De Verónica Roth, la saga Divergente se compone de 3 libros: Divergente, Insurgente y Leal. En un futuro post-apocalíptico, la gente es dividida en 5 facciones: Sabiduría, Cordialidad, Erudición, Osadía y Verdad. Todos pertenecen a una dependiendo de su personalidad. Beatrice es hija de una familia de Abnegación, pero su vida siempre la ha llevado por caminos distintos, cuestionando todo y no siguiendo las reglas de su facción. Es cuando cumple al mayoría de edad que decide cambiar de facción, Osadía y enfrentar las consecuencias de su decisiones, y al mismo tiempo, demostrar al mundo quién es en verdad Tris Prior mientras enfrenta una guerra por su país y por sí misma, al ser Divergente. Shailene Woodley (The Descendants) es la elegida en el papel principal. Theo James (Underworld Awakening) el "atractivo" masculino y dirigidos por Neil Burger (The Illusionist). Lionsgate es la responsable de esta nueva saga teen y los seguidores en EU (en donde se estrenó hace un par de semanas) son los responsables de asegurar los ingresos de la película para que se haya confirmado que se adaptarán los dos libros restantes probablemente en una tetralogía. La historia de entrada es mala. En una mala combinación de Harry Potter y Los Juegos del Hambre, el problema de adaptar una novela escrita en primera persona supone que el resto de los personajes son planos. Todos son vistos en el cristal del protagonista, y los malos son totalmente malos, y los buenos siempre son buenos. Nos enamoramos de la misma persona y queremos ser los héroes, que al principio niegan sus habilidades y después, tras sufrir algunas pérdidas, aceptan su destino y lo enfrentan. Divergente es más de lo mismo y honestamente, aunque Shailene Woodley es una muy buena actriz, carece de toda empatía con el público y no logra consolidarse como la nueva heroína juvenil. Si, los números en taquilla han hablado, pero todos sabemos que eso no refleja la calidad de la película. Agradecemos a este tipo de libros que hagan leer a los jóvenes, pero lo cierto es que la calidad de la historia deja muchísimo que desear, y por lo tanto, la película es más de lo mismo.
Divergente es una historia estereotipada que apenas entretiene y no deja ni con el mínimo deseo de ver una nueva entrega. Del mismo modo que cuando se estrenó 300 luego aparecieron una gran cantidad de films con la misma estética, en este caso es imposible no pensar en Los Juegos del hambre, pues si bien no es idéntica en su temática, tiene muchos puntos....
Un lugar en el mundo La película de acción está ambientada en un futuro post-apocalíptico y se basa en el best-seller de Verónica Roth, que continúa con los libros "Insurgente" y "Leal". Apuntada claramente a un público adolescente y próxima a convertirse en una nueva saga como Los juegos del hambre, Divergente se sitúa en Chicago, donde la sociedad está dividida en facciones según la personalidad de cada individuo: Verdad, Abnegación, Osadía, Cordialidad y Erudición. La adolescente Tris Prior (interpretada por Shailene Woodley, de Los descendientes) busca su lugar en este caótico mundo y su personalidad difiere de todo el resto, por lo tanto nunca encajará en ninguno de los grupos. La película sigue el entrenamiento al que es sometida cuando ingresa en "Osadía", las pruebas y desafíos (saltar desde un tren en marcha o directamente arrojarse al vacío sin saber lo que hay en el fondo) que tiene por delante, pero no se siente cómoda en esa facción hasta que descubre una conspiración que intenta eliminar a todos los "divergentes", aquellos que se oponen al sistema manejado por Kate Winslet. Para salvarse y salvar a aquellos que ama (madre incluída encarnada por Ashley Judd) tendrá que confiar en Cuatro (Theo James) y derrotar al enemigo. El director Neil Burger (El ilusionista, Sin límites) prioriza las panorámicas de una ciudad devastada que sólo permite a las personas ser a una "sola cosa" y no otra, cuando la joven heroína descubre que es una Divergente. La película no ofrece sorpresas y se vuelve tediosa en su primer tramo, ganando interés en los minutos finales cuando el complot se poner en marcha, entre enfrentamientos y persecuciones. No hay mucho más en este relato que "borra" las mentes de las personas y las somete a un juego que promete más andanzas de una heroína que, en lugar de arco y flecha, tiene arma y destreza para la lucha. Shailene Woodley es lo mejor de esta entrega y Winslet queda desdibujada como la villana de turno.
Los jueguitos del hambre Cuando una película remite (casi) todo el tiempo a otra es que estamos en problemas. Y eso es lo que ocurre con Divergente, primera entrega de la saga basada en tres novelas de Veronica Roth (serán cuatro films porque el último libro se dividirá en dos) que es poco más que un burdo reciclaje de múltiples elementos ya vistos en la bastante superior Los juegos del hambre. Distópica y post-apocalíptica, Divergente nos traslada a una Chicago que ha sobrevivido a una guerra que arrasó con casi todo el resto del mundo. Allí se han establecido cinco distritos/facciones (en los Juegos del Hambre son 13) y cada adolescente a los 16 años debe unirse a uno de ellos: Verdad (para los sinceros), Abnegación (para los altruistas), Osadía (para los valientes), Cordialidad (para los pacíficos) y Erudición (para los inteligentes). Ocurre que Tris (la insulsa Shailene Woodley, lejísimos de esa actriz que prometía tanto en Los descendientes) es una divergente y, por lo tanto, una amenaza, un ser incontrolable para un sistema con mucho de totalitario (ay, esas referencias obvias al nazismo). La heroína se une a los intrépidos integrantes de Osadía (aquellos que deben custodiar a la comunidad) y allí conocerá a un instructor hot llamado Four (Theo James), con quien mantendrá una relación casta bien a la… Crepúsculo (sí, no se privan de ninguna analogía). El director Neil Burger había demostrado su oficio narrativo con Los afortunados, El ilusionista y Sin límites, pero aquí su capacidad queda por completo desdibujada (así como la de una actriz absolutamente desperdiciada como la aquí malvada Kate Winslet) en medio de una trama de alegorías banalizadas y elementos melodramáticos (sobre todo familiares) y románticos de una superficialidad pasmosa incluso en el contexto de una saga adolescente sin demasiadas exigencias. Todavía quedan tres películas para remontar la franquicia… o padecerla.
Serás lo que debas ser Nueva franquicia que se somete a las reglas del cine para adaptar la trilogía de Verónica Roth –este es el primer libro al que le sigue Insurgente y Leal- tendiente a ganarse los millones que pueda dejar el público teen cautivo y que puede definirse como una mezcla de Harry Potter con Los juegos del hambre. En Divergente, dirigida por Neil Burger (El ilusionista), la idea central es que cada ciudadano de una ciudad de Chicago post apocalíptica debe encontrar su lugar en cinco facciones distintas por las que se dividió a la sociedad con fines dudosos, pero que no hacen otra cosa que reafirmar la idea de control social desde las esferas del poder. Esas cinco castas o facciones reclutan a las nuevas generaciones de acuerdo a su personalidad o característica. Sin embargo, como siempre ocurre existe una minoría de desclasados o parias, quienes no pueden integrar ninguna facción. Su cara opuesta son aquellos que se destacan para cualquiera de las facciones y que se llaman, por esa cualidad, divergentes. La divergencia responde a la capacidad de adaptación pero también supone un peligro para el orden instaurado por lo cual se debe aniquilar a este reducido grupo, entre quienes se encuentra como no podía ser de otra manera Tris Prior (Shailene Woodley), cuyos padres integran la facción de la Abnegación mientras que su hermano se ha volcado hacia la facción de la Erudición cuando ella decide formar parte de la casta Osadía, jóvenes intrépidos que se preparan para la guerra y que se destacan por encima de las otras facciones. Como introducción de esta saga, el film se toma demasiado tiempo en el desarrollo de toda la etapa de iniciación bajo la fórmula reclutamiento-entrenamiento-enfrentamiento en el campo de batalla. Allí, las peripecias para nuestra heroína de turno acrecientan intensidad, enemigos que aparecen en el camino y un verdadero interrogante hacia el futuro en relación al rol que ocupará de acá en adelante. Por supuesto no dejarán de aparecer algunos personajes secundarios de menor atractivo y el interés amoroso en la figura de Cuatro (Theo James), el instructor y líder de la facción Osadía, quien siente un atractivo particular por la misteriosa Tris y su secreto. Las escenas de acción no deslumbran y no superan el grado de prolijidad necesario como para no pasar vergüenza, aunque la trama a esta altura parece demasiado lineal y los personajes unidimensionales mucho no dicen ni tampoco se logra vislumbrar una evolución a nivel temático para despertar cierta curiosidad en la franquicia.
Reflejo del Hambre La culpa es de J. K. Rowling. La literatura juvenil no la necesitaba. Nos podríamos haber quedado con Stevenson, Dickens, Alcott, Twain… pero no. La escritora británica tenía que traernos a Harry Potter y como si no fueran poco la cantidad de fans y escritores que empezaron a imitar el modelo del niño mago, Hollywood debía hacer lo mismo. Así es la cosa. La última década y media, la literatura juvenil se dividió entre preadolescentes en mundos de fantasía y adolescentes busca destinos en medio de triángulos románticos, en futuros post apocalípticos o mezclados con vampiros y hombres lobos. Así estamos. Porque si no fuera poco ver (y leer) a Suzane Collins, Stephanie Meyer, tenemos ahora que aguantar a la joven Verónica Roth y su saga, que poco y nada difiere de la de la creadora de Los Juegos del Hambre. Y si bien – gracias a Peter Jackson y Tolkien – se empezaron a rescatar los relatos de fantasía de la Edad Media y afines – Narnia, La Brújula Dorada, Eragon – que apuntan a un público más infantil, en esta segunda etapa más romántica con protagonistas femeninos, prevalece la telenovela romántica antes que la aventura o la metáfora fantástica. Teniendo representantes como Huxley, Dick, Matheson, este futuro que pintan Collins o Roth lo único que muestran es prácticamente lo mismo que ya nos mostraba Fritz Lang en Metrópolis. Mundos divididos entre dos clases sociales: los poderosos y los humildes, todos “luchando” por sobrevivir dentro de un mundo devastado. No muy diferente a la realidad. En Divergente. la sociedad de Chicago – único lugar con humanos en todo el planeta – está dividida entre los eruditos (los hombres de ciencia), los osados (el ejército), los que siempre dicen la verdad (los abogados), los amables (campesinos y agricultores) y los abnegados (los pensadores que son líderes políticos). También hay gente viviendo en las calles. Ellos no tienen facción… Y hay un muro, que separa la sociedad de los… (a esperar las secuelas). Beatriz es hija de Abnegados, pero pronto tiene que hacer la prueba para elegir su “identidad”. La prueba la califica como “divergente” o sea que posee características de todos las facciones, lo cual es una condena de muerte, según los eruditos, que están tomando mayor poder y quieren borrar a los abnegados del mapa social. Léase: los científicos quieren ocupar el rol de los políticos en la sociedad. Gracias a la ayuda de una tatuadora, Beatriz logra esconder los resultados de la prueba y a la hora de elegir facción se inclina por los “osados”. A partir de ahí tendrá un entrenamiento que le servirá para rebelarse y enfrentarse finalmente con los mismos que la entrenan. Pero, por supuesto, no habría conflicto sin interés romántico y acá aparece, el fortachón carilindo entrenador, Tobías, que la ayuda ante el duro Eric, una especie de R. Lee Ermey de Nacido para Matar, de Kubrick. El film del impersonal Neil Burger, en quien algunos depositaron mucha confianza tras la sobrevalorada El Ilusionista, tiene como moraleja “ser distinto es lo que salvará tu vida”, pregona por el libre albedrío y conservar la identidad de los individuos. Pero la película es lo opuesto a eso. Está atada al sistema. No solo es convencional, mecánica, aburrida desde lo formal y lo estético, sino también previsible, monótona, obvia, subrayada, discursiva al extremo del absurdo. Burger no se toma riesgos de ningún tipo. Ni siquiera en la elección de los actores. Todos los jóvenes son realmente esbeltos y tienen curvas perfectas. En una época donde se intenta que los adolescentes tengan menos prejuicios contra sus cuerpos, Hollywood dora la píldora con actores extraídos de jugueterías. Ni la prometedora Shailene Woodley se salva, inexpresiva como pocas, es lamentable el poco carisma que transmite. Tampoco se destacan actores más veteranos como Ashley Judd, Kate Winslet o Tony Goldwyn. Todos en piloto automático. La reducida sensibilidad de cada personaje, el esquematismo, la ausencia de humor, los diálogos forzados, terminan por generar que extrañemos a Los Juegos del Hambre, que es superior solamente porque el elenco consigue momentos más creíbles. Burger maneja mal la tensión y el suspenso. No consigue generar un clima para mantener el ritmo durante las dos horas y cuarto que promedia el film. Y lo peor de todo es que ni siquiera es decepcionante. Es mediocre por ser más de lo mismo.
