Las fórmulas del amor Vi esta mañana en el Hoyts de Abasto esta muy discreta comedia romántica que se estrena en los próximos días en todo el mundo. Llego a mi casa y leo en una de las tantas noticias provenientes de Hollywood que "la secuela ya está en marcha", pero esta vez las historias no transcurrirán durante el Día de San Valentín sino en vísperas de Año Nuevo, siempre con Garry "Mujer Bonita" Marshall como director, Katherine Fugate como guionista y unas cuantas de las estrellas que aparecen en Día de los enamorados. Este nuevo film del director de Frankie y Johnny es un típico producto de "concepto" sustentado en fórmulas recontra aplicadas: contratamos una veintena de figuras (cada uno trabaja una semanita por un buen dinero), escribimos un puñado de historias románticas que transcurran en Los Angeles durante el Día de San Valentín y las unimos con el manual del guionista primerizo que acaba de aprobar la materia "Estructura coral". Durante la primera hora, Día de los enamorados se sostiene con algunos pasajes, situaciones, diálogos y personajes medianamente inspirados, pero durante la segunda mitad la cosa se hace muy cuesta arriba y todo se "resuelve" como sea, a los ponchazos y, para colmo, con toda la carga demagógica y tranquilizadora de la que es capaz una producción conservadora de Hollywood. El casting combina todo tipo de intérpretes y la mezcla de edades y estilos de actuación no siempre es fructífera. Gracias al profesionalismo, nadie mete la pata, pero tampoco se luce demasiado. Esta suerte de zapping fílmico nos deja, al menos, la ilusión de ver mucha gente linda (y rica y famosa) jugando los juegos del amor. Pero las figuritas pasan y uno jamás se puede comprometer o identificar con ellas. Es algo así como presenciar una alfombra roja previa a los Oscar. De cine puro y genuino, lamentablemente, esta vez hay muy poco.
Una tarjeta postal Es una colección de historias relacionadas con gran elenco. El día de los enamorados es una colección de historias interrelacionadas que suceden a lo largo de poco menos de 24 horas en la ciudad de Los Angeles. El filme de Garry Marshall toma a una veintena de actores y actrices exitosos de distintas generaciones (tratando de llegar a todo tipo de público) y los transforma en una serie de apenas definidos personajes que viven desventuras amorosas de todo tipo. Si bien el protagonismo está dividido, en el centro de la acción figura Reed (Ashton Kutcher), dueño de una florería que tiene su día más fuerte de trabajo del año y por donde se cruzarán muchos personajes, como si fuera un pueblo chico. Reed le propone matrimonio a Morley (Jessica Alba) y la chica acepta. A la vez, una amiga de Reed, Julia (Jennifer Garner) está saliendo con un doctor (Patrick Dempsey) que esa noche debe viajar a San Francisco. A ninguno las cosas le saldrán como esperaban. Por otro lado un solitario periodista deportivo de TV (Jamie Foxx) se cruzará con una publicista (Jessica Biel) con la que comparten el odio por el Día de San Valentín y el interés por una figura del fútbol americano (Eric Dane) en problemas. Estará también Liz (Anne Hathaway), cuya relación con Jason (Topher Grace) se complica por unas muy particulares cuestiones de trabajo de ella, y dos parejas de adolescentes (entre los que se cuentan Taylor Swift y Taylor Lautner) que viven el día con una alta cuota de excitación. La lista no termina allí. Holden (Bradley Cooper) y Kate (Julia Roberts) comparten un viaje de avión que deparará sorpresas mientras que Héctor Elizondo y Shirley MacLaine son una pareja con 51 años de casados que, de golpe, vive su primera crisis. Y hay más. En este ir y venir por las historias se van, como una golosina algo edulcorada, las dos horas de película, pasando de subtramas, personajes o actores más interesantes y con mejor timing cómico (como la dupla Grace/Hathaway o algunos momentos con Garner y Biel), a otros decididamente flojos (los adolescentes y los abuelos, entre otros). La película entera no es más que una gran tarjeta postal del Día de los Enamorados con una Los Angeles de fondo fotografiada en ese estilo. Esas tiernas y/o melosas tarjetas de salutación que, como la película, están para ser miradas un rato y luego abandonadas en la pila de recuerdos a medio olvidar.
Historias de amor en la ciudad de Los Angeles Demasiados personajes para un film romántico "¡En el Día de San Valentín uno no piensa, sólo hace!" La frase dicha por unos de los muchos personajes protagónicos de Día de los E namorados es un muy buen resumen de la película. Repleto de actores y actrices famosos y en general bastante buenos en su trabajo -la excepción hecha de la bella pero acartonada Jessica Alba-, los responsables del film no se tomaron el tiempo para pensar en qué hacer con ellos. La clave para realizar una comedia romántica exitosa no es sólo mostrar a los protagonistas enamorándose, sino lograr que al espectador le importe el estado del corazón de esos personajes. En este caso, el director Garry Marshall, de probada experiencia en el género ( Mujer bonita ),adaptó suestilo más bien clásico de realización a un relato coral escrito por Katherine Fugate, la responsable del efectivo guión de Simplemente no te quiere. Claro que todo lo que funcionaba en aquel film aquí se complica, porque además del elenco multitudinario y transgeneracional, todas las historias se desarrollan en la ciudad de Los Angeles durante doce horas del día de los enamorados del título. Vidas cruzadas Así pasan las escenas de la dulce Julia (Jennifer Garner), enamorada de un hombre que no la merece; de Reed (Ashton Kutcher), enamorado de una mujer que no lo merece; de Liz (Anne Hathaway), que no logra disfrutar de los primeros días de un romance que promete. Y la lista sigue. Las escenas se acumulan sin destacarse ni distinguirse una de otra. Hasta que la historia se mete en la casa y la vida de Edgar y Estelle, una pareja casada hace más de cincuenta años que interpretan Hector Elizondo y Shirley MacLaine. Al mismo tiempo encantadores, románticos y graciosos, los actores y sus personajes son de los más logrados de la película. Algo similar sucede con el periodista que interpreta Jamie Foxx ( Ray ), un talentoso intérprete que merecía más tiempo en pantalla. Lo mismo que Julia Roberts, cuyo carisma cumple la doble función de elevar la calidad de Día de los E namorados, además de forzar las comparaciones con Mujer bonita , especialmente por una escena en los títulos finales que ningún fanático de aquella gran comedia romántica debería perderse.
