Finalmente van llegando esta semana los nuevos tanques de la industria a salas porteñas. En esta oportunidad, es el turno de la nueva producción de Doug Liman, gran amigo de Tom Cruise (estará pronto rodando con él), director de sobrada experiencia en filmes de ciencia ficción ("Jumper", "Edge of tomorrow") que tiene como principal activo la presencia de Tom Holland y Daisy Ridley, dos grandes figuras para los adultos jóvenes. La historia en "Caos: el inicio" es un poco difícil de explicar. En un planeta lejano (ejem!), Todd (Holland) vive una vida difícil en la colonia que integra. Sólo habitada por hombres, su aldea está regida por Prentiss (Mad Mikkelsen) y tiene una particularidad: cada uno de ellos emite una especie de nube, donde se pueden oír sus pensamientos. "El ruido", es una consecuencia de la vida en ese lugar, ha afectado la individualidad y hay que cuidarse muy bien de lo que se piensa, porque no se tiene manera de esconderla. Cierto día, desde el espacio cae una nave en las cercanías, de la que solo sobrevive Viola (Ridley), quien es capturada rápidamente por la tribu de Todd. No hay mujeres vivas en ese poblado, por lo cual se convierte en centro de la escena, y más cuando está la posibilidad de que Prentiss logre interceptar una posible llegada de rescate de su gente. Los ánimos se caldearán y Tom y Viola escaparán en busca de resolver los varios interrogantes que ya en los primeros minutos se instalan, todos vitales para su supervivencia. Desde los rubros técnicos, "Caos walking" está muy bien. Hay oficio en el rubro y se agradece. Posee quizás una edición de sonido un poco estridente (e innecesaria) en algunos momentos y el film tiene ritmo y su energía es equilibrada a lo largo del metraje. No hay chances de aburrirse. Es cierto que provenir del mundo de la literatura (la obra original es de Patrick Ness, "The Knife of Never Letting Go", súper éxito editorial en 2008 y primer hit de una saga bastante leída para adultos jóvenes) le da cierto volumen a la historia. Liman utiliza sus recursos con soltura y no busca complicarse, el relato es simple y los enigmas van dando paso a cuidadas escenas de acción en las que los protagonistas se mueven en forma natural. Holland y Ridley se complementan acertadamente y la atmósfera es atractiva y dinámica en todo momento. En suma, una cinta entretenida que no defraudará al público local. Para destacar también, secundarios que se lucen: Demian Bichir (como el padre de Tom), David Oyelowo (un predicador atormentado que se las trae) y por supuesto Mikkelsen, quien aporta el toque de experiencia que la trama necesitaba. Buen producto, sin dudas.
Realmente todos esperabamos este film, más por su herencia fílmica que por su actualidad, siendo que ya el título nos recuerda a algunos productos fallidos («Alien versus Depredator» es el que me viene a la mente) y la expectativa de ver un tanque en pantalla grande, era considerable. Lamento sin embargo decir que más allá de su grandilocuente impacto visual, «Godzilla versus Kong» no alcanza a convertirse siquiera en una digna heredera de sus discretas versiones anteriores. La historia presenta un evento inquietante para una compañía que está haciendo algo que no debería (digamos!), Apex, quien investiga como crear una nueva y poderosa arma para posicionarse en el mercado global. Su líder, Simmons (Damián Bechir, en una semana donde aparece en dos blockbusters), viene trabajando en una sorpresa más bien desagradable para todos y debe recurrir a un científico y escritor no muy respetado, Nathan (Alexander Skarsgård) para pedirle que comande una misión hacia un lugar bastante particular, con la idea de producir no sólo un hallazgo científico, sino pacificar una cuestión inquietante: Godzilla está apareciendo nuevamente en la superficie y nadie entiende demasiado el porqué. Por otro lado, tenemos una doctora jugada por la eficiente Rebecca Hall, quien tiene en cautiverio a Kong, mientras intenta desarrollar herramientas para contenerlo y comunicarse en forma efectiva con él. Hay una vinculación entre las dos criaturas, que no estableceremos aquí, pero que si podemos anticipar, generará algunas batallas intensas no sólo en el mar, sino también