Horror gótico sin inspiración. El cine de terror gótico tiene como una de sus principales y más reconocibles características el estar situado en un tenebroso y oscuro castillo de origen medieval, lógicamente ubicado en algún remoto de Europa. Será este particular espacio físico, por lo general filmado en penumbras, con una atmósfera insana, inquietante y hasta de ensueño todo el tiempo rodeándolo, lo que marcará el tono sombrío y de misterio al relato o trama a desarrollar. Su protagonista será una mujer, por lo general joven y bella, que llegará a este lugar para visitar a algún pariente y que seguramente ha tenido una reciente y trágica pérdida familiar, lo que la lleva a tener un estado emocional frágil y vulnerable. Invitación al infierno es una película de terror, dirigida por la realizadora Jessica M. Thompson, que cumple con todas las premisas antes mencionadas. Su protagonista es Evelyn (interpretada por la actriz Nathalie Emmanuel, vista en las últimas entregas de la saga Rápido y furioso o también en la serie de HBO Juego de Tronos), una joven estadounidense de origen humilde que ha perdido a sus padres y que descubre, gracias a un estudio de ADN, que tiene parientes ricos en Inglaterra. Es así como se contacta con uno de ellos, un primo segundo llamado Oliver (Hugh Skinner), que la invita a un castillo para participar de una boda y poder conocer al resto de la familia perdida. Entre estos se encuentra Walter (Thomas Doherty), un muchacho distinguido y muy atractivo, dueño de la gran mansión. A pesar del lejano vínculo, Evelyn y Walter se atraen desde el primer día, y nacerá entre ambos un vínculo amoroso. Pero la felicidad les durará poco ya que en la mansión se ocultan muchos secretos siniestros. Evelyn tendrá miedo, casi sola en la inmensidad del recinto, y tratará de averiguar qué es lo que pasa con su nueva familia política y tendrá que luchar para salir con vida del lugar. La realizadora y guionista australiana Jessica M. Thompson, lamentablemente porque la propuesta parecía interesante, no llega a deleitarnos con su Invitación al infierno. Por momentos su película es un atractivo cuento de terror, pero eso dura poco. Muchos de los personajes están mal desarrollados o ya los vimos en múltiples ocasiones en otros exponentes del subgénero. Encima los repentinos e inesperados toques de comedia que la directora nos ofrece, más que ayudar en la trama, la vuelven confusa por demás. Nathalie Emmanuel, una actriz que suele impactar por tener una fuerte impronta física, apenas llega a destacarse y hace lo que puede. La historia de amor (o de horror) que le toca vivir se vuelve casi ridícula, hasta diría poco creíble. La búsqueda de su identidad es una simple excusa argumental para situarla en un entorno de pesadilla. Lástima que el guion, a cargo de Thompson y Blair Butler, sea tan repetitivo y poco inspirado. Hay una película, Boda sangrienta (Matt Bettinelli- Olpin y Tyler Gillett, 2019), que presenta una historia similar, la de una joven y bella novia que está encerrada y enfrentando peligros en un castillo europeo, que tiene la suficiente destreza y fuerza que a esta Invitación al infierno le falta. En el punto de vista elegido hay un intento de renovación del subgénero de terror gótico clásico que no logra cristalizarse nunca. Fallida y tediosa: mala combinación.
