Hay que salir del agujero interior Verónica Gerez y Pilar Gamboa se lucen en esta ópera prima de Salem, ganador del Premio al Mejor Director de la Competencia Argentina del reciente Festival de Mar del Plata. Celina (Verónica Gerez) quiere vender enciclopedias y juntar plata para irse de ese paraje medio desértico en el que vive. Su padre ha muerto y a su madre no la ve desde pequeña, aunque todavía la busca. Tras dejar su puesto en una zona de peaje de una ruta por la que nunca pasa nadie, Celina empieza a trabajar vendiendo esas enciclopedias, algo para lo que no es demasiado talentosa. Pero allí conoce a una colega ;más experimentada en el asunto (Pilar Gamboa) que la acompaña en su ruta, con su hijo pequeño y sus propios problemas a cuestas. Con un tono que va de la comedia absurda al drama familiar, la película de Salem se apoya en la ironía que implica que estas dos mujeres con vidas tan problemáticas estén tratando de vender una suerte de pesada enciclopedia de autoayuda que tiene el mismo título de la película. Usando distintos recursos visuales, separando el film en capítulos ligados a los del libro y guardando algunas relativas sorpresas para el final, el largometraje de Salem tiene momentos muy disfrutables y acertados junto a otros un tanto fuera de tono. Es una película episódica, cuya atención, tensión e interés crece o baja de acuerdo a cada una de esas partes en la que se divide esta especie de road movie. El elenco ayuda. Apoyando al personaje central que muy bien interpreta Gerez, está Gamboa insuflando energía al relato y, en papeles más breves, desde Rafael Spregelburd hasta Marilú Marini. Como dice el título, Cómo funcionan casi todas las cosas es una película en la que muchas de las cosas funcionan pero, como la propia enciclopedia que vende, tampoco tiene las respuestas para todos los problemas.
Algún lugar encontraré En Cómo funcionan casi todas las cosas (2015) Fernando Salem (creador de La asombrosa excursión de ZAMBA) debuta en el cine con una road movie provinciana en la que se mezcla realismo mágico con entramado social. La película se llevó el premio a la Mejor Dirección de la Competencia Nacional del 30 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Celina (Verónica Gerez) trabaja en un peaje, muere su padre, un vendedor de enciclopedias de esos que van de ciudad en ciudad, y decide ocupar su lugar, creyendo que así va a ganar más dinero para poder emprender un viaje a Italia en busca de su madre abandónica. Celina recorrerá un camino iniciático por diferentes parajes, donde no venderá ninguna enciclopedia pero si obtendrá diferentes pistas que la llevarán al verdadero paradero de su madre. Las comparaciones con Ciencias Naturales (2014), película a la que indudablemente debe enfrentarse Cómo funcionan casi todas las cosas, resultan inevitables. Además de compartir productor, ambas son una road movie con un viaje por el interior de una provincia, una Córdoba, la otra en San Juan, en las dos se parte de una muerte, se busca a un progenitor al que no se conoce más que por algún dato aleatorio. Si en una era acompañada por una maestra en la otra será por una compañera de trabajo. Las diferencias entre ambas recaen en el abordaje y la narración. Mientras que Ciencias Naturales focalizaba sobre el tema social de un modo realista y dramático, en Cómo funcionan casi todas las cosas Salem apuesta al realismo mágico, pero con conciencia social, y algunos toques de comedia. Fernando Salem muestra un gran virtuosismo en como filma, encuadra maravillosamente y cada plano es de un preciosismo absoluto. También en la dirección de actores con grandes trabajos de Verónica Gerez, Pilar Gamboa y la siempre destacable María Ucedo, en el uso del color virado a un sepia que remarca la meláncolía del personaje y en el manejo de los espacios naturales con grandes planos abiertos. Y más allá de las coincidencias narrativas, que terminan siendo parte de una casualidad, y alguna que otra resolución un poco forzada, Cómo funcionan casi todas las cosas marca el debut de un director al que habrá que seguir atentamente.
Fernando Salem es el director de este film delicado que tomó el título de la enciclopedia que intenta vender la protagonista mientras en el camino descubre que puede reencontrarse con su madre. Delicada, de buenos climas, pocos diálogos.
