El documental de Peter Jackson (El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos, King Kong, Criaturas celestiales) muestra los momentos que deben transitar los soldados británicos, sus días, su supervivencia y parte de sus vidas durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) con imágenes perfectamente bien exhibidas, restauradas y coloreadas y con situaciones brutales, cadáveres, cuerpos destrozados, heridas sangrientas, presenta el horror, de jóvenes que rondaban edades de: 15, 17 y 18 años, entre otros. Además le da un buen contraste entre imágenes en blanco y negro y el paso al color por momentos y pese a que está hablando de una guerra tan cruel no tiene golpes bajos. Hay claras descripciones gráficas, con momentos de dibujos animados, ha logrado rescatar un buen material, buen sonido, además se ven armas, proyectiles, explosiones y disparos, se toma su tiempo para darle otro toque, incluyendo tiempos en que los soldados van participando en burdeles, fumando, bebiendo, mostrando un poco de diversión frente a tanta muerte. Finaliza mostrando a los distintos hombres que vivieron ese triste acontecimiento, en forma de homenaje y un recuerdo para su abuelo que peleó en esa sangrienta guerra (sirvió al ejército británico de 1910 a 1919).
El director de cine, productor, guionista y actor francés Stéphane Brizé, va mezclando el documental, con pinceladas del noticiero, para observar las movilizaciones de los trabajadores, las protestas en las calles y la actuación de los medios. Está el compromiso frente a la amenaza del despido, el desempleo y la lucha, sin rendirse jamás, ante el capitalismo infame, frente a la mentira, la represión y el hambre. Para evitar el cierre, los trabajadores guiados por el sindicalista Laurent Amédéo (Vincent Lindon, en una estupenda interpretación mucho dice desde lo físico, a través de su mirada, su silencio y críticas) desistieron a sus tareas y encerraron la fábrica. De esta manera empieza una lucha laboral, el derecho a huelga y el dolor. La cámara sigue a estos trabajadores de distintas edades, como aquellos de 50 años de edad que quieren que los escuchen, pero tambien están los enfrentamientos con la policía, con momentos que se salen de control, donde va creciendo la ira, la agresión, como las frustraciones y desilusiones. Contiene buen ritmo, es dinámica, con canciones sentidas, buenas actuaciones, una cámara que refleja cada uno de los acontecimientos, una acción grandiosa, le da un buen toque el uso de cámara en mano, pero nos enfrentamos a un final impactante. En ciertos momentos uno encuentra cierta similitud al cine Laurent Cantet y el de Stéphane Brizé, como “Recursos Humanos” y “Entre los Muros”.
El joven actor estadounidense Brady Corbet (30 años) es conocido por haber interpretado a Mason Freeland en Thirteen, a Brian Lackey en Mysterious Skin y a Alan Tracy en Thunderbirds. Y en la serie de TV 24, interpretó a Derek Huxley. “Vox lux” es su segundo largometraje. Su narración se encuentra divida en un prólogo y dos actos. La primera escena es realmente impactante cuando una joven de 13 años Celeste (Raffey Cassidy, “El sacrificio de un ciervo sagrado”. Se luce en sus personajes porque es la protagonista de la historia y luego la hija), en 1999 sobrevive a una masacre en su escuela (algunos recordaran la matanza de Columbine). Ante tal hecho va adquiriendo fama, pasamos al 2001 y se hace una referencia política ,a la caída de las Torres Gemelas y Celeste se va transformando en una cantante pop y dentro de ese transcurso queda embarazada. Ya en el segundo acto nos encontramos en 2017 y a Celeste que a sus 31 años (interpretada magistralmente por Natalie Portman) tiene una hija adolescente llamada Albertine (Cassidy, misma actriz que la encarnó de joven) y la acompañan: su manager (Jude Law, esta correcto), su asistente (Jennifer Ehle) y su hermana Eleanor (Stacy Martin). Ella se enfrenta a la fama, a la prensa, a los paparazzis, entre otras vicisitudes del estrellato. Además están las relaciones sociales y familiares y el sobrellevar los altos y los bajos de la fama. La actriz, productora y directora estadounidense de origen israelí Portman le otorga a su personaje todos los matices, entonaciones y elegancia, canta ella y vuelve a destacar todo su talento. Las coreografías que aparecen las preparó junto a su esposo el coreógrafo francés Benjamin Millepied. La canción «Wrapped Up» fue compartida por la cantautora Sia, quien fue la encargada de escribir el tema para la película. Se nota cierta inspiración en la Diva del pop Madonna, como así también en Britney Spears, Amy Winehouse y Lady Gaga. Se encuentra narrada en off por Willem Dafoe, además el film nos ofrece una buena fotografía, la banda de sonido del recientemente fallecido Scott Walker (1943–2019) y la dirección de arte, entre otros elementos técnicos. Lo que tiene quizás es un final un tanto abrupto.
Esta bien narrada y dirigida Stephen Merchant, y basada en la historia de Paige. Muestra esta chica como se mete en el mundo de la lucha libre, todo se va envolviendo con interesante diálogos y buenos mensajes, está siempre presente que si luchamos podemos realizar nuestros sueños solo es cuestión de proponérselo. Acompañan buenas actuaciones, genial personajes de Dwayne Johnson (con ciertos lujos, se ríe de él mismo), momentos emocionantes, divertidos, buenos gags y humor negro. Si bien resulta previsible, tiene muy buen ritmo y tal vez tenga en alguna situación similar a Rocky, aunque esta se encuentra basada en hechos reales. Dentro de los créditos finales hay imágenes reales.