Viaje surrealista a un mundo ideal. El director australiano George Miller ganó fama y prestigio a fines del siglo pasado gracias a su enorme y acertada labor en la dirección en la saga postapocalíptica Mad Max conformada por Mad Max (1979); Mad Max 2: El guerrero del camino (1981); Mad Max 3: Más allá de la cúpula del trueno (1985) y la más contemporánea Mad Max: Furia en el camino (2015). Esta serie de películas de culto, todas dirigidas por Miller, siguen la historia de Max Rockatansky (personificado por un joven, novato y vital Mel Gibson), un policía de la carretera australiana que tratará de sobrevivir en un en un futuro distópico y deshumanizado. Posteriormente en el año 1987, Miller decide correrse del cine de acción y la brutalidad de esta saga y filma su primera película dentro del género fantástico: Las brujas de Eastwick, con elenco estelar encabezado por Susan Sarandon, Michelle Pfeiffer, la cantante y actriz Cher, Jack Nicholson, entre otros. Tres aburridas mujeres norteamericanas, hartas de esperar a su príncipe azul, una noche de lluvia lo invocan y con resultados muy sorprendentes. Está simpática comedia de terror, ciencia-ficción y fantasía, demostró nuevamente que George Miller es un realizador creativo, personal y que no rehúye de los excesos, con la simple misión de entretener al espectador. Este año 2022, el realizador australiano de 77 años vuelve después de mucho tiempo a filmar otro relato de fantasía, una encantadora fábula acerca de los deseos humanos llamada Érase una vez un genio, protagonizada por Tilda Swinton e Idris Elba. Su trama, entre extraña y hasta por momentos extrovertida, nos presenta a la Dra. Alithea Binnie (Swinton), una profesora de letras que se dedica a enseñar el arte de la narración a sus alumnos. Decepcionada tras un engaño amoroso, viajará a Estambul para participar de una famosa convención acerca de leyendas y mitos. Siendo una mujer muy inteligente, pero risueña, en un paseo por una feria artesanal local compra una bella y gastada botella antigua. Menuda sorpresa se llevará cuando al llegar a su habitación de hotel, que casualmente fue la misma dónde la autora Agatha Christie escribió su novela «Asesinato en el Expreso de Oriente», al abrir la botella salga de ella un enorme y atractivo djinn (Idris Elba), que le comenta que le concederá los tres deseos que le pida. Pero ella, una docente que ha leído mucho sobre historia de la fantasía a través de la literatura, le dice que según los mitos todo lo que le pida resultará mal. De allí en adelante todo podrá pasar en esta historia sobrenatural de magos, hechizos y hasta de romance. Érase una vez un genio es una película que se disfruta y mucho. La creatividad visual y la fuerza narrativa de George Miller, como se puede apreciar en la saga Mad Max, afortunadamente siguen intacta, y las diferentes historias que se irán contando, mágicas y sobre un mundo pasado de reyes y seres mitológicos, nos transportarán por un rato a un mundo ideal. La realidad pasará a ser una mera circunstancia y el romance entre estos seres tan diferentes (una cerebral doctora en letras y un inmortal y magnético Genio de la botella, así como de los actores que la interpretan, Swinton y Elba) nos demostrará que en este universo sobrenatural nada es imposible, ni mucho menos previsible. Quizás la conexión entre el deseo, los mitos y el amor más profundo que habita en este muy recomendable cuento de hadas moderno (a su vez una transposición de Miller del relato “The Djinn in the Nightingale’s Eye”, de A.S. Byatt), sea la base de todo.