Cuestión de riesgos En Cómo funcionan casi todas las cosas, ópera prima de Fernando Salem, se percibe una indagación que podría emparentarse con la de su protagonista, Celina, quien luego del fallecimiento de su padre enfermo tomará una serie de medidas personales y laborales en pos de reencontrarse con su madre biológica, de quien ha estado separada por largo tiempo. El viaje que hará la joven, cruzándose con diversas dificultades y barreras, tanto interiores como exteriores, que la harán cambiar y repensarse a sí misma, es similar al del film, que a cada rato está reconfigurándose y transformándose a sí mismo desde la historia que plantea A lo largo del relato se apelan a distintos formatos narrativos -la entrevista, casi fusionándose con el documental; el relato intimista y contemplativo; el drama crudo y explícito- y hasta en determinados momentos Celina deja de ser el centro, dispersando su foco hacia otros personajes, como una compañera de su nuevo trabajo (Pilar Gamboa), a quien le encargan que le enseñe a vender una enciclopedia, aunque el recorrido que deberán hacer juntas estará plagado de conflictos. Hay que reconocerle a Salem que nunca pierde el timón y jamás cae en excesos melodramáticos (incluso en una secuencia impactante y problemática como es la muerte del padre de Celina, narrada casi como una tragedia anunciada), pero eso también le juega en contra, porque sólo en escenas muy puntuales el film entabla una conexión carnal y congruente con el espectador, haciéndolo participar de lo que se cuenta desde su rol de observador y estableciendo la apropiada empatía con la protagonista. No es que estemos ante un relato frío, pero Cómo funcionan casi todas las cosas tampoco toma verdadera temperatura, quedándose en una tibieza ya habitual en buena parte del cine argentino de las últimas décadas -cuyo molde predeterminado ha dado algunas grandes películas pero también muchas intrascendentes-, coqueteando con lo dramático y sentimental, pero sin terminar de explotar las potencialidades de los conflictos que configura. Salem no sólo posee talento para narrar, sino que además se le nota que es capaz de acercarse a los personajes que diseña, sin manipularlos en función de lo que quiere contar, aunque aún debe consolidar su mirada. La sensación que transmite es que cuanto más riesgos tome, cuanto menos quiera parecerse a otros exponentes de la cinematografía nacional, mejor le va a ir. Por ahora, con Cómo funcionan casi todas las cosas, tiene a su favor un puntapié inicial que, sin descollar, no deja de ser atendible. Será cuestión de ver si se atreve a dar ese paso que da Celina en la trama, si empieza a buscar ese camino que sea realmente propio.
Manual de vida La opera prima de Fernando Salem tiene sensibilidad y sentido del humor, un muy buen elenco y la belleza del paisaje sanjuanino. Cómo funcionan casi todas las cosas podría ser una más de esas películas argentinas con jóvenes apáticos que no saben quiénes son ni hacia dónde van. De hecho Celina, la protagonista, es una veinteañera sin rumbo: acaba de morir su padre, tiene un noviete al que no quiere, un trabajo fantasmal, una casita en el medio de la nada, y su única motivación a la vista es juntar algo de dinero para buscar a su madre en Italia. Pero aquí sí hay una historia. Pequeña, que se va tejiendo sutilmente, plano a plano, con ingredientes de comedia y road movie, diferentes capas de profundidad y bienvenidas dosis de belleza y sensibilidad. “Todos vamos por la vida cruzando un desierto y, aun cuando llevamos con nosotros nuestras enciclopedias, hay cosas que no tienen explicación y frente a eso, lo único que podemos hacer es sentir”, declaró Fernando Salem en una entrevista. Para seguir con la analogía, algo que hace atractiva a su opera prima es que es tan imprevisible como esa travesía vital. Otro de los puntos fuertes es el elenco, un seleccionado del teatro off –y no tan off- porteño: Pilar Gamboa, Esteban Bigliardi, Rafael Spregelburd, Marilú Marini y Miriam Odorico son algunos de los que acompañan a Celina (Verónica Gerez, toda una sorpresa) en ese viaje físico y espiritual. El paisaje de San Juan, tan poco aprovechado en el cine nacional y tan bien captado por la fotografía de Georgina Pretto, es un marco ideal para la historia. Hay, además, un elemento disruptivo que aporta otra cuota de humor a la que ya tienen de por sí algunos personajes secundarios y hace todo más llevadero. Celina va por ahí tratando de vender la enciclopedia que le presta su título a la película y, cada tanto, los personajes –mirando a cámara, en formato de entrevista de documental- dan sus propias respuestas a siete de las preguntas existenciales que tal vez contiene el volumen, que van desde “¿Cómo ser feliz?” hasta “¿Existe el amor para toda la vida?” Y a usted, ¿qué le parece?
La familia, la pérdida, la identidad, el destino. Sin duda, temas recurrentes a la hora de contar una buena historia. Cómo Funcionan Casi Todas las Cosas es un muy buen ejemplo. Cuando muere su padre, Celina (Verónica Gerez) decide dejar su trabajo en una casilla de un peaje semiabandonado de San Juan y comienza a trabajar de lo que hacía su progenitor: vender libros puerta a puerta, o de ciudad en ciudad. Más precisamente, la enciclopedia Como Funcionan Casi Todas las Cosas, que incluye una gran cantidad de consejos para mejorar la vida, como un libro de autoayuda. El objetivo de la muchacha es reunir la cantidad suficiente de dinero para viajar a Italia en busca de su madre, quien la abandonó de niña. De manera que hace a un lado lo poco que tiene (incluyendo a un enamorado) y sale en busca de su pasado, en busca de sí misma. En el camino conocerá nuevos personajes y tendrá importantes revelaciones. La ópera prima de Fernando Salem sigue a Celina en su periplo, que a partir de la segunda mitad deriva en una road movie donde la muchacha compartirá experiencias con una colega de más trayectoria (Pilar Gamboa) y el hijo de ella. La película también se detiene en los personajes secundarios, quienes, al igual que la protagonista, se turnan para abrir cada secuencia contando algo a cámara, además de aportar momentos de humor y dolor. Además de saber equilibrar una serie de sensaciones y tonos, Salem demuestra que sabe sacarle el jugo a las actuaciones, en especial la de la debutante Verónica Gerez; ella debe cargarse la película al hombro, y lo hace con soltura y mostrando un amplio rango de emociones. También se lucen, en sus breves participaciones, Rafael Spregelburd, Marilú Marini, Miriam Odorico y Esteban Bigliardi. Y sería injusto ignorar a los desérticos parajes de San Juan, aprovechados como un personaje más, siempre en función de la historia y evitando mayormente el pintoresquismo que suele aparecer cuando se filma el interior del país (hay algunos momentos de ese tenor, pero puestos de manera muy pensada por el director, con la finalidad de acentuar cierto carácter de fábula). A veces cómica, a veces dramática, generalmente tierna y entrañable, Cómo Funcionan Casi Todas las Cosas es un pequeño pero no menos interesante relato de búsqueda de uno mismo, sin abusar de las contemplaciones, que también permite ver el talento de un nuevo y promisorio cineasta argentino.
