La enfermedad del amor Luego de varios meses de su estreno en los Estados Unidos, llega finalmente a la Argentina Un amor inseparable (The Big Sick, 2017), la película basada en la vida de Kumail Nanjian (Silicon Valley) en la que se interpreta a sí mismo para reconstruir la historia de amor con su esposa, en la cual una rara enfermedad y las cuestiones culturales son protagonistas. Kumail, un joven paquistaní que reside en Chicago y busca triunfar en el mundo del stand-up, conoce en uno de sus shows a Emily (Zoe Kazan), una chica americana estudiante de psicología con la cual comienza una relación. Lo que ella desconoce es que por su cultura y mandato familiar él es presionado para casarse con una chica de su mismo origen mediante un matrimonio arreglado. Hasta acá podría tratarse simplemente de otra comedia romántica de amores no tan correspondidos y enredos. Sin embargo, todo cambia cuando en medio de una crisis en la pareja Emily se enferma por una extraña infección y deben inducirla a un coma. A partir de allí entran en escena los particulares padres de ella (Ray Romano y Holly Hunter) con quienes Kumail debe establecer una relación bastante forzada en un principio y dotados de un humor inteligente y por momentos dramáticos propios de la situación que vive la joven. Sin dudas, la relación entre Kumail y los padres de Emily es el alma de esta comedia en la que se destaca el brillante papel de Holly Hunter, injustamente no nominada a mejor actriz de reparto en los Oscar, y la cual es producida por “EL” productor de la nueva comedia americana Judd Apatow. La película está basada en la propia vida de Kumail Nanjian, a quien conocemos por interpretar a Dinesh en la serie de HBO Silicon Valley, por lo que roza en ser una biopic en la que se interpreta a sí mismo, y fue él junto a su esposa, la verdadera Emily Gordon, quienes escribieron el guion con el cual se ganaron una nominación a los premios Oscars. También es destacable la diversidad cultural que presenta la propia vida de Kumail (en épocas donde la inmigración es un tema muy recurrente) ya que se contraponen su ya asentado estilo de vida americano con el deseo de triunfar en el stand-up, y su vínculo con su conservadora familia paquistaní y el cuestionamiento que termina haciendo a su propia cultura en busca de una identidad propia. Quizás las casi dos horas de duración son un tanto excesiva, sobre todos con algunas escenas que están de más o son un poco alargadas tanto al principio como al final, pero eso no impide que Un amor inseparable vuelva a posicionar a la comedia americana luego de varios intentos fallidos. *Crítica de Brian Bahar.
Recuérdame y viviré para siempre Sensible, colorida, musical… Y a la vez un drama. Coco es todo eso y mucho más. Miguel Rivera vive en Santa Cecilia y solamente quiere hacer música, no le importa nada más. ¿Quién no soñó hacer algo de chico aunque esté prohibido? Para Miguel ser artista es su mayor deseo, pero su familia no se lo permite porque cree que la música los maldijo. El niño se encuentra entre la satisfacción de servir en una tradición familiar y por el otro lado su emoción de dejar esa herencia familiar de zapateros para compartir la música de su guitarra con el mundo. Es así que para parecerse a su cantante favorito, Ernesto de la Cruz, por obra de un encantamiento ingresa al mundo de los muertos, que existe gracias al culto que el pueblo tiene con sus familiares fallecidos y donde conocerá a un esqueleto vividor llamado Héctor que lo guiará en busca de su ídolo. Y es allí donde Pixar desplega todo su mundo visual: el diseño de ese universo es extraordinario. Respetando el folklore mexicano, juega con el humor, la psicodelia y la autenticidad, incluso rindiendo homenaje a Frida Kahlo y El Santo. Será en la tierra de los muertos donde Miguel aprenda a crecer a la