Sentarse a ver una película de Disney Nature que nos habla de la vida familiar de los chimpancés es complicado, en algún punto es también sumergirse a la aventura, sobre todo si uno desconoce otros “documentales” de este estilo, como Felinos de África que se estrenó en nuestro país hace poco más de un año. El acercamiento que tiene Disney hacia la naturaleza, y a su vez hacia los más pequeños de la familia es, en gran medida, poco acertado. Nos muestra la vida en la selva como un cuento moral, donde hay buenos y malos, cazadores y cazados y todo esto desde la óptica de Oscar, un chimpancé recién nacido. Oscar, se nos presenta como el protagonista de este film, hijo de Isha y con padre desconocido, vemos que al menos Disney se adaptó a las corrientes modernas de las familias contemporáneas. Eso sí, Oscar tiene un abuelo y hasta un macho alfa que domina el pequeño grupo de parientes en el que habita. Vemos repetitivamente como Oscar va aprendiendo lo que en un futuro van a ser sus tareas diarias, buscar comida, hacer una cama con ramas, dormir, esconderse y huir cuando sea necesario. Este tipo de películas, que no son documentales ni tampoco son ficciones, entran en un limbo de género que hace casi imposible saber de qué se trata, es un híbrido. Porque en algún punto, uno preferiría ver un documental y aprender realmente como viven los chimpancés en su hábitat en lugar de esa costumbre de humanizar la naturaleza, de obligar al espectador a elegir lados e imponer una moral sobre lo bueno y lo malo, cuando en realidad en las leyes de la jungla se gobierna por instinto y necesidad. Conclusión Chimpancés pasará por la pantalla sin pena ni gloria, los niños pequeños seguramente prefieran ver un dibujo animado o una animación, o Madagascar 3 que también está en cartel para el caso, y los adultos, sin duda alguna, preferimos pasar el tiempo mirando NatGeo si es que de aprender se trata.
El planeta de los simios Nuevamente el género documental llega de la mano de Disneynature con esta producción rodada en Africa y destinada al público familiar. El film no tiene criaturas generadas por computadora ni animales amaestrados, simplemente se trata de grupo de realizadores que coloca su cámara en el momento exacto para captar la vida animal. El protagonista es Oscar, una cría de chimpancé que tiene una vida apacible hasta que queda en medio de un enfrentamiento entre familias de monos. Solo en un territorio hostil, Oscar debe sobrevivir. Cuando un simio enorme aparece y lo adopta, su vida cambiará para siempre. Los responsables son Alastair Fothergill (Felinos de África y La Tierra) y Mark Linfield (La Tierra), hábiles y arriesgados realizadores (en los créditos finales se ven sus proezas) que captan las maravillas de la naturaleza a través de bellísimas tomas aéreas y acercamientos a las criaturas que se encuentran en su ambiente. Luego vendrá el argumento porque el film es más un relato dramático que un documental. Su pericia narrativa transforma el material en una verdadera historia de amor y superación. Por momentos, el relato en off quiere dar espectacularidad a imágenes que hablan por sí solas, pero la propuesta es una verdadera monada.
Los chimpancés en primera persona A pesar de que las películas pertenecientes al género documental no se encuadran entre las taquilleras, no dejan de atraer al público. Es el caso de Chimpancés (Chimpanzee, 2012), la cuarta producción de Disneynature, que tiene como público principal a los chicos pero que consigue interesar a toda la familia. No se trata de dibujos animados ni de una producción con actores. Básicamente, Chimpancés se trata de ver a la naturaleza y a los animales en primera persona. Disneynature es un sello de The Walt Disney Studios que ya se ha dedicado a las producciones sobre vida salvaje al lanzar éxitos como La Tierra (Earth, 2007), Oceános (Oceans, 2009) y la más reciente Felinos de Africa (African Cats, 2011) y, en este caso, se enfoca en el día a día de los chimpancés, de una manera entretenida, que hasta por momentos logra generar risas. Efectivamente, los realizadores de esta ficción, Alastair Fothergill y Mark Linfield, llevaron las cámaras al Parque Nacional deTaï, en Costa de Marfil y lograron un rodaje dinámico, con una música acertada que divierte mientras acompaña las escenas donde se ve a esta especie bien de cerca, en su cotidianidad, en su medio ambiente natural y lejos de los rastros del hombre. Estas imágenes logran construir el efecto de hacer sentir al espectador que está ahí, en ese lugar. Gracias, sin duda, a que son tomas de la vida real de estos primates, el público logra penetrar en el interior de la jungla como si conviviera con ellos, a través de imponentes imágenes del paisaje con planos generales y conmovedores primeros planos de estos simpáticos animales. La presencia más destacada y