Cabellos colgantes al acecho El J-Horror de comienzos del Siglo XXI, ese que echaba mano de un trasfondo sobrenatural alrededor de casas concretas o dispositivos tecnológicos, resultó muy redituable en taquilla en todo el mundo porque permitió dejar atrás el slasher más salvajón -gore, ironía y desnudos- de las décadas previas y reajustar el tono narrativo hacia la comarca más aséptica y ATP de los fantasmas vengadores sustentados en jump scares cada día más previsibles e inofensivos. Lo que comenzó con trabajos japoneses de muy buen nivel cualitativo, en esencia correspondientes a la segunda mitad de la década del 90 y casi toda la siguiente, de a poco fue licuándose de la mano de una fórmula con estereotipos fijos que primero fue adoptada por Hollywood -vía remakes y productos “originales”- y luego por todo el bendito planeta, en consonancia con esa estupidez que domina en gran parte del mainstream actual. Cuesta creerlo pero ya estamos ante el noveno eslabón de la más que excesiva franquicia de The Ring (Ringu), un camino que en términos prácticos abarcó las dos películas originales, el directo a video Ringu (1995) y la estrenada en salas y muchísimo más famosa El Círculo (Ringu, 1998), las dos primeras secuelas, la original Rasen (1998) y la alternativa y bastante más conocida The Ring 2 (Ringu 2, 1999), la precuela Ring 0: Birthday (Ringu 0: Bâsudei, 2000), aquella continuación aggiornada/ spin-off intitulada Sadako 3D (2012), su corolario directo Sadako 3D 2 (2013), y finalmente el crossover freak Sadako vs. Kayako (2016), un intento por unificar las sagas de The Ring y The Grudge (Ju-On). El Aro (Sadako, 2019) constituye el regreso de Hideo Nakata al universo de Ringu, aquel señor responsable de haberlo popularizado en primer lugar con El Círculo, aún la cúspide de toda esta factoría. La historia de turno nos devuelve a la Sadako que todos conocemos, el espectro torturado que desparrama su condena -antes a través de un VHS e Internet, ahora mediante una nenita y un hogar cual The Grudge- en el hospital donde trabaja la protagonista, Mayu Akikawa (Elaiza Ikeda), una doctora que tiene a su cargo a una misteriosa jovencita con amnesia y que comienza a investigar la desaparición de su hermano, Kazuma (Hiroya Shimizu), un youtuber que un buen día ingresa a un edificio en el cual murieron cinco personas a causa de un incendio. Ayudada por Yusuke Ishida (Takashi Tsukamoto), el “padrino” en redes sociales de Kazuma, Mayu descubrirá que la niña está muy vinculada a Sadako. El film recupera el acecho del espíritu femenino de cabellos colgantes para desparramar más y más momentos redundantes que no agregan nada a lo ya visto en el pasado hasta el hartazgo. Aquí Nakata se ubica bien lejos de su mejor faceta como director, la que pudimos disfrutar en El Círculo, Chaos (Kaosu, 2000) y Dark Water (Honogurai Mizu No Soko Kara, 2002), y en esencia está más cerca de la mediocridad estándar de sus secuelas de antaño, como por ejemplo la citada The Ring 2, La Llamada 2 (The Ring Two, 2005), la primera continuación de la muy digna remake hollywoodense del 2002 de Gore Verbinski, y Death Note: L Change the World (2008), su aporte a la franquicia cinematográfica inspirada en el célebre manga de Tsugumi Ôba y Takeshi Obata. Se podría decir a favor de El Aro, supuesta tercera parte de las inferiores Sadako 3D y Sadako 3D 2, que incluso una versión nipona algo mucho anodina y poco imaginativa de la saga original resulta más interesante que los refritos yanquis contemporáneos símil J-Horror tontuelo, ya que la película que nos ocupa por lo menos cuenta con un desarrollo de personajes atendible, alguna que otra escena tenebrosa en serio y un sustrato artesanal basado más en la presencia permanente de actores que en la fanfarria exasperante de los CGI de nuestros días, ese comodín de lo más trivial…
Vendida como una secuela de la saga que hace años aterrorizó al mundo entero, y tuvo su remake Hollywoodense, en esta oportunidad una niña despierta los miedos más profundos de una médica que ve cómo su vida cambia de un momento al otro, pierde de vista a su hermano, un tonto youtuber, y se mete de lleno en una siniestra fábula que la llevará al “lado oscuro”. Mucha búsqueda de efecto, visual, sonoro, nada de miedo, y el recuerdo de una saga que sólo se encarna en la figura de la contrincante de todos, pero que despierta menos miedo que “Lassie atado”.
