Una familia negadora Alexander y un día terrible, horrible, malo ¡muy malo! : Una familia negadoraAlexander es un niño de 11 años que no está pasando por el mejor momento de su infancia; falto de popularidad, objeto de burlas por parte de los compañeros, incomprensión de los adultos (maestros y padres), etc. Sus padres, de actitud positiva hasta el desquicio, y sus hermanos, dos trogloditas insensibles y autocentrados, constantemente minimizan -e incluso ignoran- los problemas de Alex, como también los problemas propios. El día de su cumpleaños Alex se anoticia de que un compañero fastidioso y competidor adelantará su fiesta de cumpleaños para el mismo día en que Alex organiza la suya, logrando que ni siquiera sus mejores amigos lo apoyen. En el medio de esa desazón, y enfrentando la incomprensión familiar, a las 0:00, festejándose en soledad pide un deseo: que su familia tenga el peor día posible, para que finalmente entienda lo que es estar en sus zapatos. El deseo se le concede y el día comienza de la peor manera posible, estropeando todos y cada uno de los acontecimientos relevantes de los miembros de la familia. La estrategia del paroxismo de una situación o un conjunto de situaciones que comienzan a desmoronarse inexorable y estrepitosamente, con niveles cada vez más elevados de grandilocuencia, constituye una de las fórmulas más antiguas -y probablemente de mayor eficacia- de la estructura cómica. Un caso notable y de excelente factura dentro de esta lógica lo constituye Hogar dulce hogar (The Money Pit), aquel film de Tom Hanks y Shelley Long en donde compran una casa enorme y vieja a un precio irrisorio, para terminar descubriendo que han sido cruelmente engañados con el estado de la casa, y cuya obra de refacción terminará siendo el infierno mismo. El problema del film que nos ocupa presenta el principal defecto de una trama en extremo forzada y con pocos o ningún elemento adicional; las situaciones paroxísticas tampoco son demasiado efectivas, ni mantienen un ritmo de crecimiento orgánico. A esto se suma el defecto increíble de que la película comienza con el develamiento del punto de culminación del clímax en la primera escena (el resto de la película es un flashback); esta información destruye por completo el efecto paroxístico, pues es como presentar el remate del gag antes que el pie, y luego presentar nuevamente el pie junto al remate. Cuando se realiza esta fórmula de repetición se supone que el desenlace agrega algún tipo de información extra que resignifica o contradice la información presentada en el principio. Aquí eso no sólo no ocurre, sino que la repetición ni siquiera es un desenlace legítimo, pues la conclusión de la historia ha ocurrido unos minutos antes, a la salida del restaurant japonés. Lo que hace de este último momento una coda, más que una conclusión. Un problema extra lo constituye que el núcleo del desenlace es una concatenación abusiva del Deus ex machina (finales resueltos mágicamente y de modo casi inexplicables): los desastres se hacen virtud sin motivo real aparente. La fiesta de Alex resulta un éxito, no porque sea finalmente querido y apoyado por su núcleo afectivo de amigos, sino porque el compañero fastidioso se enferma, y no habiendo mejor cosa que hacer, irán todos a su fiesta. El error de la edición del cuento infantil que prometía dejar en la calle a la madre (o al menos dejarla sin el ascenso prometido) inexplicablemente es razón de éxito y motivo de ascenso; las increíbles e irresponsables acciones que el padre realiza en sus entrevistas de trabajo, que parecían haber echado a perder toda oportunidad, lo llevan a conseguir efectivamente el puesto. Claro, el problema se intensifica, además, porque nada de esto es sorpresivo; el espectador ya ha visto en la mitad de la película que en la primera entrevista que el padre ha tenido con los empleadores lo que parece un desastre es motivo de una 2a reunión. El único aspecto interesante del film (desde una interpretación adulta) es que el aparente éxito de los padres y de Alex es en verdad una negación de sus realidades afectivas, laborales y profesionales: el ascenso exitoso de la madre supondrá (como de hecho se menciona) una casi ausencia para su familia, y una especie de servidumbre a la empresa; mientras que la oportunidad del padre de Alex consiste en pasar de ser un prestigioso ingeniero espacial, con doctorados en física, etc. a obtener un puesto de diseñador de videojuegos para un grupo de jóvenes de veinte años. Este desenlace amargamente feliz me recuerda (sólo por el cinismo explícito) al desenlace del clásico Qué bello es vivir (de Frank Capra), cuyo final feliz oculta debajo de la superficie el amargo desenlace de un personaje cuyos sueños son destruidos por comp?eto. En este sentido es interesante cómo históricamente el género cómico sirve para vehiculizar temáticas (desocupación, explotación laboral de género, bulling, etc.) que fuera del contexto de la comedia podrían resultar incómodos o problemáticos.