tierna de este documental es Oscar, un curioso bebé chimpancé de tres años que tiene madre y abuelo, y pertenece a uno de los tantos grupos de chimpancés que pueden encontrarse en los densos bosques africanos. Casi humanos. Así podrían describirse las miradas y los comportamientos de estos seres. En especial cuando se visualiza el vínculo de este pequeño protagonista con su madre Isha. La protección de la cría, las enseñanzas para conseguir el alimento, el aprender a armar un refugio para descansar y el acicalamiento son algunas de las muestras de amor que logran captar las cámaras para emocionar. La lucha por la superviviencia en un ámbito hostil como es la selva trae pérdidas. Momento en que el relato se torna triste, cuando Oscar se queda sin su madre. Esto sucede luego de que ellos junto al macho alfa Freddy y los restantes chimpancés deben enfrentarse a otro grupo que viene por los nogales. Sin embargo, también se obtienen ganancias. Oscar, en su intento por sobrevivir y valerse por sí mismo en una naturaleza que hasta ahora conocía sólo a través de su madre, descubre una figura paterna impredecible en Freddy, el líder de su grupo. De esa forma, Oscar logra algo único: Romper con las rígidas jerarquías que existen en los grupos de chimpancés al ser adoptado por el animal que encabeza su grupo. La voz en off del actor y comediante Tim Allen es un elemento que, da la sensación, está de más. No agrega nada al relato. Las imágenes de estas criaturas lo dicen todo por sí solas, crean espectacularidad y emoción. Será porque los gestos y movimientos que realizan estos primates para comunicarse reflejan signos de gran similitud con nuestro lenguaje.
No es bueno que el mono esté solo Dentro de los documentales de Disneynature, Chimpancés es tan elocuente sobre la vida salvaje como siempre, pero menos truculento que en otras producciones. Aquí el “protagonista” es Oscar, un chimpancé que sigue con su mamá Isha a Freddie, el jefe de los monos, por la selva. Pero Scar –por cicatriz, sí, pero también casualmente se llama como el tío malo de El Rey León - es el macho alfa de otro grupo de monos rivales y mucho más salvajes y menos solidarios, que se meten en territorio de Feddie para poder comer de los nogales. Se están quedando sin alimento y cuando el hambre aprieta... Hay momentos en que todo simula poesía, los chimpancés parecen bailar por la selva tropical, las arañas y las hormigas cautivan solamente con sus apariciones, hay fuertes tormentas y Oscar –habrá que decirlo- pierde a su mamá, como Dumbo, Bambi y siguen las firmas. Huerfanito, Oscar no podría sobrevivir solo en la selva, por lo que la película se preocupa por mostrar cómo Freddie lo adopta y se comporta como si el pequeño fuera su hijo. En este tipo de documentales, se supone que no puede haber un guión preestablecido, y que lo que captan las cámaras es lo que finalmente se convertirá en historia. En los créditos finales, para los que no deban salir corriendo de la sala con los más pequeños para llevarlos al baño, se explica algo de cómo se filmó el documental, en el Parque Nacional Taï, en Costa de Marfil, que es Patrimonio de la Humanidad, con una suerte de minibackstage. Allí se pierde un poco de la magia, pero se toma conciencia de lo difícil que les resultó el rodaje.
Documental de impecable factura que asegura el disfrute para los chicos y los grandes Luego de los celebrados documentales La Tierra y Felinos de Africa, el sello Disneynature presenta este acercamiento a un grupo de chimpancés que vive en plena selva de Uganda y Costa de Marfil. La película describe las desventuras de Oscar, un pequeño chimpancé de apenas tres años que queda huérfano y es rechazado por otras madres (la naturaleza también puede ser muy cruel), pero -en una situación que registra pocos antecedentes- termina siendo adoptado por Fred, el poderoso jefe del grupo, que se convierte en su padrastro y maestro para sobrevivir en medio de la exigente y riesgosa jungla africana (el grupo es atacado varias veces por monos vecinos). Las imágenes registradas por el equipo en condiciones muchas veces extremas (durante los créditos finales hay una suerte de making of que expone en toda su dimensión las características épicas del rodaje) son casi siempre fascinantes e incluso conmovedoras, aunque también es cierto que en el efecto que producen hay un importante incentivo por parte de la música y, sobre todo, de una narración en off que resulta un poco excesiva, intrusiva y manipuladora. De todas maneras, estamos ante un documental de impecable factura que regala pasajes de gran belleza (las imágenes nocturnas y las escenas de tormenta, trabajadas a veces con cámara lenta o ultrarrápida, son fascinantes). Para el resto de los 78 minutos, está la simpatía avasallante de estos chimpancés que aseguran el disfrute de grandes y chicos.