“El Aro: Capítulo Final” de Hideo Nakata. Crítica. Innecesario ¿capítulo final? De la mano del director original de la franquicia vuelve la maldición de Sadako, la niña abandonada que busca venganza. Por Bruno Calabrese. Cuando uno piensa en terror japonés “Ringu” es la película más recordada del género. Estrenada en 1998, fue luego ser reinterpretada y lanzada por Hollywood bajo el título de “The Ring” o “El Aro” en el 2002 dirigida por Gore Verbinsky. Esta nueva versión se convirtió en todo un clásico del cine de terror protagonizado por Naomi Watts, Martin Henderson y Daveigh Chase. Pero muchos no olvidaron la película original que hasta el momento es considerada por los fanáticos del género como una de las más terroríficas de todos los tiempos. En 1999, Hideo Nakata, director de “Ringu” realizó una secuela que también tuvo repercusión a nivel mundial para luego el mismo encargarse de la versión de Hollywood de “The Ring 2” / “El Aro 2” en el 2005, pero de ahí se alejó de esta franquicia. Con una historia nueva, el director ha vuelto a meterse en el universo de la fantasmal niña de pelo largo. Esta vez la historia sigue a Mayu, la encargada de cuidar a una chica que sufre de amnesia. La paciente está bajo custodia policial y es de especial interés para las autoridades. Sin embargo, sus allegados desconocen el porqué de esta situación, e incluso la propia sospechosa ignora los motivos por los que está siendo vigilada 24h. Mientras Mayu se desvive por realizar su trabajo, su hermano, un aspirante a convertirse en un personaje famoso en redes sociales, comienza a darse cuenta de que ha dado con una historia de fantasmas que tratará de aprovechar a toda costa. A pesar de haberse traducido como “El Aro: Capítulo Final”, la película se centra en los inicios de la joven Sadako (el título original es ese). Esa niña maldita que sale de la televisión para absorber almas. La realidad era que en la película original la niña estaba considerada maldita, ya que su presencia llevaba a que sucedan tragedias a su alrededor, por lo cual fue encerrada por la madre en un aljibe en soledad. Luego de muerta ella se vengaría a través de un video con imágenes traumáticas que si las mirabas morías a los siete días. Esta vez la leyenda cambia, en realidad Sadako fue abandonada en una cueva. Pero su poder reside en atraer las almas de los bebés no deseados. ¿Era necesaria esta secuela/precuela/resignificación? (no queda ni eso claro) Definitivamente, NO. La película es un compendio de situaciones de terror que ya vimos hasta el hartazgo en todas las anteriores de la saga. Trata de asustar con momentos que no generan sorpresa y la presencia de Sadako termina pareciéndose más a Thabitha de “Scary Movie 3” que a la original. Quizás a quien recién se meta en la historia le pueda resultar atractivo pero quien ya haya visto todo lo anterior no aportará nada nuevo. Si pensamos que el black friday como el día de ofertas, donde se venden productos a precios rebajados pero la mayoría de las veces no son de primera necesidad o directamente innecesarios pero que se consumen porque están baratos. Ahí entraría “El Aro: Capìtulo final”, una película sin alma de un director que sabe hace terror pero que acá hizo un producto barato para ser consumido solo si está en oferta. Puntaje: 40/100.