Disney sigue tratando de fortalecer su presencia en las comedias familiares y cada tanto intenta alguna idea un poco más arriesgada a las que nos tiene acostumbrados, aunque, respetando la premisa de proponer un humor blando y políticamente correcto. Este es el caso de "Alexander and the Terrible Horrible No Good Very Bad Day", libre adaptación de un libro popular infantil en los 70' de Judith Viorst, dirigida por el inquieto Miguel Arteta, que viene de algunos aciertos como director ("Youth in revolt" me pareció interesante) aunque nada que descolle demasiado. La premisa es aquí, un lugar conocido: un chico frustrado por su suerte, desea un cambio para que los demás sepan de la dificultad diaria que enfrenta a sus 12 años y gracias a un artilugio mágico logra transformar su deseo en una cruda y divertida realidad. Ya se ha visto en varios films esta veta: anhelar desde la infancia algo con desesperación, que una vez que se vuelve concreto, se desborda y genera situaciones ocurrentes (y aquí hay de todo, piensen desde "13 going on 30" hasta "Freaky Friday", de la misma compañía). Alexander (Ed Oxenbould) es un chico al que las cosas le van mal. No es popular, su estrella está opacada en la familia ya que el resto vive situaciones que rozan la perfección: su hermano sale con chica más linda del colegio, su hermana debuta como actriz en una obra escolar haciendo de Peter Pan, sus padres tienen nuevas oportunidades laborales para mejorar su situación actual. A él no le pasan cosas buenas, sus amigos lo dejan de lado, es objeto de burlas por internet, nadie quiere ir a su fiesta de cumpleaños... Así es que cuando llegan las 12, y va a cumplir justamente esa edad, desea que su núcleo experimente conocer, en carne propia, lo que es tener un día realmente malo, con todas las letras. Lo que sucederá inevitablemente es que papá (Steve Carell), mamá (Jennifer Garner) y los adolescentes del grupo (Dylan Minnette y Kerris Dorsey) la van a pasar mal de principio a fin, en un día plagado de malas decisiones donde la suerte nunca jugará, hasta el cierre, a favor de la familia. La premisa invita al desastre, a arriesgar ir al límite en cada situación, pero como es una comedia producida por Disney, eso no sucede. Hay una sucesión de eventos simpáticos pero que no logran encadenar un cuadro de situación extrema, incluso cuando promedia la tarde y ya todos saben que es lo que sucede. Esa necesidad del guión de reforzar la unidad familiar a cada momento, le juega en contra al ritmo del film. Al parecer, el refuerzo de los valores positivos que hace a cada paso del camino, termina por detener el clima de locura y lleva a "Alexander y un día terrible, horrible, malo ¡muy malo!" a transitar caminos sin sorpresa, bien realizados pero sin chispa. Carell y Garner hacen lo suyo con solvencia, el resto del elenco no puede salir de su ritmo cuasi televisivo (y si...) y así nos encuentra el final del día con la esperable resolución de todo lo malo, en algo increíblemente bueno... Pero eso, ya lo sabían no? Resumiendo: esperable, discreta y muy correcta, puede que sea una opción para el público familiar en una cartelera ávida de estos lanzamiento. Pero no más que eso.
Hubo un tiempo en el que los estudios Disney producían un sinfín de películas destinadas al consumo familiar sin otra intención más que hacer pasar el rato a todos los integrantes del grupo sin importar las edades. En los últimos años el viraje a producir filmes basados en héroes para alimentar los consumos de los youngadults como así también el hecho de crear franquicias basadas en populares programas infantiles habían dejado un hueco en la producción fílmica familiar. Es Miguel Arteta el encargado de retomar la tradición con "Alexander y un día terrible, horrible, malo... muy malo" (USA, 2014), adaptación del clásico infantil del mismo nombre de Judith Viorst, una comedia en la que el joven del título (Ed Oxenbould) descarga un hechizo hacia su familia con la que intentara demostrarles que su corta vida ha sido una sucesión de días catastróficos con situaciones ajenas a su posibilidad de controlarlas. Alexander está a punto de cumplir 12 años y no solo quiere cambiar su suerte sino que desea poder revertir una serie de desgracias que solo le afirman que su lugar en la familia (el anteúltimo hijo) es casi invisible. Su padre (Steve Carrel), un ser positivo y feliz, a pesar de estar sin trabajo hace meses y hacer de "PAMA" (padre madre) lo incentiva a que continúe con los planes de festejo pese a que un compañero del colegio haga el mismo día su fiesta de cumpleaños. Su madre (Jennifer Garner) trabaja en una editorial bajo la mirada obsesiva de su déspota jefa (Megan Mullally)y sus hermanos (Kerris Dorsey y Dylan Minnete) intentan por sobresalir en la secundaria gracias a sus “talentos”. Todos luchan por compartir algunos momentos juntos dentro de la imposible vorágine de la rutina diaria y cuando Alexander vuelca involuntariamente el "hechizo" sobre todos la película deja al protagonista a un lado para enfocarse en los "problemas" que cada miembro de la familia tendrá. Con una estructura simple y una idea vista en otras oportunidades Arteta se apoya principalmente en las actuaciones del elenco, encabezado por Carrel, y la profusión de gags y situaciones extremas que no hacen más que reforzar el título del filme. "Alexander y..." posee una línea argumental sólida y una estructura estereotipada que posibilita una identificación inmediata con lo que plantea. Entretenida comedia que además plantea un nuevo modelo parental para Disney en la presentación de un núcleo liderado por una mujer profesional y un padre amo de casa y además actualiza el clásico libro con la utilización de celulares y redes sociales para dinamizar la acción.. Algunas licencias también hacen que Arteta escape de la impoluta tradición de comedias familiares blancas y hasta llega a mostrar a una joven "borracha" de jarabe para la tos. Entretenida. Explosiva. "Alexander..." es un filme familiar que busca su identidad dentro de la familia Disney.