Revancha sangrienta. Bienvenidos al infierno es una película nacional de terror, está dirigida por la realizadora Jimena Monteoliva y protagonizada por Constanza Cardillo, Demián Salomón, Marta Lubos, William Prociuk, Emiliano Carrazzore, Andrés Loteri y Lalo Rotaveria. El guion está firmado por la directora junto a su colega Nicanor Loreti (el responsable de renombradas películas de género como Diablo, Kyptonita o Punto Rojo) y también del autor Camilo De Cabo, en una narrativa que remite directamente al icónico e influyente cine de terror norteamericano de bajo presupuesto de los años setenta. Lucía (Cardillo) escapa de un violento presente a la casa de campo de su abuela (Lubos), una anciana muda y solitaria. La joven está embarazada de su última pareja apodada El Monje Negro (Salomón), un oscuro hombre y líder de una banda de heavy metal. Pero la relación amorosa que tuvo Lucía con Monje no tiene nada que ver con el enamoramiento: él la secuestró, violentó y embarazó con fines muy perversos. Ese bebé que nacerá de su vientre será sacrificado en un siniestro y aberrante ritual satánico, dónde Monje será el líder y el resto de sus amigos demoníacos partícipes. Lucia, quién vive con los lógicos temores y traumas, se apoya únicamente en su Nona, pero a medida que su embarazo crece la señora se muestra muy interesada en cuidar del bebé, lo que la lleva a desconfiar de todo y todos. Su único afán será entonces salvar a su cría y a su vez la propia vida. La realizadora Jimena Monteoliva presenta, a través de la historia que elige contar, una mirada puramente femenina y de denuncia hacia la violencia de género, un flagelo social que lamentablemente nos pega muy de cerca en nuestro país. Lucía será en el comienzo de la trama una víctima pasiva: deslumbrada como fanática de la música heavy del cantante y líder Monje, un hombre magnético, luego vivirá en carne propia el sometimiento y la violencia más machista. Posteriormente todo cambiará y será Lucía quién tomará los cuernos por las astas, como muy bien dice el refrán. Estéticamente, los títulos iniciales de créditos en rojo son contundentes, a partir de allí la película se apoya en el subgénero slasher, ese donde los crímenes son sangrientos y mostrados con lujo de detalles. Su protagonista, Lucía, es una moderna y empoderada Final Girl, esa chica que sobrevive de la figura del asesino gracias a su inteligencia y entereza. El satanismo, un tema muy desarrollado en los filmes de género en la década del 70’, está integrado de una forma muy inteligente y corporizado en el antagonista Monje, un personaje perverso e inmoral. La banda de sonido, llena de música heavy a cargo del director de cine y músico Demián Rugna, responsable de la magnífica Aterrados (2017), colabora enormemente a crear un ambiente insano y de pesadilla a lo largo del metraje. El imaginario sobrenatural es tomado con fuertes aristas de denuncia: hacía la misoginia, el femicidio y la libertad de elección. Lucía no eligió ser madre, su situación fue forzada y eso la llena de dolor e incertidumbre. El poder femenino que Lucía y su abuela tendrán en la trama será vital. Bienvenidos al infierno está narrada por medio de vueltas en el tiempo, que casi en forma circular forman un todo. Según propias palabras de la directora su título refiere al infierno como un lugar siniestro en esta tierra: ese donde los hombres someten, violan y matan mujeres. Pero también uno donde esas víctimas pueden actuar, reaccionar y por fin tener su sangrienta revancha.
La toxicidad masculina. Comentan los especialistas que una de las principales consecuencias psicológicas que surgen en las mujeres que sufrieron en algún momento de violencia de género por parte de hombres es el llamado TEPT (Trastorno por estrés postraumático). Este trastorno puede ser el resultado luego de experimentar lesiones traumáticas o tener una experiencia atemorizante. Harper (Jessie Buckley), la protagonista de Men: terror en las sombras, la nueva película de terror psicológico dirigida por el realizador Alex Garland, es una joven mujer viuda que entra perfectamente en los cánones de salud mental antes detallados. Harper pierde a su marido en un violento y confuso episodio del que afortunadamente sale con vida, pero que en cambio la deja muy angustiada y triste. Es por eso que decide abandonar su hogar en Londres para instalarse por unas semanas en una encantadora y solitaria casona en la campiña inglesa. Allí será recibida por un carismático casero, Geoffrey (Rory Kinnear), que le mostrará las cómodas instalaciones, pero Harper solo quiere estar sola para poder ir curando de a poco las heridas psicológicas que hacen bastante rato la acompañan. Tras finalmente poder deshacerse del anfitrión, un hombre amable pero muy confianzudo, la mujer irá a dar un paseo por los bellos alrededores, pero el miedo volverá a acecharla: entre las sombras un misterioso hombre desnudo la comenzará a observar sin descanso. Men: terror en las sombras es una muy interesante película de terror que propone un enfoque diferente acerca de la psicología en la mujer que padeció de violencia masculina, de sus terribles efectos y más profundos temores. También apuesta por una temática y estética muy particular, primero con bastantes detalles que provienen del subgénero Folk Horror (aquel donde la oscuridad y el terror pueden estar ocultos en magníficas e idílicas locaciones campestres), luego en lo onírico y surrealista en su segundo tramo que se aprecia como una pesadilla y posteriormente en un tipo de horror físico, brutal y sangriento en su parte final. Los pilares en su intensa trama son la figura tóxica masculina, sus abusos y misoginia. Si hay que definir esta película con una palabra sería: perturbadora. Sí, desde su comienzo hasta su increíble final. Su protagonista, la actriz y cantante irlandesa Jessie Buckley, logra mostrar un gran compromiso en su interpretación, que no es tarea nada fácil debido a la complejidad del personaje que le toca componer y de muchas de las escenas. La acompaña notablemente el actor Rory Kinnear, como el cuidador de la cabaña donde Harper pasará una estadía siniestra. Muy cercana narrativa y visualmente al cine de terror físico del cineasta canadiense David Cronenberg, Men: terror en las sombras es una propuesta diferente dentro de la norma de los estrenos del cine de horror de este 2022. El trabajo del director de fotografía Rob Hardy, en tonos rojo y verde, es realmente alucinante. Arriesgada, como mucho del cine del realizador inglés Alex Garland, dejará a algunos espectadores impactados. Rodeada de un ambiente ambivalente, esta alegoría con tintes sobrenaturales tendrá a su sufrida protagonista, Harper, enfrentándose con sus traumas a todos esos hombres, que tendrán increíblemente un mismo rostro y que la castigarán solamente por el hecho de ser mujer.
El placer y la madurez. En la película Buena suerte Leo Grande (2022) la notable actriz británica Emma Thompson compone a Nancy, una profesora viuda y ya jubilada, quien se decide a contratar los servicios de un joven y encantador trabajador sexual, Leo (Daryl McCormack), con quién descubrirá una faceta muy poco explotada en su vida y que tiene que ver con el deseo, el placer y hasta de los límites que su propio cuerpo le puede ofrecer como mujer. Nancy estuvo casada durante más de 30 años con un hombre con quien el sexo era una mera formalidad: de índole reproductivo o como un simple hábito, pero nunca de disfrute o goce. Ya en su primer encuentro sexual, que luego serán varios, Nancy le aclarará esto a Leo, un veinteañero, quien detrás de un armonioso cuerpo y una compradora sonrisa, esconde una gran tristeza, debido principalmente al lejano vínculo con su familia. La vida de Nancy siempre estuvo regida por una clásica educación conservadora inglesa (era docente de religión) y por los mandatos sociales con la que fue criada, esa dónde las mujeres tenían prohibido ciertas licencias, especialmente en el plano sexual. Leo, en cambio, tiene una nutrida experiencia como trabajador en esa área (la del sexo). Será entonces estos breves pero intensos encuentros entre ambos (que se desarrollarán en la habitación de un hotel) la unión entre dos personas completamente diferentes, que intentarán comprenderse, ayudarse, pero nunca juzgarse. Buena suerte Leo Grande está dirigida por la realizadora Sophie Hyde y cuenta con un inteligente guión a cargo de la comediante inglesa Katy Brand. La película fue filmada en plena pandemia del Covid-19 y la casi única locación dónde se desarrolla, la habitación del hotel propiamente dicha, da a la puesta un aire casi teatral, más allá de su simple austeridad. La actriz Emma Thompson, a sus 62 años de edad, es la protagonista ideal para Nancy, una mujer madura que se propone dejar atrás sus propios prejuicios, para comenzar a vivir una sexualidad más plena y sincera. La desnudez de su cuerpo, a pesar del lógico paso del tiempo, le permitirá tanto un autodescubrimiento, así como pararse frente a un hombre como nunca lo hizo antes. Daryl McCormack (el ascendente actor que interpreta a Isaiah Jesús en la serie Peaky Blinders) se pone en la piel de Leo, un joven mestizo de madre irlandesa, cuyo cuerpo es muchas veces un mero instrumento de placer. Pero con Nancy quizás todo sea mucho más franco y sincero. Ambos comenzarán una particular y placentera amistad, dónde la confianza será primordial. Como la buena comedia dramática que es, Buena suerte Leo Grande tiene sus momentos graciosos con una magnifica Emma Thompson brindando algunas sonrisas. También la directora muestra una mirada bastante complaciente hacia la profesión de la prostitución, sobre sus deberes y derechos, puesta en la figura del escort Leo Grande. Pero en su tramo final las cosas se pondrán mucho más decisivas: será hora de dejar los nervios atrás, también las represiones y finalmente dejarse llevar por el placer.