A veces las sagas tienen que terminar, y es el caso de “La Llamada”, o en éste caso, “El Aro”, una película totalmente innecesaria y que defrauda de principio a fin. Y es raro, porque generalmente el terror japonés tiene cierto suspenso y está bien hecho. No es el caso. La Dra. Mayu Akikawa (Elaiza Ikeda) recibe en el Hospital a una niña con problemas, Jinko (Himeka Himejima), que no habla y fue salvada de un incendio provocado por su madre que sí muere. Ella se salva y de a poco cuenta que vivía encerrada en un clóset y su madre apenas la alimentaba ya que su progenitora creía que el espíritu de Sadako se había reencarnado en la niña, por eso intentaba asesinar a su propia hija. Mayu tiene, a su vez, un hermano Kazuma (Hiroya Shimizu), que busca la fama a cualquier precio haciendo videos para transformarse en un gran youtuber y como no logra pegar “EL” gran impacto, decide ir al edificio abandonado donde se produjo el incendio de donde salió la niña misteriosa. Al ingresar al edificio, el hermano de la Dra. desaparece y ella va en su búsqueda, aunque ésto signifique un peligro. El film retoma los cortos de Sadako (2009) y los dos Sadakos 3D, pero la historia es confusa y comienza a enredarse y se los aseguro, van a sentir cero miedo. Cero. Aquí aparece Samara con sus pelos en la cara, pero en momentos que no tienen nada que ver...inexplicable. Las actuaciones son de un nivel pobre. Hideo Nakata será una institución en cuanto al terror se refiere, pero en éste caso, sigan de largo. Después de ocho películas, entre las americanas y las japonesas, dejemos a Samara y a Sadako en paz y que los guionistas vayan por nuevas ideas. ---> https://www.youtube.com/watch?v=1rvsrf_U7Bc TITULO ORIGINAL: Sadako GENERO: Terror . ORIGEN: Japón. DURACION: 99 Minutos DISTRIBUIDORA: Digicine FORMATOS: 2D. ESTRENO: 02 de Enero de 2020
Mirada panicosa Con reminiscencias a Poltergeist: juegos diabólicos (1982), film que recordamos por su originalidad y el terror que vivimos, y también a El manicomio (Heilstätten, 2018) y Gonjiam: Hospital maldito (2018), ambos débiles y olvidables, se presenta El Aro (Sadako, 2019). La saga del famoso fantasma de cabello largo que supo aterrorizarnos, ahora muy lejos está de hacerlo y hasta podríamos decir que ridiculiza al género. Nos aburrimos y hasta corremos el riesgo de reírnos. El japonés Hideo Nakata añade un nuevo título a la saga de La llamada (The Ring, 2002), la exitosa remake de terror psicológico estadounidense del mismo Nakata: Ringu (1998). El Aro es la parte final de esa trilogía. Sigue a la psicóloga Mayu Akikawa (Eliza Ikeda) cuya atención se focaliza en una niña (Himeka Himejima) quién tiene custodia policial. La niña no recuerda nada, incluido su propio nombre. Los casos misteriosos comienzan a ocurrir alrededor de Mayu, mientras tanto, su hermano menor Kazuma (Hiroya Shimizu), un YouTuber que tiene como finalidad obtener más espectadores, decide colarse en un sitio incendiado donde murieron 5 personas. El realizador nipón nos invita a descubrir lo que tiene para contarnos. Sin embargo y luego de la presentación, comienza una historia que tiene serios problemas de comunicación entre el director y su guionista. La historia se descarrila y a pesar de los intentos de salvarla, solo abundan escenas que rellenan vacíos irrecuperables. Esto conlleva a confundir al espectador y también a los actores, cuyas interpretaciones son muy malas y forzadas. La paleta de colores es sugestiva y las escenografías sirven de contraste. No obstante, nada parece salvar esta disgregación entre la trama dramática y la dirección, dando como resultado un fatal film de terror. Lo predecible no es bien recepcionado por el espectador. Algo positivo como reflexión personal, es la crítica a la sociedad japonesa, en especial hacia los jóvenes, cuya comunicación verbal se muestra inexistente. El director critica a través de su film a la sociedad consumista, que se vincula por medio de aparatos electrónicos, similar a la sociedad occidental.
