Sobre la repulsiva felicidad ajena El cine mainstream por regla general suele recurrir al viejo ardid del cambio radical e instantáneo de idiosincrasia mediante soluciones muy poco elaboradas como alguna pócima mágica, artilugios tecnológicos bastante ridículos, la influencia de terceros corruptores, alguna necesidad imperiosa o el inefable golpe en la cabeza sobre el personaje fundamental, un catálogo que en mayor o menor medida responde a elementos semi fantásticos y en muchas ocasiones tácitos. A decir verdad muy pocas películas se toman el tiempo de construir la metamorfosis en cuestión desde lo anímico escalonado y muchas menos nos ofrecen un camino inverso satisfactorio, léase el desandar el periplo para que no resulte ni forzada ni caprichosa la esperable restitución identitaria del remate, en especial si tenemos en cuenta el fetiche del séptimo arte de nuestros días para con los clichés y la sensiblería. Precisamente, el film que nos ocupa, Algo Celosa (Jalouse, 2017), lejos de ser una joya del rubro o una anomalía semejante, sale bien parado en esta doble y difícil tarea porque por un lado edifica un andamiaje emocional/ psicológico creíble para que florezca el cambio en el intelecto de la compleja protagonista, Nathalie Pécheux (Karin Viard), y por otro lado se explaya con detenimiento -quizás con demasiado detenimiento- acerca del largo proceso orientado a descubrir que el sustrato autodestructivo de su flamante comportamiento en algún momento le pasará la factura. Ya el título sintetiza por dónde va el asunto, en esencia centrado en una Nathalie que sucumbe de modo progresivo ante un odio irrefrenable y por ráfagas hacia todos los miembros de su entorno cercano porque no puede soportar lo que ella percibe como una repulsiva exhibición de felicidad ajena que destila mucha soberbia. Así las cosas, la cincuentona termina enajenándose a todos a su alrededor a través de una serie de indirectas, actitudes, insultos y movidas destinadas a sabotear desde los celos y una hilarante malicia las vidas de sus supuestos “seres queridos” y allegados: a su ex marido Jean-Pierre (Thibault de Montalembert) y su pareja Isabelle (Marie-Julie Baup) les cancela unas vacaciones en Las Maldivas, a su hija bailarina de ballet Mathilde (Dara Tombroff) casi la asesina dándole de comer un plato con aceite de nuez, fruto al que es alérgica, para que no pueda asistir a una audición muy importante para la chica, a su mejor amiga Sophie (Anne Dorval) le dice que su hija Emma (Eva Lallier) es fea y que su esposo Thierry (Xavier de Guillebon) la está engañando, a una colega profesora más joven, Mélanie (Anaïs Demoustier), la basurea a más no poder, y finalmente a un hombre muy interesado en ella, Sébastien (Bruno Todeschini), lo echa de su hogar acusándolo de baboso con su hija por haberla saludado cuando en medio de una cena romántica la muchacha pasa a buscar agua. El opus, escrito y dirigido por David Foenkinos y Stéphane Foenkinos, no aporta ni un gramo de originalidad al bastión de las comedias dramáticas de semblanzas varias ni a la infinidad de propuestas contextualizadas en una París siempre encantadora, sin embargo logra sacar partido de un verosímil sutilmente naturalista que exprime con brío y prudencia la excelente actuación de Karin Viard en el rol principal, una actriz que sostiene la película en su conjunto y le otorga una pátina de legitimidad que sería imposible de reproducir con otras colegas del ecosistema cinematográfico galo. El guión tampoco es malo pero -como decíamos anteriormente- alarga en exceso diversas micro situaciones vinculadas con un “renacimiento” de Nathalie que de todas formas está bien trabajado desde el cansancio de las agresiones y el encuentro con una anciana bastante más piadosa que ella, Monique (Thérèse Roussel), cuya presencia -y posterior ausencia- ayudan a que la protagonista revea su actitud beligerante y algo gratuita, ejemplo de esa envidia burguesa tan paradigmática…
Los hermanos Foenkinos se unen en la dirección para adentrarse en el mundo femenino -como uno de ellos ya lo demostró y con creces en “La delicadeza”- del cual tienen un avezado conocimiento. Su interés radica en las oportunidades que le ofrece una mujer que ronda los cincuenta y que lidia con la inevitable transformación que sucede cuando se adentra en la menopausia. El título es una ironía, porque para ella éste momento se manifiesta así, pero tiene que ver en cómo una persona se acepta así misma y más en estos tiempos donde hasta las actrices de cincuenta años parecen olvidadas. Para ello, los guionistas, eligen a una profesora de literatura, para dotarla de un lenguaje inteligente y en primera instancia la enfrentan a su hija de dieciocho años que además es bailarina de ballet. Con la soberbia interpretación de Karin Viard (La familia Bélier, Delicatesen), el relato se arma con minuciosidad para no caer en el cliché misógino que juzga sin piedad a la mujer como una neurótica y amargada; y convierte las conductas tóxicas en graciosas. Es una estrategia arriesgada para que el público caiga en la trampa de juzgar al personaje al límite de rechazarlo, pero comprenda en carne propia, la lucha de una mujer en esta situación.
Algo celosa no es una película muestra una historia sobre el problema de los celos, pero su título responde a una definición que la protagonista hace de ella misma. Esta mujer comienza a transitar un periodo de pre menopausia, y es ahí donde entran los celos sobre aquellas personas de su entorno, su carácter e inseguridades se potencian y empieza esa lucha para superar esta crisis de mediana edad. Se trata de una comedia que resulta algo exagerada en sus situaciones, todo en función del humor, pero que refleja una realidad sobre el envejecimiento y las relaciones amorosas después de los 50. La historia es bastante sencilla, una mujer se descontrola en el momento que se da cuenta de todo lo que ha pasado en su vida y empieza a sentir la espina de la edad. Ella una mujer divorciada, docente y que se siente intimidada ante la llegada de una nueva profesora mucho más joven e idealista, a su vez también ve la felicidad de su ex esposo con una mujer quizá un poco ingenua, entre otras cosas. Esto provoca un cortocircuito en Natalie, que empieza a convertirse en una persona por sobre todo irritante, que busca lograr un cambio en su vida para mejor, pero que al no lograrlo desquita su bronca con todo aquel quien tiene a su alrededor. El film es bastante llevadero y su humor es efectivo, a pesar de los constantes clichés sobre la vida de una mujer que está llegando a la tercera edad. Quizá el problema del film, es que cuando el conflicto llega a su punto máximo , le cuesta mucho bajar de él para encontrar una solución al problema, y si resulta posible, un aprendizaje sobre lo vivido. Parece que Natalie nunca baja los decibeles, y la realidad es que en algunos momentos llega demasiado lejos, y se vuelve poco verosimil salir de ello. Lo mejor que tiene el film es el carisma de su protagonista, Karim Viard logra hacernos reír en varias ocasiones y también nos refleja de una forma creíble la crisis de edad que está viviendo. Aunque la construcción del personaje es correcta, el guión no acompaña a la hora de buscar el momento para cambiar, centrándose en las locuras del personaje, haciendo que pierda fuerza su costado más dramático. Algo celosa es una película ligera y entretenida, con una primera hora muy bien construida , que nos muestra la crisis de una mujer acercándose a la vejez. A pesar de la más que correcta actuación de Karim Viard ,la película no encuentra el equilibrio entre la comedia y el drama debido a que los guionistas no supieron bajar a esta mujer de su ataque de nervios en el momento indicado. Sin ir más lejos , es un film entretenido que de disfruta más allá de su ligereza. Calificación 6/10
Mujer en pleno ataque de nervios. Algo celosa (Jalouse), comedia caricaturesca de los hermanos David y Stéphane Foenkinos (La delicadeza). Protagonizada por Karin Viard (Cena de amigos, La Familia Belier), ofrece una visión sarcástica sobre los efectos de los celos, y a la vez un retrato femenino poco habitual, la verdad sea dicha. Nathalie, profesora de literatura, divorciada, pasa de un día para otro de madre atenta a celosa enfermiza. Las primeras manifestaciones de sus celos aparecen en relación con su hja Mathilde, de 18 años y bailarina clásica, pero enseguida se amplían a vecinos, amigos y colegas… nadie queda fuera del radio de acción de los celos de esta mujer en torno a los cincuenta años que se niega a reconocer que tiene un problema. «Comedia a la italiana», la han definido algunos críticos franceses, que además aseguran que la intérprete, Karin Viard, muy reconocida en su país, es capaz de hacer reír sobre un asunto nada divertido, como es el que nos ocupa, la revisión a una época que tarde o temprano llega y a la que debemos prepararnos mentalmente. Los guionistas de las películas, efectivamente, pueden decidir que se puede hacer chanza de cualquier cosa, sin importar la trascendencia o el efecto que pueda tener en el espectador que se sienta identificado. En este caso, de lo que hablamos es de una mujer que está atravesando una crisis brutal que requeriría atención psicológica. Algunos personajes no están muy bien introducidos, como ocurre con el personaje de Sophie, interpretada por una desaprovechada Anne Dorval, la excelente intérprete canadiense habitual en las películas de su compatriota Xavier Dolan. Sin embargo, la ya no jovencísima Anaïs Desmoutier es mucho más creíble es su papel de nueva colega recién llegada al instituto, que inmediatamente es objeto de los celos del personaje. Si el enfoque argumental puede llegar a parecer un tanto equivocado, o al menos un poco dudoso, la escenografía tampoco ayuda, con escasa originalidad, diálogos sin brillantez y situaciones que no tienen mucha gracia. En todo caso, sí es una película de mujeres y los realizadores tratan con mimo a esos personajes femeninos que, a lo largo de la proyección, oscilan entre la comedia y el drama. Una película bastante convencional, pero que no aburre y logra su objetivo de mantener el interés.