Esta nueva producción de Disney provoca en los adultos la misma pregunta: ¿es realmente para chicos? ¿Tiene escenas de crueldad extrema? Traemos tranquilidad. Se trata de un documental con un relato que humaniza a los animalitos (lo usual) y que si bien habla de muertes y peleas y queda un pequeño animal desamparado, tiene el buen gusto de obviar lo horrible. Con el tranquilizador final de un mono adulto adoptando al huérfano. Testificado por los realizadores durante los títulos.
Los otros señores de la selva Rodada en Costa de Marfil y Uganda, es un documental que se ve con simpatía y aunque la mayoría de los adultos preferimos un simple documental que no nos dé juicios sobre lo que vemos, nadie puede substraerse a personajes tan cautivantes. El filme ‘Chimpancés’ forma parte de Disneynature, sello cinematográfico de la Disney que presenta documentales relacionados con la naturaleza. La película tiene los mismos directores de la inolvidable ‘La tierra’, estrenada hace varios años y que con sus imágenes, en su recorrido por veintiséis países, asombró por su estética y el trabajo minucioso de sus creadores. FIGURA REITERADA A partir de 1948 y con algunas de sus obras maestras como ‘La isla de los castores’ o ‘El desierto viviente’ en la serie ‘Aventuras de la vida real’, los documentales de Disney fueron un clásico de la cartelera cinematográfica porteña. Pero esta vez se elige algo así como la historia personificada, con mucho de cuento moral de un joven chimpancé llamado Oscar, que será el ejemplo de la especie en la lucha por la supervivencia. Con un relator de fondo y la deliciosa imagen del simio conocemos su personalidad divertida y curiosa y sus travesuras hasta el momento en que todo acaba, tienen lugar las luchas entre los clanes rivales y el pobre Oscar queda solo. Una vez más la figura del huérfano, desde Cenicienta pasando por Bambi, que como una constante produce lágrimas en los pequeños espectadores Disney, seguidores de sus aventuras. El filme está impecablemente realizado, tiene atractivos sólidos como ese monito delicioso, tan parecido a cualquier bebé humano y se siguen sus aventuras, su vida de sobrevivencia que lo obliga a adaptarse a la naturaleza y convivir con ella sin dañarla. Rodada en Costa de Marfil y Uganda, es un documental que se ve con simpatía y aunque la mayoría de los adultos preferimos un simple documental que no nos dé juicios sobre lo que vemos, nadie puede substraerse a personajes tan cautivantes.
Disney nos presenta, en el marco de sus documentales Disney Nature, una historia de chimpancés en su hábitat natural, África. Como anteriormente en Felinos de África, la diferencia entre éste y otros documentales sobre animales salvajes, es que los protagonistas tienen nombre, y hay una narración en voz en off, que va tratando de hilar una historia. Lo que nos queda entonces, es una suerte de documental algo ficcionado, y con las partes más cruentas sutilmente narradas pero omitidas en la imagen, como para que sea más tolerable para los más chicos. En esta oportunidad, seguimos a Oscar, un pequeño chimpancé con quien el espectador se encariña en breve. Su familia, las peripecias para sobrevivir, y aprender a ser un adulto, son lo que ocupará el centro de la trama de esta película. El tratamiento de las imágenes, las escenas de caza o de peleas entre grupos de chimpancés adultos no son chocantes, sin embargo lo que se cuenta: la escasez de alimento, la intemperie, la muerte, en fin, la vida real de estos monos, seguramente no resultará grato para los más chiquitos, e incluso los niños un poco más grandes pueden encontrarlo algo angustiante. Lo destacable es la belleza de las locaciones. La primera escena, que nos sitúa en el lugar, arranca con una imagen aérea de las montañas africanas, algo de una majestuosidad imponente. El punto flojo es este género híbrido del pseudo-documental que queda a mitad de camino entre la historia ideal que pareciera querer narrarse, y la dureza de una realidad salvaje, que no tiene en cuenta la sensibilidad de posibles espectadores urbanos. Y mucho menos, de los niños. Así resulta siendo un poco historia, un poco informativo, pero con recortes, sin definirse claramente entre una y otro. Párrafo aparte merecen las imágenes del equipo de filmación que aparecen en los créditos finales. Con mucho humor, muestran lo inhóspito de su trabajo, aunque se nota cómo lo disfrutan. Insectos, serpientes, lluvia, parece haberles pasado de todo. Casi como para hacer un documental sobre ellos.