Hollywood ama a San Valentín El día de San Valentín parece ser muy importante para los norteamericanos, con su cultura (¿manía?, ¿obsesión?) de tener un día para cada cosa. En realidad da la impresión, viéndolo desde afuera, de que lo que en realidad necesitan es otra excusa para gastar, gastar, gastar. Día de los Enamorados –cuyo título original es simplemente El día de San Valentín– no es mucho más que eso: una excusa para despilfarrar dinero en un elenco que parece un álbum de figuritas. Aunque sin dudas es la mejor inversión que han hecho los productores de esta película, ya que a fin de cuentas ese elenco representa el único motivo que más o menos justifica pagar la entrada: es eso o quedarse viendo la tele. No hay forma de intentar escribir en un párrafo la trama de Día de los Enamorados sin sentir que la vida ya no tiene sentido: son tantas las historias, tan fragmentadas. Es tanta la necesidad de que cada figurita del elenco tenga al menos tres escenas en la película, que algunas de ellas no tienen ningún otro motivo valedero para haber sorteado con éxito la etapa de montaje que ésa: que todos aparezcan al menos en tres escenas. Para muchos de estos actores, la fortuna que habrán cobrado por sólo siete minutos en pantalla seguro representa el dinero más fácilmente ganado de sus carreras (¡hasta Joe Mantegna aparece en un cameo que, por lo inesperado, tal vez sea lo mejor de la película!). Todos muy profesionales, diciendo sus cinco líneas como verdaderas estrellas. En fin: se trata de las historias cruzadas de muchos personajes en la ciudad de Los Angeles; algunos solos, otros en pareja, en su mayoría aún no han encontrado el verdadero amor, aunque muchos crean que sí. Idas y vueltas, desengaños y el amor que surge donde menos se lo espera. Las historias cubren todo target posible: niños, adolescentes, adultos y tercera edad; héteros y homos; fieles e infieles; sexo telefónico, mejores amigos y hasta algún Edipo sin resolver. Lo único que no hay son pobres. De todo, como la vida misma pero en Hollywood, que no es lo mismo. Día de los Enamorados equivale a esas tarjetitas que reparten los chicos en el subte o el tren, llenas de ositos afectados y frases románticas prefabricadas, para que les den a cambio unas monedas. Películas pensadas para vender tickets: ese argumento que últimamente muchos creen que es el único que justifica el enorme esfuerzo que involucra hacer cine. Ahí está.
Una película americana para americanos En el cine, por lo general, rara vez condice el tiempo dramático de la historia con el tiempo real de proyección, y esta vez no fue la excepción. Por desgracia el victorioso fue el tiempo dramático que supero ampliamente los 90 minutos que dura el film para dejarnos la sensación de que asistimos al día completo de San Valentín. Un especie de Dream Team de actores reconocidos protagonizan esta comedia romántica filmada en el paraíso de Los Ángeles, Malibú y Hollywood, entre otros, y que pretende mostrarnos, a través de historias entrelazadas, el amor desde distintos ángulos y en distintas generaciones durante este día especial. Pero a medida que la narración avanza va dejando de lado dicha pretensión y dando luz a un guión de manual, donde cada acción es predecible desde el comienzo hasta el final y solo nos queda disfrutar de las formidables actuaciones del elenco soñado. Por momentos pareciera que estamos viendo fragmentos de Pretty Woman, y en otros, que asistimos a un nuevo episodio de la aclamada serie americana That 70’s Show. Lejos esta este film de abordar las relaciones de pareja como si lo hace el excelente film italiano El ultimo beso (L'ultimo bacio), de Gabrielle Muccino, donde ocho personajes de distintas edades entrecruzan sus vidas en una sucesión paralela de pasiones. Solo tres pétalos logran salvar este flor de elenco de la última calificación: Edison (Bryce Robinson), un niño de 10 años educado por sus abuelos y chapado a la antigua, que comienza a experimentar el amor; y dos vueltas de tuerca en los personajes de Julia Roberts y Eric Dane (El Dr. Mark Sloan de la serie Grey’s Anatomy) que contribuyen para soportar el film hasta el final. Valentine’s Day bien podría haber sido un cortometraje para difundir en cuanta cadena televisiva se les ocurra para homenajear a los enamorados en su día, con efectos seguramente devastadores. En su defecto solo asistimos a un film típicamente americano construido en función de y para una cultura que ve el romanticismo asistiendo a una proyección de cine clásico en un cementerio.
Invitación al paseo Si tiene usted la fortuna de tener un amor, entonces pase el día de San Valentín junto a él en lugar de perder dos horas en un cine viendo este bodrio. Si no tiene con quien pasar el día de los enamorados, entonces aproveche el tiempo para encontrarlo. La cuestión es que el rejunte de estrellas y estrellados que propone este filme del veterano Garry Marshall está lejos de promover el amor y sí muy cerca de provocar reacciones contrarias. Los actores lucen como si estuvieran en algún aviso de jabón y el contexto es el abominable día de San Valentín que festejan los yankis y que, aculturización mediante, se intenta imponer en estas latitudes, como sucede con el incomprensible Halloween. Sólo para ñoños incurables que no pueden reprimirse hasta que salga en dvd.