Dentro de las últimas producciones que se hicieron basadas en éxitos literarios juveniles, Divergente resultó una película decente que adapta la primera entrega de la trilogía homónima de Verónica Roth. En este caso la propuesta se centra en la ciencia ficción y brinda un atractivo conflicto en un futuro distópico donde el gobierno norteamericano divide a las personas en la sociedad según sus conductas y aptitudes. Un concepto que recuerda por momentos a la novela de Philip K. Dick, "Los clanes de la luna alfana", donde los internos de un hospital psiquiátrico se dividían en grupos según la psicopatía que sufrían y fundaban ciudades que se adaptaban a sus necesidades. La trama era completamente distinta pero presentaba un tipo similar de divisiones sociales. La dirección de Divergente estuvo a cargo de Neil Burger, responsable de El ilusionista, quien centró su trabajo en las interpretaciones de los protagonistas más que en la acción y el despliegue de efectos especiales. A diferencia de otras películas de este género donde todo se resuelve en una hora y media y los personajes principales se convierten en héroes en apenas 10 minutos, Burger se toma su tiempo para desarrollar muy bien la transformación y madurez que vive la heroína a cargo de una sólida Shailene Woodley (Los descendientes). Una joven actriz que interpretó con mucha convicción su personaje y es la figura que más termina por sobresalir dentro del reparto. Un caso distinto es el de Kate Winslet, cuyo rol de villana quedó un poco trillado, pero como su presencia en el film apenas supera los 10 minutos tampoco llega a ser algo demasiado grave. Lo atractivo de Divergente es que presenta un conflicto con ideas interesantes y afortunadamente le escapó al insufrible cliché del triangúlo amoroso con el que saturaron este tipo de propuestas en el cine. Inclusive el romance fue trabajado de manera decente y el director Burger también evitó esas escenas ridículas de telenovelas juveniles que se vieron en filmes como Hermosas criaturas y Cazadores de sombra. Entre las producciones recientes concebidas principalmente para el público adolescente vimos películas tan malas que Divergente se termina disfrutando. No es una estreno imperdible pero ofrece un buen entretenimiento.
Un titulo que entretiene con muchísimas creces y consigue que el espectador se identifique lo suficiente para seguir el viaje. Si he de ser sincero no daba ni dos pesos por Divergente, ni dos pesos, ni dos centavos, ni dos de esos botones que en un bolsillo uno ingenuamente confunde por monedas. Entre a la privada, con el prejuicio a flor de piel por la terrible reputación que las adaptaciones cinematográficas de novelas Y.A. (Young Adult) vinieron cosechando por obra y gracia de Crepúsculo, (al igual las muchas que han tratado de repetir su “éxito”) solo para ser volteado del caballo y en buena lid. Defender una película como esta no es fácil; primero no leí la novela en la que se inspira, y segundo, no lei la saga de libros de The Hunger Games (o vi sus adaptaciones cinematográficas; no me linchen) de la cual muchos creen esta saga es un plagio. Eso se lo voy a dejar a los fans. Aca la cuestión es si funciona como narrativa, y la respuesta, al menos desde mi humilde opinión, es que si. No es una obra maestra, estas cambian la cinematografía y Divergente no apunta a eso. Pero me rehuso categóricamente a tildarla de mediocre, como muchos otros probablemente harán. ¿Qué motivos puedo tener? Principalmente, y por encima de todo, Divergente no aburre… para nada. ¿Cómo está en el papel? En una Chicago post-apocalíptica rodeada por una gran cerca como resultado de una gran guerra, la sociedad está dividida en cinco facciones: Erudición, Abnegación, Osadía, Cordialidad y Verdad. Nuestra protagonista, Tris Prior, nació y fue criada dentro de la facción abnegada y al cumplir 16 años debe elegir a que facción va a pertenecer el resto de su vida. Previa a esta elección, debe someterse a un examen que le dira para que facción esta mas predispuesta. Dicho examen la muestra con igual predisposición para la Osadía, la Erudición y la Abnegación, o sea una Divergente, o sea que no entra en una categoría especifica, o sea una amenaza para esta sociedad que desea tener todo controlado. Cuando ella debe elegir en una ceremonia, se inclina por la facción de Osadía, la que probara tener una iniciación con una serie de pruebas absolutamente desafiantes, tanto a nivel físico como a nivel mental. Pero a medida que progresa su entrenamiento, ella descubre que hay una conspiración por parte de la facción de la Erudición para desbancar del poder a los de la Abnegación, etapa en la cual no solo no podrá confiar en nadie sino que deberá cuidarse de que no descubran lo que ella es. La historia pone a la protagonista desde el incidente desencadenante hasta el desenlace en una situación constante de elegir entre dos opciones irreconciliables. Todos y cada uno de los desafíos a los que se expone no solo representan un desafío físico, sino mental y emocional. En cada escena siempre hay algo en riesgo. En cada escena la protagonista aprende o se equivoca. Se fortalece y se debilita. Una montaña rusa que no da tregua. No pude sacar los ojos de la pantalla en ningún momento. ¿Pero que tal el costado temático, el subtexto? Aquí es habitualmente donde las historias Y.A. suelen pifiarla fiero, y es el objetivo de la mayoría de las criticas, bromas y ataques de quienes no toleran el género. ¿Cómo rinde Divergente en este apartado? Bastante mejor les diría, o al menos en comparación a sus poco ilustres antecesoras. No tiene lo que se dice ¡Guau, que profundidad filosófica!, pero las escenas siempre encuentran la manera de fusionar los conflictos y obstáculos con los temas de la película: los miedos, la confianza, la pertenencia y la identidad. En especial este último punto, ya que no se limita a una simple cuestión de confianza en uno mismo, sino de elegir un camino propio a pesar de que toda nuestra formación nos impulsa a encajar, a elegir un camino predeterminado que nada tiene que ver con nuestros deseos, o siquiera con lo que somos en el fondo. Es sobre la valentía de afrontar esa decisión, las consecuencias que esta conlleva, por devastadoras que estas sean y no rendirse. No olvidemos, es Y.A., y esas cuestiones son habituales y la película las sabe poner en el contexto de la historia sin necesidad de ser discursiva. ¿Y qué tal la subtrama romántica? Otro apartado en donde la mayoría de las historias Y.A. la pifian aun más fiero es en el desarrollo y el mensaje que estas dejan, y si he de ser brutalmente sincero, donde la mayoría de mis prejuicios estaban arraigados; “Pibe fachero, es obvio que termina ligando a la protagonista”. Si bien no hace falta ser un genio para saber que se va a dar así, lo que me hizo dejárselo pasar es como se termina dando. No es un romance arraigado en las apariencias y en el rol del interés romántico como el gran salvador de la protagonista cual damisela en apuros, sino todo lo contrario. Este la entrena, la guía, la inspira a confiar en si misma, pero la acción ultima siempre queda a manos de ella. Es un amor basado más en la confianza y en el respeto mutuo. Como debe ser. ¿Cómo esta en la pantalla? Si bien tiene los efectos visuales y el diseño de producción justos y necesarios para hacer creíbles este futuro distópico, el aspecto técnico responde más a ser un trasfondo adecuado para el lucimiento físico y expresivo del aspecto interpretativo. Shailene Woodley da vida con increíble madurez a Tris Prior. Ella despliega con fluidez y mucha credibilidad el enorme abanico de emociones que le exige el guion. Sabe como manifestar la fragilidad y a la vez la rudeza que adquiere su personaje con el devenir del relato. Su expresividad y su entrega fueron cruciales para poder seguir al personaje en su viaje. Kate Winslet, en lo poco que aparece, da vida con mucha clase y precisión a una villana fría y manipuladora, dándole una distinción que otra actriz sin su talento hubiera reducido a un cliché. Conclusión Solo el tiempo dirá si la saga de Divergente se consolidará con el tiempo o quedara relegada a un efectivo primer episodio y nada más. Pero me veo obligado a decir que agradezco el que haya derribado mis prejuicios y me haya hecho pasar un rato más que agradable en la sala de cine. Este título cumple de forma sobresaliente su intención de entretener, no decae en ningún momento y tiene las bases tematicas lo suficientemente cubiertas para no ser descartada como hueca. Si la eligen, mal no la van a pasar.
Basada en una popular saga literaria DIVERGENTE es una evidente metáfora sobre lo que para los jóvenes significa hacerse mayor y madurar. La cinta logra mantener el interés durante todo el metraje pero carece de la espectacularidad que una historia así se merece, de hecho sólo una escena de acción resulta lo suficientemente adrenalitica. Mirando de reojo la popular LOS JUEGOS DEL HAMBRE, los productores han intentado recrear la estética de esta, aunque en la elección del cast, la cinta con JENNIFER LAWRENCE está varios pasos por delante. Sólo para incondicionales de la serie literaria.
Fabricada en línea de montaje Es una ley tan vieja como el cartel de Hollywoodland y tiene plena vigencia en el siglo XXI. Si a usted, señor productor, le va bien con una, haga dos, tres o cuatro más. Y si usted es otro productor y no tiene los derechos, haga algo parecido pero sin caer nunca en el plagio. Pueden ser superhéroes, sagas sobre un pasado de fantasía o “distopías” futuristas con protagonistas adolescentes. Nada de ello es malo en sí mismo y estas producciones pueden derivar en abominaciones cinematográficas, productos dignos e incluso alguna que otra obra maestra. Divergente, basada en la primera de una serie de tres novelas de la escritora Veronica Roth, intenta absorber a una parte de ese público que adoró Los juegos del hambre y su secuela, con la cual comparte un futuro dividido en “facciones” y un puñado de jóvenes atrevidos y rebeldes que encarnan, por supuesto, una luz al final del camino ante tanta sociedad represiva. Son los Salieris de Orwell, a mucha honra o desgracia. Las relaciones con la exitosa franquicia de los vampiros crepusculares también se dejan ver en Divergente, en el plano general –con sus grupos de muchachos y muchachas embanderados en actitudes, formas y códigos de vestimenta– e incluso en detalles como la reticencia de la protagonista, Tris (Shailene Woodley), a pasar del beso superficial, con un “no quiero ir tan rápido” como cinturón de castidad disfrazado de promesa. Teniendo en cuenta el escenario post apocalíptico que la rodea, algo así como un “a no coger aunque se acabe el mundo”. Lo cierto es que dos horas antes, al comienzo de Divergente, Tris no se llamaba Tris y tampoco era miembro de Audacia sino de Abnegación, dos de los cinco grupos en los cuales los habitantes de esta Chicago del futuro han sido estereotipados y segmentados con la excusa de mantener la paz y el orden. Sociedad en la cual, aparentemente -–y sólo aparentemente–, todo funciona de maravillas. Es por eso que la chica corre un serio peligro: ella es una “divergente”, es decir, alguien que nació con capacidades para ser osada, abnegada, sabia, cordial y honesta, todo junto y revuelto. En otras palabras, un ser humano con todas las letras. Metáfora va, metáfora viene, con el telón de fondo de un buen diseño de producción digital, el director Neil Burger (el mismo de El ilusionista) y los guionistas se las arreglan para meter en 139 minutos una gran cantidad de idas, vueltas, desvíos y subtramas, dejando el camino bien pavimentado para las tres secuelas que se vienen. Precisamente, una de las guionistas es Vanessa Taylor, productora ejecutiva de la exitosa serie Game of Thrones. Casualmente o no, la película edifica la narración con un formato cercano al televisivo, no tanto en escenas como en módulos narrativos (un tema sobre el cual todavía no se ha teorizado en profundidad: la influencia de las más recientes series en la estética cinematográfica mainstream contemporánea). La primera hora y cuarto de Divergentese concentra en el entrenamiento de Tris en su nuevo hábitat y cada uno de esos “módulos” culmina con una prueba o desafío físico o mental. La segunda mitad se deja llevar por el enamoramiento (el muchachito es nada menos que su entrenador, llamado Four e interpretado por Theo James) y el melodrama familiar, al menos hasta el momento climático, cuando Tris se enfrenta a la súper-villana de Erudición, una Kate Winslet que se saca de encima el rol con cierta altura. Divergente es pop fabricado en línea de montaje: poco brillo, cero ironía, escasa creatividad.