Los documentales de Disney Nature se van transformando en un género en sí mismo, aunque proceden de la vieja tradición (también marca Disney) de las “aventuras de la vida real”. Lo más asombroso de Chimpancés no es tanto el relato que nos va armando sobre uno de esto animales sino la precisión casi sobrenatural con la que se capturan las imágenes para construir ese relato. A pesar de su tono de fábula infantil y sus “enseñanzas” sobre la familia y las relaciones (los animales no son seres humanos, pero eso siempre se elude), el solo espectáculo natural asombra.
Instinto, divino tesoro Chimpancés, es el séptimo documental de Disneynature, la compañía independiente de la Walt Disney Company, y el segundo que dirige para esta compañía, el británico Mark Linfield quien en 2007 dirigió Earth...
La mirada animal. Del mismo grupo de filmación Disney Nature que el año pasado nos sorprendiera con el maravilloso trabajo de realización del film Felinos de África, llega a las carteleras porteñas el documental Chimpancés que, al igual que la anterior entrega, logra generar empatia en el espectador a traves del relato de la vida de un animal en plena selva asediado por la desgracia. Casi como en las ficciones como Bambi o El Rey León, la orfandad en las pequeñas crías de cualquier especie presupone la habilidad del animal para lograr rápidamente adapartase a su nueva realidad. Así será como Oscar (el protagonista de nuestro documental) deberá enfrentarse a la soledad más absoluta tras ser separado de su madre a muy temprana edad. Su crianza aun no ha sido terminada, por lo que deberá buscar alguna familia que lo cobije y le permita subsistir en la selva que cada vez se muestra mas inhóspita para aquellos que se encuentran solos. Hibrido entre ficción y documental seguiremos a través de la mirada de los documentalistas todos los pequeños logros de Oscar y su aprendizaje de las finas artes de la supervivencia. Poco a poco conocerá la imperiosa necesidad de poseer el cobijo de un grupo familiar y será entonces cuando seremos testigos de cómo, parafraseando la famosa máxima de Jurassic Park “la naturaleza se abre camino siempre”. Un nuevo estilo de documental está tratando de imponerse en el difícil mercado cinematográfico, en tiempos donde las salas se llenan de artificio, una vuelta a la crónica mas cruda se abre paso. Como siempre el publico será el encargado de determinar si este tipo de documental es parte de la evolución del genero o simplemente una monada que se quedo en el camino.
Involución Cinematográfica Si hay un género que ha ido evolucionando a través de los años, es el documental. Desde los trabajos de Robert Flaherty, padre del cine de contemplación sobre la naturaleza, se han explorado nuevas formas de narrar, de acercarse al objeto de investigación, reflexionar sobre aquello, sin caer en el típico didacticismo, estimulando al espectador a visitar el lugar, y tratando de deshumanizarlo, diferenciando los géneros, respetando la propia naturaleza de cada especie, evitando la manipulación cinematográfica, o al menos, tratando de que el espectador no la note. Bueno, la película de Fothergill y Linfield, es justamente lo opuesto a esta búsqueda. Mientras que Werner Herzog se involucra lo menos posible, toma distancia, pero continuamente trata de generar un debate alrededor de su objetivo, Fothergill y Linfield, tratan de generar empatía a través de una narración que le imprime humanidad a los protagonistas, una familia de chimpancés que deben defender un nogal de otra familia. De acuerdo, la película está producida por Disney y su público preferencial es el infantil. Sin embargo, existe una subestimación de la mente del niño. Porque creando una enemistad entre miembros de una misma especie, que lucha por su necesidad natural, manipula a través del montaje, el sonido y la narración las imágenes para conseguir diferenciar bandos en una banal disputa del bien contra el mal. Como ya dijo mi colega Eliana D’Aquila, los realizadores nombran al líder de los chimpancés “malos” Scar, igual que el villano de El Rey León. En una época, donde términos como maldad y bondad, se han relativizado, y se reflexiona un poco más acerca del punto de vista del “enemigo”, la moraleja de Chimpancés es completamente retrógrada. Las imágenes capturadas son bellísimas, la factura técnica impecable, la fotografía destacada, pero el contenido, completamente banal. La película cae en un didacticismo tan obvio y discursivo que se hace imposible disfrutar de la experiencia cinematográfica o de reflexionar acerca de las diferencias y similitudes entre humanos y chimpancés en sus comportamientos, la violencia expresada o el sentimiento de maternidad/paternidad sobre un recién nacido que ha quedado huérfano. Estar conciente de que existe una manipulación, además imposibilita creer la historia. ¿Cuánto fue diseñado por los documentalistas y cuanto realmente sucedió? Es cierto que se necesita un lenguaje ameno y divertido para atraer al público infantil, pero aún así ¿debe Tim Allen (narrador original) expresar supuestos pensamientos de los protagonistas? No voy a cuestionar el hecho de que todos los documentales sobre el reino animal siempre toman como referencia a los cachorros para generar ternura