Un elenco multitudinario para esta nueva adaptación de la saga que se basa en un juego de rol muy popular desde los años ochenta pero que no encuentra, una vez más, un buen relato. Humor y aventuras para una narración bucólica y sin estridencias.
Calabozos & Dragones: Honor Entre Ladrones ha logrado un buen balance entre la magia y el caos de la historia que presenta, está en sintonía con producciones como Willow, Piratas del Caribe o Jumanji.
Calabozos y Dragones: Honor entre ladrones, sale de los tableros de mesa y se mete a la pantalla grande con una aventura muy cómica y mágica. Dirigida por Jonathan Goldstein y John Francis Daley. El elenco está compuesto por Chris Pine, Michelle Rodríguez, Justice Smith, Sophia Lillis, Hugh Grant, Regé-Jean Page, Chloe Coleman y Daisy Head. Un ladrón con un pasado trágico y una banda de aventureros emprenden un atraco para recuperar una reliquia perdida, pero las cosas no salen como esperaban cuando se topan con las personas equivocadas y desatan el mayor mal que el mundo jamás haya conocido. Calabozos y Dragones El famoso juego de rol ya ha tenido tres adaptaciones antes que su nueva entrega, estrenadas en los años 2000, 2005 y 2012. Las tres películas fueron de muy pobre a más o menos en calificación por los críticos y los fanáticos del juego, por lo que la actual adaptación de Goldstein y Daley tenía un poco de presión, pero también tenía una vara muy baja para superar. Para entrar en detalles, esta nueva adaptación es una aventura cómica, en donde Chris Pine y Michelle Rodríguez son los protagonistas principales, ambos con sus propias historias, las cuales se cruzaron en circunstancias desfavorables y los volvió grandes amigos, casi hermanos. Ambos se vuelven ladrones y juntan un grupo con el cual fallan en una misión muy jugada que los deja como prisioneros. La historia empieza de una manera cómica con Edgin (Chris Pine) y Holga (Michelle Rodríguez), a medida que avanza la película recorren este mundo mágico para volver a restaurar el grupo y recuperar el objetivo que habían robado, antes de que Edgin y Holga terminaran en prisión. La película tiene un guión muy cliché y simplón, lo cual la vuelve sencilla y divertida, por lo que no aburre en ningún momento y es dinámica, no queda estancada en el relato y la descripción de todo. El mundo y las aventuras, las vamos conociendo con los personajes, lo cuales también desconocen muchas cosas y hasta incluso, improvisan en el momento de salvar sus vidas y nos hacen ver lo enorme y vasto que es este mundo. Fuera de la trama y apuntando a los efectos, son muy buenos, quizás a la hora de ejecutar la acción por parte de los magos, no se ven tan pulidos como el resto. Teniendo en cuenta que es un mundo en el cual la magia es constante, se ve muy bien. En resumen Calabozos y Dragones: Honor entre ladrones es una muy buena película de magia, aventura y comedia, con muy buenos efectos especiales y también prácticos, un guión simple y sencillo, y con Chris Pine como el principal personaje cómico de la película, al igual que Michelle Rodríguez, siendo esta la primera vez en la cual la actriz se mete en un papel muchísimo más descontracturado. Una muy buena película, entretenida y divertida que se podrá disfrutar el próximo 30 de marzo en todos lo cines de Argentina. Calabozos y Dragones: Honor entre ladrones
Este jueves llega a los cines argentinos “Calabozos y dragones: Honor entre ladrones”, nueva adaptación del legendario juego de roles y aquí te damos un pequeño adelanto de lo que te encontrarás.
Cómo diría Bob Dylan: “¿Cuántas veces el hombre hará adaptaciones de Calabozos y dragones hasta entender que serán todas insufribles?” La del año 2000 era un papelón y sólo nos queda el consuelo de la declaración cínica de Jeremy Irons que confesó haberla hecho para pagar su castillo. Ahora queremos creer que el beneficiado por esta nueva película es Hugh Grant, al que queremos mucho, aunque aquí le ponga muy pocas ganas a su personaje. La próxima vez prometo pagar la entrada para beneficiar a algún buen actor, pero les pido que no me obliguen a ver la película. Calabozos y dragones: honor entre ladrones es un intento para aprovechar la supuesta popularidad del juego de rol de 1974 y todos sus derivados. Es difícil precisar cuál es el vínculo entre todos aquellos que lo han jugado y juegan y los espectadores de cine. Pero en base a todas las horas que he pasado frente a esos legendarios tableros puedo afirmar sin dudar que esta nueva película es, para ser generosos, mediocre. Aclaro que la totalidad de tiempo que he jugado Calabozos y dragones en mi vida es cero, nada, ni un segundo. Sabrán los jugadores más leales de las mil referencias en el largometraje, pero he pasado mucho más tiempo viendo cine y reconozco un bodrio fallido con bastante facilidad. Lo que hayan querido hacer, no ha salido bien. Si se hubiera llamado Calabozos y Dragones Vol. 1 tal vez hubiera tenido la decencia de admitir que quisieron copiar la aventura cómica y aligerada de Guardianes de la galaxia, pero entre ladrones no hay honor, al parecer. Esta cuarta película (hay dos telefilms que Dios me libre de cruzármelos algún día) trae un equipo de ladrones liderados por Edgin (Chris Pine) que empieza la película encarcelado junto a su amiga Holga (Michelle Rodríguez) por motivos que pronto serán aclarados. Edgin ha perdido a su esposa y luego de dos años de cárcel desea recuperar a su hija Kira (Chloe Coleman), quien ha quedado al cuidado de un ladrón con el que ellos trabajaban, Forge Fitzwilliam (Hugh Grant) ahora convertido en Lord of Neverwinter. Lo que parece un reencuentro se transformará tan sólo en el comienzo de una compleja aventura. El único registro que parece una declaración del legado de Guardianes de la galaxia es una escena que no anticiparemos, pero el resto es simplemente entrar y salir del drama y la aventura para entrar abiertamente en la comedia. Comedia que arranca bastante mal, porque se interpone con el drama de forma muy torpe, y que recién en la mitad encuentra algunos momentos logrados. La escena del cementerio muestra algo de lo que la película pudo ser pero tarda en mostrar y que finalmente abandona al final de las escenas con Xenk Yendar (Regé-Jean Page). Previsible a niveles importantes, tiene más elenco del que necesita y muchas escenas aburridas. Se hace eterna la aventura y su lógica nunca se termina de cerrar. Copiar aquí y allá, inspirarse en un éxito previo y creer que todo saldrá bien suele ser la fórmula para esta clase de películas que uno pensaba ya no se iban a hacer más.