Curso gratis de liderazgo Primera de una saga de cuatro películas, tiene romance, acción, malos malísimos y a Shailene Woodley (“Los descendientes”). No empezó, por cierto, con aquel niño mago de los anteojitos rotos, pero las historias con protagonistas que no encajan en una sociedad se fueron convirtiendo en sagas literarias y luego cinematográficas. Ya a esta altura da lo mismo si Harry Potter en Hogwarts pertenecía a Gryffindor o a otra de las cuatro casas de la Escuela de magia, y si Bella no sabía si enamorarse de un vampiro o un lobo en Crepúsculo. En Divergente, Beatrice (luego Tris) no ensambla en ninguna de las cinco facciones en las que quedó dividida la sociedad luego de una guerra, en una Chicago futurista y apocalíptica. Pero si en la saga de Potter era el sombrerito el que elegía adónde pertenecía cada alumno nuevo, en Divergente la decisión de ser lo que se quiere ser es de cada quien. Las facciones son Erudición, Abnegación, Osadía, Verdad y Cordialidad. La familia de Beatrice está en Abnegación, la casta que gobierna, pero al hacerle un test ella resulta Divergente y cuando decide, opta por Osadía. Lo que sigue es una fuerte competencia dentro del grupo, en un entrenamiento feroz (cual Los juegos del hambre) porque pocos seguirán adelante, y el resto serán desclasados. La comparación con las sagas ya nombradas no es ociosa, y hay aquí mucho de Los juegos del hambre -protagonista femenina que debe luchar por su supervivencia-, pero sin la crítica social a los medios de comunicación y en especial al reality. Divergente es el comienzo de una saga adolescente de fuerte impacto, con ritmo sostenido y gran despliegue de producción. Y, de paso, el tanque de Semana Santa. En esta saga está más claro que en otras que el poder de uno mismo es el motor que lo lleva adelante. Tris no tiene un físico como para estar en Osadía, pero a ella el miedo, el temor, no la paraliza. La despierta. En ese ejemplo está, tal vez, la razón por la cual el libro Divergente se convirtió en un éxito instantáneo, y tenga en los cines un correlato acorde. La autora, Veronica Roth, tenía sólo 22 años cuando publicó la novela, que tendría dos continuaciones (Insurgent y Allegiant -la saga fílmica contará con cuatro películas, ya que el último libro estará dividido en dos filmes-). Sheilla Woodley (la hija adolescente del cornudo George Clooney en Los descendientes) da perfecto con el rol. Su personaje tiene su costado romántico, cómo no, pero lo que más atrae es que es una más, que si triunfa es porque persevera. Y si está algo desperdiciada Kate Winslet, como la malvada que desde Erudición quiere tomar el poder y eliminar a los Divergentes, la película tiene suficiente brío en cada vuelta de tuerca, en sus sorpresas y su desarrollo para nada lineal.
Sencilla y cautivante Otro lanzamiento con continuación anunciada. Ésta es la primera de una nueva serie de películas basadas en libros de éxito entre adolescentes, como Harry Potter (también niños en ese caso), como Crepúsculo, Los juegos del hambre, Academia de vampiros (que probó que el éxito del libro no garantiza el éxito de la película). Además, Divergente es otra película de ciencia ficción, otra utopía negativa acerca de nuestro futuro como sociedad, como Los juegos del hambre. Y, como Los juegos del hambre, con protagonista femenina, una chica joven que sabe patear, pegar, tirar. En este caso es Shailene Woodley, que, a partir de ahora, con la eficacia demostrada para todas esas acciones y también para hacernos creer en su fragilidad, su belleza y mucho más, seguramente será una estrella. Divergente presenta una sociedad, después de una gran guerra, dividida en facciones según las habilidades o inclinaciones de la gente. El relato transcurre en Chicago, y a esa ciudad de arquitectura y skyline extraordinarios se la muestra un tanto arruinada, al menos en ciertos sectores. Y como muestra de que no está en sus mejores días se nos hacen ver cables que van de lado a lado de las calles (algo que en Buenos Aires es lo normal; un espanto urbano normalizado). Los adolescentes de esta sociedad tienen que elegir qué serán, a qué facción irán. Y aquí nos detenemos con el detalle del argumento, una práctica de la crítica demasiado extendida y con demasiada extensión. Consistente La película tiene algo de Brazil, pero con poco humor; algo más de Un mundo feliz, de Aldous Huxley, y, como ocurre últimamente, una pizca de concurso televisivo de esos que llaman reality (el orden de descarte de los jóvenes en el entrenamiento). Divergente -está claro- no exhibe una gran originalidad en su planteo argumental y tiene unas cuantas frases que apuntan con demasiada simplicidad al corazón adolescente promedio. Y, como peor defecto, despliega una música demasiado atronadora, demasiado presente, demasiado obvia. Dicho esto, el film ofrece una consistencia notable, una narrativa de una claridad meridiana, un montaje que evita cualquier lógica confusa incluso en momentos de mucho movimiento y una sencillez que utiliza a su favor, sobre todo en el accionar de los personajes. El universo que despliega es sólido, los elementos son solidarios entre sí, Kate Winslet con pocos minutos seduce -casi hipnotiza- a la cámara, y la película no necesita abusar de la acción ni de las secuencias demasiado extensas: resuelve y avanza, cuenta y acopia tensión y suma capas para su fascinante protagonista. Tris (o Beatrice, la ya elogiada Woodley) es el símbolo perfecto y simple de la adolescente que no encaja. Divergente inicia una (otra) serie de películas. Y de las mencionadas en el primer párrafo ésta es la mejor, porque decide acercarse al mundo que describe y habita con una convicción inusual, sin titubeos, sin desvíos. La asertividad de esta película, su fuerza narrativa, nos deja ver que Divergente -dirigida por Neil Burger, de Sin límites y El ilusionista- cree en lo que cuenta, pero sobre todo cree en su decisión de contarlo de esta manera.
Con una saga era suficiente Hubo una guerra, cómo no, una tan grande que la humanidad o lo que quedaba de ella se juntó y se supone que a través de sabios o algún comité de notables, llegó a la conclusión de que contar con la racionalidad del hombre era condenarse a la extinción y entonces se decidió que para que no haya conflictos, lo mejor era dividir a la gente en facciones: Sabiduría, Cordialidad, Erudición, Osadía y Verdad. La pertenencia se determinaría por un test de personalidad y así, cada persona pasaría sus días con sus "iguales", reduciendo de esta manera la posibilidad de fricciones Pero en ese aparente orden, hay dos categorías que salen de la norma. Por un lado los que no encajan en ninguna, que son expulsados de la sociedad y se convierten en desclasados, y los divergentes, los que tienen un poco de cada uno de los grupos, cuestionan todo y no se conforman. A este último perfil pertenece Beatrice (Shailene Woodley, de Los descendientes), una chica que nunca estuvo cómoda en Abnegación (los burócratas, los que gobiernan) y que el inevitable examen la va a poner contra el sistema y en los brazos de Four (Theo James), el galán que estaba necesitando la historia. Una nuevo film distópico dirá el potencial espectador, mientras que otro, un poco más memorioso, asociará el breve resumen con Los juegos del hambre. Y efectivamente, las dos voces (o puede ser una que sume las dos hipótesis) tienen razón. El transitadísimo tópico de un futuro espantoso controlado por algún tipo de poder totalitario es uno de los temas preferidos de muchísimas películas y franquicias varias, y por supuesto, Divergente es una descarada copia de la saga protagonizada por Jennifer Lawrence. Y aquí, aunque el discreto Neil Burger (Sin límites, El ilusionista) cuenta con la extraordinaria Kate Winslet, prácticamente decide ignorarla para concentrarse en la insípida epopeya de la protagonista, que hace lo suyo, que pelea contra la injusticia, pero que difícilmente logra generar algún tipo de empatía con el espectador.
En muy pocos años el género literario y ahora cinematográfico llamado “Young Adult” (conocido también por su sigla “YA”) pasó a convertirse en un enorme éxito de público y en un sistema narrativo bastante estructurado. Hay muchas variantes de novelas de este género (más adelante en el año se toparán con las lacrimógenas, tipo THE FAULT IN OUR STARS), pero la más popular es una a la que podemos denominar la “competencia por la supervivencia”. Los referentes son muchos, pero de algún modo el ícono moderno es la saga HARRY POTTER y sus competencias entre los distintos grupos de la escuela de magia. De ahí saltamos al otro monstruo del género, referencia ineludible para entender todo lo que se mueve alrededor de DIVERGENTE. Me refiero, obviamente, a LOS JUEGOS DEL HAMBRE, saga de la que esta parece copiar hasta la tipografía… Aquí también tenemos una adolescente que no “encaja” en la represiva y futurista sociedad en la que vive, y que debe sortear una serie de competiciones para no ser asesinada en el proceso. Aquí también hay facciones muy diferentes y enfrentadas entre sí, y hay revoluciones/golpes de estado con los que lidiar, enfrentar o liderar. Hay diferencias, claro (aquí no se explota tanto, al menos por ahora, la idea de la masacre como espectáculo), pero el concepto regidor es similar: una historia de pérdida de la inocencia, de crecimiento, de enfrentar los miedos llevados a cabo por una adolescente en una sociedad totalitaria que no la comprende, que no acepta sus diferencias. DLa sociedad en la que vive Beatrice (Shailene Woodley, excelente en LOS DESCENDIENTES y en la extraordinaria y aquí inédita THE SPECTACULAR NOW) se organiza dividida en facciones según las personalidades de sus miembros. A los 16 años uno tiene que decidir a cuál de ellas irá. Están los que van a la facción Verdad (los sinceros), a Abnegación (los altruistas), a Osadía (los valientes), a Cordialidad (los pacíficos) y a Erudición (los inteligentes). Más allá de la facción familiar y de los resultados que dan una especie de tests de aptitud, uno puede elegir a cuál facción ir. Y Beatrice, que creció en Abnegación, elige Osadía. El problema es que su test no dio resultados claros: parece que la chica no es fácilmente encasillable. Y a ellos se los llama Divergentes. El tema es que nadie puede enterarse que ella lo es porque los Divergentes, bueno, son liquidados… La película (la primera de una saga de tres libros convertidos en cuatro filmes) narrará el entrenamiento de Tris por entrar a Osadía tratando de que no descubran sus extrañas cualidades (digamos que es inteligente y compasiva, no sólo arriesgada). Paralelamente se enamorará de su entrenador, Cuatro (Theo James) y, a la vez, tendrá que lidiar con un conflicto de poder entre las facciones. Bah, un golpe de estado hecho y derecho encabezado por la líder de los Eruditos interpretada por una desaprovechada Kate Winslet. DIVERGENTEl filme de Neil Burger tiene que lidiar con la carga de su previsible estructura narrativa (de videogame en etapas) y con algunos problemas severos de guión que dejan en claro que el público buscado aquí ronda los 12, 13 años. Los conceptos obvios desde ya se ponen una y otra vez en palabras, lo mismo que varias escenas en la que más que diálogos los actores parecen recitar guías de estudio para el hogar. Pero de todos modos y gracias a la pericia de Burger para narrar las escenas de acción y suspenso, una solida actuación de la dupla protagonista y algunos giros de guión novedosos (uno, que también parece robado, pero de INCEPTION, está muy bien utilizado), la película hace bastantes tolerables sus largos 138 minutos, especialmente la segunda hora, cuando ya no hay que explicar mucho más cómo funciona todo y uno puede seguir la cruenta lucha por la supervivencia. DIVERGENTE está lejos de ser una gran película, pero comparada con la primera JUEGOS DEL HAMBRE probablemente salga ganando.