Inocencia de película que logra convencer Hace poco más de 20 años el "Reader's Digest" todavía sacaba un libro de consulta titulado "Cómo son y cómo funcionan casi todas las cosas", y alguna gente todavía lo compraba. Aún quedaban vendedores de libros a domicilio, y la buena gente se comprometía a pagar el saber en cómodas cuotas mensuales, que también se cobraba a domicilio. Quizás aún persistan algunos de esos vendedores, particularmente los llamados colportores bíblicos. La acción de esta película evoca aquellos tiempos con un aire moderno y un personaje ingenuo. Más que conocimiento enciclopédico, que tiene y le sirve para resolver crucigramas, su búsqueda es sentimental. Se trata de una joven que vegeta en el peaje de una ruta abandonada. La muerte de su padre, prestigioso vendedor en lejanos tiempos, y el hallazgo de un sobre que indicaría la dirección de su madre en la lejana Italia, la deciden a cambiar de trabajo. Aprenderá el arte de la venta a domicilio, juntará plata y viajará a Italia. Tanta inocencia solo existe en las películas, y en algunas mentes sencillas. Para que la historia nos convenza, el director apela a una intérprete de cara tristona, unos pocos personajes más (nadie que tenga la clave de cómo funcionan las cosas, aunque algunos vendan el libro), un paisaje despojado, un relato también despojado, calmo y medianamente grato, y un recurso particular: la división en capítulos, al comienzo de los cuales alguien (uno por vez) explica ciertos asuntos mirando a cámara. Son instantes entre informativos y confesionales, que a veces hacen avanzar el cuento y, en todo caso, siempre contribuyen a envolverlo. La estructura está bien armada, funciona, y sólo se afloja un poco hacia el final, pero eso poco importa. Según dicen, bien está lo que bien acaba. Intérpretes, Verónica Gerez, Miriam Odorico, Pilar Gamboa, Marilú Marini, el chico Vicente Esquerre, con participaciones de Rafael Spregelburd, Esteban Bigliardi, Sergio Pángaro y María Ucedo. Autor, Fernando Salem, cortometrajista de mérito, cocreador de "La asombrosa excursión de Zamba", guionista de series como "Mentira la verdad" y "Presentes". Rodaje en Caucete, Albardón, y el santuario de la Difunta Correa, provincia de San Juan.
"Como Funcionan Casi Todas Las Cosas" es la opera prima de Fernando Salem (ganador como Mejor Director de la Competencia Argentina y como Mejor Guión - Premio Argentores - en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata), un director que te va a dejar con ganas de más... ¿Por qué? Porque el resultado de su primera película es tan tan tan bueno que te vas a quedar con esa sensación, de querer explorar más su visión. Una historia simple pero sentida, honesta, de buena gente y de sentimientos que traspasan la pantalla. Verónica Gerez, Pilar Gamboa, Marilú Marini, Rafael Spregelburd, Mirian Odorico, y el resto del elenco - bajo la dirección de Fernando - entregan personajes tan reales que uno se olvida que está viendo una ficción. La dupla Gerez / Gamboa es uno de los aciertos del casting y un placer observar el accionar de ellas en la piel de Celina y Raquel. El cine argentino continúa sorprendiéndonos y está peli es un obligado que todos deben disfrutar (un aplauso para todos los involucrados en esta producción).
