Una de las más originales e inteligentes propuestas del último cine nacional. Lucia Vassallo se afirma como una creadora cinematográfica que explora en el género para hablar de deseos, amores posesivos, resiliencia y, principalmente, transformación. La dupla protagónica, Sofía Gala Castiglione y Nieves Villalba, se sacan chispas y encienden e iluminan la pantalla.
Bajo su piel. Un thriller, un drama, un misterio. Dos mujeres que encierran un guión complejo, que despierta la curiosidad del espectador y muestra la toxicidad que pueden generar algunas personas o relaciones. Clara (Sofía Gala Castiglione) es una maquilladora que padece la internación de su novia, Blanca (Blanca Nieves Villalba) en estado vegetativo. A partir de la presentación de las protagonistas, el guion nos va a introducir en la concepción de la relación, los trabajos de cada una de ellas y ciertos giros temporales, entre pasado y presente, que van a transformar lo que parece un drama, en un thriller de suspenso. Para destacar por sobre todo es la actuación de Sofia Gala y la mutación del carácter de su personaje, que al encontrarse con distintas encrucijadas que no cierran en la vida de su pareja, comienza a tornar su intriga en inseguridad y celos hasta rozar la locura. Otro de los ítems que hacen interesante a la película son las distintas aristas que se van abriendo en la vida de Blanca, a partir de la investigación de Clara, para tratar de comprender mejor la situación que la llevó a su estado actual. En el debe, la realización deja algunas cuestiones inconclusas, introduce al espectador en misterios que quedan sin resolver y a su vez esas escenas suceden sin repercusión alguna en el resto del film. Por ende, no se terminan de entender cuestiones que parecen clave para la trama, pero que su resolución no las define. No parece ser intencional dejar esos giros argumentales abiertos. Cadáver exquisito muestra una premisa sugestiva, con cambios de género muy paulatinos, lo cual enriquece a la película y permite apreciar cada secuencia de la misma. Es una realización, que salvando lo dicho sobre la falta de cierre en algunos giros argumentales, se torna más que atrayente y prometedora. Logra compenetrar al espectador y muestra a Sofía Gala haciendo una muy buena interpretación de su personaje.
El salto desde la captura de lo real al juego, en el paso del cine documental al cine ficción, no parece incomodar a Lucia Vassallo. Cadáver exquisito se muestra como un relato atrapante, directo a despertar el cautivante morbo del espectador. Gala y Blanca se encuentran, destinadas a ser una, su historia comienza como cualquier historia de amor. Un halo de misterio ronda desde principio la cinta, Blanca perece como la bella durmiente, mostrándose viva únicamente en el recuerdo de Gala. Una mente y dos cuerpos comienzan, paulatinamente, a fusionarse en un único cuerpo. Gala irá recogiendo el hilo de Blanca para desenmarañar la trama de acontecimientos y personajes que la rodeaban de manera secreta. Vassallo se desmarca del dramatismo en el que podría caer el tono de la propuesta, dotando de una pátina de sensualismo y realismo mágico a la composición. Recordando desde la trama, la poco aclamada Pacto de amor, de David Cronneberg, sobrevuela al guión una natural pero monstruosa tensión. La dirección de arte convoca a la remake de Suspiria (2018) de Luca Guadagnino, con sus expresivas puestas de danza contemporánea, como también a La piel que habito (2010) de Pedro Almodóvar, donde el cuerpo y la identidad se tensionan hasta descomponerse y reunificación de manera realista y fantástica. Un Frankenstein contemporáneo no puede dejar de invocar el cuerpo de la mujer, aquel objeto de consumo y deseo, que a pulsión de feminismo, se consolida como el cuerpo prima de la deconstrucción cultural. CADÁVER EXQUISITO Cadáver exquisito. Argentina, 2022. Dirección: Lucía Vassallo. Intérpretes: Sofía Gala Castiglione, Nieves Villalba, Rafael Spregelburd, Nicolás García, Lola Banfi, Lorena Vega, Analía Couceyro y Santiago Gobernori. Guión: Lucía Vassallo y Sebastián Cortés. Fotografía: Fernando Marticorena. Edición: Martín Blousson. Sonido: Gaspar Scheuer. Música: Natalia Spinner. Distribuidora: Cinetren. Duración: 88 minutos.