Los cambios tanto físicos como psicológicos de una persona de una determinada edad siempre es una temática recurrente en la industria cinematográfica. Tanto del pasaje de la infancia a la adolescencia, de la adolescencia a la adultez o de la adultez a la vejez. En este caso, “Algo Celosa” nos presenta una comedia francesa en donde Nathalie, una profesora de literatura divorciada de 40 y tantos años, comienza a transitar estas transformaciones que se dan en la vida de una mujer pre menopáusica. Es así como el tema de la edad y de la juventud/vejez (como la constante competencia con su hija o una maestra más joven) será algo crítico en sus días, provocando un cambio de humor y una irritación que repercutirá en las relaciones con las personas más cercanas, como su hija, su mejor amiga, su ex marido o un nuevo candidato que está conociendo. Como decíamos anteriormente, el punto de partida de “Algo Celosa” no es muy original, ya que las consecuencias de una mujer que está llegando a la menopausia las vimos en varias oportunidades, pero la cinta se beneficia de la intensidad que le otorga su protagonista, quien ve en el resto de los personajes algún motivo para criticarlos y envidiarlos. A media que se desarrolla el film las situaciones van escalando hasta estallar en el clímax. En este sentido, debemos destacar la labor de la actriz Karin Viard, que compone de una manera muy natural y fresca a un personaje completamente desbordado y que no da cuenta, por momentos, de la magnitud y locura de sus actos hasta que tiene que enfrentar las consecuencias. Son las situaciones más hilarantes las que harán reír al público. Si bien está muy bien secundada por todo el elenco, ella es quien se encarga de elevar al largometraje. Por otro lado, “Algo Celosa” es una comedia entretenida y divertida, que tal vez se estanca un poco en el final, perdiendo algo de peso, pero que en todo momento es efectiva y provoca más de una risa en el espectador debido a su guión y a la gracia de su protagonista. Al perder un poco de originalidad en su temática, la película también recae en ciertos clichés propios de una mujer de esa edad. En síntesis, si bien “Algo Celosa” no viene a proponer una historia nueva y original, cayendo por momentos en estereotipos, la película es un entretenimiento grato y divertido para todos aquellos que deseen verla y disfrutar de la actuación hilarante de Karin Viard.
Una eficaz propuesta francesa de los hermanos David Foenkinos y Stéphane Foenkinos que explora los comportamientos venenosos de una mujer de mediana edad que ve a su entorno como una amenaza constante. En Algo celosa, Nathalie -una estupenda Karin Viard- es una profesora universitaria de literatura divorciada que deja de ser encantadora y comienza a padecer esos sentimnientos negativos, los celos, con aquellos que la rodean: desde su hija adolescente de 18 años que practica ballet y está de novia; pasando por su nueva conquista amorosa, su mejor amiga y también cae en sus redes la nueva novia de su ex marido. Nathalie navega a través de esta crisis de los cincuenta de una forma graciosa, emotiva y políticamente incorrecta que encuentra en la película el tono adecuado, combinando gags y la cuota dramática necesaria que se adueña del relato en su segundo tramo. El acierto es el correcto balanceo de situaciones, la conducta de Nathalie que es rechazada por su entorno y el diseño de los personajes secundarios que aparecen en los momentos justos y agregan el condimento justo. Con la intención de profundizar en las erráticas conductas humanas -los diálogos entre Nathalie y su amiga-, los realizadores exploran las diferentes situaciones que presentan con cotidianeidad que las acerca al espectador. Entre conversaciones y conflictos que estallan entre madre e hija, la conducta tóxica de la protagonista también extiende sus redes a todos los ámbitos, generando rechazo, sufrimiento y soledad por parte de su círculo más íntimo.
La comedia de los hermanos David y Stephane Foenkinos, autores y directores de “Jalouse”, 2017, se centra en la vida de Nathalie Pécheux (Karin Viard) una mujer divorciada, con una única hija, Mathilde (Dara Tromboff) de 18 años, que está de novia, es bailarina y es muy atractiva. Su ex-marido,Jean-Pierre (Thibault de Montalembert) quien puso fin al matrimonio, también rearmó su vida con una mujer más joven, Isabelle (Marie-Julie Baup) y es feliz. A todos parece que la vida les sonríe, hasta su mejor amiga, Sophie, (Anne Dorval) está por cumplir su aniversario de casada número veintipico... Ella sólo tiene su trabajo en la Universidad, allí da clases de Literatura y para colmo de males, una nueva profesora, Mélanie (Anaïs Demoustier) más joven y con ideas frescas llega para movilizar a Nathalie. Ella comienza a sentir que su estructura se cae y siente celos de todo y de todos, de la profesora, de su amiga, de los nuevos vecinos, de su ex marido y su mujer, hasta de su hija. Por eso, todos sus comentarios son pasivo-agresivos. Hasta intentan presentarle a un hombre, Sébastien (Bruno Todeschini), pero su poca capacidad de abrirse al amor, hace que todo se arruine por una estupidez. Tendrá que pasar mucha agua bajo el puente, tendrá que tocar fondo para aprender, disculparse y volver a empezar. De todas maneras, no llegamos a odiar a Nathalie, es una mezcla de pena y bronca por momentos, hasta que se cuenta de lo verdaderamente importante. No es la gran comedia, ni aporta nada nuevo, pero la actuación de Karin Viard es muy divertida. ---> https://www.youtube.com/watch?v=BhokhHdhnjA ---> TITULO ORIGINAL: Jalouse ACTORES: Karin Viard, Anne Dorval, Bruno Todeschini. GENERO: Comedia . DIRECCION: David Foenkinos. ORIGEN: Francia. DURACION: 107 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años FECHA DE ESTRENO: 13 de Diciembre de 2018 FORMATOS: 2D.