La película con título kilométrico, basada en el exitoso libro homónimo infantil publicado en 1972, escrito por Judith Viorst e ilustrado por Ray Cruz, tiene el mérito de narrar una historia tan cotidiana como reconocible desde el punto de vista de un niño de once años. Alexander (Ed Oxenbould), comienza el día con el pie izquiero y todo lo inimaginable se convierte en una verdadera pesadilla, pero pronto descubirá que los integrantes de su familia, su padre (Steve Carell), su madre (Jennifer Garner), su hermano (Dylan Minnette) y su hermana (Kerris Dorsey) también se verán envueltos en el peor día de sus vidas. Dirigida por el ganador de un premio Independent Spirit, Miguel Arteta (The Good Girl, Cedar Rapids, Youth in Revolt) sobre un guión de Rob Lieber, esta comedia familiar está impulsada por un clima de locura generalizada que no está lejos de cualquier mortal que tenga la responsabilidad de un hogar y afronte la crianza de cuatro hijos de muy distintas edades. En ese sentido, desfilan por el relato un padre desocupado que tiene una esperada entrevista laboral; una madre -la verdadera proveedora de la casa- que corre para llegar a tiempo con la impresión de un libro infantil y cuya labor está en riesgo; un chico adolescente frente al romance obligado del colegio y una hermana "afinada" con deseos de convertirse en la estrella de un musical. Todo esto y más forma parte de esta recomendable propuesta que se mantiene por el ritmo imparable, la efectividad de los gags y las buenas actuaciones de Steve Carell (un hombre experimentado en el género) y de Jennifer Garner.
Liviana comedia familiar Atrasa un poco con la acumulación continua de gags y la ausencia de sorpresas. Sin embargo la simpatía de los personajes, la actuación de Steve Carrell y el equipo de buenos actores salvan la historia. El filme cuenta la historia de Alexander, un chico de once años al que un día le empieza a salir todo mal. Como ya se levantó con un chicle pegado en el pelo, se lastimó con su patín y antes que vinieran inconvenientes mayores, su familia se burló de tanta desgracia, Alex pide un deseo esa madrugada, cuando se inicia su cumpleaños. Y el pedido es que su familia también tenga problemas para que reconsidere su situación. Y el deseo de Alex se cumple. Su hermano mayor tendrá un accidentado examen de conductor, su madre debe enfrentar problemas laborales y hasta su padre, que perdió el empleo ira a una ansiada entrevista de trabajo acompañado por el bebé de la familia, por no tener con quien dejarlo. Y los contratiempos no acaban. Película para toda la familia con la clásica pareja de padres ideales, cuatro hijos con todos las virtudes y defectos de chicos de esa edad, la historia se desarrolla dentro de una línea tradicional, con pocas sorpresas y acumulación de obstáculos que de una manera u otra se solucionan. AUSENCIA DE SORPRESAS El filme basado en un best seller de Judith Viorst, escrito hace cuarenta años, incorpora elementos actuales como el acoso escolar, la desocupación (padre desempleado), la diversificación de papeles (la mamá trabaja, el padre cuida al bebé) y el cambio del mercado laboral que abarca no solo los contenidos, sino las modalidades de entrevista y la condición de los empleadores (el posible empleo es una empresa de videojuegos, manejada por muchachos de veinticinco a treinta años desestructurados y capaces de no asombrarse de un postulante que llega a la cita laboral con increíble atuendo y bebé incluído). A pesar de las actualizaciones temáticas, formalmente la película de Rob Lieber atrasa un poco con la acumulación continua de gags, la anticipación del final y la ausencia de sorpresas. Sin embargo la simpatía de los personajes, la actuación de Steve Carrell (para los que gustan de él) y el equipo de buenos actores salvan una historia que sólo se propone divertir.