Cada tanto el cine argentino entrega una película que, lejos de la voluntad mayoritaria de contentar a propios y extraños a través de relatos inofensivos y políticamente correctos, propone un viaje desconcertante, oscuro, perturbador y con una proverbial capacidad para envolver al espectador en una telaraña de incomodidad. Tal es el caso de Cadáver exquisito, debut en el largometraje de ficción de la realizadora Lucía Vassallo (Línea 137, La cárcel del fin del mundo). Película de ambientes fríos y desangelados, Cadáver exquisito arranca con la maquilladora Clara (Sofía Gala Castiglione) encontrando a su novia Blanca (la debutante Nieves Villalba) flotando en la bañera. Si bien no hay un diagnóstico claro, la mujer queda internada en un coma profundo, dejando a Clara sin su ancla de estabilidad. Es en ese contexto que ella comete el error de hurgar en su celular, donde se agrupan varias ventanas de chats con hombres. Es, pues, el principio de un recorrido hacia las tinieblas del mundo interior de esa mujer frágil que empieza un proceso de transformación total –mental, físico, espiritual– a raíz de la flamante certeza de que su novia no era quien decía ser, el inicio de una vida muy distinta a la aparente perfección de la relación que reflejan los flashbacks. Con ecos del cine de Brian De Palma por su idea nodal de lo duplicado y de la apropiación de identidades, Vassallo construye una película de climas inquietantes que reflexiona sobre los límites entre el amor romántico y el amor tóxico a través de la insana curiosidad de Clara de saber más sobre esa mujer que decía amarla. Una curiosidad que llevará hasta las últimas consecuencias, aunque le cueste todo atisbo de cordura, y que la directora observa con la misma frialdad con que Clara –puro silencio, puro misterio– es absorbida por su locura.
"Cadáver exquisito", de Lucía Vasallo: la disolución de la identidad En su primer trabajo de ficción, la cineasta refleja con carácter siniestro el descenso de una mujer hacia la locura . Película de fantasmas sin fantasmas, Cadáver exquisito es el primer trabajo de ficción de Lucía Vasallo luego de tres documentales. Y en él, la cineasta le da forma a un universo tan misterioso como sórdido, en que los bordes de la realidad se esfuman conforme el vínculo entre dos mujeres se va convirtiendo para una de ellas en una obsesión. En una atmósfera signada por lo extraño, la directora elige nunca tomar distancia de su protagonista, sino que, por el contrario, va construyendo el relato adherida a la percepción cada vez más alterada del personaje. El resultado es un descenso en espiral hacia la locura delirante de esta mujer, que de a poco va siendo consumida por el deseo, hasta confundir los límites que la separan de los otros. Utilizando una estructura en la que presente y pasado se cruzan a partir del montaje, Vasallo cuenta la historia de Clara y Blanca, dos mujeres jóvenes que comienzan una relación sentimental, pero que irá creciendo en ellas de forma asimétrica. Para Clara se convertirá en un amor de corte clásico y aspiración monógama, mientras que Blanca lo transitará más bien como uno de los caminos posibles para la satisfacción de un deseo desligado del sentimiento. Pero esa es la parte que le corresponde al pasado de esta historia: en el presente Blanca está internada en un estado vegetativo cuyo origen los médicos no consiguen explicar. Al contrario de lo que le ocurre a Clara, el espectador sabrá que Blanca es científica, que se encuentra investigando el rol que cumple una hormona, la oxitocina, durante el proceso químico del orgasmo y su posible aplicación en el tratamiento del autismo. Y, sobre todo, que ha decidido experimentar con su propio cuerpo. Hay algo del cine de David Cronenberg en la forma en la que Vasallo consigue integrar lo emocional con lo químico, en una historia en donde la cuestión que se aborda de fondo es la disolución de la identidad. Que la directora consiga que ambas intenciones convivan en el mismo relato sin volverlo inverosímil debe ser considerado un mérito. No es el único. Vasallo también acierta en descargar todo el peso de la trama sobre Sofía Gala Castiglione, que hace rato dejó atrás la incómoda carga de ser “la hija de” para convertirse por sus propios méritos y esfuerzo en una de las actrices más interesantes del cine argentino en la actualidad. En gran medida, el crédito de que Cadáver exquisito se sostenga como un universo con reglas propias, sin afectar su naturalidad, también es suyo. Castiglione supera el desafío que representa la interpretación de Clara, que demanda una entrega que no solo es