o empatía, pero es cierto que el recurso se ha agotado por la frecuencia en que se da este punto de vista en los últimos trabajos realizados sobre la fauna. Hablemos de pájaros, osos, pingüinos, suricatas o leones, la familia es el objetivo a seguir. Y la cámara se fija en los ojos de las criaturas, pensando en un efecto de merchandising, más que una justificación narrativa o expresiva. Esto lleva a otra pregunta ¿En serio estamos viendo a Oscar a lo largo de todo el film? La manipulación no solamente abarca la narración en off que sea en el idioma que sea, resulta molesta, sino también por la elección musical que impone un ritmo obvio a las secuencias, utilizando la repetición de planos como efecto humorístico, Chimpancés no enseña tanto, a pesar de que esa sea su intención, no nos descubre un mundo nuevo al que nos hayan mostrado otros trabajos de los últimos 30 años, ni crea una reflexión sobre el comportamiento animal. No se puede disfrutar como film de contemplación por que la voz en off distrae y ocupa un lugar demasiado predominante. Lo mejor del film es el making off. Las peripecias del grupo de documentalistas, su lucha contra los ambientes hostiles como son las selvas de Costa de Marfil y Uganda. Pero para eso van a tener que esperar a los créditos finales.
Buenos chimpancés al estilo Disney En la tradición de clásicos documentales del estudio sobre la vida animal, por ejemplo «El desierto viviente», Disney creó su estudio paralelo Disneynature, que ya entregó títulos como «Océanos» y «Felinos de Africa». El caso de «Chimpancés» es especial debido a que durante su producción los eventos de la naturaleza tomaron un giro inesperado: la idea era documentar la vida de los chimpancés en estado natural en en su habitat africano, pero una lucha entre dos clanes de estos monos provocó que una cría de chimpancé quedara huérfana y sea adoptada por un adulto desconocido, lo que es algo muy inusual en la especie. Con muy buena fotografía y una paciencia y dedicación extrema de los cineastas para lograr las tomas necesarias y que luego se pueda armar una narración simple y fluida, la principal cualidad del film es el carisma de estos monos que por momentos asumen actitudes humanas -potenciadas por un montaje que hace todo lo posible por lograr que las cosas sean interesantes. El atractivo y los paisajes excelentemente fotografiados son el mayor incentivo para que el público interesado en este tipo de documentales lo aprecie en el cine, aunque para otro tipo de audiencia esto sería sólo una versión expandida de producciones más televisivas que abundan en la pantalla chica. De hecho, la narracion en off y el estilo visual y argumental es bastante convencional, lo que limita un poco las cosas. Con todo, como film dedicado a toda la familia no está mal, y por otro lado el breve making off donde se muestran detalles del complejo rodaje aporta un interés extra en lo cinematográfico.
Simios sociales Una vez más, la productora norteamericana de dibujos animados más poderosa de los Estados Unidos nos entrega un nuevo título de sus documentales para la sección Disneynature. Anteriormente nos había presentado La Tierra, Océanos y Felinos de Africa. En esta oportunidad, volvemos al continente africano, más precisamente a las selvas de Costa de Marfil y Uganda, para adentrarnos en el mundo de los chimpancés. Se nos presentará así, de manera documental, la vida cotidiana de las pequeñas “sociedades” de chimpancés, la función de cada uno de sus integrantes, la búsqueda de alimento y la escasez de este, los enfrentamientos con otros animales y con chimpancés de otros clanes, la adquisición de hábitos adultos, el aprendizaje. Para lograr una mayor empatía en el espectador, el relato está centrado en las vivencias de un pequeño cachorrito, Oscar, y cada animalito es bautizado con un nombre. De hecho, el grupo de chimpancés enemigos en varios momentos son mencionados como el “ejército de Scar”, siendo este último el simio que manda al grupo. Obviamente, en esta traducción estadounidense del mundo de los animales, no podía faltar una voz narrativa posicionada de manera subjetiva a favor del clan protagónico, así como tampoco las constantes referencias bélicas y peyorativas al referirse a los “otros”. Una vez más se inserta una ideología política del imperio norteamericano presente en un film dirigido para los más pequeños, donde el mundo se divide en buenos y malos, y siempre triunfan los primeros. Más allá del mensaje explícito y forzado, es innegable el valor documental, la belleza y la sensibilidad con la que fue capturado el mundo de estos chimpancés: por momentos, incluyendo imágenes casi oníricas del crecimiento acelerado de flora y fauna de la selva. Es más que evidente que este mérito es exclusivo del equipo de filmación y de los científicos que acompañaron todo el proceso, mientras que el relato en off y las interpretaciones son posteriores. De hecho, uno de los mayores aciertos de la película es la aparición, antes de los créditos finales, de algunos de los camarógrafos, relatando brevemente las dificultades y la pasión por el trabajo de documentalista, los riesgos y las maravillas de un trabajo en el cual hay que caminar una hora cada día por el medio de la selva.