Pese al renacimiento que tuvo el género de la fantasía a comienzos del siglo 21 con los sucesos de Harry Potter y El Señor de los Anillos, la franquicia Dungeons & Dragons terminó vetada en los grandes estudios de Hollywood tras el fracaso comercial de la película producida por Joel Silver en el 2000. La nueva apuesta de Paramount consigue revivir este universo de ficción a través de una producción que resulta muy entretenida para el público que no estaba familiarizado con esta propuesta al mismo tiempo que mima a los fans con una adaptación cariñosa. Los directores Jonathan Godstein y Jon Francis Daley entendieron perfectamente que esto no es Tolkien ni Game of Thrones y aprovecharon los mundos y personajes excéntricos que siempre incluyeron los relatos de D&D para elaborar un espectáculo que no se toma en tan serio a sí mismo. Para los seguidores del juego de rol y la saga literaria la trama está plagada de referencias a monstruos icónicos y escenarios tradicionales que van a poder reconocer con facilidad. Hubo un esfuerzo por hacerle justicia a la franquicia y el film captura muy bien esa esencia de familia disfuncional que conforman los protagonistas, representada en numerosos relatos, desde los viejos cómics de DC hasta la saga Drangonlance. Chris Pine sobresale como la gran figura del elenco con un personaje muy divertido que conforma una excelente dupla con Michelle Rodríguez, quien se destaca más en esta propuesta con su interpretación que en todas las intervenciones que tuvo en Rápido y furioso. El resto del reparto acompaña con trabajos correctos pero son ellos dos los que sostienen el espectáculo. En los aspectos técnicos la dupla de directores presenta una buena combinación de CGI con efectos prácticos que tiene la finalidad de evocar el cine de fantasía de los años ´80. También sorprenden con algunas secuencias de acción inspiradas que le pasan el trapo a los combates Power Rangers de Shazam. Mi única objeción con este film pasa por la abrumadora influencia de los Guardianes de la galaxia de James Gunn en el tratamiento humorístico que atentó contra la posibilidad de construir una identidad más definida. Me encantaría ver otra película con el rol de Pine sin que me recuerde al Starlord de Chris Pratt. El film tampoco cae en los excesos de la segunda entrega de Guardianes ni la imbecilidad extrema del Thor de Taika Waititi pero podría generar humor sin la necesidad de emular los productos de Marvel. De todos modos el balance es más que positivo y el regreso de D&D ofrece una muy buena propuesta pochoclera que tiene el potencial de generar más entregas.
Una nueva generación conoce “Calabozos y dragones" como aquel juego muy utilizado en la serie Stranger Things, pero lo que somos un poco más grandes lo hemos visto en otras películas o series como por ejemplo ET (1982), una serie animada de los 90s o incluso su infame primera adaptación cinematográfica de 2000 con Jeremy Irons. Es más, quien escribe ha jugado mucho este juego. Y ahora llega en una nueva super producción, en un ambiente más que nada dominado por los superhéroes y/o el SciFi (Top Gun: Maverick fue una excepción) y donde el subgénero cinematográfico sword and sorcery (espada y hechicería) ha quedado en el pasado. El resultado es bueno, pero me parece que no lo suficientemente disruptivo o descollante como para que haga ruido en las masas. Los directores John Francis Daley y Jonathan Goldstein hicieron muy bien la tarea, cubriendo y explorando muchos aspectos del juego. Desde sus personajes, objetos, lugares y formas. Sin embargo, la película adolece de ciertos tropiezos en su guion. Aunque la trama principal es interesante y se desarrolla con fluidez, el espectador no llega a conectar del todo con los personajes Tanto Chris Pine como Michelle Rodriguez están bien. Pero son simples “caras” a llenar en una planilla de roles. Da la sensación de que fueron los actores que dijeron que “si” y no los más adecuados para ello. Los efectos visuales son buenos, pero nada para destacar. En cambio, el trabajo de diseño de producción es impecable En resumen, "Calabozos y dragones" es una película que puede resultar satisfactoria para los fanáticos del juego de rol y los amantes de la fantasía en general, pero no mucho más que eso.
No se si es que iba con muy pocas expectativas o si realmente el filme se configura de buena manera. Podría ser un poco de ambas, sin embargo me inclino a que tiene mayor peso la segunda opción. Lo primero a destacar la película es para nada pretenciosa, es todo un juego que entretiene, para eso se basa en un muy buen guión, lo segundo a destacar. Parte de lo logros del guión están no solo en las aventuras que desarrolla, sino en como presentan y desarrollan a los personajes y
"Calabozos y dragones: honor entre ladrones": aventuras con algo de spaghetti western Aunque no hay ninguna novedad en la película, las fórmulas son usadas de manera apropiada, con un gran manejo del tempo y el ritmo. Nueva adaptación del famoso juego de mesa, piedra basal del hoy vasto universo de los juegos de rol, Calabozos y dragones: honor entre ladrones resulta una sorpresa grata. Primero, porque el balance del subgénero de películas derivadas de juegos y juguetes sin dudas resulta negativo, ecuación que pone a esta del lado de las honrosas excepciones. Todo lo contrario de lo que ocurrió con la primera película realizada a partir del juego, estrenada sin gloria en 2000 con Jeremy Irons al frente del elenco. De estética medieval fantástica, repleta de personajes mágicos y criaturas míticas, entre las que sobresalen (pero no mucho) los dragones del título, la película evita algunos lastres que suelen cargar aquellas que transitan el relato épico: no se toma a sí misma demasiado en serio y evita la molesta solemnidad omnipresente en el género. Ya la primera secuencia deja bien claro cuál será el tono que regirá la narración. Un orco es trasladado a una cárcel de alta seguridad del medioevo, donde todos están aterrados con su presencia, incluidos guardias y prisioneros. Pero la abominación es trasladada hasta una celda donde la esperan dos compañeros: un hombre joven que teje tirado en su catre y una mujer que come en silencio un trozo de carne mal asada. Sin inmutarse ni dejar de tejer, el tipo le da la bienvenida al nuevo inquilino, describiéndole de forma escueta las nulas comodidades del lugar. Pero el orco prefiere prestarle atención a lo que identifica como una hembra más con la que podrá saciar por la fuerza sus deseos más básicos. Sin embargo, después de relamerse en la cara de la chica, el urso acabará recibiendo de parte de ella una paliza express, cuya violencia no le impedirá seguir comiendo una vez terminada la faena. El truco de revelar potencia física en el personaje del que menos se la espera es viejo, pero acá funciona como si fuera la primera vez que se lo utiliza. Esta última línea podría desempeñarse bien como resumen básico del resto de la película: aunque no hay ninguna novedad, las fórmulas son usadas de manera apropiada, con un gran manejo del tempo y el ritmo, y hallando siempre algún subterfugio que sirva para renovar su eficacia. La historia, por supuesto, es una mera excusa para poner en marcha los engranajes de la acción. Se trata de una película de aventuras con algo de spaghetti western, pero también de heist movie, donde un grupo de antihéroes, cada uno con una habilidad específica, debe colarse en una ciudad fortificada. El objetivo: robarse el botín que el malvado lord de turno y antiguo miembro de la banda piensa recaudar durante una serie de juegos que tendrán lugar en un coliseo de características también fantásticas. Hay un detalle fundamental para hacer que la receta cuaje: sus protagonistas. Porque no alcanza con un guion sólido y eficaz, sino que es necesario dar con los intérpretes adecuados y ese es otro de los aciertos de esta nueva versión de Calabozos y dragones. Por un lado está el enorme Hugh Grant, auténtico maestro contemporáneo en el arte de la comedia, pero también en el de componer villanos malísimos a los que es imposible detestar. También se destaca Michelle Rodríguez, especialista en interpretar a chicas duras, pero esta vez sumándole buenas dosis de humor a cara de piedra. Y lo más importante, Chris Pine, que ocupa simultáneamente los roles de cabeza de elenco y líder de esa banda de ladrones con todo para perder. Aunque tal vez se trata del menos popular de los cuatro Chris que en la actualidad se ubican en la cima de las estrellas de Hollywood (los otros tres son Evans, Hemsworth y Pratt), Pine vuelve a mostrar una gran capacidad para la comedia, donde se luce tanto en la faceta física como en la verbal. Así, es capaz de ejecutar con la misma gracia una pirueta torpe como de lanzar afilados one-liners para hacer que den ganas de acompañar a su personaje hasta el final de la aventura.
