La Nueva Oleada Italiana en Argentina Los cineastas italianos se cansaron de ver siempre los mismos paisajes, de criticar a Berlusconi, de generar giallo alla italiana con la mafia de fondo, o comedias románticas banales, que apuntan más al ojo de Hollywood que al propio. Le dijeron basta a una tradición de revisionistas de la historia; artistas invaluables como Bertolucci, Scola ya forman parte del pasado. Sí, bueno, de vez en cuando Moretti arma algún manifiesto socialista, Bellocchio hace una épica y Darío Argento sigue aterrando con actores ingleses o estadounidenses perdidos en las calles de Roma perseguidos por algún asesino serial de mujeres, sectas de brujas, espíritus vengativos o Asia Argento semidesnuda. Ahora la nueva moda italiana es la historia argentina. Emanuele Crialese, reprodujo el puerto de Sicilia en Buenos Aires con Nuevo Mundo (2006), Marco Risi, filmó la inmirable La Mano de Dios (2007, ¿hace falta aclarar de que se trata?) y ahora, Stéfano Incerti nos trae, Cómplices del Silencio. Tras haber visto Aparecidos (2008) co producción española de terror acerca de las desapariciones en la última dictadura militar, me prometí a mi mismo cuidarme de ver películas extranjeras que tocaran un tema tan doloroso para los argentinos de forma tan superficial. Y en apariencia, Cómplices… podría tomar el mismo rumbo. Mundial del ’78. Maurizio (Boni, visto en La Mejor Juventud) es un periodista italiano que llega a la Argentina para cubrir los partidos de la selección italiana. Acá se reúne con un tío (Marrale), un primo (Fonzi) y un amigo de la familia, Pablo Pere (Leyrado), que trabaja en la organización del mundial. Al mismo tiempo, y sin que se entere su familia local, se encuentra con Ana (Raggi, realmente una revelación actoral en esta película), la ex esposa de una amigo que Maurizio tiene en Italia. Ana, pertenece a un grupo subversivo que planea un golpe contra La Triple A. A medida que Maurizio se involucra sentimentalmente con Ana, va descubriendo lo que sucede en las calles de Buenos Aires: secuestros, asesinatos, persecuciones. Incerti es muy respetuoso ante la historia argentina, y los personajes son creíbles y verosímiles. No se puede decir que escapan del estereotipo televisivo, pero lo cierto es que tanto Leyrado, como Marrale, Fonzi, Mariana Levy (Recortadas) y la apuntada Raggi tienen un trabajo actoral que supera la mayoría de actuaciones que hacen en películas nacionales. Irónicamente es Alessio Boni, quien no logra darle carisma a su personaje. Todo el tiempo parece demasiado preocupado, sobreactuado, no le encuentra el tono justo al personaje. Narrativamente es clásica, previsible y convencional. La puesta en escena es rigurosa y transparente. La historia amaga en convertirse en un culebrón, pero por suerte Incerti, sin demasiados excesos, evita que caiga en el melodrama tradicional, gracias a la tensión y el suspenso que logra transmitir. El relato es atrapante y fluido. En ese sentido, más de un argentino podrá identificarse con la historia y los personajes. La investigación previa del director acerca del contexto socio – político que vivía el país, el miedo en las calles es acertado, al igual que la actitud de los represores, y la siniestra mirada de Pablo Pere. Leyrado, lejos de sus actuaciones llena de exabruptos logra concebir un villano interesante. Incerti no tiene miedo de criticar los vínculos que había entre la Iglesia y los militares o de reproducir escenas de tortura, sin llegar a la morbosidad, pero tampoco abusando de la sutileza. Es verdad, que por momentos es demasiado discursiva, explicativa, y en el final, se suceden algunas situaciones demasiado dramatizadas, exageradas, inverosímiles para los que conocemos la historia, pero que contienen un mensaje directo para que los italianos puedan conocer lo que pasaba del otro lado del charco. El fin justifica los medios a veces. Aun con matices criticables durante su desarrollo, Cómplices del Silencio es un film oscuro, un thriller que muestra la otra cara de una época contradictoria, repleta de muerte e hipocresía, al tiempo que el resto de los argentinos festejaban ingenuamente la Copa del Mundo. Estreno oportuno, para no olvidar, que aunque la pelota ruede en el campo de fútbol de Johannesburgo o de Buenos Aires, el mundo sigue girando, sigue habiendo injusticias, sigue habiendo atrocidades. Finalmente, la pelota se mancha.