La gran pregunta que plantea esta producción hollywoodense, específicamente de la factoría Disney, es: ¿A quién va dirigido? Primordialmente el tema, antes de ser espectadores del filme, incluiría a los niños en edades de ser ya poseedores de una capacidad de interpretación y del placer por el cine, tanto por lo que denota el título de la realización como la imagen de la publicidad grafica o visual del mismo. Pero apenas iniciado nos damos cuenta que la estructura elegida para narrar la historia se adscribe al género documental. Una voz en off va relatando la vida de una cría de chimpancé llamado “Oscar” (¿Quién le puso el nombre? ¿El simio responde cuando lo llaman?, etc) Oscar esta rodeado de muchos primates de su misma especie, su madre no le saca los ojos de encima, ni las manos, ni las patas, ni le saca las tetas, es más, estas últimas las necesita para sobrevivir en los primeros instantes de su vida. Pero allí va transitando la existencia de Oscar junto a su madre Isha, en medio de su grupo comandado por un macho alfa llamado Freddie. Toda información deviene del narrador, que en la versión original es Tim Allen, pero insisto, no dice nada respecto de quién le puso los nombres a las criaturas. Esta planificación de diseño narrativo ya deja afuera a los niños encuadrados en la edad puber, digamos 9 a 12 años. Esta necesidad de humanizar el texto, haciendo hacer, o sea manipulando las imágenes desde el montaje, para narrarnos una historia que se completa cuando nos presenta al grupo comandado por Scar, otro macho alfa de otra caterva de antropoides, mucho más “salvajes”, “violentos”, quienes, en oposición al grupo de Freddie, intentaran echarlos del lugar codiciado porque en el se encuentran los nogales de donde sustraen la base de su alimentación. Entonces somos testigos de imágenes de violencia extrema llevadas adelante por el malo de Scar, el mismo nombre que el león malo de “El Rey León” (1994), película animada, toda una joyita. En una de esas secuencias, rodada como el resto del filme con una técnica impecable, muy buena fotografía, y apoyada magistralmente por la música, por momentos contrapuntistica, en otros en función empática con las imágenes, muere Isha, la madre de Oscar, quien queda huérfano, sin nadie que lo ayude a sobrevivir, lo que se plantea como crónica de una muerte anunciada. En ese preciso instante quedan fuera del registro todos los niños de entre 3 y 6 años, para quienes esta tragedia no les pasa desapercibida por identificación directa. Pero como nada es del todo malo… Esta cuestión de necesitar narrar una historia de ficción tomando imágenes de una realidad e intentar humanizarla es lo que produce un efecto inverso al propuesto. Recurriendo a Baruj Spinoza, filósofo, si los hubo, quien planteaba a la naturaleza como una existencia en sí, no hay ni bueno ni malo como concepto en la naturaleza, ella es. Su formula es: “Deus, Vive Substancia, Sive Natura”. Que significa más o menos que “Dios es la naturaleza, la naturaleza es todo, una sola substancia, todo es parte inmanente de todo”. En el año 1996 pudimos ser testigos del estreno del filme francés “Microcosmos”, 24 horas en la vida de algunos insectos, manipulando desde el montaje las imágenes obtenidas, el tiempo y el espacio donde se desarrollan esas acciones, pero sin la manipulación del espectador. Para esta producción de Disney lo dicho, filmada en escenarios naturales de Uganda y Costa de Marfil, la obra es poseedora de muy bellas imágenes, muy bien filmadas, con un montaje esta muy bien realizado, extrapolando las intenciones buscadas con el mismo, se deja ver, es llevadera, en el punto de no aburrir, aunque se instale por momentos en el lugar de la pura didáctica. Volviendo a la historia que nos convoca, en el preciso instante en que Oscar esta por desaparecer, estoy hablando del monito no del premio de la academia de Hollywood, se hace presente Freddie y salvará la vida del monito, haciendo las veces de Chaplin en “El Pibe” (1921). A los chicos de entre 6 y 9 años contarles otra historia, a esta no se la creen, aunque sea verdad; los adolescentes pasarán por la vereda de enfrente al cine que la proyecte por definición etárea; a los adultos ya nos contaron que Romulo y Remo fueron amamantados por una loba… Yo no me lo creo, y eso que fundaron Roma.
