Realmente me pareció espantosa el 90% de la técnica animatrónica, sobre todo en los gatos, cuyos rostros son tan feos que provocan rechazo. El hecho de que algunos de los personajes gatunos sean malos no significa que tengan que...
Sólo alimento balanceado La primera parte de este film protagonizado por animales se estrenó en el 2001 y pasó mucho tiempo para conretar esta secuela que incluye la aparición de Chris O´Donnell (recordado por Perfume de mujer y por interpretatr a Robin junto al Batman, de George Clooney). En la eterna pelea entre perros y gatos, un felino despiadado quiere apoderarse del mundo: Kitty Galore (en la versión original se disfruta de la voz de Bette Midler), una ex agente de la organización de gatos espías, que quiere poner a su servicio a todos los perros. Todos los canes y gatos unirán esfuerzos para combatirla. Como perros y gatos 2 combina acción en vivo con animales reales y otros generados digitalmente, pero el resultado es inferior al del film original. Con un comienzo vertiginoso plasmado como si se tratara de la presentación de una película de James Bond, la trama incluye espías rusos; alta tecnología; un "cachorrito" camuflado que busca información y un ovejero alemán que investiga a la par de su dueño (¿o al revés?) con la ayuda de otro perro. Así comienza este relato pensado para los más chicos y plagado de referencias a títulos exitosos como Terminator y K-Nino. La película acumula vértigo visual pero sus dardos no siempre dan en el blanco. Más allá de alguna lograda expresión (digital) de los animales, la trama sólo juega con los objetos (collares, paracaídas) que se ven en primer plano para potenciar el efecto en 3D. Al punto que se extrañan los ladridos o parlamentos de otro reciente estreno, Mamarduke. Sólo el enfrentamiento que se da en el barco o la última parte desarrollada en un parque de diversiones logran anotar algunos poroto, pero es demasiado tarde para un producto que sólo ofrece alimento balanceado al público.
Nuevos códigos en el mundo animal ¿Quién dijo que perros y gatos no podían ser amigos? Al menos esto es lo que propone la secuela del film Como perros y gatos (Cats & dogs, 2001). En esta oportunidad ambas especies deciden unir sus fuerzas para cooperar en una nueva misión: salvar al mundo de las malvadas garras de Kitty. Con una propuesta aparentemente infantil, el film presenta pequeños guiños y disgresiones que pretenden captar también a un público adulto. Kitty, una temible gata sin pelos, intentará hacer sonar desde un satélite un sonido que volverá locos a los perros. Se vengará así de la raza canina responsable de su desgracia estética; y de los humanos, por haberla echado de su hogar al verla convertida en ese horroroso animal sin pelos. Para detener a Kitty estará el equipo de Butch, el ya conocido labrador blanco de la primera parte, quien esta vez reclutará a Diggs, un perro policía aislado de la fuerza por mala conducta. Completan el equipo una paloma mensajera y por último la agente Catherine, una gata gris de la organización MIAU, de la que Kitty desea vengarse también. Se podría afirmar a simple vista que esta comedia apela a conquistar a un público infantil. Los animales hablan, realizan travesuras y copian el mundo humano. Pero a pesar de eso la película apela también a un espectador adulto o, para ser más específicos, a un espectador capaz de entender y responder a los chistes que las ingeniosas parodias a otros films producen. Kitty Galore resulta desde esta lectura una versión felina del Guasón, quien tras ser amenazada por un perro cae en una olla similar a un ácido fluorescente llena de cera depilatoria. El collar de Butch es una versión del cinturón al que Batman acude ante sus diversas misiones. Y para coronar estas alusiones está el Sr. Tinkles (el gato blanco de la parte uno de la secuela) encerrado en una cárcel de máxima seguridad al estilo de Antony Hopkins en El silencio de los inocentes (The silence of the Lambs, 1991). Los guiños de este tipo están presentes a lo largo de todo el film y son un ingrediente que explícitamente busca la participación de un público adulto para la segunda lectura que los niños tendrán que dejar para más adelante. Con una mezcla de acción en vivo y animación por computadora en 3D, la película se maneja con los códigos del género de acción y suspenso para jugar con ellos y parodiarlos a la vez que resultan eficaces a la hora de mantener al espectador atrapado por la trama. Sin dejar de lado por supuesto un cierto toque sentimental que permite lograr el necesario final feliz. Como ya se dijo, la amistad entre las dos especies es una temática reiterada a lo largo del film y será la gran revolución que, como el final evidencia, continuará en una tercera misión.