Para aquellos que ya rondamos los cuarenta, hay una película que jamás vamos a olvidar si es que la vimos; y es la infame Calabozos y Dragones; un proyecto que buscaba colgarse de la fama de El señor de los anillos, pero que estaba hecho con las patas, y dando quizás la peor actuación de Jeremy Irons en su vida. Pero el tiempo cura las heridas, así que veamos este nuevo intento de llevar el juego de mesa a la gran pantalla, ahora bajo el nombre de Calabozos y Dragones: honor entre ladrones. Esta vez, la historia se centra en Edgin, quien tras pasar una temporada en prisión junto a su amiga Holga, deciden escaparse y rastrear a la hija del primero, Kira, quien se encuentra bajo el cuidado de Forge, antiguo compañero de la dupla de ex presidiarios y que ahora gracias a la ayuda de una Maga Roja, gobierna un reino. Pero como es de suponer, las intenciones de ambos no son las mejores. Cuando uno piensa en Calabozos y Dragones, imagina mundos fantásticos, plagados de razas mágicas, monstruos, hechiceros, ladrones y un mundo enorme. Y podemos decir que, si esperan eso, Calabozos y Dragones: honor entre ladrones lo da. Así que, en ese sentido, la película cumple a la perfección su función de ser divertida, tanto con momentos chistosos como con escenas de acción y donde nuestros héroes podrán lucir sus habilidades. Pero todo esto se cae a pedazos ante la pésima banda sonora que tiene Calabozos y Dragones: honor entre ladrones. Y es que la olvidable y mediocre composición de Lorne Balfe no le aporta, pero ni un gramo de epicidad a ninguna escena, ni siquiera en el clima; haciendo que las hermosas imágenes o decentes coreografías de acción, se sintieran que les falta algo. Una pena cuando la música no acompaña a las imágenes. A esto hay que sumarle un cgi que no siempre funciona. Irónicamente, cuando mejor se ve, es cuando en pantalla tenemos dragones, batallas multitudinarias o escenarios de fondo que claramente son efectos digitales. El problema son algunos planos, simples y básicos, que demuestran que nunca salieron del set; por ejemplo, conversaciones en una pradera mientras van a caballo. Pero como dije, la película, pese a esos problemas, es entretenida. Si bien quizás las dos horas y una escena post crédito innecesaria no ayudan demasiado, Calabozos y Dragones: honor entre ladrones se posiciona como una de las primeras sorpresas (para bien) que tenemos en este primer trimestre del 2023. Algo es algo.
En esta historia de “honor entre ladrones” están todos los ingredientes para gozar del espíritu lúdico del legendario juego de rol, con ese sabor de aventura que apreciaran las audiencias jóvenes y los niños, y los adultos que amen las aventuras pochocleras con mucha fantasía. Todo está puesto al servicio de un tono leve, con muchos efectos especiales y un elenco que se siente muy cómodo en ese tono descabellado y preocupado con buenas escenas de acción. Cris Pine como un asentado galán y líder de una banda que corre de un peligro al otro con buenas intenciones y resultados generalmente riesgosos y desastrosos. Lo acompaña una mujer guerrera, la eficaz Michelle Rodríguez, tienen al villano más seductor encarnado por Hugh Grant y un salvador que apreciaran las adolescentes que se enamoraron de él viendo “Bridgerton” Regé Jean Page. Monstruos, magos y besias no pueden con el encanto de estos protagonistas, especialmente Pine que en realidad es un juglar que no teme aparecer como un héroe temeroso, cuestionado y aporreado. Una diversión bien entendida y de aspecto lujoso.
Reseña emitida al aire en la radio.
