Ánimo, Buenos Aires! La película va a las 11.00 de la noche de un miércoles, única función. Sala colmada. El director del BAFICI la presenta en voz extremadamente baja y dice mal el nombre de la directora, que por otra parte no está presente, ni ella ni Caloi, el inspirador del film. Habla entonces un señor que presumimos de la producción; Karla, que también es del equipo; la productora española que dice que es la película más buena que ha visto y Gustavo Mozzi, el autor y conductor de gran parte de la música que se escucha en este largo. Mucha y muy buena la música. Así son los dibujos animados en la Argentina. Medio marginales o marginales del todo. Medio en el límite de invisibilidad. Pero se esperaba éste con la expectativa de que no fuera así. Y no lo es. Vamos entonces a la presentación, a cargo de una parejita en simulado stencil que recorre las paredes porteñas. Simpático, no demasiado original, pero con algunos buenos efectos cómicos. La dirigieron Juan Pablo Zaramella y Mario Rulloni. Vamos entonces a las partes de este convoy: Meado por los perros, a cargo de los Faivre Bros es de los trabajos animados frecuentes en los últimos años, que combina fotos, minidecorados fotografiados y photoshop para pergeñar en este caso seres pantagruélicos. Podríamos decir que se trata de un trabajo 2 D a pesar suyo, que se empeña en el humor y por momentos alcanza cierta poética (una metamorfosis de la sombra de la carne picada producida por el carnicero protagonista se vuelve fileteado porteño). Después, cultiva el enfrentamiento “lo tradicional-el progreso” que termina con un cárnico final feliz, tal vez lo más logrado en cuanto a efecto. Los fondos, siguiendo la técnica descripta, muestran calles de barrio con un buen mix de dibujo, texturas y fotos trabajadas. Tal vez se demasiado extenso, o al menos eso nos pareció a esas horas. Claustrópolis, a cargo de Pablo Rodríguez Jáuregui junto a otros dibujantes destacados de Rosario, muestra la ciudad de Buenos Aires con un encanto arquitectónico pocas veces visto. La historia que nos presenta una graffitera con gorrito frigio y un niño bien prisionero en el edificio Kavanagh. Distintas zonas de la ciudad son mostradas en otras tantas técnicas. Más pastelado, más iluminado. Los niños protagonistas, tienen el trazo y los rasgos que caracterizan el trabajo de su creador. Es una especie de epifanía ciudadana, con música de Fernando Kabusaki y Matías Mango y ya dijimos, una muestra de la ciudad que es todo un placer. En un momento, en un viejo televisor burgués, se ve a Trifón y Sisebuta. Los personajes de esta aventura urbana parecen ser unos taratatatanietos de aquellos personajes de Geo Mc Manus. Al menos, tienen los ojos iguales a sus antepasados. Bu bu es quizá lo más sofisticado y de alto vuelo que se haya hecho en dibujo animado argentino. Partiendo de las oníricas historias gráficas y dibujos de Carlos Nine, se ha logrado -gracias a su hijo Lucas y su equipo- un trabajo que rinde tributo al Winsor Mc Cay de Little Nemo in Slumberland o al George Herriman de Krazy Kat. Dos comics por cierto. Al son del tango El monito por Julio De Caro, esa banda juvenil de caras y zoología imposible, se desplaza por los barrios de profundos cielos negros hacia un amor -consumado- interclasista que llevará a un final hiperrealista. Se trata de un trabajo gráfico del más alto nivel de la sofisticación que el gran Nine comparte con nosotros,desde su aparición sensacional en la revista Humo(r) en los ochenta. Con el off de Horacio Fontova en clave serie negra, llamativamente es el único de los episodios del largo en los que la voz humana tiene protagonismo, si exceptuamos los entrañables rezongos de Pelusa Suero en el que pasamos a describir ahora y que comienza con un homenaje a aquellos grabados que el joven Caloi realizaba a fines de los años 60 y que tuvieron su popularidad en los avisos de una marca de cigarrillos. Lo bueno del último episodio, Mi Buenos Aires herido es que logra lo que ningún otro largo de dibujos animados locales hizo jamás: hace reir y sorprende. A favor, como hicieron los cubanos con Quino hace unos años, María Victoria Ramírez utilizó con ingenio una multitud de chistes gráficos de esos de una página que Caloi viene publicando en un importante diario porteño desde hace años. El resultado es sorpresas, guiños y hasta momentos líricos al son de Concierto en la luna, buen homenaje a Osmar Maderna, que soñó y planeó scores para Hollywood. Si Fantasía 2 rindió tributo a Gershwin y su Raphsody in Blue, Anima Buenos Aires rinde lo suyo a Maderna en este episodio y en Bu bu. Un guapo trata de amoldarse a los tiempos que corren. Un hombre camina agobiado por un corazón gigante y pesado. Un corazón con curitas y de ladrillos. Mientras, la mujer ideal, humanización de la Mulatona de Clemente, roba corazones y es capaz de expeler un gas como cierre de la historia. Nos deja, un sabor a algo de Calé, algún homenaje a Víctor Iturralde, con un toque tanguero. En la última década se hicieron más películas de dibujo animado que en los setenta años anteriores. Asistimos a esfuerzos como The Planet, de indudable poesía pero en el límite de lo tediosos. Vimos largos como Martín Fierro ó Boogie el aceitoso con dibujos de Fontanarrosa que no se sabía muy bien a qué público iban dirigidos. Miramos pasar a íconos como Isidoro en versiones light. Bostezamos con los argumentos de una decena de peliculas para la vacaciones. Y aplaudimos el uso de soft libre en Plumíferos, otro film que adoleció de una historia como la gente. No sabemos si después de media década de trabajo Anima Buenos Aires llegará al público. O si llega, qué repercusión tendrá. Sí sabemos y creemos que por una vez, el dibujo animado argentino va por cierto buen camino: el de algo relevante, divertido, emocionante, poético, identificatorio y a la vez profundamente artístico. Por fin. Unite al grupo Leedor de Facebook y compartí noticias, convocatorias y actividades: http://www.facebook.com/groups/25383535162/ Seguinos en twitter: @sitioLeedor Publicado en Leedor el 20-04-2012
Con aires de barrio María Victoria Ramírez es la directora de este largometraje de animación nacional integrado por cuatro historias que descubren, cada una a su manera, el espírtu de los barrios porteños. Ánima Buenos Aires pinta su propio mundo a partir de las mirada de artistas como Caloi, Carlos Nine, Florencia Faivre y Pablo Rodríguez Jáuregui, y recurre a la técnica de la animación en 2D, con dibujos y hasta acción en vivo en uno de sus relatos. A través de viñetas animadas por una pareja de bailarines que recorre los paredones y los frentes de las casas, se hilvanan los cortos a los largo de una hora y media. Queda claro que la película no quiere competir con otras costosas producciones del género. Todo lo contrario, ya que genera un lenguaje reconocible que anima el humor gráfico argentino. De este modo, el corto estrella del film es Mi Buenos Aires Herido (de Caloi y María Verónica Ramirez) que centra su narración en un bar, su dueño, los clientes y una pulposa mujer con la que todos sueñan. La mesa del bar, el tango, los amigos, las penurias, el malevo pegado al farol de la esquina y el policía, le sientan muy bien al relato que mezcla humor y magia. También da en el blanco Bu-Bu (de Carlos Nine), que cuenta con la participación de Horacio Fontova en la piel de un delincuente, abatido por la policía, que trae las imágenes de sus amigos del barrio y sus delitos en medio de prostitutas y caramelos. Todo en blanco ynegro, Los relatos que completan Ánima Buenos Aires son Meado por los perros (Pablo Faivre y Florencia Faivre), sobre un carnicero bastante particular que ve amenazado su negocio cuando un supermercado se instala cerca del barrio; y Claustrópolis (Pablo Rodríguez Jáuregui), impulsada por dos niños que se expresan a través de los grafittis y descubren el placer de la libertad y del juego en la ciudad. Una película pensada para adultos, que se mueve entre veredas, bares, tangos y farolitos porteños. Una paleta multicolor plasmada en viñetas que tienen ese "que se yo" tan cercano e incomparable.
