La víctima es el buen cine. Jeepers Creepers: la reencarnación del demonio (2022) es una película de terror, dirigida por el realizador finlandés Timo Vuorensola y protagonizada por Peter Brooke, Sydney Craven, Ocean Navarro, Dee Wallace y elenco. La trama da cuenta de una joven pareja, compuesta por Chase (Imran Adams) y su novia Laine (Sydney Craven), ambos fanáticos a todo lo referido al cine de terror y que arribarán a una particular convención para admiradores de este tipo de cine. Laine, quien está embarazada aunque su pareja aún no lo sepa, comenzará a tener unos extraños sueños dónde The Creeper, un monstruo/demonio sobrenatural y que sale a matar/comer a sus víctimas cada 23 años, la acecha y donde su futuro bebé esta siendo adorado por un culto de índole satanista. Confundida, trata de convencer a su novio Chase para irse del lugar, pero él, demasiado maravillado por todo el ambiente de festejos, cosplay y homenajes a su amado género del terror, ni lo piensa, negándose a la idea. Es entonces cuando el Creeper se vuelve realidad, matando salvajemente a sus víctimas y buscando a su directo sucesor, el bebé que Laine lleva en su vientre. Jeepers Creepers: Reborn, tal su nombre original, es un muy fallido intento para renovar la franquicia que comenzó en el año 2001 el director Víctor Salva, lanzando con algo de inventiva una nueva figura terrorífica, The Creeper, una especie de hombre de la bolsa, que contaba con alas de murciélago y subía a micros escolares para despedazar y comerse a incautos adolescentes cada 23 años. Esta primera película tuvo el apoyo y la producción ejecutiva del director Francis Ford Coppola (nada menos), ganándose un cierto aprecio por parte de los seguidores de este tipo de cine. Hay que aceptar que la historia tenía originalidad, buen ritmo y estaba muy bien fotografiada. La acusación y sentencia por cargos de pedofilia a su director Víctor Salva, un delito nefasto, tiznó de cierto tono maldito al filme, aunque de todas formas el producto gozó de un inusitado éxito a nivel mundial. El comienzo de Jeepers Creepers: la reencarnación del demonio parece ser lo único decente que se va a poder apreciar a lo largo de su desafortunado metraje. Una pareja de ancianos (allí se dará la corta pero precisa participación de la actriz Dee Wallace, todo un ícono del cine de género de los años 80’s, gracias a sus interpretaciones en películas de culto como Aullidos, E.T, el extraterrestre y Cujo), sufrirá de los ataques del asesino serial sobrenatural The Creeper en una desolada carretera, convirtiendo a esta secuencia en una especie de reboot de la película original. Luego la posterior escena nos mostrará que estas primeras imágenes forman en realidad parte de un documental que Chase y Laine están mirando y es entonces cuando el recurso del cine dentro del cine es aplicado por su director Vuorensola, un especialista en el cine de clase B y cuyas producciones viran mucho más al ridículo que a la calidad cinematografica. El resto de la película es mejor olvidarla. Pobres (en el más literal sentido de la palabra) efectos especiales, muertes copiadas de otras películas del género y vistas mil veces, un desacertado uso del espacio físico (una cabina de escape) y lo peor de todo unas líneas de diálogos sin sentido y llenas de obviedad. El resultado no es para nada recomendable: la película está más cercana a la saga cómica Scary Movie o un capítulo del dibujo animado Scooby Doo. Si bien trata de demostrar lo contrario, aburre y no entretiene. Quizás sea hora de preguntarse para qué continuar exprimiendo una idea que no da para más. Más allá de su rentabilidad económica, creo que el fan del cine de terror, así como lo son los protagonistas Chase y Laine, merecen un poco más de respeto y estima a su inteligencia y pasión por el horror.