Módica fórmula fantástica para público adolescente Luego de una guerra desoladora, el mundo futuro encuentra la paz gracias a una extraña división de la humanidad en facciones formadas según las cualidades de las personas. Unos son alocados y pertenecen a los Osados, otros son sabios y pertenecen a los Eruditos, y así. Pero no todos son una sola cosa. A los 16 años, igual que los demás adolescentes, la protagonista Shailene Woodley tiene que elegir a qué grupo va a pertenecer, luego de un examen donde le dan a tomar un alucinógeno que la lleva a enfrentar sus temores mas profundos (práctica que más adelante se acrecienta cuando le inyectan más y más drogas). La chica es alertada en ese momento sobre su divergencia, algo que ella no sabía que podía existir, y que por lo visto es muy peligroso, casi subversivo para esa sociedad. Basada en la novela de Veronica Roth muy en la tradición de otras sagas fantásticas teenagers tipo "Los juegos del hambre"- en "Divergente", la chica descubre que la facción de los Osados, que parecían unos tipos muy divertidos que trepan rascacielos como el Hombre Araña y se suben a los trenes a los saltos, sin pagar nunca el boleto, en realidad son unos polizontes supermilitarizados listos para realizar algún tipo de golpe de estado fascista por sobre el grupo dominante, los Abnegados a los que pertenecen los padres de la heroína (se luce la madre, Ashley Judd, en un elenco no del todo parejo). El desarrollo de la trama es un poco obvio, ya que sigue bastante al pie de la letra la progresión que permite que la protagonista encuentre su potencial divergente, pero hay muy buenas escenas de las sesiones de alucinógenos que son en realidad las que distinguen el conjunto, ya que dan para cualquier cosa y están muy bien filmadas. También hay varias escenas de acción bien diseñadas, aunque un poco sosas, debido a los límites impuestos por el argumento, y recién hacia el final explotan con más dramatismo y violencia, hasta llegar al climax revolucionario esperable pero al menos más intenso que todo lo demás. Hay, además, algunas escenas románticas entre Shailene Woodley y otro divergente, aunque en ese sentido las cosas nunca van demasiado lejos. Pero un atractivo del film es una malísima y rubia Kate Winslet que aunque no tiene quien la festeje en ese futuro poco alegre, está más sexy que nunca.
Fuera desector Para renacer, en un futuro posapocalíptico, la civilización divide a la población en facciones denominadas Erudición, Cordialidad, Osadía, Abnegación y una quinta, menor, en la que quedan excluidos el conjunto de desclasados. Al llegar a la mayoría de edad, todos deben hacer un test que indica a cuál de los cinco grupos corresponden sus valores; así Beatrice Prior, criada en un hogar de abnegados, descubre que es una divergente, una suerte de espíritu libre que podría poner en riesgo al sistema. Con la complicidad de su evaluadora, Beatrice oculta el resultado del test; se reafirma como abnegada, para evitar caer en el indeseable grupo de desclasados. No obstante los resultados (y esta es una notoria incongruencia del guión), las leyes la obligan a elegir una facción y Beatrice opta por Osadía, la rama guerrera que protege a la sociedad, dirigida por Abnegación pero reclamada en la clandestinidad por el faccioso grupo de Erudición. Ya en Osadía, la protagonista, rebautizada Tris, atravesará tortuosos ritos iniciáticos con la recompensa de salvar al mundo y vivir una historia de amor. Adaptación de la novela homónima de Verónica Roth, Divergente aborda la transitada ciencia ficción utópica de Un mundo feliz (incluso resulta más eficaz que cualquier adaptación de la novela de Aldous Huxley) pero es, en el fondo, otra revisión de El patito feo y su moraleja sobre el crecimiento y la inadaptación. El director Neil Burger (El ilusionista; Sin límites) tensa la historia y maneja con atención cada vínculo de Tris con su entorno. Pese al tono edulcorado y el final abierto a una secuela (habría dos en camino), Divergente es un éxito para fans de aquellos films que entrecruzan el cine de aventuras y la ciencia ficción.
Diferentes pero muy parecidos. Las sagas adolescentes están en su apogeo gracias a las mismas estrategias de marketing que catapultaron a El Señor de los Anillos de novela de culto para iniciados de la literatura fantástica a fenómeno mundial juvenil. Muy por debajo de Los Juegos del Hambre, Divergente es otra distopía sobre los momentos cruciales de toma de decisiones en la vida de los jóvenes. Obviamente la historia transcurre en una sociedad post apocalíptica que parece perfecta pero no lo es. Una vez concluida la última guerra mundial que devastó las ciudades y sumió a la humanidad en la destrucción absoluta, los líderes mundiales formaron un régimen de elección voluntaria de roles sociales al cumplir la mayoría de edad tras una evaluación de aptitudes denominado “sistema de facciones”. Una vez seleccionada una facción no es posible salir de la misma. Este sistema de gobierno se divide en las facciones de Verdad, Erudición, Cordialidad, Osadía y Abnegación, que representan la sinceridad, inteligencia, paz, valentía y generosidad, respectivamente, siendo la última la que detenta el ejercicio ejecutivo. Las facciones son un eufemismo para denominar la justicia, la ciencia, el trabajo manual agrícola, el ejército y la ayuda social. Los que son expulsados de este sistema se los denomina los “sin facción” y viven como mendigos, ayudados tan solo por Abnegación. En un sistema gregario tan cerrado que no acepta la diferencia ni la disidencia, los individuos con una personalidad conflictiva son una amenaza y se los denomina “divergentes”.
Una heroína y poco más No serán pocas las menciones que se harán a Los juegos del hambre, ya que Divergente se parece y mucho a aquella saga, empezando por su origen literario y siguiendo por su retrato de un mundo distópico en el que una joven heroína aparece como la líder de una revolución. Pero, convengamos, tampoco es que Los juegos del hambre haya sido demasiado original, ya que algunos elementos de su trama se pueden encontrar en Batalla real, por ejemplo. En definitiva, estamos ante un tipo de espectáculo llamativo: si por un lado convocan alegremente a cierto tipo de rebelión, por el otro se construyen como meros productos audiovisuales manufacturados. Como un pseudo culto que dice combatir a determinado credo dominante, convirtiéndose a su vez en un credo dominante. Así que lo que queda por ver en este tipo de propuestas ya no es tanto la originalidad o pertenencia de su entramado de referencias (no demasiado complejas, está claro), sino cuáles son las variantes y qué puede haber de novedoso. Divergente ofrece algunas cosas interesantes, y mucho piloto automático como para pasar de la medianía que consume demasiados de sus 139 minutos. Reiteramos: sí, se parece a Los juegos del hambre, pero hay una diferencia sustancial en el tipo de heroína que construye. Si Katniss Everdeen era una heroína a su pesar, la Tris de Divergente es una heroína de armas tomar, decidida y no demasiado conforme en ocupar el lugar que su sociedad le destina. Es por eso que Divergente termina siendo, en ese sentido, mucho más revolucionaria, alegre y emocional. A Tris no le eligen el camino, sino que ella misma avanza con seguridad sobre lo que desea ser más allá de que por momentos dude o prefiera seguir el rebaño para estar tranquila. Divergente así, revalida el suceso editorial que resultó básicamente porque su protagonista es lo más fácil de identificar con el público al que apunta: adolescentes en época de autodefinirse y distanciarse de la tutoría paterno-maternal. Es verdad que enmarca y adorna a la rebeldía con todos los clichés de este tipo de productos convencionales, pero no es menos satisfactoria en sus decisiones éticas y políticas. Ahora, una cosa es el discurso y otra la práctica. En líneas generales lo que el film de Neil Burger quiere decir, lo dice con fluidez, soltura y escasa sutileza. Sin embargo, a la hora de poner la maquinaria en marcha resulta bastante fofa y ausente de todo tipo de carisma. En primera instancia, la falta de cinismo y la apuesta por un romanticismo alla Crepúsculo atenta contra la solidez de la propuesta, haciéndola ver por momentos bastante ridícula. Divergente tarda un montón en arrancar, se detiene en conflictos existenciales bastante evitables por obvios y abusa en su última media hora de giros de guión y cilffhanger, que terminan abrumando al espectador ante la falta de timing general. Pero más, y peor, el diseño visual, la forma de mostrar ese mundo separado en cinco clanes, es pobre, deslucida, una baratija comprada en algún outlet de ciencia ficción adolescente. Pero entre los problemas que esgrime el film, que por la fuerza de su idea base no terminan de destruir del todo, hay dos decisiones de producción que resultan, vistos los resultados, excesivamente erróneas. De un tiempo a esta parte se han comenzado a elegir directores con cierto “prestigio” para contar estas historias, y Burger -con un par de éxitos indies- parecía ser alguien capaz de darle la espesura dramática que la historia proponía. Algo de eso hay, pero lo deslucido de las secuencias de acción se debe en primera instancia a su falta de conocimiento en el género y segundo a la falta de sangre que su calificación SAM 13 necesita. Y otra cosa que falla es la elección de la protagonista: Shailene Woodley no es necesariamente una mala actriz, pero este rol requiere una presencia física de la que carece. Las escenas de acción son intrascendentes, lentas y -lo peor- se nota la coreografía. Algo que se observa también en la pálida presencia de Kate Winslet. Vaya uno a saber cómo le irá comercialmente (eso le corresponde determinarlo a los fanáticos), pero Divergente es bastante fallida como para pensar en un futuro exitoso como saga.
"Divergente" es una película muy esperada por los fans que han leído el libro de Veronica Roth, sobre todo para ver que hicieron con la película. Durante casi más de 2 horas, te vas a meter en el mundo de los "divergentes" y vas a poder disfrutar de Shailene Woodley, una actriz super talentosa y hermosa para la pantalla grande (seguro la viste en "The Spectacular Now" o en "Los Descendientes"). El elenco es más que interesante, pasando por Ashley Judd, Kate Winslet, Milles Teller, y varios más que van apareciendo a medida que pasa la peli. ¿Qué me pareció a mí? Me encantó... La banco, es una primera parte de una serie que creo que va a crecer y mucho, de hecho, los últimos 40 minutos de la película te ponen loco y eso es genial. El planteo, si no leíste los libros y no sabes nada, obvio que es más que interesante. Ya sabes, película de aventuras, acción, romance de por medio y una segunda película que ya está en marcha debido al éxito que tuvo esta primera parte en EEUU. Hay "Divergente" para rato.
