La extraña dama A mediados de los ochenta ya existía una grieta: o eras de DC o eras de Marvel. Este último supo a lo largo de la historia llevar a sus personajes a ensamblarlos junto a las modas que iban surgiendo. En cambio DC siempre se mantuvo más constante y su evolución se vio a largo alcance, aportando una mirada más adulta a un mundo comercialmente dominado por los globos de colores de “la casa de las ideas”. Aunque no lo crean, esta fisura aún se mantiene en las adaptaciones cinematográficas que ambas editoriales encararon. Marvel ajusta sus cómics más recientes a la pantalla grande, mientras que DC se encarga de llevar sus historias de los ochenta. Y es de allí que uno se sienta a ver un film de Marvel y se retira de la sala con una carcajada. Las escenas se desarrollan de la forma chiste-acción-chiste-explosión-chiste, lo que a la larga nos termina dando esa sensación de placer culposo. Y con DC sucede todo lo contrario. Recordar la primera escena de Batman V. Superman para entender a qué me refiero. Y desde luego que a la distancia encontramos que esta película ha tenido fallas, pero definitivamente no es una película más para niños ni las que los adultos comiqueros están acostumbrados a ver en esta era. Y llegó finalmente Wonder Woman, con toda esa mochila tras su espalda cargada de tener que “salvar” a DC, ser lo suficientemente inteligente como para gustar pero sin tratar al público de idiota, demostrarle a todos que tetas más grandes no garantizan una mejor película y que chistes malos tras chistes malos ya es figurita repetida. Y el resultado es extraordinario. Comencemos por uno de los factores más interesantes de la película. Diana (Gal Gadot) es la princesa de las amazonas (una raza de guerreras pacificadoras que fueron creadas por Zeus) y siendo una niña escucha las historias que su madre Hipólita (Connie Nielsen) le cuenta acerca de Ares y su regreso algún día como el dios de la guerra. Su tía Antíope (Robin Wright), creída que realmente eso sucederá y deben estar preparados para un futuro conflicto, la entrena durante toda su vida. Años más tarde el piloto y espía Steve Trevor (Chris Pine) se estrella en la isla de Temiscira, un paraíso perdido que está oculto a los ojos de los hombres. Con él llega el enemigo y Diana descubrirá que más allá de su tierra existe una guerra que podría finalizar con todos los hombres. La princesa cree que Ares es el responsable de tal destrucción y emprende su viaje fuera de la isla junto a Steve, llevando consigo la espada Godkiller. El guion está a cargo de Geoff Johns, importante guionista de cómics, a quien se le nota la buena pluma para adaptar la esencia del personaje y generar los balances entre la acción y la emoción. Vemos en un principio la mitología que envuelve a la Princesa Diana para pasar luego a su intento de adaptación al nuevo mundo hundido en la guerra, con algún toque de humor que no desentona, donde le tocará vivir como lo hacen los hombres y llegar a entender si el culpable de la guerra es Ares o proviene de la naturaleza de los mortales. Por el lado de la dirección, el mayor logro de Patty Jenkins fue llevar al personaje creado por William Moulton Masrton hace más de 75 años al nivel de despreocuparse por lo que pueda suceder a futuro. Le consignó a esa mujer el poder necesario como para desarrollar su historia centrada justamente en ella misma. Podrán decir que los villanos (Elena Anaya como Doctora Veneno y Danny Houston como el militar alemán) no están tan bien desenvueltos, pero coincide con la consigna de que es una película sobre Wonder Woman, y la coloca a ella en el centro de todo. Entendió a la perfección el personaje y resaltó sus valores y habilidades. Respecto a Gal Gadot, qué decir más que ella es la Mujer Maravilla. Transmite fortaleza, carisma valentía, belleza, bondad. No podría hacerlo otra actriz. Al igual que cuando hace su aparición en Batman V Superman con el traje de heroína, en esta película cada aparición suya hace que la pantalla encandile. Y Chris Pine funciona correcto como el interés amoroso. La química entre ellos traspasa y es el puntapié para que esta princesa se acerque a los humanos. La fotografía es otro gran acierto de la película. Tenemos colores luminosos al inicio, donde los sucesos se presentan en el idílico mundo de Temiscira, esa isla en la que solo viven mujeres amazonas. Y luego pasamos a los matices más sombríos y oscuros, característicos de DC. Y el soundtrack también se compone de melodías aceptables, sin olvidar de la canción con la que ya recordaremos a Wonder Woman por siempre en el cine, a partir de su inserción en la banda de sonido del film anterior junto a Batman y a Superman. La Mujer Maravilla, al igual que DC en los cómics, se permitió dar de golpe un paso agigantado en materia de adaptaciones. El drama y la acción no logran superponerse en ningún momento y han sabido transmitirnos el cariño y respeto con el que llegaron a hacer esta película. Podremos encontrar algunos lugares comunes como el uso exagerado del CGI, pero en líneas generales la película es recibida con aplausos y victoriosa. Llevar a la pantalla grande una historia de este tipo interpretada por una mujer no hace más que hacernos dar cuenta que es necesario abrirle la puerta a otros personajes femeninos que esperan ser vistos.