Reza por el demonio. En el cine del terror la temática religiosa es muy recurrente y por obvias cuestiones: por la lucha antagónica del bien contra el mal, en la figura demoníaca, en su carácter místico, también junto al lado oscuro que puede habitar en cualquier ser humano y un día puede salir a la luz. Basada principalmente en la fe católica, este subgénero toma una fuerte impronta sobrenatural. Posesiones, exorcismos, cultos, fanatismo y estigmas son algunas de las representaciones narrativas y visuales en que el terror religioso se apoya y luego da desarrollo a sus tenebrosas historias. La monja, que es aquella mujer que pertenece a una congregación religiosa y ha consagrado su vida a Dios, dio a su vez vida a otro subgénero dentro del terror religioso llamado Nunsploitation. Este particular tipo de cine, que tuvo su época de apogeo en los años 70’s en Europa, tiene en muchos de sus exponentes un marcado carácter comercial, pero también de muerte, erotismo y sexualidad, en una polémica contraposición al celibato y los buenos hábitos que estas mujeres de fe deben respetar y llevar a cabo a lo largo de su camino religioso. Lo prohibido se mezcla con el morbo, haciendo de la represión sexual y religiosa su principal enfoque. La luz del diablo (2022) es una película de terror dirigida por el realizador Daniel Stamm, que se cataloga dentro del Nunsploitation, aunque enfocada en una joven monja, la hermana Ann (Jaqueline Byers), que se prepara por primera vez en su vida a llevar a cabo un complejo exorcismo. Aquí el conflicto se presenta cuando la mujer quiere cambiar algunas reglas del cristianismo, para poder lograr convertirse en una exorcista, actividad que históricamente solo es llevada a cabo por sacerdotes o monjes. La luz del diablo es una propuesta más dentro del género del terror, de otras programadas en el mes de Octubre y a propósito de la festividad de Halloween, la víspera de Todos los Santos. En esta tradición de origen celta y que se celebra el 31 de Octubre de cada año en países como Estados Unidos, Canadá y Reino Unido, es una norma el visionado de films de horror. Para el caso, esta película no ofrece demasiada novedad, aunque algunas secuencias son verdaderamente espeluznantes. La presencia de un demonio que persigue a la hermana en diferentes momentos de su vida será crucial y la pondrá en varias situaciones límite, tanto para la persona poseída por esta entidad maligna, como para ella misma. Su viaje al Vaticano, cuna del catolicismo, será fundamental para aprender cómo combatir a las fuerzas del mal. El guión de la película está a cargo de Robert Zappia, logrando un relato bastante convencional dentro del subgénero. El elenco está integrado por Jaqueline Byers, Virginia Madsen, Christian Navarro, Colín Salmon y el estupendo actor británico Ben Cross, en su último papel antes de morir y a quien está dedicada la cinta. La luz del diablo rinde un digno homenaje a otras películas de similar temática como El exorcista (William Friedkin, 1973), la madre de todos los films sobre posesiones demoníacas, o El exorcismo de Emily Rose (Scott Derrickson, 2005). El resultado no es tan malo: La luz del diablo asusta y aterra por partes iguales.