vez que descubra a su familia. Podrá decirse que Pixar es repetitivo con su tono sentimental (pelea con UP el mar de lágrimas que dejamos sobre la butaca), pero lo interesante de Coco, es que desnaturaliza lo macabro que puede resultarnos la muerte (sobre todo para los más pequeños) y la transforma en un carnaval constante. Incluso el tema central de la película, “Recuérdame”, por momentos se vive como un canto de alegría. “Remember Me” (en su versión original), es una canción original de Robert Lopez y Kristen Anderson-Lopez (el exitoso matrimonio detrás de la banda sonora de Frozen), y se suma a otras composiciones escritas y producidas por un equipo de compositores y consultores mexicanos. Es así que Coco mezcla una banda sonora original y una partitura inmejorable del compositor Michael Giacchino. Dirigida por Lee Unkrich y Adrián Molina, Coco consigue el equilibrio entre la animación clásica (lo vemos por ejemplo en el perro Dante), la más innovadora (el arte de las criaturas que forman parte del mundo de los muertos) y la más desarrollada técnica (el rostro de Coco, la bisabuela). Además cuenta con un elenco de voces en versión original en el que encontramos las de los actores Benjamin Bratt y Gael García Bernal (también en su versión doblada), además de la Anthony González como Miguel. Las escenas de Miguel con su bisabuela y las más simples de la cotidianeidad del niño de 12 años (por ejemplo cuando afina su guitarra, en una clara similitud con la escena de WALL·E frente al televisor) sin dudas nos traen las mayores lágrimas. Entre alebrijes, xoloitzcuintles, tamales y banderines, Coco es capaz de conmover a cualquier persona que la vea. Es una historia sobre la vejez, las tradiciones, el perdón y el poder de las relaciones y por qué la familia es tan importante. Recuérdame y viviré para siempre.
El show debe continuar Sin lugar a dudas este fue el año de Hugh Jackman con su gloriosa despedida de Wolverine en Logan y ahora con El gran showman, dos films que lo muestran como uno de los intérpretes más multifacéticos de su generación. El film narra la vida de Phineas Taylor Barnum quien es considerado el creador del concepto de Showbussines. Un personaje tan pintoresco como polémico dado que muchos de los actos que presentaba en su famoso circo Barnum & Bailey Circus no se trataban de otra cosa que de engaños destinados a embaucar al espectador a cambio de una módica suma de dinero. La canción que da la apertura al film funciona como una clara declaración de principios sobre lo que veremos “ … Señoras y caballeros, este es el momento que han esperado. He estado buscando en la oscuridad, tomando tu aliento, robando tu mente. Y todo lo que era real se queda atrás…”. Todo el artificio es puesto al servicio del show, por más moralmente reprochable que sea y esto es lo que caracterizó a toda la obra de Barnun que llegó a presentar como la mucama de George Washington a una esclava negra y ciega que el mismo adquirió al efecto. De modo que en la vida real el carácter moralmente condenable queda por demás demostrado. La película en cambio decide no dar particular profundidad a esto y por el contrario enfatiza en la difícil infancia de Phineas como hijo de un humilde sastre y cómo al quedar huérfano comenzó una supervivencia tan cruel como aleccionadora. Con cuadros musicales perfectamente realizados y canciones originales encargadas al dúo compositor ganador del oscar por La La Land, El gran showman ofrece un espectáculo que no decae durante todo el film. Sin lugar a dudas el film descansa en las espaldas de Hugh Jackman quien parece haber nacido para encarnar a este personaje que deja su vida para lograr que el show continúe. Párrafo aparte se merecen Zack Efron, Zendaya, Michelle Williams y una maravillosa y radiante Keale Settle que definitivamente se roba nuestro