El Aro: Capítulo Final (gracias a Dios). Si descargaras esta película ilegalmente por Internet, el FBI tendría lástima de arrestarte. No, no es una película para pasar el rato, ni siquiera una para calentar adolescentes, El Aro: Capítulo Final (2019), es más una de esas decepciones que se llevaría alguien en el 2010 cuando le pide el favor de comprar «unas pelis» truchas a un mayor de 40 años. La nueva entrega de la saga oriental de El Aro fue dirigida por Hideo Nakata, el mismo director que nos trajo la película original en 1998 en cuyos fotogramas se basó la versión —y saga— estadounidense. Nakata presenta una historia adaptada a tiempos modernos, donde Mayu, una joven médico, se topa con una niña víctima de un incendio cuyo apartamento arruinado por las llamas es explorado por Kazuma, hermano de Mayu y aspirante a estrella de Internet que termina topándose con un espíritu maligno llamado: Sadako. Desde el inicio la decepción es clara, la poca inmersión que se podría tener en la película durante sus primeros minutos es truncada por unas llamas digitalmente animadas para parecer un gif de Instagram. El espíritu que aparece detrás de uno de los personajes parecer que fuera a decir: «¡dulce o truco!» y así sin más se sabe que el filme representará un pérdida de tiempo, ni siquiera puede esperarse la diversión de una película pochoclera, porque desde el principio queda claro que las escenas «aterradoras», lo más esperado en una peli de terror, serán decepcionantes, no todo lo hecho en Japón es bueno y esta película lo demuestra. La película tiene una duración de 99 minutos, pero desde los asientos se sienten como si fueran tres horas, el aburrimiento es constante, la sobreactuación del reparto provoca un poco de pena ajena en quienes los ven. Quizás la que dio su mejor esfuerzo fue Elaiza Ikeda (Dra. Mayu Akikawa), cuya interpretación se limita sólo a asustarse y abrir los ojos tanto como si tratase de no verse asiática; sin embargo, da un poco de ternura cuando deja en claro que se está tomando su papel en serio. Por otro lado, Renn Kiriyama (Kazuma, hermano de Mayu) fue víctima de un guion que pretendía satirizar a los youtubers pero terminó por hacer sólo una caricatura de ellos, una que fue encarnada por Renn, el actor que en este caso demostró no tenerle miedo al ridículo. A lo anterior se le suma situaciones donde las cosas suceden o se solucionan con una conveniencia divina absoluta, ¿la entrada de la cueva está bloqueada?, ¡miren, ahí está el único palo de la playa que se puede usar como palanca! Con todo estos inconvenientes se pensaría que se usará «la vieja confiable» del cine de terror, es decir, el screamer, pues no, ni eso. Por desgracia no hay nada que se pueda rescatar de esta película, ni siquiera una risa producto de la actuación tipo animé de cierta paciente del hospital donde trabaja Mayu, tampoco una banda sonora competente —está pareció sacada de un playlist de Youtube titulado: «Música para asustar«—. Sólo nos queda ver los decorados, las actuaciones y pensar: «Esto es una parodia porno bien producida«.
En 2016, Sadako vs. Kayako, de Kôji Shiraishi, cruzó las franquicias de The Ring y The Grudge, o sea La llamada/Ringu/El círculo/El aro/El grito yThe Grudge/Ju-on. Las dos apariciones/fantasmas/espectros/monstruos vengativos (o lo que fueran) frente a frente, con salvajismo, ritmo y delirio, y nosotros con la divertida sensación de que solo en ese modo bombástico podían captar nuestra atención. Pero... ahora, luego de dos décadas de secuelas y remakes, estamos ante una nueva entrega construida alrededor del personaje de Sadako (Samara, en la versión estadounidense) y en manos del director de las dos primeras Ringu, Hideo Nakata. Al principio de El aro: capítulo final percibimos que aquí hay un realizador capaz de manejar los espacios y hasta alguna clase de suspenso sobrio, pero las cosas se estancan rápidamente ante las múltiples explicaciones que buscan revelar y vanamente conectar el origen (o la nueva multiplicación) del espectro japonés y global. Sadako y Ringu fueron renovaciones escalofriantes para el género, pero este capítulo triste, solitario y final lleva el desgaste y el desgano como sellos, hasta llegar a un ¿cierre? (una serie de ¿cierres?) más bien risibles, mayormente adornados con gritos y una música que se empeña en imitar tenazmente "Campanas tubulares", de Mike Oldfield.