El amor más audaz y prohibido. El realizador, actor y guionista francés Emmanuel Mouret es un especialista en las llamadas comedias románticas, ese subgénero donde los enredos, los amores imposibles, junto con los finales felices son su esencia y razón de ser. Mouret tambien es algo así como la versión moderna o contemporánea de Eric Rohmer, el director por excelencia en su país de la comedia romántica, pero que siempre llevó a cabo con un toque de ironía y osadía. Rohmer formó parte del movimiento cinematográfico Nouvelle vague y también fue editor de la importantísima revista de cine Cahiers du Cinema, por lo que su influencia en otros futuros realizadores es vital y lógica, como es el caso de Emmanuel Mouret. Sus películas más recientes Caprice (2015), Señorita J (2018) y Las cosas que decimos, las cosas que hacemos (2020) se destacan por su gran sensibilidad, su sentido del humor y por la magnética seducción que rodea a su pareja protagonista y, justamente, romántica. Crónicas de un affair es la nueva realización de Mouret y narra la relación (supuestamente prohibida) entre una enérgica madre soltera y un caprichoso hombre casado. Charlotte (Sandrine Kiberlain) se reencuentra con Simón (Vincent Macaigne) en una reunión de índole social. Ellos hace un tiempo compartieron un apasionado beso en una fiesta y una fuerte atracción física quedó trunca. Pero esta vez las cosas parecen que se concretan: ella, decidida, le pide que la acompañe a su departamento y no piensa dejar reprimir sus deseos. Él, accede, pero el problema es que ahora esta casado y tiene una familia. El vínculo entre ambos empezará con el pie izquierdo, pero esto no será impedimento para seguir adelante con su pasión, a pesar de los problemas que tendrá que afrontar esta relación. Crónicas de un affair es una película delicada y lúdica. La excelente química de la pareja protagonista es tanto envidiable como irreal. Charlotte, una mujer libre y mandada, parece llevar por el mal camino al débil y acomplejado Simón, un hombre que no sabe decir que no a casi nada en su vida, en pareja hace más de 20 años y con dos hijos adolescentes. Será este paralelismo de personalidades tan dispares, más una narración que se apoya fuertemente en el humor, lo más atractivo de este especie de cuento europeo y moderno de amor. Algunos diálogos rozan entre el más intenso psicoanálisis y un tipo de pensamiento muy regional, muy francés. Acá el problema no es el affair. Al contrario todo se resume en seguir mintiendo o no. Si continuar una relación sin futuro ni perspectiva. De las consecuencias del riesgo por lo clandestino. Mouret, así como su colega neoyorquino Woody Allen, sabe y entiende como presentar una inteligente historia de amor. Esta Crónicas de un affair, adulta y deliciosa, es una muestra de sobra de su talento y oficio. Charlotte y Simón son dos seres humanos personales y universales. Culposos, pecadores, pero principalmente que solo desean amar y ser amados.
No alcanza ni con La Roca más dura. Finalmente Dwayne Johnson, más conocido por su apodo artístico La Roca, logró ser un superhéroe de cómic y vaya que tiene presencia y sobrada actitud para semejante hazaña. En la nueva película del director catalán Jaume Collet-Serra ( también responsable de La casa de cera, La huérfana, Non stop: sin escalas y Miedo profundo, entre otros logrados films), Johnson interpreta a Black Adams, un antihéroe que emerge directamente del universo de DC. Lo acompañarán en su aventura otros pares, pertenecientes La Sociedad de Justicia de América: el Hombre Halcón (Aldin Hodge), Átomo (Noah Centineo), Doctor Fate (Pierce Brosnan) y Cyclone (Quintessa Swindell). La acción comienza en el año 2600 A.C. en la ciudad de Kahndaq, donde Black Adam, en plan malvado, es consagrado rey en su reino. Los siglos pasan, los poderes también y en la actualidad este tirano, sin demasiadas explicaciones en realidad, por recomendación de la SJA, se pasa al bando de los buenos con la misión de defender a su pueblo que se ve dominado por crueles mercenarios. La aparición de una rígida jefa, Amanda Waller (Viola Davis), pondrá a Black en jaque. Es un líder natural e innato que no está acostumbrado a recibir ordenes. Pero tendrá que entender que ahora todo es diferente y la amistad que entablará con un jovencito, Amon (Bodhi Sabongui), hasta le dará un poco de sana humanidad. A lo largo de los 125 minutos de película la trama nos ofrece una lógica muy básica para este tipo de