Otra saga adolescente futurista donde la sociedad se divide en grupos humanos según sus aptitudes y emociones. Un mundo cruel y estructurado donde se gesta una conspiración que los jóvenes ” divergentes” deberán descubrir después de pasar por pruebas extremas. Se luce como villana Kate Winslet. Dedicada a los preadolescentes, con una melosa historia de amor puede tener éxito.
De cuando ser diferente marca el camino En un Chicago sin era/año específico, pero con un aura apocalíptica muy particular, los protagonistas de Divergente (Divergent, 2014), versión cinematográfica de la saga creada por Veronica Roth, verán cómo sus vidas cambian de un día para otro. El director Neil Burger, desarrolla con más ambición que la autora, aquellas ideas que remiten a una épica Orwelliana de las sociedades totalitarias y controladoras, y que hemos visto en muchas adaptaciones de best sellers dedicados al público juvenil como Los juegos del hambre (The Hunger Games, 2012), El juego de Ender (Ender's Game, 2013) y muchas más. En esta oportunidad la protagonista excluyente será Tris (Shailene Woodley) quien luego de realizar una prueba para pasar del mundo adolescente al adulto se dará cuenta que hay algo diferente en su ser. Esa “diferencia” le impedirá encajar en alguna de las diferentes facciones en las que la sociedad está dividida para mantener el orden y la paz (Verdad/Cordialidad/Erudición/Abnegación/Osadía) porque su personalidad encaja en cada una de los cinco estancos. Tris burlará al sistema de iniciación y terminará escogiendo a dedo integrar la facción de Osadía, a la que siempre quiso pertenecer por la “informalidad” de sus miembros. Y en esa decisión comenzarán sus problemas, porque más allá que uno pase a ser parte de un grupo específico, las pruebas por las que se debe atravesar hasta finalmente ser aceptado o rechazado serán innumerables. En ese proceso iniciático y de aprendizaje es en donde Divergente termina convirtiéndose en uno más, de los tantos filmes dedicados a los adolescentes, en los que se quiere poner al día 1984 de Orwell ó Un mundo Feliz de Huxley. El realizador no logra hacer volar un film con actuaciones muy “armadas” que bien podría haber impactado visualmente, pero tampoco es este el caso. En algunas afirmaciones al estilo “el futuro es de aquellos que saben a donde pertenecen” se busca fortalecer algunas ideas sobre identidad y búsqueda de la misma, pero que terminan siendo chatas y simples. Cuando por ejemplo Tris decide escoger ingresar a la facción Osadía, porque es la más rebelde, desestructurada y arriesgada de todas, uno termina por preguntarse sobre la representación del grupo, que es mostrado como salido de una publicidad de gaseosa, felices, risueños, pero que en el fondo, a la hora de ser verdaderamente “osados” son los más estructurados y miedosos de todos los grupos. Algunas escenas de persecución, o quizás algunos momentos del entrenamiento de Tris, por parte de Cuatro (Theo James), brindan dinamismo a la narración monótona y a un ritmo que en los cuarenta minutos finales logra generar cierto climax. Hay que agradecerle a Kate Winslet el haber aceptado ser la “mala” de Divergente. En su papel de líder que intentará arrasar con todos los divergentes de la tierra, el film logra tener algo de la calidad necesaria para seguir manteniendo la atención en la pantalla. Música incidental y escenarios ya vistos en muchas películas del estilo, marcados estereotipos y trazos gruesos para construir los personajes (malos MUY malos, buenos MUY buenos) y algunos clichés hacen que Divergente no pueda erigirse como algo diferente dentro de su género.
El cine está lleno de futuros distópicos. Desde Blade Runner a Brazil y desde La Naranja Mecánica a Matrix, las películas se encargaron de amenazar con porvenires que -en el peor de los casos- propiciaban reflexiones de largo aliento respecto de sus posibilidades de concreción, además de atrapar con las ramificaciones de la historia y sus personajes. Y si no, al menos resultaban un ejercicio entretenido. No es el caso de la historia plasmada en Divergente. Con excepción de una pocas secuencias de acción bien filmadas, la cinta a duras penas logra mantener la atención, es previsible hasta el útlimo minuto y el guion redunda en repetición de escenas que apuntan a enunciar una sola y misma idea: la palabra del título. Se deja claro desde la primera línea de monólogo del personaje central que presenciaremos una gran metáfora de la persecución y eliminación de lo distinto en una sociedad posible, de lo que se sale de la norma, y de la lucha de lo divergente por prevalecer como excepción. La cuestión aquí es lo burdo del planteo (la idea de que en apenas 100 años una población entera puede internalizar una reorganización social limitada exclusivamente a cinco castas o facciones es cuando menos simplista), además de la ausencia de ideas para hacerlo atractivo. Semejante falta de profundidad para retratar lo que subyace en los abismos del inconsciente individual y colectivo se hace aún mayor al avanzar una trama que muestra sus inconsistencias bien pronto en los 140 minutos de duración el filme. Se salvan, apenas, lo bien logrado de una Chicago en ruinas, los paisajes en espacios abiertos y desoladores y lo decadente de los edificios post apocalípticos, incluso por sobre la química amorosa (bastante escasa) que irradia desde la pantalla la pareja protagónica conformada por Shailene Woodley y Theo James. Esta esquemática adaptación de la novela de Veronica Roth, una jovencísima escritora que se topó con un best seller a los 25 años, cuando publicó Divergent en 2011, y sus secuelas Insurgent y Allegiant en 2012 y 2013 (que también llegarán al cine) no pasa de ser un ejercicio de referencias a otras ficciones adolescentes que arrasaron en taquilla, como Los juegos del hambre o Crepúsculo. El amor que surge de imprevisto en el contexto de una situación límite, el romance que tarda en concretarse y cuando llega es combatido, los ritos inciáticos y hasta los juegos y simulaciones de lucha. También es posible que, con la premisa de dejar sentadas las bases para lo que resta de la trilogía, Divergente guarde sorpresas para más adelante. Como sea, tratándose de una película que habla de asumir los riesgos de salirse del molde, no deja de resultar paradójico que encaje en todos y cada uno de los clisés del cine orientado a los jóvenes adultos como fórmula.
Lejos de sentirse como un soplo de aire fresco, Divergente comete los torpes errores de una pelicula que inicia una saga, y no aprende de traspiés como la reciente secuela Catching Fire lo hizo para con la saga The Hunger Games. Si, desde el comienzo vamos a sacarnos de encima lo obvio y decir que Divergente es la hermana menor de la saga de Katniss, la hija bastarda podriamos decir. Pudiendo haber volado cerca de su colega fílmica, el film de Neil Burger recicla los peores elementos de la distopía de Panem, y aúna cuestionables rasgos de hasta Harry Potter y la edulcorada Twilight - dato importante: el estudio Summit es ahora la dueña y productora tanto de Divergente como de Hunger Games y la tetralogía vampirica luminosa. Dentro del caótico mundo que presenta una ciudad derruida por una guerra de la cual nunca se sabe que tan masiva resultó, distintas facciones representan una sociedad igualitaria. Por un lado están los pacíficos que viven felices en sus granjas, los inteligentes que observan desde su posición elevada en la sociedad, los justos que siempre dicen la verdad, los alegres agentes que comportan las fuerzas policiacas y los grises abnegados que dirigen la coyuntura politica de todos los grupos en general. Para los no lectores, la mitología está bien resuelta, de una manera sencilla que se puede seguir sin problemas, pero los problemas de la novela de Veronica Roth poco y nada pueden disfrazarlos una guionista tan interesante como Vanessa Taylor y un mediocre como Evan Dougherty, quien tiene en su haber guiones de la decepcionante Snow White and the Huntsman y las proximas Teenage Mutant Ninja Turtles y G.I. Joe 3. No es culpa de Shailene Woodley, una excelente actriz joven que se carga una tortuosa duración de casi dos horas y media en sus hombros componiendo una tímida y casi inexpresiva jovencita, con menos personalidad que una moneda de veinticinco centavos - en papel, iamgino - pero que en la piel de Woodley cobra un carisma que satisface y genera el único pilar con el cual se soporta la película. Mas allá de rodearse de estrellas tanto maduras como jóvenes, el elenco de Divergente palidece al lado de la luz de la protagonista. Ni Ashley Judd ni Tony Goldwyn sugieren un conflicto mayor como los patriarcas de Tris, ni el papel de villana le sienta bien a una terriblemente desperdiciada Kate Winslet, que poco y nada puede hacer para levantar la historia demasiado lineal. Los jóvenes salen mejor parados, con una atractiva Zoe Kravitz como la mejor amiga, ó Milles Teller como el fanfarrón del grupo ó Ansel Egort como el compungido hermano,dupla que volverá a repetir en la edulcorada The Fault in Our Stars. Seguirle buscando detalles que eleven el nivel de Divergente es difícil,cuando claramente el sector demográfico al cual apunta es el preadolescente, ávido de ideas masticadas y subrayadas al extremo, donde las sorpresas escasean y todo lo que tiene que salir bien, sale bien. El peligro le es esquivo a la película, nada promete situaciones riesgosas o duda en la platea en general, pero sí hay una profusión de escenas donde la banda de sonido pide a gritos ser comprada a la salida de la sala. La pérdida no es total, ya que al menos ciertos pasajes donde el férreo entrenamiento al que son sometidos la facción Osadía despiertan el interés lo suficiente como para no caer dormidos en el acto y esperar la siguiente etapa de la historia. Con la tenebrosa idea de tres películas en un futuro, el último libro de la saga dividido en dos como dicta la costumbre de hoy en día, hay un presagio bastante dificultoso en el horizonte para Divergente. Con un final que no augura una buena promesa para la inminente secuela, será difícil saber que le deparará en unos años a la historia, cuyas aristas están gastadas totalmente al final de esta entrega. ¿Podrá Shailene mantener a flote un barco a punto de zozobrar? Lo sabremos para cuando llegue a los cines Insurgente en Marzo de 2015. Mientras tanto, acá estaremos a la espera de que una entrega inicial insuficiente sea motivo para replantearse encarar todos los aspectos de lo que sigue de una manera responsable.
"Si tomamos la industria cinematográfica como un supermercado, Divergente es la segunda marca de Los juegos del hambre". Escuchá el comentario. (ver link).