Intolerancia a la felicidad ajena “Algo Celosa” (Jalouse, 2017) es una comedia francesa con tintes de drama dirigida y escrita por los hermanos David y Stéphane Foenkinos (La Delicadeza). Protagonizada por Karin Viard, el reparto incluye a Dara Tombroff, Thibault de Montalembert, Marie- Julie Baup, Anne Dorval, Corentin Fila, Bruno Todeschini, Anaïs Demoustier, entre otros. Viard estuvo nominada en la categoría de Mejor Actriz en los Premios César, Lumières y Globo de Cristal (ganando en este último). Nathalie Pécheux (Karin Viard), profesora de literatura, está en un punto de su vida en el que no se siente bien consigo misma, por lo que ver a las personas que la rodean atravesando buenos momentos consigue fastidiarla con demasiada facilidad. Divorciada de Jean-Pierre (Thibault de Montalembert), Nathalie no puede evitar sentir envidia al ver a su ex en la fiesta de 18 de Mathilde (Dara Tromboff), hija que comparten. Éste asistió a la celebración con Isabelle (Marie Julie Baup), su nueva pareja con la que ya planeó vacaciones en un hermoso lugar. Con la aparición de una suplente mucho más joven en su trabajo y el gran progreso que está teniendo su hija tanto en la danza como con su novio Félix (Corentin Fila), los celos de Nathalie llegarán a afectar la relación que comenzaba a surgir con Sébastien (Bruno Todeschini), pretendiente recomendado por su mejor amiga Sophie (Anne Dorval). Estamos ante un filme donde se necesitaba de una protagonista que entregue todo de sí para el complejo rol. Al tener a la versátil Karin Viard, la película no falla. Aunque la actriz tenga que encarnar a una persona negativa, insoportable y malhumorada, aún así logra que en cierto punto conectemos con ella. Esto sucede gracias a que el guión nos brinda situaciones muy graciosas donde nunca se pierde la frescura y naturalidad. Pero, en especial, la empatía con Nathalie se da debido a que los celos en cada ser humano, por más mínimos que sean, son inevitables. Generalmente ese sentimiento de envidia no es exteriorizado, sin embargo aquí la mujer saca para afuera todo el veneno que tenía guardado. Con comentarios tajantes y filosos, lo que en un principio se tornaba divertido ya avanzada la trama llega a un punto límite en una escena tremenda entre madre e hija. Desde ahí la cinta pretende pasar al lado dramático, sin embargo no lo consigue tan exitosamente como su primera mitad. Por más que la protagonista llega a darse cuenta que tiene un problema psicológico, el cambio no está bien representado. Por otro lado, no se puede dejar pasar la interpretación de la novata Dara Tombroff como la hija de Nathalie. Las peleas entre la joven y su madre, que se cree con derecho a hacerle la vida imposible, son de lo mejor del filme. Además, Tombroff es todo un deleite visual al realizar el ballet del Cascanueces. A pesar de que “Algo Celosa” no tenga un último tramo con el potencial que venía manteniendo, el personaje de Nathalie por sí solo hace que la película sea una buena opción para ver y luego analizar.
Me declaro abiertamente fan de David Foenkinos: una pluma clara e inteligente de la nueva literatura francesa. Fresca, novedosa, liviana en su estilo pero profunda tanto en los temas que trata como en su manera de abordarlos, cualquiera de sus novelas nos permite vernos reflejados en temas de pareja, amores, conflictos y vínculos. Sin caer en ningún tipo de pretensiones ni discursos inflados intelectualmente, sus textos, por el contrario, son directos y están cargados de humor, de una sutil ironía que él sabe manejar más que hábilmente y que sorprende al lector por la claridad con la que puede retratar y pasar su fino bisturí diseccionando el universo de los “cuarentones” y porque no decirlo, también de los que han pasado o están cerca de los cincuenta. La riqueza de sus personajes y lo cinematográfico de sus historias (que permiten que a medida que uno vaya leyendo, pueda pensarse indudablemente en estar viendo una película) hacían suponer que las adaptaciones cinematográficas no iban a hacerse esperar. Su primer éxito editorial, “La delicadeza”, tuvo, lamentablemente, su adaptación a la pantalla grande con una fallida elección de su protagonista femenina: Audrey Tautou no logra dar con el alma de Nathalie -la reciente viuda que cae enamorada cuando menos se lo espera de su compañero de trabajo- sino que repite una vez más los mohines de su consagratorio papel de Amelie Poulain. Posteriormente, la adaptación de sus novelas “Los Recuerdos / Les souvenirs” y “Estoy mucho mejor / Je vais mieux” tuvo mucha mejor suerte en manos de otros directores que captaron su universo, incluso mejor que el propio autor. Ahora es el turno de “ALGO CELOSA / Jalouse” en donde Foenkinos no solamente escribe un guion original para el cine por primera vez, sin que sea la adaptación de ninguno de sus textos, sino que asume una vez más el rol de director junto con su hermano Stéphane. En este caso, “ALGO CELOSA” es la historia de Nathalie, una profesora de francés que está atravesando la crisis de los ´50. Ella percibe que a todo el mundo le va muchísimo mejor que a ella: su ex marido tiene una nueva pareja estable con la que su hija está perfectamente integrada, a la nueva profesora del Liceo todos los alumnos parecen quererla muchísimo más y aporta ideas novedosas en las áreas que antes parecían ser el privilegio de Nathalie, su hija es notablemente exitosa en su carrera dentro de la danza clásica y hasta sus nuevos vecinos parecen rebozar de felicidad mientras nuestra heroína … explota de envidia! Ella, parece no asumirlo, pero estas situaciones la hacen rabiar de celos y despiertan en ella una personalidad oscura, compleja e inestable y la empujan hasta límites que ella misma creía imposibles. Todo va en un vertiginoso “in crescendo” hasta que llega un punto en que sus decisiones, tomadas un poco por pulsión, otro poco por envidia, le hagan daño a su propia hija y la llamen irremediablemente a la reflexión y le planteen la necesidad de un urgente cambio en su vida. “ALGO CELOSA” se emparenta de esta forma, con otra reciente comedia francesa protagonizada por Agnes Jaoui, “50 Primaveras” por su mirada inteligente, honesta, directa y veraz al tratar las tribulaciones de una mujer que debe lidiar con la familia, el éxito profesional, su vida amorosa y su situación personal. Pero lo más interesante es que Foenkinos, en esta oportunidad, logra plasmar en la pantalla su manera particular de ver las crisis y la problemática de la clase media, ese imposible equilibrio que uno intenta establecer en todas las áreas y la fragilidad de los proyectos personales ante la irrupción de sentimientos tan adversos como los que atraviesan a la protagonista. El ritmo de comedia y los apuntes filosos de un mundo que Foenkinos sabe retratar brillantemente, encuentran en Karin Viard a la actriz idea para desplegar todas sus armas y enfrentar el tono de comedia (casi) desbordada, jugando sobre el límite y sin pasarse en ningún momento de registro e incluso, mostrando sus dotes de actriz completamente todo terreno. Nueve veces nominada a los premios César más dos veces ganadora por sus trabajos en “Besa a quien quieras” y “La fuerza del corazón”, Viard también es recordada por su delicioso trabajo en la emotiva “La familia Belier”, la dureza de “Polisse”, en “Verano del ´79” de Julie Delpy, aquella esposa en “El empleo del tiempo” de Laurent Cantet o en “Potiche” a las órdenes de François Ozon. Es imposible no caer rendido ante los encantos de una actriz como Viard, sin la cual “ALGO CELOSA” sería absolutamente otra película diferente. Brillando cada vez que aparece en pantalla, Viard tiene un ángel y le presta un alma a Nathalie, que la hace irresistible. Aún con algunos momentos finales donde aparecen algunos discursos más impostados, la nueva comedia de Foenkinos se disfruta de principio a fin y además de ser burbujeante y entretenida, plantea un espacio de reflexión, sin dramatismos, pero con una gran capacidad de autocrítica, agudeza y un fino sentido del humor.