productos: diálogos entre tontos y ridículos, historias estereotipadas y un ritmo que parece no comenzar nunca. Visualmente el relato gana unos cuantos puntos más: espectaculares y abrumadoras secuencias de acción, luchas sobrehumanas y un escenario por momentos salvaje y brutal que remite al subgénero Spaghetti Western. También hay un fuerte espíritu de cine aventurero y hasta arqueológico. Cualquier parecido con el personaje de Indiana Jones, ¿será una mera coincidencia? Seamos sinceros, uno al entrar al cine para mirar una película de este estilo más o menos ya sabe con lo que se va a encontrar y esta Black Adam no es la excepción. En este caso la principal premisa es el lucimiento de la estrella y ex-luchador profesional de WWE, La Roca, una figura hollywoodense muy de este siglo, carismático y que sorprendentemente cumplió ya 50 años de edad. Inteligente, en el transcurso de su carrera cinematográfica no solamente supo usufructuar su contundencia física, sino también un simpático sentido del humor en la mayoría de los casos y con resultados muy satisfactorios. En resumidas cuentas, Black Adam podría haber sido un producto un poco más atractivo y con potencial para desarrollar a futuro. Su director, Jaume Collet-Serra, es un realizador que ha ofrecido otras películas mucho mejor pensadas. Black Adam parece simplemente unos de esos trabajos por encargo y no tiene nada de su impronta, ni estilo. El camino se vuelve reiterativo y monótono. Ni siquiera tener a su disposición a La Roca, un actor rico en músculos y matices, o a un desaprovechado Pierce Brosnan (recordado James Bond de los ‘90s), le alcanzó para llegar a buen puerto. Black Adam es un superhéroe con un poco de actitud anárquica, avasallante, y no mucho más.
El Mal que nunca muere. Corría el año 1978 cuando el realizador, guionista y músico norteamericano John Carpenter redefine los patrones en el género del cine de terror con su película Noche de Brujas (Halloween). Creador también de la aterradora banda de sonido, Carpenter filmó una clásica historia de miedo, con el despiadado asesino serial de niñeras Michael Myers a la cabeza, siguiendo los códigos dentro del subgénero Slasher (ese donde se asesina adolescentes indiscriminadamente por sus pecados sexuales) y logrando un gran virtuosismo tanto narrativo como técnico. La producción se filmó en 12 días y contó con un presupuesto irrisorio de $320.000 dólares, aunque esto no impidió darle un importante nivel de calidad a la cinta, que con los años se transformó en icónica y un modelo a seguir para futuros realizadores que luego incursionaron en el género. La protagonista del relato es Laurie Strode, una inocente y virginal joven estudiante, que trabaja cuidando niños para poder pagar su futura carrera universitaria, papel que fue interpretado por Jamie Lee Curtis, hija de dos notorios actores hollywoodenses, el gran Tony Curtis y Janet Leigh, la mujer que es asesinada en la ducha en el clásico Psicosis (1960), de Alfred Hitchcock. Carpenter la tomó como punto de referencia para crear todo el clima de suspenso que acompaña a su Noche de Brujas. Jamie se transformaría gracias a este papel en la Reina del grito y la Final Girl (la chica inteligente que es la ultima sobreviviente de la matanza) por excelencia. La trama de Noche de Brujas comienza con un plano subjetivo (dónde nos ubicamos como espectadores en el punto de vista del niño Michael Myers, que asesinara brutalmente a su hermana vestido de payaso) filmado sin cortes. Es una presentación tan brutal como contundente del relato por parte de Carpenter, que nos irá poniendo en clima. Luego Michael será internado de por vida en una institución mental, pero al alcanzar la mayoría de edad escapará a las calles para reanudar impiadosamente su pulsión por matar. De todas maneras, la historia nos irá mostrando que Michael no es un maníaco más: es la misma personificación del Mal más absoluto y su destrucción parece imposible. Y así será a través del tiempo, hasta llegar a la aparente última película de la franquicia, Halloween: La noche final (David Gordon Green, 2022) nuevamente protagonizada por Jamie Lee Curtis, enfrentándose a Myers después de nada menos que 44 años. Han pasado 4 años desde los acontecimientos que se desarrollaron en Halloween Kills (2021), donde la hija de Laurie, Karen, fue asesinada por parte de Myers. Tras esta terrible tragedia familiar, ella trata de olvidar su espíritu de venganza y decide vivir más tranquila