Realmente es una pena que no se hayan tomado un tiempo para realizar un buen guión. Las anteriores películas me habían hecho pasar un buen rato y tenían abundantes situaciones divertidas, pero en ésta no pasa nada de nada. De todas formas los chiquitos la van a pasar muy bien ya que las ardillas están prácticamente el 90% del tiempo en pantalla y ....
Ardillas náufragas Los personajes aplaudidos por el público infantil vuelven por tercera vez en este relato que combina acción en vivo y animación, además de los números musicales que los hicieron famosos. Alvin, sus compañeros y las Chipettes se embarcan en un lujoso crucero para participar de un Festival Musical, pero las cosas no salen como se esperaban y terminan como náufragos en una isla abandonada. Con este esquema, Alvin y las ardillas 3 repite la fórmula de las dos anteriores (un representante que las quiere y necesita y a quien le complican permanentemente la vida) y agrega un tono de aventura con referencias a Náufrago, de Robert Zemeckis. Una picadura que cambia el comportamiento de uno de los personajes, un tesoro oculto en la isla y la presencia de una joven que ha quedado varada desde hace años en el remoto paraje, son algunos de los condimentos que entrega este tercer eslabón. Los más chicos seguramente la disfrutarán y pasarán noventa minutos entre pasos de salsa, volcanes en erupción y rostros angelicales. No mucho más que eso y una correcta amalgama entre actores y animación.
La tercera ¿es la vencida? Al parecer los films infantiles de animación no se cansan de las sagas. Si un año fue rendidor para una película, pues ¿por qué no continuarlo? Las ardillitas también entendieron la lección número uno de los grandes estudios y volvieron por más. ¿O por menos? Esa decisión la tiene lógicamente el público, específicamente el infantil. Aunque, si el film logra entretener –y recaudar- a pesar de sus ya hartos conocidos posibles sucesos (ardillas en problemas de los cuales deberán salir airosas no sin antes pasar por ritmos varios cantando y bailando), la saga puede continuar ad infinitum. Dave decide ir con Alvin y las otras cinco ardillas a un crucero, su destino final es ir a recibir los Premios Internacionales de Música. Pero Alvin parece no entender ninguna recomendación de Dave cuando este le llama la atención por su conducta. Con sus travesuras termina enredando a las demás ardillas, y tras un infructuoso paseo en barrilete, acaban todas perdidas en una isla del océano. Al ir en su búsqueda, también Dave termina perdido allí. No estará sólo sino con Ian, aquel desalmado productor que maltrató a las Chippette y del cual se desconocen sus verdaderas intenciones. Cada ardillita sacará lo mejor de sí para sobrevivir, obviamente lo harán con mucha música y diversión. Como pasaba en las anteriores, gran parte del entretenimiento se la otorga la viveza, el carisma y las locuras de Alvin. Sin embargo lo que busca inicialmente el film es conseguir la identificación de los niños con las simpáticas ardillas. De alguna manera, la interacción con la raza humana está puesta al servicio de dicho sentimiento. La desobediencia al adulto, las continuas travesuras con los amigos, el temor a estar perdidos y no ser encontrados, son todas situaciones que intentan reflejar parte del mundo infantil y aquí es donde la película consigue llegar a su público más deseado. Porque más allá de algunos guiños a films como Náufrago (Cast Away, 2000), Alvin y las ardillas 3 (Alvin and the Chipmunks: Chip-Wrecked, 2011) está pensada para movilizar a los más pequeños y robarle quizás alguna mueca a los más grandes. Un párrafo aparte merece la música. Los animales de las producciones infantiles con dotes artísticas ya parece ser un clásico. La recientemente estrenada Happy Feet 2: El pingüino (2011), mantiene a los pingüinos al ritmo del tap dance llueva o truene, como también las ardillas no pierden las ganas de cantar aunque el mundo se caiga abajo. La música con su aura mágica para mejorar los malos momentos es un cliché –efectivo, claro está- de más de un film y no sólo infantil. Y no se puede negar que cuando la impronta musical es de calidad y moderna, el film gana algunos puntos y este film no es la excepción. Lo que sí resta, sin embargo, es el abuso de ciertos recursos y ver por tercera vez a las ardillas haciendo lo mismo empieza a resultar un poco tedioso. Los productores de esta clase de sagas apuestan seguramente a la renovación del público. Posiblemente muchos niños desconozcan la parte 1 y la 2 y por eso la novedad no es una cualidad ausente en este film. La repetición en sí no es condenable. Pero cuando se convierte en Ley y no en la excepción entonces se entra en una vorágine un tanto viciosa que tiende a menospreciar a un público ávido de historias y completamente abierto a la imaginación y a mundos nuevos. Eso es lo que muchos productores deberían aprovechar, en lugar de aprovecharse.