física, sino, sobre todo, mental. Su compromiso con el personaje permite que su transformación pueda funcionar como hilo conductor hacia una realidad fuera de lo real. Pero no son estos los únicos elementos que le confieren a Cadáver exquisito su carácter extraño. El papel de Blanca es interpretado por Blanca Nieves Villalba, actriz cuyas características físicas -es albina- le aportan mucho a este imaginario. Es necesario aclarar que su contribución no se limita solo a su aspecto y naturaleza, sino que el personaje de Blanca también representa un desafío del que ella sale airosa. Sin embargo, no debe minimizarse el rol estético que esas características juegan dentro del relato. La extrema palidez de su piel y la blancura de su pelo, que la vuelven casi translúcida, son esenciales para permitir que el personaje se vaya disolviendo y que la otra, de a poco, se apropie de ella. La cita a Solaris, la novela de Stanislaw Lem, resulta una indicación clara, tal vez un poco obvia, en dirección a esa particular fantasmagoría de la ausencia. Aunque en algún momento pueda aparecer la sensación de que la película le da algunas vueltas de más a la tuerca, Vasallo logra minimizar ese efecto en favor del carácter siniestro que recorre su Cadáver exquisito.
Debut en la ficción de Lucía Vasallo -directora de los documentales Transoceánicas, Línea 137 y La cárcel del fin del mundo-, Cadáver exquisito tiene como epicentro a la obsesión patológica de una joven maquilladora que encuentra a su novia flotando inconsciente en la bañera de su casa y entra en crisis. La historia de la película se desarrolla a partir de ese punto de partida traumático y avanza a tientas con la premisa explícita de correrse de las narrativas más convencionales: juegos de dobles y apropiación de identidades ajenas, el mundo del sadomasoquismo, la curiosidad de un personaje afectado por el trastorno genético del albinismo e incluso algunas indagaciones superficiales sobre el papel de la oxitocina en su comportamiento. Pero ese afán de inclinarse por perturbar al espectador con un clima de constante extrañamiento queda por encima de establecer con convicción un relato que siga alguna lógica: en algún momento, la sucesión de escenas inconexas confunde e incluso provoca el ingreso del film en el terreno de la comedia involuntaria (en ese sentido rankean alto las escenas protagonizadas por un grupo de danza butō, cargadas de solemnidad pero al borde de la parodia). En ese marco complicado, Sofía Gala se mueve con más soltura que la debutante Nieves Villalba, exigida por un papel con unos cuantos ribetes extravagantes. La voluntad por elaborar un discurso singular siempre es valiosa, pero aquí el peso de las arbitrariedades conspira notoriamente contra su despliegue eficaz.
El debut de Lucia Vasallo en la dirección de un filme de ficción peca de pretenciosa, como si quisiera abarcar mas de lo que el texto permite, sumándole el “Mira como te lo cuento”. Desde esta perspectiva la utilización constante de escenas retrospectivas, algunas sin hilación (perdón por el neologismo) narrativa, solo aparecen o determinadas fantasías, sueños por parte del personaje protagónico
Llega el jueves y como todas las semanas la cartelera de cine se modifica para abrirle paso a los nuevos estrenos. Entre estos se encuentra el primer largometraje de ficción dirigido por Lucía Vassallo. “Cadáver exquisito”, imitando el nombre de la técnica utilizada por los vanguardistas a principios del siglo pasado, cuenta con la participación de Sofía Gala Castiglione, Rafael Spregelburd y Blanca Nieves Villalba. Hoy 9 de junio se estrena en las salas de cine. Después de encontrar a su novia Blanca inconsciente en la bañera de su casa y luego de que la misma quede en coma, Clara comienza un viaje de descubrimiento. Desentrañar poco a poco quién y cómo era esta persona que ahora se encuentra inalcanzable dentro de una habitación de hospital. Mientras más descubre, más comienza a parecerse a Blanca, tanto física como psicológicamente. La simbiosis que se produce al estar en pareja es casi un misterio que roza la inexplicable magia. Para la ciencia lo hacemos debido a nuestra necesidad genética de reproducirnos, teoría que hoy en día puede tambalear. Nadie queda indiferente tras vivenciar dicha situación, los resultados pueden ser tan negativos como positivos. La gente cambia, cambiamos, entramos de una manera y salimos de otra. Como le sucede de manera hiperbólica a Clara, quien termina transmutando en Blanca. El único modo que ella logra conseguir el entendimiento que desea, durante el doloroso proceso de duelo que transita.