corazón con su mujer barbuda. Es necesario tener en cuenta que el film narra la existencia de un circo en los comienzos de 1830 y en esa época las desagradables prácticas de abuso animal eran parte de la realidad circense e incluso una parte fundacional del mismo. Omitirlo tal vez hubiera sido un ejercicio algo excesivo de corrección política poco honesto para con el espectador. En definitiva El gran showman no se plantea realizar juicios morales sobre el accionar de su protagonista, sino que prefiere recorrer la industria del entretenimiento de una forma tan honesta como estéticamente apabullante. Un film imperdible para estos tiempos tan faltos de fantasía que exige ser visto en la salas de cine y salir bailando aunque sea por unos pocos metros cuando la realidad nos encuentre de nuevo. *Review de Marisa Cariolo
El mejor peor artista “Here´s to the fools who dream. Crazy as they may seem.” En uno de los momentos más emotivos de La La Land, Emma Stone dedicaba una sentida canción a aquellos “locos soñadores”. El sueño era nada más y nada menos que convertirse en una gran estrella en, precisamente, la ciudad de las estrellas: Los Ángeles. Este mismo sueño americano fue el que llevó al infame aspirante a actor y director Tommy Wiseau a mudarse allí y congeniar una de las peores películas jamás hechas. Y si mientras que en aquella película de Damien Chazelle se recompensaba al talento y sacrificio de un par de enamorados, esta celebra el triunfo del espíritu de un par de amigos que encontraron el éxito en su más trepidante fracaso. The Disaster Artist narra la historia de Greg Sestero (Dave Franco) un tímido y joven actor a quien le cambia la vida cuando conoce al extravagante Tommy Wiseau (James Franco), un actor con un look y acento extraños, del que se desconoce el origen, edad y aún más misteriosamente de dónde saca el dinero para solventar sus costosos gastos. La impronta de Wiseau y su poca percepción de la crítica (que luego se revelan como una abrumadora desconexión con la realidad) impresionan tanto a Greg que se convierte en su fiel aliado. Esto también lo hace embarcarse en su desopilante proyecto de filmar una película a pesar de no tener la más mínima noción de cómo hacerlo. Para cuando Greg quiera arrepentirse, ya habrá sido demasiado tarde… El gran triunfo de James Franco, que hace las veces de director, es nunca apelar al modo más obvio para contar esta historia. Es notable el cariño con el que retrata al personaje a fin de nunca burlarse despiadadamente de él. Franco no solo luce y habla como el verdadero Wiseau, sino que SIENTE como él. Donde todos ven a un villano con apariencia de Frankenstein, Franco ve a alguien que siempre quiso ser el héroe. Él entiende que detrás de su horrible pelo, su peculiar acento y sus pocas luces, Wiseau es tan sólo un hombre que deseaba ser reconocido y amado. Él realmente comprende ese sentimiento y es lo que evita que caiga en la tan tentadora caricatura. Esta es una película sumamente entretenida, una experiencia hilarante e incluso inspiradora. Dedicada a todos los artistas, esos locos soñadores, que no renuncian ni siquiera cuando la recepción a su arte es completamente la opuesta a la que esperaban. *Crítica de Javier Puma.
El despertar de la fuerza Otro año más de Star Wars, y muy a pesar de mi fanatismo por la saga, creo que hace falta descansar un poquito. No mucho. Lejos de ser la peor película de la franquicia, ni por asomo es la mejor. Y con no quiero decir que sea mala, sino que por muchas razones no alcanza. Los últimos Jedi inicia justo donde termina El despertar de la fuerza y lo hace de forma inmediata con la acción. No se toma tiempo para explicar quién es cada uno ni qué rol cumple. El tema central nos lleva a la lucha del bien contra el mal pero nos deja reflexionar acerca de la naturaleza de las guerras