El arte de fraccionar el miedo. El terror como género cuenta con una profunda tradición en lo referido a antologías que recopilan un puñado de relatos de variada índole: podemos nombrar como ejemplos a Historias para no Dormir o los exponentes del rubro de la década del 60 de la Hammer y la American International, aquella Galería Nocturna (Night Gallery) del genial Rod Serling durante los 70, los recordados films Creepshow (1982) y Los Ojos del Gato (Cat’s Eye, 1985), la serie de TV Cuentos de la Cripta (Tales from the Crypt) en los 90, los capítulos de Masters of Horror, el largometraje Terror en Halloween (Trick ‘r Treat, 2007) -quizás el gran neoclásico de la década pasada- y la reciente Las Crónicas del Miedo (V/H/S, 2012) y sus secuelas de 2013 y 2014 (sólo la segunda es interesante, las otras dos son paupérrimas). Si bien en Cuentos de Halloween (Tales of Halloween, 2015) sinceramente estamos muy lejos de las obras maestras de George A. Romero y Michael Dougherty, vale aclarar que el nivel promedio de estos diez cortos es bastante bueno y que la película en su conjunto se sostiene sin mayores problemas. La encargada de convocar a la decena de realizadores fue la belga Axelle Carolyn, esposa de Neil Marshall, director de la extraordinaria El Descenso (The Descent, 2005) y uno de los grandes apellidos del género de nuestros días (el británico también participa con uno de los mejores episodios del lote). Así las cosas, Carolyn hasta se dio el gustito de contratar a Lalo Schifrin para que componga la cortina de apertura y a Adrienne Barbeau -una legendaria scream queen de los años 80- como presentadora oficial. Con respecto a los trabajos en sí, centrados en la noche del título, se deben considerar por separado para sacar las conclusiones del caso: dentro de la primera mitad, Sweet Tooth de David Parker construye con eficacia una leyenda infantil de un monstruo de las golosinas, The Night Billy Raised Hell de Darren Lynn Bousman -responsable de varios eslabones de la saga de El Juego del Miedo (Saw)- sube la apuesta a partir de un hilarante raid delictivo a manos del Diablo y un acompañante un tanto peculiar, Trick de Adam Gierasch -guionista de los últimos opus de Dario Argento y Tobe Hooper- nos presenta a nenes acuchillando a burgueses drogados, The Weak and the Wicked de Paul Solet es una venganza contra bullies vía un demonio, y Grim Grinning Ghost de la propia Carolyn ofrece más acecho suburbial. La segunda parte del convite levanta ligeramente el entramado cualitativo: Ding Dong de Lucky McKee -autor de May (2002) y The Woman (2011)- funciona como un simpático ejercicio trash acerca de un matrimonio infernal sin hijos, This Means War de John Skipp y Andrew Kasch pone en primer plano una batalla ridícula entre vecinos, Friday the 31st de Mike Mendez es una parodia delirante del slasher y Jason Voorhees en particular, The Ransom of Rusty Rex de Ryan Schifrin también recurre al humor negro para focalizarse en un secuestro que sale muy mal, y finalmente Bad Seed de Marshall hace lo propio con una investigación símil CSI en torno a unos asesinatos cometidos por una calabaza psicópata. El tono bizarro/ jovial domina la acción, evitando las bobadas del mainstream contemporáneo. De hecho, la realización recupera dos de los motivos principales de las antologías de antaño y los unifica en el núcleo del viejo arte de fraccionar el miedo; hablamos por supuesto de la cacería de víctimas apetecibles y del castigo a los mentirosos, estúpidos y los que abusan de su poder en general, a quienes les corresponden el calvario y la muerte. Aquí no hay lavada de cara para el público femenino ni las estudiantinas del found footage ATP, sino más bien una agradable serie de relatos que van directo al grano balanceando el clasicismo y una dosis de irreverencia. Desde ya que algunas historias merecían un mayor desarrollo y otras desentonan un poco, pero lo cierto es que se agradecen la entrada de Bousman y la segunda mitad en su totalidad, lo que redondea una propuesta satisfactoria y sumamente dinámica…
Lo que salva a esta Cuentos de Halloween es el hecho que esté formada por diez historias, ya que esto permite que por lo menos una te deje conforme ya que si bien todas están unidas por el terror y la sangre, lo bueno es que son bien diferentes entre sí, pasando por demonios, fantasmas y hasta extraterrestres. Pero los episodios también están unidos por la "pavotada", ya que...