junto a su nieta Allyson (Andy Matichak), que ha perdido a sus padres y es enfermera. Todo parece más en calma en la pequeña ciudad de Haddonfield, los crimenes quedaron atrás y hasta Laurie se permite volver a enamorarse del sheriff local (Will Patton), pero esta aparente sensación de paz resulta ser sólo una ilusión. La región parece maldita y el inmortal Michael Myers volverá a acechar desde la más siniestra oscuridad. Halloween Ends es la tercera y última parte dentro de la nueva trilogía dentro de la historia original, producida por John Carpenter y Jamie Lee, que se completa con las películas Halloween (2018) y Halloween Kills y todas filmadas por el realizador David Gordon Green. Este nuevo renacer de este milenio de la saga logró acercar a nuevas generaciones al cine de terror, pero sin embargo con un contenido mucho más recatado respecto a escenas sexuales. Entonces, sin pecado ya no hay más castigo y la muerte se vuelve sin razón, casi mecánica y carente de contexto. La sangre mancha las calles de Haddonfield y esa será su eterna maldición. Sólo la presencia de Laurie (una grandiosa Jamie Lee Curtis), pertrechada de su entrega y valentía, quizás sea lo único que se necesita para terminar con el Mal que vive en su pueblo y parece no morir jamás.
Dolor, bronca y desesperación en tierras mexicanas. Ruido (2022) es el tercer largometraje de la directora mexicana Natalia Beristáin, que fue estrenado este año en el Festival de Cine de San Sebastián y con una excelente repercusión por parte del público. Esta película, que lleva una fuerte carga dramática en su interior, cuenta la historia de Julia, una mujer madura y artista plástica, que saldrá a las calles a buscar a su hija de 25 años llamada Ger, quien se encontraba de vacaciones en una zona paradisíaca mexicana y de pronto desapareció sin demasiadas explicaciones. Tras la lógica denuncia a las autoridades locales, quienes no le dan ninguna novedad o información acerca del caso de su hija, tras nueve angustiantes meses sin noticias, Julia se cansará de esperar respuestas, comenzando su propia búsqueda. Este recorrido incierto y hasta peligroso (su hija podría haber sido secuestrada por una red de trata de personas, una banda narco o la misma policía), la llevará a encontrarse con otras familias que sufren del mismo dolor, bronca y desesperación que carcome diariamente su alma. Ruido es un relato crudo y angustiante por demás. Lamentablemente el caso que desarrolla, la desaparición de la psicóloga Ger, es uno más dentro de un país como México, que ostenta el primer lugar en secuestros en toda América Latina. Allí las guerras narcos, las desapariciones de personas y las muertes son moneda corriente. La inseguridad y la violencia es una realidad muy compleja en la vida mexicana. La realizadora Natalia Beristáin realizó una ardua investigación al respecto antes de filmar su largometraje y nos muestra su gran testimonio de la sociedad local, del horror que los rodea y lo vuelve casi un grito de justicia y denuncia. Pero también Julia encontrará en su camino un poco de esperanza, contención y hasta una mano de ayuda por parte de otras personas, como por ejemplo Abril, una periodista en busca de verdades, que la acompañará en su triste búsqueda. Sin saber por dónde empezar, su andar le irá dejando el semblante cansado y hosco. Esta será su lucha, pero también de muchos, que no pueden creer que estos delitos se realicen tan impunemente en un país donde se gobierna en democracia. Julia está interpretada por la actriz mexicana Julieta Egurrola, que tiene un largo recorrido en cine y televisión en su país y también es madre de la directora. Su interpretación es excelente, su rostro demacrado refleja todo el terrible dolor que la aqueja. De repente ella, una mujer acomodada que vive en su propio y burgués mundo, tras la desaparición de su hija, tendrá que unirse con otras madres en su misma condición, comenzando una investigación (por fuera) de la justicia. Su marido (interpretado por el actor y también padre de la realizadora, Arturo Beristáin) en cambio, se siente incapaz de acompañarla en la búsqueda, debido a la fuerte depresión que sufre. Ruido es una película humana, intensa, sin filtros, donde la directora Natalia Beristáin nos llena de emoción por la entrega de Julia y también de impacto, por los terribles hechos que se intuyen, solo apenas una punta del ovillo. Ruido es verdad, pero también reclamo, por esas víctimas que nunca volverán.