El camino de los héroes Power Rangers regresó a la pantalla grande luego de tres películas anteriores, y es la primera que podríamos decir se trata de un reboot de la serie de TV del género Tokusatsu, basada en Super Sentai Series, una serie de televisión japonesa del mismo género. Su inicio data del año 1993 y este año la intención es romper la taquilla para asegurarse al menos cinco películas más. Un Power Ranger es un superhéroe que se transforma mediante el uso de la magia o la tecnología (incluso ambas a la vez) y se conecta a una fuente de poder conocida como la Morphin Grid o Red de Metamorfosis. Con su transformación adquiere un traje protector con un casco con visor oscuro que oculta por completo su rostro, y además de fuerza y resistencia sobrehumanas, adquiere acceso a diversas armas y al menos a un vehículo gigante de asalto denominado Zord. Con un muy buen guion de John Gatins y la dirección de Dean Israelite, el film otorga sus primeros minutos a conocer sobre todo a quien será el líder del grupo, Jason (Dacre Montgomery), nuestro Ranger Rojo. Luego iremos conociendo al resto emulando a El club de los cinco (The Breakfast Club), pero sobre todo con una interesante propuesta a la que se le otorga su tiempo necesario para desarrollarse. Cada uno deberá encontrarse a sí mismo antes de llegar a asumir sus poderes: Zack (Ludi Lin, el Ranger Negro), Kimberly (Naomi Scott, Ranger rosa), Trini (Becky G, Ranger amarilla) y RJ Cyler (Billy, Ranger azul) Luego la trama se desarrolla con soltura, sin encontrar baches en la narración, e incluso la química entre los protagonistas es destacable, otorgándole cada uno a su Ranger una personalidad bien diferente al resto. El trabajo de Bryan Cranston como Zordon es acorde y realmente ponerle la voz a un personaje no debe ser trabajo fácil. Es muy probable que además haya jugado la memoria de cuando en los inicios de su carrera trabajó poniéndole la voz a varios de los villanos de la serie televisiva. Posiblemente la parte menos cautivante esté del lado de Elizabeth Banks como Rita Repulsa. y por el mero hecho de que para este reinicio los Power Rangers merecían un villano con mayor contundencia. Además de que por momentos de la nota exagerada en su interpretación, posiblemente por la obligación de hacer notar su poder. Las escenas de pelea funcionan correctamente y la final es impecable en cuanto a su desarrollo (quienes somos fanáticos de la serie seguramente esperábamos mayor destrucción, pero aún así no saldrán decepcionados de la película). El soundtrack está muy bien, pero por momentos resulta entorpecer con la acción natural del film. Power Rangers es una fuerte apuesta de Saban y Lionsgate para reflotar la franquicia, y el resultado es mucho mejor que el que varios apocalípticamente anticipaban. Es un gran homenaje a esa serie que vimos y nos vio crecer y disfrutable de principio a fin. Y les recomiendo quedarse hasta el final de los créditos, porque tenemos un indicio de lo que veremos en la próxima película, porque hay Rangers para rato...