Nuestro prójimo Hace unos días hubo una noticia de color que recorrió todos los noticieros. Un chimpancé bebé jugaba a través del vidrio de su jaula en un zoológico con un bebé de nuestra especie. Es acaso natural que ambas criaturas pudieran establecer contacto: después de todo, el genoma humano y el del chimpancé son casi idénticos. Los chicos amarán a Oscar, el chimpancé protagonista de este documental producido por Disney con cierta voluntad ficcional omnipresente a lo largo de toda la película. Oscar, como los niños espectadores, está en plena edad de aprendizaje. Ellos también necesitan aún de sus progenitores: miran, escuchan, copian. Exactamente eso es lo que hace Oscar, aunque él, lógicamente, no habla, lo que no tendrá importancia: si preocupa que los chicos puedan distraerse o no entender lo que ven, una voz en off (demasiado simpática y humana) interpreta hasta el último gesto de los mamíferos en cuestión. Ni siquiera un movimiento de cejas queda sin explicación. En el corazón de la selva, en alguna región de Costa de Marfil y Uganda, Fothergill y Linfield consiguen retratar la vida de los chimpancés sin intervención humana alguna. Eligen seguir el crecimiento de Oscar, cuya vida cambia drásticamente cuando un grupo de chimpancés rivales, en búsqueda de alimento y conquista de mayor territorio, termina con la vida de su madre. Oscar quedará momentáneamente huérfano y sus posibilidades de sobrevivir serán mínimas. Pero acontecerá una suerte de milagro natural: Freddy, el macho alfa de su grupo (según el narrador, portador de sabiduría y experiencia), adoptará al pequeño Oscar. No hay duda: incluso los machos pueden ser tiernos y sacar a relucir su costado femenino, y es allí donde la manipulación humana, paradójicamente, nada tiene que ver. El cuidado que dispensa Freddy a Oscar es sencillamente sorprendente. Aquí, lo real dirige la puesta en escena. El registro fílmico de Chimpancés es alucinante. Se descubre la vida animal y vegetal de la selva. A veces, los directores aceleran las imágenes, y en otras ocasiones eligen lentificarlas; así, la plenitud de una ecología jamás filmada resulta una revelación: las gotas de agua, los hongos, las flores parecen de otro mundo. Pero la mirada de nuestros prójimos, aquellos que Darwin decretó como nuestros hermanos más cercanos entre la diversidad de las especies, es el gran misterio del filme. Lamentablemente, una voz casi insoportable insiste en ver en los chimpancés a un grupo de actores entrenados en el Actors Studio.
Esta película es la cuarta producción de Disneynature, y cuenta la emocionante y atractiva historia de un bebé chimpancé llamado “Oscar”. Hace algunos años han llegado a la pantalla grandes documentales relacionados con el cuidado del planeta y de nuestros animales como: Océanos (2009); Felinos de África (2011); La tierra (2007); entre otras, este documental se encuentra dirigido por Alistair Fothergill (“African Cats” y “La tierra”) y Mark Linfield (La Tierra). En esta oportunidad se narra la vida de Oscar, un bebé chimpancé que vive en la selva de Uganda con su madre, divertido, inquieto, curioso y como todo cachorro realiza todas las travesuras que se puedan ocurrir, se muestra lo importante que son los lazos familiares hasta que llega la tragedia y sucede lo incomprensible: la desaparición de su madre cuando es devorada por un leopardo (situación que queda fuera de campo). Este pequeño queda solo hasta que Freddy alfa-macho lo adopta después de que su madre es asesinada, también se encuentran los chimpancés malos, los rivales y vemos como este pequeño protagonista debe encontrar su lugar y vivir para ser un gran chimpancé, aprende las distintas actividades, vemos que comen y como lo hacen, y como danzan mientras se trasladan de árbol en árbol. Si mencionamos a Disney, sabemos que siempre sus historias emocionan, y alguna lágrima va a correr por tus mejillas, mas aun cuando este simpático protagonista queda huérfano, como en Bambi, Dumbo, Cenicienta, pero los mismos son atractivos. Es infaltable el mensaje ecológico. Una salida recomendable para todo la familia, se escucha durante el relato la voz en off de Tim Allen y si queres saber como se realizó quédate a ver los créditos.