Hace relativamente poco hice un post sobre los diez pasos a cumplir en una película que apunte a ser una saga teen: que el orden establecido sea horroroso para el personaje, que siempre se sienta fuera de lugar, enamorarse del menos indicado, el desarrollo del personaje para convertirse en el héroe (ver todo desde el punto de vista del perdedor no engancha a nadie), al menos uno de los padres no vive o se mueren durante la película pero la amenaza al orden está relacionada directamente con ellos, los personajes principales dilatan las relaciones sexuales en un intento de alargar los hechos románticos y son tentados a pasarse al lado de “los malos”. Como un relojito, la película cumple nueve de diez pasos, pero luego están todos los otros supuestos giros que te demuestran que no hay fórmula infalible. Esta es la historia de Tris, una chica que vive en un mundo futurista post guerra en el que la sociedad se divide en facciones para poder ordenarse y seguir adelante. El territorio está cercado por muros y más allá del muro no se sabe qué hay. Cuando llega la adultez y ella tiene que elegir a qué facción pertenece, resulta que no pertenece a ninguna: es una Divergente. Los divergentes son peligrosos para la sociedad porque no se conforman y por eso hay un complot para eliminarlos. Contamos con una villana altruista y que cree en su causa ante todo, dispuesta a morir por ella. Aparentemente siempre está en calma lo que hace que Tris cada vez esté más nerviosa y, cuando descubre lo que le puede suceder, se quiere camuflar en una facción. Entrenamiento va, entrenamiento viene, conoce a su líder que claramente tenía que ser un chico lindo, misterioso, distante, que apenas se conecta con el resto pero que ella conquista. Claro está: él se siente fascinado y no amenazado por su característica de Divergente. Pero el resto del orden social no está muy de acuerdo con él. Como todo film de ciencia ficción, es explicativo. Recordemos que la ciencia ficción trabaja sobre una proyección con base científica, por ende, tiene que justificar y explicar los elementos que utiliza. Esto funcionaría si Niel Burger, el director, pudiera imprimirle ritmo o si el casting ayudara. Desgraciadamente, no sucede. El relato es lento y agónico y basado en una chica que es hermosa pero tiene muy poca gracia. Los actores mayores como la preciosa Ashley Judd, Kate Winslet y Tony Goldwyn defienden su trabajo, pero son los únicos. El resto son un atentado a su carrera. Y tampoco defienden la historia. La película recupera una estética que tiene que ver con los espacios de ciencia ficción post guerra como muchas locaciones abandonadas, cuevas y refugios similares. Los colores siempre van entre el negro, el tierra y el verde pero quemado, para que la paleta no resulte muy viva. Parece haber eternamente una capa de kippel que hace que todo parezca grisáceo. Honestamente, estas historias son como un placer culposo para mí, pero no encontré en esta ni una gracia. Un planteo desaprovechado, actores poco carismáticos, lenta en su relato y plagada de lugares comunes pero de los malos, porque ni siquiera se me plantea un triángulo amoroso. No se van a llevar mucho más que pochoclos de esta peli.
Otra saga distópica llega al cine En un futuro de posguerra, en la ciudad de Chicago, la población lográ mantener una existencia en tensa armonía gracias a una organización social dividida en cinco facciones que atienden cada aspecto del ser humano y se ocupan de por vida de mantenerlo en valor para sostener el equilibrio. Son cinco: Verdad, que sostienen la sinceridad; Erudición, donde radican las personas más inteligentes; Cordialidad, con gente siempre en contacto con la naturaleza, alegres y pacíficos; Abnegación, dedicados a servir al otro sin miramientos; y Osadía, los más valientes, un poco locos a los ojos ajenos, pero los responsables de mantenerlos seguros. Luego están los sin facción, personas que no encajan en los moldes predeterminados. De allí, su condición de divergentes. La protagonista, Beatrice Prior, se crió en Abnegación, aunque se siente algo desencajada y suele mirar con un dejo de admiración y deseo las conductas de otras facciones. Osadía es la que más llama su atención. Tanta rebeldía, su costumbre de correr, trepar y saltar entre calles, edificios y el Chicago “L”, famoso tren elevado, le causan fascinación. Por eso, cuando a los 16 años le toca pasar la prueba de aptitud impuesta por el Consejo y que orienta acerca de la facción que los jóvenes deberán elegir para continuar con sus vidas, ella duda. Porque para asombro propio y de quien le toma la prueba, ella es una divergente, con tendencia también a Osadía y Erudición. Es su hermano quien le aconseja “tener en cuenta a la familia”, pero pensar primero en sí misma, y Beatrice se pliega a Osadía, se rebautiza como Tris, y tarda poco en comprender que cada moneda tiene cara y cruz y que ahora debe sobrevivir, siendo una divergente, en un grupo exigente y peligroso. Divergente es otra consecuencia cinematográfica de las nuevas sagas literarias dedicadas al público juvenil. Escrita por la estadounidense Veronica Roth es comparada por su temática con Los juegos del hambre. Y aunque Roth ha comentado en diversas oportunidades que la idea para esta novela nació mientras ella estaba estudiando en la universidad, lo cierto es que a los efectos masivos que produce el cine, el hecho de que Los juegos... haya salido a pantalla previamente le va en contra a esta adaptación, que no puede escapar a la comparación y que es vista como repetitiva. Pero como la letra original, Divergente es pura acción. Y resulta correcta la recreación del mundo post apocalíptico que enmarca la historia y entretenida su narración. La ascendente Shainele Woodley cumple una buena actuación como Tris.
La comunidad (mal) organizada El 9 de abril de 1949, el presidente Juan Domingo Perón clausuró el Primer Congreso Nacional de Filosofía en el Teatro Independencia de la ciudad de Mendoza, con una conferencia que hoy se conoce como “La comunidad organizada”. En ella expresaba: “En la consideración de los supremos valores que dan formas a nuestra contemplación del ideal, advertimos dos grandes posibilidades de adulteración: una es el individualismo amoral, predispuesto a la subversión, al egoísmo, al retorno a estados inferiores de la evolución de la especie; otra reside en esa interpretación de la vida que intenta despersonalizar al hombre en un colectivismo atomizador. “En realidad operan las dos un escamoteo. Los factores negativos de la primera han sido derivados, en la segunda, a una organización superior. El desdén aparatoso ante la razón ajena, la intolerancia, han pasado solamente de unas manos a otras”. La reflexión es parte de los debates de una época. Dos meses después, el 8 de junio de 1949, George Orwell publicaba la célebre “1984”, en la que desarrolla la distopía de una sociedad de control colectivista, en la que el pensamiento es supervisado y formateado. Ya antes de la guerra, en 1932, Aldous Huxley publicó “Un mundo feliz” (“Brave New World”), en el que muestra una sociedad que pretende asegurar una felicidad continua y universal reduciendo la libertad de elección y expresión, e inhibiendo el ejercicio intelectual y la expresión emocional, todo bajo parámetros científicos. Distopía En aquellos autores parece haber pastoreado la joven Veronica Roth para escribir la saga “Divergente” (lectores atentos agregan “Los clanes de la luna alfana” de Philip K. Dick, en lo que respecta a los perfiles), y sin duda en una trilogía que recoge muchos temas de debate de nuestro tiempo, la “Saga Distritos” (la de “Los Juegos del Hambre”), gestada por Suzanne Collins. De esta toma el formato de literatura juvenil, con su heroína bonachona que deberá hacerse guerrera en el proceso, y algún recio galán de turno, que en el traspaso al formato cinematográfico pueda mostrarse con el torso desnudo. Porque de eso estamos hablando: la primera novela de Roth acaba de transponerse al cine, con el debut en papel de chica grande de Shailene Woodley, la hija de George Clooney en “Los descendientes”, como insiste en aclararnos la publicidad. Su elección para encarnar a Beatrice “Tris” Prior parece seguir la de Jennifer Lawrence como Katniss Everdeen: de aspecto frágil pero fuerte de carácter, flaca pero cachetona y con un trasero generoso (sobre el que el galán pondrá accidentalmente su mano). Pero contemos un poco: todo pasa en “La Ciudad”, que es una Chicago posterior a una guerra, rodeada de “La Valla” (o “El Muro”, en la inexacta traducción). En aras de organizar la sociedad para la paz, se crearon las facciones: Verdad (Candor) se hace cargo de la administración de justicia; Abnegación (Abnegation) el servicio civil y el gobierno; Erudición (Erudite) la ciencia y la técnica; Osadía (Dauntless) la seguridad armada y Cordialidad (Amity) la producción agrícola. En ese contexto, la chica Prior va al test a determinar su facción y el resultado le da Osadía, Abnegación y Erudición, lo que la determina como una Divergente, algo malo, peor que los “sin facción” que viven en la calle. En la decisión opta por Osadía y empieza a ser entrenada por el atractivo Cuatro, que también esconde secretos (Theo James, el galancete para la platea femenina, como Liam Hemsworth en “Los Juegos...”). Entremedio, va descubriendo la tecnocrática conspiración de Erudición para hacerse con el poder, liderada por la aséptica Jeanine Matthews, interpretada por una correcta Kate Winslet (en la línea de la Jodie Foster de “Elysium”: la maldad viste trajecito sastre). En ese berenjenal, Tris, Cuatro, Natalie (Ashley Judd como la peculiar mamá de Tris) y el resto de su familia tendrán que ver cómo salvar el día, y las vidas de cientos de personas. A toda orquesta La dirección de Neil Burger pone a funcionar todo esto de manera eficiente con una narrativa límpida, apoyado en el guión de Evan Daugherty y Vanessa Taylor, el diseño de producción de Andy Nicholson (supervisando la construcción de esa Chicago transformada) y una presencia musical a tono para un filme juvenil pero sin saturar, con las voces de Ellie Goulding (una de las revelaciones que pasaron por el Lollapalooza de San Isidro) tanto sobre el score de Junkie XL como en varias de las canciones. Fuera de los mencionados, en el elenco se destacan Jai Courtney (el temible instructor Eric), Ray Stevenson (Marcus, el lider de Abnegación), Zoë Kravitz (Christina, amiga de Tris), Miles Teller (el insoportable Peter), Tony Goldwyn (Andrew, padre de Tris), Ansel Elgort (Caleb, el hermano de la chica) y Maggie Q (Tori, una fuente de revelaciones). “Nuestra comunidad, a la que debemos aspirar, es aquella (...) donde el individuo tenga realmente algo que ofrecer al bien general, algo que integrar y no sólo su presencia muda y temerosa (...) es donde, con precisión, puede el individuo realizarse a sí mismo, hallar de un modo pleno su euforia espiritual y la justificación de su existencia”. A esa conclusión llegaba el Viejo General, y en esa búsqueda se meten Tris y Cuatro: ¿podrán vivir fuera de las determinaciones? A seguir la saga.