Una película de climas y actores Celina (Verónica Gerez) es muy joven y carga en su interior un enojo de años, más precisamente desde el momento en que su madre la abandonó para irse a cantar a Italia. Ahora vive en un barrio humilde, trabaja en una estación de peaje en el medio de la nada y eventualmente, con el acompañamiento de su novio (Esteban Bigliardi), se gana unos pesos cantando en la iglesia del pueblo cuando hay algún casamiento que incluya el "Ave María", mientras su padre la espera enfermo en la casa. El deseo estuvo desde siempre, y cuando su padre muere y encuentra entre sus cosas la dirección en donde se supone que está su madre, decide dejar su trabajo y a su novio para vender enciclopedias para juntar el dinero que le permitirá ir a Italia. Suerte de road-movie en el desierto, con un relato estructurado en episodios en donde los personajes, casi como testimonios documentales, dan su parecer sobre diferentes cuestiones de sus problemáticas, la película está centrada principalmente en la potencial vendedora -de un único manual de autoayuda estadounidense cuyo título coincide con el de la película- y su relación con su instructora de ventas (brillante Pilar Gamboa), tan aguerrida para su oficio como frágil por una historia de frustraciones y deseos no cumplidos. En la ruta, acompañadas por el pequeño hijo de la veterana vendedora, ambas mujeres van a ir desgranando su historia hasta que por un desperfecto del auto se ven obligadas a pasar la noche en un parador, el lugar en donde Celina va a conocer a la dueña del lugar (Marilú Marini) que le va a revelar varios secretos sobre su historia y el destino de su madre. Película de climas pero sobre todo de actores, ascética y profunda, la opera prima de Fernando Salem -premio al mejor director de la competencia argentina en el reciente Festival de Cine de Mar del Plata- dosifica con inteligencia el drama con momentos de humor, en donde la búsqueda nerviosa, errática y conmovedora de la protagonista da paso a todo un universo de ricos personajes en el desierto sanjuanino que sólo parecen existir en tanto y en cuanto tomen contacto con la energía de Celina.<
Ayudando al destino Hay algo que Celina, la entrañable protagonista del primer largometraje de Fernando Salem, tiene entre ceja y ceja desde el arranque de la historia: el reencuentro con su madre, de la que no tiene noticias hace mucho tiempo. La muerte de su padre -una fugaz aparición del cantante Sergio Pángaro- dispara lo que la chica evidentemente venía carburando hace rato: salir en busca de esa mujer con la esperanza de recomponer un vínculo necesario. Celina decodifica señales en sucesos fortuitos: hasta una palabra deducida para completar el crucigrama que tortura a una compañera de trabajo parece empujarla a salir a la ruta. Entonces abandona su abúlico empleo en un peaje desierto, tolera hasta donde puede los reclamos de su novio y consigue una nueva ocupación de eficacia improbable -la venta puerta a puerta de un libro que tiene respuestas para preguntas absolutamente disímiles- con el objetivo de reunir el dinero necesario para un viaje a Italia, donde supone que vive su madre. Al destino hay que ayudarlo, Celina lo sabe y tiene decisión y energía. Entonces va uniendo cabos, aprovecha la valiosa información que le proporciona una mujer con la que se cruza casualmente en medio de un caótico viaje con una vendedora más experimentada y al borde de un ataque de nervios, y se acerca raudamente a su objeto de deseo. Reciente ganador del premio a la mejor dirección en el Festival de Mar del Plata, Salem explota muy bien el carisma de Verónica Gerez y la convicción con la que la joven actriz interpreta a su personaje. La rodea de actores talentosos y experimentados que resuelven sus partes con notable aplomo: Pilar Gamboa -quien vuelve a brillar interpretando a un personaje en apariencia hosco, pero en esencia frágil y contradictorio-, Esteban Bigliardi, Marilú Marini, Rafael Spregelburd, María Ucedo, Miriam Odorico... Pero el director debutante también pone en juego una generosa gama de recursos que enriquecen a la película sin sobrecargarla: usa la música con un criterio original, casi aleatorio, y genera fisuras en el terreno de la ficción a través de una serie de breves reflexiones sobre temas muy diversos -desde los misterios del amor hasta las técnicas para la supervivencia en un desierto- que algunos de los personajes relatan mirando a cámara. Y reserva para el final una escena hermosa que descarta el golpe de efecto y apunta al corazón con simpleza y lucidez.
La ópera prima del joven realizador Fernando Salem es una película pequeña, que relata el cambio de vida que adopta el personaje de Celina al dejar su puesto de peaje en un espacio alejado y vacío, para salir a recorrer el país vendiendo un particular ejemplar editorial que explicaría el sentido de la vida, y con la excusa de alcanzar a su madre, Francesa, quien la abandonó de chica y ocasionalmente se encuentra en un pueblo cercano. Más allá de la historia, la película otorga un clima de mucha pureza, que transcurre en pueblos chicos del interior del país, resultando un film sincero, no ostenta una gran producción, sino más bien, logra enraizar una historia particular, en un lugar específico y con ese escenario natural como contenedor de sus penas y sus aciertos.