Durante el mundial de 1978 llega a Argentina Maurizio Gallo, un periodista deportivo italiano cuya misión es cubrir los partidos de fútbol para el medio para el cual trabaja. Apenas llega el hombre se reencuentra con la parte de su familia que había emigrado hacia estas tierras, y en seguida establece relación con Carlos, su joven primo interpretado por Tomás Fonzi. Ávido además por conocer Buenos Aires y para cumplir el pedido de un amigo que desde Italia le pide que entregue un paquete a su ex mujer, Gallo (Alessio Boni) conoce en seguida a Ana (Florencia Raggi), de quien se enamora. Es entonces cuando el periodista deja sus obligaciones a un lado para seguir a la argentina, que resulta ser integrante de un grupo de resistencia al gobierno militar. Pronto la historia se vuelve descabellada y el relato, bastante poco creíble, mezcla romance con una crítica al poder de aquellos años, pero de una manera desmesurada y poco eficaz. Escenas absolutamente previsibles, la recurrencia a lugares comunes, actuaciones exageradas por parte de quienes representan a los militares en el poder y situaciones forzadas, hacen de este film un resultado pobre y absolutamente tendencioso. Hay además escenas de violencia explícitas, innecesarias, que provocan rechazo y no agregan sentido al argumento. Si algo puede salvar a esta película son las actuaciones de Marrale y Leyrado, quienes brillan con su sola presencia. Fonzi, Terranova y Boni componen muy bien a sus personajes, pero el guión no es sólido y su trabajo no se luce. El final, por otra parte, además de inesperado resulta poco creíble y flojo. En fin; un film cuya trama se diluye pronto en una historia bastante rebuscada que sirve de justificación al discurso político, la crítica social y la asunción de una postura radical.
La representación del patetismo o cómo burlarse de los desaparecidos Dirigida por Stefano Incerti y protagonizada por el italiano Alessio Boni (La mejor juventud, 2003) junto a los argentinos Florencia Raggi, Tomás Fonzi, Juan Leyrado, Jorge Marrale y Rita Terranova, Cómplices del silencio (2009) es una sucesión errores constantes y desaciertos que llegan a que el espectador se pregunte si está ante la peor película de todos los tiempos. Dos periodistas italianos vienen a Argentina a cubrir el Mundial de Fútbol del '78. Uno de ellos tiene sus tíos viviendo en el país. Lo que comienza siendo un reencuentro familiar y una simple fiesta deportiva desembocará en una trágica historia de amor en la que lo peor de la dictadura militar se apoderará de los protagonistas de la historia. Antes de comenzar la proyección durante el preestreno en Pantalla Pinamar 2010 uno de los productores aclaró que "es una historia argentina pero vista con los ojos extranjeros", como previniéndonos de lo que veríamos a continuación. Ya si de antemano alguien tiene que justificar una película es porque el resultado final no es de lo mejor. Luego de la secuencia inicial, con una música insoportable que atravesará toda la historia de manera innecesaria apelando al golpe bajo y la intensificación dramática sin justificación alguna, un soldado le grita a uno de los periodistas recién llegados al país y en pleno aeropuerto: “A ver si escriben bien de la Argentina”. Frase hecha si las hay, adelanta que lo lo que veremos será una desacertada historia que nada tendrá que ver con lo real, pero además que mostrará todo lo que en cine nunca debe hacerse. Diálogos inverosímiles, abuso de la música, problemas de continuidad, sobreactuaciones desmedidas, uso del travelling de manera injustificada y reiterada, una sucesión de clichés utilizados para retratar una época trágica -aunque en el film suenen cómicos-. Por ejemplo: en una secuencia vemos al personaje de Tomás Fonzi en un bar con sus amigos, llegan los militares y se llevan a dos de ellos; él queda consternado. En la escena siguiente lo vemos que sale de joda con un amigo y algunas “putas”, para que en la tercera y última escena se vuelva sobre el primer hecho y él regresa a su status de "joven comprometido políticamente" que lucha por los derechos humanos y sufre por los desaparecidos. Formalmente estas tres escenas se contradicen entre sí, pero parece que el director no se dio o no quiso darse cuenta. Cómplices del silencio no sólo es una falta de respeto a la Argentina sino al cine como institución. Sin duda, una película intrascendente que lleva a preguntarnos por qué fue elegida como la primera coproducción entre el INCAA e Italia. Nefasta de principio a fin y no solo por lo que trata, sino por cómo se realizó. Esto no es cine, ni lo será.