Día de los enamorados tiene dos cosas buenas, su gran elenco y la premisa de que no todo el mundo “ama” ese día. O sea se propone retratar lo que pasa con distintas personas durante “San Valentín”. Por ese lado, la película es sincera. Realmente tiene un compilado de estrellas. Es de esas películas que tiene muchas caripelas, que van apareciendo a cada rato, y no podés dejar de decir "mirá quien está"... pero eso se puede volver en contra a veces. Y seguramente los guionistas pensaron “buenos momentos” o cosas para que se lucieran estos actores… pero se olvidaron de darle conexiones lógicas o naturales. Hay intervalos entre las historias, que tienen la misma locura que los cortes de MTV… te podrían poner una diapositiva estática, que quedaría mejor. Varios actores realmente se lucen, quizás por sus papeles y seguramente ayudados por su carisma. La mejor sin lugar a dudas para mi fue Jennifer Garner, que está divina. Ashton Kutcher sigue en su papel de loser que quiere ser acurrucado por las chicas, que le sale bien y es simpático. Jessica Biel y Anne Hathaway están muy bien. Jessica Alba de rubia es como Penélope Cruz en Hollywood… no solo porque no le queda natural, si no que la hace mal actriz… Y en el compilado de estrellas, metieron a dos para que sea atractiva la película para los teens, y realmente quedan en offside con el resto, tanto por sus actuaciones, como por sus líneas: “Taylor & Taylor”. Taylor Swift es una cantante country norteamericana, muy simpática, con linda voz, pero actuando la agarra Simon Cowel y la despacha al segundo y medio. En tanto “Sharkboy”, alias Taylor Lautner, tiene líneas que son lamentables. Otros momentos que viven algunos actores están bien logrados, y hacen que el balance no esté mal. Pero con tantas estrellas uno espera más. Día de los enamorados está tan lejos de Realmente amor, como Hollywood de Londres. Pero es una película ideal para una primer o segunda salida, donde solo se necesita ver algo light para seguir charlando y midiendo el terreno… Las chicas que vayan en grupo también la van a pasar bien sin lugar a dudas. El día de los enamorados suele ser muy meloso para las parejas “frescas”, se podría decir que rebalsa de azúcar… y la película no tiene ese espíritu porque en realidad tiene sacarina. ¿La solución? Mirala con una caja de bombones en la mano en forma de corazón… así compensas y la pasás bien en tu día de los enamorados ;)
El moño que le ¿faltaba? a San Valentín En asunto de festejos, los norteamericanos –se sabe– tienen todo muy compartimentado. Están la Navidad, el Año Nuevo, Halloween, el Día de Acción de Gracias, y así. Pero además, cada festividad requiere a quienes las celebran la labor de ponerse “en modo de”. Cada 14 de febrero, día de San Valentín, por ejemplo, el tema es celebrar el amor. Algo que pone en marcha una maquinaria comercial increíble, basada en obsequios, invitaciones a cenar y actividades ad hoc. Pero parece que la cosa no estaba completa: faltaba (¿faltaba?) la película. Tan edulcorada como los bombones que los tórtolos se regalan, y tan recargada como algunos de los arreglos florales que, por miles, reparten ese día los agradecidos floristas en domicilios y oficinas, Día de los enamorados es menos una película que otro elemento más a la hora de las invitaciones. Es decir, a los regalitos varios, el norteamericano medio les puede adosar una invitación a ver un film en el que, claro, no tardará en verse reflejado. A no ser que se sea un perdedor en materia sentimental, situación a la que, un poco perversamente, el Día de San Valentín también parece apuntar. A cargo de Garry Marshall (un director que, de apoco, va desvaneciéndose hasta desaparecer), e inscripta formalmente en eso llamado “estructura coral” –multiplicidad de personajes entrando y saliendo del relato y, en algún momento, necesariamente relacionados entre sí– la película imbrica situaciones y personajes valiéndose de una constelación de estrellas que hacen su numerito y ya. Un artefacto de factura simple, hecho de una suma de historias que, juntas, no terminan de hacer una sola, de tan abarcativa que se pretende. La película cuenta amores frustrados y/o consumados, desilusiones pasajeras, un debut sexual accidentado, amigos que se aman, gente que reniega del festejo, hombres saliendo del placard, entre otras cosas, con aliento conservador y ánimo de cerrar todo (no sea cosa que no haya beso a la salida de la sala) con un moño en forma de corazón. Eso sí, de paso, deja el cine para la próxima. Total, lo único que importa es el amor.
Enamorándome otra vez Hay películas que están hechas con una única finalidad: la de entretener y hacer pasar al espectador un grato momento. Objetivo que Día de los Enamorados (Valentine's Day, 2009) cumple a rajatablas. Sin ninguna otra pretensión, más que la de hacernos volver a creer en el amor, el film de Garry Marshall sale airoso ante lo propuesto. El 14 de febrero se celebra el Día de los Enamorados en todo el mundo y porqué no hacer una película sobre ese día tan especial que nuclea a todos los enamorados de Los Ángeles. Es así que el director de Mujer bonita (Pretty Woman, 1990) nos propone un film coral, en el que varias historias de amor y desamor se cruzarán entre sí en algún momento de la historia, cuyo nexo conductor será una florería y las entregas de ese día. Hacer un análisis de Día de los Enamorados demandaría una cantidad innecesaria de marcación de los defectos que presenta. Todo lo que en cine es obvio y predecible se nos va a presentar de manera continua. Nada nos va a sorprender, todo será necesariamente forzado. También podemos decir que el film está sobreactuado, que es un producto tan comercial como el día de los enamorados y que posee cuanto cliché se nos pueda ocurrir, ya sea argumental, actoral o musical. Pero lo digno es que esto es adrede y que el film no se propone otra cosa, sino la de que uno pueda pasar un momento lo más grato posible. Ya que al salir del cine la vida continúa. Conformado por un “drean team” de estrellas, el multielenco es uno de los puntos más atractivos de la película. Julia Roberts, Jessica Alba, Jessica Biel, Jennifer Garner, Shirley MacLaine, Ashton Kutcher, Taylor Lautner, Emma Roberts, Hector Elizondo, Patrick Dempsey, Jamie Foxx, Queen Latifah, Carter Jenkins, Kathy Bates, George López y Taylor Swift, y un sinfín de actores conforman un seleccionado que cualquier director quisiera tener a su cargo y que dan lo mejor de sí o al menos lo que sus condiciones actorales les permiten. Si usted leyó atentamente esta crítica se preguntará el porqué de su calificación, si todo lo que se dice es negativo. El punto es que a pesar de todo uno no puede pasarla mal viendo esta película, que cumple lo que se propone: Hacernos creer que el amor existe Aunque después la realidad nos demuestre todo lo contario. O no. Feliz Día de los Enamorados!!!