Una comedia apta para el consumo familiar Una familia muy normal viviendo (padeciendo) situaciones decididamente anormales. Así podría definirse a esta comedia de enredos producida por Disney que propone tantas desventuras, accidentes, infortunios y catástrofes que en la comparación dejan a Un día de furia, Después de hora o Mi pobre angelito como películas minimalistas. Mamá hiperocupada en una editorial de libros infantiles (Jennifer Garner), papá ingeniero desocupado desde hace meses (Steve Carell) y cuatro hijos que van desde la adolescencia hasta un bebé. Si bien el protagonista es el Alexander del título (Ed Oxenbould), un típico perdedor que en el accidentado día en el que transcurre el relato cumple 12 años, la narración está lo suficientemente diversificada como para poder seguir las historias de cada uno de ellos (y de todos juntos). Mientras la madre intenta resolver un inconveniente que puede costarle la carrera, el padre trata de conseguir un puesto de diseñador de videojuegos en una empresa manejada por unos jóvenes nerds, la hermana (Kerris Dorsey) afronta el desafío de interpretar una comedia musical y el hermano mayor (Dylan Minnette) se prepara para dar el examen de manejo y asistir a un muy formal baile con su bella y tiránica novia (Bella Thorne), Alexander padece el bullying de sus compañeros de escuela y sufre porque -en simultáneo con la suya- el chico más popular del colegio hará una fiesta mucho más cool y a la que seguramente irán todos (¡incluido su mejor amigo!). La película apuesta al efecto de acumulación (todo lo que puede salir mal resulta peor), siempre con ritmo frenético, y lo hace con bastante suceso. No todas las situaciones son igualmente graciosas e inspiradas, pero hay una razonable proporción de gags físicos, verbales y hasta escatológicos que funcionan y lo convierten en un producto apto para el consumo familiar con suficientes atractivos para públicos de diferentes edades (no para los más chicos). El director de origen portorriqueño Miguel Arteta narra con buen pulso (y con el "manual Disney" en la mano), pero al mismo tiempo sin ningún destello autoral. Una curiosa elección, ya que se trata de un realizador que viene del cine independiente con una interesante carrera que incluye títulos como Star Maps, Chuck & Buck, La chica de mis sueños y Alocada convención.
El mal día del Alexander de Viorst se disfruta en cine El cuento original de Judith Viorst es muy sencillo. El pequeño Alexander despierta con el pelo pegoteado de chicle (culpa suya, por dormirse mascando) y sigue de mal en peor. Mufado, piensa irse hasta Australia, pero la mamá le explica que también allí la gente tiene días malos, así que al mal tiempo buena cara. Siguiendo esa anécdota se han hecho varios cortos, incluso hay uno del argentino Alejandro Chomski, de cuando estudiaba en el American Film Institute. Pero estirar eso a un largo sonaba peligroso. Podía ocurrir que las pequeñas molestias infantiles se convirtieran en hiperbólicos accidentes con preponderancia de efectos especiales, desnaturalizando el valor del cuento. Por suerte entre los productores está la Jim Henson Company, que todavía es bastante garantía en asunto de historias para niños, incluso más que la Disney, de modo que la conversión a largometraje termina obrando en beneficio de todos. Surgen unas cuantas libertades, por supuesto. Ahora el día horrible, etc. se duplica y afecta a cada uno de los miembros de la familia de Alexander: su fiesta de cumpleaños al borde del fracaso, el padre en busca de empleo, la madre jugándose un ascenso, el hermano a punto de sacar su licencia y llevar al baile a una novia pretenciosa, la hermana a punto de protagonizar una obra escolar, el bebé sin su chupete preferido. Y al final de una serie de peripecias que ponen a prueba hasta el concepto de familia, es el propio niño quien brinda la debida moraleja a su familia, como una expresión de madurez propia de un niño que cumple años. Y, como esto es una película, todo conduce a un final feliz y pum para arriba. Unico fastidio, para nosotros, el inútil doblaje. ¿Será que los niños de ahora leen los subtítulos más despacio de lo que leían sus abuelos? ¿Quién dijo, entonces, que ahora vienen más inteligentes? A propósito de abuelos: hay un cameo de Dick Van Dyke, hecho una arruga colorada. También, una alusión a "El señor de las moscas" (que no es precisamente un libro infantil), y una ironía sobre las madres americanas que vigilan extremadamente los modales y el lenguaje. En sus obras para niños Viorst supo eludir esa vigilancia. Más aún cuando escribió para grandes sus best sellers "Pérdidas necesarias" y "El precio de la vida", y cuando en 1968 firmó un famoso manifiesto contra la Guerra de Vietnam. Para muchos, ésos fueron días todavía más terribles.