El mundial que ya vimos Ambientado en la convulsionada Argentina de 1978, el film narra la historia de un corresponsal Italiano que llega para cubrir el mundial y su trágica estadía tras enamorarse de una joven activista. Con una recreación de la época bien lograda y buenas actuaciones, este primer largometraje resultante del convenio entre (INCAA) y la Direccione Nacionale de Cinematografía Italiana, pareciera haber llegado tarde al estreno. Estructurada en un relato clásico, cargada de clichés, golpes bajos y con algunas situaciones inverosímiles que por momentos dotan de humor (no buscado) a ciertas situaciones de la trama (basta con ver aquel gendarme en el aeropuerto reproduciendo una situación impensada por aquellos días, o aquella huida de Florencia Raggi por los bosques a lo Lara Croft en Tom Raider), el film no logra prender al espectador en la historia de amor y funciona más como revisión histórica en clave de ficción. Algo que nunca esta demás recordar pero que en los 80, con el surgimiento de la democracia, se encargaron la catarata de películas sobre la crueldad del terrorismo de Estado, de buena factura técnica y cuyos guiones, de una manera u otra, intentaban hacernos tomar conciencia de la reciente historia argentina. Una época donde aquellos films eran necesarios aunque no proponían nada nuevo en materia de relato o puesta en escena salvo películas como Juan, como si nada hubiera sucedido (1987) de Carlos Echeverría o Un muro de silencio (1993) de Lita Stantic, una película diferente acerca de la dictadura, sin concesiones y sin golpes bajos. Tal vez en aquel entonces este film hubiera llegado a pisar la alfombra roja americana, pero hoy en día el espectador Argentino, que ya tiene un ojo entrenado en esta temática, espera algo diferente, una relectura que aporte un nuevo dato o una nueva visión de los hechos hasta ahora desconocida. Cómplices del silencio no propone nada de ello y sólo se queda en la historia que predecimos con cada plano que se sucede y que sabemos terminará con la copa y el monumento.
Coproducción ítalo-argentina, Cómplices del Silencio (un título explícito pero a la vez muy poco gráfico acerca del contenido y la potencialidad del film) propone una visión lejana pero no por ello menos lacerante acerca de la dictadura militar, en este caso circunscripta al período del Mundial de fútbol de 1978. Los cineastas italianos parecen estar particularmente dotados para abordar esta problemática, tal como lo hiciera Marco Bechis en la excelente Garage Olimpo, y aquí el director y coguionista Stefano Incerti logra ensamblar con solidez una serie de tópicos íntimamente vinculados a esa etapa nefasta. Los secuestros compulsivos e indiscriminados, las torturas, los asesinatos masivos, el contubernio entre militares, civiles, sacerdotes, políticos y embajadores y la resistencia armada, están desoladoramente presentes. Aunque se trate de situaciones transitadas por numerosos films, la convicción y verosimilitud de varias escenas ubican a Cómplices del Silencio entre los retratos más contundentes dentro de esta temática. Tampoco el género, una fuerte historia de amor dentro de un trasfondo político, es novedoso, e incluye un par de resoluciones simplistas y for export. Pero la película atrapa e inquieta en todo su metraje, cuenta con una puntillosa ambientación de época, una sorprendente y bellísima Florencia Raggi y un notable Alessio Boni, a la cabeza de un compenetrado elenco.