No es que diga que yo soy especialista en cine infantil. Pero, siempre digo, que al menos en esta etapa de mi vida, por tener una hija pequeña, veo varias veces películas que a muchos de ustedes (adultos) jamás se les cruzaría por la cabeza ver siquiera una vez. En muchos casos, Shrek, Toy Story y muchas otras, las disfruto. Me familiarizo con ellas. Las absorbo (!!)... Eso mismo me pasó con la franquicia "Alvin y las ardillas" (no me envidien). Las anteriores las tengo en DVD y mi hija cada tanto me tortura con que la acompañe a verlas. O sea, que su universo, me es bastante familiar. Y ya les digo, me cuesta encontrarle algún costado atractivo para el público más grande. Excepto el humor en sus cuadros musicales y la cuidada animación, el resto es demasiado infantil y pensado y ejecutado, rudimentariamente. Para quienes no las conocen, este grupete tiene su historia... Hace muchos años, David Seville armó un grupo muy particular (The Chipmunks) integrado por tres ardillas y usando marionetas para corporizarlas, se presentaba con éxito en distintos shows televisivos (en Ed Sullivan!), grababan discos, sonaban fuerte en las radios...y llegaron a la tevé y al cine, tiempo más tarde, para en 2007 cobrar vida en la forma que conocemos actualmente. Claro, su fuerte era la música. Ahora, en 2012, llega la tercera entrega de sus aventuras, que ofrece, más de lo mismo. Quizás un poco menos, porque hay pocas canciones en comparación con las anteriores! Cuando una franquicia genera ganancias por más de 300 millones de dólares, ustedes arriesgarían algo nuevo? Si yo las produjera, siendo sincero, no cambiaría mucho. Si algo funciona, da para modificarlo? Esa es la idea que predominó a la hora de pensar el guión y no hay en "Alvin and the Chipmunks 3" nada que me haga pensar porqué recomendarsela, sinceramente. Ahora detrás de las cámaras está el responsable de la flojita "Shrek forever after", Mike Mitchell quien llegó para aportar lo poco que sabemos puede aportar, estirar una saga prolongando historias agotadas... El hombre que comanda el grupo, Dave (Jason Lee, a quien le augurabamos un futuro mejor), decide irse de crucero. Y se lleva a la banda completa: chipmunks y chipettes, con los ya veteranos (en la versión con subtítulos) Alvin (Justin Long), Simon (Matthew Gray Gubler), Theodore (Jesse McCartney), Brittany (Christina Applegate), Jeanette (Anna Faris) y Eleanor (Amy Poehler). Nada fuera de lo común pero, un imprevisto sucede y la banda termina en una isla desierta. Bueno, no se si podemos decir solitaria...(cualquier comparación con "Lost", de JJ Abrams no es pura coincidencia), les diría que hay bastante más movimiento que cualquier noche de sábado en una ciudad populosa. Hay un villano clásico (por lo mediocre y desdibujado), Ian (David Cross) que hace muchas bromas sin gracia y alguna presencia misteriosa, pero no mucho más. Música y baile. Bromas hacia el mundo de la industria. Listo. Sólo entiendo que vayan, si hay pequeños en la familia y ellos los empujan en la boletería a verla. De lo contrario, es de las películas infantiles que si pueden evitar, mejor.
Todavía me acuerdo la primera vez que escuché a Alvin. Fue en 1985 cuando en Rocky IV, Balboa jugaba al ajedrez con el entrenador de Apollo. O sea, Stallone (con la inteligencia que él mismo dotó a su personaje) jugando al ajedrez, en Rusia y escuchando un villancico cantado por las ardillitas. No me diga que no es bizarro...