Diggs, un perro policía retirado del servicio por ser demasiado arriesgado, es reclutado por una organización integrada por perros que protege a los humanos. Su misión será atrapar a Kitty Galore, una gata que planea conquistar al mundo. Pero para poder hacerlo, deberá aceptar trabajar en conjunto con el enemigo, los gatos. Siendo la segunda parte de Como Perros y Gatos una película de perfil bajo, y que ya tiene 9 años, y que sumado a eso, no era una gran maravilla, uno no esperaba, precisamente, una maravilla del séptimo arte. Este año ya había entregado Toy Story 3 (Eternamente gracias Pixar), y es casi imposible que algo siquiera se le acerque. Si bien detesto esta clase de acercamientos previos a la película, en esta ocasión, lo puse en práctica, no pensando que iba a presenciar un atentado cinematográfico, sino, mas bien, aceptando las condiciones del juego que la película propone y poniéndome en la piel del niño que va a ver la película esperando solo entretenimiento. Todo comienza con un corto de la Warner. Haciendo eco de los años dorados de la animación de la WB, el Correcaminos y Willie Coyote se hacen presentes. Primer y único momento que hace valer la pena el 3D. El corto es realmente muy bueno, muy fiel a las historias originales, y disfrutable tanto para grandes y chicos. Luego una secuencia inicial típica de películas de espionaje, que abre el código con el que va a trabajar la película. Y secuencia de títulos. He aquí el punto más alto de todo el film. Los títulos son un muy buen homenaje a las, ya clásicas, películas de James Bond musicalizado con un cover de “Get The Party Started”, canción popularizada por Pink a cargo de Shirley Bassey (quién cantó 3 canciones de aperturas de films del 007). De ahí en más, el recorrido es cuesta abajo. Valga la pena destacar, cuando se habla de los puntos flojos del film, no se debe tomar demasiado en serio. Sucede que si bien como película deja bastante que desear, no esta demasiado lejos del nivel de la mayoría de los productos televisivos que se ven a diario. Pero de alguna forma u otra, no hay excusa para la mediocridad, y la sala de cine, a través de los años, hay sido un refugio para los chicos, donde podían disfrutar de una buena y entretenida historia, pero cuya narración vaya más allá de los límites que marcan el grueso de las series y dibujitos infantiles que se ven en la T.V. Sacando de lado detalles como los FX, (dejan bastante que desear) y algunos detalles del argumento (ya estamos, tristemente, acostumbrados a que, por ser un producto para chicos, se descuiden ciertos elementos narrativos), el film tiene algunos pequeños momentos agradables, todos, homenajes a escenas y frases archiconocidas de obras del genero policial/espionaje. La mejor, la más fácil de ubicar, Mr. Tingles (el villano de la primera) siendo Hannibal Lecter, no una, sino, dos veces. Lo demás, pasa con pena y sin gloria. Sin estar a la altura de lo que dio este año en el género, Como Perros y Gatos 2 es la clásica película “Directo a Video”, inferior a la original, pero pasatista, y con algún que otro chiste o gag efectivo. No obstante, la precede un corto muy divertido, donde el padre y/o madre puede mostrarle a los chicos que “lo viejo” puede ser, y en este caso es, mejor que “lo nuevo”. Un 3D tal vez no desaprovechado, pero si, innecesario, hace que sea una alternativa para ver con los chicos, no tan chiquitos, ni tan grandes, cuando no hay nada más en la TV, ni en el Videoclub del barrio. Dos butaquitas, una por el corto, otra por los titulos iniciales.
En un mundo bipolar Comedia infantil, parodia de las películas de espías, se destaca por su humor y frescura. Los zoocinéfilos tienen, en esta comedia que parodia a los filmes de espías y a ciertos thrillers, un producto digno dentro del subgénero mascotas reales “ayudadas” por la animación. Con gags de acción y chistes -por encima de la media, para este tipo de productos- que están al servicio de una trama simple: Kitty Galore, agente de MIAU, más malvada que nunca tras haber tenido un accidente depilatorio en el que perdió todo su pelaje, quiere enloquecer a sus archienemigos caninos, apoyados por algunos felinos (a los que Kitty considera borocotizados ) y aves (una paloma no muy brillante). Las características de perros y gatos -enfrentados en un mundo bipolar- son usados para hacer humor, no para provocar una mera, típica, tediosa, ternura. El guión, sencillo y aceitado, apto para niños y adultos de buena voluntad, se destaca por sus guiños a filmes famosos. En especial, a El silencio de los inocentes , con un gato psicópata que, desde prisión, con el bozal de Hannibal Lecter, da pistas sobre Kitty Galore, no sin antes intentar la destrucción psicológica de sus interlocutores. Es el principal ejemplo; no el único. Otra escena efectiva es una con gatos “fumones”. Pero no adelantemos información, ni les demos pasto a los guardianes de la moral y las buenas costumbres. Como perros y gatos 2 , que se exhibe -según la sala- en 2 y en 3 D, no pone el énfasis en sus moralejas, que las tiene, sino en la gracia. Por momentos, funciona como una suerte de sitcom para niños. Y pierde, como de costumbre, en el doblaje. Entre las voces originales se destacan (destacaban) las de Bette Midler y Nick Nolte.