Belleza que no alcanza La Bella y la Bestia es una de esas películas que hace mucho tiempo estamos esperando ver luego de su anuncio, por todo lo que significa su paso de versión animada al live action que tanto Disney comenzó a impulsar hace unos años. Y lo que íbamos a ver estaba bastante claro: una copia en carne y hueso del clásico de 1991, esa historia considerada como uno de los mejores musicales y una de las películas más románticas que hayamos visto. Y lamento decir que no nos equivocamos: La Bella y la Bestia está calcada de su versión original. Canciones, escenarios, diálogos, secuencias y gestos iguales al film animado. Uno podría esperar tal vez menor imitación y más libertad creativa como ha tenido El libro de la selva (también de Disney), pero Bill Condon repite incluso los planos. Y pasar al live action nadie creería que no debe ser complicado, pero nos encontramos por ejemplo con una Bestia (Dan Stevens) con exceso de CGI, que funciona bien en algunas escenas, pero en sus movimientos no luce demasiado real. Se la ve mucho más artificial de lo que debería ser. Un buen maquillaje hubiera sido ideal para este personaje. Y vuelvo a mencionar a El libro de la selva, ganadora de un Oscar a los mejores efectos visuales, y cómo es posible que allí todos los animales lucen tan reales y no supieron buscarle la vuelta a esta Bestia. Un punto favorable de esta nueva película es el hecho de tener 40 minutos extras respecto a la animada. Esto sin dudas le permite darnos a conocer mayores detalles de los personajes secundarios, quienes en esta ocasión se transforman en los grandes valores que vemos en pantalla. Gastón (Luke Evans) es quien se roba el film: vanidoso, descerebrado, egocéntrico, logra dotar a su personaje de características que sobresalen de sobre el resto. Lo mismo sucede con su compañero LeFou (Josh Gad), quien le aporta el toque cómico a la película. Y el tema tan comentado acerca de su homosexualidad (que hoy en día no debería sorprendernos) se da de forma respetuosa, delicada e incluso tierna. Y dejé para lo último a Emma Watson y su Bella. No descreo que haya sido un desacierto su elección. Le aporta al personaje belleza (siendo redundante), carácter y viveza. Pero aún nos sigue costando despegarla de Hermione, quien la dio la popularidad. Estamos a unos cuantos personajes de Watson para dejar de verla de tal forma. La película es impecable en cuanto a producción, vestuario y técnica. En el número musical del festín para Bella vemos el gran despliegue visual que Disney sabe que nos gusta ver. Y el hecho de tener mayor presencia de canciones que en la película original, hace que verdaderamente estemos frente a un espectáculo musical. ¿En qué falla La Bella y la Bestia? No llega a emocionarnos, a hacernos parte de la historia. Ni siquiera en el gran evento cinematográfico que debería ser el baile entre los personajes principales. Se ven ellos muy acartonados, tratando de encantarnos. La comparación con la versión original es odiosa, pero esperábamos seguramente más de esta adaptación. Se nota la voluntad de encarar de forma más visual este clásico, pero se queda a medio camino y tanta belleza no nos llega al corazón.
Una noche, después del cierre de su consultorio, Jenny, una joven médica, escucha el timbre, pero no va a abrir. Al día siguiente, se entera por la policía de que han encontrado, no lejos de allí, a una joven muerta, sin identidad. Así es que una mezcla entre culpa y conciencia social, hacen que ella abandone sus planes de ingresar en una prestigiosa clínica privada y prefiera investigar qué sucedió con esa joven que encontraron. Jean-Pierre y Luc Dardenne, conocidos por contar historias acerca de temas universales, vuelven a hacer culto a la mujer y nos traen a Jenny, magistralmente interpretada por Adèle Haenel, quien hace un fantástico trabajo, convincente y cargado de naturalidad y realismo. En los suburbios de Liège, ciudad natal de los realizadores y elegida por ellos para filmar con frecuencia, se cuenta una historia donde se entremezclan elementos relativos a temas sociales, como la marginalidad y la inmigración junto a la culpa y la redención. Estos ingredientes puestos a favor de una intrigante novela policial, lo cual reside en la novedad para los Dardene. En La chica sin nombre seguimos a Jenny Davin, obsesionada en la búsqueda por encontrar respuestas, y quien toma la iniciativa de descubrir la identidad de la joven muerta luego de negarle el acceso a su consultorio. Esa culpa y conciencia social hacen que abandone sus planes de crecimiento profesional. Y si bien la temática acerca del actual clima político de la región sobre el miedo a la deportación de los inmigrantes ilegales es tratada, no se ahonda demasiado en ello, y muy por lo contrario, se toca de forma superficial, dando lugar mayor a la cuestión policíaca. El uso de cámara al hombro y acercándose a los personajes como persiguiéndolos, apenas música de fondo y planos naturales, son sello característico de los Dardenne, y por fortuna estos detalles técnicos logran compensar lo minimizado que resulta el guion en comparación a otros films de los directores. La chica sin nombre es un thriller pero no se olvida que también es un drama, y muy bien dirigido. El film no es esa investigación que emprende la protagonista, sino la culpa. Y a pesar de ser una película menor, merece la pena ser vista porque no deja de ser un film gigante entre tantos otros.