Naturaleza humanoide "Chimpancés" es el nuevo documental/película de la factoría Disney bajo el formato "Disneynature", que el año pasado nos entregó también a "Felinos de África". Desde el vamos se podrán imaginar que la fotografía, la captura de lo maravillosa que es la naturaleza y la emotividad están garantizadas. Este tipo de documentales son proyectos que tardan años en poder filmarse completos para brindar las vivencias e imágenes más fabulosas que uno puede ver en una pantalla, y eso sin dudas se puede ver reflejado en este producto. Si alguno recuerda mi crítica sobre "Felinos de África", la cuestión objetable de este tipo de trabajo tiene que ver con humanizar lo que no es humano, con confundir algunas nociones de lo que la naturaleza y los animales representan en realidad, que ciertamente no es una familia tipo humanizada de las que suele exponer Disney. ¿Cuánto hay de verdadero en la edición fílmica de un comportamiento animal convertido a humano? Ésa creo que es la gran pregunta. Por supuesto que valoro este tipo de iniciativas que pretenden ser educativas, esperanzadoras y con buenas intenciones, pero cuánto tiene de natural es lo que me hace ruido. Sabemos que el público objetivo está compuesto en un 90% por niños, pero eso no quiere decir que se deba subestimarlos. ¿Mostrar como un chimpancé se alimenta de otro animalito más pequeño? No es la idea, pero tampoco creo que sea lo mejor mostrar un animal salvaje y magnífico como el chimpancé expresando "sentimientos" de tipo humanos que son sólo ficción y parte de una puesta programada. No confundamos a los chicos, los animales son seres increíbles que deben ser admirados y respetados por ser eso, seres vivos espectaculares que hacen de este mundo un lugar más interesante y lindo. Por lo demás, la propuesta es muy buena y si dudas impresionará a chicos y grandes con la belleza de África y su cuna de vida natural. Recomendable siempre y cuando haya un pequeña explicación de lo que el niño está viendo en pantalla, que clarifique y realmente eduque.
Sexto documental de Disney Nature ("Pollen" no se ha estrenado mundialmente en cines) que cuenta, como ya es habitual en cada una de sus producciones, con un trabajo de fotografía soberbio y hermoso, y con un relato que, pese a que tiene los mismos problemas que "African Cats", conmueve y entretiene.
Documental o ficción "Chimpancés" es el nuevo documental tierno y para toda la familia de Disneynature, donde a través de un simpático personaje, "Oscar", nos adentramos en el hábitat de estos fantásticos animales. Aunque el documental presenta imágenes de indudable belleza y emoción, es impresionante el nivel de manipulación de la realidad que presenta. Por lo tanto, resulta muy complicado valorizarlo como el documental que pretende ser. Algo que uno siempre tiene en cuenta a la hora de ver un documental, es que este tipo de películas presentan dos claros factores a tener en cuenta: primero, siempre son realizaciones con intenciones de veracidad; y segundo, aunque busquen representar el mundo real indudablemente tienen un relato armado con el cual contarlo. Ahora, el problema de Chimpancés es la evidencia de que el armado de su relato dinamita cualquier posibilidad de ser tomado como verídico. Increíblemente la película no toma ningún reparo en presentar y catalogar a dos grupos diferentes de chimpancés en héroes y villanos. Es singular como el grupo de los "buenos" presentan nombres amigables, mientras que los "malos" reciben apodos asimilables con su caracterización de desprecio. Incluso las bondades del grupo protagónico cuyo anciano líder es sabio y mantiene a la manada en paz y armonía, se contrastan con la banda rival representada como joven, desordenada y agresiva. Toda la historia de este documental es narrada por una voz en off presente durante toda la duración de la película. Nunca este relato es demostrado por las imágenes. Si a las mismas se les quita su narrador, sería imposible que el espectador pueda armar la historia que el documental expone. Por último, "Chimpancés" no puede ser desechado sólo por la irresponsabilidad de sus creadores. Las distintas grabaciones de la vida de estos animales tiene su valor propio. La historia de Oscar por si sola es conmovedora. Lamentablemente hubiera sido aconsejable que no hayan intentado mentirle al espectador. Si alguno tiene dudas de la falta de criterio de DisneyNature, simplemente le aconsejo que mire su anterior documental "Felinos de África" que presenta la misma historia de bandas rivales de "Chimpancés".