Alma de bandoneón Anima Buenos Aires está compuesta por cuatro cortos de animación firmados por algunos de los nombres más prestigiosos del rubro en nuestro país y que, como lo sugiere el nombre de la película, quieren captar un alma que probablemente en la actualidad sea tan difusa como nunca en la historia de la ciudad. Es que la Buenos Aires en el apogeo del cosmopolitismo y de las nuevas prácticas habilitadas por el desarrollo tecnológico, esa que vemos todos los días en la calle, el subte o la televisión, está casi ausente del proyecto: el alma que acá se pone en juego, se persigue, es exclusivamente esa instancia mítica que artistas, poetas, escritores, músicos y dibujantes construyeron colectivamente a lo largo del último siglo, por eso la banda de sonido de Anima Buenos Aires se conforma casi exclusivamente (cómo no podría ser de otra manera) de tango, una música a la que tantas veces se hace coincidir con esa alma. Por supuesto, no es que todos los creadores involucrados en el proyecto acaten esta mitología de la misma manera; por momentos, sucede lo contrario, comenzando por la animación esencialmente lúdica y feliz de Juan Pablo Zaramella, que introduce la película y funciona como separadora entre los distintos cortos. Zaramella usa, sí, una pareja de tango pintada en stencil sobre una pared, gesto que de por sí fusiona al tango con una forma actual de la pintada callejera, y la pone a bailar por escenarios por demás icónicos, especialmente Caminito. Pero el espíritu de ese baile es básicamente de juego con las posibilidades plásticas de las superficies, y esa actitud se extiende incluso a los mitos (Perón y Eva, también stencileados, aplauden al ritmo del dos por cuatro en un momento). Algo similar puede decirse sobre el corto del rosarino Pablo Rodríguez Jáuregui (en colaboración con Maus y Max Cachimba, entre otros) en el que un aspirante a artista netamente nerd persigue enamorado a una chica que hace grafitti y está siempre escapándose de la cana con su patineta. Rodríguez Jáuregui hace del arte callejero el centro de una historia menos naif de lo que parece que tiene a la muchacha, armada con sus aerosoles que lleva colgados en la cintura como granadas, recorriendo la ciudad para llenar paredes, bocas de subtes y cuanto lugar se pueda de pintadas pop, hipermodernas, con la fantasía final de proyectar esas mismas pintadas -que, a no olvidarse, básicamente son ilegales- sobre la ciudad toda, en un gesto tan alejado de las concepciones tradicionales sobre el arte como potencialmente transformador. En general, Anima Buenos Aires gana en frescura y en posibilidades de funcionar en el presente cuando realiza sus pequeñas utopías de forma plástica, como sucede en las intervenciones de Zaramella y de Rodríguez Jáuregui, y se sobrecarga en cambio de un lastre innecesario cuando se quiere parlante, elocuente: en el corto de Pablo y Florencia Faivre, por ejemplo, se disfruta el collage, pero no tanto la oposición un poco simple entre la vieja cultura barrial y cuentapropista, condensada en la figura de un carnicero melancólico (combinación que es de por sí un hallazgo), y la empresa extranjera que viene a instalar un supermercado obscenamente capitalista, una figura similar sobre el progreso (por llamarlo de algún modo) a la que aparece en el corto de Caloi, donde a un compadrito le arrancan literalmente el farol en el que está apoyado para reemplazarlo por los más actuales postes del alumbrado público. Es que claramente hay un agotamiento en ese tipo de nostalgia, que a veces no hace más que repetir, frente a los cambios del presente, los viejos mitos sobre la ciudad sin percibir del todo que son precisamente eso, mitos, e inmovilizan un pasado que fue mucho más dinámico de lo que se recuerda (la mulata idealizada del corto de Caloi representa un poco eso). De todos modos, la libertad de las imágenes que suelen decir más de lo que se pretende por momentos se impone, como en el corto de Nine (codirigido con su hijo Lucas): allí también está el tango pero en su costado violento, grotesco, suavemente monstruoso, plasmado en tinta negra sobre superficies blancas que en su aspecto inacabado sugieren que hay mucho más para leer en esa mitología de lo que se ve a primera vista, que hay cosas que todavía se están moviendo.