El duelo como inicio de una nueva travesía Mientras para algunas personas la muerte representa el final de un viaje, para otras es apenas el comienzo de una nueva travesía. Sólo que en este último caso ese punto de partida no es válido únicamente para aquellos que dejan el mundo atrás, sino también para los que se quedan en él y deben aprender a convivir con el agujero de la ausencia. He ahí a las víctimas reales de la muerte, pero también a los verdaderos viajeros. Porque si en efecto la muerte se abre como posibilidad de un nuevo inicio (o al menos de replantear de manera radical las condiciones del viaje), en primer lugar lo hace para esos sobrevivientes. Frente a esa instancia trascendental, pero sin ser demasiado consciente de ello, ha quedado la joven Celina tras la muerte de su padre. El hecho marca también el comienzo de otro camino, en este caso cinematográfico: el que propone el director Fernando Salem con su ópera prima, Cómo funcionan casi todas las cosas.Ganadora del premio a la mejor dirección en la Competencia Argentina del 30ª Festival de Cine de Mar del Plata, donde también recibió el premio al mejor guión que otorga Argentores, Cómo funcionan casi todas las cosas es exactamente eso: una película de tránsito. O mejor dicho, de tránsitos, porque su relato acumula una cantidad de puestas en marcha simultáneas que abarcan diferentes niveles de la existencia de Celina, una joven que se ha pasado la vida en un pueblito en medio del desértico paisaje cuyano. En primer término se verá obligada a dejar el lugar de hija para encontrar su destino de mujer, al mismo tiempo que deberá vencer la inercia inmóvil de toda una vida sin salir de su pueblo. En ambos casos Celina (interpretada con solvencia por Verónica Gerez) hallará resistencias, como la que le propone la figura de Sandro, un amigo que a pesar de amarla con sinceridad no es otra cosa que una amarra que insiste en retenerla en ese estado de suspensión en el que la mantenía la agonía de su padre.Habrá también un devenir personal disimulado en un cambio laboral, en el que la protagonista abandona la inerte seguridad de su trabajo en la cabina de peaje de una ruta semiabandonada, por la incierta aventura de ocupar el lugar que su padre dejó como vendedor puerta a puerta de la enciclopedia que da título a la película. En ese punto todas esas trayectorias internas de Celina se corporizan en el viaje real que deberá hacer por las rutas de provincia con otra vendedora que oficia de instructora. Ahí el film deviene en road movie y el viaje en iniciático. Con esos ingredientes a la vista, una de las posibilidades era que la película resultara un pastiche sensiblero, pero Salem elude los malos augurios. A partir de un cóctel que combina en dosis equilibradas naturalismo con realismo mágico, comedia con tragedia y humor con emoción, Cómo funcionan casi todas las cosas redondea una propuesta de costumbrismo tan moderado como inofensivo.
En busca del destino Dirigida por Fernando Salem, se trata de una película rodada completamente en San Juan. Después de un largo prólogo que sirve para presentar al personaje principal y el paisaje en que está inmerso (paisaje que siempre es el reflejo de su estado de ánimo), la ópera prima de Fernando Salem, Cómo funcionan casi todas las cosas, nos cuenta la historia de Celina, una joven que vive en un lugar ilocalizable del interior argentino. A Celina (Verónica Gerez) se le muere el padre y su madre se fue de casa cuando era chica. Todos los días va en bicicleta hasta el peaje en el que trabaja con otra mujer. Cuando conoce a quien fue el amigo y compañero de trabajo de su padre, un tal Goldberg, quien se dedica a vender una enciclopedia que lleva de título “Cómo funcionan casi todas las cosas, la primera enciclopedia con las respuestas a todos sus interrogantes”, Celina no lo piensa demasiado y decide abandonar el trabajo en la ruta para dedicarse a la venta puerta a puerta de ese material. La joven muchacha tiene un propósito en la vida, un sueño: ahorrar plata para viajar a Italia en busca de su madre. En el medio están el enamorado celoso (Esteban Bigliardi), una compañera de trabajo desagradable (Pilar Gamboa), un niño insoportable (Vicente Esquerre) y Rafael Spregelburd en el papel de Goldberg, un personaje poco desarrollado. La puesta en escena es un verdadero logro. El paisaje desierto y la ruta en medio de la nada refuerzan los sentimientos de abandono y soledad de los personajes. Las imágenes son límpidas y las actuaciones destacables. Cómo funcionan casi todas las cosas es una película sobre el destino que pone en marcha una historia sensible de tristezas y soledades, pero también de pequeñas ilusiones, de modestos sueños y esperanzas. El cine independiente que se hace en este país no aspira a historias grandes, no es ambicioso ni pretencioso. Es más bien un cine que conoce sus límites y trata de aprovecharlos al máximo. Lo malo es que muchas veces cansa ver tantas películas parecidas, como si todas estuvieran condenadas a filmar el mismo paisaje desierto con los mismos personajes desangelados de siempre.
Dice Fernando Salem, director de esta peli con título de enciclopedia: "Si un vendedor golpeara a mi puerta ofreciendo un fantástico libro con respuestas a todos mis interrogantes, no seria fácil convencerme. Pienso que hay cosas que no tienen una explicación y no está mal que así sea. En definitiva todos cruzamos un desierto cargando con nuestras pesadas enciclopedias incompletas.?¿O no?" "Cómo funcionan casi todas las cosas" es una road movie que invita a viajar al interior de cada personaje, sus vínculos, sus sueños, su realidad. El principal, el de Celina, quien es abandonada por su madre, que sabemos que es cantante y que posiblemente esté en Italia. El reencuentro empieza a florecer en esta jovencita, empleada de una estación de peaje en el medio del desierto sanjuanino, cuando vuelve de la iglesia y encuentra a su padre muerto. Él había sido vendedor de enciclopedias, de allí la conexión con estas preguntas y respuestas de "Cómo funcionan...", se encuentra con su antiguo compañero de viajes de ventas y Celina se ilusiona con ganar dinero para encontrar a su mamá. Emprende su viaje con una vendedora y su hijo. Entre intertítulo e intertítulo (un recurso algo abrupto pero efectivo), cada personaje va dando respuestas a preguntas que uno podría encontrar en la enciclopedia, pero quizá no sea lo que esperábamos, porque la vida es así, no hay recetas, no es una cuestión científica lo se pueda llegar a contestar. Esta peli viene de ganar sendos premios en el Festival de Mar del Plata, para Fernando Salem como mejor director en la competencia argentina y también el premio ARGENTORES al mejor guión argentino, que Salem coescribiera con Esteban Garelli. Además, viene con buena estrella ya que este proyecto ganó el premio de Ópera Prima del INCAA. Los paisajes de San Juan, la correcta intervención musical, y el elenco hacen de ésta una pequeña gran película. Se destacan las actuaciones de Verónica Gerez, la Celina que cree que su destino está más lejos que una posibilidad nunca pensada. Es su primer papel protagónico. Luego, una larga lista de caras conocidas como Rafael Spregelburd, María Ucedo, Pilar Gamboa, Marilú Marini Miriam Odorico y Sergio Pángaro (quien musicalizara la atrapante "El Hombre de Al Lado"), entre otros. El póster del filme fue confeccionado por el artista plástico Julio Alan Lepez. Por ahora se estrena en 2 salas en Capital y más tarde se agregarán Rosario y San Juan. Ojalá haya oportunidad de que más público la pueda disfrutar en pantalla grande.