en ciudades y hasta universos muy peculiares. El guión es realmente forzado y cuesta explicarlo en pocas palabras, quizás porque lo que el público quiere ver, es a los dos titanes luchando en una batalla sin cuartel. Hay un elenco de secundarios no demasiado rutilante que acompaña, pero lo que puede percibirse en los primeros minutos es que las ideas, están un poco sobrecargadas, tanto como los escenarios. No es que esté mal, para nada, pero la cinta es demasiada vehemente, en su afán de desdibujar la poco coherencia de sus ideas. Los rubros técnicos son lejos, lo mejor de la cinta. Si bien le discuto un poco la edición de efectos sonoros, visualmente «Godzilla versus Kong» apabulla desde la vista. Está pensada para ser rutilante en ese sentido y logra dejar una huella, más allá de sus enormes desniveles narrativos. La historia, quiero decir, no atrapa y parece ser una excusa para justificar elaboradas escenas de acción. Adam Wingard, que viene del mundo del cine de género, es el responsable de esta producción, discreta y lejos de las expectativas generadas por los trailers y escenas anticipadas antes de su lanzamiento comercial. En cierta manera, se intenta que la franquicia siga viva y ya a esta altura hay una demanda de lineamientos nuevos que habría que debatir. Sinceramente, es una franquicia que necesita una renovación. Sólo para fanáticos y desde ya, en pantalla grande exclusivamente.
La verdad es que se percibe una tendencia en series y películas de suspenso, en estos tiempos, a proponer historias donde se encuentran asesinos despiadados, pistas engañosas, hallazgos macabros, exacerbación de las pulsiones y criminales poco convencionales. Muy a tono con estos tiempos, supongo. Este podría ser el caso de «The owners» (Los intrusos), thriller de formato similar a la popular «Don’t breathe», historia que tiene lugar en una casa bastante más particular de lo que parece… Sabemos que siempre, para los delincuentes parece ser una tentación asaltar a personas de la tercera edad que viven solas, porque suelen ser presas fáciles y vulnerables. Es así que en esta historia, las personas mayores tendrán una faceta visible (que los muestra desprotegidos) que luego tornará se modificará, disparando un escenario dinámico donde nadie estará a salvo en esa perdida vivienda de los suburbios… El guión del también debutante como director, Julius Berg, es una propuesta modesta pero efectiva que se hace fuerte en la actuación de la popular Maisie Williams y los malos de la peli, los sólidos Sylvester McCoy y Rita Tushingham, quienes sostienen la intensidad de la trama sin dar tregua al espectador. La historia, es la de tres chicos que deciden que es una buena oportunidad cometer un robo porque obtienen un dato sobre un caja fuerte que espera en una casa de adultos mayores. Dejan entonces una vigía para escapar y se adentran en la casa, cuando los dueños no se encuentran, para llevar adelante su plan. Sin embargo, sus expectativas se verán complicadas rápidamente cuando no logren su objetivo y decidan esperar a los ancianos para obtener la combinación de acceso. A partir de este hecho, se desatarán varias sorpresas, que se irán entramando en una sucesión de eventos violentos donde los roles se invertirán y quienes terminarán en control de la situación no serán los jóvenes asaltantes, sino los tenebres ancianos… Los victimarios que serán víctimas, jugados por Jake Curran, Ian Kenny y Andrew Ellis, aportan color y cierto oficio, aunque lejos del trío protagónico. Mary (Williams) será la inocente chica que lejos de querer participar en el robo, está ahí para ayudar a sus conocidos a salir con vida de una trampa mortal. La ex «Game of Thrones» se siente en su atmósfera y recrea su rol de heroína ya conocido por todos nosotros. «Los intrusos» no es un film demasiado original en su desarrollo. Posee bien resueltas las escenas fuertes y se trasluce cierto humor negro que permite que el relato fluya y gane en intensidad a medida que nos acercamos al clímax de la historia. Quizás pueda pensarse que no ofrece demasiadas vueltas de tuerca, pero las ideas presentadas son suficientes para ofrecer un buen producto de género, confiable para vivir un momento intenso.