En construcción Esa película que tan gratamente nos sorprendió en el 2014 llamada La gran aventura Lego (The Lego Movie), encuentra este año una interesante sucesora. Y si bien en ese entonces ya se encontraba Batman entre los personajes, en esta oportunidad es el protagonista indiscutido. Lego Batman es una sátira acerca de Gotham City, donde vemos la realidad y psicología de ese superhéroe creado por Bob Kane y Bill Finger, quien en su lucha contra el crimen y la búsqueda incansable de la justicia, no deja de ser un hombre solitario, amargado y muchas veces insoportable. El Joker quiere el protagonismo absoluto y le exige a Batman que lo considere su peor villano y lo que significa para él. Pero para el encapotado el villano es uno más, no tiene nada de especial, y es allí cuando inicia el conflicto. Pero el caballero oscuro no está solo en esta encrucijada, sino que lo acompañan un montón de personajes que le otorgan dinamismo a la trama. El espectador va a encontrarse desde personajes del universo DC hasta de otros universos inimaginables. El film tiene claro a qué público se dirige, pero si bien es recomendable para niños, los grandes también podemos disfrutarla de principio a fin (existen todo el tiempo homenajes a las distintas versiones de Batman). Y si fuera poco con la continua acción que no se detiene, la banda sonora va por el mismo camino, arrancando risas a cada momento. Quienes puedan recomiendo vean la versión original subtitulada, con las voces de grandes actores como Will Arnett (Batman), Ralph Fiennes (Alfred), Michael Cera (Robin), Rosario Dawson (Batgirl), Zack Galifianakis (Joker) y la cantante Mariah Carey (la alcaldesa de Gotham). Lego Batman no es tan solo una película sobre gags detrás de gags. También se da el tiempo para dejar mensajes positivos como la aceptación de uno mismo, el trabajo en equipo y la importancia de la familia. Todo resuelto con un humor cínico, sin tomarse en serio a los personajes e impidiendo que el drama empañe la hora y media de esta genial película.
Entre la realidad y la ficción Neruda es la película elegida este año para la apertura del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, y sin dudas es una acertadísima decisión. No solo es de lo mejor del trabajo realizado hasta el momento por Pablo Larraín, sino que posiblemente sea una síntesis de todo aquello que se pueda llegar a ver en esta nueva edición del festival. Su director supo con Neruda reinventar el significado de la biopic. No deja de ser un film convencional pero con un costado repleto de subjetividades, dando lugar a una obra que circula entre la ficción y la realidad continuamente. Fascinantemente se construye al Neruda poeta enorme y brillante envuelto en los acontecimientos políticos. La película toma como punto de partida la persecución que sufrió luego que en 1948 el presidente chileno, González Videla, traicionara sus raíces progresistas prohibiendo el Partido Comunista, del que Neruda era miembro y al que representaba en calidad de senador, y de que se ordenara su detención. El hombre que había ejercido de embajador de Chile en todo el mundo se ve obligado a esconderse de su gente, primero moviéndose de un lugar a otro dentro del país y luego saliendo de él a caballo hacia Argentina, y de ahí a Francia. El escritor (interpretado por Luis Gnecco) durante sus días de clandestinidad (más allá de las licencias que se toma para salir de su total encierro) es perseguido por un detective (Gael García Bernal) que lo persigue con la intención de encarcelarlo y desacreditarlo frente al pueblo. Se da un juego de gato y ratón, donde siempre está a punto de alcanzarlo y no lo logra. A medida que avanza la historia, vamos viendo a partir de la voz del detective que estamos frente a una trama de ficción, donde por momentos Neruda deja de ser el absoluto protagonista. La mujer de Pablo, Delia (una magnífica Mercedes Morán) es quien le sigue sus pasos y posiblemente sea la única persona capaz de controlarlo. Es quien ejerce la fuerza sobre él. Neruda funciona como un reloj donde cada pieza encaja a la perfección. Larraín supo construir un relato híbrido donde se humaniza al poeta y muy probablemente algo pertenezca al orden de la ficción, aunque nunca logremos dilucidar.