Calabazas y diablitos. El Día de Brujas -mejor conocido por su definición anglosajona: Halloween- es una celebración que año tras año continúa atravesando la epidermis de nuestro inconsciente colectivo, sin importar cuantos “angry posts” aparezcan en Facebook diciendo que deberíamos darle más bola a tradiciones autóctonas como la Pachamama y diversas criaturas de dudosa mitología, como el lobizón o el pombero. En concordancia con este ímpetu importador de festividades foráneas, llega a nuestras salas Cuentos de Halloween (Tales Of Halloween, 2015), una antología de historias mínimas cuya temática gira en torno a dicha celebración. Se trata de diez cortos dirigidos por once directores de diverso nivel y orígenes. Si hacemos un cálculo rápido y dividimos los noventa y dos minutos de duración total de esta antología por la cantidad de historias que la componen, no es difícil deducir que estamos ante “cortos de terror” no sólo desde lo metafórico sino también desde lo literal. Los antecedentes que más rápidamente nos vendrán a la mente serán en primer intancia Creepshow (1982) y los clásicos Cuentos de la Cripta (Tales from the Crypt), y luego Terror en Halloween (Trick ‘r Treat, 2007). Aunque en esta ocasión lo terrorífico propiamente dicho deja espacio en muchas ocasiones a lo cómico y al absurdo. Si bien en ningún cuento faltan tripas, sangre y sustos, la estructura narrativa de cada uno de ellos (u ocasionalmente la falta de la misma) nos acerca tal vez a antologías más recientes como La Crónicas del Miedo (V/H/S, 2012) o The ABCs of Death (2012), donde el hecho fantástico en sí tiene más peso que la construcción de la historia. En el caso de Cuentos de Halloween, esta apuesta funcionará mejor en algunos cortos que en otros. Tal vez aquellos sedientos de terror con nombre y apellido logren saciar su sed con los múltiples cameos: Barbara Crampton y Stuart Gordon (Re-Animator), Lin Shaye (La Noche del Demonio), John Landis (Un Hombre Lobo Americano en Londres), Joe Dante (Gremlins), Mick Garris (Critters 2) y la inconfundible voz de Adrienne Barbeau (La Niebla), que unifica este compendio de historias cuyo universo se circunscribe al día de Halloween y los mitos construidos desde una suburbanidad norteamericana que funciona como telón de fondo. Ante todo se nota mucho cariño por el género de forma simple e inocente, y proliferan los guiños a clásicos como Diabólico (The Evil Dead, 1981), Martes 13 (Friday the 13th, 1980) y El Loco de la Motosierra (The Texas Chain Saw Massacre, 1974), entre otros, volviéndose uno de los mayores entretenimientos encontrar cada pequeño homenaje escondido en cada historia. Los entendidos del género podrán disfrutar sin mucho esfuerzo requerido, y los recién iniciados pueden sentirse cómodos con el tono amistoso y no excluyente de la antología. Ganamos todos.
Lo que sobra es morbo No hay más que asesinatos truculentos, y nada de suspenso. Y ni siquiera hay una unidad en los cortos. Ya se sabe que Halloween, al menos cinematográficamente hablando, da para historias truculentas, con mayor o menor suerte. A la original Noche de brujas, en más de un sentido, y por el momento en el que John Carpenter la realizó (1978), se la sigue extrañando. Y estos Cuentos de Halloween no son más que una excusa para mostrar morbo en exceso, con ninguna dosis de suspenso, y que exhibe momentos, por lo menos, risibles (Mala semilla, el décimo corto, el elegido para cerrar, con una calabaza que se arrastra y come cabezas y demás, es una muestra). Como suele suceder cuando se suman y entremezclan cortos, más que complementar, que entonces sería otra cosa, Cuentos de Halloween es desparejo desde la realización, pero semejante en cuanto a la brutalidad que exhibe. Lo curioso es el morbo que muestra en los niños que protagonizan algunos de los relatos. Chicos que pueden incendiar una casa rodante en la que están los padres de otro niño, que dice “¿Papá? ¿Mamá?” mirando estupefacto la escena, o más niñas masacrando a un cuarteto de jóvenes entre drogones y alcoholizados. Algunos personajes saltan -hasta que terminan siendo acuchillados, si es que no acuchillan a otros- de un relato a otro. Lo que no es más que un guiño, porque no hay una unidad que lo justifique. Entre los realizadores se encuentra gente que no es que hace sus primeros palotes en esto de destripar gente, como Darren Lynn Bousman (El juego del miedo II), Neil Marshall (El descenso) y Lucky McKee (Voces en el bosque). Lo cual, está claro que no garantiza nada, porque la estructura del cortometraje no es la misma del largo, por un lado, y por otro con la excepción del primero (Dulcero, sobre una leyenda de que un niño que en el presente se aparece en Noche de brujas y si no le dejan una golosina a mano, es capaz de abrirle los estómagos a los que, angurrientos, se las devoraron) no hay demasiada originalidad. Por otra parte, seguramente no se consiguieron salas el jueves de la semana anterior, en los días previos a la Noche de brujas, que era la fecha en que el público argentino adicto a los platos fuertes hubiera llenado las salas. Para los que no miran el almanaque, la propuesta está. Que sea floja es otra cosa.