Déjà vu a la vista. Vista por última vez (2022) es un thriller de suspenso y acción, dirigido por el realizador Brian Goodman y protagonizado por el actor escocés Gerard Butler junto a Jaimie Alexander, Chip Lane, Dani Deette y elenco. El matrimonio formado por Will (Butler) y Lisa (Alexander) está llegando a su fin. A pesar del cariño que se tienen no logran congeniar en sus formas de ver y pensar la vida, por lo que deciden separarse. En un último viaje en auto juntos, Will lleva a Lisa a casa de sus padres, que será nuevamente su hogar, pero tras una parada en una estación de servicio local, ella desaparece misteriosamente y casi sin dejar rastros. Will, desesperado, llamará a la policía, que comenzará una investigación y a sus suegros, que desconfían de él, apuntándole como el principal sospechoso del secuestro de su esposa. Lamentablemente todo es previsible en Vista por última vez y no ofrece nada novedoso, ni original. Su trama es de esas que vimos miles de veces en otras películas o series: el de la esposa que desaparece, así como si nada, poniendo en un lugar bastante incómodo a su marido, sólo por el simple hecho de ser su cónyuge y mucho más si se están separando. Su narración bastante lineal tampoco ayuda demasiado para llegar a un buen puerto, más allá de poseer un cierto dinamismo a cuestas. Geográficamente el relato está ubicado en una alejada, aislada y hasta corrupta localidad, Savannah, en Georgia. Es un pueblo pequeño, dónde Lisa se crio y donde todos se conocen. Will es un contratista inglés, que vino del otro lado del mundo para trabajar y probar suerte. Finalmente también encontró el amor, pero nunca perdió el mote de “extranjero” por parte de los lugareños, que siempre lo han mirado con ojos extraños y llenos de desconfianza. Quizás un punto a favor, y que le da energía a la película, sean los flashbacks en que el director se apoya para contarnos la historia de amor entre Will y Lisa, dos personas muy diferentes, pero que llegaron a amarse, más allá de todo cuestionamiento. Será esta desaparición inesperada, un punto de apertura donde saldrán a la luz secretos muy bien ocultos. El trabajo de Gerard Butler es muy destacable, diría lo mejor de la película por lejos. Desde la deliberada improvisación de los diálogos de su sufrido personaje, hasta de su gran presencia física a pesar del paso del tiempo, el actor lo da todo y más. Es entonces Vista por última vez una buena oportunidad para disfrutar de la calidad actoral de Butler, muy a pesar de las situaciones inverosímiles, la falta de sorpresa o un villano para confrontar.