Otra de espías, pero con mascotas Como perros y gatos 2 se apoya en una trama de escaso vuelo que parodia a 007 y en los efectos visuales 3D Once años separan a la película original Como perros y gatos de esta secuela, que a juzgar por sus resultados intenta sobre todo sacar provecho del irresistible atractivo que por ahora despierta cualquier estreno en 3D. Esta novedad marca la diferencia a tal punto que los efectos visuales, convertidos en amos y señores, reducen a la mínima expresión la presencia humana, bastante significativa en el comienzo de la historia. Una historia familiar dominaba el film de 2001: la obsesión de un científico por hallar un remedio a las alergias de las mascotas abría una módica aventura de espionaje, en la que perros y gatos se convertían en enemigos irreconciliables. Algunas de esas mascotas (los canes Butch y Lou; el felino Mr. Tinkles) reaparecen en una segunda aventura que parodia a las películas de James Bond desde la secuencia de los títulos, en la que reaparece la voz más familiar en términos musicales para los devotos de 007, la de Shirley Bassey. En este caso, la excusa argumental es una nueva operación encubierta del equipo canino ultrasecreto, al que se suma un perro policía castigado por el fracaso de una operación. Y de nuevo una gata (la Kitty Galore del título) aparece como villana, construida en trazos gruesos a imagen y semejanza de las enemigas de James Bond. La novedad es que se queda tan solo como ellos, porque varios de su especie también se organizan en una red de agentes secretos, cuyo líder responde al nombre de Lazenby (otro guiño para los fanáticos de 007, al punto que en la versión original tiene la voz de Roger Moore). Así se pierde uno de los escasos atractivos de la primera parte. Para evitar protestas y posibles reclamos de favoritismo, ahora perros y gatos son aliados: el único enemigo es el felino más malo y más desagradable de todos. Como para marcar aún más las diferencias, Kitty Galore resulta ser un animatronic armado en un laboratorio de efectos visuales; el resto son animales verdaderos, llevados a la acción gracias a un batallón de efectos digitales. Esa acción resulta más vertiginosa que precisa y más artificiosa que coherente. La trama desborda en menciones y referencias a películas muy conocidas (además de Bond se cita a Arma mortal , El silencio de los inocentes y muchas otras que auguran una tercera entrega), pero el divertimento se agota rápido y todo se limita a mostrar del modo más llamativo posible cómo todos estos animales bien adiestrados son capaces de hablar y de desafiar la ley de gravedad, mientras los escasos actores de carne y hueso (Chris O´Donnell y el excelente comediante de 30 Rock Jack McBrayer) quedan totalmente desaprovechados. Al menos es posible disfrutar de un fantástico prólogo con el regreso de los Looney Tunes . En una nueva aventura de tres minutos con el Coyote y el Correcaminos, a la que sólo le hace falta bajar un poco el pie del acelerador, el 3D refulge en los entrañables escenarios surgidos de la inventiva de Chuck Jones y el espíritu de la historia original se mantiene intacto, así como un comentario musical digno de Carl Stalling. A diferencia del producto principal, esperamos en este caso con avidez nuevas aventuras.
"Cats & Dogs", estrenada en el 2001, si bien no fue un film revolucionario en el género ni era del todo innovador, fue uno de los claros ejemplos en los que el entretenimiento podía ir de la mano de la fantástica y hasta ridícula historia que poseía, convirtiéndose en una cinta familiar destacable. Su secuela, estrenada 9 años más tarde, se olvida de todo lo que esta película menor logró, respecto al divertimento, e invoca al desarrollo de un relato aburrido, repetido y con poco humor.
