Matar. Vivir. Matar. Vivir. A ver si de una vez por todas entendemos que los japoneses son los que la tienen más clara en cuanto a Sci Fy y robots. Son los únicos capaces de crear cuentos con los que nos dejamos seducir y atrapar y con historias que apelan a un recuerdo nostálgico de la infancia y que hacen que lo único que queramos al salir del cine es ponernos una armadura y salir a matar bichos y extraterrestres por todos lados. “Al filo del mañana” (USA, Australia, UK, 2014), dirigida por el experimentado Doug Liman, es una adaptación de la novela ligera “All you need is kill” del japonés Hiroshi Sakurazaka y que tiene como principal atracción a soldados luchando contra unos letales seres llamados Mimics (nada que ver con la película de Guillermo Del Toro) en medio de una “confusión” sobre la realidad. Al frente de todo estará el Mayor Cage (Tom Cruise) un semi ñoqui, que deberá aceptar la inevitable decisión del ejército de enviarlo a luchar. Y esto a pesar de gritar a los cuatro vientos que el sólo sabe de hablar frente a cámaras y organizar buena publicidad para la fuerza. Luego de que lo arresten se despierta de golpe en medio de una base militar sin posibilidad de reclamo alguno y mientras intenta convivir con las nuevas tareas de su cargo (lo bajan a soldado raso) deberá adaptarse a una situación que nunca pensó vivir. En el frente, aparentemente, los Mimics (con capacidad de anticipación y reemplazo de seres) ya sabían del desembarco que iban a hacer las fuerzas de la resistencia y aniquilan a todo el pelotón, Cage (Cruise) incluido. Pero luego de morir, el Mayor se despierta nuevamente, en el mismo lugar en el que se encontraba al comenzar el día, y sin comprender que sucede o por qué pasa eso arranca su rutina en la base nuevamente. Otra vez los Mimics lo matan y sucesivamente asistiremos a eso que al cine tanto le gusta contar, de vidas paralelas, sueños que se entrelazan con la realidad y rutinas repetitivas que en el momento que el que las vive comienza a tener todo controlado es hasta divertido. Pero Cage no estará solo, hay una máquina asesina, tan mortal como los Mimics llamada Rita Vratavsky (Emily Blunt), tambièn conocida como el Ángel de Verdún, una de las pocas militares que logró aniquilar en determinado escenario a varios monstruos, y que lo ayudará a comprender el por qué de la reiteración de su día y la inmortalidad que posee y la capitalizará para poder derrotar a los extraterrestres. Vratavsky (Blunt) en algún momento de la guerra también pasó por ese trance, y junto con el Dr. Carter (Noah Taylor, siempre efectivo), un científico tildado de loco, guiarán a Cage en la búsqueda del Mimic omega, a quien deberán aniquilar para terminar con la plaga que está extinguiendo y arrasando a los hombres. Elogio a la tecnología, aunque por momentos la crítica por la sobreexposición a la misma está presente, el filme aprovecha la generación de imágenes por ordenador y la fuerza del 3D para potenciar las escenas de acción y lucha con los Mimics y también el carisma de sus protagonistas. Además de Cruise y Blunt una serie de personajes secundarios con características y particularidades bien marcadas, por ejemplo el Sargento cascarrabias (Bill Paxton), el soldado irracional y competitivo (Jonas Armstrong), entre otros, que conformarán el contexto de relaciones con las que Cage deberá convivir y lidiar en ese eterno día en loop. Gran espectáculo visual y una trama atractiva que prioriza la acción sobre el diálogo hacen de “Al filo del mañana” una buena propuesta para seguir soñando con mundos, realidades y posibilidades de vida diferentes. PUNTAJE: 7/10
Es curioso el caso de películas que profundizan sobre la particularidad de una persona y desde allí intentan armar un discurso sobre temas universales, como por ejemplo la locura. En “I Am Mad” (Argentina, 2014), de Baltazar Tokman, la vida de Miguel, un ex miembro de la secta Mehir, es tan solo la excusa para exponer otros aspectos de este hombre que estuvo más de 20 años recluido. En ese encierro no sólo aprendió a relacionarse con los demás, sino que absorbió algunas máximas que siguen con gran pregnancia sobre su diario accionar, más allá que para el común de la gente éstas pueden ser erróneas o desviadas. La película deambula entre el registro documental, la utilización de imágenes de archivo de la secta y algunas tomas de cámara en mano, que funcionan como diario personal para catarsis del protagonista, que para reflejar en parte la personalidad de Miguel, y por otro lado la documentación de hechos del pasado a través de la utilización de fotografías filmadas que intentan dar cuenta de su pasado sin la secta. “I Am Mad” es la historia de Miguel, en la actualidad, con sus aprendizajes de la escuela bien dentro suyo, internalizados, hechos carne, hasta el punto de la imposibilidad de escapar de algunos mandamientos