Placeres dispares Colección de historias breves al estilo de Cuentos de la cripta o Creepshow, estos Cuentos de Halloween recuperan de manera nada casual una forma de hacer y pensar el cine de terror anclado en la estética de los populares años 70 y 80, cuando el género vivió uno de sus momentos de esplendor de la mano de cineastas que como Tob Hooper, Wes Craven, Sam Raimi, John Landis o Joe Dante. Eso explica que estos dos últimos participen de forma activa del proyecto, aunque ya no como directores sino con breves pero destacados papeles, que funcionan sobre todo como homenaje en vida para estos dos artistas que supieron ser parte de una generación que revitalizó el género. De ese grupo también formaron parte John Carpenter, George Romero y Sean Cunningham, que también son oportuna y explícitamente citados.Cuentos de Halloween es un producto de consciente factura anacrónica, en tanto deja de lado la omnipresente tecnología digital puesta al servicio de los efectos especiales, para recuperar las gozosas formas analógicas. Látex, prótesis, maquillaje, stop-motion y caudalosos torrentes de auténtica sangre falsa, convierten a cada uno de los 10 episodios que lo conforman en un ejercicio lúdico, en una fiesta en la que el horror es un juego que puede cualquiera puede replicar en casa. Es ese carácter artesanal lo que empujó a tantos chicos a querer ser directores de cine. No hace falta irse muy lejos para comprobarlo: alcanza con tomar de muestra a los directores emergentes del cine fantástico argentino, como Daniel de la Vega, Nicanor Loreti, Fabián Forte, Demián Rugna o los hermanos Bogliano, todos ellos hijos de aquella forma de hacer y pensar el cine.A pesar de su desbalance, hay algo interesante que aglutina a estos Cuentos de Halloween: un sentido del humor negro y desaforado, cercano a la versión más cruel del slapstick, que es la del dibujo animado. A partir de eso se permite episodios que son verdaderas declaraciones de amor hacia aquellos paraísos del cine de terror. Hay dos en particular que juegan a enfrentar mano a mano a las dos grandes estéticas del género. Por un lado la ya mencionada de los 70 y los 80, y por el otro la del período clásico, cuya última encarnación fueron las producciones de la inglesa Hammer. En uno de ellos dos vecinos compiten por ver quién prepara la mejor ambientación del jardín delantero para celebrar Halloween. Uno de ellos lo decora con clásicas telas de araña, murciélagos y castillos, y el otro con zombies y asesinos seriales. Por supuesto terminan a las piñas. En otro, una especie de Jason es perseguido por una de sus víctimas, cuyo cadáver ha sido reanimado por un alienígena de plastilina. El final es a puro revoleo gore de tripas y miembros amputados. Aunque el conjunto es realmente desparejo, varios de estos cortos son de verdad disfrutables.
Contemos historias que den miedo Desde una radio dos locutores celebran la noche de Halloween contando diferentes historias macabras que han sucedido en la víspera. Entre calabazas, casas de suburbios decoradas para la ocasión y niños disfrazados pidiendo dulces, se desarrollan estas historias, algunas con elementos sobrenaturales, y otras que tienen como eje temas más terrenales como la venganza o la envidia. Todas las historias tienen en común la combinación de terror y humor, con elementos absurdos y lugares comunes del género en los que se burlan y al mismo tiempo homenajean al cine de terror clase B, con un estética bizarra bien construida, ya que la película cuenta con una buena producción. Demonios, aliens, calabazas malignas, niños en busca de venganza, y personajes de leyendas urbanas desfilan por esos relatos - algunos mejores que otros - pero que en el corto tiempo en que se desarrollan saben como enganchar al espectador, con una pequeña dosis de suspenso, bastante humor, mucha sangre, cuchillazos y tripas. Entre las terroríficas historias se destacan "The Night Billy Raised Hell" de Darren Lynn Bousman ("El Juego del Miedo") donde un niño que golpea la puerta de un vecino con mala fama termina disfrutando de una inolvidable noche junto al mismísimo diablo; y "This Means War" de John Skipp y Andrew Kasch donde dos vecinos que comienzan una ridícula discusión por la decoración de sus casas terminan en una sangrienta lucha. El tema de apertura compuesto por Lalo Schifrin es un gran comienzo para una seguidilla de historias entretenidas, predecibles y sangrientas, para disfrutar y asustarse un rato.
Las antologías de horror representan uno de los subgéneros más populares que existen probablemente en el cine. Por un injusto error de la memoria colectiva se suele atribuir a Dead of Night (1945) el título de pionera entre las antologías de este tipo. Si bien es cierto que fue el primer antecedente notable en Hollywood, en realidad el cine alemán brindó en 1924 la primera gran recopilación de relatos aterradores como fue El hombre de las figuras de cera, de Leo Brinsky y Paul Lini. Dead of Nigth en cambio tiene el mérito de haber presentado la primera historia de muñecos malditos que décadas después se convertiría en un subgénero aparte. Lo cierto es que con el paso de los años el concepto de la antología se presentó en los cines en numerosas ocasiones con distintos resultados. La época de gloria tuvo lugar entre mediados de los años ´60 y fines de los ´70, cuando la productora europea Amicus estrenó películas memorables (como Cuentos de la Cripta y Vault of Horror) que reunió elencos con actores de primer nivel dentro del cine inglés. En los ´80 George Romero resucitó a las antologías con Creepshow y en la actualidad tenemos que recurrir a la suerte. Todavía surgen propuestas de buen nivel como Trick ´r Treat (Michael Dougherty) y otras desastrosas como V/H/S. Cuentos de Halloween creo que está en un nivel intermedio. No es uno de los grandes estrenos de terror del año, pero la podés pasar bien si sos fan del género y te sentás a verla sin grandes expectativas. La verdad que disfruté más de lo que pensaba este film cuyo trailer no auguraba una gran experiencia. Esta antología se centra en la festividad de Halloween y presenta 10 relatos realizados por algunos directores experimentados y otros menos conocidos. La película empieza muy bien con una aterradora melodía de Lalo Schifrin y la aparición de Adrienne Barbeau, la protagonista de La niebla (1980), quien volvió a interpretar a una DJ de radio como en el clásico de John Carpenter. Ella es la responsable de introducir al espectador en los relatos que a continuación se empiezan a desarrollar. Esa será la primera aparición sorpresa de varios artistas famosas del género que luego desfilarán en las historias con cameos especiales. Entre ellos, los directores Joe Dante (Piraña), Stuart Gordon (Re-Animator), Mick Garris (Masters of Horror) y el famoso ilustrador de afiches Drew Struzan. Cuentos de Halloween en general presenta relatos con buenas ambientaciones pero ninguno llega ser aterrador. El tono de los conflictos está más orientado a la comedia de humor negro y no hay dramas perturbadores. De todos modos las historias cumplen en brindar un buen entretenimiento. Entre las mejores se puede destacar The Night Billy Raised Hell, de Darren Lynn Bousman (SAW 2-4); The Weak and The Weaked, de Paul Solet (Grace) que tiene una marcada influencia del western; Friday The 31, un divertido homenaje al slasher ochentoso de Mike Mendez (Masters of Horror) y el relato final dirigido por Neil Marshall (El descenso), quien presenta un bizarro corto sobre una calabaza asesina. Creo que Cuentos de terror hubiera sido una película mucho más sólida si hubiera presentado menos relatos. Diez historias fue demasiado y las grandes películas de la productora Amicus o Trilogía de terror, de Mike Curtis, en el pasado demostraron claramente que en este subgénero menos siempre es más. No obstante, antes tantas porquerías que vimos durante al año este film al menos tiene algunos momentos entretenidos, algo que no es un dato menor si tenemos en cuenta la agonía que enfrenta el cine de horror en la actualidad.