El nivel cinematográfico que maneja la dupla de directores compuesta por John Francis Daley y Jonathan Goldstein (Vacaciones, Noche de juegos) es altísimo y, por momentos, de una perfección pasmosa. Así lo demuestran en su tercera película, Calabozos & Dragones: Honor entre ladrones, basada en el juego de rol de mesa Dungeons & Dragons, diseñado por Gary Gygax y Dave Arneson y publicado por primera vez en 1974. Sin bien el juego ya tuvo un par de adaptaciones (la película de 2000, dirigida por Courtney Solomon, y la serie de televisión de 2012), es en esta versión donde la fantasía heroica alcanza un desenvolvimiento pleno, y todo gracias a Daley y Goldstein, quienes escriben un guion preciso y demuestran tener un control absoluto de la puesta en escena, además de destacarse en los diálogos (siempre con gracia), en la composición de los personajes y en cómo tiene que estar contada una historia con muchos monstruos y seres extraños y encantadores sin caer en la bondad sobreactuada. El filme es una maravilla de la épica con ladrones de medio pelo y aventuras que no se detienen. Los directores saben cómo esparcir los problemas para que los protagonistas los resuelvan y se vean envueltos en otros, brindando entretenimiento y acción a un ritmo imparable, que hacen que el resultado sea un goce para los amantes de las aventuras fantásticas. El elenco entiende el juego y lo recrea con un profesionalismo que exuda creatividad y timing. Chris Pine demuestra lo gran actor que es en el papel del ladrón principal Edgin, quien pierde a su mujer y deja a su hija Kira (Chloe Coleman) en manos de Forge, un amigo traicionero y ladrón como él interpretado por Hugh Grant, quien deleita con sus intervenciones irónicas y sus muecas de caballero inglés. Y están también Michelle Rodriguez como Holga, la bárbara amiga de Edgin que se encarga de cuidar a Kira cuando asesinan a la madre. Pero las malas decisiones de Edgin hacen que los encarcelen, dejando a la niña al cuidado de Forge. Holga es una luchadora fuerte y sagaz que se le anima a cualquier grandulón, mientras se desplaza por castillos y laberintos peligrosos, ambientados en el escenario de campaña de los Reinos Olvidados (el universo de ficción del juego). Cuando Edgin y Holga escapan de la prisión, reclutan a los otros dos acompañantes de aventuras: Simon (Justice Smith), un hechicero sin confianza en sí mismo, y Doric (Sophia Lillis), una druida criada en Neverwinter Wood por un enclave de elfos, habilidosa para robar y para escapar de situaciones difíciles. Los cuatro contarán con la ayuda del paladín Xenk (Regé-Jean Page), quien se abre paso con un caminar elegante y seguro mientras mata dragones gordos y criaturas grotescas. De lo que se trata es de ir por Kira y recuperar una reliquia con el poder de resucitar a un solo muerto, porque Edgin quiere aplicarlo con su mujer asesinada. Mientras tanto, el malvado Forge planea quedarse con toda la riqueza del lugar, aconsejado por Sofina (Daisy Head), la temible maga Roja de Thay a la que los ladrones tendrán que combatir. Calabozos & Dragones… es un espectáculo de alto nivel técnico que juega y se divierte con unos personajes que arriesgan la vida con tal de cumplir su objetivo, siempre recibiendo buen trato de parte de los directores y la importancia que se merecen en una trama que no deja cabos sueltos.
Las proyecciones para la prensa son un buen indicio del interés que determinadas películas (o sagas, o universos) despiertan a priori en los medios. Uno ya sabe que si se trata de una producción de Marvel la función estará abarrotada; y si se trata de un film de DC la asistencia será igualmente masiva, aunque un poco menor. Me sorprendió al ingresar a las 10.57 de la mañana encontrarme con que la enorme sala 4 del Cinemark Palermo estaba prácticamente vacía (apenas una veintena de acreditados). Es probable que el tradicional juego de rol creado hace casi medio siglo no tenga muchos cultores entre las nuevas generaciones de periodistas (los veteranos somos cada vez menos en las “privadas”), pero así y todo la penosa convocatoria resultó una rareza. Y también una injusticia. Es que Calabozos & Dragones: Honor entre ladrones es una buena (por momentos muy buena) película. El film de la ascendente dupla integrada por Jonathan Goldstein y John Francis Daley quizás no tenga aspectos que la conviertan en una propuesta particularmente renovadora, pero en su acumulación, su mixtura, su apuesta por el collage y el mashup combina con muchos más aciertos que carencias elementos propios del cine de acción, de aventuras y de fantasía. El guion firmado por los propios realizadores junto a Michael Gillio propone una mezcla entre la comedia de enredos (hay buenos gags físicos y diálogos filosos) y una épica a- la-El señor de los anilos con un imponente despliegue de efectos visuales (el presupuesto superó los 150 millones de dólares) para crear castillos, prisiones, coliseos, concebir gigantescas y exóticas criaturas, y exponer en toda su dimensión los efectos de distintos poderes mágicos. Y, claro, regalar múltiples referencias y guiños para los fans de D&D. Chris Pine interpreta a Edgin Darvis, integrante de una suerte de logia secreta, que es parte espía, parte estafador, parte ladrón, parte héroe, parte antihéroe. Desde la escena inicial lo encontramos en una cárcel de máxima seguridad junto a Holga (Michelle Rodriguez), una ruda guerrera de pocas pulgas pero en el fondo de buen corazón. A Darvis le han asesinado a su esposa, mientras que su hija Kira (Chloe Coleman) termina siendo cooptada por Forge Fitzwilliam (un Hugh Grant que evidentemente ha disfrutado en cada plano de ser el villano de turno) y la poderosa y despiadada maga roja Sofina (Daisy Head). Lo que Calabozos & Dragones: Honor entre ladrones narra, en definitiva, es el camino de los héroes (aunque ellos sean imperfectos y carguen con múltiples carencias): a Darvis y Holga se les sumarán Simon (Justice Smith), un inseguro y bastante patético hechicero; la druida Doric (Sophia Lillis) y ocasionalmente Xenk (Regé-Jean Page), un caballero más tradicional y formal. Calabozos & Dragones: Honor entre ladrones es una película felizmente anómala porque logra combinar un espíritu nostálgico con una parafernalia tecnológica de última generación puesta al servicio del relato y un desenfado que contrasta con la solemnidad predominante en este tipo de tanques. Sí, por momentos las más de dos horas de relato resultan un poco derivativas y extensas, pero hay en Goldstein y Daley un espíritu lúdico y un amor genuino por los géneros que contagian y son las claves del disfrute.