Los locos de Buenos Aires Ánima Buenos Aires (2011) es una película compuesta por cuatro episodios animados – dirigidos por referentes del género indie local- que tratan con humor e ironía ciertos aspectos de la ciudad porteña y la fauna que la compone. Con dirección general de María Verónica Ramírez, y un seleccionado de animadores integrado por Caloi, Pablo Rodrígez Jauregui, Pablo Faivre, Florencia Faivre y Carlos Nine, Ánima Buenos Aires presenta cuatro cortometrajes independientes entre sí, entrelazados con separadores que muestran a una pareja de bailarines de tango -realizada en stencils bajo la batuta creativa de Juan Pablo Zaramella y Mario Rulloni- que va recorriendo diferentes espacios típicos de Buenos Aires. La primera historia denominada Meado por los perros, y la más interesante narrativamente, está dirigida por Pablo Faivre y Florencia Faivre. En ella se cuenta la historia de un carnicero de barrio que ve como su negocio se viene abajo tras la instalación de un supermercado multinacional. A pesar de usar el ingenio y tratar de modernizar su local el comerciante no conseguirá salir adelante, aunque un hecho desgraciado hará que su suerte cambie y pueda reinventarse. Los realizadores no solo retratan desde el humor negro la crisis de los comerciantes barriales ante la instalación de las grandes cadenas de supermercados, sino que además realizan una crítica a los medios de comunicación cuyo discurso se va adaptando de acuerdo a los propios intereses y no a los del pueblo, un tema muy en boga en la actualidad. Pablo Rodrígez Jauregui presenta Claustrópolis, una historia de amor-amistad infantil que plantea a través de un onírico viaje en subte un recorrido por los lugares más emblemáticos de la ciudad, con la particularidad de contar con la visión un niño que pasa su vida encerrado en un departamento y una niña de la calle. Las reacciones serán diferentes ante lo que cada uno ve como el impacto que provoca lo desconocido para uno y lo conocido para el otro. En Bu-Bu Carlos Nine se mete con el policial negro y una historia de malhechores que cambian delitos por caramelos en los diferentes barrios de la ciudad. Bu-Bu es de los cuatro trabajos el único que tiene voz (narrado por Horacio Fontova) y que mezcla animación con realidad. Mi Buenos Aires herido es el último episodio y está dirigido por Caloi y María Verónica Ramírez. Ambientado en un típico bar porteño, un grupo de tangueros que aman a una misma mujer van recorriendo la historia de Buenos Aires, desde su fundación hasta nuestros días, mientras recuerdan a la mujer soñada. Un punto a destacar es la utilización de la música compuesta por Rodolfo Mederos, Gustavo Mozzi y Fernando Kabusacki, que ante la ausencia de diálogos funciona como un protagonista más de la historia, siendo determinante en la marcación del crescendo dramático y la generación de climas. Cómo en toda película compuesta por diferentes trabajos y miradas el resultado es heterogéneo, sobre todo en lo narrativo. Aunque en un todo hay que destacar el buen nivel dentro de una técnica que año tras años va creciendo más, y que en este caso sirve para dar un pantallazo de lo bien que se pueden hacer las cosas sin contar con grandes recursos económicos. Ánima Buenos Aires narra cuatro historias bien nuestras desde la visión de un grupo de autores argentinos que están apostando fuerte a un género que sin dudas en no mucho tiempo más va a dar que hablar en el mundo entero, o mejor dicho que ya lo está haciendo.
Animación con olor a tango María Verónica Ramírez, productora y directora general del filme, presenta cuatro cortometrajes de animación con un eje central: la ciudad de Buenos Aires. Así, cada uno de los artistas convocados para este filme tiene la posibilidad de dar una visión diferente de la ciudad, de su idiosincracia, de contarnos historias que respiren ese aroma porteño tan particular. Cada uno de estos artistas, además, mostrará su excelencia con una técnica diferente cada uno de ellos, de forma tal que "Ánima Buenos Aires" no solamente responde a un puñado de historias ciudadanas sino además se constituye en una gran muestra del talento de animadores como Caloi, Pablo Rodrígez Jauregui, Pablo Faivre, Florencia Faivre y Carlos Nine, en diferentes áres y técnicas de animación. Estas cuatro historias completamente independientes entre sí, están hilvanadas mediante separadores de una pareja de bailarines de tango mostrando su baile "canyengue" por diferentes lugares inconfundiblemente ligados a Buenos Aires. Los conventillos de caminito, la Costanera, las casas de los barrios y tantos otros monumentos, plazas y lugares conocidos sirven de marco a esta pareja realizada con la técnica de stencils (brillante!) bajo la dirección de Juan Pablo Zaramella y Mario Rulloni. Como en todo filme de episodios, y "Ánima Buenos Aires" básicamente lo es, las historias son muy diferentes entre entre sí y es por eso que conviene presentarlas en forma separada. El filme arranca con "Meado por los perros" (que es la primer historia y la que particularmente más me gustó), dirigida por Pablo Faivre y Florencia Faivre, con un cuento que respira un aire porteño, de barrio, con situaciones típicamente nuestras y con una problemática conocida: un negocio de barrio se ve absolutamente "invadido" por una cadena de hipermercados que se instala a pocas cuadras. Con una mirada plagada de humor con mucha ironía, humor negro y sátira, los hermanos Faivre logran no solamente mostrar una técnica poco conocida en la animación sino que crean una historia potente que invita a la reflexión sin estar exenta de humor y de una mirada crítica a la situación económica que modificó no solamente los comercios en los barrios sino también los hábitos de consumo en cada uno de nosotros. Redonda, fresca, sin fisuras, esta primer historia genera una adhesión instantánea con personajes reconocibles y sumamente nuestros. El segundo segmento, dirigido por Pablo Rodríguez Jauregui es "Claustrópolis". En este caso, la ciudad oficia de marco para una historia contada a través de los ojos de un niño, que encerrado en un departamento de un edificio porteño, desea la libertad que tiene una niña de la calle que llena de color la ciudad con sus grafittis. Si bien como en todo el filme, la técnica es excelente y "Claustrópolis" se impone por sus colores brillantes y una historia de amor y amistad con un toque naïf, se contrapone fuertemente con un primer episodio muy sólido desde el guión y lamentablemente la historia de Rodriguez Jauregui se queda a mitad de camino en un relato que no logra levantar vuelo, al nivel del anterior. Carlos Nine es el director del tercer segmento, "Bu-bu" en donde la brillante narración en la voz en off de Horacio Fontova nos va sumergiendo en una ciudad regada de delito y lindando con un homenaje a las novelas policiales de Chandler y Chase, nuevamente cambiamos el giro del relato, mucho más a tono con la propuesta general del film (de la cual el segmento anterior lamentablemente se aparta). En este caso, otra nueva técnica de animación se presenta en una forma sumamente original con una narración muy dinámica y enfocada a la mirada de un espectador adulto: llena de guiños a la novela negra y con ese plus que le da la narración de Fontova que nos sumerge mediante un intenso flashback desde la mirada de un criminal que ha sido finalmente acorralado, "Bu-bu" presenta otro segmento interesante y contundente. Para cerrar, Caloi y María Verónica Ramirez presentan "Mi Buenos Aires herido". La cita es en un típico bar porteño, antiguo, atendido por su propio dueño -el entrañable gallego- y respira desde sus primeras imágenes un aroma a tango y revisita, al igual que las historias de Caloi, un grupo inconfundible de "mitos" argentinos. La orquesta de tango, los corazones solitarios que se emborrachan en el bar, la mujer que es deseada por todos, el malevo, los muchachos de la barra del bar y todas estas criaturas a las que Caloi nos tienen acostumbrados, se unen en la narración de este segmento contado a ritmo de puro tango (la música de Rodolfo Mederos, Gustavo Mozzi y Fernando Kabusacki es fundamental en cada uno de los episodios), con mucho lirismo y un agradecido sabor a Buenos Aires. Animación tradicional, collage, stencils animados, montajes de fotos y hasta un pequeño toque de acción en vivo hacen de esta "Ánima Buenos Aires" una propuesta intensamente creativa que muestra, sin lugar a dudas, la excelencia y diversidad de los equipos de animación nacional, con historias de raíces propias y que logran transmitir lo que late en esta ciudad tan nuestra.