Cuando la muerte se nos ríe en la cara. Sonríe (2022) es una película de terror dirigida por Parker Finn y protagonizada por Sosie Bacon, Jessie T. Usher, Judy Reyes, Kyle Gallner y elenco. La Dra. Rose Cotter (Bacon), una psiquiatra que se especializa en tratar a pacientes que sufren de psicosis y otras enfermedades mentales, queda traumatizada tras vivir un impactante episodio en su vida laboral. Laura, una de sus pacientes, tiene una especie de brote psicótico durante una sesión y todo termina de la peor manera. Será a partir de esta terrible situación que Laura se tomará una licencia por un tiempo para aclarar su cabeza y de paso replantearse su intensa y por momentos peligrosa profesión. Pero “algo” la persigue, casi como una maldición. Todo parece indicar que es una entidad proveniente de algún lugar maligno, que logra hacer sonreír a sus víctimas, antes de asesinarlas de las peores maneras posibles. La historia está basada en el corto Laura Hasn’t Slept (2020) también dirigido por Parker Finn y que fue ganador de varios premios en festivales especializados. Narrativamente y en la parte visual se advierte en Sonríe una fuerte influencia por parte del J-Horror, subgénero dentro del cine de terror producido en Oriente y que gozó de mucho éxito gracias a películas como Ringu (Hideo Nakata, 1998), Ju-on: The Grudge (Takashi Shimizu, 2002) o Dark Water (Hideo Nakata, 2002). También conocidas como Kaidan eiga, este tipo de cine de terror japonés suele centrarse en asuntos psicológicos y en aspectos físicos sobrenaturales. Es allí donde la trama de Sonríe más acierta y provoca miedo: son esas caras que ríen, fantasmales y siniestras, quienes luego se volverán mortales. El papel protagónico, la Dra. Cotter, está interpretado por Sosie Bacon, hija de los actores Kevin Bacon y Kyra Sedgwick, que logra imponer toda su presencia e intensidad al mismo. Smile, nombre original de la película, contiene una cantidad de escenas espeluznantes que nos asustarán bastante, pero en realidad su premisa es bastante simple: ¿son reales esas malignas apariciones o son producto de la traumatizada psiquis de su protagonista? La crítica de cine, programadora y productora canadiense Kier-La Janisse definió a las películas de terror que tratan a la neurosis femenina como The Psychotic Women. Sonríe entra perfectamente en esta categoría y en todo su complejo análisis. El de tratar de comprender (y de paso aterrarse por un buen rato) por todo lo malo que la mente humana o las mismas maldiciones pueden generar.
Catarsis hecha cine. Corte es una película dramática argentina dirigida por la realizadora Guadalupe Yepes y protagonizada por Gilda Scarpeta, Alejandro Catalán, Luis Machín y Cristina Banegas. Este proyecto toma una impronta muy personal que se relaciona con su directora, ya que la historia que nos quiere contar habla de una abrupta y dolorosa separación que le tocó vivir en carne propia. La idea de este sentido relato comenzó a gestarse en el 2018, en primera instancia pensada para una obra teatral, pero finalmente se decidió ir por el camino cinematográfico y siempre poniendo mucho hincapié en los sentimientos y conductas humanas. Vanesa (Gilda Scarpeta) y Joaco (Alejandro Catalán) son una pareja estable y que viven juntos hace un tiempo. Un día Vanesa descubre que Joaco miente y le es infiel. Su mundo se desarma y decide echarlo de la casa que compartían. Pero el vínculo no se podrá deshacer tan fácilmente: ambos escriben el guion de una película y por esta razón deciden ser amigos. Luego vendrán los reproches, la ira, el enojo y la desilusión que no les permitirá estar tranquilos, ni mucho menos en paz. Será su historia de amor y desamor la principal inspiración para la realización de un cortometraje que, a su vez, les ayudará a atravesar una etapa de dolor, pero también de renacer. El relato está contado todo el tiempo desde el punto de vista de la protagonista, Vanesa, una mujer angustiada y triste debido a la situación que le toca vivir. En cambio, Joaco, su expareja, toma otra postura a pesar de ser el culpable de la ruptura debido a su infidelidad, y vive enojado e insoportable. Será está diferencia en conductas y caracteres lo que nos llevará a pensar que esta pareja estaba destinada al fracaso y que sólo los unía la atracción física o intelectual (ambos son escritores). La película debe su titulo a dos cuestiones puntuales: una al relacionado al final de la pareja protagonista y la otra a que es una película con escenas sin cortes, filmada en planos secuencias, con tomas de doce minutos, llegando así a los 74 minutos de duración. Corte también se traduce como un acto reflejo. Mientras la directora Guadalupe Yepes iba rodando su película, aún no se podía desvincular de su expareja, y es entonces que la recreación de la separación de los protagonistas, con sus crisis y dilemas, fue a su vez un espejo de su propia realidad. El recurso del cine dentro del cine, en el papel de Vanesa, una guionista de cine, es un muy buen punto de partida para esta historia que tiene mucho de autobiográfica. El filme resulta una experiencia donde muchos espectadores se sentirán identificados. Es una película pequeña pero esclarecedora. Vanesa y Joaco pueden ser como cualquier pareja normal que un día por diferentes motivos sufre una gran desilusión. La empatía será casi inmediata y nos llevará a preguntarnos: ¿quién no sufrió por un corte en el amor?