como los que se relacionan con la mujer y la “utilización” de las mismas. Miguel es un personaje muy rico, pero lamentablemente el director no logra generar empatía con él, porque por momentos justamente sólo asistimos a una exacerbación de algunas características negativas, como la misoginia, que en vez de sumar al relato, restan y hasta confrontan con los espectadores. Hay algo muy interesante sí, que quizás habiéndose enfocado o reposado en esa historia el producto sería diferente, y es la historia del padre de Miguel, un nómade por excelencia, que tras sufrir la peor pérdida que puede sufrir una persona, la muerte de un hijo, siguió en la búsqueda de su futuro y sus ideales. En los planos detalles de las manos armando un cigarrillo, o en el posarse a lo lejos para reparar en una mirada nostálgica hay una verdad que duele y que por momentos Tokman no refleja, y que si bien no está porque fue un expreso pedido del padre de Miguel, se la podría haber evocado de otra manera para lograr sensibilizar y acercarnos a él. Los encuentros con amigos, la recreación de alguna situación planteada por el maestro Mehir para enseñar, y también las discusiones con su pareja, siguen sin fortalecer un relato que también podría haberse orientado hacia lo episódico (por momentos hay una necesidad de contar nuevamente que Miguel no esta más en la secta a través de la mediatización de imágenes de fuentes poco duchas en el tema, como por ejemplo Alejandro Fantino) para no confundir. “I am mad” pudo haber sido un interesante fresco acerca de la vuelta a la vida social de una persona que intenta adaptarse pero que sigue manteniendo rutinas y pensamientos que no le hacen bien, pero el resultado es una mera enumeración de anécdotas sin alma ni empatía, que producen más rechazo que acercamiento.
Una mala llena de bondad Hay algo que a los estudios Disney le hace falta en estos momentos, y es poder remontar una parte épica de films del estilo de El Señor de los Anillos (The Lord of the Rings, 2001) o 300 (2006), por citar sólo algunos ejemplos. Es que por un lado tiene los estudios de animación, su vínculo con Pixar y Marvel y también la adquisición de LucasFilms que lo dotan de una diversidad única, pero aún le sigue faltando la posibilidad de generar películas con personajes emblemáticos que abran el juego de una construcción fílmica clásica y fantástica. Es claro que con Maléfica (Maléficient, 2014), una nueva versión de la conocida historia de los hermanos Grimm La Bella Durmiente, el camino se ha iniciado pero el centro de la narración estará ubicado en el hada que da nombre al film y que por giros del destino pasará del lado “bueno” al lado “malo” de la historia. Maléfica (Angelina Jolie) es el hada protectora de El Páramo, un paraíso natural en el que conviven los elfos, hadas, gnomos y demás seres mágicos que iluminan y maravillan la tierra. A El Páramo nunca ha ingresado un ser humano, hasta que un día un joven llamado Stefano (el adulto es interpretado por Sharlto Copley) es descubierto en el lugar luego de tomar alguno de los tesoros ocultos y entabla una entrañable relación con Maléfica que roza lo amoroso. Años después Stefano traicionará a Maléfica y ella en su dolor, decide transformar el otrora luminoso, colorido y bello Páramo en un estanco ominoso y oscuro, donde la alegría y la felicidad deben ser desterradas. Con la ayuda de su fiel cuervo/hombre Devian (Sam Riley) armará un siniestro plan de venganza el día de la presentación oficial de Aurora (Elle Fanning), hija del Rey Kinloch (Peter Capaldi) propulsor de la traición a Maléfica, para desplegar su maldad sobre la niña, determinando que el día de su cumpleaños número 16, la aguja envenenada de una rueca la hará caer en un sueño mortal del que sólo podrá despertar si es besada por su verdadero amor. El realizador Robert Stromberg, que salta de la realización de efectos especiales a la dirección, se apoya en un intenso trabajo en la paleta de colores, con el que intentará recrear imágenes oníricas y de ensueño, clave en los cuentos infantiles, y también en una iluminación que genera contrastes entre la bondad/maldad de Maléfica. Angelina Jolie marca su regreso a la pantalla grande con una recreación exacta del personaje animado de La Bella Durmiente, sabiendo que las miradas estarán sobre ella, esforzándose como nunca en lograr un tempo y una interpretación acorde a la situación. Si bien por momentos esa maldad aflora en Maléfica, la fábula muestra el costado más benigno del personaje y quizás allí es donde no se genera un mensaje coherente con el resto de la película pero que apuntará a lograr mayor adhesión del público infantil. Gran apuesta al cine épico y de aventuras con el que Disney asombra y potencia el costado más intenso de su factoría: el de liberar la imaginación para narrar la clásica historia del bien versus el mal.