Grasiento San Valentín El ABC de toda película coral habla de dos elementos básicos que todo guionista, sea principiante o no, debe respetar: unidad de tiempo y espacio y un nexo entre los personajes. Sin embargo, existe un tercer aspecto que no siempre es tenido en cuenta y que, en definitiva, es lo que distingue a una buena película de una mala. Ese ingrediente no es otro que la cohesión narrativa o conceptual. En este sentido Día de los enamorados podría definirse como un simulacro de obra coral o simplemente como un chiste ultracaro y de mal gusto. A punto de estrenarse mundialmente y con la confirmación de una secuela llega este nuevo opus de Garry Marshall, film al que le sobran actores, minutos y al que le faltan ideas, criterio y ritmo. Nada puede rescatarse de un producto tan vacío que utiliza el pretexto del día de San Valentín para reunir a un multielenco de super figuras que realmente no saben qué hacer en pantalla más que competir para ver quién es más ridículo (y eso que encabeza la lista el impresentable Ashton Kutcher). Acompañado además por estrellas tales como Shirley MacLaine, Julia Roberts, Jennifer Garner, Jessica Alba, Jamie Foxx... y la lista de nombres conocidos sigue. Algo parecido a una suma de viñetas estructuran -por así decirlo- la trama que acontece en el mentado día festivo, donde cada pareja de personajes se verá involucrada en una situación que oscila entre la historia de amor más cursi (la de Jessica Alba y Ashton Kutcher) o la archi-trillada de despecho (la de Jennifer Garner y Patrick Dempsey). A esas situaciones se le suman la del amor adolescente con promesa de debut sexual; la de la pareja de ancianos que perdura pese al tiempo; la del niño tierno que se enamora de su profesora y -para que nadie quede excluido- la del amor gay. Sin embargo, el carácter digresivo y anecdótico sumerge al relato en un caldo que rebalsa grasa sin llegar al punto de ebullición. Y en eso la responsabilidad mayor la tiene el director de Frankie y Johnny, que parece haberse olvidado del timing, del humor y de que por lo general no alcanza con contar con un reparto de lujo cuando no hay nada nuevo para decir.
Oportunismo mediante, el veterano director Garry Marshall ¡vuelve al ataque! Es verdad que nadie puede ir con muchas expectativas a ver una nueva comedia romántica del director de Mujer Bonita, Frankie & Johnny, Novia Fugitiva y creador de exitosas series como Laverne y Shirley (interpretada por su hermana, la directora Penny Marshall) Días Felices (con un joven Ron Howard, otro futuro director) y Mork & Mindy (que dio a conocer a Robin Williams) entre tantas otras comedias y series. Pero es verdad, que se trata de un director muy irregular, cuyo principal público generalmente es femenino, y que de vez en cuando, gracias a algún guión medianamente inspirado, puede hacer una comedia simpática y pasatista, sin demasiadas pretensiones, que se deja ver. Tras apuntar dos veces hacia el público infantil con Los Diarios de la Princesa, Marshall había tenido una gran recaída con Las Reglas de Georgia con Jane Fonda y Linsday Lohan. Con Día de los Enamorados, su intención es emular a Realmente Amor de Richard Curtis, pero en vez de Londres, el destino como es habitual en su cinematografía, son Los Angeles. En primera instancia uno creería que se trata de episodios aislados uno del otro, al mejor estilo Paris, Je Taime o la inédita en Argentina, New York, I Love You. Pero pronto uno se va dando cuenta, por suerte, que hay mayor consistencia en la narración, coherencia estética, dinamismo que un film compuesto solo por cortos. Eso no significa que todas las pequeñas historias y todos los personajes tengan la misma cuota de profundidad y elaboración. Como dice el título, se trata de un film coral que sucede durante todo el día de San Valentín. Partiendo del personaje de Reed (Ashton Kutcher) que le propone casamiento a su novia (Jessica Alba) y siguiendo con el relato de un periodista deportivo que debe cubrir historias de parejas en la calle (Jamie Foxx), una gimnasta que trabaja como secretaria de una agente deportiva y atendiendo llamadas hot al mismo tiempo (Hathaway), cuyo conservador novio no sabe como impresionarla (Topher Grace). O una maestra (Jennifer Garner) que quiere buscar a su novio a San Francisco, pero no sabe que él tiene un secreto; un chico que quiere encargar flores para una “chica” del colegio; una pareja que busca debutar sexualmente o el episodio más superficial, el de una capitán del ejército (Julia Roberts) que vuela regresando a su casa, en compañía de un hombre solitario (Bradley Cooper). Y si les parecen muchos personajes, solo se trata de la mitad. A medida que va avanzando la película, las historias quedan como anécdotas de otras más grandes, y todas de alguna manera terminan relacionándose unas con otras, ya sea por conexiones entre los personajes o mera casualidad espacial (un hotel, un restaurante, la escuela). Previsible, estereotipada, repleta de clisés, lugares comunes, y por supuesto… muy cursi, obvia, con diálogos y frases hechas, que figuran en todas las películas románticas estadounidenses desde los años ’50 hasta ahora, Marshall, sin embargo nunca trata de esconder estas “fallas”. Es totalmente conciente de lo que hace. Es así como por momentos, el guión se burla de lo previsible que resultan las acciones de los personajes (aparece un gran comediante secundón como Larry Miller para darle énfasis) se burla de los estereotipos, al tiempo que no deja alguno afuera… y por supuesto, cuanto más cursi es, más efectivo. Sin demasiada originalidad, a pesar de todo, la película resulta… simpática. Algunos