Nathalie es una profesora de literatura que tiene más de 40 años y está divorciada. La soltería la encuentra viviendo un momento particular. Paulatinamente, comienza a sentir celos enfermizos a todo aquel que la rodea. En torno a su hija, sus colegas y vecinos. La patología, desatada y desenfrenada, parece no tener control.
“Algo celosa”, de David y Stéphane Foenkinos Por Ricardo Ottone A veces nada contribuye tanto a la propia infelicidad como la felicidad de los otros. Suena un poco feo pero eso es exactamente lo que le pasa a Nathalie (Karin Viard) con la llegada de los 50. Docente, separada y madre, nuestra protagonista se sumerge en una crisis que es algo más que la de la mediana edad o un efecto de la llegada de la menopausia con sus cambios de humor, que es lo que su médico le sugiere al principio. Nathalie cae una crisis de orden más existencial y a la insatisfacción por sus propias cuentas pendientes se le suman los logros ajenos: Su ex está felizmente en pareja, su hija es una joven bella y talentosa que aspira a entrar en el conservatorio de danza, su mejor amiga tiene un matrimonio duradero y estable, y en la escuela donde enseña literatura desembarca una joven con curriculum y aspiraciones que puede hacerle sombra en la consideración de su jefe y colegas. Todo esto la deja comparativamente en falta y la salida que encuentra no es la de arreglar su propia vida sino la de tratar de arruinársela a los demás. Buena parte de la película, la mejor parte, muestra a Nathalie atacando y contraatacando a aquellos que tienen la osadía (intencionalmente o no, no importa) de refregarle en la cara su felicidad. Y lo hace con la idea, que entiende justiciera, de hacerlos aunque sea un poquito más infelices apelando a los recursos que tiene a mano: frases irónicas y/o hirientes, muestras orgullosas de desdén o directamente actos de sabotaje. Esta malicia, que es lo más disfrutable de la película, es intencional a medias. Nathalie no es una villana consumada sino alguien a quien su situación le está pegando muy mal y agarra por donde puede. En algunos casos sus estocadas son claramente a propósito, pero en otros es evidente que la situación se le va de las manos. “No puedo parar” le confiesa a su mejor amiga, confidente y también víctima de su irracional venganza. Nathalie parece ser no tanto un agente de esta malignidad como su portadora, se trata de algo que se apodera de ella convirtiéndola en el fondo en un producto y una víctima de su frustración. Esto suena un poco deprimente y hasta le quita algo de diversión al asunto pero también salva al personaje de convertirse en una caricatura y prepara el terreno para su redención. Esta llega cuando al personaje su actitud se le hace insostenible porque, ya sin control de sí misma, termina hiriendo sin querer queriendo -o viceversa- a quien más quiere y alienándose completamente. Así, en el tercer acto, que es el de esa redención, entramos en la fase más seria y previsible del film. No es que se uno esperara otra cosa, pero la reconciliación con los demás y consigo misma que sobreviene responde sin más a los clichés de la sanación y las historias motivacionales de autoayuda. Karin Viard es la protagonista absoluta y es también la razón de que la película se sostenga, por lo menos en su mayor parte, manejando con naturalidad la ambigüedad del personaje y haciéndola querible en sus incontables fallas, en su permanente vaivén entre el amor y el odio, el orgullo y la vergüenza, la malicia y el arrepentimiento. Los secundarios son bastante sosos y no muy desarrollados y no van más allá del contrapunto. Algo celosa es una comedia francesa convencional filmada de manera convencional. No es insoportable como gran parte de las comedias mainstream del mismo origen aunque tampoco es descollante o desopilante. Se deja ver con cierto agrado y simpatía, provocando más sonrisas que risotadas y ofreciendo un planteo final con vocación muy evidente de conmover. ALGO CELOSA Jalouse. Francia. 2017. Dirección: David y Stéphane Foenkinos. Intérpretes: Karin Viard, Marie-Julie Baup, Thibault de Montalembert, Anaïs Demoustier, Anne Dorval, Corentin Fila. Guión: David Foenkinos, Stéphane Foenkinos. Fotografía: Guillaume Deffontaines. Música: Paul-Marie Barbier , Julien Grunberg. Edición: Virginie Bruant. Producción: Eric Altmayer, Nicolas Altmayer. Dirección de Arte: Valérie Rozanes. Diseño de Producción: Marie Cheminal. Distribuye: Energía entusiasta. Duración: 107 minutos.
En crisis Cuando Pedro Almodóvar planteó, a finales de los ochenta, que sus mujeres estaban al borde de un ataque de nervios, en realidad quiso poner en evidencia de manera cinematográfica, la ausencia de películas que reflejaran problemáticas femeninas simples y honestas. Algo celosa (Jalouse, 2018) redobla la apuesta presentando al personaje protagónico, Nathalie (Karin Viard) como un ser repulsivo, arisco, desagradable, que se enfrenta a todos sus vínculos -incluida su hija- para mantenerse, hasta donde pueda, firme a sus ideales. Pero claro, los conflictos impulsores de la acción ubican a Nathalie en diferentes estados, transformando hacia el final su personalidad, hecho necesario para avanzar en la historia y en los eventos que acechan a la protagonista. Si Almodóvar desde el humor pudo reflexionar sobre cuestiones asociadas a la mujer, la desigualdad de género y otros puntos que el patriarcado evitaba mencionar y que sólo los representaba parcialmente en propuestas con hombres en crisis o a punto de estarlo, aquí la comedia clásica construye el universo de esta mujer que debe asumir su posición ante un mundo moderno que la desborda. Mientras en Mujeres al borde de un ataque de nervios (1989), Pepa (Carmen Maura) asumía su futuro a fuerza de gazpachos y sororidad, acá Nathalie comienza a deambular errática entre pastillas psiquiátricas, alcohol (mucho alcohol) e insultos. Con un escenario for export, los directores David y Stéphane Foenkinos (La delicadeza) urden la trama en esa París que se anhela en publicidades de revistas de viajes, quitándole, tal vez, el peso necesario a algunas resoluciones simples, que no encuentran explicación dentro del contexto presentado. Igualmente, ese París de departamentos con vistas increíbles, cafés y restaurantes de categoría Michelin, no son un dato, ya que Nathalie se encuentra en un estrato acomodado de la sociedad francesa, aun siendo una maestra de instituto privado que lidia con cuestiones cotidianas alejadas de ese mundo glamoroso que se muestra. Karin Viard compone a Nathalie de una manera única, desandando los pormenores de la historia con solvencia, sea en la alegría, tristeza, depresión y euforia, como también en la exigencia física del personaje, donde también la comedia deposita muchos gags para que esos celos anunciados desde el título puedan resonar en la platea en forma de carcajadas y reflexión, empatizando con el personaje y reflexionando sobre la mujer, su cotidianeidad y posición en el mundo moderno.
LA TRANSFORMACIÓN DE UNA MUJER ATACADA POR CELOS Y ENVIDIAS Una comedia francesa sorprendente por la audacia y la originalidad para tratar el tema de los celos enfermizos y una actriz única como Karin Viard capaz de ponerse la película al hombro. Los hermanos David y Stéphane Foenkinos escribieron y dirigieron el guión sobre una bella mujer en sus cincuentas, separada, con una buena carrera como profesora, que de pronto frente a su vacío emocional comienza a sentir envidia y celos de toda la felicidad ajena, la juventud que ya no volverá a gozar y siguen los ítems. Con mucho humor negro y en especial con la ductilidad de la protagonista, vemos que en el proceso de transformarse en una mujer resentida y maligna que desparrama sus frustraciones y odios pero siempre con el encanto de una moderna bruja. Nadie se salva de sus “venganzas” incontrolables y frente a ese deseo de perjudicar sucumbe todo lo políticamente correcto que se supone rodea nuestra vida actual. En esas acciones es donde brilla el humor negrísimo de la película que tiene como defecto extenderse demasiado especialmente en la reivindicación del personaje que cruza todos los límites tolerables por la sociedad. Los aciertos están en poner en evidencia de lo que “no se habla” los celos maternos van desde la nueva esposa de su ex a su propia hija, tema tabú por excelencia. Todo rodeado de un tono amable, con un entorno elegante, en los lugares donde habitan los personajes y en una Paris siempre encantadora. Pocas actrices como Karin Viard pueden pasar por tantos matices sin exagerar ni cargar las tintas sobre lo que ocurre.