A pesar de todos los contratiempos que suelen acarrearle sus travesuras, Dave ha planeado una temporada de vacaciones con Alvin y las ardillas y se las lleva consigo en un lujoso crucero. Los motivos de su conducta son inciertos, aunque está claro que la franquicia tan largamente explotada en televisión y cine sigue siendo rendidora gracias a la fidelidad de los más chicos y no hay por qué abandonarla. Es una lástima que sus responsables no se hayan esforzado un poco más para proponerle a un público tan devoto un producto algo más elaborado, por lo menos en términos de guión. Ya se sabe que las pillerías del incontenible Alvin no van a conducir a nada bueno, y aquí sucede lo mismo: empiezan aun antes de que el grupo canoro haya logrado embarcarse en el imponente navío y no se interrumpen salvo para los consabidos números musicales que se amontonarán en la primera parte y concluirán casi al mismo tiempo que el film mismo con un espectacular show en un festival internacional. Pero para llegar a eso, los viajeros (a los que se añade el "villano" ex representante de los artistas, en este caso con el aspecto de un pelícano gordinflón) pasarán por algunas aventuras inesperadas, la mayoría de las cuales tendrán por escenario una isla desierta (o casi: porque en ella habita una enloquecida cazafortunas). Cómo van a parar ahí (divididos en dos grupos: por un lado, las ardillas; por otro, Dave y su eterno rival) y qué hacen para escapar de la furia de un volcán que seguramente entra en erupción sólo para ahuyentar visitantes molestos es lo que narra la escueta historia (de algún modo hay que llamarla). Hay bastante vértigo, poco humor, imaginación escasa: este tercer capítulo no pasará a la historia del entretenimiento infantil, pero los más chicos la siguen con atención.
La miserable excusa del género infantil Esta desventura comenzó un día por la mañana en la que, con gran entusiasmo, conté a mi hija de 7 años que iríamos al cine a ver Alvin y las ardillas 3. Su respuesta me dejó helado: “-No quiero, vi la propaganda en la tele, y no me gustó”. Este fue el primer indicio de que las cosas no irían por los canales correctos. Sin embargo, y con gran decisión me dirigí al cine. En la puerta de entrada a la sala, una imagen aterradora: un/a pobre empleado/a vestido de enorme ardilla que, agazapado esperaría hasta el final del film para su estelar aparición. No voy a mentirles, las cosas no pintaban bien. La sala estaba repleta de colegas y de niños; había en el ambiente un olor a pochocho y exceso de Coca Cola que se entremezlaba de un modo grotesco. De repente se apagaron las luces y la pesadilla comenzó: Las ardillas y su representante se embarcan en un crucero de lujo con el objeto de asistir a la entrega de premios internacionales de música y al mismo tiempo pasar unas apacibles vacaciones familiares. Sin embargo las travesuras de Alvin los llevará a naufragar a una isla desierta. El relato presenta una serie de personajes (animados y humanos) groseramente diseñados, sosos, estúpidos y aburridos; situaciones narrativamente gratuitas e inverosímiles (la conversión de los supuestos villanos), gags de un nivel de estupidez insultante. El film lo tiene todo. Si las bondades de un producto delatan la concepción que el productor tiene del consumidor, evidentemente el departamento de películas infantiles de la Fox piensa que los niños son estúpidos y carecen de criterio estético. Es cierto que todavía existe en algunas personas el miserable prejuicio de que las películas para niños no tienen porqué ser productos de calidad. Hace algunos años se decía, “bueno, es una película para niños, qué esperabas”. Algo semejante ocurre con el concepto de la alimentación para los niños: la buena comida, la más cara y elaborada no es para ellos, ellos se conforman con papas fritas, hamburguesas y salchichas, ¿para qué gastar en ellos el alimento costoso? Pienso que este preconcepto no sólo es insostenible, sino antipedagógico y peligroso. De hecho, forma parte de una concepción más amplia, aquella que sostiene que si el destinatario es un público de clase no instruida (pobre, o de clase marginal) no es necesario que el producto que consumen sea de calidad, pues no sabrían valorarlo. Contrariamente, yo pienso que la instrucción cinematográfica del niño, como de cualquier sujeto de cualquiera edad, se consigue precisamente ofreciéndoles materiales de calidad. Ah, me olvidaba… al salir, el empleado disfrazado de ardilla me obsequió un set de lápiz, sacapuntas y regla. A mi hija le gustó.