gags son muy divertidos, otros no tanto, otros aburren… Aún así resulta atractiva, más allá de que uno vaya acertando media hora antes que termine la película, quien se queda con quien. A diferencia de otros films del director, y es en este punto, donde guarda las mejores semejanzas con Realmente Amor, Día de los Enamorados, no se recurre a golpes bajos o momentos lacrimógenos elementales y sobreactuados. Se puede decir, que cuando el film se pone meloso y sentimentalista, que pareciera que se empieza a agotar, repetirse o ser monótono, concluye. Marshall sabe ponerle ritmo y punto final a la narración, y acierta en el timing humorístico. Si bien, no está a la altura estética, narrativa o interpretativa de la película de Curtis (aunque la homenajea con un afiche de fondo en una escena), aun cuando esta tampoco es “la” gran película (esta un poco sobrevalorada), cumple con la intención de entretener por un rato, en compañía de la media naranja de cada uno. Visualmente Marshall nunca fue demasiado inspirado, y tiene un tratamiento invisible con la cámara y fotografía, legado de sus años como director televisivo. La música de la película, fluctúa con temas románticos clásicos desde el gran Glenn Miller hasta la joven Taylor Swift, también interprete de un pequeño personaje. Dentro del elenco, los actores logran destacarse en la medida que sus personajes le dan lugar para que tengan mayor o menor participación dramática y narrativa, o según la complejidad de los mismos, en la medida le van sucediendo contratiempos. No debería sorprender entonces que sea Ashton Kutcher el más destacado dentro de un elenco de figuras “importantes”, ya que su historia, además de servir como nexo con las otras, es la más compleja (y a la vez más clisé). En ese sentido Jennifer Garner, también logra destacarse. Hathaway, Queen Latifah, Jessica Biel y Jamie Foxx, cumplen efectivamente sus roles. Desaprovechados resultan Shirley MacLaine (solo se ve justificada su participación como un homenaje a su trayectoria), Hector Elizondo (participante de todas las películas de Marshall), Kathy Bates, en un rol muy menor, Bradley Cooper y especialmente Julia Roberts. Quizás lo más disfrutable de la película se encuentre en algunos detalles secundarios como una sutil crítica a la vida de Los Angeles, la dependencia de la clase media y alta a los blackberry, los bluetooth y el Facebook. Marshall es un director de escuela clásica que no inserta montaje videoclipero, efectos especiales, violencia o drogas para darle un toque contemporáneo. Las referencias sexuales y de homosexualidad son sutiles también, como para no molestar a los ancianos conservadores, pero tampoco para ser acusado de discriminatorio. O sea, un ejemplo perfecto de lo que es ser “políticamente correcto” en el cine estadounidense. Lo más desilucionante, personalmente hablando, fue no ver un reencuentro (ni siquiera un cruce de miradas) entre Kutcher y Grace dentro de la película (ambos participaban de la serie That 70s Show) o Patrick Dempsey y Eric Dane (compañeros de Grey’s Anatomy). Aunque no falta el típico cameo de Marshall, y casi al principio también hay una sorpresa. Se trata de una película más, efímera, rápidamente olvidable. Quizás la opción más obvia del domingo por la tarde.
La suma de lugares comunes es una constante en la nueva película de Garry Marshall, un director que siempre dependió de las buenas actuaciones para salir bien parado con sus filmes románticos. “Mujer bonita” con Julia Roberts y Richard Gere, y “Frankie y Johnny” con Al Pacino y Michelle Pfeiffer son ejemplos contundentes. Aquí se nutrió de un seleccionado de reconocidos actores de Hollywood, desde Ashton Kutcher y Jamie Foxx hasta Jennifer Garner y Anne Hathaway, e incluso figuras de la talla de Shirley MacLaine, Julia Roberts y Kathy Bates para contar aventuras y desventuras de parejas en el Día de San Valentín. Aunque logra pasajes risueños y algunas sorpresas, el filme no pasa de ser la típica peliculita rosa de amor, ideal para quienes necesitan ver comedias pasatistas. Los amores imposibles, el romance gay, los desencuentros, la primera cita adolescente, el amor a la tercera edad, las relaciones casuales y las soledades eternas son algunos de los temas que se salpican en un filme coral, al que, encima, le sobra poco más de treinta minutos. El disparador de los encuentros es una florería, donde se cruzarán los envíos románticos de rosas en un día tan especial como el de los enamorados. Una película que no aporta nada nuevo sobre Cupido.
El arte de narrar lo peor que se pueda Aparte de los Oscars, hay un premio más o menos desconocido que se llama la Frambuesa de oro y que se entrega todos los años a todo lo peor. Me acuerdo porque una vez lo vi en la tele y el premio se lo llevó la Gatúbela de Halle Berry, así que algo de justicia debe haber por ahí. En esta oportunidad quiero otorgar humildemente mi frambuesa al zoquete que hizo Día de los enamorados y que evidentemente es un artista de lo peor, cosa que no es poco mérito. El planteo ya de por sí es escabroso: todo tiene lugar durante el día que los norteamericanos llaman San Valentín (que acá por suerte no viene teniendo mucho éxito) y la festividad se representa en la película con una proliferación de flores, flores y más flores en arreglos espantosos, osos de peluche gigantes y cajas de bombones con forma de corazón. Lo de los arreglos florales es importante porque cualquiera sabe que por más linda que sea una florcita, muchas flores hermosas amontonadas de cualquier manera pueden dar un resultado atroz y eso es exactamente lo que pasa acá: hay un problema de