Una rara heroína que divierte Nathalie (Karin Viard) está enojada con la vida. Más que enojada, está rabiosa. Desde su divorcio e inminente menopausia, la vida le confirma que todo tiempo feliz ha pasado y que ahora solo le queda el fracaso y la decrepitud. Sin embargo, frente a ello no se deprime sino que despliega un muestrario de ingeniosas crueldades para confirmarle al mundo que no va ser la testigo silenciosa de una felicidad que se le escapa. Si bien realiza comentarios insidiosos sobre su colega, amarga el matrimonio de su amiga, maltrata con una sonrisa a sus vecinos, el blanco de esa corrosiva inquina es su bella y joven hija. A la que quiere con devoción, por supuesto. Pero su inconsciente la traiciona una y otra vez y la convierte en una versión tragicómica de esas villanas de melodrama que eran capaces de las peores cosas por amor.
La protagonista de Algo celosa es Nathalie (Karin Viard), una profesora de literatura con clase e inteligencia que promedia sus 50 con un buen pasar económico y una hija de 18 años de indudable talento para la danza. Una vida envidiable, con la excepción de un malestar que se ha vuelto un compañero molesto en su rutina. Tan molesto que la convierte en un ser despreciable. Ese carácter despreciable, sumado a la falta de respuestas del guión sobre los motivos del malestar, vuelve a Nathalie un personaje anómalo para el común de este tipo de comedias sobre la crisis de la mediana edad. Algo celosa dedica un buen tiempo a mostrar su caída a un abismo sin fondo, convirtiéndola así en una mujer dispuesta a dañar a un entorno al que percibe feliz y sin grandes problemas. Y nada de daños pequeños: a su ex marido, con quien tiene una relación cordial y amena, le cancela unas vacaciones con su nueva novia; a un pretendiente que cena en su casa lo echa por mirar a su hija, a quien a su vez le provoca una alergia (sin querer, según dice) justo antes de una audición. Esa complejidad –y la consecuente incomodidad en el espectador– se extiende hasta que los hermanos David y Stéphane Foenkinos encausan su film en los carriles habituales de estos relatos, dando pie a un desenlace en el que la conciliación con su gente y con ella misma será la norma.
Ya el título de esta comedia dramática nos adelanta qué es lo que le pasa a su protagonista, Nathalie (Karin Viard). De a poco, siente que en su entorno a todos les va, si no mucho, al menos mejor que a ella. Siente celos de su hija que estudia para ser bailarina clásica, de su ex, que encontró el amor en otra pareja, de su mejor amiga, de sus nuevos vecinos, y de la joven profesora que ingresa a su escuela y parece querer robarle sus alumnos. Y Nathalie cambia en su comportamiento. De manera radical. Pero lo bueno que tiene Algo celosa es que esa transformación -o podríamos decir alteración- que experimenta no se produce porque bebió una poción mágica o se le cayó un piano por la cabeza. Nathalie sufre, claramente, un trastorno psicológico, y hasta que accidentalmente casi asesina a su hija, no lo advierte. Nathalie parece sabotearse a sí misma, a partir de su enajenación, y de las actitudes que toma con la gente que, más o menos, debería querer o llevarse bien. En eso, el filme de David y Stéphane Foenkinos (La delicadeza) es más que honesto y es donde sale mejor parado. Existe un crecimiento y un cambio en Nathalie que obedece no a circunstancias fortuitas, hay todo un andamiaje dramático que lo sostiene. Y el “hacerse cargo” es más que bienvenido en tiempos en los que el género de la comedia suele ser sólo pasatista. Obviamente que sin Karin Viard, que se pone la película al hombro, el resultado no hubiera sido posible. Está en casi todas las escenas y, haga reír o reflexionar, es un placer verla.
Dirigida y escrita por los hermanos Foenkinos, Algo celosa es una comedia que gira en torno a una mujer de mediana edad que empieza a sentir el paso del tiempo a medida que su hija se convierte en lo que ella alguna vez fue. Nathalie es una profesora que lleva una vida cómoda, pero cuando se acerca a la menopausia no puede escaparle a la crisis de la mediana edad. En su caso se verá reflejada en las inseguridades producto de un divorcio y la llegada de una profesora nueva, mucho más joven. Como si fuera poco, su hija ya no es una nena y comienza a convertirse en un espejo de la mujer joven e idealista que alguna vez supo ser. Algo celosa, escrita por los hermanos Foenkinos (David es más conocido por su faceta de escritor aunque dirigieron su propia adaptación de La delicadeza, una película mucho más original e inspirada que esta), termina girando alrededor de este personaje que, si bien está interpretado con mucho carisma por la actriz Karin Viard, resulta mayormente irritable, insoportable. El tipo de humor que genera con sus situaciones, aunque provoque algunas carcajadas, es siempre incómodo. Y la película es consciente de eso, apuesta a lo políticamente incorrecto y en ese sentido se corre de otros retratos de mujeres y sus crisis de mediana edad. En medio de esta crisis caótica Nathalie comienza a mandarse una tras otra y muchas de sus acciones tienen consecuencias que podrían ser terribles, incluso para con su propia hija. Si bien aquellas que tienen que ver con su ex o la nueva compañera de trabajo más joven que ella pueden ser tomadas como maldades divertidas, travesuras, hay otras actitudes suyas que resultan más chocantes. La envidia y los celos la van transformando en esta mujer cada vez menos agradable, incluso para sus seres queridos. Y es que a la larga, además, es una comedia con tintes dramáticos que se acentúan especialmente en su última parte al mismo tiempo que el ritmo decae. Aquello que David Foenkinos suele transmitir con sus novelas no sucede acá. Si bien allí los protagonistas no son necesariamente personajes del todo agradables, él los dibuja a través de las letras y del retrato de lo que sucede de un modo divertido, ingenioso en una manera simple y lo suficientemente profundo para generar diferentes emociones. Acá, aunque la película siga todo el tiempo a su protagonista, nos encontramos más bien un rejunte de personajes secundarios que la acompañan, algunos casi sin desarrollo. Allí se encuentra desaprovechada por ejemplo la actriz Anne Dorval (conocida por las películas de Xavier Dolan) como su amiga con la cual también chocará.