La ciudad, según la mirada de un grupo de artistas de animación Buenos Aires, su espíritu y su gente reflejados en cuatro historias. La idea no es nueva, hay películas así dedicadas a más de una gran ciudad. Pero en este caso se trata de la mirada de un grupo de artistas de la animación y la gráfica nacional de reconocida trayectoria que dan rienda suelta a la imaginación, lo que carga al proyecto de un interés particular. Anima Buenos Aires vincula la fuerte tradición del humor gráfico argentino con el cine, una iniciativa poderosa que despertó incluso el interés de Sony Pictures. Realizada combinando animación tradicional 2D, collage, fotomontaje y stencils, la película cuenta también con el aporte de Rodolfo Mederos, Gustavo Mozzi y Fernando Kabusacki, responsables de una banda de sonido apoyada básicamente en el tango. "Meado por los perros" (Pablo y Florencia Faivre), la primera de las cuatro historias del film, cuenta la historia de un carnicero barrial que pierde su clientela luego de la llegada de un poderoso hipermercado. "Claustrópolis"(Pablo Rodríguez Jáuregui) es una deliciosa e imaginativa historia de amor infantil ambientada en una ciudad tan colorida como saturada de estímulos. "Bu-Bu" (Carlos Nine) es el más lúgubre de los relatos: inspirado en la historieta Recordando con ira , tiene a la potente y sugestiva voz de Horacio Fontova como hilo conductor del argumento, apoyado en los recuerdos de un delincuente que agoniza luego de un enfrentamiento con la policía, un recurso clásico del policial negro. "Y Mi Buenos Aires herido" (Caloi y María Verónica Ramírez), juega con el título del tango que popularizó Carlos Gardel y recupera páginas de humor dedicadas a un Buenos Aires tanguero y nostálgico que Caloi produjo a lo largo de su extensa trayectoria. Juntas, las cuatro historias conforman una película entretenida e ingeniosa que elige, más que la celebración vital, presente exclusivamente en el trabajo de Rodríguez Jáuregui, una mirada melancólica que añora un pasado que sobrevive apenas en el recuerdo. En eso, Ánima Buenos Aires es también una película indudablemente tanguera.
Animación artística Distintos talentos se combinan en estos cuatro cortometrajes. Anima Buenos Aires , opera prima de la artista plástica María Verónica Ramírez, es visualmente exquisita: un torbellino de creatividad, lirismo y fantasía animada que envuelve -sin necesitar del 3D- al espectador. Nada raro: basta con repasar los nombres de los artistas de primer nivel que participaron en esta realización: Nine, Caloi, Pablo Zaramella son apenas algunos de los creadores que despliegan, en este filme animado de autor, incesantes ideas y técnicas. La película está dividida en cuatro historias cuyo elemento común -al margen del talento, la imaginación y el humor- es la porteñidad. Hay, también, un hilo conector: una pareja de bailarines de tango -stencil animado por Zaramella y Mario Rulloni- que se desliza en coreografías por las paredes de Buenos Aires. Allí se cruzará, e intercambiará guiños, con íconos como Gardel, Maradona, Perón y el Che. Con una banda sonora -a cargo de Rodolfo Mederos, Gustavo Mozzi y Fernando Kabusacki- en la que predomina el tango, el filme recorre enorme cantidad de símbolos ciudadanos. Tantos, que por momentos bordea el producto “for export”. Los gags, de ingenio extremo, se suceden sin pausa, de a ratos imponiéndose por sobre el fondo de lo que se cuenta. Los cuatro cortos invitan a ser disfrutados de sensorial, sin fijar la atención en lo meramente narrativo. La primera de las historias, Meado por los perros , de Pablo y Florencia Faivre, se centra en un carnicero de barrio que pierde su clientela por la instalación de un hipermercado extranjero. Con humor, nostalgia y secuencias cárnico-oníricas, y el cruce permanente de dos versiones de Buenos Aires, cierra con una moraleja un tanto previsible. Claustrópolis , de Pablo Rodríguez Jáuregui, hace eje en un chico que vive encerrado y, desde las alturas, observa a una chica que pinta murales con aerosoles. Con una estética por momentos psicodélica, es la más moderna de las historias y la que más sobrevuela la arquitectura del centro porteño. Bu Bu , de Carlos Nine, es la de estética más sofisticada y la más cercana a la narrativa del cómic. Con la voz en off de Horacio Fontova, que encarna al protagonista, un hombre que recorre su pasado mientras está muriendo, tiene mucho de filme (historieta) noir. Sus imágenes –de una trama policial- son siempre en blanco y negro. Los dibujos de Nine alcanzan el nivel (disculpas por la obviedad) de joyas artísticas. Mi Buenos Aires herido , génesis del proyecto, atrapa con la impronta humorística de Caloi, con la sensualidad de la morocha argentina -objeto de deseo o motivo de pesadumbre- y un alto nivel de imaginación. Este segmento, como el anterior, homenajea a Osmar Maderna y muestra un mundo en extinción: el del antiguo cafetín, los guapos, los billares. Un notable cierre para un filme que demuestra que la mejor animación no es sólo extranjera.
