Hay películas que sorprenden, algunas para bien, otras para mal, y en el caso de “Criaturas Nocturnas”, inclasificable propuesta de género, su potencia visual y narrativa la destacan sobre todos aquellos estrenos que hemos tenido este año en materia de terror y miedo. Con el regreso de Liv Tyler a la pantalla (en doble rol, protagonista y productora) y una criatura simil “lobo” que se las trae, su confuso arranque a lo “The Room” no haría vislumbrar el aluvión de adrenalina que luego se impregnaría a todo el relato.
Bienvenida esta comedia al panorama local de género. Una pareja “promedio” comenzará a vivir una pesadilla a partir de las erradas decisiones de uno de ellos, el que, recientemente desocupado aprovecha la confusión en un viaje a Brasil para liberarse de todo. Si en “La fiaca” Norman Brisky plantaba todo para avanzar en sus anhelos personales, aquí Alan Sabbagh redescubre su vida en un paraíso foráneo que le agrega culpa, deudas y la convicción que junto a su mujer (Julieta Zylberberg) puede seguir pensando más allá del presente.
La inclasificable Esther Díaz, tal vez una de las pensadoras actuales más radicales, es reflejada por Martin Fariña en una descomunal y única obra que interpela al espectador de una manera ineludible. Acompañando a la filósofa en el día a día, entre el juego de ficción y documental, descubrimos a Díaz como una de las intérpretes necesarias del presente, y desde sus reflexiones, poder al menos, entender alguna parte de todo lo que nos sucede.
Las películas inspiradas en biografías de artistas plásticos pueden dividirse entre aquellas que buscan ser complacientes con las figuras y las que arremeten contra ellas. El caso de esta propuesta se enmarca en la segunda propuesta, con un arrollador VIncent Cassel como el celebre pintor que buscaba el equilibrio preciso entre la imagen y la naturaleza y que terminó perdiéndose en un abismo del que nunca pudo volver.
En un momento en el que se habla del boom de las biopics, llega “Dovlatov” de Alexei German Jr. para desmitificar y potenciar ideas sobre la narración de hechos históricos y reales, sobre personas reales, y sobre cómo un recorte específico de hitos biográficos pueden construir aún más sentido que repasar toda la vida en imágenes de un personaje. Qué son las biopics sino otra cosa que la puesta en escena, recreación, inspirada en la biografía autorizada, o no, de aquellos personajes que han marcado a fuego la humanidad y determinadas profesiones y actividades. El cine ha apelado en una infinidad de oportunidades a la puesta narrativa para hablar, además, de hechos que, por adyacencia, terminaban por reverberar en los personajes que se mostraban. Aquí, la oportunidad es la de ver la dura realidad de Serguei Dovlatov, escritor que fue reivindicado después de muerto, y que no pudo ver su obra publicada por más esfuerzos que intentara. Dovlatov fue considerado un paria por sus compatriotas y el film no hace otra cosa más que exponer, con ironía, sentido del humor y una gran precisión seis días en la vida del escritor mientras deambula por la ciudad e intenta ser aceptado por la unión de escritores. Entonces, en esa decisión de sólo trabajar con seis días, lo que vemos es la sucesión de charlas y diálogos con los oportunos transeúntes, colegas y fortuitos vecinos, mientras intenta ordenar su vida y su trabajo. La principal virtud del film es poder plasmar con poesía y una estilización precisa y soberbia un momento en el que la complicidad, el rumor, los miedos y, principalmente, los fantasmas propios, acosaban a aquellos que miraban de otra manera un régimen que oprimía. La fotografía de Lukasz Zal, reconocido por sus trabajos en “Ida” , “Cold War” y “Joanna”, permiten, además, que el disfrute del film sea completo, sumado a la decisión del director de filmar en CinemaScope. La reconstrucción de época, y, principalmente, del estadío de época de la pre Unión Soviética, permite adentrarnos en el universo del escritor y todo aquello que realizaba para vivir por fuera de lo que realmente le interesaba, su profesión y pasión. En momentos en donde la cultura y los oficios son bastardeados, con infinidad de recortes y de mercantilización, precarización y deshumanización de las tareas, el film de German Jr., posee más vigencia que nunca.