Hace ya varios años un editor/escritor tuvo la brillante idea de publicar un libro de cuentos para niños con la premisa de todos pertenecer a grandes autores, así nació “Cuentos para chicos de autores grandes”. En este libro uno puede encontrarse con cuentos de Chejov, Twain, Tolstoi, etc. y también hay uno del editor, pero es tan buena la selección que hasta se le perdona el narcisismo casi primario, o primitivo, digamos. Toda esta introducción se debe exclusivamente a la odiosa comparación, casi ineludible, en el filme que nos convoca. Décadas pasadas se producían también (no vaya creer que es un descubrimiento del siglo XXI) películas para preadolescentes, así nos regalaron grandes comedias como “Quisiera ser grande” (1988), o mucho antes tuvimos del gran Stanley Kubrick “Dr. Insólito” (1964). Ambas tenían como principio regulador no burlarse del intelecto del público al que iba dirigido, sin tomar en cuenta que eran muy buenas realizaciones. De la catarata de pavadas que empezaron a surgir con la sola intención de acumular taquilla, o derretir cerebros en formación, no se cual es la variable primigenia, tuvo en la saga de Harry Potter a su modelo a seguir, luego aparecieron “Crepúsculo”, “Los juegos del hambre” y ahora “Divergente”. En ésta se torna muy sencillo descubrir los “homenajes” a sus antecesoras, y otras más, desde la estructura del relato (“Los juegos…”) a la subtrama de amor casi prohibido (Crepúsculo….). La historia sigue a Beatrice Prior, una chica de 16 años, que vive con sus padres y su hermano ¿mellizo? En un futuro posible, en la ciudad ahora fortificada de Chicago, en una sociedad que luego de la “Gran Guerra” ha decidido agrupar a las personas en cinco facciones que tratan a su manera de erradicar los males que los llevó a la contienda armada. Quienes culpaban a la intolerancia, crearon “Cordialidad”; los inteligentes que culpaban a la ignorancia se agruparon en “Erudición”, “Verdad” surgió de aquellos que estaban en contra del engaño; contra el egoísmo se fundó la franciscana (perdón Bergoglio) “Abnegación”; contra la cobardía y el miedo, “Osadía”. Todo esto es narrado con voz en off en la piel de la joven. A la edad de nuestra heroína los chicos deben tomar una prueba, un test que determinará a cuál de las cinco facciones pertenecen. Ella pertenece a la facción Abnegación, pero los resultados le dan que tiene también cualidades para pertenecer a varias de ellas.. Elige “Osadía”, cosa que no parece ser muy inteligente cuando, según el test de aptitudes, la subrayó al mismo tiempo capacidades como para elegir “Erudición”, o la de su origen “Abnegación”. Su hermano, pura bondad, elige “Erudición”. Explico. A estos se los conoce como Divergentes, los distintos, y estos por ser temidos, por no ser entendidos, deben ser eliminados, ella lo sabe, nosotros también, ahora, en tanto que el resto se irá dando cuenta con el transcurrir de los segundos, así de previsible. Todo esto ocurre en los primeros veinte minutos de la historia, donde simultáneamente se aclara que los que tienen el mayor poder son los de Abnegación. Luego, durante una hora nos invaden con escenas de acción muy bien filmadas, pero sin el menor suspenso, que sirve de preparación para los futuros custodios del orden (policías, ¡bah!). Todos pertenecen a “Osadia”, mucho músculo, poco cerebro, la versión yankee que tergiversa la de Juvenal, el poeta latino, “Mens sana in corpore sano”, o a la versión más reciente, finales del siglo XX, del grupo musical argentino “Les Luthiers” en su sketch sobre la televisión “El que piensa pierde”. El resto del metraje se centra por un lado en la relación “casi” amorosa entre la ahora llamada Tris / Beatriz (Shailene Woodley) y uno de sus instructores, Cuatro (Theo James), quien no sólo descubre la verdad de Tris sino que la ayuda a revelar la incipiente revolución promulgada por los verdaderos malvados de la sociedad perfecta, los de la facción de los “Eruditos”. Ahora que vuelvo a leerlo, ¿lo de facciones no suena más a “facho” que a fashion? Retornando, la realización en cuanto a su manufactura es casi impecable, de libro mire, salvo cierto dejo que en algunos pasajes, parecería estar edificado desde una variable más televisiva que cinematográfica, ya que tiende a dar lugar a presentación de personajes y contextos de manera hábil, con potencial de desarrollo, situación que puede deberse a la continuidad del relato en otras tres películas, de las cuales dos ya tienen fecha de estreno, marzo 2015, y marzo 2016. El director, que no estará en las próximas, se da maña para salir airoso. Él, con su producto terminado, no tanto el filme, las escenas están bien filmadas, posee buen ritmo narrativo, lo digital pasa desapercibido, las actuaciones son buenas, tanto de la pareja protagónica como la antagonista principal Jeanine (Kate Winslet) o los padres de Tris, Andrew (Tony Goldwin) y Natalie (Ashley Judd), elementos que de por sí no avalan el aburrimiento, pero tampoco lo detienen. El problema se encuentra en el texto mismo, específicamente en el guión, todo aparece como repetido, previsible hasta en los giros que se muestran no generan ninguna sorpresas, como si uno los esperara. Más que divergente parece un filme detergente, demasiado lavado.
Abnegación por marcar un camino Neil Burger supo alcanzar el pico de su línea filmográfica con la brillante obra protagonizada por Edward Norton, El Ilusionista. En aquella oportunidad su narración guardaba lugar en el 1900, con un drama de época que intercalaba magia con intriga. Aquí, en Divergente, la historia se sitúa en un tiempo mucho más adelantado, en otro de los tantos futuros post apocalípticos que nos suelen enseñar en diversas películas, principalmente en aquellas enmarcadas dentro del género de ciencia ficción. Un relato intermitente, con altibajos, en el que se expone una crítica hacia la amplia brecha que separa a quienes se encuentran en una posición de poder vigorosa de quienes ocupan estatus más débiles. Los que ejercen autoritariamente dominio y los sometidos. A partir de allí, como punto de inflexión entra en juego la rebeldía como elemento movilizador. Basado en la novela que lleva el mismo título que la proyección, el film nos interioriza en un mundo distópico, en el que los seres humanos están categorizados según su personalidad y su elección dentro de distintos frentes: Abnegación, Osadía, Cordialidad, Verdad y Erudición. Nuestra protagonista, Beatrice (o Tris, como se hace llamar), bajo la interpretación de Shailene Woodley (de aceptable labor aunque dé continuamente la sensación de no portar la presencia y la expresión necesaria para el papel), es Divergente, y esto supone una amenaza para los mandamás del sistema, dado su variabilidad a la hora de obrar y pensar. La pregunta, con la temática sabida de antemano y aún más con el desarrollo de los acontecimientos se cae de madura al hallar una clara asociación entre esta cinta y la taquillera Los juegos del hambre. Las cartas puestas sobre la mesa son prácticamente las mismas. Desigualdad social, arbitrariedad y órdenes dictatoriales que bajan por capricho desde los rangos que detentan mayor nivel de riqueza y, como si fuera poco, una heroína como revolucionaria. Cualquier similitud con la saga protagonizada por Jennifer Lawrence, ¿es mera coincidencia? Divergente tiene un arranque interesante que crece en ritmo a medida que vamos conociendo a Tris y al duro panorama que debe enfrentar para sobreponerse a las trabas y dificultades con las que se va topando. Probablemente su trasfondo romántico peque de cursi y colabore para que la dinámica se baje de un hondazo hasta arribar al tramo final. La película no aporta nada nuevo a un tipo de historia que se siente amena en su comienzo y pesada y bastante previsible en el recorrido que deriva de la mitad hasta el desenlace. LO MEJOR: una buena manera de empezar el relato. Bien filmada, entretenida esencialmente hasta la mitad. LO PEOR: muy predecible. No innova demasiado. Más de dos horas de duración resulta extenso para lo que hay por contar. PUNTAJE: 5
VideoComentario (ver link).
La amenaza de los “distintos” En una sociedad dividida en castas, la adolescente Tris Prior descubre que no pertenece a ninguna de ellas. Más impactante resulta la revelación de que no es la única en esa condición. Deberá averiguar por qué los “divergentes”, considerados una amenaza para la paz, son perseguidos y exterminados. Hagamos de cuenta que no hemos visto “Los juegos del hambre”, “Crepúsculo” o “Academia de vampiros” (alguien debe haber en esa condición, aunque parezca poco probable). Tratemos de ver, entonces, esta propuesta de Neil Burger sin el bagaje de conocimientos previos (y/o de prejuicios) que introducen fatalmente las series de filmes o películas citadas. Nos sorprenderá la claridad y la firmeza de la narración que expone el director, los buenos climas que logra a lo largo del relato, la interesante pintura de un futuro con un diseño social dramático o los ambientes atractivos y visualmente bien resueltos en los que se desarrollan las escenas de acción, muchas de las cuales tienen lugar en la propia mente de los personajes. También son méritos de esta producción la fotografía y la iluminación (resulta clave en algunas secuencias) y la interesante recreación de una Chicago que se presenta como uno de los últimos reductos habitables dentro de un mundo devastado y en ruinas. Los problemas surgen al hilar fino sobre el guión y sobre el trazado de los personajes centrales. La descripción de una sociedad radicalmente dividida en clases o castas, y los inevitables tironeos por el poder real entre ellas da para mucho más que este entretenimiento liviano; y el análisis del papel que juegan los que no se adaptan a estos moldes inflexibles es, en sí, un tema de una gran riqueza, como quedó claro hace varias décadas en “Chip, el del ojo verde”, aquella genial novela de Ira Levin. Pero los productores no piensan en proponer tratados de sociología ni de política, sino en multiplicar dólares; no hay mayor cuidado en presentar a los personajes con trazo grueso o apelar a lugares comunes en la construcción del guión. Resulta revelador analizar las reacciones de la platea: el público, compuesto en general por una mayoría abrumadora de adolescentes de sexo femenino, reacciona puntualmente con gritos, suspiros y chillidos a cada uno de los estímulos que se les proponen, lo que demuestra que los guionistas saben perfectamente lo que hacen y que la mesa está servida para una nueva serie de filmes que van a calar hondo en el ánimo del público joven. Al menos, la buena factura técnica de este producto permite un par de horas de entretenimiento, aunque ya se haya dejado atrás la edad requerida para chillar cada vez que aparecen los protagonistas en la pantalla.
Basada en la novela homónima de Veronica Roth, Divergente es un film de ciencia ficcion dirigido por Neil Burger (El Ilusionista, Sin Límites) y protagonizado por Shailene Woodley (Los Descendientes, The Spectacular Now), Theo James (Conocerás al Hombre de tus Sueños), Kate Winslet (Aires de Esperanza), Miles Teller (The Spectacular Now), Zöe Kravitz (X-Men: Primera Generación), Jai Courtney (Jack Reacher, Duro de Matar: Un Buen Día para Morir) y Ashley Judd (Ataque a la Casa Blanca).El mundo de Divergente está dividido en 5 facciones basadas en virtudes humanas: Abnegación, osadía, erudición, cordialidad y verdad. Las facciones fueron creadas despues de una gran guerra que destruyó a todo el mundo excepto Chicago, estas facciones sirven para mantener el orden en el lugar. A los 16 años, los jóvenes deben elegir a que facción pertenecen y, si superan las pruebas de iniciación en la facción de su elección, se quedan en ella. Si no aprueban, son destituidos, se quedan sin facción y sin lugar en la sociedad. Las personas que demuestren tener más de una virtud son consideradas peligrosas, se las denomina divergentes y son eliminadas. La protagonista del largometraje es una divergente que debe ocultar su condición del resto de la gente y al mismo tiempo superar el proceso de iniciación, en medio de un clima de golpe civil. Divergente sufre en su guión debido a la falta de coherencia en la sociedad que se ha construído en base a las facciones anteriormente mencionadas, ya que las emociones y experiencias humanas no pueden ser reducidas a una sola categoría. Es cierto que en el mundo real también se convive con arbitrariedades e injusticias pero, si una de las subtramas del film es el derrocamiento de un gobierno liderado por una facción, al menos los realizadores podrían haber traído un poco de sentido común, una explicación lógica, etc. para hacer que dichos momentos en Divergente sean más creíbles. Más allá de las inconsistencias, Divergente es un producto dirigido a los adolescentes ya que probablemente se identifiquen con la protagonista: se siente alienada de quienes la rodean, sin aceptación por su condición, se espera que cumpla con las reglas y objetivos impuestos, etc. La protagonista, al mismo tiempo que enfrenta estos problemas, debe resolver su lugar en este mundo. En definitiva, se pregunta lo mismo que cualquier adolescente: ¿Quién soy? Quizás es por esto que lo más rescatable de la película sea el trabajo de Shailene Woodley y el arco dramático de su personaje, debido a que el desarrollo del personaje (en especial en la etapa de entrenamiento e iniciación en la facción elegida) es explorado de manera intensiva y esto le da a Woodley la posibilidad de explorar distintas áreas de su papel, con éxito. Incluso la trillada subtrama romántica está prolijamente realizada, sin edulcoramiento ni demasiado melodramatismo. Quizás los peores elementos de Divergente son la falta de ritmo y la edición poco rigurosa que se aplicó al fim (que dura 139 minutos), es por eso que la protagonista tiene tanto peso que la trama termina siendo esporádica, por momentos abrupta, y finalmente, de poca importancia para los espectadores. Ni hablar de la música hecha por el artista Junkie XL (300: El Nacimiento de un Imperio) y producida por Hans Zimmer El Hombre de Acero), que parece hecha más para una fiesta tecno que para un film, ya que tonalmente la música está en discordancia con la película.El hecho de que Divergente termine con un final abierto para futuras secuelas, ya que hay 2 libros más escritos por Roth, hace parecer que el producto está inconcluso, lo cual molestará a los espectadores. Divergente es un producto mediocre que ganará algunos fans gracias al personaje interpretado con convicción por Shailene Woodley. Al menos Divergente es mejor que la saga de Crepúsculo, La Huésped, Hermosas Criaturas, Cazadores de Sombras: Ciudad de Huesos, y demás adaptaciones de libros para jóvenes adultos.