que refleja al mundo real. Además tenemos el conflicto interno de cada uno de los personajes (sobre todo en Rey y Kylo). Los últimos Jedi es una película distinta a las demás, que incluso si estuviera aislada de la saga, tranquilamente podría ser considerada antológica. Tiene identidad propia. Desde ya que hay referencias a todo lo que ya conocemos, pero transita por muchas historias. Tenemos a Luke y Rey; a Kylo; a Poe y Leia; a Finn y Rose. Todo esto permite que la trama sea una pero logre bifurcarse. Y más allá que esto significa una gran a puesta a nivel guion, posiblemente sea lo menos satisfactorio del film. Comencemos por Luke (Mark Hamill) y Rey (Daisy Ridley). Hamill sigue demostrando que es uno de los grandes valores de Hollywood. Es de esos actores que en un instante lo estás amando y en el otro odiando. Tiene esa facilidad de meternos en situación que pocos lo hacen. Su papel en este Episodio VIII, lejos de ser una mera participación, es el alma de la película: impecable. Muy en contra parte con el personaje que interpreta Ridley: si en El despertar de la fuerza es la protagonista indiscutida, en esta oportunidad la dejaron jugando con el sable. Prácticamente no hay escena donde pueda lucirse por sí sola. Kylo Ren (Adam Driver) es el segundo personaje en demostrarnos por qué está ahí. Tiene todo el crecimiento que le faltó al Episodio VII. Conocemos más sobre el origen de la oscuridad en él y entendemos hacia dónde se dirige. Quienes lo criticaron a Driver, tendrían que considerar cambiar de opinión. En otro extremo tenemos a Poe (Oscar Isaac) y Leia (Carrie Fisher). Ambos juegan la parte más divertida de la película. Sí, hay que decir que hace ruido la irrupción del “humor marveliano” en Star Wars. Pero en algunas situaciones llega a descontracturar con tanta tensión. Poe consigue hacerse un nombre por sí solo (no necesitará de ningún personaje más) y a Leia se la ve absolutamente fresca. Probablemente junto a la Vicealmirante Amilyn Holdo (Laura Dern) protagonice la escena más memorable de Los últimos Jedi. Y finalmente tenemos a Finn (John Boyega) y Rose (Kelly Marie Tran), con una historia que no cierra por ningún lado y pareciera no ser más que una excusa para incorporar un nuevo personaje asiático. Es una subtrama que además incluye a Benicio del Toro, completamente forzado, y hace que la película dure más de lo que debería. ¿Qué sucedió con Phasma? No lo sabemos. Apenas aparece 10 segundos, sin explicación. BB-8 nuevamente es el gran triunfador y los Porgs, esas aves nativas del planeta Ahch-To donde el Maestro Jedi Luke Skywalker hizo su exilio, tienen muy buena participación en la historia sin llegar a verse forzados. Una de las grandes virtudes del film de Rian Johnson es que todo el tiempo nos desconcierta. La película tiene muchos giros en su trama, lo que hace que si bien se torna larga por momentos, no deja de asombrar al espectador. Cuando creemos que irá hacia un lado, torna hacia otro, y el conflicto retoma. El director supo darle buen ritmo a la película. Halagar los efectos visuales en el 2017 no sería algo trascendental si no fuera porque hemos tenido grandes decepciones este año. Debemos decir que Los últimos Jedi deslumbra en este aspecto con el uso de la tecnología y sin el abuso desmedido del CGI. Y en cuanto a la música, impecable de la misma forma, podrán notar en tres oportunidades que su nivel desciende de lo normal del resto del film, para dar lugar a que la escena sea más importante. Gran acierto creativo. Este nuevo episodio está lleno de nostalgia y mucho simbolismo. La escena final (que no comentaré para no spoilear) nos deja con esperanzas para la nueva película que veremos en 2019. Más allá de los tropiezos, muy probables por no permitirse el tiempo de elaborar una obra de excelencia, la saga está más viva que nunca.