Comedia con moralina y poco brillo Un niño arranca una jornada desoladora mientras sus padres viven una rutina sin padecimientos y sin enterarse del malestar del pequeño. En su cumpleaños número 12 Alexander pedirá un deseo que modificará la vida familiar. Un famoso cuento infantil es la inspiración para Alexander y un día terrible, horrible, malo... ¡Muy malo! Ya se había adaptado en 1988, una versión más larga en 1990 –animada y musical– y hasta el argentino Alejandro Chomski hizo un cortometraje con actores en 1997 basado en el texto de Judith Viorst. Ahora ha llegado el turno de la producción de Hollywood mainstream, con elenco importante y presupuesto importante. No está Disney lejos de las ideas del film y no es la primera vez que una de sus comedias familiares toca esta clase de situaciones absurdas. Como en el cuento, Alexander arranca su día con el chicle pegado en el pelo y de ahí en más continúa hasta convertirse en el peor día de su vida. En paralelo, su familia parece vivir una vida perfecta, sin problemas, llena de triunfos. Entonces Alexander, en su cumpleaños 12, desea que su familia, algo indiferente a su sufrimiento, pase por la misma experiencia terrible, horrible y mala que él ha experimentado. El elemento mágico, tan caro al cine familiar de Disney, dispara el nudo de comedia y diversión, como ocurría, por ejemplo, en las dos versiones de Un viernes de locos (Freaky Friday), uno de los grandes clásicos producidos por el estudio. Así es que el padre (Steve Carell), la madre (Jennifer Garner) y el resto de la familia sufrirán todo tipo de calamidades. Steve Carell, extraordinario comediante, sólo consigue desplegar una parte de su talento para la comedia absurda. Si pensamos en su fantástico papel en las películas de Anchorman, acá queda algo opacado, obligado a cumplir con la comedia familiar, como le ocurrió en su momento a Steve Martin, Jim Carrey o Adam Sandler. Aun así, no son pocos los momentos graciosos y aun dentro de la rutina la película consigue, en algún momento, tomar un buen ritmo, sobre todo cuando todo parece entrar en un caso sin remedio. En algún momento, claro, sólo en algún momento. Pero Alexander y un día terrible, horrible, malo... ¡Muy malo! tiene otro objetivo y ese otro objetivo finalmente aflora. Es inevitable que la película busque y encuentre su camino hacia el orden y la bajada de línea. La lección final que en los libros infantiles puede funcionar, en el cine detiene todas las acciones y afecta el ritmo general de la película. No se pretende que una comedia infantil no tenga un final tranquilizador, pero la verdad es que en este caso eso termina de arrebatarle a la película eso que parecía elevarla aunque fuera un poco de las limitaciones de esta clase de cine.
¿Quién no ha tenido un mal día? Más allá de la exageración innecesaria de su insistente título, que sólo escribiremos una vez y por obligación, Alexander y un día terrible, horrible, malo...¡Muy malo! sale bien parada de la mayoría de sus desafíos. Dentro y fuera. La película que Miguel Arteta dirige en este nuevo estreno de Disney cuenta dos días en la vida de Alexander (Ed Oxenbould), la víspera y el día de su cumpleaños número 12, marcados por una mala racha, una sucesión de pequeñas grandes desgracias que por momentos parecen contextuales en este argumento de tono familiar. Si nos reímos más o menos, no debería importar. Sí, en cambio, esta posibilidad de desdramatizar con humor un tema complejo, el sufrimiento de Alexander por una supuesta y circunstancial impopularidad. Y la reacción de los Cooper, su familia, frente a ese día malo, que pronto les volverá a ellos como un boomerang. Más allá de los gags, el vértigo y las exageraciones propias de este tipo de películas, el filme de Arteta ofrece un punto de vista interesante, superador por momentos del mero entretenimiento. Se apoya en la mirada de un chico, Alexander, que resulta ser el tipo más maduro de la familia. Y que por supuesto tiene un hermano mayor que lo ningunea, uno menor que se lleva toda la atención y una hermana que está en la suya. Sus padres (buenas actuaciones de Steve Carell y Jennifer Garner) hacen malabares entre la atención de sus hijos y la tortuosa vida laboral. Nada que el espectador no sepa. Pero el tema quizá sea la edad de Alexander, la preadolescencia, cuando los golpes duelen, donde una sucesión de “días malos”, para él o para su familia, puede moldear personalidades. El dilema es cómo superarlos sin sufrir, porque ya sabemos, más adelante, la impopularidad, las marcas de los piolas del grado suelen revertirse. ¿A dónde van a parar los vivos de la secundaria en su vida laboral? Pero ese es otro tema. Si la película desdramatiza no vamos a imponerle otro tono desde estas líneas. Es una comedia, entretenimiento apuntado a la familia, con chistes viejos y otros mejores, y con sublecturas de manual familiar contra las malas rachas.
MIGUEL ARTETA, dirige este muy divertido filme familiar, en la línea de MI POBRE ANGELITO, en el que cada uno de los actores se luce en papeles que van desde el absurdo a la comedia física. STEVE CARELL y JENNIFER GARNER, comandan el clan familiar que se sobrepone a toda suerte de calamidades. Disparate al por mayor, que además cuenta con gemas como la gratificante presencia de una leyenda del género como es DICK VAN DICKIE en una desopilante escena. Entretenimiento ATP de calidad!