por Celeste Herrera "Que se termine la maldición" Innecesario filme de terror japonés, que supone el fin de la saga Ringu (1998). Dirigido por Hideo Nakata, que allá lejos y hace tiempo supo perturbarnos, cruzar el océano y traer un dejo de esperanza a un género que occidente termina siempre por agotarlo, no sin antes conseguir, el deseado éxito comercial. Sadako (2019) vira la maldición original del vhs a la Internet. Cuenta la historia de Mayu, una psicóloga (Elaiza Ikeda) y su hermano youtuber Kazuma (Shimizu Hiroya) que impulsado por su agente-amigo-manager, para conseguir mayor audiencia, decide colarse en un edificio donde previamente la nueva paciente de su hermana (Himejima Himeka), que funciona como una extensión de Sadako desató la maldición, mató a su madre e incendió el apartamento donde vivían. Sí, es rebuscado, sí es confuso, pero así es todo el filme. Por tercera vez en la historia de la franquicia, Hideo Nakata se coloca tras la cámara (también fue el director de Ringu 2) para dejar algo en claro: si a finales de los noventa se lució en la primera entrega, cuando nos contaba la historia sobre aquellas personas que, tras ver un vhs maldito, morían a los pocos días, donde supo de manera brillante crear una atmósfera escalofriante, con innovadores efectos tanto visuales como sonoros, con imágenes sucias que apostaban por el grano y ambientes por demás de opresivos, que derivó en un sin fin de mediocres imitadores. Pues bueno, nada, absolutamente nada de todo eso se encuentra en El aro: capitulo final. A tamaña decepción, acompañan a la par, unos diálogos innecesarios y por demás de explicativos que, aunque resulte contradictorio, hacen la historia más enrevesada. Lo más reprochable de esta supuesta última entrega (quedarse tras los créditos) es que al fin y al cabo resulta ser que en ningún momento consigue asustar, ni siquiera un poquito. Calificación: 3/10 Título original: Sadako Año: 2019 Duración: 99 min. País: Japón Dirección: Hideo Nakata Guion: Noriaki Sugihara (Novela: Kôji Suzuki) Reparto: Eliza Ikeda, Himeka Himejima, Ren Kiriyama, Hiroya Shimizu, Rie Tomosaka, Takashi Tsukamoto Productora: Kadokawa Género: Terror | J-Horror. Sobrenatural Grupos: The Ring
En 1998 el director japonés Hideo Nakata creó “Ring” (“La llamada”) una de las películas de terror japonés más famosa e inquietante. Las secuelas y versiones en otros países la impusieron como un sello del género. Veinte años después el director regresa al origen, al pozo de donde salió su fantasma más temido con la esperanza de acariciar aquel éxito del ayer. Aquí queda en el olvido el videocasete infernal que una vez visto y recibido una llamada producía la muerte inexorable de la víctima. Ahora la excusa es el morbo de los realities sobre la línea de lo sobrenatural, y una niña que sobrevive a un incendio, con una madre sospechosa. El youtuber intrépido desaparece y su hermana, una doctora que trabaja en un neurosiquiátrico decide investigar, incentivada por un paciente que puede ser la reencarnación de la temida Sadako, el origen de tanto terror. Sin embargo ninguna de las secuelas, ni versiones ni spin off de la película original lograron ese clima que asombro al mundo y fue un éxito en muchos países. El director de esa producción original logra encaminar bastante bien las cosas, sin golpes bajos, pero el terror ya no forma parte del film, si el retorno a su origen casi místico, a la explicación de tanta mujer castigada y obligada a la más terrible de la atrocidades y el fondo maldito de tanto mal que espera una venganza que pocas cosas logran saciar. La película tiene cierto encanto pero con eso no alcanza para llegar a la altura de esa primera vez.