Buenos Aires dibujada por artistas notables Hace ya varios años que Caloi, nacido Carlos Loiseau, y su imprescindible mano derecha María Verónica Ramírez, creadores del estimulante «Caloi en su tinta», luchaban por concretar esta película: una reunión de diversos artistas del dibujo, en sucesivos cuadros porteños, cada uno con su estilo y su mirada. Nada fue fácil, pero por suerte todo fue bien inspirado y está bien logrado. El alma de Buenos Aires está presente, al menos en varias de sus facetas, y tiene una animación ejemplar, gozosamente hecha entre amigos. Así, con música original de Fernando Kabusacki, Gustavo Mozzi, Rodolfo Mederos, temas de Angel Villoldo, Julio De Caro, etc. y una murga con arreglo orquestal de marchinha, se alternan dos historias ácidas y dos que parecen dulces. Lo hacen enlazadas por una pareja de tango que baila «El esquinazo» por las paredes, según ingeniosa idea de animación con stencil a cargo de Pablo Zaramella y Mario Rulloni, muy indicada para ir dejando las marcas. Primera historia, «Meado por los perros», animación con maquetas y recortes de los hermanos Pablo y Florencia Faivre, elogio y elegía del carnicero de barrio, verdadero artista del corte vacuno y la elegante indiferencia porteña frente a la competencia desleal, la voluble clientela y el filisteísmo de los medios. Artistas también los Faivre. Segunda, «Claustropolis», vertiginoso encuentro de un niño de su casa con el color y con el amor (a una niña libre, a la ciudad que gracias a ella va perdiendo el gris), que también es un canto de amor a Buenos Aires hecho desde el estudio rosarino de Pablo Rodríguez Jáuregui y su equipo (Maus Leonard, Max Cachimba, Silvia Lenardón, Flor Balestra), tan delicioso que sin ningún complejo podría hacer juego con el capítulo que Eric Goldberg dedicó a Nueva York en «Fantasía 2000». Tercero, el único relato con palabras, «Bu-Bu», del excepcionalmente imaginativo Carlos Nine, animado por su hijo Lucas (con Juan Sáenz Valiente, Vladimiro Merino y amigos) en puro blanco y negro típico de historia policial negra de los 50, de trasfondo idóneamente negro, narrado por el Negro Fontova en el personaje de un malandra agonizante, con el fondo de unos tangazos memorables (pequeña aclaración, Bu-Bu no es el malevo, ni tampoco es la desabrigada señorita de Montparnasse del mismo nombre, pero igual pierde fácilmente su envoltorio para alegría de la muchachada). Y cuarto, otra delicia, «Mi Buenos herido», acuarela de Caloi y Ramírez, con una manito de Pedro Blumenbaum y Osmar Maderna (el bellísimo «Concierto en la luna»). Surge de su libro de dibujos «Mi Buenos Aires querido» una tardecita en un bar de los que ya no quedan, con el patrón, los músicos, los parroquianos, el cliente que arrastra un corazón herido, y la morocha argentina que todos adoran, lo que se dice una suma preciosa de figuras gratamente evocativas, vistas con humor poético, cariñoso, disparatado. Ah, también hay un perro. Muy animoso el pichicho. Culpa suya la película es para mayores de 13. En resumen, un contínuo placer, digno de verse en pantalla grande. Y para memoriosos, un pequeño antecedente: el corto «Buenos Aires en camiseta», de Martín Schor, 1966, con dibujos que el maestro Calé publicaba en «Rico Tipo». Después habría que ponerlo en el bonus.
Un filme animado que nos testimonia Se trata de cuatro cortos que reflejan la esencia mítica de Buenos Aires con el lápiz de notables artistas como Caloi, Carlos Nine, Pablo Rodríguez Jáuregui, Pablo y Florencia Faivre, ilustrados musicalmente por Rodolfo Mederos y Gustavo Mozzi. La unión de los distintos episodios se da a través de una pareja de tango que vía stencil, como momentáneos grafitis, recorren los lugares característicos de la ciudad (Juan Pablo Zaramella, Mario Rulloni). Si la magia tridimensional de "Meado por los perros" (y Florencia Faivre), inmortaliza en el barrio la figura del carnicero melancólico, una gloria del corte, desconcertado por el imprevisto supermercado que barre con clientes y vecinos; "Mi Buenos Aires herido" de Caloi y Verónica Ramírez, consagra al viejo bar y sus personajes de tango, alucinados por la Mujer soñada (tan similar a la Mulatona de pasado historietista). Y también al compadrito, simbióticamente aferrado al farol, como imposible fijación a un pasado que debe cambiar. LOS PERSONAJES Después vendrá el momento lírico de los chicos que habitan, para algunos, una ciudad enclaustrada ("Claustrópolis", de Pablo Rodríguez Jáuregui); libre para otros, capaces de volar con una pluma y un graffiti, montados en patineta. Magia compartida por los plásticos Maus, Cachimba, Silvia Lenardón y Flor Balestra. En cuanto al corto del maestro Carlos Nine y su hijo Luca, mezclará animación y personajes en vivo (Fontova), para recordar al malevo "Bu-Bu", que al morir evoca barrios y malevos, mientras aguafuertes se disuelven en el aire al compás de tangos devenidos monstruos incontrolables. Filme mágico, entre plumines y risotadas, con parodias sangrientas y ternuras kitsch. Con el trazado grueso de los grabados iniciales que ilustraban las palabras de Ulrico Schmidl en sus observaciones sobre el país y evanescencias poéticas devenidas Sirenas, como la Mina del bar, con mucho de la Anita Ekberg de la pesadilla erótica de "Bocaccio 70". Película con pasados míticos en un intento de fundirse con recurrencias modernas. "Anima Buenos Aires" expresa el alma contradictoria y vital de un espíritu ambiguo, pero amplio, capaz de contener su esencia de contradicción. Fascinante aproximación a lápiz, tinta china o acuarela, de talentosos artistas argentinos, con el fondo de entrañable música de Buenos Aires.