composición. Así es como aparecen feos y desperdiciados Shirley MacLaine, Jessica Biel, Jaime Foxx, Anne Hathaway, Julia Roberts, y otra gente que tuvo momentos más brillantes. En Día de los enamorados no pasa nada, estrictamente hablando. Es decir, pasa un día completo, el 14 de febrero, y en ese día parecen pasar montones y montones de cosas, pero la narración está completamente rota y el director (antes y de ahora en más denominado “zoquete”) creyó probablemente que en las muchas idas y vueltas por la Los Angeles peor filmada de la historia nos íbamos a confundir y a pensar que estábamos viendo historias que tienen sentido cuando en realidad se nos quiere conformar con caritas, cual gatito de Shrek. La diferencia entre una película coral de esas que están de moda y el engendro que en este caso nos ocupa es que acá se filmaron muchas cosas feas y se metieron en una licuadora de la que salió la pésimamente montada Día de los enamorados (igual se va vender, supongo, aunque no tenga estrellas sino posters mal pintados, como esa Jessica Alba lista para una publicidad de Silkey). ¿Vieron Love actually? Bueno, acá parece que el zoquete tuvo la idea de filmar una igual pero ambientada en Los Angeles, cosa que en la comparación su película quedara bien mal parada y así se asegurara la frambuesa. De todas las “historias” que acá se nos impide seguir –salvo que llevemos una libreta y vayamos anotando- voy a contar una sola porque para muestra basta un botón de rosa. Estelle (Shirley MacLaine) está casada hace cincuenta y un años con Edgar (Hector Elizondo); la pareja es hermosa. Esto lo sabemos porque él la sorprende a la mañana con un frasco de Chanel y pone caras para que se note que la ama mucho. El problema es que lo idílico no era tan idílico como él creía: en ese mismo día del amor se entera de que su señora esposa le metió los cuernos con un bussines-partner una vez que él estaba de viaje, entonces se enoja mucho y se va solo al cementerio (sic) a ver una película en pantalla gigante. Ahí se encuentra con Jason (Topher Grace) que está ofendido porque Liz (Anne Hathaway) no le contó que trabajaba de call girl, y en la pantalla la ve a Shirley MacLaine de jovencita. Se muestran otras cosas, mayormente actores y camionetas. Después se muestran un par de cosas más. Cuando ya no sabemos en qué estábamos, Estelle aparece en el cementerio revoleando unos velos rojos con brillitos y llamando a Edgar, y entonces él corre hacia ella y le dice “Ahora entendí que cuando amás a alguien tenés que amarlo por lo que es, entonces te perdono”, y se dan un besito. ¿Cómo llegó Edgar a semejante revelación? ¿En qué momento y por qué cambio de opinión? No lo sabemos. Acá el zoquete decidió que no importaba. En lugar de contarnos pone a la pareja a la izquierda del plano dándose un piquito mientras a la derecha y como fondo se ve a la Shirley MacLaine de la pantalla de ese cine improvisado, vaya a saber por qué. Si fuéramos buenos pensaríamos que en ese plano magistral se nos quiere mostrar que Edgar recordó con quién estaba y por qué la quería, pero como somos malos tenemos la sospecha de que el zoquete intuyó que no estaba pasando absolutamente nada y entonces le puso unos trapos rojos a Estelle para que revoleara y agregó una película de verdad en el fondo, a ver si el espectador no se daba cuenta y entre truco de prestidigitación malo y truco de prestidigitación peor, se conmovía. Entretanto Jason, muy afectado por esta lección que jura haber aprendido (¿será el valor de los gestos totalmente desprovistos de contenido, eso que aprendió?) se va corriendo a perdonar a Liz. En la estupidez de ese plano está todo, pero si necesitan más, ahí tienen a Kara (Jessica Biel) sentada en una escalera de chapa que espera a Kelvin (Jaime Foxx) para darle un besito. Cuando se lo dan aparecen proyectados en la pantalla de un televisor con un croma de fondo, y encima la imagen se multiplica en un montón de pantallas. ¡Romántico y fino! O si no tienen a Reed (Ashton Kutcher, que lleva durante dos horas una camiseta rosa de manga larga y arrugada) y Julia (Jennifer Garner), dos amigos de años que ese día se dan cuenta de que deberían casarse porque es un buen plan casarse con el mejor amigo, entonces intentan darse un besito sin muchas ganas arriba de un puente y no les gusta, pero como la película no podía terminar ahí lo intentan otra vez y esta vez menos mal que sí les gusta. Travelling hacia arriba, luna llena, final feliz. ¡Felicitaciones zoquete, ya tenés tu frambuesa! Nadie podrá quitártela. Pensar que venía de ver Love happens, con Aaron Eckhart y Jennifer Aniston (no puede mover más los cachetes, olvídense de ella), y consideré con alegría que era una de las peores comedias románticas que había visto. En fin. Misterio para resolver: por qué a las señoras grandes que van al cine el domingo endomingadas a ver estas películas -¡pícaras que deben ser!- les da risa que una mujer encuentre a su yernito adolescente desnudo en la pieza y él salga corriendo cubierto sólo con su guitarra, y que Queen Latifah haga chistes verdes (sí, verdes) sadomasoquistas por teléfono y ponga trompita de dominatrix. ¿Será la misma gente que va a la calle Corrientes a ver teatro de revista? ¿Alguien sabe? Bueno, la cuestión es que el zoquete venía medio bien, había hecho Mujer bonita y Novia fugitiva (no serán buenas pero son películas, ¡qué tanto!). Vaya a saber qué le pasó este año. Por ahí ya en plena edad madura se fue dando cuenta de que no llegaba para el Oscar y decidió tirarse a la frambuesa. Lo bien que hizo: se la merece de todo corazón (de peluche colorado y con bombones adentro).