El primer trabajo de ficción de Lucía Vasallo como directora, luego de tres documentales, aborda una historia de suspenso. El guion de la propia directora junto a Sebastián Cortés comienza cuando Clara (Sofía Gala Castiglione) una maquilladora de teatro, encuentra a su novia Blanca (Blanca Nieves Villalba, en su debut cinematográfico), en la bañadera de su casa, sin signos vitales. A partir del dramático hecho, y mientras Blanca está internada en coma y es visitada asiduamente por su madre (Marcela Chávez), Clara comienza a invadir el pasado de su pareja para intentar comprender quién es ella realmente. Mientras los días transcurren, Clara arma retazos, entra a su intimidad mediante su celular, su casa y su agenda, y así llega a hombres y mujeres que tuvieron relación con su novia. Se involucra con ellos, sin la seguridad de poder obtener todas las respuestas y descubriendo una vida paralela que desconocía. Lo que sigue es el impulso que mueve a la joven a saciar su curiosidad, mutando ella misma con el correr de los días. Hay belleza en las escenas sexuales de esta dupla protagónica destacándose, como en cada uno de los trabajos que realiza, Sofía Gala Castiglione, quien ofrece una Clara llena de matices. La película que ya pasó por distintos Festivales antes de su estreno en nuestro país, completa su elenco con Lorena Vega, Rafael Spregelburd, Nicolás García, Lola Banfi, Agustín Vasques Corbanán, Santiago Gobernoni y Analía Couceyro. 🍿 Una opción original e inquietante del cine nacional.
Después de sus trabajos con documentales, “Línea 137”, “La cárcel del fin del mundo”, la cautivante “Transoceánicas”, Lucía Vassallo dio paso a su opera prima de ficción, con un libro propio y de Sebastián Cortes, con un disparador personal lejano y mucha libertad creativa. Esta historia de dolor por la pérdida, de impotencia frente a lo irremediable abre puertas hacia un camino de apropiación, de convertirse en el otro, de vampirizarlo, desintegrarlo, incluirlo en nuestro cuerpo, aunque ese sea solo el camino de mayor ansiedad y desgarro. Una pareja de chicas, aparentemente ideal, o por lo menos para una de ellas, el descubrimiento de una plenitud que no conocía. Para la joven albina, una increíble debutante Nieves Villalba, el no compromiso, el seguir su deseo libremente, el querer experimentar con su propio cuerpo con químicos no conocidos la llevan a un estado de coma. Para la otra, una intensa e inquietante Sofía Gala Castiglione, queda el vacío, la ignorancia, el abandono. Por eso, como un ser siniestro y ávido, nada la detiene en averiguar cada paso y cada rastro de la existencia de la chica inconsciente, para apropiarse con avidez de cada relación, actividad, objetos, vivienda, espacios reales y espirituales. Para reflejar ese clima de búsqueda insaciable, la directora se valió de inspiraciones desbordadas y una estética bella y perturbadora. Cuidó cada detalle hasta la frialdad milimétrica con pequeñas notas de color, para plantear un terror posesivo que solo transmite inquietud y riesgo. Una película personal, que incomoda al espectador poniéndolo frente a la cara más oscura del deseo, a la pulsión en llamas.