Melenas deshilachadas Para quienes ya no lo recuerdan o no habían nacido, a comienzos del Siglo XXI vivimos una explosión de J-Horror. Quizás cansados de ver una y otra vez el mismo estilo de película de terror de Hollywood, comenzamos a prestarle atención a un puñado de películas provenientes de Asia. Repetían ciertos parámetros comunes, pero trayendo un aire fresco y sugestivo de la mano de un mayor misticismo y una cultura que no es la occidental. Hasta tuvieron su “propio personaje de referencia”, fantasmas de mujeres jóvenes delgadas, de grandes ojos tapados por una extensa y lacia cabellera morocha, que se arrastraban como arañas enfundadas en túnicas blancas… también estaba la variante de niños con corte de pelo taza. Si bien este estilo es antológico en Oriente, la moda llegó a Occidente de la mano de Ringu, un hito del terror japonés de 1998, basada en una serie de novelas de Koji Suzuki acerca de unos VHS que al reproducirse maldecían al espectador, quien moriría exactamente siete días después. Ringu se convirtió en culto de inmediato, y se popularizó en todo el mundo cuando en 2002 Hollywood la adaptó con el mega éxito de La llamada. Claro, no sería raro que no conozcan Ringu, porque de hecho en nuestro país nunca tuvo estreno comercial (solo estuvo una semana en una sala no oficial, post estreno de La llamada, ya habiéndose editado en video y emitido por TV Cable hasta la tercera entrega). No solo eso, Ringu es una saga de siete películas (u ocho si se tiene en cuenta que hay dos versiones de la primera secuela), y también hay adaptaciones para otros territorios de Oriente como China, Tailandia y Hong Kong. Pero nada de todo eso se conoció en las salas locales, hasta ahora. ¿Qué es lo que motiva el estreno de El aro: Capítulo final? ¿Será que acaso devuelve la saga a su mejor forma y vale la pena celebrarla? No, más bien todo lo contrario. ¿Por qué tan seria? Japón tiene la costumbre de estrenar decenas de secuelas y spin-offs de sus sagas exitosas, sean del género que sean, al punto de que ya no quede (casi) nada de la esencia original. Piensen en el cine de artes marciales o en los Kaijus como Godzilla. El J-Horror, como vemos, no fue la excepción, y entre otras sagas como Ju-On, a Ringu la explotaron a más no poder, llevando su argumento original hacia zonas cada vez más incongruentes, cambiando los orígenes, y hasta variando el estilo desde lo más solemne a lo más camp. En este sentido, El aro: Capítulo final parecía traer algo de esperanza a los fans originales. Regresa al sillón de director Hideo Nakata, director de las primeras tres partes (las mejores), y por lo que se veía en los avances el tono se alejaba de ese “clase Z” divertido deliberado de la anterior Sadako vs Kayako, para volver a la vena dramática del terror. Promesas, solo promesas. Sí, El aro: Capítulo final es más seria que las últimas entregas, pero también es (por mucho) la peor y más descabellada de las siete, confirmando que de ese supuesto maestro del terror que se perfilaba no queda más que humo. Supuestamente basada en Tide(Marea) la última novela de la saga de Suzuki, El aro: Capítulo finalconfunde el crear clima sugestivo con aburrir. En sus escasos 99 minutos jamás la imprime ritmo ni interés al asunto. Para rematar, en un intento por hacer un borrón y cuenta nueva, un reboot para las nuevas generaciones que también atraiga a los clásicos e inicie todo de nuevo (sí, eso del local “capítulo final” mejor tómenlo con muchas pinzas), su argumento es confuso, remanido y mayormente inentendible. Es un extraño reboot exigiendo para entender todo lo que pasa, más o menos haber visto no la película original, sino las seis siguientes. Hay cosas que la asocian directamente. Dicho esto, dato para entendidos, El aro: Capítulo final toma el arco narrativo que se inició en la cuarta y quinta entrega (Sadako 3D y Sadako 3D 2), que ya reiniciaba todo; y no continúa la sexta, de la que solo toma un dato que también es relevante. Además hace referencia a los hechos de Ringu 2 (obvio que de Ringu 1) y de su primera secuela alternativa Rasen. Una ensalada un poco indigesta. Personajes chatos, pocas escenas de terror, mucho