Cuentos de Halloween reúne diez terroríficas historias que se conectan durante "La noche de Brujas" en un suburbio americano, donde demonios, extraterrestres, espectros y asesinos aparecen para sembrar el miedo y el horror entre los residentes desprevenidos. Lo interesante de esta cinta episódica, es que cada uno de los segmentos van directamente al grano, no hay dilaciones, el conflicto es rápidamente presentado al igual que los distintos desenlaces. Las historias son desparejas, alguna están más logradas, pero en general cada uno de los cortos apelan al humor negro, en la línea de los recordados Cuentos de la Cripta. Hay momentos sangrientos, homenajes a clásicos de los ochenta y algun que otro cameo que los freakes del género sabrán disfrutar. Sin ser una maravilla, resulta una divertida opción del género.
Recopilación de cuentos de terror. No te gusta una, te engancha la otra. Sangre, terror, cadáveres regados, monstruos, cartón lleno para los fanáticos. Nada nuevo pero entretenido.
Dulce o truco Cuántas veces se ha escuchado decir que una película es sólo apta para amantes del género? Debe ser la frase más trillada de la crítica de cine. Pero viendo algunas películas, especialmente las que son de-género, la frase en cuestión se adhiere tanto como los subtítulos. Variante aggiornada del clásico menor de culto Trick or Treat, una colección de minihistorias con descuartizamientos varios protagonizadas por esos tipos sacados que aparecen en la noche de la calabaza, Cuentos de Halloween no sólo es para amantes del género sino que los va a dejar con sabor a poco. De todos los cuentos, quizás el primero, por ser, valga la redundancia, la primera muestra de un repetitivo catálogo, es el que mejor resulta para amantes del género y los no tanto. Un chico se asusta al escuchar de su hermano la historia de un monstruo insaciable, que saca dulces hasta del aparato digestivo, y la carnada del susodicho es la barra de un chocolate marca Carpenter. El más gracioso es el de un secuestro fallido, cuando el hijo del empresario resulta un demonio enano (el malogrado Ben Woolf, a quien se dedica la película). Como bonus, el rol del empresario lo representa con notable gracia John Landis. Joe Dante, John Savage y la femme fatale Pollyanna McIntosh son otros que, aportando sus cinco minutos de fama, aceitan las costuras de este pobrísimo film.
Entre clásico y moderno Despareja, absurda, clásica, moderna, sangrienta, tonta, decidida a la cita y al homenaje sin asco. Y a los cameos abundantes, para delicia del fanático de más de 40 años que se crió entre los martes 13, las noches alucinantes, los experimentos de laboratorio estilo re-animator, las noches de brujas y las pleitesías y agradecimientos a Carpenter, Sam Raimi y Stuart Gordon. Todo eso presenta este revival ochentoso agrupado en diez cortos dirigidos por cineastas de una nueva camada de adoradores del género. ¿Es poco? ¿Será suficiente? Todo dependerá de quién se plante frente a semejante experiencia: ningún episodio deslumbra pero sólo uno, tal vez dos, decepcionan. El hilo conductor será la voz de Adrienne Barbeau (La niebla de los 70) como nexo entre capítulo y capítulo invocando demonios, asesinos, chicos disfrazados, duendes, calabazas, enfrentamientos a muerte entre vecinos, dulces terroríficos e indigestos, fantasmas y secuestros que terminarán muy mal. Y los consabidos ríos de sangre, pero no construidos desde la genealogía teen de tiempos más recientes, sino citando a aquellos descabezamientos y litros de color rojo de Noche alucinante y Diabólico de Raimi y Re-animator de Gordon. Cuentos de Halloween pelea todo el tiempo para que el histórico espectador adictivo se tome en serio el asunto y para que el otro, más interesado en juegos del miedo y actividades paranormales, respete a esta serie de homenajes al terror de hace décadas. En la mayoría de los intentos gana el equilibrio (por ejemplo, con “Friday the 31st” de Mike Méndez, “SweetTooth” de David Parker y “BadSeed” de Neil Marshall). En cambio, en los segmentos “Trick” de Adam Gierasch y “Ding Dong” de Lucky McKee, la simpleza infantil para describir personajes le gana la partida a la sutileza y la elusión. Pero la invitación es más amplia, eso sí, si se pretende olvidar a mejores exponentes del género por capítulos tales como Creepshow y Cuentos de la cripta, favorecidos por un mayor desarrollo en cada una de la historias. Cuentos de Halloween es otra cosa y la búsqueda por medio del impacto directo favorece a la mayoría de los segmentos, donde se acumulan la suficiente información y las citas y guiños a Martes 13 y La masacre de Texas, entre una docena de clásicos. Por si fuera poco, los actores de peso, jóvenes en su mayoría, conviven con los cameos de Joe Dante, John Landis, John Savage y los citados Gordon y Barbeau. Y los más veteranos tendrán su momento emotivo al descubrir a un irreconocible Barry Bostwick, aquel esposo de Susan Sarandon en el clásico trip-homo-terror de The Rocky Horror Picture Show.