Patitas de agentes secretos Como el estudio que produce Como perros y gatos: La venganza de Kitty Galore es Warner Brothers, la función comienza con un nuevo cortometraje con los célebres y clásicos Coyote y Correcaminos como protagonistas. Excelente. Después de ese aperitivo, la presentación propiamente dicha del filme en cuestión. Excepcional en este caso. Una rutina de imágenes y colores, sobre la fantástica voz de Shirley Bassey, una rutina, con sello de las películas de espías de James Bond pero adaptado al mundo de las mascotas, es una especie de sinfonía de apertura para la historia. La villana Kitty Galore está de regreso con un nuevo plan para destruir a sus archienemigos los perros. Un rayo que, emitido desde un satélite hacia todo el planeta Tierra, volverá locos a los canes y los enfrentará a sus mejores amigos, los hombres. El único resultado posible: perrera para todos. El perdedor convertido en héroe será un ovejero alemán dado de baja en la policía, pero reclutado por una agencia secreta canina, que contra todas las expectativas será el guía de un eficaz trabajo en equipo alineado con las coordenadas de la justicia. Entre sus compañeros vale decirlo hay un felino, pues la villanía no es exclusiva de su raza. Mucha naturalidad tienen las imágenes, en las que las mascotas ensayan todo tipo de emociones y expresiones sin que se note la mano de la computadora, son una de las características destacadas de esta producción muy prolija en su diseño visual, y repleto de detalles animados que van desde artefactos y minucias mecánicas hasta secuencias que, al que le gusta detenerse en la confección de la cosa, denotan una palpable complejidad en su armado. Como perros y gatos es un buen combo con sentido del humor, dinamismo, y sorpresas que, aunque no evade el molde tradicional, que ya ha demostrado su eficacia, que se da el lujo de incluir al actor Roger Moore (un auténtico 007) en su elenco, y que deja la puerta abierta de par en par para un tercer capítulo. Los números invitan a que sea así. La original de Cómo perros y gatos (2001) costó 60 millones de dólares y recaudó 200 millones en todo el mundo. La actual insumió 85 millones en presupuesto, y parece tener un destino igualmente exitoso en las boleterías.
Fui a ver la película en su 2° día de proyección, con una crítica que en algún momento se incorporará a la web: mi hija de 3 años. En el último año la he llevado varias veces al cine, incluyendo algunas 3D, y es en etapa de aprendizaje y acostumbramiento a que en un lugar bajen la luz y pongan el sonido muy fuerte (para lo que es el sonido de la tele en casa...). Y obviamente estoy atento a sus reacciones porque en muchos casos de asusta y hay que tranquilizarla. En ese contexto lo que quiero destacar, es que es la primera vez que ella no se asusta, no se dispersa ni se aburre. Y yo acompañándola la pasé muy bien porque la película se permite varios chistes que solo entenderán los adultos. Si se preocupó preguntándome a cada rato donde estaban los dueños de esos perros... no de los gatos, esos no les preocupa de que anden solos. La vimos en 2D (los anteojos se le caen de su pequeña nariz) y la peli tiene fuerza propia de esa manera, pero indudablemente por algunas escenas se deduce que tiene varios truquitos 3D para satisfacer a los niños. Dinámica, entretenida y no limitada al público super infantil. Y sin que suene cursi o trillado, es una película para ver en familia.
VideoComentario (ver link).
Brad Peyton fue el realizador de esta secuela de “Cómo perros y gatos” (2001). Esta vez, si bien la historia está bosquejada para niños, seguramente para captar la atención de los adultos, tiene muchos puntos de conexión con éxitos cinematográficos y puede verse a personajes, transformados en perros o gatos, de las historias de Batman, Hannibal, James Bond y el Agente 86. También las escenas son repeticiones, caninas y felinas, de las vistas en pantalla protagonizadas por los antes nombrados. La historia, un poco lineal y obvia nos cuenta que Kitty Galore, una gata que fue una bellísima agente de la Organización MIAU se ha transformado, luego de un accidente que la desfiguró, en una diabólica amenaza para la humanidad. Ante esta situación, por primera, y quizá única, vez los perros y gatos, al mando de un tan torpe como querible can llamado Lou unirán sus destrezas para salvar al mundo. Esta obra que en su versión original tiene como actores de doblaje nada menos que a Roger Moore, Bette Midler y Nick Nolte, ha llegado a las pantallas de Buenos Aires con un doblaje latino que al contener muchos términos mejicanos se aleja del español neutro y atenta contra la agilidad que Peyton imprimió a la versión hablada en idioma inglés. Por lo tanto la historia en algunos momentos deja de entretener y se mantiene sólo por algunos gags de situación en los que las palabras no son demasiado necesarias. Afortunadamente el colorido de las escenas, sobre todo las sorpresivas de vuelos y corridas funcionan como disparador de la atención de los pequeños espectadores. Pero el sistema 3 D con el que se proyecta en algunas salas no aporta demasiado a esta producción. Recomendada para niños a partir de los seis años.