Incorrecta El disparador de la escalada de mezquindades llevada a cabo por la protagonista de la película ‒que va desde un pequeño vil comentario hasta poner en peligro la vida de quien más se quiere‒ surge bien al comienzo del relato. Tras el festejo del cumpleaños dieciocho de su bella y talentosa hija, Nathalie (Karin Viard), bebiendo lo que resta del champagne de la celebración junto a su amiga, comenta que todo el mundo la ha felicitado por lo guapa y maravillosa que es su hija y, entonces, se cuestiona: “¿Y a mí? Nada”. Los directores David y Stéphane Foenkinos, autores también del guion, ponen en escena en este, su segundo largometraje (en 2011 habían estrenado La delicadeza), un drama existencial de lo cotidiano en clave comedia. Nathalie, parisina divorciada y profesora en un reputado instituto secundario, sufre una suerte de disrupción de su conducta que la conduce a cometer las más variadas calamidades. Insatisfecha consigo misma, la satisfacción de los demás se le presenta como insoportable y la presencia constante de su hija Mathilde, bailarina clásica de gran futuro, es un recordatorio insoslayable de aquello que ella ya no es: joven. Seguramente, si la palabra matricidio fue inventada sucedió por culpa de madres como la que compone Karin Viard. A la descontrolada cincuentona no le basta con desbocarse con observaciones maliciosas como decirle a su amiga que su hija es fea o señalar que la suya priorizó el cuerpo porque le faltan neuronas, sino que también pasa de la palabras a los hechos: maltrata y pone en ridículo frente a los demás a una reciente compañera de trabajo, cancela el viaje que su exmarido iba a realizar con su actual pareja a las Islas Maldivas, echa de su departamento a un posible candidato amoroso bajo la falaz acusación de que el hombre estaba mirando libidinosamente a Mathilde, a quien luego culpa de exhibirse frente a su cita. Todos estos episodios son trabajados desde la comicidad, pero desde una comicidad que nace del patetismo inherente a los celos. La virtud del relato reside en presentar todas las malicias de la protagonista como algo totalmente factible y no tan alejado del accionar diario de cualquier persona. Si la película (y el espectador) resiste el tedio que por momentos asoma debido a la reiteración de ciertas escenas, al retraso en la evolución de los personajes o a la desaceleración del ritmo del relato, es, sin dudas, no tanto por la solidez del guion o la experticia en la dirección, sino por el mérito de un elenco sólido. Karin Viard logra hacer verosímil cada situación que le toca jugar. Su Nathalie, siempre políticamente incorrecta, nunca cae en lo caricaturesco y mantiene un fino equilibrio entre lo cómico y lo patético. Todos los personajes secundarios están interpretados con una gran justeza, pero Anne Dorval, como su amiga y consejera, es la partenaire ideal en ese cruce de espadas verbal y, muchas veces, cínico que resta monotonía ‒y condimenta con complicidad‒ a la tendencia psicologista que de tanto en tanto parece querer asomar. Los antiguos griegos decían que en todo drama llega un momento de anagnórisis, de reconocimiento, un momento en el que el héroe o la heroína se da cuenta de la magnitud (calamitosa) de su situación y de sus actos. Nathalie alcanza este estadio; sin embargo, tal vez por no estar frente a un drama sino a una comedia, quizás porque el cambio y la superación del individuo ya no son totalmente creíbles, la descontrolada mujer no parece aprender con certeza de sus errores, ni abandonar por completo la incorrección.
De la crisis al autoconocimiento El escritor francés David Foenkinos ha publicado más de una docena de libros de cierto éxito en su país de origen y varios de ellos se han traducido a diversos idiomas, incluido el español. La irresistible tentación del paso a la dirección de cine se produjo con La delicadeza (2001), adaptación de la novela homónima codirigida por el autor y su hermana Stéphane, una experimentada directora de casting. En ella, el personaje central interpretado por Audrey Tatou intentaba superar una tragedia personal para volver a enamorarse contra todo pronóstico. Algo celosa repite el tándem, con ambos hermanos detrás de la dirección a partir de un guion original, aunque reemplazando a la actriz de Amélie por la más exuberante (en un sentido estrictamente actoral) Karin Viard: su capacidad para pasar en una misma escena de aparente víctima de las circunstancias -crisis de la mediana edad mediante- a la perfecta neurótica, con brotes que bordean lo psicótico, termina siendo lo mejor de una película atada a las convenciones de un guion agridulce y, en última instancia, excesivamente tranquilizador. Si bien el afiche publicitario destaca el trío de palabras “Casada. Divorciada. Soltera” como gancho publicitario, la película dista de ser una comedia romántica. O lo es apenas en un porcentaje ínfimo. En otras manos, la historia de Nathalie Pécheux, profesora de literatura de unos cincuenta años, divorciada hace tiempo, podría haberse transformado en un retrato psicológico o bien en la descripción de un monstruo social en proceso de construcción. Ya la primera escena, en la cual su bella hija (bailarina clásica, para más datos) festeja en casa sus dieciocho años recién cumplidos, revela discretamente algo parecido a la envidia materna. ¿Celos de la juventud, del talento ajeno, de la alegría de quienes la rodean? Nada fuera de lo común, podrá pensarse, excepto que la violencia verbal y física comienza a escalar y no sólo con ella como destinataria exclusiva: una nueva colega de la universidad -desde luego, más joven- es elegida de inmediato como enemiga acérrima, la nueva pareja de su ex no recibe mejor trato e incluso su amiga de toda la vida se ve obligada a esquivar los dardos envenenados de Nathalie. Es en los primeros tramos, cuando el tono humorístico alterna el lugar con la sorpresa de la agresión, donde los Foenkinos encuentran un tono atractivo que el film comienza rápidamente a perder. No ayudan ciertos gags recurrentes sobre la menopausia, jugados al mínimo común denominador cómico, ni la insistencia en elaborar cada paso de la protagonista a partir del estereotipo de “mujer cincuentona enojada con la vida”. De allí en más, a partir de uno de esos momentos-bisagra esculpidos a la vista del espectador por el guion, llega la posibilidad de la sanación a partir de la empatía y el autoconocimiento, casi como un manual de autoayuda en formato ficcional. Es Viard quien permite que los bruscos giros y cambios de Nathalie se sientan relativamente humanos y no como lo que son: simples mecanismos narrativos de alcurnia algo rancia. Bruno Todeschini interpreta a un posible candidato para el amor -definitivamente un buen partido- eyectado de la primera cita con gran injusticia.
"Algo celosa" tiene pronósticos para ser una de esas comedias que desde lo agrio de algunas verdades sacuden al espectador, primero con el chiste fácil y luego con una compleja reflexión. Pero irremediablemente y a medida que se suceden las situaciones, el filme cae en lo obvio y convierte a la exquisita Karin Viard, en el superlativo rol de Nathalie P�cheux, en una protagonista que hace lo imposible para que nada se desplome. Y aunque no lo logra, ella sale inmune, perfumada, y vale por toda la película. Inmutable, con cara de piedra, en su ácida e inestable verborragia, Nathalie le vomita a su mejor amiga: "Mi psicólogo dice que estoy en una etapa de tránsito, pero tú no lo puedes entender porque eres feliz y tu hija es fea". Con semejante ecuación mental entendemos que la protagonista, una profesora de francés separada y perdida en su norte, envidia todo a su alrededor. Y parece dispuesta a hacerle la vida imposible a su ex marido, quien logró rehacer su vida sentimental con una mujer diametralmente opuesta a ella; desestabilizar la tranquilidad de su hija Mathilde (Dara Tombroff), una bella bailarina de apenas dieciocho años que ya siente el amor en su novio Félix; y perturbar a su amiga, colegas, vecinos y hasta a su nuevo pretendiente. Toda una bola de irascibilidad que frena cuando conoce a una anónima confidente, una anciana que coincide con ella en el club de natación al que va por las tardes, porque -según su matemática existencial- "necesita lavar las heridas de su cuerpo". APENAS UNA MUECA Hasta aquí, salvo la envidia a su hija, todo visto. Una antihéroe que deambula por su día a día a los tumbos, hasta que un cimbronazo la hace recapitular en sus relaciones y decisiones. Con muy poco humor -aunque inentendiblemente se presenta como una comedia-, pasajes de verdadero drama y baches argumentales que alimentan ese prejuicio de que el cine francés es lento, "Algo celosa", de los hermanos David y Stéphane Foenkinos ("La delicadeza", 2011), es un filme a priori pretencioso que queda en la mueca y que una vez terminado, uno lo resetea rápidamente. Sólo perduran la actuación de Karin Viard (la misma de "Delicatessen" y otras cincuenta películas) y la banda de sonido (música original de Paul-Marie Barbier y Julien Grunberg y versiones de John Coltrane), que es un mimo al oído, entre lo predecible de un guion que nos lleva a un puerto muchas veces visitado.