Se hizo justicia En Liga de la Justicia nos ubicamos algunos meses de la muerte de Superman (Henry Cavill). No parece haber esperanzas y los rostros de las personas nos muestran la total depresión. Carteles y pancartas inundan la ciudad en homenaje al hijo de Kriptón que se ha marchado. Toda esta situación es propicia para que una nueva amenaza llegue a la Tierra, queriendo destruir todo: Steppenwolf (Ciarán Hinds). Bruce Wayne (Ben Affleck) continúa salvando a la ciudad como Batman y sin el protector alienígena está preocupado por esta inminente amenaza que pueda superar sus habilidades. Con la ayuda de una base de datos tomada de Lex Luthor, y en conjunto a Diana Prince, a quien conocemos como Mujer Maravilla (Gal Gadot), intentará reunir a una liga de metahumanos. Tenemos al rapidísimo Barry Allen / Flash (Ezra Miller), que conoceremos en una secuencia cargada de sarcasmo junto a Wayne y marcará su tono durante todo el film; luego rastrea a Arthur Curry / Aquaman (Jason Momoa) en una remota ciudad costera del norte, quien en principio se siente reacio a formar parte (comparte muchas características con Wonder Woman); y el último será Victor Stone / Cyborg (Ray Fisher), quien no necesitará lo contacten y lo hace por su cuenta. No tardarán en ponerse de acuerdo los cinco que lo mejor es unirse antes que el apocalipsis termine con todo. Liga de la Justicia finalmente logró lo que esperábamos de las anteriores películas del Universo Cinematográfico de DC: un despertar gradual de los superhéroes a medida que se van dando cuenta de que necesitan dejar de comportarse como seres individuales y trabajar en equipo. Jason Momoa en su papel del Rey de los Siete Mares es quien otorga el costado más rockero: es un renegado y solitario que solo quiere vivir en su mundo. El personaje de Ezra Miller como Allen es quien lleva el control del humor: participa de la mayoría de las escenas de comedia del film (posiblemente con excesivas miradas a cámara), pero nunca choca la película ni se acerca al tono burlón de Marvel. Y Cyborg es quien se siente más anormal de todos y espera salir al mundo sin prejuicios de por medio. Ben Affleck como Batman luce majestuoso, pero a la vez se lo nota aturdido. Los años no llegan solos y se siente en el aire esa necesidad de dejar pronto el traje a un lado. Es físicamente vulnerable en comparación con los otros héroes que reclutó. Es Wonder Woman quien estará para animar un poco todo: su intervención en Londres contra un grupo de autoproclamados “terroristas reaccionarios” que invaden el Old Bailey y amenazan con una explosión con una bomba es una de las escenas más icónicas de la película. Le otorga ese toque surrealista, sofisticado y exótico. Como resultado, cada uno de los personajes tiene su momento para mostrarse y luce su potencial. Ninguno pisa a otro y es posible ver cómo muestran sus habilidades para enfrentarse a cada situación. El destaque es general. Todos caen muy bien, y no es algo que sea frecuente en películas sobre superhéroes. Respecto a los personajes secundarios, podemos hablar más de cameos que participación en sí: la Lois Lane de Amy Adams, la Martha Kent de Diane Lane, la Reina Hippolita de Connie Nielsen y el comisionado Gordon de J.K. Simmons, suman con creces a la historia. Posiblemente esperábamos un poco más de Lois, sobre todo por los acontecimientos que suceden en la historia. En cuanto a la historia, recordemos que esta película tuvo un pasar un tanto problemático: Zack Snyder, director original, tuvo que alejarse luego de una tragedia familiar y fue Joss Whedon quien tomó el control (se habla de entre el 15% y el 20% de la película). Por eso es posible que encontremos escenas muy marcadas y representativas de la identidad cinematográfica de cada uno de los directores. Podemos decir que el aporte de Whedon trajo la comedia y el esquema de colores que le faltaba a las películas de Snyder. Y el ejemplo del éxito de Wonder Woman debe haber jugado a favor para continuar con esa línea de humanidad: el film ofrece momentos significativos de humor que no resultan forzados y juegan a que conozcamos puntos en común entre los personajes. Y si bien decimos que Snyder y Whedon trataron esta vez de escapar de esa estética de Man of Steel y Batman v Superman para acercarse más al film de la princesa guerrera de las amazonas, desde la atmósfera y el soundtrack es posible viajar a clásicos consagrados de la franquicia, como el Batman de Tim Burton de 1989 y el Superman de Richard Donner de 1978: Danny Elfman logra integrar temas clásicos de los personajes a los propios de Hans Zimmer, haciendo una banda de sonido por demás interesante. ¿Y dónde puede estar el descontento? Para quien no es fanático de DC, le está faltando la historia del origen de tres nuevos héroes. Es entendible que no todos estén familiarizados con los personajes y sea forzada la forma en la que se unen a la liga (pocas palabras dando a entender que a Flash lo alcanzó un rayo o la procedencia de Aquaman). Pero, como todos bien sabemos, ya se están preparando las películas de cada uno en solitario, por lo cual de momento suena interesante el hecho de haber arrancado de la forma inversa. Por otro lado, es posible encontrar altibajos en el CGI: Steppenwolf por momentos no parece estar bien logrado y el excesivo uso de computadora le borra incluso gestos interesantes que podría llegar a manifestar el personaje. Es algo en lo cual abusan y deben mejorar, pero se salva con muchas otras escenas donde la acción se apodera de la historia. Aún así es lo más decepcionante de las dos horas de película. ¿Qué es lo que necesitamos ver en una película de superhéroes? Emoción, comedia, acción, giros inesperados… Y Debemos decir que Liga de la Justicia cumple con todo eso. Es una evolución en el desarrollo de sus personajes y del tono de la franquicia (más optimista en esta oportunidad) que Warner está preparando. Es una película de DC para disfrutar y sin esperar más que la correcta adaptación de un cómic de los mayores superhéroes que existen. Va por el camino indicado. Se hizo justicia.