Un brindis por la amistad eterna. Una receta perfecta es una amena película danesa, dirigida por la realizadora Barbara Topsøe-Rothenborg, que cuenta la historia de tres amigas que se conocen desde muy jóvenes, y que el destino volverá a juntar en la plenitud de sus vidas para redescubrirse. Marie (Kirsten Olesen) es una mujer madura de 60 años que se entera de la noche a la mañana que su marido tiene una amante y le pide el divorcio sin demasiadas explicaciones. Sus hijos, sin saber de la separación de sus padres, les regalan un soñado viaje para realizar un curso de cocina en Italia. Pese a este abrupto cambio en su vida, decidida a no dejar pasar esta maravillosa oportunidad, Marie invita a sus dos mejores amigas de las que hace un tiempo que está distanciada, Berling (Stina Ekblad) y Vania (Karoline Hamm), para que la acompañen en esta travesía italiana donde nacerán nuevas oportunidades para ser felices y estar plenas nuevamente. Una receta perfecta plantea, a lo largo de su metraje, la importancia de la amistad a través de los años, del apoyo y el acompañamiento en los momentos difíciles y decisivos de la vida. También de la sanación en el alma de Marie, la simpática protagonista de esta historia, y de la diversión que vivirá en este viaje gastronómico a una hermosa campiña italiana junto con sus amigas; por un lado, Vania, una viuda que no puede olvidar a su difunto esposo y a quien le habla diariamente, y por el otro, Berling, una mujer madura de mentalidad liberal e independiente, que de ninguna manera acepta o asume la edad que tiene realmente. Una vez en tierra italiana, las tres mujeres se dejarán llevar por la intensa y deliciosa comida local, los bellísimos escenarios naturales y hasta se permitirán ser seducidas por algún hombre italiano que aparecerá en su camino. Será entonces este viaje una gran experiencia para poder volver a confiar las unas en las otras, de olvidarse de los malos tragos del pasado y dejar atrás las dificultades que la vida les presentó en algún momento. La directora decide comenzar el relato en víspera de Navidad, todo un símbolo social de la unión de la familia, para romper con esta milenaria y clásica tradición donde todo es felicidad, y mostrarnos como lamentablemente una familia también se puede terminar, la de Marie, en una situación ideal. Será obviamente para esta mujer un momento muy duro, pero que la hará más fuerte, decidida y la reconectará con esas amigas que siempre estarán a su lado, ya sea en las buenas como en las malas.