Es celosa. Muy. Se le vino encima el paso del tiempo. Y su marido la dejó para irse con otra. El mal rato se le nota no sólo en la cara, también en su talante. Siempre ve el vaso vacío. Está despechada porque su esposo es feliz lejos de casa, cela a su hija porque le dedica todo el tiempo a la danza y al novio, cela a su colega del instituto y arma venganzas peligrosas para impedir que los demás disfruten. Anda suelta, aunque con ganas de alguien que la amarre. Es profesora de literatura y no tiene nada ni nadie en el horizonte. Una sola amiga y una vida sin tropiezos, pero repetida y solitaria. Nathalie (Karin Viard) es media insoportable y mete la pata seguido. Por algún lado siempre asoma la frustración. Una noche, su amiga y su esposo la invitan a cenar. Le van a presentar un señor. Linda comida. El hombre es más que presentable, pero la celosa no puede con su genio. Ve fantasmas por todos lados, es insegura, desconfiada y necesita que los demás tampoco la pasen bien. ¿Cómo acabará se pregunta el espectador? Como arrancó como una amable costumbrista, todo invita a pensar que después todo irá mejor. Al final, una viejita cariñosa que conoció en la piscina terminará siendo el ancla que le permitirá atracar en terrenos más tolerantes. ¿Por qué? Nathalie es rara hasta cuando mejora. La natación y las brazadas perdidas logran lo que la terapia y los afectos cercanos no pudieron. Comedia urbana sin pretensiones ni vuelo, que primero quiere ser graciosa (y no hay caso) y que después, cuando se pone un poco seria, mejora algo. Tiene libro y realización de los hermanos David y Stéphane Foenkinos. Es llevadera, sencilla, con poca sustancia. Será la muerte curiosamente la que le devolverá el sentido de la vida y le permitirá recuperar afectos perdidos. Su hija se salvó raspando y su amiga piletera murió de golpe. Un funeral le traerá besos buscados. Desde que se quedó sin nada, Nathalie empezará a desear tener algo. ¿La soledad enseña? Seguirá sola, pero al menos allá lejos aparece una luz prometedora.
Habla sobre la crisis de los cincuenta de una mujer Nathalie Pécheux (Karin Viard), una profesora de literatura, divorciada, que tiene una única hija, Mathilde (Dara Tromboff) de 18 años, es bailarina, muy graciosa y que está de novia. Por otra parte su ex-marido, Jean-Pierre (Thibault de Montalembert) está en pareja con una joven, Isabelle (Marie-Julie Baup) y están atravesando un buen momento. Su mejor amiga Sophie, (Anne Dorval), entre otros personajes está bien. Ella no tarda en estallar sintiendo celos de todo, con toques algo crueles con su entorno, se encuentra pasando un periodo pre-menopáusico, vamos viendo ciertos cambios hormonales como afecta a esta mujer y de qué manera lo toma su entorno. La protagonista francesa Karin Viard, ilumina la pantalla, tiene grandes momentos de mucho lucimiento, resulta un buen pasatiempo, porque recae en ciertos clichés, no aporta demasiado y no es para nada original.
TODA ETAPA DE LA VIDA ES UN DIVINO TESORO Esta nueva comedia francesa presenta a una mujer en crisis, pero que representa un espíritu de este siglo. Karin Viard realiza un protagónico que le sienta muy bien: aunque por momentos parezca un poco forzado, su personaje tiene todo el foco de atención por la impunidad a la hora de hablar. Nathalie es una mujer adulta, pero no tan grande. El momento de su vida la encuentra separada y algo indignada porque su ex ha podido encontrar una compañera, con la cual se lleva muy bien. Su hija está en un momento de esplendor, tanto de su juventud como de su carrera. En lo profesional, Nathalie está entrando en crisis porque de la mano de una joven muchacha aparecen nuevas ideas y renovaciones a la hora de trabajar. Todo esto desemboca en ella una crisis que la lleva a fracturar sus vínculos. Sin embargo, el momento crítico que vive ella está sumamente relacionado con la conciencia de la pérdida de su juventud. Es por esto que el film, desde una figura particular como es Nathalie, se atreve a pensar a toda una sociedad que glorifica una etapa de la vida específica, tratando de hacerla perdurar lo más posible. Esta mujer manifiesta lo que muchos no se atreven, pero desde el desenfreno de no poder cuidar a los que están a su alrededor. El film logra darle palabras a ese cambio en la etapa de las personas. Nathalie habla de la decepción de perder el encanto físico y las ideas renovadoras. Pero desde luego lo dice involucrada en un mundo que la posiciona en ese lugar. Por suerte la película revierte su sentimiento, no sólo para lograr un cierre sino que también para manifestar el grado de reflexión que logra tener y cómo revierte esa pesada creencia. Nathalie no es un personaje políticamente correcto. Está sumamente celosa de su hija al punto de cometer una locura. Pero este sentimiento se llena de una validez enorme, porque expresa lo que muchos sienten pero no dicen. Ella se enfrenta con su mejor amiga y le dice una verdad que no quiere ser escuchada. Le hace la vida un tanto imposible a su ex. Trata a la nueva profesora de la escuela con mucho mal humor y desprestigio. El obvio rechazo de sus vínculos es entendible pero para los espectadores es una heroína. El humor que provoca es inevitable a través de quien se expresa de manera tan genuina. Quien, a su vez, le da voz a muchos que quieren expresar lo mismo pero que lo hacen por razones de adecuación social. Algo celosa sabe trabajar el humor con ese toque agridulce, pero también explora los vínculos. Las relaciones toman vigor desde el aprendizaje del respeto por las ideas del otro y por el cuidado que se dan unos a otros, aun teniendo diferencias y con errores graves. Karin Viard sabe darle su encanto al film. Ella construye un personaje que recorre un momento angustiante, pero que lo transita con mucho humor. Su actuación, tan personal y carismática, sabe darle una sonrisa a los peores momentos. Es así como el film no se pierde de la reflexión y del drama, pero nunca cae en lo melodramático.