En ausencia de ti Inspirada en un libro de fotos y poesías llamado "Pozo de Aire", de Guadalupe Gaona, La idea de un lago se comporta como la película acerca del nacimiento de dicho libro, el cual para Inés (Carla Crespo) funciona como una forma de acercarse a su padre, y también a su madre, quien nunca superó su desaparición. Milagros Mumenthaler, su directora, nos presenta al film con un presente intentando todo el tiempo prolongar el pasado, no solo a partir de los movimientos que espacialmente y temporalmente nos relatan la historia, sino por ejemplo al encontrarnos con la decisión de Inés (quien también lleva a su hermano) de aportar los datos genéticos para que pueda ser esclarecido su pasado. La vemos a Inés de chica en la cabaña junto a su familia y sin su padre, de mucho más pequeña compartiendo un momento junto a él, en flashbacks como alucinados de Inés haciendo una coreografía en el lago junto a un Renault 4 verde... La vemos a Inés en todas esas situaciones y también en el presente, indecisa respecto a la relación con el padre de su hijo. Impecables las actuaciones de Rosario Bléfari como la madre y la joven Malena Moirón como Inés de pequeña. La idea de un lago no es una película que puedan disfrutar todos, justamente por el juego onírico que lleva adelante. Pero sin dudas es una película poética que funciona de principio a fin como tal con una fuerte idea sobre la identidad, las ausencias y la memoria, las cuales en definitiva son las que nos marcan como personas.
Unas mentes brillantes Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson fueron tres matemáticas, ingenieras y astrofísicas afroamericanas que trabajaron en el Langley Research Center de la NASA y fueron esenciales para el éxito del Programa Mercury (1961-1963), con el que Estados Unidos pretendía poner al astronauta John Glenn en órbita alrededor del globo, en el contexto de la carrera espacial de la Guerra Fría. Claves en la carrera espacial de los años 60, nunca ocuparon un lugar destacado en la historia nada más que por ser negras. Talentos ocultos (Hidden Figures) está basada en el libro homónimo de Margot Lee Shetterly y es el tercer largometraje como director de Theodore Melfi (luego de Winding Roads y St. Vincent), quien también hizo la adaptación de esta historia que muestra lo absurdo y cruel de la segregación racial. El film sigue a Katherine Johnson (Taraji P. Henson) desde su infancia, cuando ya daba muestras de una gran capacidad para las matemáticas. Con el apoyo de sus padres y maestros superó los obstáculos que su condición de mujer y además de raza negra le imponían y pasó a la historia por ser la primera en romper esas barreras. Ya de adulta conoce a Dorothy Vaughan (Octavia Spencer), una ingeniera espacial encargada de un grupo de matemáticas; y a Mary Jackson (Janelle Monáe), graduada en Matemáticas y Ciencias Físicas. Theodore Melfi equilibra el drama y la comedia, presentándonos a tres mujeres cordiales e insistentes, quienes hacen frente a la marginación y el rechazo. Se da lugar para explorar las condiciones de amigas, madres y esposas junto a sus talentos para las ciencias exactas. El reparto es de excelencia. No solo porque cada uno encara su papel de forma determinante, sino porque la química entre ellos es notoria, incluyendo a Kevin Costner y Mahershala Ali, quienes ofician de secundarios. La apuesta visual y ambientación de la época deslumbran, y si bien puede pecar de tomar la temática muy por arriba, es una película ligera que no abusa en golpes bajos. Es de ese tipo de films que nos inspiran en la vida y uno termina de verlo con una sonrisa. Estas tres mujeres afroamericanas, que integran dos de los grupos humanos más históricamente discriminados, tienen con Talentos ocultos su merecido reconocimiento a través del cine, con una trama sencilla que da gusto de ver.