Calabozos y dragones es el más famoso y, a 49 años de su lanzamiento, uno de los más viejos juegos de rol, ciertamente el primero en incorporar elementos de fantasía a su mundo. En 2000, la alquimia de Hollywood lo transformó en un film con Justin Whalin y Marlon Wayans como dos ladrones de poca monta y con Jeremy Irons en su primer rol como mercenario (léase en su carrera: en la película aparece quince minutos haciendo de un hechicero llamado Profion). La adaptación fue un rotundo y merecido fracaso que, sin embargo, generó dos secuelas rodadas sin actores reconocibles fuera de su núcleo familiar y que nadie esperaba ni necesitaba: una de ellas se estrenó directamente en TV y la otra solo en video. Como se ve, este rebooteo de la franquicia no tiene la más ilustre de las estirpes y, sin embargo, no solo no decepciona (aunque esto era difícil dada la profundidad del sótano en el que estaban las expectativas) sino que hasta sorprende con un ingenio y brío ausente en toda su genealogía. Los responsables de sus méritos son indudablemente los guionistas y directores Jonathan Goldstein y John Francis Daley, el mismo equipo creativo que se hizo cargo del rebooteo de Spiderman con Tom Holland. Es hoy inevitable que un film de acción y fantasía dirigido al público juvenil –que es como se autoperciben los jugadores de juegos de rol aunque hayan comenzado en la actividad en 1974– tenga algo de película de superhéroes, tal es el virus que Marvel esparció por toda la industria. Sin embargo, esta historia se permite abrevar en otras fuentes para construir a sus personajes y sus circunstancias, como la mitología de El señor de los anillos, el humor de La princesa prometida o el vértigo de las Indiana Jones. No hay una gran dosis de originalidad en su creación, pero la recombinación de elementos está hecha con competencia y precisión, como no es frecuente en la cuarta iteración de un pretendido blockbuster. La historia es clásica en el sentido de que recurre, como buena parte del cine actual de superhéroes, a cada una de las funciones narrativas que se encuentran en el cuento popular desde la Edad Media: el héroe que pierde un objeto mágico, el antagonista que se apodera de tal objeto, la búsqueda de ayudantes para la gesta heroica, el destinatario que recibirá el beneficio de tal acción, etc. Con nombres propios, la historia es así: Edgin (Chris Pine) es un vividor de buen corazón que, tras el asesinato de su esposa, debe criar a su hija Kira (Chloe Coleman), a quien eventualmente pierde a manos del villano Forge (Hugh Grant, canalizando a su personaje de Paddington 2). Para revivir a su mujer y recuperar a su hija debe encontrar la Tabla de la Resurreción, pero antes de eso también el Casco de la Disyunción. Para tamañas tareas cuenta con la ayuda de la bárbara (como gentilicio y como calificativo) Holga (Michelle Rodriguez) y de un grupo variopinto de pícaros y hechiceros a los que recluta a medida que avanza su derrotero hasta llegar a la gran batalla final contra la maga roja Sofina (Daisy Head), un dragón con sobrepeso y otras fuerzas del mal. La película va más allá de la aplicación mecánica de estos dispositivos y se encarga de potenciarlos con un ritmo narrativo que no decae y elevadas dosis de humor entre inventivo e irreparablemente idiota que no siempre da en el blanco, pero sí contribuye eficazmente a incrementar el carisma de los personajes. Como en Indiana Jones, muchos problemas son resueltos a través del bienvenido humor antes que con las reglas que se impone a sí mismo este mundo. Una escena en la que el protagonista malgasta torpemente las únicas cinco preguntas que puede formularle a un muerto tras un trabajoso trabajo de resurrección resulta especialmente efectiva. No solo no es necesario conocer nada de la extensa mitología de Calabozos y dragones para disfrutar de este film, sino que dada su inspiración recurrente en el cine de los 80, es probable que resulte incluso más atractivo para quienes nunca lo jugaron.
Seis veces, entre películas y producciones animadas, fue adaptado el juego de rol Calabozos y dragones, siendo ésta que se estrena este jueves solo en cines la sexta, protagonizada por Chris Pine y Michelle Rodriguez. Stranger Things bien que le dio una mano a Calabozos y dragones más que nada al comienzo de su cuarta temporada, emitida el año pasado. Muchos jóvenes conocieron el juego de rol, o lo recordaron, gracias a la serie de Netflix. Ahora, transformar el famoso juego de mesa de 1974 en una película no es tarea sencilla. Hay que echar mano a personajes con carnadura, recrearles una historia y tratar de mantener, para que los fanáticos no estallen en las redes sociales, mucho de la base real del juego. En la historia que dirigen los cineastas Jonathan Goldstein y John Francis Daley (Noche de juegos, 2018) se combina un poco de todo. Hay por supuesto abundante acción, pero también momentos de humor, sin llegar nunca, jamás, a la parodia. Vean la secuencia en la que el cuarteto de inadaptados debe preguntar a distintos cadáveres, despertándolos de sus tumbas, dónde quedó un mítico casco que necesitan para abrir cierta bóveda, para alcanzar su objetivo. Porque si el objetivo de cualquier juego es ganar y -entretener-, esta Calabozos y dragones: Honor entre ladrones cumple con lo segundo, apelando a una historia de camaradería y de la búsqueda de una niña para que se reúna con su padre. Hablábamos de un cuarteto de personajes, de quienes hay dos con carácter más protagónico. Son Edgin (Chris Pine) y Holga (Michelle Rodriguez, no solo recordada por la saga de Rápidos y furiosos). No son pareja, sino amigos, y ella ayudó a criar a Kira (Chloe Coleman, de Juego de espías) cuando su madre, y amada esposa de Edgin, ya no está entre los vivos. El problema es que, y no vamos a revelar aquí por qué, Edgin y Holga terminan prisioneros en un enorme castillo cárcel. Ya pasaron un año, y tienen la oportunidad de ganarse el perdón de sus condenas (robaron, bah, de ahí el subtítulo de la película). Una vez afuera, tanto uno como la otra lo único que desean es volver a estar con Kira. Hugh Grant, el malvado Pero, y en toda película siempre debe haber un pero para que la trama se (re)active, quien no quiere saber nada con eso es Forge Fitzwilliam (Hugh Grant), compañero de aventuras y asaltos, pero ahora convertido en un Lord. Y que le ha mentido, llenado la cabeza a Kira con respecto a su padre. Este nuevo villano de cuarta de Grant tiene una aliada, o algo similar: Sofina (Daisy Head, Geny en la serie Sombra y hueso), la Reina Roja. Edgin en verdad lo que quería era conseguir un elemento mágico, que le permitiría volver a la vida a su esposa. Conseguirlo será -de nuevo- uno de los objetivos del juego (perdón, del filme), que tiene suficientes escenas de acción como para que las dos horas y cuarto que dura la proyección no se hagan más eternas de lo que parece. Hay buenos efectos, allí donde son necesarios. En la construcción de los monstruos que deben enfrentar. Hay peleas de espadas, mucha magia. Los personajes que completan el cuarteto son el joven y siempre nervioso hechicero Simon (Justice Smith, de la última trilogía de Jurassic World), incapaz de controlar su magia salvaje, y Doric (Sophia Lillis, Beverly en la primera It), que puede cambiar de forma y de animal, sea un ratón, o una suerte de osa. También está Xenk (Regé-Jean Page, de la primera temporada de Bridgerton), que ayuda en una batalla con magos asesinos no-muertos. Si esto se convertirá o no una franquicia lo decidirá el público. Que hay material para seguir, sepan que sí, lo hay.