La ópera prima de Fernando Salem –cuyo premiado cortometraje Trillizas Propaganda fue exhibido en el 22º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata– narra la historia de Celina, una chica sanjuanina que luego de perder a su padre decide ir en busca de su madre, que la abandonó cuando era niña. El título de la película se lee sobre una pantalla en negro, tras un prólogo introductorio de casi quince minutos que le sirve al director para sumergir al espectador en el universo casi anacrónico, suspendido en el tiempo que habitan sus personajes, por el cual parecen deambular sin prisa. Criaturas solas, rotas, un poco tristes y perdidas a las que Salem registra muy de cerca y acompaña hasta el final. Su película se ubica en un lugar intermedio entre una road movie y un coming of age, con un guion efectivo y cierto aire de ligereza que sobrevuela cada escena. De niña vulnerable a chica rutera, Celina busca respuestas a través del desierto calcinante, pero la película no tiene ninguna para ofrecerle. Los personajes se funden con el paisaje, y sus conflictos van cobrando mayor peso a medida que la narración avanza creando su propia cadencia. Sin embargo, hay algo que no termina de funcionar, de encajar con el resto, algo que resulta molesto. Cada tanto aparecen, a modo de separadores, fragmentos que se cuelan de repente en la pantalla y quiebran abruptamente la atmósfera que se había creado hasta ese momento, rompiendo con el tono cálido e intimista por el que transitaba el relato. Como si el director quisiera filmar dos películas diametralmente opuestas, estos inserts interrumpen la trama para mostrar a los personajes hablando a cámara sobre la existencia del amor para toda la vida, cómo ser feliz o superar las adversidades, atentando contra la emoción genuina que fue tan cuidadosamente construida previamente. El recurso no es compatible con la forma elegida para contar el relato, simplemente porque su función no es trasmitir ninguna información adicional ni aportarle fluidez, audacia o virtuosismo a la película, sino más bien todo lo contrario. Una vez que se vuelve al punto en el que había quedado la escena antes del sobresalto, el espectador debe hacer un esfuerzo para recrear el estado emocional en el que se encontraba antes de la interrupción. En la última escena –quizás la más poderosa y sutil de todas– dos personajes se reconocen entre sí, pero también a sí mismos, entonces el cine se convierte en espejo y ventana al mismo tiempo. Modesta, misteriosa y melancólica, la película hace pie en un guion muy seguro de sí mismo para contar una historia que emociona a fuerza de buenas actuaciones y de personajes cuyo destino nos preocupa.
Mar del Plata award-winning film How Most Things Work is successful and enjoyable Celina (Verónica Gerez) is a somewhat withdrawn young woman living with her sick father in a humble house, in a working-class neighbourhood in a small San Juan town. She works at a toll-booth of a God-forsaken side road with almost no traffic, since not long ago a nearby wide freeway was inaugurated. Considering she has little to do, it makes sense that she helps out her friend Nora (Miriam Odorico) with her passion for crosswords puzzles. After all, time seems to stand still no matter what. She also has a boyfriend, Sandro (Esteban Bigliardi) and yet she doesn’t seem to be in love. Perhaps he isn’t either — it’s hard to tell. On an unfortunate Sunday right after she comes back from mass, Celina discovers her father has died. Of course, it’s heartbreaking, even more so because her mom left them when she was two and she’s never seen her since. She’s been told that her mom is a professional singer living in Italy. While sorting out her dad’s stuff, she finds her mom’s exact address and makes up her mind: it’s time to pay her a belated visit. But she has no money for the trip. So what is she to do? Of all things, she wants to sell encyclopaedias door to door, which is exactly what her dad did for a long time. More precisely, we’re talking about the very same encyclopaedias he used to sell, which claim to have the answers to how almost all things work. Of course, the things that truly matter are not to be found in such books and can only be learned by undergoing challenging experiences. No matter how painful or disappointing they might be. Winner of the Best Director Award and Best Script in the Argentine Competition of the recent Mar del Plata Film Festival, Cómo funcionan casi todas las cosas (How Most Things Work) is the promising film debut of Fernando Salem and is produced by Tarea Fina, which has made La luz incidente, Ciencias naturales, Samurai, and Las acacias, all of them rather remarkable, award-winning features with an identity all of their own. And How Most Things Work is no exception. From the very first minutes, an appropriately gloomy, unhurried tone is set and then smoothly maintained throughout the entire film. In a very down to earth manner, each character gradually begins to show their colours, and for the most part they ring true. Not that they are