Ardillas clásicas y buen entretenimiento A los adultos acompañantes de los chicos ya no hay que explicarles de qué la van estos pequeños roedores cantarines, franquicia moderna de aquellos viejos personajes de voz chillona que hasta animaron, entre otras cosas, una ginebra local. En esta nueva secuela de «Alvin y las ardillas», que pese al «3» del título no hay, curiosamente, una letra «D» detrás (y por cierto que serena a veces no andar calzándose esos lentes un poco ridículos, y dejar el cine sin ser sospechado de llevárselos), la acción se abre al exterior, un crucero de lujo, el océano, y a la aventura tradicional, una isla desierta, un tesoro oculto, una Robinson maligna y muy digna de ver y apreciar (Jenny Slate, modesto consuelo para esos adultos varones acompañantes). El resto de los protagonistas son también bien conocidos: el productor bueno, Dave (Jason Lee), el rival «loser», Ian, ahora convertido en un pelícano-humano (David Cross), y por supuesto las ardillas protagonistas, o «chipmunks». Los guionistas de esta tercera parte, así, optaron por cargar con las ardillas, cuyas peripecias ya estaban agotadas en la gran ciudad y entre empresarios discográficos rivales, y llevarlas al territorio de Stevenson y de Defoe, quizá mucho menos conocido por el público natural de la película. Esa exploración de lo más clásico también está acentuada por una producción modesta que, en su habitual mezcla de acción real y animación, no abusa ni de efectos especiales ni de recursos espectaculares, comenzando, como se dijo, por evitar el 3D, decisión infrecuente hoy en Hollywood en el cine de animación. La película, para los más chicos, funciona perfectamente. La simpleza de su historia, la buena definición del conflicto y la claridad de relato (al contrario, por ejemplo, de ejemplos recientes como «Happy Feet 2») la vuelven en consecuencia una buena opción para las vacaciones. Tal como hizo Disney en «La princesa y el sapo», esta nueva entrega de las ardillas prueba que sin parafernalia técnica, y sobre todo sin un humor que haga guiños permanentes o al mundo adulto, del cine o de los medios, se puede construir un sólido producto de entretenimiento.
La isla del tesoro Las cantantes se pierden de vacaciones. Si usted está leyendo esta crítica es porque tiene hijos, nietos, sobrinos o primitos que ya le pidieron que los lleve a ver esta película, o por suerte mantiene el alma de un niño a la hora de elegir una salida al cine. Si es de los primeros, probablemente le hayan contado (o haya visto alguna de las aventuras anteriores) acerca de estas ardillitas parlantes. Si es de los segundos no hace falta que le cuenten nada, porque la trama es lo de menos. Es que Alvin y las ardillas está estructurada -salvando las diferencias- de manera similar a los dos tanques que se estrenan también hoy, la nueva Misión: Imposible y Las aventuras de Tintín : son escenas concatenadas que tienen, por sí mismas, su propio valor y atracción, sean de acción o de comedia, en el caso centradas en las piruetas de las ardillitas. Dave (Jason Lee, que sigue incólume en la saga cada dos años) se va de vacaciones, con las ardillitas varones cantores y las ardillitas hembras que se sumaron en la secuela. Todos se suben a un crucero, pero allí Ian, el empresario discográfico que es más malo que Berlusconi, arruinado por culpa de Dave, se gana la vida entreteniendo pasajeros disfrazado de pelícano. Como Alvin no puede parar de hacer de las suyas -o sea, meterse él y a los otros en problemas-, todos terminan en el océano. Pero como se ve que a nadie le importaba demasiado Dave, las seis ardillitas o el pelícano humano, no les tiran ni un salvavidas, y todos van a parar, por separado, a una isla. Que estaría desierta, pero no. Y en la que -que no se enteren los chicos- hay un viejo tesoro en una gruta. Al mando de la película está Mike Mitchell, que supo ir de Gigoló por accidente , típico filme para lucimiento excluyente de un protagonista, el comediante Rob Schneider, hasta ponerse sobre los hombros Shrek para siempre , la última aventura del ogro verde. Y ante el consabido prejuicio de a ver qué hicieron ahora con las ardillitas cantantes , habrá que sincerarse y decir que el producto no está mal, no bastardea ni nivela para abajo, que tiene los resortes habituales para que los más pequeños se rían y diviertan. Además de las canciones ardillescas y algún que otro guiño para que usted no se duerma.