Terror en diez cortos Alguna vez fueron La dimensión desconocida y Cuentos asombrosos, hace poco llegó el éxito de Relatos salvajes y ahora es el turno de Cuentos de Halloween, un conjunto de diez cortos que en este caso, claro, tienen como eje sangrientas historias que transcurren un 31 de octubre en un típico suburbio de casas bajas de un pueblo estadounidense. Entre los directores convocados para filmar cada uno de los segmentos aparecen varios con experiencia en el género como Neil Marshall (El descenso), Darren Lynn Bousman (responsable de varias entregas de la saga de El juego del miedo), Lucky McKee (Voces en el bosque) o Adam Gierasch (La noche de los demonios). Ninguno llega esta vez a las alturas de un Sam Raimi o un John Carpenter, pero el balance general es más que aceptable. Más allá de la inevitable disparidad (de tonos, climas, búsquedas artísticas y resultados finales) que hay entre las diversas propuestas aparecen unas cuantas constantes: las presencias casi permanentes durante la Noche de Brujas de niños (con la clásica frase: "¿Dulce o truco?") y adolescentes disfrazados para la ocasión. Claro que ni los infantes, ni los jóvenes, ni mucho menos los adultos (y hay también presencias diabólicas e incluso extraterrestres) resultarán encantadores personajes a quienes todos les sonríen antes de darles un caramelo, un chocolate o un chupetín. Cuentos de Halloween es el reino del terror sádico (cuchillazos, golpes con bates, cabezas cortadas a machetazos, motosierras, mujeres de armas llevar y un largo etcétera) y del humor negro, con una apelación bastante frecuente al gore (vísceras y mutilaciones varias). No apto, por lo tanto, para espíritus sensibles ni espectadores impresionables.
De cuentos y pocos sustos El 31 de octubre ya es cosa del pasado, la celebración por Halloween ya pasó hace unos días, y nada, pero nada explica el porqué del estreno retrasado de Cuentos de Halloween (Tales of Halloween) en Argentina, el film que alianza un conglomerado de once directores reunidos para la creación de diez cortometrajes de terror independientes entre sí (aunque con algún que otro pequeño hilo conductor). Vamos a dejar algo en claro, si realmente buscan terror del clásico, sigan de largo, Cuentos de Halloween no solo no provoca miedo, sino más bien risas. El efecto es el buscado, es claro que la parodia bizarra que adorna a cada una de las historias es un detalle acordado por todo el equipo creativo de la película. Podríamos decir que se asemeja más a una pobre recopilación de capítulos de la recordada serie de los 90’s Escalofríos, pero con un toque gore que la hace más apta para un público mayor. Entre los 10 distintos relatos ninguno destaca sobre el otro, no hay grandes historias, ni grandes actuaciones, cuentan con algunos homenajes más que claros y alguno que otro con una creatividad mínimamente interesante, pero en líneas generales ningún segmento sobrepasa al otro ni por su guion ni por su factura técnica. Entre los directores invitados al proyecto solo dos nombres se destacan entre los demás, ellos son Darren Lynn Bousman, director recordado por varías entregas de la saga El juego del miedo (Saw) y Neil Marshall quien dirigió la muy buena The Descent (El descenso, 2005) y algunos capítulos de series como Black Sails, Game of Thrones y Hannibal, en esta última encargándose de ¨The Great Red Dragon¨ uno de los capítulos más notables de la tercera temporada de la serie. Las posibilidades de éxito en taquilla si hubiera desembarcado una semana antes al país eran muy buenas, una película ideal para verla la mismísima noche de la celebración. Ahora con una semana de retraso es posible que quede totalmente desapercibida. Sin dar lugar a dudas ni falsas expectativas, puedo dar fe que Cuentos de Halloween posiblemente no sea lo que algunos esperan, no es una película realmente de terror, ni tampoco busca serlo pero eso no impide que sus 10 cuentos se disfruten de igual manera logrando una hora y media de una clase de entretenimiento que hace tiempo no se ve en el cine comercial, historias bizarras que intentan rememorar mejores épocas para el terror y algún que otro homenaje a clásicos que merecen ser recordados y nunca olvidados.
