes ya conocen... están correctos. Nada que no sepamos. La dirección de Henry Hoost y Ariel Schulman (quienes vienen de hacer la anterior pero esta vez no eligieron un buen libreto, se ve) es convencional y apagada, perdieron el humor que habían encontrado en la anterior y sólo se permiten narrar con lo ya conocido, que se va agotando con el correr de las entregas... Seguramente, es el punto más bajo de todas las "Paranormal Activities" pero hay que reconocer que tiene su público cautivo y convocará muchos fieles para disfrutar del rito otra vez. Lo cual está bueno. Si, me gustaría, que para la próxima, hubiera un mayor compromiso con el libro a la hora de pensar cómo seguir adelante, sin caer en la repetición de ideas. Esperemos. Digo, tenemos un año hasta la próxima. Tiempo hay.
“Alumbrando en la oscuridad” es un documental original e interesante que centra su mirada en el proceso de adopción, desde todos los ángulos posibles. Mónica Gazpio y Fermín Rivera proponen un camino distinto y tratan de alejarse de la veta tradicional del género para explorar otras posibilidades que acerquen su mensaje al público. La más interesante, es la incorporación de actores prestigiosos trayendo testimonios reales de gente que vivió la experiencia pero decidió no estar frente a cámara. La mirada de los cineastas es bucear el universo de los padres adoptantes y las circunstancias y sujetos involucrados en ese proceso de relación. Es decir, sin dejar de lado a todos los que protagonizan la situación, inclusive a las madres que dan a sus hijos en adopción. Este costado, quizás el más fuerte del film, está abordado con respeto y corporizado por un relato (destacándose Laura Azcurra en esta composición, aunque Celina Font, Mariana Richaudeau, Osvaldo Laport y Cecilia Rossetto también están muy bien) que define, en cierta manera, el tono del documental: aquí se habla del tema. Se pone luz, donde hay oscuridad, se pone transparencia a los implicados a través de una caracterización respetuosa. La secuencia es, relatos, reconstrucciones, reflexiones, entrevistas. Y el relato es fuerte. Gazpio y Rivera ambientan su película en las casas de los que brindan testimonio o en escenarios austeros pero la simpleza de estos espacios no engaña: hay aquí abundante material para pensar los procesos internos que se dan en relación a la adopción, con sus miedos, fantasmas y deseos más personales. Escucharemos gente hablando de amor, paternidad responsable, entrega, compromiso y trayendo historias de vida, emotivas y complejas. Todo, dentro de un registro controlado y que fluye con naturalidad. No es este un documental que cierra, sino justamente, uno que abre. Tiene ese atributo, hay aquí preguntas en cantidad y un puñado de ideas sobre un tema, del que todos deberíamos saber: que hay en cada proceso de adoptar, cuál es su impacto en el medio y los prejuicios que se juegan, expuesto en relatos contundentes y llenos de verdad, dolor y emoción. El abanico que se despliega es más que interesante y es de destacar, que hay pocos exponentes que hayan abordado la cuestión en este tiempo, por lo cual, recomendamos que si la temática les interesa, no lo dejen pasar (y en Facebook encontrarán mucho material para contactarse con los directores, en caso de que les surjan inquietudes)