Entre cruceros y un naufragio Sabemos que las ardillas son roedores, que algunas vuelan, que otras tienen cola tupida, pero eso sí, ninguna canta ni baila. Virtud que caracteriza a las célebres creaciones de Ross Bagdasarian, que comenzaron como marionetas hace más de cincuenta años, también eran ardillas y luego se transformaron en dibujos animado y tiras cómicas, haciendo famosas sus canciones y ganando varios Grammys. Ya iniciada su carrera cinematográfica hace un tiempo los ya conocidos Alvin, Theodore y Simon, divierten con sus aventuras, ya sea enloqueciendo a su "padre y descubridor" Dave, o poniendo un crucero patas arriba como en este caso. TESORO PERDIDO "Alvin y las ardillas 3" presenta nuevamente al rebelde Alvin, el racional Simon y el dulce y robusto Theodore que parten con su protector para una gira de trabajo y enloquecen a tripulantes y capitanes, hasta caer al mar en una travesura de Alvin, que desea tener una buena panorámica y se escapa en barrilete a las alturas, siendo seguido por sus amigos. La película propone una agradable historia para los más chicos, sin ninguna innovación temática, con sus conocidas canciones, que sobresale en la primera parte cuando divierten con sus aventuras en el crucero y tienen a mal traer a su "padre" y al capitán; pero decae en la segunda parte, cuando, como náufragos, deben sobrevivir en una isla desierta. La presencia ambigua de una misteriosa mujer (Jenny Slate, la actriz de "Saturday Night Live") y un tesoro perdido, completan el paisaje isleño. Con una historia en la isla un poco traída de los pelos, el filme, que mezcla dibujos animados y actores en vivo es impecable técnicamente. Tiene buen ritmo y le sobran algunos minutos, aunque la atractiva presencia de los roedores y sus bailes logran distraer a los más chiquitos.
Esta tercera parte de Alvin es la mejor de todas las hechas hasta el momento. Esto lo digo después de haberme fumado las otras dos en varias ocasiones por mi hija recientemente. Acá los personajes están de lleno y sin vueltas. No hay cosas tortuosas de contratos y de personajes malos. Acá son todos medio loquitos y los chicos la disfrutan de lleno. Para los padres han mechado varios chistes con referencias cinéfilas y están bien puestos. Dura lo justo, no aburre, los chicos no se distraen y la familia sea rie en distintas partes. Es una película familiar en todo su concepto y es lo que uno espera en una salida de cine de verano. Buen producto.
VideoComentario (ver link).
Mucho ruido y ricas nueces Alguien en la red escribió dos cosas muy acertadas sobre esta película. Una -y esto alcanza a las dos anteriores producciones de la saga-, que su estilo se parece al de los tradicionales cartoons (series de dibujos animados, aquí en Argentina) de las décadas de 1960, 1970 y 1980. Es verdad. Al transformarse aquellas tiras con el paso de los años, uno de los cambios fue que dejaron de ser conjuntos de episodios, para convertirse en historias contadas con imágenes (y computadoras), pero trabajadas a la manera de los cuentos o las novelas. Podemos notar esa variación en Buscando a Nemo, La era del hielo, Toy story, o Kung Fu Panda, en las que incluso los temas (el amor de padres a hijos, la amistad, el valor) se corresponden más a los de la literatura que a los de la niñez más ingenua de hace tres o cuatro décadas atrás. El segundo apunte extraído es que a Alvin y las ardillas 3 le falta un poco de corazón. También es un poco cierto. Pero el enorme contrapeso es que su desarrollo está fogoneado por abundantes chascarrillos, números musicales, la simpatía de los personajes y las ocurrencias de los guionistas, que terminan siendo lo más importante para pasar bien el rato. La aventura comienza al pie de un crucero donde Dave, Alvin y sus amigos aguardan para comenzar a disfrutar de unas vacaciones. Claro que las traviesas ardillas no consiguen cuidar su conducta encima de la nave, y allí comienzan los dolores de cabeza para su dueño, los cuales definitivamente empeoran cuando los roedores son izados por un barrilete y van a parar a una isla salvaje y fantástica, borrada de los mapas, donde la selva los sofoca, peligrosas criaturas los acosan, y un volcán amenaza con asarlos en su lava.