Mirada sobre la maduración Escrita y dirigida por Barry Jenkins, Moonlight está basada en la obra teatral autobiográfica "In Moonlight Black Boys Look Blue", de Tarell Alvin McCraney y cuenta la vida de un pequeño niño afroamericano en las afueras de Miami. En esta película nos encontramos con una construcción de personajes que parece el cine haberse olvidado hace un buen tiempo. Es sutil, paciente. No se toma prisa para transmitir esas angustias que sufre el personaje. Como en la película de Richard Linklater, cuenta el crecimiento de un joven desde la infancia hasta la madurez. Pero las similitudes llegan hasta ahí, porque Moonlight es un drama lírico sobre el reconocimiento de la homosexualidad en un entorno por demás conflictivo. El film se divide en tres capítulos: “Little”, #Chiron” y “Black”. El primero y el último son apodos y el del medio es el nombre del niño, a quienes pocos lo llaman de esa forma y es quien le da su identidad. Chiron vive en un mundo propio contaminado por el bulling de sus compañeros en la escuela y su madre drogadicta. Las imágenes fuertes y llenas de crudeza no se hacen esperar para introducirnos en la historia. Alex Hibbert es quien personifica de forma magistral a este niño, inocente, encerrado en su propia cabeza sin saber mucho hacia dónde ir. Ashton Sanders es Chiron en su adolescencia, quien transita por los cambios hormonales y comienza la búsqueda de su sexualidad. Y por último tenemos a Trevante Rhodes, quien pasados los treinta años ya tiene claras sus definiciones. Entre los personajes secundarios que mejor saben llevar sus roles no se puede dejar de mencionar a los femeninos, donde encontramos a Janelle Monáe como Teresa y Naomie Harris como Paula, su madre. Moonlight es una película pequeña que escapa a los estereotipos que vemos usualmente en pantalla. Es un drama duro en donde la cámara mira continuamente al personaje sin desprenderse de él, y sufre junto a él en los momentos en los cuales Chiron soporta las situaciones más terribles y sin desesperar pone la otra mejilla. Son esos momentos donde es notoria la sensibilidad del director, quien curiosamente creció a 100 metros de lugar donde transcurre su película, y vivió en carne propia mucho de lo que vemos en ella. Será por eso que nunca cae en los golpes bajos y respeta a sus personajes. Moonlight es una de las gratas sorpresas del año. Un retrato intimista de una vida que no tiene nada de extraordinario pero nos enseña la importancia de la niñez para formar nuestra adolescencia y adultez.
El hombre y la moral No hace falta decir que Ben Affleck es uno de los mejores de su generación. Con los años ha sabido elegir en qué proyectos embarcarse y sobre todo de cuáles hacerse cargo como realizador Con cuatro largometrajes en su carrera como director, Vivir de noche es su film menos logrado (la vara quedó muy alta con Argo), pero no quita que no prestemos atención. La historia se centra en la década de los años 20, en plena Ley Seca. Joe Coughlin (Ben Affleck), hijo de un eminente capitán de la policía de la ciudad, es un ex-soldado que aún sufre las consecuencias de su participación en la Primera Guerra Mundial. En plena era de la Prohibición, Coughin decide no seguir precisamente los pasos de su padre y se une al crimen organizado, para convertirse en un contrabandista que trafica con alcohol. De a poco su ascendente carrera en el mundo de la mafia lo convierte en un importante gangster de la Costa del Golfo. En su camino se cruzará una mujer, Emma Gould (Sienna Miller), que cambiará para siempre su vida. Pero todo peligrará cuando la ambición ponga en riesgo a su familia y a su propia reputación. Affleck protagoniza, dirige, produce y escribe la película, la cual resulta muy sólida al contar con un guion difícil y pretensioso, con personajes que entran y salen todo el tiempo. El elenco es notable y cada uno se ensambla en la historia de manera ejemplar. Brendan Gleeson tiene una destacada participación hacia el comienzo en una breve aparición y es Chris Cooper quien despliega todos sus dotes actorales hacia el final. El vestuario, la música, las ambientaciones son impecables. Y no faltan escenas de acción muy bien logradas: van a encontrarse con una persecución que factiblemente sea una de las mejores filmadas al momento. Posiblemente la historia sufre algunos embates hacia la segunda parte, donde surgen varios conflictos y no se tiene demasiado en claro hacia dónde va la película. Si continuar con el conflicto del tráfico o centrarse en analizar a ese hombre que está en busca de ser perdonado. Y es notorio que algunas situaciones no llegan a resolverse. Aun así, Vivir de noche es una película que cuenta acerca de personajes, los hace sentir y contar sus problemas. No van a encontrarse con una historia prefabricada, donde tres tiros son el único motivo para pasar dos horas frente a la pantalla.