A trazo limpio Para ser la Argentina el lugar donde nació el dibujo animado, merced a la inventiva de Quirino Cristiani, y de donde una gran cantidad de artistas han surgido para triunfar en el país y en el extranjero, definitivamente no se hacen la cantidad de películas animadas que se deberían para rendir tributo a nuestra historia y a sus hacedores. Afortunadamente está Caloi, quien con su inquietud y vocación para la docencia se encargó duranto años a divulgar a los buenos dibujantes locales y foráneos desde su ciclo televisivo "Caloi en su Tinta". Era hora entonces que algo de ese trabajo tuviera su correlato cinematográfico -Caloi y María Ramírez fueron los hacedores de aquel programa-, con algunos de los mejores exponentes de la actualidad. Son cuatro cortometrajes, separados entre ellos por un quinto trabajo titulado "Stencil Tango". El primero que vemos es "Meado por los Perros", historia de un carnicero que de pronto ve alterada su rutina comercial por la llegada de un mega centro comercial que revoluciona al barrio. Notable trabajo que combina diferentes técnicas de dibujo y animación como el collage, la foto digital y el stop motion, entre otras. Con agudeza, los hermanos Faivre consiguen sintetizar en poco más de veinte minutos lo que el neoliberalismo y sus apóstoles causaron, y causan, en nuestra sociedad. Sigue "Claustrópolis", de Pablo Rodríguez Jáuregui, el cuento más naif de todos que tiene como protagonista a un niño, de familia acomodada, que vive en el Cavanagh y gusta de dibujar y recortar siluetas mientras ve al mundo desde una ventana. Hasta que un día advierte a una chica que pinta con colores las paredes, monumentos y lo que encuentre en la ciudad. El niño se verá motivado entonces a salir a la calle, asumir los riesgos que representa la gran ciudad con tal de saborear algo que, intuye, es la libertad. El tercer corto es "Bu-Bu", relato que incluye acción en vivo y la caverrnosa voz en off de Horacio Fontova. Una historia magistralmente dibujada por el maestro Carlos Nine y animada de froma tradicional pero con una impronta absolutamente novedosa. Se trata de un sujeto que, alcanzado por las balas de su enemigo, repasa mentalmente varios acontecimientos de su vida, mientras agoniza en el empredrado. Para finalizar, "Mi Buenos Aires Herido" de Caloi. Los reconocibles trazos del creador de "Clemente" dan forma a un bar y a sus parroquianos, todos con un denominador común: una mujer en mente. No falta el guapo en el farol ni tampoco el humor que desde hace décadas ofrece Caloi en diversas publicaciones. "Ánima Buenos Aires" es una excelente oportunidad para valorar la labor de nuestros dibujantes, su creatividad y talento. Y para respaldar una iniciativa que debe multiplicarse. Porque en este rubro tenemos con qué.
"Anima Buenos Aires" es un proyecto de dificil evaluación. Nacido como un eje sobre el cual giran historias relacionadas con nuestra capital, lo cierto es que claramente es un producto que no se ve corrientemente en salas. Lo cual, si bien es un plus, hace que el público que menos arriesga, se pierda de acercarse al film... Desde el punto de vista técnico, son innegables sus valores: cada corto (son 4) es diferente del otro según el artista detrás del atril, y su factura es original (al menos para los habitués del cine comercial) y fresca, están unidos por una animación simpática (un par de bailarines sobre un esténcil que van moviéndose por las paredes y calles de Buenos Aires) y su banda de sonido es Obelisco puro... Música ciudadana al cien por cien para ambientarnos a cada momento. Un placer. Decíamos que "Anima..." está integrada por cuatro cortos, pensados para reflexionar sobre el distintos aspectos de la vida que llevamos en este espacio. El primero es, para nosotros, el mejor: "Meado por los perros", una hilarante historia cuyo protagonista es un carnicero al que las cosas se le complican con la llegada de un gran supermercado a su barrio. Dirigido por Pablo y Florencia Faivre, este trabajo es el más logrado, no sólo por la comicidad emanada desde las animaciones, sino por la aguda reflexión social sobre las conductas frente a las transnacionales que acaban con el comercio minorista. Basta escuchar el discurso que sale de la Spica para darnos cuenta que lo que más nos impacta del relato es justamente, lo fácil que lo relacionamos con recuerdos muy cercanos... El segundo, "Claustrópolis", de Pablo Rodríguez Jáuregui es la historia de un solitario niño que vive en Retiro (en un lugar emblemático de la ciudad) y que a partir de su curiosidad por una niña que pinta graffittis, se lanzará a descubrir las calles de nuestra ciudad, en un viaje colorido y naif, un poco más extenso que lo aconsejable. A favor de esta historia, hay que resaltar la reconstrucción de barrios muy tradicionales aunque los viajes en subtes tengan más licencias de las permitidas... Sobre todo para el público que no conoce Buenos Aires. Luego viene "Bu-bu", bastante sombrío y con narración en off de Horacio Fontova. En esta oportunidad, la historia girará en torno a la vida de un delincuente y seremos testigo de un importante racconto luego de una balacera que podría acabar con la vida del protagonista. El registro es fuerte, muy de historieta clásica y con una impronta marginal interesante... Para cerrar, una bien de melodrama porteño: "Mi Buenos Aires Herido", con la firma de la directora y de Caloi, nada menos. Esta última es muy familiar (hemos crecido con los dibujos del maestro) y es una clásica representación del dolor por sufrir mal de amores, de las que el humorista de Clarín trae en sus trabajos. Bien lograda, arrabal puro y oposición al progreso, algo más tradicional y cercano al público, el relato que pone moño al film está acorde a los antecedentes de sus dibujantes, sin dudas. Debemos entonces decir que "Anima Buenos Aires" es una muy buena película, que asume riesgos inherentes a su naturaleza, descolla en lo técnico y es entretenida (aunque un poco larga en algunas historias) . En el análisis fino hay que aclarar que quienes siguen a estos dibujantes, la disfrutaran mucho, pero en caso de ser su primera experiencia con la animación de este tipo, quizás en algunos tramos les resulte un tanto árida. No importa, más allá de sus desniveles (obvios porque son 4 propuestas distintas) el resultado es promisorio. Por más porteños en su tinta!
La primera curiosidad del film de María Verónica Ramírez es que contiene cuatro historias creadas por animación tradicional 2D, composición digital, fotomontaje, collage, stop-motion y stencil. Esta última técnica es utilizada para una secuencia de presentación y otras de intermedio entre los cortos. En ellos, aparece una pareja de tango en sus idas y vueltas, recorriendo Buenos Aires, al ritmo de una excelente pieza de música porteña.
Un largometraje integrado por cuatro historias que hablan de la ciudad según la mirada de Caloi, Carlos Nine, Pablo y Florencia Faivre y Pablo Rodriguez Jauregui. Un film que convoca la belleza, el colorido, el presente, la nostalgia del pasado y el suspenso. Técnicas distintas y el lugar común del disfrute.