Inocencia interrumpida IT es la adaptación de la clásica novela de Stephen King de 1986 y la miniserie de 1990 protagonizada por Tim Curry como el payaso Pennywise. La historia inicia en 1988 en la ciudad de Derry, Maine. El pequeño Georgie Denbrough se ve atraído por acercarse hasta una alcantarilla en el momento justo en el que pierde su barco de papel. Es el momento en el cual el horror revive y con él muchos años de desapariciones de niños. Un grupo de jóvenes bautizados como “El Club de los Perdedores”, liderados por el hermano de Georgie, Bill (Jaeden Lieberher), y Beverly Marsh (Sophia Lillis), lentamente van dando cuenta de lo que está sucediendo en la ciudad. Es así que la unión del grupo los lleva a investigar y ahondar en sus propios miedos. Esta primera parte narra los acontecimientos de la infancia de los personajes sin profundizar en la adultez de los mismos. El argentino Andy Muschietti (pueden ver su corto Mamá acá), su director, tomó el proyecto de la película luego de un largo ciclo de producción bajo la supervisión de Cary Fukunaga. Posiblemente este último haya avanzado bastante con el guion (incluso figura en los créditos del film), pero fue Muschietti quien aprovechó el estilo Cuenta conmigo de Stephen King, donde vemos la representación justa de la captura de la pérdida de la inocencia en la infancia. IT cuenta con escenas maravillosas y se toma el tiempo para lograr que nos creamos la conexión entre los pequeños. Son actores perfectamente elegidos y entrenados donde además de los ya mencionados tenemos al hipocondríaco Eddie Kaspbrak (Jack Dylan Grazer), el cínico de Richie Tozier (Finn Wolfhard), el miedoso Stanley Uris (Wyatt Oleff), el chico nuevo Ben Hanscom (Jeremy Ray Taylor) y Mike Hanlon (Chosen Jacobs), un afroamericano víctima de discriminación. También vamos a encontrarnos con detalles que llevan al film a un nivel superior al de cualquier película de terror, donde la nostalgia se nos impregna a la piel, partiendo por el hecho de que desde el inicio Muschietti cambia la época del relato original (años 50) y nos transporta a los 80, década que la mayoría pudimos vivir. Se nos vienen recuerdos de la infancia como el grupo de amigos, los paseos en bicicleta, las travesuras en verano, el humor naif, las peleas, la música… Finn Wolfhard resulta mucho mejor en su personaje descarado de Richie que en el de Stranger Things. Cuenta con mayores condimentos como para lucirse en su papel. Y Sophia Lillis cuenta con una naturalidad particular, que sin dudas le depara una exitosa carrera cinematográfica. Bill Skarsgård es un soberbio Pennywise, sobre todo en el último tercio de la película cuando hace su mayor aparición. Durante el resto del film se limita a dejar el protagonismo a los niños, sin dejar que sus apariciones no generen de igual forma miedo mientras se desarrollan los problemas de cada uno del resto de los personajes. Requirió de un trabajo físico importante (no todo se reduce a maquillaje y CGI) y logra sin dudas reinventar al mal. En cuanto a aspectos más técnicos, es disfrutable tanto la delicada fotografía de Chung Chung-hoon como el no abuso de los efectos visuales. Desde ya que están presentes porque hay escenas que lo requieren, pero se lograron resolver muy bien otras sin recurrir a lo artificial que otorga la digitalización. El soundtrack de IT es tema aparte: luego de colaborar con Hans Zimmer, Benjamin Wallfisch se encarga de la música del film, desafío no menor considerando la popularidad de una obra considerada como la novela más importante de Stephen King. IT pasa de los miedos de los niños al hecho de no saber si de verdad el payaso existe, hasta que comenzamos a creer que puede ser así, todo con el miedo justo. Su primer trailer recibió 197 millones de visitas en sus primeras 24 horas, más que cualquier película en la historia de YouTube, lo cual no garantiza calidad del producto final, pero podemos dar cuenta de que así fue. “Ellos eran sus amigos y su madre se equivocaba: no eran malos amigos. «Tal vez —pensó— no existen los buenos y los malos amigos; tal vez sólo hay amigos, gente que nos apoya cuando sufrimos y que nos ayuda a no sentirnos tan solos. Tal vez siempre vale la pena sentir miedo por ellos, y esperanzas, y vivir por ellos. Tal vez también valga la pena morir por ellos, si así debe ser. No hay buenos amigos ni malos amigos, solo personas con las que uno quiere estar, necesita estar; gente que ha construido su casa en nuestro corazón”.