Fábula de moralina sobreactuada La línea de comedias familiares que Disney produce para el cine no es muy distinta, en calidad e intención, de los productos que suelen integrar la grilla del Disney Channel. Historias centradas en el punto de vista de los protagonistas infantiles, con actuaciones exageradas (a veces hasta la incomodidad), un sentido del humor basado en fórmulas, ambientadas siempre en espacios reconocibles de la clase media burguesa estadounidense, por lo general estructuradas a modo de fábulas aleccionadoras, pero que nunca se atreverían a provocar la más mínima intranquilidad en sus espectadores. En ese molde encaja Alexander y un día terrible, horrible, malo... ¡muy malo!, dirigida por el puertorriqueño Miguel Arteta, y protagonizada por dos actores de experiencia en la comedia como Jennifer Garner y, sobre todo, Steve Carell. El protagonista, tercero de cuatro hermanos de una familia modelo (en el sentido de típica, pero también en el de ejemplar respecto de la “fantasía americana”), siente que todos los días son pésimos, sobre todo en comparación con el resto del grupo. Una mamá que es exitosa mujer de negocios y un papá desempleado pero con un optimismo a prueba de catástrofes; un hermano y hermana mayores que la pasan bien en el secundario, y un bebé que recibe la atención de todos. Alexander cumple doce años pero todavía es más petiso que la chica que le gusta, recibe gastadas de sus compañeros. Y su fiesta de cumpleaños parece condenada al fracaso porque el chico más canchero del grado organizó otra el mismo día. Como en innumerables películas de este tipo, un deseo de Alexander pedido a medianoche convertirá la vida de los otros en pesadilla durante un día. Una pesadilla tipo clase media estadounidense, en donde cualquier rasguño en la superficie de la buena burguesía se convierte en una potencial amenaza de exclusión. En ese sentido, Alexander... es moralista y hasta cruel, en tanto manifiesta una necesidad de hacerles ver a sus protagonistas a través del castigo que no están siendo todo lo buenos que deberían. Claro que de manera edulcorada, disfrazada de chistes mediocres, porque ningún relato de esta clase puede alarmar a sus clientes mostrando el sufrimiento de sus criaturas como un peligro real. Es por eso que esta comedia, en la que Carell hace lo que puede (y no es mucho) y Garner vuelve a merecer un premio a la sobreactuación, resulta conservadora. Porque hasta las amenazas terminan convertidas en éxitos rotundos y todo el mundo puede volver a casa tranquilo, sabiendo que para los buenos, sobre todo si se arrepienten hasta de lo que no han hecho, siempre hay un premio.
Alexander tiene 11 años. El día previo, como la mayoria de sus dias, le sucede un percance tras otro que lo convierten en cada auno sea el peor dia de su vida. Cuando se lo quiere contar a su familia, esdta, no lo escucha ya que son una familia optimista por naturaleza. Su madre trabaja en una editorial y la estan por ascender, su padre desde que perdio su trabajo hace unos meses se dedica a las cosas de la casa y de cuidar al beb de la familia hasta que consigue una entrevista de trabajo, su hermano esta de novia con una hermosa (y superficial) chica con la que concurrira al baile anual del colegio despues de rendir su examne de manejo y su hermana por fgin consiguio el protagonico de un musical en el colegio. Como todos tienen una vida feliz no toman muy en cuenta lo que esta padeciendo Alexander hasta que algo hara que sus vidas cambien. A partir de ahí se sucederan un monton de gags que divertiran a toda la familia por igual. El director, Miguel Arteta, logra imprimirle al film un buen ritmo como para que no deciaga y, ademas se basa, en el histrionismo innato y personal de Steve Carell. Jennifer Garner demuestra tambien que es una gran comedianta acompañando, junto a los adolescentes que conforman la familia de la ficción, una gran elenco, sobresaliendo el pequeño Ed Oxenbould como Alexander. Una excelente película para divertirse toda la familia, desde el más chiquito al más grande.
Adaptación de un muy exitoso cuento infantil: un chico con mala suerte que cambia su destino a costa de su familia. Divertida. Para chicos.
Una cadena de eventos desafortunados Si alguien recuerda las escenas de Pequeña Miss Sunshine en las que Steve Carrell corría junto al resto de su familia disfuncional al lado de una camioneta amarilla, las relacionará con las escenas de este filme, en el que Carrel junto a otra familia corre para alcanzar una camioneta destartalada. Pero en el caso de Alexander y un día terrible, horrible, malo... ¡Muy malo!, la historia está filtrada por el lente de la marca Disney. Es decir, más que una película ATP es una película específicamente destinada a los más chicos, con quienes se busca identificar a su protagonista de 12 años, que va a la escuela en épocas de bullying digital y supuestos trastornos de déficit de atención. El pequeño Alexander es uno de los cuatro hijos de esta familia, cuyo hogar es tan ordenado y alegre como una cajita feliz. El padre (Carrell) es un optimista empedernido a pesar de estar desempleado y se encarga de las tareas de la casa y de cuidar a los niños (ese es el aspecto más “moderno” del concepto familiar). La madre (Jennifer Garner) es una exitosa editora literaria; el hermano mayor es súper popular y tiene una novia linda; la hermana mayor logró el papel protagónico en la obra de teatro escolar; y el bebé de la familia sonríe todo el tiempo. El único que cree que sufre penurias es Alexander. Y un día pide un deseo: que ellos experimenten en carne propia lo que es pasar un mal día. Y el deseo se cumple, en una serie de eventos desafortunados que complican la vida de todos y que forma los pasos de comedia del filme. Como esas películas familiares de los ‘80 que popularizó Chevy Chase, se trata de una comedia de enredos y torpezas, que logra varios momentos divertidos, aunque no escapa al final moralizante y sensiblón.
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Crítica emitida por radio.