Un film con un exquisito manejo del humor, el absurdo, la poesía, riqueza visual y la plástica. Esta es una producción de María Verónica Ramírez y Carlos Loiseau (Caloi), en coproducción con Horacio Grinberg, Patricio Rabuffetti y Luna Films. Es un largometraje animado compuesto por cuatro historias que revelan el increíble universo que encierran barrios y rincones de nuestra ciudad, a través de la mirada de los geniales Caloi, Carlos Nine, Pablo y Florencia Faivre y Pablo Rodríguez Jáuregui. De la mano de Juan Pablo Zaramella y Mario Rulloni, una pareja de bailarines enlaza los episodios a través de graciosas coreografías en stencils que recorren los muros y espacios característicos de la ciudad, también ilustrando con guiños de Gardel, Perón, el Che y el infaltable Maradona. La primera de las historias: “Meado por los perros” (de los hermanos Pablo y Florencia Faivre), muestra el funcionamiento de una carnicería de barrio, hasta que la misma se ve amenazada, representada como si fuera una nave de otro planeta refiriéndose al hipermercado que se instala a pocos metros del pequeño comercio. Después vemos “"Claustrópolis"(Pablo Rodríguez Jáuregui): una historia de amor infantil ambientada en una ciudad que se expresa a través de los grafittis y que realiza un recorrido por la metrópoli. Llegamos a “"Bu-Bu" (Carlos Nine) la historieta descripta por la voz atractiva de Horacio Fontova, todo inmerso en un lugar lúgubre, este es un delincuente, atrapado por la policía, y se van intercalando con imágenes de otros personajes, sus amigos y prostitutas, todo en blanco y negro. Para finalizar con “Mi Buenos Aires Herido” (de Caloi y María Verónica Ramirez) su narración es para ilustrar un bar, el patrón, asiduos, y la mujer soñada por algunos, la voluminosa morocha argentina, la nostalgia entrelazada al tango y el infaltable malevo, y aquel fumando pegado al farol de la esquina y la ronda policial, un relato con mucho humor, encanto y refleja la idiosincrasia del porteño. Es la primera película que da vida al humor gráfico argentino con originales técnicas de animación, con música original creada especialmente para cada episodio por músicos prestigiosos como Rodolfo Mederos, Gustavo Mozzi y Fernando Kabusacki, con el acompañamiento en vivo de sus orquestas, predominando lo nuestro: el tango, símbolos y gags.
Un proyecto de María Verónica Ramírez que cuenta cuatro historias realizadas con multiplicidad de técnicas de animación y un único fervor artesanal por recrear una ciudad mítica con pinceladas de humor absurdo y tanguera nostalgia. “Meado por los perros”, de Pablo y Florencia Faivre, es el retrato de un carnicero de barrio que ve perder a su clientela ante la llegada de un hipermercado y cuenta con la técnica más original. “Claustrópolis”, de Pablo Rodríguez Jáuregui, aporta una buena ambientación a una cálida e ingenua historia de amor infantil saturada de colores con aires retro y música de Fernando Kabusaki. “Bu Bu” se vuelve lúgubre y cruel con el despliegue y vuelo visual de Carlos Nine para contar los últimos recuerdos de un criminal moribundo, y “Mi Buenos Aires herido”, de Caloi y Ramírez, cierran con una historia más convencional.
Un Buenos Aires que ha sido legado No decir más que lo ya dicho y coincidir: Anima Buenos Aires es canto animado de despedida, melancólica, de Caloi. De manera doble: como película posible (dado su estreno), pero también desde el porteño malevo, de efigie caricaturesca, que queda adherido al viejo farol oxidado de su segmento: "Mi Buenos Aires Herido". Allí, con él, todas las historietas hermosas, y la mucha animación de los muchos mundos posibles que Caloi en su tinta diera a conocer. (Jan Svankmajer ?entre muchos? como nombre a la admiración que este cronista sintió, cuando niño y para siempre, gracias a Caloi). A todo ello sumar esta veta nueva, de proyección inmediatamente internacional, que significa Anima Buenos Aires. Caloi y María Verónica Ramírez, Carlos y Lucas Nine, los hermanos Faivre, Pablo Rodríguez Jáuregui, y los intermedios tangueros en stencil de Juan Pablo Zaramella. Todo un equipo de equipos, cada uno un segmento particular, con Buenos Aires como telón de fondo, para tematizar y retratar las maneras distintas del ser porteño o de lo que se presume como tal. Al compás del stencil, entonces, adentrarse en la carnicería stop?motion fotográfica de los Faivre (de momentos sublimes por incomestibles, admirable), la gracia desatada de Carlos Nine en fusión con Lucas, a partir de una historieta del primero (desparpajo temático y gráfico, demencial, de espíritu fleischeriano y noir, una fiesta), el retrato del bar de barrio y sus habitués caloianos (con Pelusa Suero en voces ajadas de tanto decir "el cuuuulo", "las teeeetas", otra fiesta), y la resultante rosarina aporteñada, esto es: Pablo Rodríguez Jáuregui como director de grupo donde participan Flor Balestra, Max Cachimba, Silvia Lenardón, Luis Lleonart, más integrantes de Cooperativa Animadores de Rosario. Entonces y rosarinamente: la historia de un pibe de ciudad gris, perdido entre autos muy altos y edificios grises, atrapado por las imágenes de aerosoles en colores de una niña. A seguir sus rastros y tratar de dar con ella, mientras la policía vigila y los padres mandan al niño al cuarto. En el peregrinar la fusión o alternancia entre los estilos distintos; es decir, Caminito, El Colón, subte, Tortoni, a través de la estilización gráfica de los artistas. De manera tal que la importancia de Anima Buenos Aires es superlativa. Como film integral pero también como eslabón más para la tarea del cine de animación que en Rosario se desarrolla. Jáuregui ha sido parte del equipo de Caloi en su tinta desde sus inicios. Con la Escuela para Animadores como lugar actual, concreto, ha logrado un punto bisagra entre lo hecho y lo por hacer. En este intersticio, a su vez, la participación colectiva en la película de Caloi.