Nieve negra Nahuel (Lautaro Bettoni) es un adolescente con una innata conducta violenta. Tras la muerte de su madre, se ve forzado a mudarse con su padre Ernesto (Germán Palacios) en la Patagonia, al que no ha visto en más de una década. Él es un respetado guía de caza que vive en las montañas con su segunda esposa y sus hijas. La reunión no resulta fácil, el orgullo y el resentimiento prevalecen tanto en el padre como en el hijo. Esta ópera prima de Natalia Garagiola ganó el Premio del Público en el Festival Internacional de Cine de Venecia y mantiene las características de un film dramático y un thriller, generando climas atrapantes, donde la conjunción de pasado, resentimientos y una relación no construida desde pequeño los ponen a prueba en medio de un escenario frío e salvaje que les ofrece el sur de la Argentina. Es una película íntima con el foco puesto en una relación compleja entre padre e hijo. Tanto el trabajo de la directora como el de fotografía de Fernando Lockett, logran más allá de las palabras, exteriorizar lo tormentoso que resulta para ambos protagonistas tener que construir una relación a base de la fuerza. El duelo no parece haberse hecho en su totalidad y el film lo esgrime muy bien a partir de los silencios y cámara en mano, demostrándonos no solo la violencia sino también las inseguridades, el dolor, el fastidio. Temporada de caza, si bien lleva adelante una trama sencilla, nos ofrece un elenco firme y desenvuelto con naturalidad, apoyado en una excelente dirección de actores. La temporada de caza no representa tan solo un simbolismo del universo masculino y el frío no solo parece estar ahí afuera.
No se aceptan devoluciones Review de Jorge Marchisio Nos llega desde Francia Dos son familia (Demain tout commence en su nombre original), un film que en apariencia y por su sinopsis parece un dramón de esos que la mayoría del público casual le escapa, pero ya al ver sus créditos iniciales nos encontramos que no todo es lágrima en este film. O al menos en gran parte de él. Dos son familia podría haberse quedado en una “comediucha” dramática del montón, pero el enorme trabajo que realiza Omar Sy al dar vida a Samuel, hace que nos interesemos por sus conflictos o sonriamos junto con él cuando algo le sale bien, dando un trabajo muy sólido. Pero quien de verdad merece los aplausos es la joven Gloria Colston como Gloria. Esta muchachita de rulos no solo logra caer simpática y no ser un lastre para la trama (algo que por desgracia suele suceder con los roles infantiles), sino que además termina siendo la contraparte perfecta para el verborrágico papel interpretado por Omar Sy, ya que lo vuelve mucho más creíble y no tan payasesco. El trabajo de ambos actores es acompañado por un buen guion, que va construyendo el final dramático poco a poco, dándonos pistas entre tanta risa y escena graciosa. Esto es todo un logro, ya que cuando llegamos al lado emotivo del film, nunca nos sentiremos traicionados por el guionista Eugenio Derbez, quien de a poco fue mostrando sus cartas sin que nos demos cuenta. Es una lástima que quizás el personaje antagonista de la película resulte bastante cliché (de hecho supongo que la mayoría de ustedes ya se habrán dado cuenta de quién es). Quizás ese sea el punto más flojo de la película. Dos son familia es una gran opción para ir al cine para aquellos que quieran alejarse de los blockbusters norteamericanos, y busquen una historia mucho más humana. También es ideal para que la vean parejas que están esperando a ser padres o ya lo son. Cuando la vean entenderán porque esto último.