La primera película película de ficción de la documentalista Lucía Vassallo es una exploración a través del deseo y una noción tóxica, como llaman ahora a lo que antes se le decía pasional, del amor, que quizás no sea más que el lado más oscuro del deseo. Protagonizada por Sofía Gala Castiglione, la película ahonda en la fascinación irracional que una persona puede generar en otra. Cadáver exquisito comienza con lo que parece una muerte. La muerte de una mujer, de un cuerpo blanco y fantasmal. Cuando Blanca cae en un profundo y poco esperanzador coma, Clara queda en una especie de limbo de incertidumbre y desconexión. La mujer que la sedujo, la fascinó, con la que creyó tener algo más que el deseo que corroe por las venas, no sólo parecía haberse evaporado sino que le deja un montón de preguntas sin respuestas. En esa búsqueda de identidad, ambas se confunden y el mundo se torna un lugar extraño. A nivel estructura, en este guion coescrito entre Vasallo y Sebastián Cortés, la película se mueve junto al personaje de Clara (Sofía Gala Castiglione, una de las actrices más talentosas y cautivantes de los últimos años) pero también somos testigos a través de flashbacks de situaciones que giran en torno a Blanca (Nieves Villalba, actriz albina que integra con solidez ese aspecto a la película) de los que ella no sabe nada. Como que en su labor de científica decidió experimentar con su propio cuerpo, sus hormonas y su placer. Lo que empieza como una historia poco original sobre una pareja que al desaparecer una descubre de la otra parte detalles sospechosos -como mensajes eróticos con otros hombres o enterarse que estaba embarazada-, pronto se va abriendo hacia otros lados. Además, mientras Clara en su buceo sobre esta mujer que se convirtió en un enigma a resolver empieza a actuar como ella, el cuerpo de Blanca genera incluso en su enfermera (interpretada por una desaprovechada Analía Couceyro) una fascinación y enamoramiento inexplicables. Entre el presente y el pasado pronto comienza a interesar un poco menos todo lo que concierne a Blanca, al misterio que era su vida y su trabajo, y una se queda con Clara, en ese viaje hacia algo parecido a la locura, que se asemeja a un espiral descendente. El guion tampoco termina de profundizar en muchas de las líneas que abre. En el medio hay un rejunte de escenas, incluidas unas secuencias de danza que pretenden perturbar al estilo la Suspiria de Guadanigno, que no terminan de funcionar y descolocan más que otra cosa; para demostrar que la vida de Blanca, cuyo departamento luce impoluto, era un abanico de actividades e intereses pero también para apostar por climas sensoriales más sórdidos. Afortunadamente siempre está ahí Sofía, entregándose con confianza a su personaje y a este juego de dobles y mutación, y a quien el guion sí le permite explorar una mayor gama de matices. Desde lo técnico, la película es impecable, con planos muy cuidados. La prevalencia del color blanco y las luces generan a veces incomodidad -es poco habitual ver tanta luminosidad en este tipo de películas aal punto que a veces enceguece- y otras intensifica la frialdad y distancia que genera el personaje de Blanca. Porque si bien hay mucho de erotismo, el sexo y el deseo son primordiales en este relato, Blanca siempre transmite frío y distancia, a lo mejor también por una interpretación menos suelta. Osada y con ribetes que la acercan al cine de terror, Cadáver exquisito le entrega a la cartelera una opción original que no deja indiferente aunque no termina de convencer con una historia que promete terrenos que no termine de explorar o explotar. Es una película con muchas ideas. Vale la pena de todos modos por la interpretación de Gala y porque sitúa a Vasallo con una búsqueda artística interesante… y quizás porque con esa fascinación inexplicable que generan ciertas personas y ciertos cuerpos muchxs nos habremos identificadxs alguna vez.
Cuesta encasillar a Cadáver Exquisito dentro de un género; es un drama psicológico sobre la pérdida del sostén emocional de una persona inestable; puede ser cine de terror, con reminiscencias a Suspiria; o un psicothriller sobre la obsesión amorosa y la apropiación de la identidad al estilo Single White Female.