Sino fuese por la innumerable cantidad de sutilezas y matices que tiene “Algo Celosa”, tanto en su realización como en el trabajo actoral de su protagonista, el rasgo principal de este estreno en un análisis superficial lo describiría igual que ese libro de compilación de frases hechas y obvias llamado “Gente tóxica”. Será la disponibilidad del espectador para dejarse llevar el factor primordial para poder ver un poco más allá. Nathalie (estupenda Karin Viard) está pasando por un momento extraño a sus cincuenta años, extraño e irritantemente contradictorio. Se ve en la mujer que siempre fue, pero ahora alterada por una serie de malas reacciones frente a sus seres allegados. La presentación del personaje por parte de los guionistas y directores David Foenkinos y Stéphane Foenkinos, está repleta de situaciones que convergen en lo mismo porque la mujer que todavía no puede aceptar su condición de divorciada, vive con su hija adolescente y de prominente carrera como bailarina. Luego de una discusión realmente intrascendente, un cachetazo a su hija inicia una serie de exabruptos que van desde la forma de contarle a su amiga que el esposo anda con otra al maltrato de una colega en el colegio donde trabaja por miedo a ser opacada. Por supuesto, anda del bonete con su ex y su nueva novia joven y bella. La cita con el médico hace evidente el cambio hormonal por el cual está pasando, pero el guión no lleva esa circunstancia al frente, al contrario, la deja en “baño maría” para que simplemente funcione como caldo de cultivo de sus actos. En tiempos en los cuales las terminologías están todas cuestionadas, desmenuzadas, y pasan por un a veces muy forzado proceso de redefinición, los realizadores galos optan por acaso uno de los más viejos estados emocionales del ser humano: celos. Lo llaman por su nombre y lo expresan con esa simpleza. Nathalie está celosa, de todos y todas las que la rodean, está celosa, sin tal vez llegar a la envidia o al resentimiento, pero en definitiva es su estado actual. El relato, de progresión narrativa clásica se encarga de contarnos el derrotero emocional que nuestra protagonista debe atravesar para ver si puede aprender algo de todo esto, sobre todo de sí misma. En este sentido es clara la necesidad de una actriz que pueda darle a sus expresiones la emocionalidad contenedora de su dolor y por eso cada decisión gestual y corporal de Karin Viard va en ayuda vital para la construcción de la curva dramática de su personaje. Sin dudas uno de los destacables trabajos de esta temporada. “Algo celosa” es una comedia agridulce sobre los celos, aun cuando estos están potenciados por un importante cambio de etapa en la vida de la mujer. Ni el guión, ni la dirección ni el trabajo del elenco escapa a esa sencillez y por el alejamiento ex profeso de la corrección terminológica de moda es que sale ganando por varios cuerpos a esos lugares comunes a los cuales suele recurrir este género
Karin Viard le saca el jugo a un guión al que le sobran buenos diálogos y le falta inspiración. Este film es una especie de ejemplo paradigmático de la comedia burguesa. Karin Viard le saca el jugo a un guión al que le sobran buenos diálogos y le falta inspiración. No tiene demasiados elementos “cinematográficos” que llamen la atención, pero eso es una buena noticia: nada nos distrae de los personajes, esa mujer en los cincuenta que entra en crisis y se vuelve manipuladora y celosa, y esa hija demasiado joven que tiene que sufrir los tejes y manejes de su madre. Viard prácticamente aparece en todos los fotogramas, lo que obliga a ajustar el foco todo el tiempo para no causarnos una sobredosis. Se logra y por eso prestamos atención a este pequeño mundo de casas sin problemas económicos e introspecciones conseguidas desde la ironía. El resto es dejarse llevar por la diversión y las manipulaciones a veces ingeniosas de esta criatura monstruosa detrás de una apariencia elegante.
Celosa se llama, simplemente, esta comedia francesa en su título original. Que refiere al estado de Nathalie (Karin Viard), a borde de un ataque de nervios, por decirlo en términos almodovarianos. Su ex está con otra, la menopausia golpea a la puerta, una profesora nueva es una competencia terrible y hasta su propia, bailarina clásica, le provoca los sentimientos menos generosos y afectivos. Porque es linda, porque le va bien. Con un muy buen trabajo de Viard como mujer en crisis, Algo celosa se atreve a proponer un personaje odioso como centro de un film en el que el humor nace muchas veces del mal humor.
David Foenkinos es uno de los escritores más sutiles y divertidos de Francia. Lo demostró principalmente en las novelas “Estoy mucho mejor”, “La biblioteca de los libros rechazados” y en “La delicadeza”, que fue la primera vez que llevó su texto al cine junto a su hermano Stéphane. “Algo celosa” es la segunda apuesta de esta dupla, pero esta vez fueron mucho más allá con el humor ácido y corrosivo que destila David en algunos de sus libros y es uno de los aciertos de la película. Nathalie (la sobresaliente Karin Viard) es una mujer divorciada que atraviesa algunos problemas personales. No encuentra un amor en su vida mientras su ex está felizmente en pareja con alguien más joven y con menos luces; no resuelve cómo acomodarse ante el inexorable paso del tiempo y, como si fuera poco, su hija de 18 años está enamorada y ya la sacó del centro de la escena. Encima, en donde más fuerte estaba, que era en el plano profesional como profesora de francés, una joven nueva docente le mueve el tablero con propuestas alternativas. Lo que viene era de esperar: Nathalie explota y sus esquirlas salpican hacia zonas impensadas. Aquí está lo más risueño del filme, que tiene diálogos logrados en una comedia que hace reír y pensar.
No podemos dejar de considerar que David Foenkinos es un escritor de pluma consagrada en la literatura francesa contemporánea. No voy a mentir pues no había leído nada de su autoría, y este filme me llevó de las narices a esos mundos de personajes, conflictos y enredos vinculares que con un trazo de humor elegante definen esos mundos que narra de maravilla. El guion de Algo celosa es la clave de casi todos los hallazgos de esta comedia madura, una creación original sin novelas previas de los hermanos Foenkinos, pero aclaremos que Stephane está más imbuido en el mundo del cine como director de casting en decenas de filmes, guionista de otras producciones y hasta realizador de La delicadeza película en la que realiza una transposición de la novela de su hermano David. Si la historia toma como excusa la vida de una mujer llamada Nathalie en ese plot de los 50 años de vida, donde tiene una profesión ya estable, una hija en plena emancipación y hasta la chance de encontrar un nuevo amor , pero… todo eso no alcanza para acallar al monstruo que crece en su inconsciente, ese fantasma que a la mitad de la vida vuelve con toda la furia a tomar posesión de todo lo que ha construido pero con lo que ya no sabe qué hacer. Está perdida en la bruma y la realidad se le esfuma en semejante confusión, solo puede ver la vida como si fuera un Quijote enloquecido con los molinos de viento girando en su contra, y como la metáfora nos refiere, creemos que allí están los gigantes que ganarán la batalla final, aunque solo sean unos pobres molinos de madera en el medio de la nada misma. La curva de Nathalie continúa en su escalada de sinsentidos y decisiones con consecuencias problemáticas, todas funcionales a la lógica de su propia neurosis, esto se hace patente en una escena del inicio del filme donde monta un escándalo nacional ya que se cree convencida de que el hombre que ha venido a conocerla y cenar a su casa ha posado los ojos en su joven hija. Entonces segura de ese espejismo siente que el deseo queda fuera de sí y la vergüenza y la furia la envuelven en una nube de certezas falsas. Todo culmina en transformar a su hija y a este candidato en dos enemigos indiscutibles. Ese es el primer paso a la creciente sensación sin límites de que el mundo ya no la elige, de que todo lo que otros viven atenta contra su integridad y aún cuando cae en la cuenta de que no todo es tan así como ella cree, no encuentra una respuesta a esa afirmación que la aterroriza y la enloquece a la vez. La menopausia no es suficiente explicación, la juventud que se ha ido ya no alcanza como excusa para la insatisfacción, algo innombrable y abominable la ha enceguecido. Algo tan humano y tan miserable que no hay forma de no nos veamos reflejados en su patético espejo deformado. Luego de un derrotero tremendo de desaciertos y desbordes, otro incidente perturbador con su hija pone final a esta carrera imaginaria, nuevamente la figura de la hija y ese vínculo abren y cierran la curva del fantasma sin límites. Chau monólogo interior desenfrenado, chau soliloquio fantasmático, es ella con su hija de carne y hueso lo que cancelan su traumática lucha Quijotesca. Finalmente, y el espectador agradecido, llega la hora de ordenar el mundo que se ha roto para volver a empezar una vida mucho más real. Karin Viard en el rol de Nathalie es junto con el solvente guion la otra cara de la misma moneda de aciertos. Con la vitalidad que Viard irradia se pone el filme al hombro y se apropia del personaje. Sin ella y su capacidad histriónica entre aterradora y encantadora no habría manera de que este viaje cinematográfico se cristalizara de una forma tangible, emocional y creíble. Un texto maduro e inteligente para reírnos de la desgracia. Tal vez encontramos algunos desaciertos al final que no son de lo más loables, con frases explicativas por demás o monólogos del tipo salvavidas, pero más allá de esos matices menos brillantes el relato hace honor y con humor a esa relación tan compleja que tenemos los seres humanos con nuestro fantasmático mundo interior. Sin dramones de pañuelos, los Foenkinos nos recuerdan que la vida nos sigue esperando allá… tan solo detrás de la puerta. Por Victoria Leven @LevenVictoria