Terror puertas adentro. El género cinematográfico de terror existe, comercialmente hablando, desde mediados de la década de 1930, gracias al estudio Universal Pictures y fuertemente influenciado por la literatura y la obra de autores como Bram Stoker, Mary Shelley, H.G. Wells y Edgar Allan Poe, entre otros. Entre sus características más distintivas se encuentra el hecho de hacer sentir miedo al espectador. Más allá de su puesta en escena y de los arquetipos que definen al género del terror como tal, su esencia misma es la de hacer reaccionar al público por medio de recursos como sustos abruptos y gritos aterradores. El ocultamiento de ciertos elementos para crear tensión dramática, lo que se conoce como técnica de fuera de campo, junto a diferentes y peculiares efectos de sonido, es un muy buen ejemplo de cómo ir generando un clima que se volverá aterrador y emocionante para los espectadores. En la actualidad, a noventa años aproximadamente de la creación del género cinematográfico del terror y con sus códigos establecidos, pero también muy maltratados, son pocas las películas que puedan lograr sorprendernos, presentándonos una historia impactante y que nos permita sentir temor. Bárbaro (Barbarian, 2022) escrita y dirigida por el actor y realizador Zach Cregger, afortunadamente es uno de estos casos: se trata de una inteligente y astuta propuesta dentro del género del terror, con bastantes sorpresas y mejores aciertos en su estructura narrativa. Tess (Georgina Campbell) es una joven que viaja desde su hogar a la ciudad de Detroit para participar de una entrevista laboral. Previendo su alojamiento anticipadamente, alquila vía internet una sencilla casa en una zona bastante apartada e insegura de la región, con el fin de pasar unas noches allí. Pero al arribar al lugar se encuentra con que la vivienda ya fue ocupada por otro joven, Keith (Bill Skarsgård), quien afirma que también alquiló. Siendo de noche y para evitar el peligro que puede habitar en las oscuras calles del barrio, Tess decide compartir la casa por esa noche con Keith. Todo marcha sin problemas, hasta que el muchacho desaparece y la joven decide buscarlo en el sótano, enfrentándose a un peligro mucho mayor del que quizás la esperaba afuera en los alrededores. Bárbaro, en su guion y estructura, sería algo así como una de esas tradicionales muñecas rusas, las mamushkas. Partiendo de una historia base y principal, al irse desarrollando, aparece una subtrama, después otra y así, pero todas conectadas, formando un conjunto. Filmada en Bulgaria en pocos días y para abaratar costos, está pensada y construida por un director que conoce el género y que supo cómo darle una vuelta de tuerca. También hay una impronta que nos lleva al cine de terror de la década de los años 80’s, a su estética y por momentos simpleza, y a realizadores claves como Wes Craven. Como dato de color el personaje de Keith está protagonizado por el actor Bill Skarsgård, quien estuvo detrás de la máscara del payaso Pennywise de la novela de Stephen King, IT, en las dos adaptaciones dirigidas por el argentino Andy Muschietti en 2017 y 2019, respectivamente. Bárbaro remite en su título al invasor, que vendrá a este mundo para traer el caos y la violencia. También se apela por momentos al humor negro, la ironía y hasta el absurdo, quizás muy consciente de que toda situación de terror no puede ser tomada tan en serio. Aunque su protagonista Tess (una estupenda Georgina Campbell) sí la pasa mal y nosotros sufrimos, nos asustamos y pasamos miedo, la razón misma del cine de terror, a la par de ella. Nada mal para este magnífico debut de Zach Cregger.