¿Quién no tuvo alguna vez un mal día? Es justamente eso lo que le sucede al joven Alexander y a su familia, se ven envueltos en un día terrible, horrible, malo...¡malo! y deberán encontrar la forma de cumplir con todas sus obligaciones diarias a pesar de esta cuota de "mala suerte". A lo largo de la película, vamos a encontrarnos con situaciones de lo más bizarras, graciosas y disparatadas, siempre con un humor sano y ATP, ya que se trata de un film de Disney dirigido a toda la familia. Y es ahí quizá donde radica uno de los puntos débiles de la historia, si bien "Alexander y un día terrible..." es un film que se promociona como "familiar", la mayoría de los chistes y situaciones divertidas, sólo generan entretenimiento para los más chicos y por momentos, para el público adulto, la historia se torna un poco pesada. A pesar de contar con buenos trabajos actorales, "Alexander y un día terrible..." sólo brinda entretenimiento y diversión para los más pequeños.
Basada en la novela homónima de Judith Viorst y dirigida por Miguel Arteta (The Office, House of Lies), con un guión del debutante Rob Lieber, Alexander y Un día Terrible, Malo, Muy Malo es la nueva comedia de Steve Carrell (El Agente 86) y Jennifer Garner (Elektra) producida por Disney y The Jim Henson Company. Alexander y Un Día Terrible es un film para toda la familia, con un tono decididamente inofensivo, poco realista y en clave de comedia. Por lo tanto no hay humor inapropiado ni nada que se le parezca. Lo que este film se asemeja extrañamente es a una pelicula típica del cine catastrofe (como Volcano o Dante's Peak) pero para niños: autos que se destruyen, muebles que se rompen, accidentes domésticos, etc. pero sin graves consecuencias. Alexander y Un Día Terrible carece de personalidad, es un producto fácilmente descartable pero es allí donde los actores rescatan al material del olvido, en especial Steve Carrell como el padre de la familia. Otros elementos que hacen todo más ameno y ayuda al tono es la música compuesta por Christophe Beck (Frozen: Una Aventura Congelada) y la corta duración del film (unos 81 minutos aprox.). Alexander y Un Día Terrible es una película disfrutable a pesar de tener un guión fácilmente descartable, el hecho de que el film logre convencer al público es gracias a las performances de los actores y del equipo técnico. Los chicos van a salir contentos y los padres van a salir aliviados de que dicho largometraje no haya sido una tortura, en especial debido a la corta y justa duración.
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Una comedia familiar sin demasiadas pretensiones. Este largometraje llega a partir de un libro de dibujos para niños, un clásico de 1972 de Judith Viorst (escritora, periodista e investigadora del psicoanálisis, actualmente tiene 83 años) del mismo nombre que ha vendido más de dos millones de ejemplares. El film gira en torno a las aventuras de una familia. Alexander Cooper (Ed Oxenbould), de 11 años, tiene un día particular de mala suerte, para él terrible y horrible en vísperas a su cumpleaños. Amanece con un chicle pegado en su cabello, nadie irá al festejo de su cumpleaños, todos tienen otro compromiso, incluyendo a Becky Gibson (Sidney Fullmerque) la chica que le gusta y todo culmina con un incendio en el laboratorio de la escuela. Cuando él intenta hablar con su familia nadie parece comprenderlo. Ben Cooper (Steve Carrell) su padre se encuentra sin trabajo y por ahora es ama de casa,la madre Kelly (Jennifer Garner) trabaja en una editora, su hermano más pequeño (Dylan Minnette), la hermana que quiere ser actriz, Emily (Kerris Dorsey), y un hermano con algunas obsesiones, Anthony (Dylan Minnette). Una noche Alexander tiene un deseo: que toda su familia tenga y sepa lo que es tener un día horrible y terrible, como el título del film. Lo que continua son una serie de desventuras, algo divertidas y bien alocadas, donde la familia de Alex vive un día terrible, Emily con varios inconvenientes el día de su debut teatral, su hermano Anthony enfrenta un examen de conducir catastrófico, su padre Ben sufre en una entrevista de trabajo, Kelly, por un error de impresión la conduce al desastre y varias situaciones complicadas que tiene la familia. Como resultado final nos encontramos frente a una comedia familiar, llena de enredos y momentos desopilantes, dirigida por Miguel Arteta ("Youth in Revolt"), cuenta con las buenas actuaciones de dos comediantes como: Steve Carell y Jennifer Garner, resulta un buen pasatiempo, tocan sin profundizar el tema del bullying y contiene mensajes positivos. Un corte similar a "Mi pobre angelito" y “Quisiera ser grande", entre otras.