Unos “Cuentos de Halloween” desparejos pero entretenidos Si bien para los fans del cine de terror todo el año es Noche de Brujas, esta semana se estrenaron tres películas que deberían haber estado en cartel el sábado pasado: "El último cazador de brujas", "Siete Salamancas" y, sobre todo, esta "Cuentos de Halloween", que tiene a su favor mezclar diez historias que transcurren el 31 de octubre y están llenas de sangre, tripas y todo lo que se espera del género en su expresión mas minimalista. Como débil nexo, más allá de la efeméride, hay una locutora de radio al estilo de la de "La niebla", de John Carpenter, y el hecho de que casi todos los personajes están viendo en sus distintos decorados el clásico de George Romero "La noche de los muertos vivientes". Justamente, "Creepshow" de Romero parece ser una de las fuentes principales de este film que tiene como particularidad la cantidad de relatos, ya que una decena es mucho, y si bien permite que algunos pocos sean realmente contundentes (o que están bien contados), otros no pasan del sketch humorístico-terrorifico, y ése es el típico caso en el que un corto puede quedarse demasiado corto. De cualquier manera la verdad es que casi ninguno llega a aburrir y sí, en cambio, hay tres o cuatro realmente buenos, lo que anima a recomendar la película, más allá de que tanto niño disfrazado acuchillando gente puede terminar saturando. Entre los mejores se puede destacar uno con un espíritu que reclama que le guarden dulces y la venganza de unos chicos contra unos psicópatas que torturan niños de maneras horribles. El excelente tema musical del film es del venerable Lalo Schifrin, padre del director a cargo del segmento "The Ransom of Rusty Rex".
Son varios capítulos, directores y elenco, en un popurrí de historias de terror vinculadas a la noche de Halloween, algunas mejores que otras, con toques gore, nada novedosa, sin sorpresas, solo para fanáticos del género y bien pochoclera.
Como toda antología -en este caso de terror- Tales of Halloween es una caja de sorpresas. Como si fuese una bolsa de golosinas de la festividad presentada en esta serie de cortometrajes, hay caramelos sabrosos y alguno que otro ácido que puede generar malestar, pero es la combinación en general la que al fin y al cabo importa, y en ese aspecto la película sale airosa. Ni por asomo el experimento de Axelle Carolyn se le acerca a la excelentísima Trick 'r Treat de Michael Dougherty de 2007, una colección de historias interconectadas que nunca pudo estrenarse comercialmente en cines, pero que al salir en el mercado del DVD generó un seguimiento de culto y con muchos méritos. Si bien esa tenía un gran presupuesto de estudio en comparación con la producción a pulmón de Tales..., la comparación puede resultar odiosa pero un poco pertinente. Ambas películas tienen como lugar estratégico una pequeña ciudad atravesando el día de Halloween, pero ahí se acaban las similitudes. La cohesividad narrativa de una es lo que a la otra le falta, y Tales... es una seguidilla de historias que no están conectadas entre sí. Si algo bien positivo hay que remarcar, es que la película abre y cierra con historias bastante potentes. "Sweet Tooth" es la típica fábula aleccionadora que tanto funciona en festividades afines, y "Bad Seed" cierra el combo con la violenta historia de una calabaza asesina. En el medio habrá resultados dispares, sin escatimar nunca en el nivel de violencia y sangre que uno espera de una propuesta del género, pero el resultado se nota mas uniforme que, por ejemplo, los diminutos cortos de The ABCs of Death. Tales of Halloween es una labor de amor que llega un poquito tarde a festejar la ocasión en las salas locales, pero que en definitiva es una colección de diez historias que se dejan disfrutar pero que dan ganas de más.
Supersticiones de medio pelo “Cuentos de Halloween” es una película-ómnibus en la que 11 directores hilvanan historias de terror de la noche de brujas, con resultados bastante inocuos. "Dulce o truco” es el mantra que se repite en esta tradición foránea que suele escandalizar a los guardianes vernáculos de cultos oficiales (y mayoritarios). La objeción frente a esta festividad pagana no debería recaer en la presunta e irreparable invasión de credos exógenos, sino más bien en un hecho verificable: inspira malas películas. Cuentos de Halloween es un filme-ómnibus; muchos directores, varios cortos unidos, una unidad temática, una sola película. A partir de la pretérita “noche de brujas”, proveniente de los celtas y resignificada toscamente por la cultura consumista de Estados Unidos, varios realizadores de poco peso imaginan algunas historias con ese fondo supersticioso. La providencia no quiso en este caso que la creatividad, o al menos el ingenio, elevase una festividad bastante anodina para ahondar acerca de la obsesión que se le dispensa globalmente, o en su defecto procurar entender el horror al que se la asocia. Hay, sí, un esbozo involuntario, dada la repetición de un signo en varios de los cortos, por el que se insinúa el principal mecanismo de transmisión del evento: el consumo de películas sobre el tema. En efecto, en varias historias los protagonistas miran películas de Halloween, y de ahí se predica su reproducción simbólica, la cual perpetúa una fiesta muy conveniente para los fabricantes de dulces y chocolates (y los odontólogos). Los principales móviles de los cuentos son aquí la venganza y el cumplimiento de las perversiones, o la combinación de ambos. Por ejemplo, en la sección titulada Truco, unos niños atacan organizadamente una casa en la que se ve a dos parejas que en un primer momento parecen entregadas a las drogas, aunque posteriormente se descubrirá que sus pasiones privadas pasan por la experimentación científica, como si retomaran las viejas prácticas inhumanas de los médicos nazis dispuestos a jugar ilimitadamente con el cuerpo humano. El segmento más bizarro introduce en el universo simbólico la presencia de alienígenas, y en su ridiculez extrema hasta casi se confunde con un giro de genialidad impredecible. Los guiños cinéfilos, por otra parte, tampoco alcanzan para redimir la propuesta. En la mejor historia, el gran Joe Dante tiene un cameo como un científico corrupto de una corporación maligna. El cierre de este cuento regala el mejor plano de toda la película, una panorámica en el que miles de calabazas están alineadas como si se tratara de un ejército. En otros cuentos aparecen otros dos directos legendarios: Stuart Gordon y John Landis, íconos del género, que de haber estado detrás de cámara habrían conjurado la pobreza manifiesta de cada capítulo. Alguna escena logrará el objetivo de producir la incomodidad que despierta el miedo; algún segmento hasta pueda entretener, pero nada estará a la altura de la secuencia inicial de títulos. La promesa de esa apertura durará poco y la insignificancia cinematográfica se impondrá con la misma vehemencia de la mayoría de las supersticiones.