extraordinary beings, but their appeal lies precisely in that unfussiness. Of course, this is also a merit of the largely natural performances, with Verónica Gerez and Pilar Gamboa heading the list. Coaching actors is quite a hard task and Salem appears to have the right tools to do so effectively. In fact, I personally believe that How Most Things Work is better directed than it is scripted. For instance, the use of incidental music is ably restrained and so it only punctuates the necessary scenes. In tune, the camerawork is invisible, since what matters is the drama and not stylistic flourishes. And the lighting design together with the sound design ensures a sense of identifiable spaces, an atmosphere that has a direct effect on Celina’s tribulations. In a coming-of-age story like this one, special attention must be paid to what makes the characters feel what they feel and do what they do because that’s where the core of the film is. And Salem is more than aware of this simple truth. So some subtle details and minor gestures acquire larger meanings in a film where less is more. However, just like there are some subtleties here and here, there are quite ideas and concepts that are expressed too obviously, be it metaphorically or literally. In these involuntary self explanatory moments, How Most Things Work loses its necessary ambiguity and uncertainty. Because you do get the ideas anyway, and even if you’re in doubt, in a film of this kind it’s better not to know too much for sure. Perhaps a bit more substance than style would’ve added extra layers too. Yet in what matters the most, meaning the film’s heart and some of its veins, How Most Things Work is both successful and enjoyable while it also shows the hand of a novel director who knows what’s he doing. Production notes How Most Things Work (Argentina, 2015). Directed by Fernando Salem. Written by Fernando Salem, Esteban Garelli. With Verónica Gerez, Pilar Gamboa, Marilú Marini, Rafael Spregelburd, Esteban Bigliardi. Cinematography: Georgina Pretto. Editing: Emiliano Fardaus. Running time: 95 minutes. @pablsuarez
Fernando Salem nos trae su ópera prima, una historia pequeña, simple pero con una profundidad y ternura destacables para el cine nacional actual. Celina (interpretada excepcionalmente por la cantante y ahora actriz Verónica Gerez) tiene a su padre enfermo y trabaja en una casilla de peaje de una ruta sanjuanina que se encuentra bastante desolada debido a que se construyó una ruta nueva y son pocos los vehículos que ahora circulan por allí. Una tarde, en vísperas a las fiestas, ella vuelve a su casa y se encuentra con su padre fallecido, por lo que decide emprender la búsqueda de su madre quien se fue a Italia cuando ella tenía apenas dos años. Con este claro objetivo, Celina, necesita dinero para viajar y decide renunciar a su trabajo, tratando de involucrarse como vendedora de la enciclopedia “Cómo Funcionan Casi Todas las Cosas”. Ahí comienza una road movie breve pero intensa para la protagonista. Historia Mínima Cómo Funcionan Casi Todas las Cosas es una historia simple y profunda a la vez, con una construcción sólida lo que permite la fluidez y el disfrute de quienes vayan a verla al cine. Fernando Salem (multipremiado con el cortometraje Trillizas Propaganda) contó que estuvo alrededor de nueve años trabajando en este proyecto y esto, claramente, rinde sus frutos gracias al trabajo minucioso de guión que suele ser subestimado en el desarrollo de las películas nacionales. La estructura del guión es temática, y cada uno de los temas comienza con un testimonio documental de alguno de los personajes que logra develar la profundidad psicológica de los mismos, llenos de empatía con el espectador. Respecto a la fotografía hay un excelente trabajo de Georgina Pretto que transmiten la desolación y soledad de nuestra protagonista con los paisajes sanjuaninos, complementado a su vez con un gran trabajo de arte a cargo de Carina Luján. La cámara oscila entre planos fijos con la inmensidad de los desiertos de la provincia y cámara en mano que presenta una prolijidad que no nos distancia de la narración en ningún momento. La frutilla del postre son las actuaciones, que no es un tema menor en nuestro cine donde tantas películas con gran guión y factura técnica la han pifiado en este aspecto. El trabajo actoral de Verónica Gerez es increíble, en una película con pocos diálogos logra actuar con su rostro mostrando expresividad y talento, así como Pilar Gamboa que interpreta a una madre asfixiada por la vida que lleva en su provincia natal pero que no desea. Conclusión Cómo Funcionan Casi Todas las Cosas es una película con un debut prometedor de Fernando Salem, una historia sencilla y sin pretensiones que logra plasmar un recorte en la vida de alguien en el interior argentino. Próximamente a ser estrenada, vale la pena que le den una oportunidad si cuentan con el dinero y el tiempo, porque este tipo de largometraje aporta a esta reconciliación que se está dando estos últimos años entre el cine nacional y los espectadores argentinos.