Divertite si sos mago. Calabozos y Dragones: Honor entre ladrones es una nueva adaptación cinematográfica del famoso juego de rol convertido en serie de dibujos animados, dirigido en esta ocasión por la dupla formada por Jonathan Goldstein y John Francis Daley. Y tiene un elenco encabezado por Chris Pine, acompañado de Michelle Rodriguez, Justice Smith, Sophia Lillis, Regé-Jean Page y Hugh Grant, entre otros. La historia transcurre en un universo diegético propio de un cuento de hadas, y cuenta cómo una banda de ladrones, encabezada por Edgin (Pine), emprenden una aventura en la búsqueda de una reliquia que permite resucitar a los muertos. Motivo por el que deben enfrentarse a Lord Forge (Grant), quien los traicionó robándosela y arrestando a los protagonistas. En primer lugar es necesario aclarar que a pesar de que la historia transcurre en un universo diegético propio del cine fantástico medieval, sus directores priorizan la comedia por sobre la aventura épica. Lo que justifica que su protagonista sea en realidad un antihéroe, cuyos defectos son más notorios que sus virtudes, entre las que se destacan la astucia y el carisma para liderar el equipo y sacar lo mejor de cada uno. Mismas virtudes que posee el villano, personaje con el que Hugh Grant parece divertirse consciente de las limitaciones de la puesta en escena, aunque a diferencia de este lo utiliza en beneficio propio. Un párrafo aparte merece un extenso plano secuencia, donde el personaje de Doric (Lillis), la druida, escapa de un castillo transformándose en diferentes animales mientras la persiguen los guardias. Porque además de su virtuosismo es la escena más espectacular de toda la película, que curiosamente carece de este recurso, desaprovechando un enorme potencial creativo. En conclusión, Calabozos y Dragones: Honor entre ladrones es otro intento fallido de iniciar una franquicia de fantasía medieval, ya que a diferencia de Unidos (Onward, Dan Scanlon 2020) que también prioriza el humor, recrea la estética sin ahondar en las cuestiones de fondo. Especialmente porque apunta en primer lugar a un público infantil, que hoy en día pone la vara muy alta cuando se trata de historias atractivas e imágenes espectaculares.
ENTENDER LO LÚDICO (Y LA DIVERSIÓN) No debe compararse a Calabozos y dragones: honor entre ladrones con la primera adaptación cinematográfica del juego de mesa realizada en el 2000, que era un completo desastre y no se podía tomar muy en serio. En cambio, se puede establecer paralelismos con adaptaciones más recientes (y ambiciosas), como Warcraft: el primer encuentro de dos mundos, que también buscaba instalar una franquicia. Es que tanto la película de Duncan Jones como la de John Francis Daley y Jonathan Goldstein buscan recrear en la pantalla grande mundos ciertamente complejos, donde conviven toda clase de criaturas y narrativas que los sustentan, siempre con presupuestos gigantescos. Pero si la primera no lograba poner a dialogar el lenguaje del cine con el del juego en el que se basaba, la segunda entiende bastante mejor su tarea y logra, aún con desniveles, resultados mucho más estimulantes y atractivos. Hay otra equivalencia relevante entre Warcraft: el primer encuentro entre dos mundos y Calabozos y dragones: honor entre ladrones: los relatos que ensamblan son casi imposibles de explicar: sucesiones de idas y vueltas argumentales, una multitud de personajes, eventos, mitologías y actos mágicos interrelacionados, que se sostienen alrededor de una estructura básica que en muchos tramos amenaza con ser sobrepasada. Pero, a diferencia de Jones, Daley y Goldstein ya tienen una trayectoria importante en la comedia, vocación por el humor despreocupado y por algo hicieron una película como Noche de juegos, que exponía los artificios de lo lúdico para despojarlos de toda solemnidad. Y entienden que, en el fondo, todo se trata de un juego, que lo que importa es la dinámica aventurera -con sus normas y códigos- y, principalmente, los personajes. La magia, obstáculos, artefactos, mitos y monstruos propios del universo en el que se mueven los personajes son, en verdad, excusas para fusionar los elementos típicos del juego de rol con la materialidad esencial del cine, en un relato que avanza a toda velocidad. De ahí que Daley y Goldstein seleccionen porciones de información y solo en ciertos casos recurran a explicaciones que detengan la narración, mientras con el resto dan por sabido lo que se ve o escucha. No porque consideren que el espectador sea un conocedor de los juegos de rol, sino porque hay una dosis precisa de confianza en ciertos marcos de conocimientos básicos para lo que requiere un relato de aventuras. Porque, al fin y al cabo, Calabozos y dragones: honor entre ladrones no se olvida de que podrá presentarse como una adaptación de un juego de mesa, pero que para eso debe ser, primero que nada, una aventura en toda regla. Una aventura sobre un ladrón tratando de recuperar a su hija y su esposa, pero también la fe en sí mismo y en los demás, al que lo acompaña un grupo de marginales y perdedores que también buscan probar su valía ante el mundo y elevar sus autoestimas. Desde ese propósito, Calabozos y dragones: honor entre ladrones construye personajes ciertamente imperfectos, pero queribles y que se expresan mayormente desde la acción, recurriendo en muchos pasajes la materialidad de los dibujos animados. A la vez, utiliza herramientas propias de la road-movie, la comedia física, las películas de robos e incluso el drama paterno-filial, pero sin regodearse en las capas de sentido. En cambio, procura que sea el espectador el que crea en lo que se está contando, con una puesta en escena que no teme probar los límites espacio-temporales. Ahí tenemos, por ejemplo, una escena que que juega con los mecanismos narrativos típicos de los flashbacks o un escape narrado con un plano secuencia que es pura tensión. Y les da vía libre a los talentos de Chris Pine, Michelle Rodriguez, Justice Smith y Sophia Lillis, aunque es la segunda la que sale mejor parada, a partir de cómo consigue transmitir su punto de vista a las piñas. ¿A Calabozos y dragones: honor entre ladrones le sale todo como se propone? No del todo, en gran medida porque estira en demasía su trama y cede en algunos pasajes a una discursividad excesiva, en particular a través del personaje encarnado por Regé-Jean Page. Sin embargo, sin maravillar, señala un camino posible para las adaptaciones de propiedades vinculadas con lo lúdico (sean juegos de mesa, juguetes o videojuegos), que pasa por privilegiar la diversión directa y honesta antes que la solemnidad. Y de paso nos entrega una historia donde los protagonistas, incluso cuando están arrinconados y al borde de la muerte, nunca dejan de jugar, de lanzar los dados apostando todo o nada.