"La Usurpadora" Ya se encuentra en cartel la peculiar película argentina Cadáver exquisito, protagonizada por una convincente Sofía Gala Castiglione. Por Denise Pieniazek Cadáver Exquisito es el primer largometraje de ficción de la directora Lucía Vassallo -La Cárcel del Fin del Mundo, Línea 137 y Transoceánicas- cuyo guión escribió junto a Sebastián Cortés. La película narra la historia de amor entre Blanca (Nieves Villalba) y Clara (Sofía Gala Castiglione), pero tiene la particularidad de hacerlo a través de la fusión de géneros cinematográficos como el thriller psicológico y el drama, incluso cuenta con elementos residuales pero característicos del melodrama. Desde su inicio la acción plantea que la joven Clara, encuentra a su novia desvanecida en la bañera sin comprender qué ha ocurrido. En consecuencia, Blanca es hospitalizada y permanece en estado de coma. A partir de allí, el relato, que desde su inicio recurre a los vaivenes temporales, construye su estructura como una especie de rompecabezas que va dosificando la información del pasado y presente de las protagonistas poco a poco. El espectador accede a la información y su acumulación a través del punto de vista de Clara, quien intenta lidiar con la tragedia de perder a su amada. En el devenir del estatuto del personaje de Clara, tras no poder concebir la posibilidad de vivir sin su pareja, ésta se apoyará en los recuerdos, pero también en una obsesión cuyo nivel de posesión va un paso más allá, hasta llegar a una total transmutación identitaria. Recapitulando, Cadáver Exquisito es una obra cuyos ejes temáticos son el amor, la pérdida, la soledad y la muerte (ya sea de otro o del yo). En dicho sentido, resulta interesante vincular el filme al mito de la antigüedad griega sobre las “almas gemelas”. Según dicha creencia el hombre y mujer eran un solo cuerpo que conformaban un ser “andrógino”, una entidad muy poderosa, por lo cual Zeus (Dios del olimpo) decidió partirlo por la mitad con un rayo. Tras pasar por el río Leteo (el río del olvido) las almas se olvidarán y deberán volver a buscarse en la tierra, con el fin de reencontrar su otra mitad. Si bien este mito plantea el amor entendido en términos heterosexuales mientras que la película en cuestión representa una relación homosexual, el cuerpo de la no azarosamente llamada Blanca, una mujer albina y de apariencia andrógina, hace que esta relación intertextual resulte pertinente. Asimismo, el amor obsesivo de Clara (nuevamente la elección adrede del nombre) y al no poder ya poseer a Blanca, su deseo desmedido la incita a volverse ella misma en cuerpo y alma. Incluso, reflexionando sobre la cuestión del río Leteo, en la obra es de vital importancia el cuerpo sumergido en el agua. Primero el cuerpo de Blanca en la bañadera -de un baño totalmente blanco, como metáfora del linde entre la conexión de la vida y la muerte- y luego el cuerpo de Clara ya transformado en ese mismo espacio, un alma que ha olvidado su vida anterior para convertirse por completo en la identidad de su amada. Al respecto, también resulta atinado mencionar el juego constante que el relato realiza con la figura del doble femenino entre Blanca y Clara, el cual está anclado a la tradición del cine clásico. Del mismo modo, la cuestión de la blancura como metáfora de lo fantasmagórico, como aquel límite frágil entre la vida y la muerte, de aquella la presencia-ausencia. Clara irá transformando su aspecto de a poco, primero desde el vestuario oscuro, luego sus uñas y el maquillaje -donde debe destacarse el trabajo realizado por Florencia Grosso-, después su cabello, hasta llegar finalmente a las prácticas que Blanca ejercía, desde la danza Butoh al sadomasoquismo. La elección de este tipo de danza no es aleatoria, sino que se corresponde porque sus temas suelen vincularse a la identidad, el caos, la ansiedad y porque realiza críticas sobre la construcción del género y la orientación sexual, donde a través del lenguaje corporal se expresan cuestiones que exceden al lenguaje verbal, por eso es llamada “danza de descendimiento en la oscuridad”. Algo muy similar a lo que le sucede internamente al personaje de Clara, quien mientras más se aclara por fuera, más oscura se torna por dentro. Incluso cuanto más se acerca Clara a poseer la identidad de Blanca, más putrefacto y cadavérico se vuelve el cuerpo de Blanca en estado de coma. Los paralelismos que traza el filme y su tono de misterio, dan como resultado un universo diegético en el que la perversión -quizás queer- logra manifestarse y hacerse presente. Clara mediante collages de papel que realiza con fotos de Blanca, y su posterior corporeización en una entidad, termina por yuxtaponer las identidades de ambas mujeres. En conclusión, si bien pierde algo de potencia o sorpresa en su desenlace Cadáver Exquisito es una propuesta distinta dentro del cine argentino, ideal para quien decida entregarse a un relato por fuera de lo usual.