La cara oculta del Mundial ‘78 El italiano Stefano Incerti dirige esta fallida coproducción. Ya se ha dicho mil veces que con las buenas intenciones no alcanza para hacer una buena película. Y algo parecido a eso es lo que pasa con Cómplices del silencio , un enrevesado melodrama italiano-argentino, dirigido por Stefano Incerti y que transcurre durante el Mundial de Fútbol de 1978. La premisa, en principio, es simple. Maurizio, un periodista italiano (Alessio Boni, uno de los dos inolvidables hermanos que protagonizaban La mejor juventud ), viene al país a cubrir la Copa del Mundo para un diario, acompañado por un amigo. En la Argentina tiene unos familiares, a los que va a visitar: tíos, primos y una larga serie de parientes que, milagrosamente, han mantenido muy bien el uso del italiano. A partir de ese encuentro, Maurizio irá interiorizándose cada vez más de lo que está pasando en la Argentina en ese momento, con los secuestros y las desapariciones forzadas de personas. Pero al principio parece más interesado en conquistar a Ana (Florencia Raggi), una mujer que se ha divorciado y de la que queda prendado instantáneamente. Mientras el Mundial pasa a ser un reflejo cada vez más distante, la historia de amor entre ambos (con alguna escena hot) y la trama política se mezclarán de maneras totalmente previsibles, con un guión dispuesto a llevar los distintos hilos narrativos (que son demasiados) hacia los choques más obvios, tanto familiares como sociales y políticos. A todo esto hay que sumarle diálogos literalmente imposibles de ser dichos (parece por momentos una parodia de una película sobre la dictadura, de ser esto posible) y el trabajo de actores que, evidentemente, responden a sus propios impulsos y que parecen dejados a su suerte por el director. Salvo excepciones (Raggi, por momentos, o el propio Boni), todos parecen actuar en distintas películas. Algunos, acaso sin darse cuenta, en una comedia. Las intenciones, entonces, de develar/revelar secretos de los ’70, podrán ser nobles y valiosas. Los resultados de Cómplices del silencio , lamentablemente, son decepcionantes.
Otra vez sopa Una vez más y con pocas semanas de diferencia, llega a las salas una película que vuelve atrás en el tiempo para tratar el tema de la dictadura y los desaparecidos, y avisamos que queda otra por venir en un par de semanas. Esta vez la propuesta es algo más decente que la impresentable "Eva y Lola". Porque hay en "Cómplices del Silencio" un tratamiento cinematográfico decente, buena producción y algunas actuaciones destacables. Eso sí, dentro de un elenco muy desparejo y con un guión muy pobre y efectista. Un par de periodistas italianos viajan a la Argentina para cubrir el mundial de fútbol de 1978. Uno de ellos, el protagonista de la historia, tiene familia en Buenos Aires y un encargo por cumplir. Recién llegado a la casa de sus tíos, Maurizio (Alessio Boni) comparte un almuerzo familiar en el que conoce al marido de su prima, un funcionario del ministerio del Interior interpretado por el siempre eficaz Juan Leyrado, quien de entrada deja en claro qué tan oscuro es su personaje, y gracias a su oficio lleva adelante el rol sin caer en la caricatura en la que sí caen muchos integrantes del reparto. Maurizio busca a una mujer llamada Ana (una correcta Florencia Raggi), a quien debe entregarle dinero de parte de un amigo italiano. El encuentro se produce y por esas cosas del cine, el amor se da a primera vista. Répidamente Maurizio se interesa en saber por qué esa mujer actúa tan misteriosamente. El público también. Nunca se explica por qué Ana y sus barbudos y desaliñados amigos portan armas y viven escondidos. ¿Cuales son sus planes? ¿Qué los llevó a vivir en la clandestinidad? Nada de eso se cuenta en el filme; sí en cambio, se pone mucho esfuerzo en mostrar de qué son capaces los villanos de la historia. Deja vú. Cine argentino del alfonsinismo. Más de lo mismo. Lo peor son las pésimas actuaciones de quienes hacen de soldados y parapoliciales que deben decir sus líneas prefabricadas, plagadas de lugares comunes. Se animan incluso el director y el guionista, italianos ellos, a asegurar que aquel mundial fue comprado por los militares, faltando así el respeto no sólo a los jugadores de aquella selección sino también a los de la selección holandesa, la única que se manifestó pública y oportunamente en contra de la dictadura imperante. Esta co-producción italo-argentina se suma a otros filmes que poco hacen por mostrar una porción de nuestra historia con imparcialidad y rigor histórico; por el contrario, se inscribe en el género maniqueo y efectista que se nutre de obviedades que insultan la inteligencia del espectador informado. En la década del ochenta se podía permitir que el cine se dejara llevar por cierto espíritu militante, en el fragor por contar tantas historias desgarradoras cruzadas por una dictadura sangrienta. Pero en esos años faltaba información. Hoy es imperdonable que con tanta bibliografía disponible y a años de distancia del horror, se sigan produciendo filmes que poco esclarecen y mucho confunden.