Mientras miraba «Tom y Jerry » de Tim Story, pensaba…¿por qué volver sobre tan buenos clásicos cuando no se tienen ideas consistentes? ¿qué sentido tiene desdibujar el encanto original con un guión pobre y una discutible perspectiva técnica (la utilización de personajes en 2D en un escenario natural de una comedia familiar con elenco de carne y hueso)? Bueno, la respuesta es… O estaban convencidos de que la historia podía ser original y atractiva (y a ese señor que tomó la decisión me lo despiden ya mismo) o fue una estrategia de mercadeo para volver a instalar estos legendarios personajes en estos atribulados tiempos. Cualquier haya sido la razón, sorprende realmente lo anodino del relato, una trama más que sencilla en la que Chloë Grace Moretz y Michael Peña nos recuerdan que pocas buenas decisiones vienen tomando hace ya un largo tiempo. Escasas realmente, ya que sus proyectos no vienen a la altura de algunos momentos en sus carreras y esta propuesta, mucho no los hará levantar el perfil. La historia cuenta los problemas de una chica que no viene con suerte (o si, no me queda claro), pero a la que extrañamente, le ofrecen una interesante posición de concerje en un hotel de primera línea. El lugar está alborotado porque prepara una boda muy importante y la imagen de la empresa se juega en esa tarea. ¿Qué tienen que ver Tom y Jerry con esto? Digamos que ellos están en su habitual rutina de «somos enemigos mortales» y eso alarma al encargado quien busca la forma de contener la aparición de ese molesto y simpático roedor con la tosca personalidad de Tom. Armado el escenario, los chicos comienzan a hacer lo que conocen bien y aunque cueste entender la interacción entre los dos mundos, sentimos que la película no es divertida y que «Quien engañó a Roger Rabbit» está a miles de kilómetros de distancia de esta cinta. Mientras miraba «Tom y Jerry » de Tim Story, pensaba…¿por qué volver sobre tan buenos clásicos cuando no se tienen ideas consistentes? ¿qué sentido tiene desdibujar el encanto original con un guión pobre y una discutible perspectiva técnica (la utilización de personajes en 2D en un escenario natural de una comedia familiar con elenco de carne y hueso)? Bueno, la respuesta es… O estaban convencidos de que la historia podía ser original y atractiva (y a ese señor que tomó la decisión me lo despiden ya mismo) o fue una estrategia de mercadeo para volver a instalar estos legendarios personajes en estos atribulados tiempos. Cualquier haya sido la razón, sorprende realmente lo anodino del relato, una trama más que sencilla en la que Chloë Grace Moretz y Michael Peña nos recuerdan que pocas buenas decisiones vienen tomando hace ya un largo tiempo. Escasas realmente, ya que sus proyectos no vienen a la altura de algunos momentos en sus carreras y esta propuesta, mucho no los hará levantar el perfil. Hay cuestiones que pueden reciclarse. No creo que esta sea la forma, sinceramente. Moretz es una actriz con enorme potencial, pero no se entiende bien que hace aquí. Peña, ya nos tiene acostumbrados a historias demasiado livianas («Chips») y no aporta demasiado. El resto (incluso figuras como Ken Jeong), puede poco con la propuesta del guión. Se que necesitamos en este momento cine familiar en salas. Lo se. Pero habiendo otras propuestas en cartel, creo que ésta no debería ser la primera elección, por mucho que les guste la pareja principal del título. Realmente esperaba más.