Un débil homenaje al cine de terror es el que propone "Cuentos de Halloween", un compilado de cortos que combinan horror, humor y sátira e incluyen desde niños enmascarados y peligrosos, un demonio y hasta una delirante mirada al Jason de "Martes 13". Cuando el espectador se encuentra con cortos que conforman un largometraje casi siempre se trata de un producto con desniveles que tiene buenos y también momentos olvidables. Quedan en la memoria Los cuentos de la cripta o incluso el documental Érase una vez el terror -Terror in the aísles-, realizado con fragmentos de películas dedicadas al género fantástico. En Cuentos de Halloween diez historias terroríficas son filmadas por diferentes directores y se interconectan durante la Noche de Brujas en un suburbio americano, donde demonios, extraterrestres, espectros y asesinos con hacha aparecen para aterrorizar a los residentes desprevenidos. Narrrada por Adrienne Barbeau -la actriz de La Niebla de John Carpenter- repitiendo su rol de locutora radial, la película pasa del terror bizarro a la sátira y al humor de acuerdo al contenido y estética de cada una de las propuestas, pero muy pocas veces dan en el blanco. Darren Lynn Bousman , el realizador más cononcido por títulos como El juego del miedo II, III y IV entrega The Night Billy Raised Hell y en Sweet Tooth, Dave Parker juega con una historia que combina pasado, presente y canibalismo. El "leit motiv" de todos los relatos es el "Dulce o Truco", la frase por excelencia que dicen los niños durante la celebración al pasar por las casas de vecinos para recibir caramelos. El film acumula referencias a La noche de los muertos vivientes, que se ve en un televisor, pasando por un diablo que hace de la suyas, payasos siniestros, vecinos inmersos en una guerra sangrienta, enanos y hasta una evocación a los clásicos Hansel y Gretel y La invasión de los tomates asesinos, acá con calabazas glotonas y monstruosas. Todo está salpicado por sangre, entrañas y criaturas propias del cine clase B. Quizas el cuento que mejor funciona es el de los ladrones que secuestran al hijo de un poderoso -con el cameo de John Landis- y la mirada delirante que se imprime al Jason, de la saga Martes 13, sorprendido acá por la aparición de una nave extraterrestre. Y hasta la medium de la saga La noche del demonio, Lin Shaye, se da el gusto de seguir asustando. Desde el comienzo la envolvente música de Lalo Schifrin hace de las suyas e invita a un viaje por un libro troquelado que tiene un aire nostálgico y añejo para los tiempos que corren.
Con la estructura episódica triunfadora de Relatos Salvajes, y una clara impronta de cine clase B, inspirada en la saga Grindhouse de Robert Rodríguez, Cuentos de Halloween -2015- consigue generar carcajadas arrancándole las vísceras a sus desafortunados protagonistas. Nos encontramos en un momento bisagra del cine de terror: Los films del género son o bien inteligentísimas narraciones que asustan a partir de lo que no se sabe y lo que no se ve, o bien son películas que pecan de serias y autocomplacientes, que terminan reduciéndose a ridículas historias plagadas de clichés. No hay medias tintas; o por lo menos, no hasta ahora. Con la incursión en el medio de directores como Tarantino, Rodríguez o incluso M. Night Shyamalan (Sí, el infame inventor de La Dama en el Agua -2006-), hace ya unos años que viene gestándose un saludable híbrido intermedio, que combina efectivamente el horror clásico con gags cómicos que alivianan las conocidas fórmulas, ofreciéndonos un producto nuevo para reír y a la vez taparnos los ojos y los oídos del miedo. Parecido a lo que ocurrió en Paris, je t’aime -2006-, diez maestros del cine del terror unen fuerzas para construir Cuentos de Halloween, una serie de cortometrajes (o sketches) gore bajo la temática del Día de Brujas. Ningún episodio funcionaría por sí solo, pero es el hecho de presenciarlos en su conjunto lo que permite que el espectador baje sus expectativas, y se entregue de lleno al guilty pleasure que representan las tripas que vuelan por los aires, las cataratas de sangre y un sinfín de props y efectos especiales al servicio del fanático del cine de terror. Y es que la película en su conjunto -y cada episodio individualmente- es en resumidas cuentas un enorme “gracias”, un tributo no al género en sí mismo sino al espectador habitué de éste; con una voz en off que va guiando capítulo tras capítulo -en claro guiño a los Cuentos de la Cripta- y con un montaje plagado de planos secuencia que le dan continuidad a lo que de lo contrario sería una fraccionadísima y casi quebrada línea narrativa, Cuentos de Halloween no se toma demasiado en serio a sí misma y se entrega sin buscar ser pretenciosa. Lo interesante del film, más allá de la clave de comedia que sabe manejar de a intervalos (interrumpiendo las risas de vez en cuando con sustos inesperados) es la reinterpretación que hace de las distintas leyendas urbanas del folklore norteamericano, y cómo repercuten estas en los niños que las escuchan y las creen como verdades reveladas. Nosotros ¿Creemos siquiera por un momento algo de lo que ocurre en pantalla? de ninguna manera. Pero ¿Disfrutamos de igual forma estos satíricos y terroríficos “Relatos Salvajes”? definitivamente. Hasta la última gota de sangre derramada.