Recuerdos oscuros del Mundial ‘78 Centro gravitacional del gigantesco operativo de ocultamiento practicado por la última dictadura, no es raro que el Mundial del ’78 –con su flagrante oposición entre fastos y festejos oficiales y el horror, tortura y muerte de la realidad– haya sido reiteradamente visitado por el cine de las últimas décadas. Desde antes del fin del régimen militar, incluso. Como se recordará, ya en 1982 Plata dulce hacía chocar las imágenes documentales de los festejos callejeros con una realidad que en ese caso no era la de los campos de concentración –no hubiera sido posible–, sino la determinada por la política económica de Martínez de Hoz & Cía. A esa serie largamente transitada se suma ahora Cómplices del silencio, primer resultado del convenio de coproducción a largo plazo celebrado el año pasado entre el Incaa y su par italiano. Dirigida por el napolitano Stefano Incerti, rodada por técnicos italianos y actuada por un elenco binacional, la sombra de lo ya visto planea indefectiblemente sobre Cómplices del silencio. No sólo lo visto en las películas que toman como eje al Mundial del ’78, sino en muchas otras. La historia oficial, notoriamente. Como la profesora de Historia de aquella película, Maurizio Gallo, periodista deportivo italiano al que su medio envió a cubrir el evento (Alessio Boni, coprotagonista de La mejor juventud y Mi hermano es hijo único), parece ignorar todo lo que sucede en el país. Por más que información sobre represión y desaparecidos no faltaba en Europa por entonces. Lo descubrirá no tanto gracias a sus parientes locales (típica familia de clase media barrial, presidida por Jorge Marrale), sino merced al afortunado encuentro con una fotógrafa, que resulta ser militante montonera de arma en mano (Florencia Raggi). La idea del siniestro familiar, presente en Cordero de Dios, reaparece también aquí. Funcionario de la dictadura vinculado con la represión, el personaje de Juan Leyrado no moverá un dedo para rescatar a su cuñado, estudiante secundario a quien los miembros de un grupo de tareas acaban de secuestrar (Tomás Fonzi). Como tantos padres y madres de la época, Mauricio Gallo (Marrale) y su esposa Teresa (Rita Terranova) descubren la militancia entre pasillos de ministerios y secretarías, intentando averiguar el paradero de su hijo. Frente a puertas cerradas y cínicas excusas, aprenderán que nada puede esperarse de funcionarios, diplomáticos extranjeros y representantes de la jerarquía eclesiástica. Consecuencia de lo cual ella, señora de barrio hasta entonces bastante ingenua, terminará colocándose sobre la cabeza un pañuelo blanco, integrándose a un grupo de madres poco dispuestas a la resignación. Es posible que para el público extranjero todo esto represente una novedad. Para el espectador local está lejos de serlo. Como en términos estrictamente cinematográficos tampoco hay novedades aquí, los méritos se reducen al digno sorteo del cocoliche por parte de actores locales a los que les toca hablar en italiano, y a una visceral actuación de Jorge Marrale, en el papel de padre desesperado por la desaparición de su hijo.