Discípulos de Katniss En una época donde las sagas sobre futuros distópicos están a la orden del día, llega esta nueva adaptación de una novela para jóvenes adultos, género literario que la viene rompiendo desde Harry Potter. Divergente es el primero de tres libros de la escritora estadounidense Veronica Roth, y su versión para pantalla grande llega con una entretenida propuesta para casi todas las edades, especialmente su público target; el teen. Pero se deja disfrutar por adultos también, con un sólido trasfondo político, e incontables escenas de acción. En un futuro post-guerra, la sociedad se ha organizado en facciones, en pos de mantener la paz. Esta justificación es -como siempre en estos casos- bastante relativa, y la protagonista del film será la encargada de sacar a la luz las verdaderas intenciones de este sistema. Al igual que en Los Juegos del Hambre, será una adolescente común la que llevará la bandera de la resistencia, sin siquiera proponérselo. Todo empieza cuando Beatrice debe tomar el test para decidir a qué facción pertenece, y sus resultados no son concluyentes. Su personalidad determina que no puede ser encasillada en ninguna categoría, y esto la convierte en una “Divergente”. Por supuesto, esto quiere decir que es peligrosa para la sociedad y el sistema que la mantiene funcionando, ya que no puede haber fallas. A partir de ese momento, “Tris” (tal es el nuevo nombre que adopta la protagonista) deberá hacer lo necesario para sobrevivir, a la vez que mantener todo lo que le importa. Como en toda adaptación, los detalles nos son relevantes a la hora de armar el guión, y la historia fluye a un ritmo frenético, sin lugar para cuestionarnos nada. Pero a diferencia de otras adaptaciones, donde la lectura previa del libro original es clave para seguir la trama, el argumento de la película se entiende a la perfección para todos aquellos que van a verla sin ninguna información previa, y el despliegue visual ayuda al relato. La banda de sonido merece una mención aparte, supervisada por el genio de Hans Zimmer (responsable de la música de clásicos como El Rey León y Piratas del Caribe, y de nuevos éxitos como Inception y la trilogía The Dark Knight). En su conjunto, es una buena película. Que si bien cuenta una historia que no se destaca tanto por su originalidad como por su buen ritmo y actuaciones, cumple con entretener y a la vez construye una crítica social cada vez más presente en el cine actual.
Comienzo decente Les confieso cineliqueros que comencé a ver esta película con miles de prejuicios y pensando que estaba por fumarme la próxima "Crepúsculo" solo con la diferencia de que le habían puesto algunos elementos de "Los Juegos del Hambre" y, para mi sorpresa (positivamente), no fue así. No entiendo por qué la crítica le dio con un caño a esta adaptación que hizo el director Neil Burger ("Sin Límites", "El Ilusionista") de la novela juvenil llamada "Divergente". No llega a ser tan carismática como "Harry Potter" o "Los Juegos del Hambre" pero es muy superior a por ejemplo "Cazadores de Sombras", "Criaturas Hermosas" o a la mismísima franquicia de "Crepúsculo". La trama nos presenta un mundo post apocalíptico en el que la comunidades que viven "civilizadamente" se dividen en castas. Está Erudición, que son los más inteligentes, Cordialidad, donde viven los pacifistas y son quienes trabajan las tierras, Osadía, los policías y miembros más valientes de la comunidad, Verdad, donde están aquellos que están a favor de la sinceridad siempre y que ocupan posiciones dentro de la Justicia, y por último Abnegación, que son aquellas personas más desinteresadas y que están al mando de la política. Todo parece perfecto y ordenado, quizás mucho más de lo que realmente se encuentra en realidad. Cada miembro de las distintas castas cuando llegan a los 16 años pueden elegir quedarse en la comunidad en la que nacieron o elegir una nueva, pero una vez realizada la elección, deben cumplirla y no tienen vuelta atrás, de lo contrario se convierten en los "sin facción". La historia tiene influencias variadas, como algunas de "Harry Potter" con el tema de las facciones que en la obra de J.K. Rowling vendrían a ser las distintas casas de Hogwarts, de "Los Juegos del Hambre", como el hecho de que la protagonista está destinada a llevar a adelante la rebelión contra el sistema aparentemente perfecto que en realidad esconde grandes injusticias, y hasta influencias de "Starship Troopers" como por ejemplo la dinámica entre hombres y mujeres en la facción de Osadía. Esto no es malo, para nada, pero corre con la desventaja de no haber sido precursora en cuestiones claves de la aventura teen de acción. Lo que sí tiene como sello propio es la frescura de poder ofrecer un buen juego entre lo precavido de una peli teenager y lo más jugado de una historia adulta. Hay momentos empapados de adolescencia pero también hay otros bien adultos donde se puede disfrutar de la tensión generada en pantalla. Los protagonistas en general están bien, sobre todo Shailene Woodley ("Los Descendientes") que hace notar su carisma. En general diría que es un buen comienzo, decente, con una buena recaudación de taquilla que dobló su presupuesto sólo en los Estados Unidos. Es entretenida y está muy bien realizada en términos audiovisuales aunque debe pulir algunas cuestiones infantiles en lo que a personalidad de los personajes se refiere. Recomendable.
He aquí otro futuro distópico arbitrario y banal, lleno de reglas estúpidas y carente de mecanismos dramáticos reales. Es cierto que, a veces, uno tiene que concederle algo de tiempo para que la premisa crezca y se desarrolle, y ahí puede llevarse una grata sorpresa - como pasó con Los Juegos del Hambre, en donde una horda de tipos ridículos y mal maquillados terminaron encarnando una trama intensa y apasionante -, pero aquí ello no ocurre. Divergente comienza con una pavada, lo que sigue es genérico y poco interesante, y ni siquiera el climax levanta algo el pulso comatoso de la película. Hay un buen cast pero nadie hace algo siquiera destacable; y ni siquiera la heroina posee alguna característica que nos despierte algún tipo de entusiasmo, a no ser de su talento excepcional para llorar como una magdalena y mostrarse compungida cada vez que puede. El problema es el vicio surgido con las sagas literarias orientadas a los Jovenes Adultos, nuevo engendro moderno que ha dado a Crepúsculo, Los Juegos del Hambre, y dos millones de sagas de fantasía protagonizadas por adolescentes cachondos. La mayoría son demasiado parecidas entre sí - escuelas, torneos, competiciones de todo tipo para poner al protagonista de turno frente a un gran desafío, descubrir su gran amor y, de paso, derrotar al maloso que impone las reglas idiotas que subyugan el mundo utópico donde viven - y, salvo que les toque un gran cast y un director inspirado, no hay nada que las saque del fango de la mediocridad a la cual pertenecen. Claro que a los productores de Hollywood esto les interesa un pomo, ya que oleadas de adolescentes fanatizados (y devoradores seriales de dichas novelitas) acuden en masa a los cines y les llenan los bolsillos con las toneladas de tickets que compran. Divergente es otro clon mas en la onda de Los Juegos del Hambre, en donde la chica de turno se volverá mas dura e inteligente que el resto de los mortales, y contribuirá a patearle el trasero a los dictadores de moda, encarados por Kate Winslet y sus huestes. La chica es Shailene Woodley, pecosa y con nariz de boniato, no muy bonita pero al menos es buena actriz - a mí me gustó mucho cuando trabajaba con George Cloonet en The Descendants - ; el problema es que el libreto es incapaz de darle una personalidad magnética como a Jennifer Lawrence en The Hunger Games. Acá la Woodley vive en un mundo totalmente arbitrario, en donde a la autora se le cantó dividirlo en facciones. Los mas absurdos son los de Osadía, una horda de idiotas que se la pasan haciendo parkour y se trepan a los rascacielos a mano limpia. Como no saben lo que es una parada de trenes (o lo que es una puerta), saltan de los ferrocarriles en movimiento y cometen proezas tan estúpidas como mortales todo el tiempo. Precisamente es en Osadía a donde va a parar la protagonista, a la cual le toca un entrenamiento demasiado vulgar y silvestre - no hay ni una maldita prueba que resulte medianamente interesante u original -, y moquea todo el tiempo cada vez que le dan una paliza. Como ella tiene una cualidad sorprendente (?) - la de poseer los dones de todas las facciones en su misma persona, algo prohibido por ley y castigado con la muerte -, debe callarlo y seguir con la rutina sin que nadie la descubra. Serán precisamente sus dones lo que la hagan inmune a una droga impartida por la jefa del consejo (Kate Winslet), la que convertirá a los "osados" en un ejército de robots dispuestos a seguir ciegamente sus órdenes para derrocar al gobierno de turno. Divergente es larga y aburrida. El problema es que la premisa de base es trivial - denme una razón lógica para clasificar a la sociedad en facciones y matar o deshechar al que no quepa en ellas -, y lo que sigue es un castillo de naipes construido sobre dicha premisa. Si a uno no le convence la idea de base, todo lo que sigue termina por serle indiferente, y es lo que a mi me ocurre con el filme. Ni siquiera el climax es interesante. Lo cual es una lástima, ya que aquí hay un cast muy bueno, pero que opera en piloto automático la mayor parte del tiempo. Ni siquiera la Winslet descolla en su papel de villana; y si hay alguien que destaca - siquiera un poco - es Theo James, que es confidente y sagaz, lo que es apropiado para su rol de entrenador de la muchacha en cuestión. El cómo Divergente resultó un éxito de taquilla sólo puede explicarse en términos de marketing. No hay nada aquí que lo distinga de otros emprendimientos que fracasaron miserablemente. Quizás en la siguiente entrega las cosas repunten un poco, pero lo dudo. Lo que hay aqui no me llama la atención, y dificil que la voluntad se haga carne para ver cómo los osados derrotan a los eruditos y protegen a los abnegados... en un reparto de funciones tan inútil como superficial. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/divergente.html#sthash.TGg2JtxU.dpuf
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Hermana menor de Hunger Games sólo que aquí los adolescentes que luchan contra un sistema opresivo son más insoportables y no tan buenos actores. Filmada sin estilo luce como un producto apenas correcto de la fábrica de chorizos a la que los estudios nos tiene acostumbrados. Si obviamos el “mensaje” de la historia la película resulta entretenida, y nada más. La Secundaria Orwelliana.
Ciencia ficción divergente Las similitudes entre Divergent y The Hunger Games son evidentes. Ambas son adaptaciones cinematográficas de best sellers de ciencia ficción, con escenarios distópicos de posguerra en el que los sobrevivientes intentan cambiar las reglas de convivencia social. También tienen en común el perfil de sus protagonistas: jóvenes promisorios en rebeldía con el sistema. Divergent empieza bien. Es una película que está encarada con seriedad desde lo técnico y lo dramático, con buena cinematografía y, en principio, buenas intenciones argumentales. Los personajes y la historia están bien presentados, despertando el interés del espectador durante al menos media película. Pero luego llega el nudo, y lo que aparentaba ser una muy buena propuesta en su género, cae irremediablemente en una trama inocua y adolescente que destruye todo el encanto. Divergent hace agua por donde se la mire pasada la primera hora y pico de duración. El desarrollo de la historia se torna errante y extremadamente trivial, con giros y resoluciones propios de una película infantil. Las secuencias de acción, por otro lado, dejan muchísimo que desear también. Divergent hace honor a su título y diverge de su premisa inicial. Es precisamente en ese punto cuando cualquier comparación con The Hunger Games queda descartada. Esta película, destinada a convertirse en franquicia, no posee ni por asomo la solidez narrativa de la saga protagonizada por Jennifer Lawrence. Posee lo conceptos, pero carece de relato y contundencia. Es apenas una propuesta pasatista destinada a adolescentes.