El hombre de las mil máscaras. El director norteamericano Scott Derrickson viene demostrando desde los comienzos de su carrera una gran afinidad por el cine de terror, un género cuyos códigos claramente domina. En la reconocida película El exorcismo de Emily Rose (2005) supo fusionar de forma muy acertada el caso verídico de una joven que sufrió de posesión demoníaca con una trama judicial que ponía en tela de juicio la salud mental de la damnificada en cuestión. Luego, con Sinister (2012) Derrickson ofreció un espeluznante relato sobre la llegada a un nuevo hogar de Ellison Oswalt (Ethan Hawke), un escritor de historias criminales venido a menos, y su familia. Todo cambiará al encontrar en una de las habitaciones del lugar una macabra filmación casera donde se asesina a otra familia. El antagonista de turno, Buhguul o Bagul, una especie de demonio disfrazado de hombre de la bolsa, se transformó en figura dentro del cine de horror de este nuevo siglo, y la película, con la cual el realizador logró destacarse mediante el aterrador uso del found footage, en un nuevo clásico del género. En El teléfono negro, Derrickson se vuelve a reunir con Ethan Hawke, quien en esta oportunidad cambia de rol y se pone la máscara (en realidad son varias, ya verán) de villano. Acá es un misterioso hombre que viaja por la ciudad en su camioneta y suelta globos (primera de las muchas referencias a la obra del escritor Stephen King), para así poder atraer a futuras víctimas. Es un sádico asesino serial de adolescentes y que tiene a la población del lugar con mucho temor. Entre ellos se encuentra Finney (Mason Thames), un muchacho de 13 años que sufre de violencia física propiciada tanto por sus compañeros de colegio como por su progenitor, un hombre viudo y alcohólico. El pobre joven no tiene paz ni suerte: además de sus dramas cotidianos será secuestrado por el siniestro personaje llamado The Grabber (Hawke), poniendo en riesgo su misma existencia. De igual forma que en Sinister, Derrickson imprime al relato de un aire insano que rodea a gran parte del filme. Todo el tiempo el protagonista Finney y su hermana Gwen (Madeleine McGraw), a quien también su padre muele a palos y golpes con una violencia inusitada, sobre(viven) como pueden en un hogar disfuncional marcado por el desamor y la intolerancia. Estamos en el norte de Denver en 1978 y estos dos jóvenes son apenas un hilo conductor en este cruel y duro relato acerca del paso de la niñez a la adolescencia. La historia está basada en un cuento del hijo de Stephen King, Joe Hill, un thriller sobrenatural con ciertas influencias de su padre. El guión está a cargo del mismo Derrickson, en colaboración con C. Robert Cargill, que respetaron bastante el material original. El espíritu de la serie Stranger Things está muy presente, quizás por la paridad con la edad de sus protagonistas y también hay una obvia referencia al cine de terror de los 70’s, entre ellos al clásico La matanza de Texas (Tobe Hooper, 1974), que hasta es nombrado por uno de los adolescentes. El teléfono negro no ofrece nada nuevo dentro del género de terror, es sólo una historia más, de esas que ya vimos en otras películas. No obstante, sí se destaca por su mirada al pasado, con el foco puesto en cómo se crecía y sufría en un pueblo perdido norteamericano de los años 70’, y del papel vital que asumía la amistad adolescente, una que seguramente ayudó a salvar muchas vidas.