El amor entre el fútbol y el horror La coproducción ítaloargentina Cómplices del silencio vuelve a los conflictivos tiempos del Mundial 78 Corre el año 1978 y en la Argentina se está desarrollando el Campeonato Mundial de fútbol. En la superficie todo es alegría y entusiasmo por este acontecimiento, pero entre las sombras se entreteje una madeja de persecuciones, muertes y torturas. En esos momentos llega aquí Maurizio, un periodista italiano que viene a cubrir el evento deportivo y, de paso, conocer a sus parientes que emigraron años atrás. Aquí conoce a Ana, una bella joven que milita en una organización de izquierda. Esta relación, al principio amistosa y luego apasionada, le acarreará múltiples dificultades, ya que a través de ella descubre que el gobierno militar basa sus cimientos en el cotidiano horror de matar sin piedad a quienes los supone contrarios a su régimen. A pocas cuadras del estadio monumental de fútbol se halla la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los centros de detención, y a donde es trasladado Maurizio, sospechado de estar involucrado en la célula en la que milita Ana. Sorprendido y golpeado brutalmente, el periodista comienza a comprender que ese Mundial de fútbol es una pantalla para que la mayoría del pueblo ignore lo que está ocurriendo. Con su vida en peligro, Maurizio deberá luchar a brazo partido contra esos sádicos personajes que lo acorralan y lo humillan, sin creerle en ningún momento que su misión era sólo cubrir las alternativas del Mundial. Mientras tanto Ana sufre en silencio el encierro de alguien con el que halló el verdadero amor, y deberá jugar su carta más arriesgada para que él quede libre y pueda retornar a su Italia natal. El film desarrolla esta temática con gran fuerza dramática y va descubriendo un patético cuadro en el que no sólo la fuerza militar es culpable, sino que dentro del ámbito familiar hay también personajes ocultos que traiciona a sus seres más allegados. El elenco cumple sus respectivos cometidos con indudable solvencia, ya que tanto Alessio Boni como Florencia Raggi, Jorge Marrale y Giuseppe Battiston supieron radiografiar con autenticidad a sus respectivos personajes.
Con las mejores intenciones Cómplices del silencio es una película a favor de los derechos humanos, a favor de la memoria, a favor de que los represores de la etapa más oscura de nuestra historia sean juzgados, y además, apuesta al futuro. Estos conceptos los dijo uno de los responsables de la producción de esta película de origen ítalo- Argentino. Pero tener buenas intenciones no es suficiente para hacer una película y Cómplices del silencio es un buen ejemplo de esto. Un periodista italiano viaja a la Argentina para cubrir el Mundial de fútbol de 1978, visitar a un tío que pertenece a la masa de italianos que llegó a estas tierras a mediados del siglo XX y además trae un encargo, que es entregar una suma de dinero de parte de un su ex a una mujer llamada Ana (Florencia Raggi). Ana es militante política en un grupo armado y la entrega del paquete mete al periodista en un problema importante, a partir de que el periodista se va introduciendo más y más en los problemas internos del país, además de involucrarse sentimentalmente con la militante revolucionaria. No vamos a contar mucho más porque la verdad es que la trama empieza a girar sobre si misma, por un lado, y por otro apela a una serie de lugares comunes más o menos reconocibles. En sus mejores momentos, Cómplices... recuerda a La noche de los lápices, y en los peores, es una película irresponsable en el manejo de esas historias que nos pertenecen a todos. Las actuaciones son correctas y Florencia Raggi se maneja bien en el registro que la película le pide. De buenas intenciones está asfaltado el camino del infierno y Cómplices del silencio es un adoquín más.