Dentro de los títulos que comenzaron a llegar a salas porteñas, uno de los más esperados por el público joven, es la adaptación del popular videojuego, «Monster Hunter», saga creada y desarrollada por nuestros amigos de Capcom, empresa top del rubro. Seguramente podrán vincular a la empresa rápidamente ya que son los responsables de la franquicia «Resident Evil» (prolífica en serio) y de toda su línea en cines, la mayor parte de ellas bajo la dirección de Paul W.S.Anderson (quien si mal no recuerdo condujo todas excepto las entregas 2 y 3). Nunca fueron películas que descollen, pero si han reversionado historias de dichos juegos, de tal manera que generen cierto interés cinematográficos. La suerte, dispar si me permiten decirlo, al menos en términos artísticos. Anderson trabaja en los últimos tiempos con su pareja, la prestigiosa Milla Jovovich, actriz a la que yo no alcanzo a definir con precisión. No tengo en mente muchos trabajos buenos de ella, pero por razones que escapan a mi percepción, es una estrella. Ambos son un tándem que se conoce mucho y están afilados para armar películas de acción simple en escenarios fantásticos. En esta oportunidad, conoceremos a un grupo de soldados que hacen un recorrido habitual por una zona desértica, en búsqueda de noticias de otra patrulla desaparecida hace un corto tiempo. Algo extraño en ese recorrido al corto tiempo y una especie de tormenta magnética (o vaya a saber uno qué) transporta al equipo a otra dimensión, en otro tipo de lugar. Artemis, la oficial a cargo (Jovovich), pronto descubrirá que ese desierto que parece ser el mismo, no lo es, y que peligrosas criaturas van y vienen atacando a todo ser que se mueva en la superficie. Una especie de «Tremors» pero… amplificado. Luego de atravesar la traumática fase inicial, la soldado encontrará auxilio en Hunter (ups), un aborígen que habla otro idioma y es jugado por el eficiente Tony Jaa. Juntos, tendrán la difícil tarea de sobrevivir en un universo plagado de peligros, enfrentando monstruos a diestra y siniestra, casi sin descanso. Sin anticipar más, podemos decir que la animación está bien, no hay demasiados diálogos intensos y la película es bastante estruendosa, quizás más de lo esperado. Los aspectos técnicos son ajustados y su mayor mérito es ofrecer abundante acción, con algunas escenas bastante logradas. Pero no mucho más. «Monster Hunter» es un exponente sencillo de una cinta que no sorprende y apenas cumple su cometido de entretener.
Tenía muchas expectativas de ver «Tenet», la verdad. ¿Quién no quiere ver una película de Christopher Nolan, más en esta larguisima cuarentena que nos ha tenido alejado de las salas? Este cineasta está en mi visión, dentro de los cinco mejores directores de la actualidad, sin dudas. No voy a detallar sus habilidades porque todos lo conocen bastante («Interstellar», «Inception», «Memento» y por supuesto, su saga sobre «Batman» que volvemos a ver una y otra vez) aunque en esta oportunidad, como el tema central de la película discute el problema de la temporalidad, sabemos que Nolan tiene mucho en su cabeza sobre dicha cuestión. Y digo esto porque, aunque despareja (si, es difícil decirlo, pero sí), «Tenet» está por encima de la mayoría de las producciones de los últimos dos años en el género thriller de ciencia ficción, lo cual no significa que sea de lo mejor de Nolan. Parte de una premisa potente, intensa, pero la elección del cast (cuanto menos discutible su protagonista), y cierto clima gélido (más que lo normal en su obra), le impiden transformarse en una obra maestra. Mantiene sí, su singularidad y un adecuado ritmo de relato que le permite jugar con procesos que desconciertan al espectador, invitandolo incluso a que preste atención a cada pequeño detalle de cada escena porque en ellos, pueden estar el suceso que detone nuevas revelaciones, apenas unos minutos después. La historia tiene un aire a cinta de 007 (desfile por ciudades del mundo, todas llenas de glamour), pero con aspiraciones más filosóficas. El rol central es el de un espía de la CIA (del cual no sabremos su nombre real en toda la cinta) jugado por John David Washington, quien luego de una misión difícil donde es capturado y torturado, recibe un gran espaldarazo de sus jefes, en virtud de su lealtad y sus capacidades, para detener a un traficante de armas ruso que les digo, es más que una caja de sorpresas. Para dicha misión contará con la ayuda inestimable