Existe en el fútbol una discusión desde hace décadas, con representantes como Bilardo y Menotti a la cabeza, sobre los métodos para alcanzar la victoria deportiva. Por un lado, un estilo pragmático, que busca lograr el resultado por cualquier medio legal a mano, sin detenerse en desarrollar un juego bello o elaborado ni en entretener o divertir al espectador. Por el otro, un estilo que intenta construir un juego asociado basándose en el talento de los intérpretes y buscando que los hinchas de ese equipo disfruten de un espectáculo atractivo y entretenido y que el éxito deportivo se dé cómo consecuencia de esa manera de practicar el juego. Esta tendencia se identifica con la frase “el fútbol que le gusta a la gente”. En el cine se puede hacer un paralelismo no exacto pero similar. Dado que como todo arte lo que busca es interpelar a un espectador, el autor trata que su obra afecte al receptor, que le provoque una reacción, en principio positiva (claramente hay autores más interesados en que exista la reacción y no les importa que sea de aceptación o rechazo, y otros que buscan principalmente el rechazo, escandalizar) ¿Cuál sería la medida para determinar si se logra ese cometido? En principio, si más gente ve la película es porque la misma genera más interés y se podrá pensar que por eso es mejor. Esto es engañoso porque en la historia del cine hay muchos ejemplos de películas que fueron éxitos de taquilla pero que son malas películas, y hay clásicos indiscutibles que en su momento fueron fracasos o películas de mediocre recorrido comercial. Por otra parte, esta distinción también discrimina las películas que por su temática, ejecución y complejidad en su propuesta de por sí apuntan a un público que no es masivo, y por más que se haga un esfuerzo comercial, mayormente van a ser aceptadas o disfrutadas por un público numéricamente minoritario. Volviendo a la comparación futbolera, la frase aplicable al cine sería “El cine que le gusta a la gente”, pero ya vimos que no aplica esta definición porque la taquilla de un filme no determina la calidad de su propuesta. Con lo cual quizás deberíamos readaptar la definición y crear una categoría que sería “El cine que debería gustarle a la gente”: más allá del halo fascista que podría tener la frase, esta categoría aplicaría a las películas que buscan el favor popular, pero a partir de un noble uso de las armas del cine y tratar que el público disfrute ese periodo en la sala con una obra que lo interpele, lo desafíe y que en buena parte lo ayude a olvidarse de las angustias del mundo exterior. Obviamente que no postulo que esta categoría sea la única y ni siquiera la mayoritaria, pero sí puedo afirmar que en la actualidad es una categoría que tiene pocos representantes destacables. Calabozos & dragones: honor entre ladrones es una película que puede aspirar a entrar en esa categoría. Es un relato de aventuras, basado en una franquicia de juegos de rol extremadamente conocida. Pero más allá del material que la precede, la película tiene la frescura de algo nuevo y propio, sin necesidad de deudas previas. Hay un ladrón (Chris Pine) que necesita reencontrarse con su hija, y para eso primero debe escapar de sus captores junto con su compañera de aventuras (Michelle Rodríguez) para encontrar a otro socio en sus anteriores aventuras (Hugh Grant), que estaría custodiando a la hija en cuestión. Cuando el encuentro ocurre, nada es como se espera, y a partir de ahí tiene que armar un equipo junto a un aprendiz de mago (Justice Smith) y un druida (Sophia Lillis) para intentar recuperar a su hija y, de paso, salvar a una ciudad. Leído así, no hay nada muy novedoso. Lo que rescata a la película de la mediocridad es la química entre los miembros del grupo y cómo logran concretar en los hechos eso de que “el todo es más que la suma de las partes “. A eso hay que sumarle que la película no se detiene en discursos larguísimos y super serios como en otros célebres relatos fantásticos (El Señor de los Anillos y Game of Thrones, por nombrar dos casos famosos) sino que es una máquina de narrar. Viajes, aventuras, chistes, personajes secundarios interesantes, todo entrelazado en un ritmo ni demasiado frenético ni demasiado cadencioso. Mérito de John Francis Daley y Jonathan Goldstein, dos directores que vienen de la comedia (la remake de Vacaciones, Game Night) y se traen el timing del género y lo aplican acá con grandes resultados. La precisión y la economía en el relato se ve también en las historias de los cuatro integrantes del grupo. Todos tienen su pasado, doloroso o triste, pero no se regodean en eso; sirven perfectamente como motivación para sus actitudes. Todo desemboca en el clásico enfrentamiento final, donde el grupo enfrenta a un enemigo poderoso y todos dan lo máximo para emparejar la lucha. De nuevo ahí, claridad para narrar la acción y sorpresa en la resolución en ese momento, el amuleto que buscaron toda la película para corregir algo trágico del pasado sirve para prolongar el presente de los integrantes del equipo. Lo que era, como diría Exodus, “buena y violenta amistosa diversión”, termina siendo un cuento moral sobre cómo convivir con la pérdida y apreciar a los que están ahora con nosotros. Al final queremos ver más aventuras de estos ladrones; en dos horas y media ya se convirtieron en nuestros amigos y queremos saber cómo siguen sus vidas, lo cual no es poco. ¿Cine que debería gustarle a la gente? Así, si.
La dupla detrás de la remake de «Vacaciones» (2015) y la divertida «Noche de Juegos» (2018) es la responsable de llevar el mítico juego de rol a la pantalla grande luego del fallido intento del 2000. ¿El resultado? Una entretenida película de aventuras que homenajea al género y por supuesto al RPG más famoso creado por Gary Gygax y Dave Arneson. Tras años de estar en una especie de limbo creativo y luego de pasar por varios estudios y/o casas productoras, el reboot del universo de Dungeons & Dragons parecía destinado al fracaso. No obstante, el resultado está muy lejos de lo esperado y sorprende con una película de fantasía épica que era difícil imaginar en un comienzo. Especialmente porque a pesar de que «Stranger Things» haya dado a conocer a las nuevas generaciones el juego creado en 1974, su mitología y su amplio espectro de criaturas y personajes mágicos era bastante complejo para ser llevado al cine en un relato más o menos coherente que no sea un insufrible desfile de nombres inventados y refleje todo el esfuerzo creativo de sus creadores y la enorme comunidad de jugadores alrededor del globo. Es por ello que John Francis Daley y Jonathan Goldstein parecen haber sido la elección correcta para ponerse detrás de las cámaras, ya que el elemento humorístico es una de las cosas más destacables del largometraje. Si nos ponemos a ver los nombres detrás del guion del film también vamos a entender la razón por la que tuvimos un relato que debe mucho a las películas de fantasía y aventuras de los ’80 y un rico abanico de personajes con conflictos claros. La historia fue creada por Chris McKay («Lego Batman: La Película», y «Renfield») junto al dúo de directores y a Michael Gilio. La acción nos lleva detrás de Edgin Darvis (Chris Pine), un Bardo con habilidades para estafar personas, y Holga (Michelle Rodriguez), una ruda guerrera de buen corazón, ambos están encerrados en una cárcel de máxima seguridad tras un fallido atraco como producto de haberse topado con las personas equivocadas para la ocasión. Dichas personas son Forge Fitzwilliam (un Hugh Grant que compone al villano de turno) y la poderosa maga roja Sofina (Daisy Head), los cuales terminaron quedándose con la tutela de la hija de Edgin, Kira (Chloe Coleman) tras mentirle descaradamente sobre el paradero de su padre. El personaje de Chris Pine funciona como el narrador poco confiable que nos cuenta cómo llegaron a la cárcel y todas las peripecias con las que se encontraron en el camino, a partir de un timing maravilloso para la comedia y diálogos más que afinados, nos vamos metiendo poco a poco en la mitología del relato. En el medio nuestros héroes/antihéroes unirán fuerzas con Simon (Justice Smith), un hechicero flojo de papeles y la druida Doric (Sophia Lillis) que formarán parte de este grupo de personajes que enfrentará a las fuerzas oscuras. La película que va en la misma tradición de relatos como «Legend» (1985) o «La Princesa Prometida» (1987) para dar un par de ejemplos, se nutre de las narraciones clásicas de fantasía medieval para construir un relato épico y entretenido de 2 horas y cuarto que se beneficia de un elenco maravilloso, de un CGI exacerbado, pero bien implementado y un humor medio simplón pero efectivo. Viendo el panorama del cine mainstream actual, «Calabozos y Dragones» es una rareza, ya que está basado en un producto establecido pero no tan conocido para las nuevas generaciones, al mismo tiempo que busca explotar un espíritu de película clásica que ya no se hace pero con todos los elementos disponibles de las nuevas tecnologías de captura de movimiento y entornos creados por computadora. La visión de los directores, su sello de comedia más pertinente que el excesivo utilizado en los films de superhéroes y el carisma del grupo de protagonistas hacen que «Calabozos y dragones: Honor entre ladrones» sea una grata y divertida sorpresa dentro de la propuesta de la cartelera actual.