“Las historias cubren todo target posible: niños, adolescentes, adultos y tercera edad; héteros y homos; fieles e infieles; sexo telefónico, mejores amigos y hasta algún Edipo sin resolver. Lo único que no hay son pobres”. Y sí, tiene razón el amigo Juan Pablo Cinelli, de Página/12: Día de los enamorados es un panegírico al Star-system norteamericano, conformado por el constante pulular de famosos interpretando a distintas criaturas clase ABC1 cuya única problemática radica en el amor, o en la ausencia de éste. Amigos que no lo son, enamorados que no lo están, el relato intercala distintas tramas que se entrecruzan durante el 14 de febrero, para los argentinos un día hasta hace años igualitario al 13 o al 15 que se convirtió, globalización mediante, en la fecha de celebración de esa oda a la fiebre consumista que es el Día de los enamorados. Allí anda Ashton Kutcher como el buenudo florista a quien su novia desplanta horas después de aceptar el casamiento, el otrora buen actor Jamie Foxx recorriendo las calles para colorear el noticiero vespertino, Jessica Biel como una agente de prensa de éxito laboral inversamente proporcional al afectivo, Anne Hathaway ronroneando groserías en una hot line rusa, Julia Roberts poniéndole el cuerpo a un marine (¡!) que vuelve a casa para ver a su hijo, Bradley Cooper dispuesto a reconquistar a un viejo amigovio, y un largo etcétera de personajes más o menos sufrientes, más o menos ricos, más o menos éticos, más o menos queribles, pero siempre lindos. Queda en cada espectador la aceptación o no de esa (i)lógica cotidianeidad, de la verosimilitud y de esa coherencia interna en constante choque con la externa: no hay crisis, no hay burbuja financiera, no hay guerras ni crisis en el mundo que propone Garry Marshall, todos son felices. Hasta el inmigrante mexicano explotado en su trabajo se contenta con saberse amado. De allí que esa visión cosmopolita rayana con lo utópico hagan de Día de los enamorados una torta bien dulce y calórica que empalaga desde el tercer bocado-cuarto de hora, que uno termina deglutiendo más por obligación y voracidad que por auténtico gusto y placer. Esperemos que el pavo del próximo día de Acción de Gracias sea más apetecible.
Apología de una película mediocre A una película como Día de los enamorados uno le puede adjudicar cualquier tipo de catástrofe. Y acertará. Es todo lo manipuladora, melosa, simplista, aleccionadora que uno puede imaginar. Es más, es de esas películas que uno se animaría a comentar sin ver, porque ya sabe de antemano todo lo que puede ocurrir: teniendo en cuenta el registro coral (tan en boga), un chico conoce chica extendido por hipérbole. Pero aquí quiero hacer un paréntesis (sepa estimado lector que el crítico es todo lo manipulador que puede y hasta más aún que el cine que suele odiar. Y cuando un crítico comienza su texto como ha comenzado este, lo que se viene luego es una defensa de un producto entre berreta y medio pelo, pero que por algún motivo le ha resultado simpático. Lo que sigue es la apología más o menos justificada de una película mediocre). Como decíamos, el film de Garry Marshall dice todo lo que uno puede esperar sobre el amor verdadero, o al menos todo lo que uno puede esperar de un producto de Hollywood repleto de estrellas. Ahora ¿qué pasa cuando la película se asume como un artículo de merchandising sin mayor culpa? ¿Cuando te dice a la cara que lo que vas a ver es una serie de lugares comunes mejor o peor escenificados? ¿Cuando deja en claro que su propio tema, el Día de los Enamorados, no es más que un fenómeno comercial en el que se venden flores, bombones y demás cosas? Contra esa honestidad no hay cinismo crítico que le puede hacer mella. Día de los enamorados es eso: ni bien comienza, un locutor de una fm de Los Angeles dice que a partir de entonces se escuchará un compilado con las canciones de amor más conocidas. Lo que le sigue es un recorrido por la vida sentimental de más de una decena de personajes que se cruzan por esas cuestiones del guión, y que no son más que arquetipos montados por el imaginario del cine (la aparición de Shirley MacLaine, de hecho, sirve para una cita con la proyección de fondo de Hot Spell, protagonizada por Anthony Quinn y la propia MacLaine) y musicalizados de manera esperable. Pero hay más: Ashton Kutcher interpreta al dueño de una florería y sin pudor se dice que la fecha, el San Valentín, no es más que una posibilidad comercial. La visión transaccional del Día de los Enamorados no es cínica, sino que aporta una pátina de sinceridad que aligera la superficie del relato. Por tratarse de una idea similar (y pensemos idea no el campo del arte, sino en el de los negocios), Día de los enamorados puede ser comparada con Realmente amor, esa bazofia británica de hace algunos años en la que lo coral servía para unir a un grupo de actores famosos en el marco de la Navidad. Lo que hacía a aquella película realmente intolerable (más allá del primer ministro que interpretaba Hugh Grant) es que suponía al amor como una cura contra todos los males, que incluso podía suspender la muerte y la tragedia. Una película que justificaba su tesis sobre el argumento de que los pasajeros de los aviones secuestrados durante el atentado a las Torres Gemelas sólo se mandaron mensajes de amor a través de sus celulares, habla de una abyección de la que Marshall nunca hace uso. En Día de los enamorados no hay dolores excesivos, ni tragedias que se tapan con peluches y mensajes de amor. Sí hay algunas historias que se pasan de rosca de sensibles y terminan siendo sensibleras, lo que permite ver el límite de este tipo de productos. También una corrección política que intenta no dejar a nadie afuera: creo que sólo faltó una historia de amor entre mascotas. Aquí cada uno (las estrellas) asume su rol y lo que le toca hacer sin mayores estridencias. Ahí es donde Marshall demuestra que conoce el género, o al menos el cine romántico de receta, ese de las pequeñas películas que uno termina aceptando por simpáticas y no mucho más que eso. Además, bien en la línea clásica del cine norteamericano, el director no quiere aparentar ser inteligente, sino contar decentemente su cuento. Y eso es Día de los enamorados, un peluche tierno, simpático, acariciable, con un corazón de paño pegado en el pecho que dice “te quiero”, pero que irremediablemente cuando uno crezca lo dejará olvidado en algún armario. Una película inocua, pero sin grande moralejas ni enseñanzas de vida, que tiene la suficiente honestidad como para saberse tal, y apostar exclusivamente a ser esa película que las parejas verán cada 14 de febrero, entre la cena y la cama. Eso es más o menos lo que dice la voz en off que abre y cierra la película. Y se sabe, el que avisa nunca engaña… y en el amor, no engañar es un logro mayúsculo.