¿Qué es lo que une y qué es lo que separa a una pareja? La existencia de un proyecto en común, ¿puede avivar la pasión de algo que lentamente se está muriendo?. Las respuestas a buscarlas en “Aire Libre” (Argentina, 2014), de Anahí Berneri (“Por tu culpa”), una asfixiante película en la que veremos la decadencia de un matrimonio y algunos intentos por salvarlo, y que si bien a simple vista generará más de una comparación con “Blue Valentine”, el hilo conduce hacia otro lugar. Lucía (Celeste Cid) y Manuel (Leonardo Sbaraglia) deciden comprar una vieja casa para remodelarla. Ambos son profesionales del área y volcarán en ella sus anhelos más profundos y sueños postergados. Pero desde la primera escena hay algo que Berneri refleja, para dar a entender del quiebre entre la pareja, que más allá de la idílica imagen inicial de reposo en el jardín, entre ambos hay algo que no se dice y que los afecta. En esa escena Lucía (Cid) comienza a realizar un pequeño croquis sobre algunos cambios que se imagina en la estructura del inmueble y Manuel (Sbaraglia) le pide ese trozo de papel en el que ella dibuja y se lo niega. “Hacé el tuyo” le dice. Y le da una hoja en blanco. Ahí entendemos que esa casa no va a solucionar el aburrimiento y el tedio al que ha llegado la relación, que de simples acciones cotidianas pueden terminar en una guerra campal, y que además, volcarán todas sus miserias en el cuerpo de su hijo (Máximo Silva), un niño que ya no sabe cómo acercarse a ellos para recibir un poco de afecto. Quizás el origen de todo, más allá de eso de “los opuestos se atraen”, pueda rastrearse en la formación de cada uno dentro de su seno familiar, en un caso, el de Manuel, un hogar estricto, organizado y hasta autoritario (con padres castradores interpretados por Rodolfo De Souza y Marilú Marini), mientras que en el caso de Lucía, su vida transcurrió en un hogar lleno de libertades y “dejarla ser” (con una madre muuuy liberal que protagoniza Fabiana Cantilo). Porque así es como cada uno encara a diario la vida. Al vender el departamento, deciden momentáneamente instalarse en la casa de la madre de Lucía y al poco tiempo Manuel no resiste ni la comida (vegana) que le brindan, por lo que se separarán para poder cada uno seguir con sus actividades diarias sin inconvenientes. Y eso que sus cuerpos siguen atrayéndose, pero no hay momento para el encuentro, y cuando lo hay, ya nada hace que todo fluya con normalidad. Ese es el punto en el que se encuentran. De atracción y rechazo constante. Por eso será que en medio de la supuesta “separación” hasta la mudanza definitiva, cada uno caerá en las redes de un tercero/a. Alguien que los hará sentirse bellos y únicos al menos por un instante, el que aprovecharán al máximo para poder escaparse. Los celos y la inseguridad, las agresiones como manera de relacionarse, los hijos como botín de guerra, el encuentro sexual “espontáneo” y el “armado” para asegurar un vínculo, algunos de los temas que trabaja Berneri en un film duro, con un climax y punto de giro que recién llega hacia el final. La habilidad de la directora para generar espacios opresivos y climas lúgubres dentro y fuera de esa casa que intentarán reparar, sólo sumará más tensión en el espectador. Intensa, árida, con pocos diálogos, “Aire Libre” es una película madura sobre un matrimonio que aún cree que estar juntos es lo mejor que les puede pasar, sabiendo que eso es una falacia y que nunca nada será como fue.