Para poder apreciar “Cuentos de Halloween” habrá que declararse ultra fanático del género por la tonelada de guiños, cameos, referencias, homenajes y menciones implícitas y explícitas que hay a lo largo de los poco más de noventa minutos de duración de esta producción coral. Tal es así que aquellos ocasionales espectadores del cine de terror poco adeptos a explotar su costado nerd probablemente sientan insultada su inteligencia. Por ejemplo, en este estreno hay una locutora que tiene un programa de radio en Halloween, lo cual sirve como introducción a los relatos que vamos a ver o como nexo de la mística entre las historias. Esto está particularmente actuado con despreocupación y displicencia para el espectador común. Para el fanático, será una delicia porque esa locutora es Adrianne Barbeau que hacía lo mismo en “La niebla” (John Carpenter, 1980). Eso es el botón de muestra de un amplio surtido. En definitiva, así como ocurría con el zombi de la serie “Cuentos de la cripta” (1989 – 1996), el duende de “Creepshow” (1982), la voz de la TV que aseguraba que “no hay nada malo con su aparato de televisión” en “La dimensión desconocida”(1959 - 1964), o para los más memoriosos de la radiofonía argentina, la voz de Juan José Piñeyro que ponía los pelos de punta en Radio El Mundo con los espeluznantes “Cuentos de la Vieja Abadía”, “Cuentos de Halloween” también tiene lo suyo. Once directores para una hora y media. Acá, probablemente empieza parte de la explicación. Parece poco tiempo para contar el cuento y todo tiene una sensación de hecho a las apuradas, en forma burda e inverosímil. Paradójicamente, al ir tan al extremo algunas cosas funcionan, como la pelea final del cuento de los extraterrestres, el del hijo del diablo que sale a pedir golosinas y arma un desastre, y el homenaje al cine clase Z con una calabaza carnívora que anda devorando gente por ahí Es realmente muy poco lo rescatable de una película que justifica su existencia más por una cuestión melómana que por la solidez de las historias o la pericia narrativa. En todo caso, si es por lo primero, habrá varias razones para ir al cine con ganas de nostalgia, empezando por la posibilidad de volver a escuchar música de Lalo Schiffrin que salió de su retiro para esto por pedido de su hijo, quien dirige uno de los cuentos Todo lo demás dependerá solamente de las ganas de reírse del ridículo.
El susto como diversión Está claro que todo puede ser un entretenimiento, todo puede ser convertido en un espectáculo por el cual cobrar una entrada. De hecho, el cine es, de alguna manera, la estandarización de la realidad metida en un teatro para el disfrute de las masas. Aunque parezca una contradicción, el susto, el miedo y el desagrado son fuentes primordiales de entretenimiento, cuando están emparentados con el suspenso, materia fundamental de las buenas costumbres en el cine. Halloween es el nombre de una de las películas más importantes de la historia, y también de una festividad juguetona e inocente que ha impulsado una industria del entretenimiento a su alrededor. Hay tantas películas sobre la Noche de las brujas como sobre la Segunda Guerra Mundial. Cuentos de Halloween viene a sumarse a ese gigantesco corpus. La película es una antología de cortos de terror de diferentes directores con reminiscencias a la serie Cuentos de la cripta (1989-1996), la película Creepshow (George A. Romero, 1982), la serie literaria Escalofríos (R.L. Stine), con elementos de The Ray Bradbury Theater (1985-1992) y hasta sustos de la Trilogía del terror (Dan Curtis, 1975 -si uno tuviera que definir en pocas palabras qué es Estados Unidos, alcanzaría con decir “un grupo de obesos desquiciados que hacen guerras y películas de terror”). También tiene pariente cercana, Terror en Halloween (Michael Dougherty, 2007), que es una pequeña joya a descubrir. Cuentos de Halloween, como toda película coral, es despareja, las historias varían en gracia y en interés pero sin dudas tienen la duración exacta, rápidamente cambiamos de historia y nuestra atención se renueva. Además de que todas las historias transcurren en la noche de Halloween, y que algunos personajes se repiten, no hay mayor conexión argumental entre las diferentes secciones de la película. Sin embargo, podemos destacar la intención de los realizadores de que los cortos sean formalmente clásicos con finales impactantes y efectivos, aunque esto no funcione siempre. Tras los cameos de algunos muchachos fundamentales como John Landis (Un hombre lobo americano en Londres, 1981) y Joe Dante (Gremlins, 1984), Cuentos de Halloween revela su intención lúdica lejos de pretensiones y las tendencias agotadas de nuestros días (demasiados zombis, posesiones y cámara en mano). Hay un intento, sin nostalgia berreta, de rebuscar dentro de las fuentes de la gran tradición norteamericana del susto como entretenimiento, lo cual se agradece.
Lo mejor de la semana es esta colección de diez historias de terror, cortitas y al pie (efectivísimas, humorísticas, creativas) realizadas con un amor por el cine notable. Hay de todo y, como corresponde a estos films múltiples, seguro alguno le va a gustar más que otro. Pero lo interesante es que ninguno de los realizadores que se prestan al juego olvida que el terror y el humor son dos hermanos gemelos. Aunque el chiste es viejo, lo decimos: vaya sin miedo.
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