de Neil (Robert Pattinson), especialista asistente y poseedor de una amplia gama de habilidades logísticas, quien lo acompañará en el diagnóstico de la situación y será el cerebro co-pensante para desentrañar los aspectos oscuros del explosivo escenario. «Tenet» tiene un villano interesante (Kenneth Branagh, correctísimo) y un ritmo trepidante. Quizás ese sea otro punto débil del guión, porque a pesar de tener una extensión considerable (dos horas y media de película), durante la primera parte hay una acumulación de datos tremenda, escenas de acción increíblemente coreografiadas y diálogos que confunden todo el tiempo. Nolan parece el rey de la desinformación, ya que sus protagonistas explican sus descubrimientos sobre una nueva arma que permite ir y venir hacia en el tiempo, a una velocidad difícil de seguir. Hay tanta data que en ese tramo que «Tenet» comienza a incomodarte a medida que avanzan los minutos: parece que la trama «se te va escapando». No es una sensación, es lo que pasa. Si no estás súper atento, a los cuarenta minutos te quedás en la sala sólo porque sabés que esto no es una peli de las que ves normalmente, sino que es lo último de Nolan. Y te acomodás en tu butaca, aunque no puedas ordenar todas tus ideas sobre lo que pasa en la pantalla. Apabulla de a ratos «Tenet». Hasta sentí que tenía que volver a la facultad a estudiar física cuántica… ¿Qué ofrece para compensar la tibieza de Washginton y Pattinson en sus papeles? Mucha seriedad para tomarse el tema que presenta (quizás demasiada) y toda la espectacularidad que sabés que podés exigirle a Nolan. Hay segmentos que serán recordados por mucho tiempo (el asalto al camión en la autopista, el descarrillamiento planeado para el avión en el aeropuerto, la escena final, etc..) pero que se viven de tal manera que cuesta procesarlos para entender como funciona el film. Insisto, es una muy buena película, si la medís con las producciones habituales de la industria. Es cine de autor. Tenés que experientarlo como tal y además, está rodada con una edición de altísimo nivel. Si creo que Nolan no logra acertar con la relación entre los personajes principales y que subordina la intensidad dramática que podría crear con ellos, al ritmo del relato. Y eso hace que la peli se sienta artificiosa y poco empática. En definitiva, «Tenet» supera lo que ves habitualmente en salas. Es una película donde su director, construye el relato que más le interesa mostrarte. Puede gustarte o no, pero es su estilo y sus reglas de juego. El tema es si disfrutás aceptándolas. Pero tené en cuenta que si no te esforzás mucho por entenderla, apenas te acercarás a lo que intenta contar. Las cartas caen de una, pero Nolan tiene dos mazos bajo la manga y no para de arrojarte ases en tu rostro, sin detenerse. Creo, más allá de todo, que «Tenet» hay que verla. Quizás más de una vez. No es perfecta ni mucho menos. Pero tiene cualidades que la vuelven singular, lo cual es muy interesante en esta época de pocas ideas y mucho streaming. No digan que no les avisé!
Finalmente y luego de una larga espera, los amantes de las cintas de animación tendrán el retorno de los Trolls a la pantalla grande (recordemos que hay serie para los que aún no las vieron!). Con el regreso de los cines, era esperable que volvieran estos simpáticos y coloridos reyes del ritmo. La primera entrega en salas fue en 2017 y recaudó más de 346 millones de dólares en el mundo. Si, es una cinta costosa (aquella tuvo un presupuesto de 125) pero ha impulsado no sólo merchansing, sino también una gran cantidad de hits en las plataformas musicales. Por eso es importante decir que estamos frente a un gran evento que funciona como un buen menú familiar, los gnomos de «Trolls» son divertidos y coloridos para la platea menuda y por el otro, ofrecen un enfoque que engancha a los mayores de la sala por la diversidad de los éxitos que desfilan en su banda de sonido. Walter Dorhn repite la dirección, esta vez junto a un nuevo coequiper, David P. Smith. ¿Qué ofrecen de nuevo aquí? No demasiado debo decir, en términos de originalidad. La trama se plantea en una expansión del universo de estos simpaticos Trolls, que cierto día descubren que no sólo ellos existen en ese mundo. Sí, una milenaria historia sobre el origen de la cultura de la especie cuenta que hay distintas tribus (seis) que cada una vive un estilo de música diferente, que la hace única y particular. Y cada tribu (Funk, Country, Techno, Classical, Rock y Pop, esta última con los personajes que ya conocemos bien) posee una cuerda de una especie de dispositivo que vuelve poderoso a quien logre obtenerlas a todas. La reina Barb (Rachel Bloom en la versión anglosajona) es la número 1 de la familia Rock Trolls y una vez que descubre esta historia, comenzará la visita de los distintos grupos (cada cual con su género eh!) para conseguir todas las cuerdas y que «solo haya rock». De más está decir que Poppy (Anna Kendrick) y Branch (Justin TImberlake) comenzarán la odisea de impedir los malvados planes de la fémina rockera y en ese peregrinar, viviremos una experiencia intensa en términos sonoros. De lo mejor. No vamos a descubrir aqui lo ajustada que es la OST de estos pibes. Es un placer escucharla. Lejos, hace la diferencia. La verdad es que «Trolls World Tour» tiene un guión promedio, nada que mueva demasiado la aguja, pero donde se destaca en forma notable, es el aspecto musical. Es imposible no salir del cine tarareando sus canciones, una mejor que la otra y ofreciendo una variedad, más que destacada. Es una batalla de éxitos, muchos clásicos (la nueva versión de «Girls just want to have fun» de Cyndi Lauper que hace Kendrick es más que una curiosidad) y ritmo garantizado a lo largo de toda su extensión Quizás no sea la mejor secuela dentro del género animación y está bien. No tiene porqué serlo. Debemos sí coincidir que ha generado una movida divertida, liviana y que invita al movimiento. No es poco. «Trolls World Tour» es una buena invitación para que la familia vuelva a las salas a pasar un rato divertido. Como en los viejos (y prepandémicos) tiempos.
Mientras promediaba la proyección de «Bad Boys for life», una pregunta martillaba mi cabeza internamente: ¿era necesario reactivar esta franquicia? Sí, ya se. Ideas en Hollywood hay pocas, cuando se habla de invertir en serio. Se trata de restringir el margen de pérdida y para eso, hay que buscar nombres convocantes y apostar a las franquicias. La lucha contra el streaming obliga a los estudios y productores a pensar en líneas muy directas y rentables, como el cine de acción y aventuras, el familiar y el terror. No hay más dinero fresco para otros proyectos, cuando hablamos de grandes números. Apostar a una dupla como Will Smith y Martin Lawrence, es jugar en cierta manera sobre seguro. Son dos comediantes exitosos y la franquicia no era una saga larga (dos entregas), así que quizás podría pensarse que reactivarla sería una buena apuesta. Me da curiosidad porqué se buscó a una interesante dupla de noveles directores belgas ( Adil El Arbi, Bilall Fallah) para llevarla adelante. Estos pibes hicieron dos largos muy interesantes, («Black», un dramón social y «Patser», un thriller clásico de género) pero se ve que no había demasiadas opciones para negociar un guión más transgresor. Como siempre, desde el punto de vista crítico, hay que reafirmar (como en las entregas anteriores, la última de 2003) que su no vemos ninguna idea nueva en la trilogía y que si me apuran, tiene demasiados elementos que lo unen a la última entrega de «Die Hard» (sin entrar en mucho detalle) o a otras realizaciones («2 guns», «The other guys», «The Hitman’s bodyguard») de las que no habría que tomar demasiado (porque han sido fallidas). Quiero decir, el tema es, los muchachos se están poniendo viejos, acostumbran romper todo a su paso, sin respetar la ley que ellos mismos defienden, pero sostienen ciertos valores (la lucha contra el crimen) que son el centro de su acción. Ya sabemos eso. Esta vez, Marcus (Lawrence) se vuelve abuelo y ya en los primeros minutos tomamos contacto con su intención de jubilarse pronto. Todo bien con su compañero, pero Marcus necesita pasar a otra etapa de su vida. Claro, en el lugar donde están (Miami), las cosas nunca se ven tranquilan. Hay una narco mexicana (Kate del Castillo) que sale de prisión y a partir de ahí comienza una caza de policías, jueces y demás de primer nivel, que obligará a la fuerza policial a organizar una nueva task force para enfrentarla. Los amigos y cercanos a Mike (Smith), comenzarán a caer, y habrá que dar con el asesino y entender cuál es su plan de ataque. En el entretanto, la dupla debatirá sobre el tema del retiro, la edad y las responsabilidades de lo que hacen bien y mal. Incluso en «Bad boys for life» hasta se menciona, en varios momentos, cierta intención de no utilizar la violencia, como