Hay que reconocerle a Bryan Singer el esfuerzo que hizo no solo en la dirección, sino, principalmente, en el guión, para que “X-Men: días del futuro pasado”(USA, 2014) atrape desde el inicio al fin y se presente como una de las películas definitivas de superhéroes. Más allá que sabía que contaba con uno de los cast más impresionantes y con las estrellas más rutilantes del firmamento cinematográfico (y sino miren la reciente incorporación de Peter Dinklage a la saga), sin un argumento fuerte que apoyara las actuaciones, nada sería lo que es en esta oportunidad. “X-Men: días…” supera a su predecesora porque es capaz de hacer cohabitar en un mismo tiempo fílmico a todos los mutantes con los que tanto hemos sufrido y soñado a la vez. Los duelos actorales obviamente, y ante la posibilidad de esta coexistencia, estarán a la orden del día, como así también los entrañables sentimientos de amistad que, por ejemplo, pueden existir entre seres tan disímiles entre sí como Wolverine (Hugh Jackman) y Bestia (Nicholas Hoult/Kelsey Grammer). La acción, en una dinámica y trepidante escena, comienza cuando los X-Men deciden hacer viajar al pasado a Wolverine, para poder así detener a Mystique/Raven (Jennifer Lawrence) y evitar que asesine al científico Bolivar Trask (Dinklage), creador e impulsor de los Centinelas (los gigantescos robots inteligentes que asesinaran en un futuro a los mutantes). En ese viaje al pasado, Wolverine se encontrará con el joven Xavier (James McAvoy) y Bestia (Hoult), en medio de la desolada y abandonada escuela para jóvenes mutantes. Con ellos, luego de varios intentos de explicar su situación de “viajero”, intentará a toda costa detener a Mystique (Lawrence), sabiendo que con su habilidad no será una misión fácil. En el medio de la historia el eterno planteo de la saga, la lucha por sobrevivir de estos seres diferentes, que intentarán imponerse frente a aquellos que niegan la posibilidad de vivir en paz y armonía a todos juntos. A su vez la acción irá y vendrá en el tiempo y asistiremos a cómo en el futuro el grupo de X-Men, ya adultos (el viaje se retrotrae a 50 años al pasado), deberán tratar de controlar y resistir a los embates que el grupo de Centinelas acomenterá sobre ellos. En esos viajes en el tiempo, todo el despliegue audiovisual y sonoro se potenciará para lograr generar tensión entre los personajes, a los que se sumará la eterna rivalidad entre Magneto joven (Michael Fassbender) y el joven Charles X (McAvoy), entre quienes, a pesar de saber que deben trabajar en conjunto para evitar que toda la descendencia padezca un castigo y control mayor, nunca terminan de celarse y traicionarse. Además de trabajar con la eterna pelea entre buenos y malos, la idea principal de la película es la de ver si de alguna manera el destino se puede cambiar a pesar de los obstáculos. “El futuro está escrito” arranca la narración del filme, para luego demostrar que siempre existe la posibilidad de que “todo lo que sucede está en tus manos”, otra de las frases new age que se escuchan en algún momento. Singer aprovecha la contextualización histórica del comic para anclar su narración en un futuro y en la década de los setenta del siglo pasado, con referentes como Roberta Flack y Richard Nixon (interpretado por Mark Camacho), la guerra de Vietnam, y hasta animarse a indicar que la detención de Magneto es porque asesinó a J.F.K (¡a quien también acusan de mutante!). Un filme para entretenerse, divertirse y disfrutar y en el que el virtuosismo del director y la calidad de las actuaciones (todas) no hacen más que seguir afirmando el buen momento de las películas de la Marvel.
