De las brillantes ideas de Hollywood denominadas “encuentra un éxito y exprímelo al máximo”, llega Annabelle, spin-off (o precuela) de El Conjuro, filme de James Wan de 2013, que refrescó el género de terror. Ahora, con la historia de la muñeca poseída, que si bien no era parte central de la trama de El Conjuro, si formaba parte de filme sacando unos cuantos sustos, llega este filme dirigido por John R. Leonetti, (Mortal Kombat), que deja mucho que desear. Precedida por una intensa campaña viral, Annabelle prometía más sustos que El Conjuro. Y sin embargo, se queda solo en la promesa. Desafortunadamente, si uno se dedica a buscar por internet, encuentra que si bien la muñeca existió, nada tiene que ver con la historia en el filme. Acá, John y Mía son un matrimonio recién formado, con una bebé en camino, y cuyo regalo es la muñeca. A partir de ahí, experimentan una serie de sucesos extraños que inician cuando son testigos (y casi víctimas) de un asesinato-ritual. A pesar de contar con el visto bueno de la original Lorraine Warren (la investigadora paranormal que se cruzó con la muñeca en sus investigaciones), la historia carece de profundidad. Recurre a los típicos clichés del cine de terror como las figuras en las sombras, las apariciones extrañas y hasta más de un guiño a la saga de Actividad Paranormal. Si bien para los más sensibles al cine de terror puede funcionar (razón por la que le añadimos una estrella más a la calificación), pues puede provocar un buen susto, lo cierto es que Annabelle carece de todo el carisma de El conjuro, se pierde al intentar contar una historia profunda y termina siendo la misma historia: pareja nueva, en casa con objeto poseído. Para olvidar.
Manolo, Joaquín y María son buenos amigos desde la infancia. Sin embargo, debido a un incidente, son separados y obligados a cumplir su destino: Joaquín como jefe de seguridad, Manolo como torero y María enviada a estudiar a Europa. Así, cuando crecen, se volverán a encontrar, con miras de defender el pueblo de un bandido, quien busca un objeto perdido desde hace tiempo. Esta es la historia que una guía de museo les cuenta a los niños castigados, que han sido enviados de visita como un castigo. Sin embargo, encontrarán a centro de mundo, México y las fantásticas historias que ahí suceden el día de los muertos. Honestamente, es una película mexicana hecha con dólares. Desconocemos si fue por la técnica de animación o por facilidades otorgadas, pero salvo algunos nombres, casi todo es mexicano, desde la temática hasta la historia y el doblaje. Y sin duda, con la guía de Guillermo De Toro, el director Jorge R. Rodríguez ha creado una historia única e increíble. Tomando elementos tradicionales mexicanos, desde los mayas, hasta los mariachis, Manolo y Joaquín deben encontrar su lugar en San Ángel, y su lugar al lado de María, mientras enfrentan a Chacal, bandido que busca un objeto perdido desde hace tiempo. Maravillosa, mágica y Mexicana. Son los mejores adjetivos que podemos darle a El Libro De La Vida, una obra que no decepcionará a los grandes y pequeños por igual
David Fincher es sin duda un genio por el que esperamos un nuevo filme (o serie, si es el caso). Si bien muchos pensamos que su último filme, Los Hombres Que No Amaban A Las Mujeres fue un punto negativo (para ver nuestra reseña, Click aquí), es un genio que sigue elaborando películas excelsas que disfrutamos todos por igual. Ahora, su mano maestra toca Perdida (Gone Girl), adaptación del libro de Gillian Flynn que cuenta la historia de Nick y Amy, una pareja que se encuentra festejando su quinto aniversario juntos, pero que ese mismo día, Amy desaparece sin dejar huella. Es así que inicia una búsqueda algo extraña de la chica perdida, que llevará a un desenlace sangriento y nada esperado. No soy muy fan de contar el filme, pero este amerita que les de una pequeña pista. Al cumplir la primer hora del filme (que dura 2:30), se resuelve el caso. Sin embargo, lo que sigue es una completa espiral de sucesos extraños, inesperados y que pocas, o quizá ninguna vez, hemos experimentado en una película del género presente. Ben Affleck y Rosamund Pike son quienes cargan con casi todo el filme y lo hacen de una manera brillante, espeluznante a veces, pero brillante. Quizá su único pecado es tener pequeñas lagunas que alargan la película innecesariamente y le dan un toque de desesperación, pero sin duda, la narración no se pierde en ningún momento, y cuando parece que todas las piezas del rompecabezas pro fin han encajado… hay que empezar de nuevo. Gone Girl no sólo es la película de la semana, sino probablemente una de las mejores del año. David Fincher lo ha hecho de nuevo.