Como un verdadero legado del extraordinario talento del recientemente fallecido Carlos Loiseau, Caloi, y también como un homenaje a ese programa ejemplar de la TV argentina que fue Caloi en su tinta, Ánima Buenos Aires integra lo mejor de la animación nativa con un espíritu porteño a ultranza. María Verónica Ramírez junto con el dibujante de Clemente fueron la gran usina creativa de ese ciclo histórico de Canal 7 y aquí ella se ubica en el rol de realizadora y guionista, pero fundamentalmente supervisora de un puñado de trabajos animados de brillante manufactura y formulación. Una estimulante iniciativa que lamentablemente obra como despedida del gran humorista gráfico, pero aún así redobla las ganas de acercarse a ver nuevamente este hipnótico compendio audiovisual. Que no es mérito exclusivo de Caloi, claro está, ya que congrega las aptitudes de otros notables animadores. Como por ejemplo Nine, que con Bu–Bu ofrece un desbordado, grotesco y genial corto en blanco y negro, que desarrolla una suerte de policial negro enriquecido por la voz en off de Horacio Fontova. Antes hay que apreciar Meado por los perros de los hermanos Faivre, trama ultra barrial dotada de un perfecto mix visual y sonoro y Claustrópolis de Pablo Rodríguez Jáuregui, que recrea a Buenos Aires de manera retro psicodélica. Y finalmente Mi Buenos Aires herido ofrece un Caloi en estado puro, creatividad porteña de altísimo nivel poético y artístico salpicada por todos los símbolos porteños. Juan Pablo Zaramella, aportando excelentes inserts entre cada trabajo empleando las paredes urbanas, redondea una obra de enormes valores.
Pequeña joyita del cine argentino: imaginación, nostalgia, poesía Es tan inmensa Buenos Aires, tan llena de rincones, veredas, zaguanes y barrios que por si sola conforma un catalogo de historias, anécdotas y arrugas del tiempo. Sus calles y su gente. La del 510 y la del 2000 también. Escuchar una conversación en una esquina es, al pasar por allí, una caricatura oral de la idiosincrasia de los habitantes de esta ciudad, sobre estos parámetros se apoya una suerte de consigna implícita para la lista de los grandes artistas detrás de esta pequeña joyita del cine argentino: “Ánima Buenos Aires”. Dotada de poesía de arrabal; imaginación y nostalgia, el guión se pone al servicio de conformar cuatro mosaicos porteños tangueros y atorrantes. En términos futboleros tenemos una suerte de dream team. Empecemos por los magistrales trazos de Caloi, Carlos Nine y los hermanos Pablo y Florencia Favre. Cada uno, con distintas técnicas, aborda la temática de cada segmento con su estilo, como si fuera una invitación a la variación visual. A esto se le agrega la extraordinaria banda de sonido de Daniel Meleros, Gustavo Mozzi y Fernando Kabusacki y, por si fuera poco, y por el mismo precio, Jorge Stavropoulos vuelve a demostrar su mano (y oído) artesanal, un auténtico maestro del sonido sin el cual esta “Anima Buenos Aires” no sería la misma. Todos se han reunido para brindarnos este verdadero prodigio que se ubica muy por encima de la actual producción cinematográfica argentina en cuanto a calidad artística. Como nexo de los cuatro cuentos está el baile. El tango de toda la vida inundando las calles de Buenos Aires, dejándolas impregnadas del sonido del fuelle y la guitarra, todo funcionando de empalme entre cada propuesta, los que conservan sus valores autónomos intactos. Este segmento denominado Stencil Tango está a cargo de otro talentoso: Juan Pablo Zaramella, el director de “Luminaris” que representó a la Argentina en la carrera por las nominaciones al Oscar a mejor cortometraje en la entrega del 2012, pone su oficio para que en ningún momento decaiga ese sabor a nostalgia y vereda con el que está teñido la película. Sin ser adivino, uno puede anticipar la suerte que una gran producción como esta puede tener. Es de esperar que los amantes de la ciudad, el tango, la historieta, la animación y sobre todo el buen cine; le den a “Ánima Buenos Aires” la chance que merece.
Que lindo poder hablar de un proyecto así, que lindo que se pueda ver en el cine este tipo de largometrajes donde se vuelve al dibujo animado argentino (no solo dibujo animado, ya que cuenta también con collage y fotomontaje, stencils y otras técnicas) y más si viene de la mano de uno de los maestros del humor gráfico y promotor de la animación: Caloi.
La urbe en movimiento “Ánima Buenos Aires” reúne una serie de cortos animados fijos en su retrato de la metrópolis tanguera y heterogéneos en los trazos y atmósferas que aporta cada autor. Todo filme colectivo concebido en torno a un “concepto” se somete a las limitaciones de la consigna en cuestión (en este caso, Buenos Aires y sus rasgos identitarios más reconocibles, aquello que hace a lo “porteño”: el tango, el barrio, la nostalgia) como condición para expandirse en las posibilidades que cada realizador le encontrará al tema. Así, Ánima Buenos Aires está integrado por cuatro cortos animados y una serie de secuencias que los conectan. Y es ese juego entre el eje integrador ciudadano y las variaciones “de autor” lo que atraviesa y determina toda la película, siendo el primero un tanto condicionante en cuanto a la literalidad de la postal costumbrista y los subrayados contrastes que separan la vieja ciudad idealizada y la nueva hostil, la soledad metropolitana y el amor redentor, la carnicería y el hipermercado. Donde Ánima Buenos Aires gana riqueza y profundidad es en la heterogeneidad del tratamiento gráfico, atractivo de por sí para el disfrute del filme entero (allí están las figuras recortadas y de un extraño realismo de Florencia y Pablo Faivre, los fondos de neblina acuarelada y la línea clara de los protagonistas del corto de Pablo Rodríguez Jáuregui, los inconfundibles trazos plástico-cartoon en blanco y negro de Carlos Nine, los personajes entramados de Caloi y el encantador stencil danzante de Pablo Zaramella y Mario Rulloni). El filme también seduce en una serie de pasajes bellos por su poética suspendida, casi abstracta (el baile solitario de siluetas de carnicería en el corto de los Faivre, el hermoso segmento de lápices de colores y la escena de la ópera en el Teatro Colón de Jáuregui), y en la banda de sonido de tango instrumental a cargo de Rodolfo Mederos, Gustavo Mozzi y Fernando Kabusacki, que acompaña con sutileza los trabajos sin decaer en ningún momento. Finalmente, Ánima… tiene el plus añadido de contar con uno de los últimos trabajos del fallecido Caloi (María Verónica Ramírez, quien era su mujer, dirigió la cinta), y por eso su aporte, “Mi Buenos Aires herido”, que cierra la película, resulta entrañable como despedida admonitoria de la ciudad que el artista retrató y habitó. En él se debaten la tristeza de una lágrima de proporciones gigantescas y la vitalidad de una mulata de curvas apetecibles, en sí mismos el ying y el yang de una urbe restringida en sus íconos pero inacabable en sus visiones.
Publicada en la edición digital de la revista.