Otro capítulo de miedo Detrás Escalofríos 2: Una noche embrujada (Goosebumps 2: Haunted Halloween) hay una legión de fanáticos que siguen esperando nuevas historias encarnadas por actores que adapten lo mejor de los libros de R.L.Stine y del espíritu pulp fiction. Si en la primera entrega cinematográfica (porque hay muchas adaptaciones televisivas), la impronta de los cuentos breves se transmitía en un relato simple y efectivo en donde se presentaba a Stine (Jack Black) y a los adolescentes que descubrían su secreto y verdadera musa inspiradora de las historias, en esta oportunidad, el mayor hallazgo no es otro que rememorar un cine pasatista de los años ochenta, plagado de monstruos, arañas gigantes, fantasmas y que apunta a un público familiar, desandando aventuras con dosis de humor. En este film de Ari Sandel y con guion de Darren Lemke y Rob Lieber, hay tres jóvenes que verán cómo los preparativos de una nueva jornada de Halloween terminarán en una pesadilla para el pueblo al cobrar vida todos aquellos ornamentos y decoraciones que se han desplegado sobre las casas. Esta repentina transformación responde a la llegada, una vez más, de Slappy, el siniestro muñeco ventrílocuo que funciona como nexo entre el mundo de los muertos y el de los vivos, y que al ser invocado -por error o queriendo- despliega el caos en cada instancia que aparezca. Dividida en la clásica estructura argumental de tres actos, tal vez en el primero, antes de la presentación del conflicto central, falte un desarrollo fuerte sobre las características y psicología de los personajes protagónicos. Mientras los tres niños intentan comprender el motivo de por qué el pueblo se ha transformado en un pequeño infierno, la respuesta al motivo de la propagación de plagas impulsa el segundo acto con una capacidad dinámica que agiliza la acción. La llegada de Stine hacia el final, además, trata sobre las posiciones particulares sobre el miedo, el terror, la ansiedad o la angustia. Escalofríos 2: Una noche embrujada a diferencia de su predecesora, prefiere dejar de lado cuestiones más profesionales y diálogos profundos para embarcarse en una aventura al estilo Sherlock Holmes, en donde las premisas se cumplen, sumando una mirada interesante sobre el bullying, hogares monoparentales y multiculturalismo, entre otros, tiñendo todo de terror, light, para hacer una interesante puesta al día de películas sobre amigos que resuelven un caso y superan los obstáculos.
En su superficie, los entrañables personajes animados cobran “vida” en un intento por rememorar épocas de música y juegos con el protagonista, un hombre gris que sólo vive para trabajar. Pero si uno escarba más profundo, en la intención de ubicar a Winnie the Pooh y amigos como los referentes de este hombre, que a diferencia de Peter Pan, ha perdido la capacidad lúdica de sorprenderse, no hay nada nuevo en una propuesta que busca emocionar de una manera evidente sin revisar sus premisas o intenciones.
Siguiendo los pasos de un joven que busca imponer su identidad sexual a pesar del entorno, que lo abruma, acosa, rechaza y lastima, esta película pone en evidencia el atraso y la poca capacidad de tolerancia ante los demás. Con la intención de mezclarse con el documental observacional, esta ficción habla de aquello que se pretende callar, y que más allá que se intente hacerlo, siempre, siempre, emerge un nuevo estado de situación que doblega y subyuga al protagonista.
Maria Alché debuta en el cine con una propuesta poética, bella, nostálgica que mira el proceso de duelo de Marcela (Mercedes Morán) y su relación con su familia y un recién llegado. En ese explorar sus vínculos, al vaciar el departamento de su hermana recientemente fallecida, los fantasmas amenazan, pero nunca, nunca, terminan por atrapar la esencia de una mujer fuerte que renace en medio de la muerte.
Claro homenaje al cine setentoso y de género, en la propuesta prima la forma sobre el contenido e historia. Una joven amenazada avanza en la noche de sus días con la seguridad de saberse expuesta a una infinidad de peligros, tal vez el peor de todos, se encuentre donde menos ella lo espera.