Descenso a los confines del deseo con Sofía Gala Castiglione La película de Lucia Vassallo se anima a indagar en temas que suelen escapar a la representación tales como los fetiches sobre la muerte y las pasiones sexuales. grega indicios sobre el estado en que se encuentra al experimentar con su cuerpo. Pero también es su extremo color de piel que se fusiona con la luz -en un metafórico final del túnel- siempre presente en la transformación de su novia Clara. Un convincente trabajo de Sofía Gala Castiglione, que aporta con su entrega física y emocional, todas las sensaciones requeridas a la película. La luz y la oscuridad también funcionan de contraste en ese cruce entre la vida y la muerte. Aparecen los bajos instintos del deseo, las perversiones a las que Blanca se sometía y Clara irá descubriendo al parecerse cada día más a su pareja. Lucía Vassallo explora la mente de su protagonista en el linde entre la cordura y la locura. Pero también explora el cuerpo, el deseo y el placer llevados a un límite constante. Una apuesta arriesgada que se permite bucear en las zonas oscuras del ser humano y encuentra en escenas oníricas que recuerdan a la Suspiria de Luca Guadagnino, o algún que otro pasaje siniestro de la filmografía de Cronemberg, la manera de indagar en temáticas poco frecuentes. Quizás Cadáver exquisito se proponga mas de lo que logra, pero sin embargo se sostiene gracias a los riesgos asumidos.
En parte historia de “amour fou”, en parte exploración sobre las emociones y los sentimientos, la película narra cómo una mujer se apodera, de cierto modo, del cuerpo y el alma de otra, a la que ama y permanece en coma. Por momentos inquietante, el film cuenta con Sofía Gala Castiglione, de lo mejor -lo decimos siempre, pero no está de más repetirlo- que nos dio el cine argentino en estos años, y que casi es toda ella una película en sí misma (y no es incoherente con la trama).
Constituyendo un singular producto de nuestra industria, “Cadaver Exquisito” rastrea influencias de la filmografía europea de Roman Polanski (“El Inquilino”), también del maestro polaco Krisztof Kieslowski (“La Doble Vida de Verónica”). El presente film, rodado durante 2019 y exhibido en los festivales Fantasporto (Lisoba), Fantasay (Brasil) y BAFICI (en su edición 2021), nos adentra en la reconstrucción del otro; un doble siniestro de profusa tradición literaria. La sobria banda sonora de la compositora Natalia Spiner genera climas francamente perturbadores, mientras la psiquis inconsciente se convierte en un auténtico objeto de obsesión. El título elegido nos remite directamente al juego surrealista inventado hacia 1925, y la metáfora cobra sentido: aquella pieza única, construida entre varias personas, indaga en el reflejo, el doble, la identidad, la fantasmagoría. “Cadáver Exquisito”, estelarizado por Sofía Gala Castiglione, aborda lo fantástico, abundando en un género transitado como el thriller psicológico, al que adosa los valores de vampirización, transformación y posesión que atraviesan el argumento. La directora Lucía Vasallo, responsable de “Transoceánicas” (2020), concreta su debut en ficción sembrando tamañas inquietudes, acaso el deseo se convierta en el motor de la búsqueda de una obra que potencia la incomodidad de lo siniestro.
Rara avis es entre nosotros Cadáver exquisito, porque no teme la ambición de hacer una película con sus propias reglas en un casillero del cine contemporáneo excesivamente codificado y poco frecuentado por los cineastas vernáculos. Legítima rareza cinematográfica en la que resplandecen dos actrices notables y en la que una directora deja constancia de su talento.