primera respuesta. Y hasta se coquetea con cierto sentido religioso puesto al servicio de la historia (humorístico, desde ya). Pero no. Vamos a lo que quiere la gente. Persecusiones, tiros, peleas, explosiones, algo de humor y no mucho más. Me gustó (sorpresa) el pibe nuevo, serio, carismático (Jacob Scipio) y la ductilidad de Paola Nuñez, a quien no tenía registrada en este último tiempo. Hay algunos secundarios que aportan lo mínimo (Vanessa Hudgens, Joe Pantoliano, etc) y un clima de «subí el volumen que la fiesta, acaba de reiniciarse». Y listo. Si la pregunta final es «¿Smith y Lawrence siguen teniendo química para bancarse toda una peli?», la respuesta se cae de madura: sí. Totalmente. La peli es sólo entretenimiento liviano y nada más, pero ellos la pasan bien y la audiencia se reirá con algunas situaciones y secuencias. «Bad boys for life» es discreta, pero si te gusta la acción a lo grande, tiene algo para ofrecer.
Lo primero que llama la atención de esta producción es el tiempo transcurrido desde que fue rodada (en 2017) hasta su llegada a salas comerciales. Esto se dio porque la adquisición de Disney incorporando a Century Fox a su catálogo, produjo demoras en el estreno merced a una estrategia comercial extraña. Luego, cuando analizamos la propuesta detrás de «Underwater» (Amenaza en lo profundo), no deja de llamar poderosamente la atención, el patchwork que William Eubank propone: una protagonista muy parecida a Ripley («Alien»), una trama liviana (no esperen algo de terror porque hay más suspenso e intriga que violencia en el film) y un recorrido bien fotografiado, en entornos acuáticos. No es un escenario demasiado original. Creo que «Amenaza en lo profundo» («Underwater») es una película armada para consolidar una búsqueda de nuevo perfil profesional para Kristen Stewart. Ella viene incursionando en diversos géneros, lejos de los que la llevaron a ser masiva. Su suerte, ya sabemos, ha sido dispar. Ese pergrinar podría ser el sentido de la peli… O no. No estoy seguro. Eubank, utiliza aquí todos los recursos que recuerda de grandes películas de aislamiento y lucha contra la adversidad en espacios claustrofóbicos que recuerdes para ambientar una historia simple, poco introspectiva y ciertamente, apagada. Hay influencia de «The Abyss», la reciente «The Meg», y varias más que te invito a descubrir («Descent» y muchas más), pero no definen un camino propio. La historia es súper simple. Hay una plataforma subterránea de extracción donde se están perforando capas submarinas a gran profundidad. En dicho lugar tenemos a Norah (Stewart), una técnica que abre la cinta filosofando sobre el amor y los tiempos, y a los pocos minutos, termina volando por los aires cuando explota la estación y todo el complejo ingresa en estado de emergencia crítica. ¿Qué falla pudo haber tenido lugar para que todo el complejo estallara? Minutos después, mientras ella comienza a buscar sobrevivientes y pensar respuestas, dará con su capitán, Vicent Cassel, quien organizará un plan de escape. Norah iniciará con su grupo un peregrinar por los espacios destruídos de las tuberías y pasajes, con la idea de salir hacia los pods de escapes que se encuentran en el exterior, a unos kms de distancia en el lecho del océano. La cuestión es que algo afuera de la estación, comienza a manifestarse y se agrava cuando el reloj va marcando tiempos ajustados para atravesar cada tramo con éxito. Stewart queda muy lejos de atarle los cordones de los botines a Sigourney Weaver. Su problema es que ella suena siempre muy impersonal, distante, y en general, las películas que más éxito tienen son protagonizadas por mujeres fuertes, con mucha voz y cuerpo. Kristen es una intérprete que maneja mejor los registros de la cotidianeidad. Aquí, le cuesta destacarse. Pero no es sólo su responsabilidad. Eubank marca un desarrollo austero y si bien los rubros técnicos hacen lo suyo con solvencia (fotografía, impecable), no logra hacer avanzar la trama y posicionarla para que impacte al espectador. Yo esperaba una historia inmersiva, y no recibí esa sensación. Creo, igualmente, que es un producto aceptable pero discreto, lejos de las expectativas que teníamos. Sabemos que fue una producción costosa pero no me parece que el resultado sea bueno. Más allá de eso, es entretenida y si les gusta la temática (sobre todo con la poca ciencia ficción seria en salas), pueden darle una oportunidad y discrepar conmigo.