No es la primera vez que se intenta llevar al patriarca de los juegos de rol a la pantalla. Pero sí es la primera vez en la que el espíritu lúdico de D&D, donde cada jugador puede interpretar un personaje, recorrer territorios fantásticos y ejercer la magia y la fuerza, se contagia de manera efectiva. Aquí hay un grupo de aventureros con una misión enfrentados a hechiceros espantosos, bestias tremendas y, sobre todo, a un tipo inescrupuloso. El protagonista (notable Chris Pine en su humor clásico, un Erroll Flynn del nuevo siglo) tiene, además, un problema familiar que resolver. Lo interesante es que cada aparición de lo maravilloso, de los “poderes”, permite la construcción de un gag, de una especie de mirada de soslayo, burlona pero amable, a todo este cine de fantasía que parece haber colonizado definitivamente las salas. Hay un espíritu clásico, de “no importa mucho lo que contamos”, que se utiliza para sostener, sobre todo, a los personajes. De hecho, los diálogos son un sostén más inteligente (¿cómo conversan los jugadores de rol mientras juegan? parece ser la pregunta a responder con ellos) que los efectos especiales, perfectos pero ya estándar en casi toda producción grande que se precie. Esta D&D no apuesta al asombro de dragones y laberintos, sino a involucrarnos en un lazo de amistad con sus criaturas. Como cuando éramos chicos y jugábamos en la puerta
¿Es una idea válida intentar sacar una película taquillera de un juego de tablero?. La respuesta sería… ¿por qué no?. Después de todo tenemos películas basadas en videojuegos (Doom, Tomb Raider, Super Mario Bros, etc), películas basadas en juguetes (Transformers, Lego, Barbie, etc) así que el único limitante es la imaginación disparatada de los libretistas. Entre las categorías antes mencionadas hay algunos títulos mas que recomendables; en cambio, cuando se refiere a juegos de tablero, el sabor se vuelve amargo. ¿Se acuerdan de Batalla Naval?. Acá el antecedente de Calabozos & Dragones (el juego de rol mas popular en los Estados Unidos) es esa horrenda película del año 2000 donde los personajes eran anacrónicos, nadie se tomaba en serio la premisa y Jeremy Irons sobreactuaba de manera salvaje. Sin embargo la franquicia de Calabozos & Dragones tiene algo tentador (al menos para los productores) que es funcionar como excusa para acceder a una mitología fantástica depredada de los trabajos de J.R.R. Tolkien sin necesidad de pagar derechos de autor. Podemos tener magos, elfos y enanos aunque no se llamen Gandalf, Legolas o Gimli. Se puede tentar al público fan de El Señor de los Anillos con un entretenimiento mas liviano y pasatista, amén de seducir a los fans del juego (y los videojuegos que se basan en la mitología del mismo), con lo cual tenemos una base de espectadores prearmada. El punto es encontrar el tono y que, de paso, no sea simplemente un espectáculo para nerds y especialistas. Acá la dupla responsable de la nueva saga de Spiderman (con Tom Holland) – Jonathan Goldstein & John Francis Daley – se hacen cargo y se despachan con una versión de fantasía de Guardianes de la Galaxia – otro cuarteto de aventureros carismático que no se toma en serio a sí mismos… incluyendo una versión morena de Drax que toma los chistes de manera literal – que funciona muy bien en sus propios términos y tiene el potencial de convertirse en una franquicia rentable. La gracia reside en que los roles están cambiados: el matón del grupo es Michelle Rodríguez – que se ve enorme, lista para entrar en la WWE – y la damisela en apuros es Chris Pine. El mago – Justice Smith – es un torpe de aquellos al que le salen mal todos los encantamientos, y la ladrona del grupo es la druida multiformas Sophia Lillis (la pelirroja de la última versión de It, el Payaso Diabólico). Todos funcionan de maravilla a excepción de la Lillis que no parece entender de qué va la cosa y se la ve incómoda en su traje de Peter Pan con cuernitos. La onda de la película es rara, ya que todos se ven muy modernos – empezando por el corte de cabello de los varones -. Hay algo de drama y algo de venganza, pero es la excusa para hacer un viaje con estos cuatro, buscar objetos mágicos perdidos y arremeter contra el villano – Hugh Grant, canalizando a Jeff Goldblum al 110% -, que en realidad es un testaferro de la verdadera malvada del filme, la bruja roja Daisy Head. La causa para Pine es personal: un golpe fallido mandó a la pandilla a la cárcel, el único que se escapó (y con todo el tesoro del atraco) fue Grant y, para colmo, terminó haciéndose cargo de la hija de Pine adoptándola como propia. Toda esta gente es muy buena en lo suyo. Chris Pine hace lo mismo que en Mujer Maravilla – las mujeres le salvan las papas del fuego; hace chistes, esquiva golpes y muestra humanidad -, la Rodríguez reparte piñas como en Rápido y Furioso y Smith se embrolla como en Detective Pikachu. La sorpresa es Regé-Jean Page – que vos pensás que va a hacer de héroe hecho y derecho: pinta, valentía, carisma, músculos – pero es es un palurdo que toma las cosas de manera literal – si dice que va para allá… va para allá, sin importar lo que haya en el camino, aunque sea una roca gigante a la que deba escalar en vez de rodearla como cualquier mortal -. Con esa onda todo es simpático y divertido, y la película te hace pasar el rato en gran forma. Es posible que a Calabozos y Dragones: Honor Entre Ladrones le falte una cocinada extra para obtener todo el potencial de semejante cast – cosa que obtendría en futuras secuelas -. Es una comedia de aventuras super sólida y super recomendable para pasar el rato y, si con esto empiezan una franquicia, sería una idea que no me desagradaría en absoluto.