La suma de todos los miedos La habilidad de Benjamín Naishtat reside en poder contar algo fuera de la pantalla que en lo que realmente muestra en "Historia del Miedo"(Argentina, 2014). En eso que no vemos, en los límites borrosos de algo que no se llega a definir está el principal atractivo de una historia sencilla y compleja a la vez. Hay un grupo de personas que viven en un country, adinerados ellos, se mantienen al margen de todos los avatares de la vida cotidiana, y en algunos casos, el único contacto que llegan a tener con la realidad es a través de las pocas palabras que cruzan con sus empleados . El espacio del country a su vez está siendo invadido de a poco por personas ajenas al mismo que incendian basura en el límite. También hay otra persona, que vive con su hijo en la ciudad y que casi mantiene la misma rutina que el resto. Todos tienen miedo. Miedo de superarse, de vivir, de respirar, de acercarse al otro, de amar. Los cortes de luz que aceleran las interacciones además no ayudan a que todo fluya con normalidad y la resistencia a ceder espacios crece. En ese escenario simple Naishtat arma un complejo entramado de relaciones que terminan con el corolario de un festejo en el que cada uno tendrá miedo de qué hacer con los demás. Película de pocos diálogos, de sugerencias, de un estado de alarma latente, síntoma de época de visión inevitable. PUNTAJE: 6/10
Bailate un tango pero “trash” FANGO (Argentina, 2012) de José Celestino Campusano es una extraña película protagonizada por actores no profesionales; y es extraña porque por momentos atrae como un imán a la pantalla al espectador. Y en los tiempos que corren eso no es poco. En FANGO se narran paralelamente dos historias, la de dos amantes del heavy y el trash (INDIO y BRUJO), y la de una joven mujer quien al verse engañada por el marido le pide a su prima que la ayude a “solucionar” el inconveniente. Filmada en HD, con el recurso de la cámara en mano, por momentos la cinta se transforma en un documental en el cual asistimos a las entrevistas que los protagonistas realizan a cada uno de los músicos que quieren sumar a su banda, (cada uno que van entrevistando se cree el mejor en lo suyo) la que da título al film (FANGO). Pero no sólo veremos eso, porque como dice el refrán Pueblo chico, Infierno grande, los rockeros del pueblo se ven envueltos (el Brujo y su mujer) en una vorágine de violencia filmada de manera cruda y casi real porque todos se relacionan con todos (otra que seis grados de separación). Beatriz es la mujer del Brujo pero anda “noviando” con el marido del primo de NADIA, una de las capangas del pueblo. Nadia, pelo corto, con buenos recursos vocales, equipos de gimnasia adidas hasta las rodillas y zapatillas neumáticas, dirige un grupo de mujeres que rozan todo el tiempo con la violencia. Este grupo está enfrentado con el de PABLO, el otro “capo” del pueblo desfigurado (no sabemos porque), quien no hace otra cosa que tomar cerveza sentado en la puerta de su casa o el patio. Con muchos cortes y saltos de continuidad y de eje (que ya en este punto no interesan) la película deambula entre la apatía de mostrar situaciones sin tomar posición al respecto y el describir a un personaje en particular (el Brujo). Nadia decide secuestrar a Beatriz, vejarla y flagelarla para evitar así males a su prima. Pero el Brujo comienza con una búsqueda que llevará a enfrentarse con el grupo de mujeres y alinearse al de Pablo. FANGO es una película melancólica, de una persona que intenta jugarse “las últimas fichas”, tal como él mismo lo afirma, en el gran debut de su banda, una banda que fusiona el TANGO y su MELANCOLIA con el TRASH (la RABIA). Muy lograda la escena en la que el Brujo va a visitar a una “grouppie” que está charlando con amigos que no son del “palo” y aman el folklore. Mezcla de la teleserie OKUPAS con “This is Spinal Tap” y “Rock of Ages”, FANGO merece un visionado expectante y libre de prejuicios, y más allá de la violencia, es posible disfrutarla desde el lugar del Brujo, una persona que lucha contra la vejez con optimismo. PUNTAJE: 5/10 Crítica publicada originalmente en http://www.nos-otros.com/bailate-un-tango-pero-trash/
La clave de la puesta al día de “Godzilla” (USA, 2014), dirigida por Gareth Edwards, es su capacidad por construir un entramado de redes y vínculos familiares para, en el fondo, volver a contar una historia que va más allá del gigantesco monstruo, y que encuentra, en principios básicos como el trabajo en equipo, el esfuerzo personal, la amistad y la defensa de los ideales, el marco ideal para enmarcar la historia dentro de un escenario de fin del mundo latente. Un gran cast, encabezado por Bryan Cranston, Aaron Taylor Johnson, Leslie Olsen, Juliette Binoche y Sally Hawkins, que no por casualidad contiene nombres de gran prestigio, brinda su oficio a esta clásica historia del monstruo japonés que luchará con otros seres mientras se pone en juego la continuidad de la humanidad en la contienda. Joe Brody, un científico que comienza a percibir cierta actividad extraña en la planta de energía nuclear que trabaja (y en la que está también su mujer-Binoche-), ve como su vida se desmorona frente a sus ojos al producirse una falla mortal en la misma. Con el cierre y aislamiento del lugar, y luego de la muerte de su mujer, la acción se adelanta quince años para mostrarnos a Brody hijo (Taylor Johnson), un soldado que regresa luego de estar prestando servicio fuera