Su desarrollo nos introduce en el mundo de la protagonista en ese pintoresco pueblo de Francia, su paisaje, su gente y costumbres, allí está el reencuentro entre madre e hija, las protagonistas, pero antes de llegar a cierta armonía hay una serie de reproches, secretos y culpas, y ciertos hechos se van aclarando con el flashback. Su trama resulta emotiva, dulce, delicada, divertida, gozando de una exquisita ambientación, muy buenos diálogos, te da el poder de observación y ciertos mensajes, actuaciones memorables como el caso de: Catherine Deneuve (75 años se ve maravillosa), tiene la fortuna de ofrecer estupendas interpretaciones, junto a la talentosa Clara Mastroianni (en la vida real tienen el mismo vinculo es decir son madre e hija, además su padre era Marcelo Mastroianni), entre otros.
Todo su desarrollo se da tras la mirada de un niño pre adolescente, que se encuentra inmerso en el mundo adulto y debe enfrentar diferentes acontecimientos de la vida. Por un lado un padre alcohólico, una madre fastidiada (con esta situación que debe vivir y además la infidelidad de su marido), su hermano alejado (vive en su mundo), sus abuelos hacen lo que pueden y también está la llegada del primer amor. Una estructura narrativa que va por lo emoción, la melancolía, bajo un paisaje desolador casi parecido a las personas que lo habitan, el espectador puede llegar a tener alguna empatía viendo las vicisitudes que pasa Dante (Bautista Midú), creado a través de lo físico, las expresiones y ese rostro angelical. Lo acompañan las muy buenas actuaciones de Mimí Ardú y Marcelo Subiotto, además de otros actores de trayectoria, pero su ritmo es demasiado pausado, con situaciones poco creíbles, a veces el trabajar con actores sin mucha experiencia no ayuda mucho y no logra plasmar su deseo.
Dentro de la trama vamos conociendo a un matrimonio, el coronel británico Lewis Morgan (Jason Clarke) y su esposa Rachael Morgan (Keira Knightley) que se ven obligados a trasladarse a las ruinas de Hamburgo y compartir su vivienda con el alemán Stefan Lubert (Alexander Skarsgård) y su hija adolescente Freda Lubert (Flora Thiemann), de ahí en más se siente cierta tensión, las angustias y lo que deja ciertos hechos producto de la guerra. Se encuentra bien construida desde lo que se va generando entre esas personas que conviven en una misma casa, por momentos con choques de amor, de odio y de venganza. La soledad y la muerte, en algún momento los invadió, la falta de comunicación y los sentimientos enterrados que pueden generar distintos daños a las personas. El director James Kent hace arder a los personajes en una fogata de pasiones, odio, deseo, en un desequilibrio emocional y abriendo la posibilidad que tiene una pareja de reinventarse. El actor australiano Jason Clarke (“El primer hombre en la luna”), logra un estupenda interpretación, le da matices y llega a momentos memorables cuando exalta sus emociones; la actriz inglesa Keira Knightley es un mujer fuerte pero a la vez frágil y transmite su tristeza desde lo gestual y el actor sueco Alexander Skärsgard (La leyenda de Tarzán) un ser que busca su identidad, su dignidad y la búsqueda de reconstruir una nueva familia. El film narra los distintos momentos que viven las familias en el periodo de la posguerra, sobre todo está presente lo que fue dejando por dentro y bajo un ambiente desolador, todo lleno de escombros, cadáveres, dolor y sufrimiento. Si bien su desarrollo resulta previsible, goza de buenas actuaciones, tiene ciertos toques psicológicos, una adecuada ambientación, fotografía y música.
Se encuentra hablado en qon, pilagá, wichí y otras lenguas, con una realidad que golpea y un planteo sobre la quita de derechos de la tierra, interesante, todo está dicho a través de este documental fuerte, puntual e imponente. Además goza de una estupenda fotografía. Pero tiene algunos momentos en que su narración tiende a ser lenta y demasiado pausada, igualmente merece ser vista.
Fuera de todo su desarrollo que resulta interesante, uno de los puntos más altos es la extraordinaria actuación, prolija, conmovedora está encarnada por Daniel Dafoe (fue nominado por primera vez al Oscar por este trabajo), lo acompaña un elenco secundario Oscar Isaacs (interpreta a Paul Gauguin, se luce) y Rupert Friend (Theo Van Gogh interesante personaje), entre otros. Su trama está más enfocada a sus sentimientos, en la mirada, en el interior del artista, como observaba a su alrededor, donde está marcada su soledad, su angustia y su fragilidad. Sufría el bulling de cierta parte de la sociedad, murió a los 37 años, a pesar que era un adelantado a su época, no tuvo un gran reconocimiento. Se recrea con estupendos colores, vestuario, una fotografía y locaciones bellísimas, aclaran ciertos mitos y está lleno de metáforas. Uno de los puntos en contra son: planos largos, silencios extensos, momentos estáticos, diálogos algo repetitivos y su ritmo un tanto lento.
Muchas novelas de Stephen King (escritor estadounidense de novelas de terror, ficción sobrenatural, misterio, ciencia ficción y literatura fantástica, de 71 años), se han ido transformando en series y películas, hasta se han hechos parodias por ejemplo en “Los Simpsons” utilizando algunas escenas de ciertas películas. En esta ocasión después de treinta años tenemos como primera adaptación este “Cementerio de animales”. Es parecida a la original en algunos pasajes, pero le han hecho ciertos cambios, comienza bien, generando buenos climas, tensión, atmósfera cargada con elementos del género y momentos dentro de la trama bastantes emotivos. Además toca temas fuertes como la muerte, se plantea que se esconde detrás de ella, la soledad, la perdida y los miedos del pasado. Pero llegando a su último tramo el film va decayendo, se siente una adaptación floja, con pocos matices, un guión flojo, escenas un tanto ridículas, pero goza de buenas intensiones y resulta ideal para las nuevas generaciones.