Ardillas a la parrilla Llama la atención que habiendo tenido dos entregas anteriores relativamente dignas dentro de lo que se espera de este género, los productores hayan tenido la necesidad de hacer naufragar -en sentido figurado y literalmente- a estas simpáticas ardillas. Y lo han hecho en el peor de los sentidos, forzando con esta tercera entrega, un producto completamente alejado del espíritu del cartoon original y de las ediciones anteriores y que se encuentra absurdamente fuera de las expectativas que generan estas pequeñas estrellas del pop americano. La excusa para traerlas una vez más a la pantalla grande, que tampoco queda del todo clara, arranca con estas simpáticas ardillas disfrutando de sus vacaciones a bordo de un crucero de lujo que nos remite directamente a "El crucero del amor". Ya desde las escenas iniciales Alvin está con muchas ganas de hacer travesuras y merced a una de ellas terminan todos como náufragos en una solitaria isla que entre otras sorpresas, esconderá un tesoro. El guión ya desde esta primera parte en el crucero, es completamente deshilvanado y apenas entreteje algunas escenas en forma de "sketches" que no guardan demasiada coherencia entre sí, que presentan una narración episódica y con pequeñas ideas que no logran una cohesión en ningún momento. Además de esto, pasadas las escenas inciales del crucero, se borra completamente el espíritu de comedia que suele rodear a las ardillas para pasar con una ruptura bastante fuerte, a una historia que tiene mayores condimentos de película de acción y de aventuras... algo quizás, un poco inesperado para estos personajes. El guión incluso, presenta ciertos guiños que difícilmente el público más menudo pueda captar, con "homenajes" a películas como "Náufrago" con Tom Hanks y su inseparable compañero Wilson, "Indiana Jones" en su primera entrega y la típica escena de la bola persiguiendo al protagonista y hasta con un toque de la serie "Lost" con los náufragos varados en la isla y un toque de escenarios selváticos. Nada tiene demasiada coherencia, nada tiene demasiada gracia y aunque las que salvan las papas del fuego son las simpáticas ardillas, lamentablemente la cuota de humor esperado faltó completamente a la cita y el director Mike Mitchell (quien también fue director de "Shrek para siempre" "Gigolo por accidente" y "Superescuela de Héroes") no encuentra el camino para conducir a estas ardillas con su propia impronta y guardando fidelidad al espíritu "ardilleril". Jason Lee ya hasta parece demasiado maduro para este papel completamente insulso y sólo la película gana un poco de ritmo en el clip final donde realmente las ardillas explotan lo que más saben hacer: un par de covers de los que el público menudo está esperando para abandonar la sala con un poco de ritmo. Justamente el ritmo que vino faltando durante todo el resto de la película...