de su país y que verá cómo su vuelta a la vida familiar se verá afectada por una inminente amenaza, la que reiterará sus peores fantasmas, aquellos que su padre antes de la explosión de la planta supo gritar a los cuatro vientos y por los que hasta la actualidad los ha separado. En la búsqueda de una respuesta y en la develación de secretos militares y científicos, la historia irá avanzando y se potenciará con los descubrimientos de los monstruos que comenzarán a desplegar e infundir miedo en cada paso que den por las ciudades más importantes del mundo. La suma de todos los miedos, el ocultamiento de la información (presente desde el inicio con una secuencia de títulos de antología que mixtura imágenes de archivo con trazos gráficos más que elocuentes) y el reciente caso de la planta nuclear de Fukushima (2011) son algunos de los antecedentes que dotan de verosímil a esta historia fantástica. Y mientras Edwards nos introduce en una red de paranoia y conspiración y creemos asistir a un espectáculo más dramático que de ciencia ficción, cerca de aquella planta de energía original en la que Brody padre ve como todos sus sueños se terminan, despierta Godzilla, que intentará luchar con los seres monstruosos que acechan a los humanos. Obviamente que en el medio Brody hijo y un grupo de aguerridos soldados intentarán detener las amenazas, a los que se sumarán los investigadores Achiro (Ken Watanabe) y su asistente (Hawkins) con la información necesaria para poder encontrar los puntos débiles de los monstruos. La música del compositor Alezandre Desplat es otros de los aditamentos que suman a la tensión generada con imágenes de ritmo vertiginoso, sucio, símil documental (algo que bien sabe generar Edwards desde los tiempos de “End of Days”) y que en los momentos de pelea entre Godzilla y sus adversarios logran el clímax perfecto. Justamente en esos momentos es en los que toda la industria vuelve a mostrarnos su grandeza, porque en cada golpe que Godzilla atesta a sus enemigos asistimos a la puesta en día de un clásico que ha atrapado a grandes y chicos por décadas y décadas, y que en esta oportunidad, sumado a las grandes actuaciones, hacen del filme una ocasión para disfrutar en la pantalla grande sin ningún tipo de prejuicios. Entretenida.
Hay algo de inasible y fugaz en la obra artística sin importar el soporte. Quizás por eso “Rey Milo” (Argentina, 2014) de Federico Barreiro, no puede abarcaren su totalidad el espíritu y personalidad del ascendente Milo Lockett, alguien que en su particularidad pudo construir una de las obras más dinámicas y renovadoras de los últimos tiempos. La cámara acompaña a Milo en sus tareas diarias, pero también en el complejo entramado solidario con el que intenta, desde sus orígenes, devolver a la sociedad algo de lo que ella le ha brindado. Los testimonios, apoyados en trazos gráficos similares a los que utiliza en sus cuadros, son uno de los puntos más interesantes de un filme que deambula en la exhibición de Milo Lockett como personaje sin detenerse a reflejarlo como persona, con anhelos, esperanzas y proyectos a futuro. Es que si bien en las palabras de los entrevistados todos llegan al punto que este artista es un iluminado, que siempre pudo conseguir lo que quiso (fue basurero, vendedor de ajos callejero, verdulero, dueño de un local de ropa, entre muchas otras actividades), nunca los escuchamos hablar sobre él como individuo más allá de pintor. Por momentos uno de sus empleados lo tilda de “complicado”, su madre relata que de adolescente un día se acercó y le dijo “yo no nací para estar sentado en un banco” y dejó el colegio secundario, para luego sumarse a esta característica el propio Lockett con el mote de “ansioso”, pero más allá de eso, y de verlo rodeado de personas que lo admiran y lo acompañan, no hay mucho más. Un artista es alguien iluminado. Alguien que puede encontrar una manera de expresarse dentro de una contemporaneidad y que, llegado el caso, su obra lo puede trascender hasta el punto de superarlo. Lockett crea en cada cuadro la posibilidad de una obra multitextual, que no sólo se queda en la mera pincelada, sino que intenta incorporar otros mecanismos de expresión que puedan ofrecerle al espectador una experiencia vital. En el momento de la creación de la obra el café y los eternos cigarrillos acompañan su mirada y sus manos que zigzaguean por los materiales en los que el dibujo y las pinceladas permiten que su interior se exteriorice. En los colores de los cuadros, que contrastan con la aridez de los paisajes del Chaco, hogar de Lockett por nacimiento y opción, en el que vuelca toda su experiencia mejorando espacios de estudio y trabajo, pero también promoviendo la cultura y la actividad, sin un fin económico ulterior, hay una calidez que busca a gritos una continuidad con la realidad. Y en esa realidad, además de las voces autorizadas que el director utiliza para construir la estructura de la película, con su familia, amigos, y colegas como referentes, y también en la utilización de imágenes mediatizadas, se va construyendo la idea de un Lockett que se brinda al otro para descubrirse. La chatura de la dirección de Barreiro, hace que este acercamiento audiovisual al artista no pueda completar un perfil, que bien podría haber sido ágil y moderno, por lo fresco y revolucionario del artista, pero se queda en algo tradicional y básico que sólo sirve para conocer un costado del autor, el más difundido.