Presente en la competencia argentina de la última edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, Como funcionan casi todas las cosas es una película que te atrapa rápidamente y que te permite en pocos minutos sumergirte en la historia de su protagonista. Celina (Verónica Gerez) es la joven protagonista de esta historia que trabaja en un peaje a punto de desaparecer, en un paisaje inhóspito de la provincia de San Juan. Su padre acaba de fallecer y su novio poco le importa. Su vida comienza a necesitar un cambio, un rumbo o un destino. Su madre la abandonó de chica para irse a vivir a Italia y ese puede ser un lindo punto de partida para que su sencilla existencia tome otro cauce. Será dentro de una estructura narrativa peculiar que la historia va adquiriendo forma en la medida que su protagonista toma el toro por las astas y decidí afrontar su futuro. La venta de una enciclopedia de igual nombre que la película será esa metáfora que la hará descubrir más respuestas a las preguntas que ese libro tiene en sí. Y de eso se trata Como funcionan casi todas las cosas, en una interesante manera de narrar lo que no existe en ningún lado, en ningún libro. Esa especie de incertidumbre que debe Celina o cada uno de nosotros como seres humanos enfrentar en esto que se denomina vida: construir desde el desconocimiento, desde la experiencia, equivocarse para aprender y desconocer para descubrir. Nada de lo que está escrito nos pertenece porque nuestra historia se escribe en la medida que la transitamos y eso, es justamente, lo que la protagonista irá descubriendo a lo largo del filme. Con un elenco que incluye nombres como Pilar Gamboa, Rafael Spregelburd, Marilú Marini, Miriam Odorico y Esteban Bigliardi. Sin dudas, el gran acierto – después de Gamboa – es Verónica Gerez que logra construir un personaje sereno, dócil y empático. Pero por sobre todo de una belleza cinematográfica poca veces vista, que se permite un primer plano, que nutre la pantalla y la armoniza. Su director Fernando Salem acaba de ganar el Astor de Plata a mejor director por esta película dentro del festival de Mar del Plata, lugar donde la proyectó por primera vez. Una obra con un guión interesante por fuera de lo convencional, que nos permite a los espectadores sumarnos, involucrarnos y repreguntarnos sobre qué tanto conocimiento tenemos sobre esas pequeñas cosas que nos da cada día la vida. Porque como dice Salem: “Desde que nacemos buscamos respuestas. Al principio nos las dan nuestros padres, después la religión, la escuela, la naturaleza, el horóscopo, el psicónalisis, la autoayuda. Hasta en las películas las buscamos. Pero no nos alcanzan y tenemos el impulso de buscar otras; nuestras propias respuestas. Porque en las enciclopedias que leímos no las encontramos. No están. Es la lucha de la lógica y la razón contra las cosas que nos pasan, el destino, el amor, la muerte, el azar y las cosas que no logramos entender. Hay cosas que no tienen explicación y no están mal. En definitiva todos cruzamos un desierto cargando pesadas enciclopedias incompletas”
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
Hay una chica que tiene un trabajo solitario: una casilla de peaje perdida. Hay un padre que muere, hay la venta de enciclopedis, hay el sueño de un viaje a Italia, hay la necesidad de un reencuentro. Pero sobre todo hay un mundo consistente y personajes en los que uno cree y a quienes sigue con interés durante todo el metraje. Y hay, también una cierta, bienvenida, melancolía que no impide la aparición del humor.
El aprendizaje del funcionamiento de casi todas las cosas como expresión de deseo. Con la enciclopedia que le da el título a la película a cuestas, y tras la muerte de su padre, Celina (notable Verónica Gerez) se lanza a la aventura. La acompaña su compañera de trabajo (sublime interpretación de Pilar Gamboa) junto a su pequeño hijo. Celina se ha quedado huérfana de padre. Y esta pérdida le remueve una herida histórica: el abandono de su madre, a quién cree radicada en Italia y ha decidido ir a buscar. Fernando Salem, director del largometraje (que viene de alzarse con el premio de Argentores al mejor guión en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y de la Competencia Argentina al mejor director) entrega una historia conmovedora, destinada a permanecer en el corazón y la memoria del espectador. Los diálogos son sobresalientes. En particular la reflexión del personaje de Gamboa sobre las películas de Darín y los extras: “No están ahí de casualidad, ellos quisieron ser actores, y me dan mucha tristeza”, pensamiento que la conmueve hasta la médula. Los pasos de comedia de Pilar y Verónica ensayando la venta de las enciclopedias son verdaderas perlitas. Ojalá el cine vuelva a reunir a la tríada imbatible Gamboa-Gerez-Salem. El niño Vicente Esquerre, hablando a cámara sobre las personas enfermas y la muerte, trasunta una ternura y espontaneidad pocas veces vistas en cine. Y es imposible no conmoverse con el trabajo interpretativo de Verónica Gerez. Siempre da gusto ver que un personaje sufriente de pelea por salir adelante, y encuentra al espectador deseando que Celina (Gerez) pudiera cumplir su anhelo de reencontrarse con su madre, y que la vida se le hiciera un poco más amena. En lo que no coincido con la crítica – que se deshizo en elogios, a mi criterio más que merecidos- es en que se trata de una “película chiquita”. Para mí es enorme. Abordar temas como la pérdida, el abandono, el amor no correspondido, la soledad, la búsqueda de la identidad y hacerlo con compromiso emocional creo que no es una tarea desdeñable. Y Salem y su equipo salen airosos de tamaño emprendimiento.