La familia en riesgo de extinción Una fábula de Disney adaptada a los tiempos que corren. Una familia tipo norteamericana que hace malabares para sobrevivir en un medio que conspira por todos los frentes contra, precisamente, la estructura familiar y sus roles internos y externos. Y un director de origen portorriqueño con un apellido impronunciable. Ben (Steve Carell) es el papá y Kelly (Jennifer Garner) es la mamá de cuatro niños. Uno de ellos, Alexander (Ed Oxenbould) está en vísperas de cumplir 12 años y justamente ese día, anterior a su cumpleaños, es el que da título a la película, todo le sale mal, como si estuviera me... por los perros, diríamos por estas tierras. En la casa es ninguneado por los demás, que están metidos en sus propios asuntos. Papá es un físico espacial desempleado que, mientras mamá trabaja en una editorial que publica libros para niños, cuida del bebé (que todavía no camina), de la casa y de los otros hijos. El mayor es un adolescente que está todo el día pendiente de su novia y de su inminente examen para obtener la licencia para conducir autos. Y la hermana que le sigue, está absorbida por su participación como actriz en una comedia para una fiesta escolar. Alexander empieza el día con un chicle pegado a su cabello y las cosas irán empeorando a medida que avancen las horas. En la escuela es víctima de bulling, de parte de su peor enemigo: otro chico que ha organizado una fiesta en su casa justo el mismo día del cumpleaños de Alex, sólo para robarle todos los invitados y fastidiarlo. Hasta su mejor amigo y la chica que le gusta le avisan que irán a la fiesta del otro. Con total desánimo, el niño espera encontrar en su familia algo de comprensión y ayuda en su peor momento, y sólo recibe desplantes. Una vez más, todos están metidos en sus propios asuntos, y no quieren ni enterarse de lo que le pasa a él. Y lo peor de todo es que papá y mamá cultivan un optimismo militante que pasa por encima de las dificultades, no para resolverlas, sino directamente para negarlas. Entonces el chico, a medianoche, en el primer minuto de su día de cumpleaños, hace un festejo solitario en la cocina, mientras todos duermen, pidiendo un deseo vengativo: que todos los integrantes de la familia tengan un día malo muy malo para que así entiendan cómo se siente él. Y como por arte de magia, las cosas empiezan a ir según el deseo de Alexander. Todos tienen un día terrible. Las cosas se complican y se ponen cada vez peor, hasta que al final, el niño, avergonzado y con sentimiento de culpa, les confiesa a sus familiares su acto de maldad. Como era de esperar, ninguno está dispuesto a admitir que la travesura de un chico como Alexander pueda tener tanto poder para influir en sus asuntos y empiezan a repartirse culpas entre ellos. Bueno, la cuestión es que al final del día y cuando todo parecía que iba directo al mismo infierno, las cosas se acomodarán y hasta Alexander tendrá su fiesta de cumpleaños con total éxito (porque hay que decir que el día maldito también afectó a su rival). La comedia es absolutamente predecible, bastante sobreactuada, con moraleja típica de Disney y una crítica implícita, aunque no muy ácida, a los males de la vida moderna, en la que se desdibujan los roles parentales, el éxito fácil y el dinero se llevan todo puesto, y los teléfonos celulares tienen más protagonismo que las personas. Una mención especial merece el bebé, por lejos, el mejor actor del elenco y el más simpático.
Alexander y un dia terrible, horrible, malo, muy malo! es una película agradable, simpática y netamente familiar, pero que te deja con ganas de haberte reído un poquito más. Los pequeños seguramente se van a reír mucho con los disparates y los desastres que le ocurren a esta familia, pero los adolescentes y adultos que ya tienen muchísimas más...
Cuando el mundo se pone patas para arriba En Alexander..., una familia atraviesa un mal día cuando uno de sus hijos pide su deseo de cumpleaños. Alexander es un niño de 11 años que atraviesa el día más terrible de su joven vida. Es más, en el último año, todos los días han resultado similares. Pero este parece el peor porque se trata de la víspera de su cumpleaños número 12 y nada bueno asoma en el horizonte. Para colmo, su padre, aunque desempleado, es un hombre naturalmente positivo, y su madre, sus dos hermanos mayores y hasta el bebé son continuos generadores de buenas noticias. Por eso, cuando Alexander habla de sí mismo, todo le empeora. Harto de su soledad existencial, el niño sólo desea que los demás experimenten por un día su sensación, y así lo expresa ante una vela encendida sobre una tortita improvisada en la madrugada de su cumpleaños. A partir de entonces, la situación gira en 180 grados, el mundo se pone patas para arriba y cada uno a su alrededor es puesto a prueba de supervivencia y padece la más terrible, horrible, mala y muy mala de sus pesadillas. Situaciones disparatadas, corridas, apuros, actos fallidos y toda una serie de infortunios se cruzan en el camino hacia los logros alcanzados hasta el día anterior. Pero siempre es cuestión de ver el valor del vaso vacío. Obediente al estilo Disney la película irradia mensajes positivos aún en circunstancias extremas y ejemplifica para estos típicos habitantes de los suburbios norteamericanos, cuando todo tira para abajo, es mejor estar atado a los afectos que, en la disyuntiva, siempre serán la primera elección. La historia y su narración juegan con recursos seguros, y allí donde se pudo haber introducido un poco de misterio, una escena inicial revela más de lo preciso. No obstante se disfruta de la actuación de un Steve Carrell infalible y de Ed Oxenbould, un niño que no teme al ridículo en el rol del infortunado Alexander.