Caminando en laberintos de neón Nada es lo que parece en Muerte en Buenos Aires (2014), de Natalia Meta, no porque esta frase trillada encierre el entramado de relaciones que se irán tejiendo en la ficción, sino porque, principalmente, el aura nostálgica que le imprime la realizadora a toda la película termina atrapando y desconcertando a la vez. Muerte en Buenos Aires cuenta la historia de Chávez, un inspector de la Federal, algo machista y estereotipado (Demián Bichir), que debe resolver un homicidio ocurrido en la alta sociedad porteña a finales de la década de los ochenta del siglo pasado. El neón fucsia y rosado iluminará los pasos que irá dando en medio de la profunda noche gay de Buenos Aires, espacio en el que supuestamente por los indicios y deducciones hechas hasta el momento, esconde al presunto asesino. Acompañado por el agente Gómez (Ricardo "Chino" Darín) y la oficial Dolores (Mónica Antonópulos) las presiones que irán recibiendo por parte de la familia y jueces allegados harán que cada vez que se acerquen a una pista algún giro se plantee para que la verdad permanezca oculta. Para evitar que eso continúe deciden que el agente Gómez sea la carnada para que el asesino termine de confesar el delito. Así el joven oficial aceptará ser “seducido” por Kevin (Carlos Casella) un señor por las mañanas, y un cantante desprejuiciado en las noches, y que misteriosamente intentó escaparse luego del asesinato. “Dirigiendo” al equipo estará un distraído comisario (Hugo Arana) que sólo seguirá los pasos del resto sin una injerencia directa sobre la investigación. Con una cuidada recreación de época, desde la vestimenta, mobiliario, programas de TV (La extraña Dama en las pantallas) y looks (basta con observar a Antonópulos, casi una chica de poster PAGSA), la ambientación y banda sonora van generando el clima sórdido en el que los policías deberán resolver el misterio. Pero Muerte en Buenos Aires también cuenta otra historia, la de las incipientes pasiones que en la rutina laboral se van gestando y ocultando, porque a medida que vayan pasando los minutos y que los policías interactúen entre sí y con el entorno, todo se tornará denso y prohibido. Natalia Meta además de hablar de lo que se dice y lo que no, argumenta a través de pequeños guiños históricos sobre una Buenos Aires que vive al ritmo de sintetizadores y cortes de energía, con una fuerza policial que se muestra como honesta frente a la complicidad y corrupción de la justicia (de antología el juez que compone Emilio Disi) y una serie de nefastos personajes (la hermana del muerto, Luisa Kuliok, el sastre elegido por la alta sociedad, Gino Renni, etc.) que una vez más hablan de la vulnerabilidad de las instituciones y el sangriento poder del dinero y las drogas en las altas esferas. En un momento histórico en el que aún la moral pesaba sobre los cuerpos con una especial resistencia de Chávez para compartir sus deseos más íntimos, hacen más que interesante la propuesta de Muerte en Buenos Aires, un film con algunos baches, pero que a fuerza de detalles y actuaciones logra mantener el suspenso hasta el final.