El origen del mal Annabelle (2014), el spin-off de El conjuro (The Conjuring), no se acercó ni remotamente a lo que fue esta película de 2013 con personajes interesantes, una nueva mitología, terror del bueno y planos impresionantes. Toda la historia que se podía aprovechar de la muñeca Annabelle que tantos sustos nos había dado, alcanzaba solo para decir que era una película más del montón dentro de un género bastardeado. La noticia de una segunda entrega ya nos resultaba un poco molesto, pero no causó sorpresas dado los millones recaudados en cines. Finalmente Annabelle 2 llega a los cines de Argentina, y curiosamente resulta esa rareza de que una secuela supera en muchos aspectos a la original. El film tiene lugar antes de los eventos de la primera película de Annabelle y nos relata cómo la muñeca se convierte en ese oscuro ser. El elemento que da vida a la mitología maligna funciona muy bien, a lo que se le suman personajes atractivos para la historia. Charlotte (Stephanie Sigman) es una monja que le busca un hogar donde quedarse a un grupo de huérfanas. Afortunadamente (o no) un fabricante de muñecas se ofrece a darles asilo, luego que junto a su mujer perdieran a su propia hija en un accidente años antes. No pasará demasiado tiempo cuando cosas extrañas comiencen a suceder y una fuerza maliciosa se dirija a Janice (Talitha Bateman), una de las niñas y la más débil de todas, junto a su mejor amiga Linda (Lulu Wilson). Las dos pequeñas actrices llevan de forma excepcional sus roles y la química entre ambas hace que resulten creíbles en ellos. Sobre todo Janice, cuyo personaje sufre de polio, pero a la vez la realza mostrándonos que es sumamente inteligente y capaz. Las participaciones del creador de muñecas (Anthony LaPaglia) y su esposa (Miranda Otto) pasan bastantes desapercibidos en la historia, sobre todo porque prácticamente viven en las sombras de lo que significa su hija fallecida y la propia muñeca. Posiblemente hubiera sido mejor otorgarles mayor acción dentro del film, pero aun así no hay nada malo con sus actuaciones. En Annabelle: La creación podemos encontrarnos una historia que no juega a ser algo excepcional (incluso mucho de lo que sucede suena previsible) pero se plantea de formas inesperadas, que resulta en que la tensión vaya creciendo. Y los laureles se los lleva también la propia Annabelle, a quien supieron inculcarle lo mejor de El conjuro e incluso de La noche del demonio (Insidious, 2010). David F. Sandberg viene de dirigir Cuando las luces se apagan (Lights Out, 2016) y en esta ocasión plantea unas cuantas escenas que resultan frescas para el género de terror. Próximamente The Nun nos situará en 1952, en el monasterio de Cârţa en Rumania, donde una monja, un sacerdote y un noviciado investigan un secreto impío y se enfrentan a una fuerza malévola en forma de monja demoníaca. Y luego será el turno de The Crooked Man, el personaje que supo aparecer en la última entrega protagonizada por Patrick Wilson y Vera Farmiga como Ed y Lorraine Warren. Es así que Annabelle: La creación nos da muestras sobradas de que un spin-off es bien recibido cuando hay ideas atractivas y potencial para llevarlo adelante. Y que la saga de los Warren no termina en su conjuro.