Pasteles para endulzar corazones rotos. Tres mujeres, de diferentes generaciones, deciden reabrir una panadería en homenaje a su dueña, Sarah, quien falleció trágicamente antes de llevar a cabo el sueño de poseer su negocio propio como repostera, profesión para la que se preparó desde muy joven. Ellas son la madre, la hija y la mejor amiga de Sarah, que tratarán a toda costa de seguir con el legado de la malograda pastelera. Mimi (Celia Imrie), la madre, es una mujer madura, excéntrica, ex integrante de un circo que no puede superar la repentina e inesperada muerte de su hija; Clarissa (Shannon Tarbet), la hija, es una joven de 19 años, idealista y decidida; finalmente está Isabella (Shelley Conn), la mejor amiga y socia, una mujer desesperada, casi en la quiebra, propietaria de un amplio local donde instalarán el negocio y que empujará a las otras dos damas para poder llevar adelante la meta en común, la de tener una panadería en el hermoso barrio londinense de Notting Hill. Una pastelería en Notting Hill es la ópera prima de la directora Eliza Schroeder y en ella se aprecia su fuerte mirada empática con las tres mujeres protagonistas, sus anhelos y sentimientos. Tras la muerte de Sarah, todo el panorama se tiñe de dolor e incertidumbre, pero Isabella, su amiga y confidente, decide volver a vivir una nueva oportunidad en compañía de Clarissa y Mimi. En la historia conviven el drama junto con la novela romántica, todo adornado por diferentes situaciones de enredos y futuros intereses románticos que seguramente ya vimos en otras películas del mismo estilo y locación, como aquellas del director inglés Richard Curtis, Realmente amor (2003) o Cuestión de tiempo (2013), donde el amor y la fantasía son los principales recursos expuestos. Una pastelería en Notting Hill se centra en las relaciones femeninas, en su vínculo con los hombres y en su lucha diaria para superarse. Es una película hecha por mujeres, apreciándose un tipo de sentimientos que las rodea que son universales: la amistad, la tristeza, el enamoramiento y la ilusión. Seguramente muchas de las espectadoras se sentirán identificadas con lo que le toca vivir a las tres mujeres protagonistas. Con su sufrimiento, pero también con su alegría. Quizás alguno de los irresistibles pasteles, por lo menos para quien esto redacta y que es amante de lo dulce, que elaboran diariamente en su panadería, ayuden para endulzar corazones rotos.
El viejo y querido doppelgänger. Una pareja norteamericana, Rachel (Teresa Palmer) y Anthony (Steven Cree), sufre un terrible accidente automovilístico en el que lamentablemente fallece uno de sus hijos gemelos, apenas un inocente pequeño de corta edad. Tratando de encontrar un poco de sanación tras el trágico acontecimiento, deciden cambiar de aire y mudarse de la caótica ciudad de Nueva York a una tranquila zona rural ubicada en Finlandia, o sea en el otro extremo del mundo. Es en esa apacible campiña donde Rachel empieza a intuir que su hijo sobreviviente, Elliot (Tristan Ruggeri), ya no es el mismo niño dulce de antes y que comienza a tener extraños y funestos comportamientos. Gemelo siniestro (2022), dirigida por el director finlandés Taneli Mustonen (muy exitoso en su país debido a su film slasher de 2016 Lake Bodom), es una película de terror que trata complejos temas como el duelo familiar, también la figura del otro o el doble (muy establecido en el género del horror casi desde sus comienzos) y por último que toma elementos propios del Folk Horror, un subgénero que apoya sus conceptos en los ritos paganos, las sectas y todo el folklore y leyendas que habitan principalmente en la zona escandinava, que es justamente dónde se desarrolla la mayor parte del relato. Volviendo al duelo, veremos que cada miembro de esta familia lo lleva como puede: Rachel, la madre, parece a punto de estallar a cada momento, desencajada, y es lógico que sufra de este trastorno tras semejante pérdida, nada menos que uno de sus pequeños hijos; Anthony, el padre y un escritor bastante frustrado, se volcará en el alcohol y Elliot, el otro gemelo, jura que ve y se comunica con su hermano fallecido diariamente y esto desde ya que desconcierta a sus progenitores. Quizás este elemento narrativo, el que se enfoca en el duelo, sea lo más flojo en una historia donde el impacto está bien canalizado en otros componentes. El retrato del niño fallecido, en pleno comedor familiar, ayuda a crear un clima enrarecido y macabro. La figura del Otro en el cine de terror se ha mostrado casi siempre como algo que aparece para desestabilizar el orden de las cosas. Algo que viene a romper la normalidad diaria y a su vez el género lo usa para causar miedo, ansiedad, estupor. Hay una gran película, llamada justamente El otro (Robert Mulligan, 1972), un thriller psicológico acerca de dos gemelos, donde uno fallece también y que sirve como magnífico ejemplo de este concepto, de la dualidad sobre lo bueno y malo que habita en cada ser humano. En Gemelo siniestro, es Elliot el pequeño que sobrevive y presenta el doblegamiento en la presencia intangible de su hermano fallecido, a su vez que no termina de asumir su propia naturaleza maligna. Por último, el director Taneli Mustonen se ha decantado por el Folk Horror como un recurso narrativo y estilístico lógico dada la locación donde se desarrolla la historia: los hermosos y misteriosos bosques finlandeses. Los elementos típicos de este subgénero son los ambientes rurales, el aislamiento, la religión, el poder y la oscuridad que se esconde detrás de tan espléndidos parajes. Es el llamado “terror rural y pagano”, y muchos directores especialistas en el género de terror moderno lo han aplicado con excelentes resultados: Ari Aster y sus magníficas El legado del diablo (2017) y Midsommar (2018) o el realizador Robert Eggerts en La bruja (2015). En el caso de Gemelo siniestro la aparición del demonio Baphomet sentado en un trono y levantando la mano, y también el sometimiento psicológico del que es víctima Rachel por parte de una extraña secta satánica. En resumidas cuentas, Gemelo siniestro es una interesante propuesta que se queda a medio camino en su relato: le sobran aspiraciones, le falta vigor, innovación y algún susto bien dado.