¿Puede una canción salvar tu vida? Es el título alternativo de este filme de corte independiente dirigida por John Carney, es una pregunta que intenta contestar. Si bien no es en el sentido literal, muchos sabemos lo que una ruptura puede doler. Y es así que la música salva nuestra vida de caer en una profunda depresión. Greta (Keira Knightley) y Dave (Adam Levine) son una pareja cuya pasión musical los une de una manera muy especial. Es hasta que uno de ellos tiene éxito y se va de gira, que salen a relucir otras actitudes que los separan. De esa manera, y sumida en la tristeza, Gretta, quien también es una excelente cantautora, conoce a Dan (Mark Ruffalo), un productor musical en el ocaso de su carrera. Ambos deberán empezar de nuevo a redescubrir su pasión por la música y el sentido de su vida, mientras emprenden la aventura de grabar un cd para Gretta. Romántica, especial, musical, pero sobre todo envolvente, Empezar de nuevo es una road music movie, o lo que podríamos clasificar un viaje musical y un viaje de vida. El hecho de que Adam Levine, vocalista de Maroon 5 participe (y por cierto cumple bien, sin tropiezos), eleva la calidad de las canciones, de las que esperamos ver a más de una nominada en los próximos oscars; mientras que gente como Ruffalo, Hailee Steinfeld y la misma Knightley (quien por cierto es agradable descubrir su talento musical), ponen el talento en la actuación y complementan de una forma inesperada y sorpresiva este filme. Es una de esas películas que sin duda no deben dejar pasar.
Los Boxtrolls es la nueva apuesta de los estudios responsables de la maravillosa Coraline y la mediana Paranorman. En un mundo en el que Dreamworks y Disney dominan la animación, es agradable encontrar apuestas refrescantes que sean amigables y bien contadas. Desafortunadamente, este no es el caso de The Boxtrolls. Huevo es un niño que creció al lado de los seres extraños que viven en las alcantarillas vestidos con cajas de cartón. Toda la gente los odia y les teme, debido a que los consideran sangrientos y malos, aunado a los rumores que un hombre ha propagado en su afán de conseguir poder, simbolizado con un sombrero blanco. Entendemos que, al ser películas animadas y dirigidas a los pequeños, muchas situaciones sean irónicas. Sin embargo, los estudios olvidan que somos los padres quienes pagamos el boleto para el cine y buscamos productos de calidad para nuestros pequeños, pues el cine es lo suficientemente caro para llevar a la familia a ver productos olvidables. The Boxtrolls carece de personajes entrañables, y le sobra mucho de lo tétrico. Es cierto que sus trabajos anteriores, Coraline y Paranorman estaban inundados de elementos paranormales, tétricos y de miedo, pero funcionaban la mayoría de las veces. Acá no, puesto que ni los pequeños seres en cajas inspiran confianza y mucho menos risas. Parece más una película pensada para el mundo adulto al incluir temas como genocidios, miedo a lo desconocido y hasta ansias de poder, sin una lección clara para los pequeños. The Boxtrolls es, en definitiva, una alternativa muy pobre en animación.