Una revisión extranjera El Mundial '78 y el terror que la última dictadura militar argentina supo ocultar, desde el punto de vista de un cineasta italiano. Maurizio Gallo (Alessio Boni) es un periodista italiano que viaja a Argentina para cubrir el Mundial de 1978. También espera a conocer a parte de sus parientes, que emigraron en la década del '50 atraídos por las promesas de un país vigoroso y en expansión. Así será que, recién llegado, comparte un almuerzo familiar en el que conoce a Pablo Pere (Juan Leyrado), marido de su prima, recio militar e integrante del comité que organiza el campeonato de fútbol. Al tiempo que Maurizio realiza su trabajo, conoce y se enamora de Ana (Florencia Raggi), una militante de izquierda que pondrá en peligro su vida y la de todos aquellos que la rodean. Descubierta la relación, la pareja es perseguida hasta que el periodista, sospechado de pertenecer a las Brigadas Rojas italianas, es secuestrado en un operativo militar. Allí, en un centro clandestino de detención, él comienza a comprender que ese Mundial es una pantalla para que la mayoría del pueblo ignore lo que realmente está ocurriendo en Argentina. Treinta años después, Maurizio -ahora convertido en activo militante por los derechos humanos-, regresa al país para testimoniar contra los represores. De visita al monumento en memoria de los 30 mil detenidos desaparecidos, lo invaden los recuerdos, las emociones y, también, la esperanza de los sobrevivientes. Narrativamente, Cómplices del silencio no presenta nada demasiado nuevo a lo ya revisionado tantas veces -y con disímiles resultados- por el cine argentino. Y es que este trabajo es el resultado del primer convenio de coproducción firmado el año pasado por el INCAA y su par italiano. Su director, el napolitano Stefano Incerti, pretende mostrar lo que pasaba de este lado del mundo durante la "fiesta" del Mundial de 1978, realidad que para los argentinos, luego de tantos años de democracia, ya es conocida. Por eso es que por momentos el film se vuelve predecible desde la mirada local, aunque es posible que para el público extranjero esto represente una novedad en cierto punto. Si bien la trama es débil, es destacable la construcción de personajes por parte del elenco argentino, con una sorprendente Florencia Raggi. Brillantes las escenas en que Jorge Marrale (con una correcta composición de un italiano) enfrenta al personaje de Leyrado en su despacho; y aquella en la que Rita Terranova, junto a un grupo de Madres en silencio, preparan sus carteles y pañuelos blancos para salir a la calle a reclamar por sus hijos desaparecidos. Aún con matices criticables de guión, Cómplices del silencio es un film fuerte, bien tratado desde la imagen. La iluminación y la fotografía, a cargo de técnicos italianos, retrata correctamente los momentos más dramáticos, y brindan crudeza y realismo a las escenas.
La historia trascurre durante el desarrollo del Campeonato Mundial de Fútbol del año`78 y narra las vivencias de Mauruzi Gallo (Alessio Boni), periodista deportivo italiano que llega a Buenos Aires para cubrir el evento y conocer a sus parientes quienes emigraron de Italia en la década del ‘50. A poco de llegar, el protagonista conoce a Ana (Florencia Raggi), joven militante de la resistencia armada a la dictadura militar, de quien se enamora apasionadamente poniendo en riesgo su propia vida. Descubierta la relación por su pariente político Pablo Pere (Juan Leyrado), funcionario jerárquico del gobierno militar, son perseguidos hasta que Maurizio, sospechado de pertenecer a las Brigadas Rojas italianas, es secuestrado y sometido a torturas y ultrajes en centros clandestinos de detención de las Fuerzas Armadas Esta producción cuenta con una excelente ambientación de la época, el vestuario, y un cuidado empleo del color sepia en la fotografía, todo lo que contribuye realmente a que el espectador se sienta en la Argentina de 1978. La producción parte de un buen guión, al que el realizador dio apropiado tratamiento audiovisual y clara exposición de la trama y del perfil de sus personajes. Hay que destacar la actuación de todos los argentinos que participaron en esta coproducción (Italia/Argentina/España), quienes sostienen correctamente numerosos diálogo en italiano, lo que los obligó a ensayar intensamente más de un mes el idioma del Dante un mes previo al rodaje.. La actuación de Florencia Riggi, muchas veces cuestionada, esta vez esta a la altura en su personaje antagónico. La realización fue presentada en nuestro país en el marco de la muestra Pantalla Pinamar 2010. “Cómplices del silencio” es la primera producción como resultado de un convenio suscripto entre el Instituto Nacional de Artes Audiovisuales de Argentina (INCAA) y la Direccione Nacionale de Cinematografia de Italia. “El filme busca explorar los ánimos y los sentimientos de quienes luchaban democráticamente por sus ideales”, según comento Incerti, objetivo cumplido con dignidad, sobriedad, credibilidad y dramatismo, sin caer en el melodrama ni en la caricaturización de personajes o situaciones.