Como perros y gatos 2 cumple los objetivos que se propone: divierte sirviéndose de las gracias de los animales y hace humor parodiando al cine de espías. Pero el resultado termina siendo pobre porque la película se conforma con poco: la mayor parte de los gags con animales están retocados o realizados completamente en digital, y la deconstrucción del género siempre apunta a la burla fácil de sus convenciones. A esta altura ya se sabe que la parodia muchas veces constituye el lugar común en el que se apoyan las películas que no tienen nada para decir, pero todavía molesta (o al menos debería) el desprecio para con lo real que demuestran muchas películas con animales. Echarle la culpa a la animación digital sería apresurado y, además, reaccionario: no se puede juzgar un recurso técnico en el aire, hay que hablar de casos concretos, de ese recurso puesto en funcionamiento por una película específica. El mundo (bellísimo) de Avatar estaba realizado de manera artificial casi en su totalidad, pero la decisión de Cameron se justificaba porque al no poder filmar Pandora, tenía que crearlo. En cambio, en películas como Una chihuahua de Beverly Hills o Como perros y gatos 2, lo digital atenta contra lo que está en la pantalla: no se crea algo nuevo sino que se deforma lo que ya está frente a la cámara casi siempre de manera injustificada. Los animales son retocados de manera grosera para sumar gracia (como si un animal real golpeándose no fuera ya de por sí algo muy gracioso) y todo el tiempo se ven las costuras de esa unión apurada e irresponsable: lo digital convive con lo real pero sin conformar una propuesta estética coherente, como si uno fuera apenas el agregado del otro, el parche que viene a disimular la falta de pericia cinematográfica de los realizadores. Sin embargo, de la flaca propuesta de Como perros y gatos 2 puede atisbarse algo así como el intento de generar una moral. En la película hay una diferencia que salta a la vista enseguida: la mayoría de los animales están mucho menos alcanzados por la animación digital que los gatos. El contraste se nota mucho en las escenas en que la mala Kitty Galore juguetea con un ratón como lo haría el supervillano de alguna película de espionaje: mientras la gata es pura torsión y gestos exagerados (o sea, que en rigor tiene poco y nada de felino), el ratón no deja nunca de comportarse como tal y su cuerpo no realiza movimientos que no le sean propios. Algo similar pasa con los perros: si bien están modificados digitalmente bastante más que el ratón, la mayor parte del tiempo son y se mueven como perros. ¿Cuál será la concepción de los animales que tiene la película para que exista semejante desfasaje estético (y ético) en la forma de construir a los personajes? ¿Para los realizadores los gatos serán menos expresivos que los perros y por eso necesitan del soporte constante de la animación? ¿Habrá alguna suerte de respeto tácito por la figura del perro que impide que se lo transforme demasiado mediante la tecnología digital y, entonces, también existirá algo parecido a un desprecio por los gatos que habilita a que se los deforme y falsifique todo el tiempo? Es difícil saberlo con seguridad porque esta diferencia nunca está llevada a cabo con una precisión mínima que permita elaborar un discurso más o menos consistente, pero los créditos finales, en los que se pasan varios videos caseros de gatos y perros, ponen en evidencia a toda la película. La inclusión final de esos videos parece decir algo así como “estos sí son perros y gatos de verdad, y se pelean y se golpean y se caen y juegan y ¡son graciosos!; yo –la película- quise hacer algo parecido pero con efectos digitales, aunque ahora que lo pienso mejor, estos videos son mucho más chistosos que lo que hice yo; lo voy a tener en cuenta para la próxima”. En este sentido, el final de Como perros y gatos 2 funciona como anticuerpo contra esa clase de películas: terminada la función entran ganas de zambullirse en Youtube y darse una panzada de videos caseros con perros y gatos reales.
Una de espías peludos. Una película de espías, pero con gatos y perros súper equipados y con objetivos claros. Así se presenta “Como perros y gatos 2” que ofrece la posibilidad de verla en 3D. El filme tiene una resolución eficaz en los efectos que permitieron que los protagonistas peludos luzcan expresiones humanizadas. Con el pretexto de la venganza de Kitty Galore, que quedó resentida después de un accidente que la dejó completamente pelada mientras perseguía a un perro espía, la película avanza con gags efectivos y referencias a la saga de James Bond y “El silencio de los inocentes”. Con algo de dramatismo y guiños a los adultos, la película plantea que la solidaridad también puede ser divertido cuando hay una valioso objetivo compartido.