Kleber Mendonça Filho continúa la línea que inició con su ópera prima, "Aquarius", ofreciendo una potente reflexión sobre cómo la globalización y la grieta, entre gente con dinero y poder y personas con menos recursos va generando problemas en este Brasil que la gente identifica con el perfil ideológico de la gestión Bolsonaro. "Bacurau" (premio especial del jurado en Cannes en 2019) es un film con muchas facetas. Mendonça Filho vuelve a acertar un pleno con una historia ambientada en un futuro cercano, distópico, implacable. En el norte de Brasil, se encuentra un pueblo perdido en el medio de la montaña, que le da nombre al film. Allí, la vida está alejada de los problemas de las grandes urbes. Pero algunas cuestiones, de las que hoy discutimos mucho, se ven como prioritarias también en este lugar. Bacurau está alejado de la cabeza del municipio, y no es de fácil acceso. Tienen algo de tecnología, pero viven otro tipo de vida, lejos de la problemática citadina. Su comunidad se lleva realmente bien, son solidarios y presentes, y viven su realidad con genuino compromiso por el otro. Tienen un problema serio con el agua, las vacunas y los alimentos. Casi nada. Y el alcade de la zona, resta: es un político de pura cepa. Falso, cínico y sin conciencia de su responsabilidad con sus ciudadanos. Nada en definitiva que no se viva en cualquier ciudad rural de América Latina. El tema aquí es que los habitantes del pueblo comienzan a ser asediados por una banda de tipos con armas de guerra, que vienen a depurar el vicio de matar, porque sienten que su vida necesita más emociones. Esto de asesinar pobres se puede poner de moda en cualquier momento, y será un gran problema. O ya lo es. Así es que estos hitmen ponen a Bacurau en el centro de su ataque y generan una especie de asedio que irá volviendose un círculo mortal: los visitantes tienen poder de fuego y atacan por sorpresa, los locales no logran entender el porque de estas acciones... hasta que entienden (cuando los ataudes van aumentando en forma exponencial) que algo debe hacerse. Es entonces cuando este drama de pueblo aislado rural, estalla como un thriller amargo y crudo, y no elude definiciones políticas en su mensaje. Se vuelve violento, no sólo por la cantidad de sangre que se derrama, sino por las razones de esa matanza y el sentido planteado de las muertes. Mendonça Filho vuelve a confiar en Sonia Braga (Domingas) otra vez, aquí jugando el rol de la médica del pueblo. Suman su aporte, Thomas Aquino (Pacote), Teresa (Bárbara Colen) y el líder de los malos, Udo Kier (Michael), todos en roles bien construidos y a tono con sus líneas. "Bacurau" ofrece momentos únicos (el inicio con el funeral de Carmelita, las reuniones de los vecinos y el humor por los recursos recibidos, las emboscadas a los extranjeros y más...), que le dan un relieve a su temática, de altísimo nivel. Hay que leer esta cinta, como una señal ruidosa de advertencia, sobre hechos que hoy parecen aislados, pero pueden llegar a propagarse en un futuro muy cercano. Excelente comienzo de año, imperdible para este finde. No dudes.