“Alvin y las ardillas” tuvo su origen en un grupo musical de marionetas formado en 1958 por Dave Seville, que era el seudónimo que usaba el padre de Ross Bagdasarian. Las ardillas llevan los mismos nombres de los ejecutivos de la compañía para la que se grabaron los primeros temas musicales paralelamente a las presentaciones del conjunto en el famoso programa televisivo de Ed Sullivan, que por décadas lideró los rankings de audiencia en los EE.UU. Como particularidad creativa para diferenciar al grupo a Dave Seville se le ocurrió utilizar la técnica de modificar la velocidad del sonido de las grabaciones para que las voces se escucharan con un registro muy agudo y rápido que no permite entender claramente las palabras. Todos los estudios de dibujos animados tomaron posteriormente la idea de Seville y en la actualidad esos sonidos distorsionados son las voces características de cualquier ardilla que aparezca en pantalla. Luego de pasar por la televisión como dibujos animados “Alvin y las ardillas” llegaron al cine, primero en películas de animación y 50 años después de su creación en grandes producciones con interrelación de actores con dibujos generados por computadora, y el éxito obtenido por las dos primeras películas (2007 y 2009) dio lugar a la tercera entrega de la franquicia. Sinopsis Dave aborda junto con las ardillas Alvin, Simon y Theodore acompañados por Las Chipettes un crucero de lujo en el que viajarán disfrutando de unas vacaciones, y cuando arriben al puerto de destino asistirán a la entrega de los premios anuales a la producción musical. Alvin no tarda en hacer travesuras a bordo que crispan los nervios de Dave quien se ha reencontrado con Ian Hawke, su enemigo, que ahora trabaja entreteniendo a los niños que viajan en el barco disfrazado de pelícano. Todo se complica cuando todas las ardillas salen “volando” del barco y Dave con Ian, en un intento por rescatarlas, caen al agua. Finalmente todos llegan a una isla misteriosa donde vivirán insólitas aventuras mientras tratan de que algún barco o avión los rescate. Análisis y comentario Como sucedió con las dos primeras producciones, la tercera entrega parodia al mundo de la música comercial con respecto a los grupos de cantantes que se forman para impactar en el público joven, los que son aprovechados por inescrupulosos managers que luego los descartan ante la aparición de otra banda “más novedosa”. En esta saga las ardillas tienen la suerte de contar con el bueno de Dave, que si bien las necesita comercialmente, las ama como si fuesen sus propios hijos. La película apunta al público preadolescente con una banda de sonido que incluye los últimos hits de los Top musicales de todo el mundo, con claras referencias a superestrellas de la música como Lady Gaga y la serie de televisión “Glee”. Las ardillas, con sus voces estridentes, son cantantes de éxito y por lo tanto en el desarrollo de la narración hay muchos cuadros musicales que, curiosamente, están sólo bosquejados y en su mayoría quedan truncos, tal como sucede con los hits en los formatos radiales, para dar lugar a la continuidad de la historia, aunque ésta no es muy sólida. La trama deambula entre varias ideas pero no se afirma en ninguna. El guión está más dedicado a hacer referencias temáticas a la película “Naúfrago” (Robert Zemeckis, 2000) y a la exitosa serie televisiva “Lost” (2004 a 2010). Como los niños, generalmente, van al cine acompañados por adultos, seguramente para éstos últimos se debe haber referenciado al filme con esos dos recursos. Jason Lee como Dave Seville y David Cross como Ian Hawke ya tienen armados completamente a sus personajes, a los que han dotado de características un poco estereotipadas pero efectivas al no caer en la sobreactuación. Como se mencionó, el target de espectadores al que se apunta es el preadolescente que escucha y baila los éxitos del pop y el reaggaton pero aún disfruta de los dibujos animados con historias infantiles que les permitan identificarse en las travesuras con amigos que son casi desobediencia a los adultos. De todas maneras, como toda la película tiene un ritmo muy ágil y las canciones son muy conocidas y pegadizas los niños a partir de los cinco años también disfrutan de la cándida historia que se intenta contar. (Carlos Herrera).
Tres son multitud... Alvin y las Ardillas 3 es una gran alerta a la franquicia de estos roedores parlantes que quizás se deba tomar un largo descanso para volver al ruedo con algo un poco más innovador y entretenido. Es lo mismo de las 2 entregas anteriores... las ardillitas son tiernas, algunas son divertidas y se meten en problemas que están diseñados especialmente para demostrar los efectos visuales que son accionados. Toman elementos del personaje Buck de "La Era del Hielo 3", un poco de "Lost" satirizado y algo de "El Náufrago" para entregar este híbrido que no logra superar a sus 2 predecesoras. Por momentos (muy pocos) entretiene, pero apenas pasan 2 minutos de la escena uno recapacita y se da cuenta que está ante una producción de baja calidad, no en lo visual por supuesto, sino en lo que se refiere a la trama. Este año se han estrenado películas increíbles para los más chicos, con efectos visuales fabulosos, tramas realmente divertidas e interesantes, por lo que ya no basta con poner ardillas tiernas a bailar y decir gansadas... la competencia es mucha y de muy buena calidad como para salir impunes de esta puesta. Se convocó a varias estrellas de Hollywood que sólo aportan el nombre ya que en el efecto sonoro característico de las ardillitas se pierde la personalidad de cada una. No digo que le cambien las voces a los personajes, pero al menos que se aviven y dejen de gastar tanto dinero en actores y actrices que podrían ser reemplazados sin que nadie se de cuenta. El producto evidentemente funciona, los niños disfrutan ver al trío de ardillas haciendo de las suyas, pero usando el ojo crítico, no hay nada magnífico que pueda aportar este film y entre tanta oferta animada, Alvin 3 queda muy por detrás de su competencia. Sinceramente espero que este fracaso signifique el largo descanso de la franquicia.