DEMASIADA FRIALDAD En su debut en la ficción, Lucía Vassallo (que venía de dirigir los documentales La cárcel del fin del mundo y Línea 137) hace una apuesta ciertamente arriesgada: un relato que se propone incomodar desde un tratamiento sobre lo corporal emparentado con lo obsesivo y lo patológico, de la mano de lo sexual y lo identitario. Sin embargo, Cadáver exquisito termina siendo un film donde los formalismos en la puesta en escena se imponen sobre la coherencia narrativa, convirtiéndola en una experiencia tan distante como confusa. El film se centra en Clara (Sofía Gala Castiglione), una joven maquilladora que un día encuentra a su novia, Clara (Nieves Villalba), en la bañera de su casa, flotando casi sin signos vitales. Mientras Clara está hospitalizada en estado de coma, Blanca trata de seguir adelante amparándose en los recuerdos de su vínculo de pareja, aunque eso también es puesto en crisis cuando empieza a descubrir aspectos de la vida de Blanca que desconocía. Todos esos eventos sumados la llevarán a una alteración en su personalidad, emprendiendo un camino para transformarse física y psíquicamente en una especie de réplica de Clara, buscando poseer esa identidad inerte y darle nueva vida, aunque eso la lleve al límite de su propia existencia. Si ya el argumento tiene una complejidad importante y requiere de un espectador que se compenetre con una protagonista marcada por su carácter obsesivo, Vasallo suma elementos disruptivos: no solo el albinismo de Clara, que le permite utilizar el blanco de su cuerpo como contraste frente a las ambigüedades de su pasado; sino también una trama con toda clase de idas y vueltas temporales y espaciales; referencias a cuestiones genéticas y químicas; y el uso de la danza butō como enlace para expresar implicancias corporales y psicológicas de ciertos momentos decisivos de la película. Sin embargo, Cadáver exquisito se va enredando sobre sí misma, porque parece más preocupada por mostrar solemnidad y extrañamiento en los eventos que narra que por acercar al espectador al juego retorcido, pero potencialmente interesante que propone. El resultado, entonces, termina siendo un improductivo distanciamiento frente a lo perturbador del conflicto que atraviesa a Clara en su relación con Blanca -presente y a la vez ausente en su vida y su identidad- y con ella misma. A medida que van pasando los minutos, todo se va a haciendo cada vez más confuso y finalmente irrelevante, con unos minutos finales plagados de arbitrariedad. Eso se traslada a las actuaciones, tan impostadas que quedan a contramano de lo que pide el relato. En Cadáver exquisito hay algunas ideas atractivas y originales que nunca llegan a fluir de la manera apropiada, lo que la conduce a una frialdad intrascendente.
Un juego de espejos algo forzado Un juego de espejos. Eso es lo que propone “Cadáver exquisito”, primero desde lo nominal, con dos protagonistas llamadas Clara y Blanca, que es albina, en un subrayado que suena algo excesivo; y después desde lo conceptual. Porque Clara (Castiglione) encuentra a su novia Blanca (Nieves Villalba) flotando en la bañera al borde de la muerte. Y es desde esa situación límite, que comienza con Blanca en estado de coma, cuando Clara comienza a hurgar en el pasado de su pareja con la intención de descubrir por qué llegó a tomar esa decisión. Blanca es una mujer enigmática, quien como doctora busca saber cómo actúa la oxitocina en el orgasmo, y toma a su cuerpo como banco de pruebas. De a poco, Clara revisa el teléfono celular de su novia y va encontrando su lado B ¿o el lado A? La directora apostó a mostrar cómo una obsesión amorosa puede llevar a un proceso de transformación capaz de desencadenar una mutación psicológica y hasta estética. Y aquí es cuando Clara intentará tomar la posta de Blanca y se contactará con su universo, con personajes perversos, incluso impostando el look de su amada. Esa impostación también sobrevuela el film, que aflora como poco creíble, con situaciones forzadas, donde apenas sobresale Castiglione, cada vez más actriz.