Sabemos que, de entrada, suena absurdo que unas tortugas sean mutantes y sean ninjas. Provienen de un cómic y eso está bien Aceptamos la premisa y nos enfrentamos a la nueva versión live action que gracias al avance de las tecnologías nos permite una mayor interacción entre April O Neal (Megan Fox) y sus tortugas y su rata mascota que, víctimas de experimentos genéticos, han sobredesarrollado sus capacidades físicas y mentales, y ahora, tras muchos años de entrenamiento, han de subir a la superficie a detener el Clan del Pie, de apoderarse de la ciudad de Nueva York. No importa que su apariencia humanoide asuste. O desmaye. Que Splinter asuste a más de uno con fobia a los roedores. El verdadero problema de esta película tiene nombre: Michael Bay. Y no culpamos a los productores, pues para efectos visuales y coreografías imposibles, es el mejor en el medio. Pero como siempre, los grandiosos efectos (mención especial a la secuencia del escape en la nieve), no tapan los enormes huecos en el absurdo guión plagado de referencias geek y populares que los adolescentes (y los no tan adolescentes) aman. Para disfrute de una tarde dominguera y deleite de los pequeños, no defrauda. pero incluso como blokcbuster veraniego, queda mucho a deber. Leonardo, Donatello, Miguel Angel y Rafael no son lo suficientemente carismáticos para quedarse en nuestro recuerdo.
Ignoramos por qué en Latinoamérica no optaron por irse a la fácil y poner de título La Noche de Las Bestias 2, como secuela de aquella primera parte de hace apenas un año (leer nuestra reseña aquí), Cambiando el título y confundiendo un poco a le gente, pues existe "12 horas para vivir", protagonizada por Nicholas Cage, lograron que obtuviera una taquilla menor que su antecesora, y sin embargo, la calidad es ampliamente superior a la primera parte. El Sargento Barnes (Frank Grillo) decide tomar una venganza personal en la única noche de Norteamérica en la que, por 12 horas, se hace legal cualquier crimen y se suspenden las actividades de seguridad. Cada familia debe velar por sí misma, y durante varios años, esta estrategia gubernamental ha funcionado para disminuir el crimen común. Sin embargo, una pareja y una madre y su hija, por error se encuentran en las calles, y por temor a ser asesinadas por simple diversión, deberán aliarse con el teniente Barnes para salvar sus vidas, mientras emprenden una carrera contra el tiempo en busca de un refugio. Con mayor acción, tensión y drama a lo largo de la película, supera con creces a la primera parte como ya lo mencionamos. Acá hay más acción y profundiza un poco más en el impacto que ha tenido en la sociedad en sus diferentes estratos: los pobres que venden su vida, los ricos que pagan y subastan gente para su diversión, aquellos que buscan una venganza y aquellos que, como siempre, están inconformes y buscan hacer sus propias reglas. Obviamente no es una obra de arte, pero, como lo dijimos en nuestra anterior reseña, una idea de este tipo siempre traen consecuencias que son mejor exploradas en este filme. Recomendado para quien busca un poco de adrenalina.