En esta tercera entrega de las nuevas aventuras de Alvin y sus amigos, las vacaciones a bordo de un crucero de lujo no serán tan perfectas como se veían en los folletos de la agencia de viajes. Un barrilete y mucha mala suerte llevarán a las seis pequeñas ardillas hasta una isla aparentemente desierta. En plan de rescate, los seguirán Dave y su ex manager ahora devenido en mascota del crucero. Un volcán a punto de erupcionar, una inestable naufraga con problemas psicológicos y un tesoro invaluable escondido en las entrañas de una cascada serán parte de estas vacaciones para nada distendidas. Más allá de agotar la fórmula que consagró esta nueva etapa de Alvin hace ya un par de años, el gran defecto de “Alvin y las ardillas 3” es subestimar a su público y entregar poco más que un borrador de lo que la historia debería haber sido. Poco ingenio, menos humor y escasas sorpresas. No obstante, Jason Lee está allí para enternecernos en su rol de “padre” de las ardillas y la selección musical, con la mayoría de los últimos hits pop que arrasaron en los rankings, es sencillamente ideal.
Ya van por la tercera y piensan seguir. Con aventuras en una isla, con bromas a “Náufrago”, un transatlántico y las canciones que todos esperan, la receta funciona para un público de chiquitos absolutamente fiel.
Las caóticas pero adorables ardillitas cantantes Alvin (voz de Justin Long), Teodoro (voz de Matthew Gray Gubler) y Simon (voz de Jesse McCartney), regresan a la gran pantalla en esta tercera entrega basada en los exitosos personajes creados por Ross Bagdasarian y que han estado deleitando a las audiencias de todo el mundo durante más de 50 años con su singular voz de helio, producto de una técnica de grabación simple pero efectiva. En esta oportunidad, el travieso trío se encuentra de vacaciones a bordo de un lujoso crucero con el que también se dirigen a los Premios Internacionales de la Música donde se presentarán junto a las Arditas Eleanor (Amy Poehler), Jeanette (Anna Faris) y Brittany (Christina Applegate), que aparecieron en la segunda parte de la franquicia. Pese a haberle prometido a Dave (Jason Lee repite su papel como su "padre" y manager) comportarse como se debe, Alvin (que reclama un poco de independencia) no puede resistirse a causar estragos en la embarcación, ya que toma la cubierta como si fuera su patio de recreo personal. Tanta irresponsabilidad por parte de Alvin que sus travesuras lo llevan a él, a Simón, a Teodoro y a sus contrapartes femeninas a naufragar en una isla remota. Una vez que todos tratan de encontrar una manera de regresar a casa, descubren accidentalmente que el nuevo territorio al que han llegado no está tan abandonado como parece. Acompañada por una música ardillesca que incluye clásicos como "Vacation" (originalmente inmortalizada por The Go-Go’s) hasta éxitos actuales como "S.O.S." (hecha famosa por Rihanna) y "Bad Romance" de Lady Gaga, "Alvin y las Ardillas 3" -film que vuelve a combinar animación con acción en vivo- presenta una historia sencilla que no deja de ser entretenida... ¿qué más se le puede pedir? Dirigida por el actor y escritor Mike Mitchell ("Shrek Para Siempre"), cuenta con la participación de David Cross, quien nuevamente encarna a una especie de villano, un ejecutivo de la industria discográfica que tiempo atrás quizo esclavizar a las ardillas para sacar provecho de su éxito.