Inocencia destruida. Yusef y Memo son dos niños de 11 años, de origen kurdo, que viven una existencia realmente muy complicada en su condición de estudiantes en un rígido Instituto en la localidad de Anatolia. Las autoridades turcas que dirigen este particular centro educativo, se rigen por la cultura del miedo, el castigo y la indiferencia hacia sus alumnos, inocentes quienes sobreviven sus días con la mirada triste y pérdida, en completa soledad y lejos de sus padres y familiares. Tras una pelea con otros compañeros, un día Memo es injustamente obligado a bañarse con agua fría, mientras afuera las temperaturas rondan los 20 grados bajo cero normalmente, como forma de escarmiento y las posteriores consecuencias en su débil cuerpo serán devastadoras. Sólo a su mejor amigo Yusef parece importarle su mejoría y bienestar, mientras que los severos profesores miran a un costado y el desgraciado niño perece en estado catatónico. Es a raíz de este evento, que la culpa empezará a rondar en el instituto, en sus ausentes y crueles responsables, maestros que muy a contrario con lo que designa éticamente su profesión, tienen la mala costumbre de pegarle a sus alumnos por pavadas o simplemente para sentir el poder en sus manos hacia una inocencia destruida. Mi mejor amigo, segunda película dirigida por el realizador turco Ferit Karahan, es un durísimo retrato sobre la fuerte corrupción en las instituciones educativas en su país, quienes parecen manejarse con sus propias reglas y con la total ausencia del estado. Una frialdad que realmente angustia, tanto adentro como afuera del edificio donde estos niños estudian, y una crueldad implacable, marcarán el relato con mucho de realidad y también denuncia hacía la opresión que sufren estás víctimas de un sistema que falla en moralidad y empatía. La acción de la película transcurre en un solo día, y será la enfermedad de Memo un punto de inflexión en la historia. Los maestros se echarán la culpa entre ellos, mientras el director los pone al tanto de las consecuencias del abuso de autoridad. El trabajo del director de fotografía, Turksoy Golebeyi, es muy notable, con el uso de la paleta monocromática, áspera y que logra que nos interioricemos con el dolor y la soledad de estos menores. Los largos pasillos por donde Yusef correrá para pedir ayuda por su amigo, se verán eternos gracias a un tipo de encuadre plano, así como la tensión y el dramatismo. El actor no profesional Samet Yildiz que interpreta a Yusef, se pone en sus hombros todo el peso de una enorme interpretación llena de sensibilidad y nobleza. La trama de la película está basada en la verdaderas vivencias en su niñez del director en un internado en Turquía y en el deseo de Karahan de mostrar al mundo una realidad quizás poco conocida. La de menores que son educados para ser hombres de bien, y terminan siendo víctimas de la condena que marcará para siempre sus aún jóvenes vidas.