Godzilla o Gojira es, en su traducción más literal, Dios Kaiju, o Dios Monstruo. Para los japoneses, más que una leyenda de un monstruo, es, como la mayoría de sus mitos, un ser que va más allá de la destrucción. Es cierto que, como humanos, somos de las especies más frágiles del mundo. Y ante nuestra inconsciencia, nosotros mismos nos estamos destruyendo, sea directa o indirectamente. Y es por la contaminación radiactiva, que creamos a dos monstruos que ahora se buscan el uno al otro después de años hibernando, para reproducirse. Ante tal desbalance del mundo, el Dios Gojira despierta de las profundidades para reestablecer el equilibrio natural. Si algo admiramos de los efectos actuales, es que bestias, naturales o mecánicas, parecen más naturales ante las cámaras. Lo malo, es que hasta la fecha, ningún director (salvo Guillermo del Toro), se ha dado a la tarea de enfocar en primer plano el conflicto bestia-bestia. Y no solo nos referimos a poner la batalla en primer plano, sino en darle el lugar que les corresponde a estos impresionantes diseños de la imaginación humana. Acá, la trama no versa sobre los monstruos destruyendo todas las ciudades por las que pasa, sino que es la historia de un hijo que busca regresar a casa con su familia, y de un padre, que busca desesperadamente revelar el secreto por el que su mujer murió. Hay que reconocer que, comparado con la versión de aquel lejano año 1998 de Roland Emmerich, mejora tanto en diseño del monstruo, como en acción y trama. Lo malo, es que sigue careciendo de esa magia de las legendarias películas japonesas de los años 50 y sobre todo, sigue dejando ese pequeño mensaje que irónicamente ataca en el filme: El ser humano se cree el centro del universo
Todos hemos escuchado más de una vez que los seres humanos usamos el 10% de nuestro cerebro. Y que es esa capacidad, por muy pequeña que parezca, es la que nos diferencia de los animales, lo que nos da la capacidad de hablar, de pensar, de ser nosotros mismos. Aunque investigaciones recientes aclaran que, en realidad, si usamos todas las neuronas de nuestro cerebro, la diferencia es que no todas las neuronas pueden hacer sinapsis unas con otras: las de adelante no conectan con las de atrás y así sucesivamente dependiendo de la distancia que exista entre ellas. A pesar de ello, los creyentes de la ciencia ficción establecen que si realmente pudiéramos usar un poco más de ese 10%, empezaríamos a descubrir más cosas: telequinesis, control mental, otros campos de visión y una sorprendente capacidad de aprender nuevas cosas. Así, Lucy (Scarlett Johansson) por accidente, al ser usada como transporte de droga ilegal dentro de su cuerpo, absorbe parte de la droga experimental y comienza a experimentar cambios que la llevan a tener mayor acceso y control de su cerebro. Sin embargo, esa misma conciencia, le advierte que morirá (o al menos desaparecerá) en cuanto alcance el 100% de uso, por lo que debe apresurarse a encontrar el sentido de la vida antes de que su destino la alcance. Aunque en principio y por el avance, pareciera un thriller de acción, el nuevo filme de Luc Besson (el Quinto Elemento, El Profesional), es ciencia ficción. Quizá más ficción que ciencia. Porque aún cuando las teorías que maneja no están comprobadas (al fin y al cabo eso es la ciencia ficción, jugar con ideas acerca de lo que no conocemos), conforme avanzamos de porcentaje, el filme se llena cada vez más de incoherencias. Y lo más triste de todo es que el conflicto se quiere resolver en 1 hora y media, corriendo contra el tiempo, en lugar de darse su espacio para plantear mejores preguntas filosóficas. Corre como con prisa de que se termine el guión y la gente vea todas las fallas que tiene, incluyendo su falta de acción y la falta de sentido común. Quizá algún día una idea parecida resulte un mejor producto
Wes Anderson es, para muchos, un genio incomprendido. Y es que a pesar de todas sus películas, que para la mayoría son obras de arte, pocas tienen el palmarés de otros directores más polémicos y quizá, menos talentosos. Lo cierto es que seguimos esperando con ansias cada proyecto que lleva su firma. Y el más reciente de ellos, no sólo tiene su sello, sino el de un multitalentoso elenco que, como debe de ser en las buenas películas, no está por encima de la historia. Ralph Fiennes, Saoirse Ronan, Edward Norton, Tilda Swinton, Adrien Brody, Willem Dafoe, Bill Murray, Jude Law... y no terminamos. La historia es simple, un viejo señor Zero narra sus aventuras cuando inició como botones en el renombrado y prestigioso hotel Budapest de la república de Zubrowska, en donde fue aprendiz del mejor anfitrión que jamás haya existido: M. Gustave, y sus desventuras con la herencia de su amante. Quizá suena una historia simple y nada llamativa. pero como ya lo mencionamos, las historias de Anderson son mágicas. Son simples y nada pretenciosas, que sin quererlo, nos atrapan en su atmósfera, nos hace partícipes. Sufrimos, reímos, lloramos, y nos convertimos no sólo en un espectador, sino en un personaje más. En alguien que desea vivir adentro de esos mundos mágicos.