EL AMOR EMPALAGOSO Película de prediseño, la cual el director Marshall y los productores ejecutaron como una verdadera acertada de mercadeo: caras famosas en abundancia, breves historias -la mayor parte insignificantes, repetidas, estériles-, "Los Angeles city" como meca del romance y mucha, tanta azúcar artificial, que en su probar empalaga, por su excesos tanto de personajes -algunos pinchados con alfileres- como de absurdas y bobas resoluciones. Sin dudas la idea era vender una de romances, de ribetes comediescos, algo de glamour y supuesto cine coral. Allí deambulan , en las 24 hs que dura la conmemoración -ya casi impuesta a nivel comercial desde el norte hasta en los países más subdesarrollados-, una serie de personajes que van a ir desenrollando como puedan breves situaciones que van y vienen todo el tiempo, donde quizás la que más destaque sea la de la maestra enamorada (No..no es Lolita Torres en aquella vieja peli nacional), a cargo de Jennifer Garner y hasta ahi, el resto incluyendo lo brevísimo de Julia Roberts, o lo paupérrimo de Jamie Foxx y por su lado la del matrimonio maduro de Shirley MacLaine y Hector Elizondo, es todo tan vacuo como torpe en lo cinematográfico, y ni que hablar de las dos historias de adolescentes que van a un mismo secundario, son tan deplorables que no se pueden creer. No hay sorpresa,ni hay estímulos para ver cine bueno por este lado. Como esos horrendos y denodadamente "kitch" Osos grandes de peluche color rosa, como esos grasas globos de plástico con leyendas tipo "I love you" dentro de un corazoncito más grasa aún, como esas cajas de bombones de recargado dulce de leche, asi es esta peli ideal de cine-shopping. El amor en el cine es otra cosa, es el de la reciente y estupenda "Los amantes". No hay otra.
Aprovechando el espíritu romántico del Día de San Valentín, se estrenó esta comedia de historias entrecruzadas con un elenco de caras famosas y lindas. Como han hecho para convencer semejante elenco de participar en esta película predecible y poco graciosa? No lo sé. Ya no es un buen indicio si teniendo un grupo de mas de 15 "movie stars" (entre ellos Julia Roberts, Shirley McLaine, Jamie Foxx y Anne Hathaway) se elige a Ashton Kutcher como uno de los principales. La comparación con "Love Actually" es inevitable, aunque el director Garry Marshall (quien desde "Pretty Woman" y "Frankie and Johnny" no hace una buena) no logra capturar ninguno de los aciertos de aquella muy buena comedia inglesa. Aquí son pocas las historias o escenas (ya que algunas ni llegan a ser historias) rescatables, puntualmente dos, y lo son gracias a las buenas actuaciones de sus protagonistas. La primera, la relación entre la operadora de una hot line (divina Anne Hathaway) y su compañero de trabajo (Topher Grace). Ambos pegan bien juntos y ella logra uno los pocos momentos divertidos con sus charlas sexuales. La otra, la conversación entre un ejecutivo (Bradley Cooper) y su compañera de asiento (Julia Roberts) en un avión. El resto son repetidas, mal escritas y desperdician un buen elenco. A pesar de no contar con una buena historia, Jennifer Garner aporta su carisma y simpatía para sacarla adelante. Luego solo quedan algún que otro buen momento de Jessica Biel, George Lopez y Hector Elizondo (un clásico en los films de Marshall). Para no dejar afuera al público teen, hay una parejita formada por Taylor Lautner ("Twilight") y Taylor Swift (una famosa cantante country) que es horrible. Con dos horas de duración se hace larga y lo mas entretenido es ver las caras famosas que van apareciendo.
VideoComentario (ver link).
Hace ya algún tiempo se estreno en Argentina, (se consigue en DVD y la repiten mucho en los canales de cable) “Realmente Amor” (2003), una comedia romántica de origen ingles, de factura perfecta y que se desarrollaba durante las cinco semanas anteriores a Navidad. Un film de varias historias de amor entrecruzadas que vagaba desde una Cenicienta moderna hasta Melody, pasando por todas las formas de amor trabajadas por Erich Fromm en “El arte de Amar”, si se quiere. Pero cuando ya nadie se lo esperaba, Hollywood, y su maquina trituradora de buenos productos, realizo una remake camuflada con el nombre original de “Valentine´s Day”. El encargado de su realización fue Garry Marshall, conocido por la exageradamente sobrevalorada “Mujer Bonita” (1990), a la que Ken Russell le respondiera en su momento con “Prostituta” (1991). En esta ocasión, el tema vuelve a ser el amor. Para ello hace uso de varias historias cruzadas en un mismo día, el de San Valentin. Así tenemos historias de amor no correspondidos, gente que no se merece que la quieran, una pareja con 50 años de casado, un chico enamorado, pero que el objeto de su amor ni sospecha de tener un “admirador” secreto. Todas y cada una de estas historias tienen su correlato directo con la original británica, se descubren, se huelen, pero no se disfrutan. Típico relato de factoría, se torna previsible, salvo en aquellas en que el espectador es engañado a través de una mentira, y el giro particular de esta intenta sorprender, pero sólo se muestra como lo que es, una manipulación del espectador. Si es para destacar la cantidad de actores de primera línea que conforman, que le dan vida a estos personajes, desde Julia Roberts, una integrante del ejercito, en un vuelo en proceso de retorno a su hogar después de 11 meses de ausencia; Shirley MacLaine y Héctor Elizondo, como la pareja de viejos: Jamie Foxx como un periodista deportivo escéptico del amor haciendo notas al respecto; Jennifer Gardner como una enamoradiza empedernida, junto a Patrick Dempsey en el rol de un “cardiocirujano” famoso. Todas los relatos parecen girar alrededor del personaje Ashton Kuchter, un florista, (¿bastante simbólico, no?) enamorado de Jessica Alba, etc. La lista es casi interminable, y en realidad los actores son lo mejor del filme, las actuaciones, digo, las historias no están bien hilvanadas, como si no hubiese un esquema de montaje, el diseño de sonido sólo es un rejunte de canciones pegadizas, melosas, empáticas, la dirección de arte brilla por su ausencia, algo así como hagámoslo rápido, sólo algunos detalles de escenografía correctos y las más de dos horas de duración se hacen eternas. Por los resultados se podría decir que le hace más homenaje al 14 de febrero de 1929, el día que Al Capone produjo la masacre, que al símbolo del amor. Si usted es de aquellas personas que disfruta de las comedias románticas, remítase a la original.