relleno de algo que podría usarse acá para una campaña de “salvemos las dos vidas”. Para colmo, lo que todos queremos ver cuando miramos algo de Ringu (casi) no está. YouTube killed the video star Es como si no supiese muy bien qué quiere contar. Todo empieza con una anciana posada en una cueva sobre un acantilado relatando una leyenda. Ahí se nos adelanta algo de una niña que sufrió el maltrato de su madre, quien la termina abandonando a su muerte en ese lugar. Esa nena es una Sadako, ¿pero es “Sadako”? De inmediato pasamos al presente en donde la asistente social hospitalaria Mayu Akikawa (Elaiza Ikeda) atiende a una mujer algo extraña, muy efusiva; y también debe analizar el caso de una niña que llegó al hospital en grave estado y con amnesia, desconociéndose su origen. Nada de todo esto alarmará a Mayu, que tiene preocupaciones más grandes como saber qué le pasó a su hermano Kazuma (Hiroya Shimizu), un youtuber muy estúpido que suma fans realizando distintos desafíos. El último de esos desafíos fue adentrarse en una residencia supuestamente maldita; a los días de ocurrido esto, el joven desapareció luego de una serie de conductas erráticas. Mayu comienza a investigar. Cada vez se le suman más sucesos inexplicables y sobrenaturales, a medida que desentraña una historia que tratará de unir los mil cabos sueltos que se plantearon desde el inicio (spoiler, no lo logra). Las explicaciones llegan de un modo tan traído de los pelos, tan falto de lógica mínima y en un tono tan irresoluto, que suma confusión. Al final, saldremos con más dudas de qué fue lo que pasó de las que teníamos al inicio. Llamativamente, este traspaso del VHS al mundo de internet y YouTube (u otra plataforma de streaming similar), era un recurso que también se utilizó en la tercera entrega de La llamada. Aún con los muchísimos problemas que tenía esa película, con lo olvidable que es, mínimamente guardaba algo de coherencia y le sacaba provecho a la masividad de estas plataformas en contraste con una sola copia de VHS. El aro: Capítulo final ni siquiera tiene ese ingenio. El arco argumental del video es prácticamente inexistente e irrelevante, y el modo en que aparece casi que no deja lugar a que la maldición pueda ser adquirida por cualquiera. El video aparece “porque sí”, como las publicidades de YouTube, y no genera todo el rito de introducir el cassette, darle play y caer preso de una muerte a futuro próximo. Si queríamos un argumento de por qué el formato analógico es mejor que lo digital, acá tenemos uno sólido. Muy mal actuada (el que hace de hermano es un caso serio), con problemas graves de montaje y encuadre, más escenas y diálogos irritantes. Carece del clima y la atmósfera propias del terror. Es una historia con muchísimas vueltas que la hacen inentendible e insoportable. El aro: Capítulo final es un gran, enorme ¿para qué?
"El aro": el fantasma vuelve, pero cansado Veintiún años después de la película original, este nuevo refrito del clásico del J-Terror regresa de la mano de su autor primigenio. Estrenada en Argentina con el título El anillo, Ringu tuvo su lanzamiento mundial en 1998, empujando definitivamente la fiebre del j-horror, el horror cinematográfico hecho en Japón, un país con una extensa tradición en el terreno del fantástico pero escasos exponentes puros y duros de terror, al menos hasta tiempos recientes. A tal punto fue exitosa la historia del VHS embrujado y Sadako, la mujer fantasmal de largos y lacios pelos negros que vive en un pozo de agua, que la película no sólo tuvo una remake y secuela made in Hollywood sino que, de manera ostensible, la estética, tono general y detalles formales (como el particular movimiento de la criatura) tuvieron de allí en más una enorme influencia en el cine de sustos producido en todo el mundo. Veintiún años más tarde, esta nueva entrada/reinicio/refrito de ese universo, dirigida por Hideo Nakata, el autor del film seminal, llega con los caballos extremadamente cansados. El aro (no sea cosa de repetir el título) es un aletargado y cansino relato de maldiciones duras de matar, con un fuerte foco dramático en los traumas de la infancia, idea que el propio Nakata había explorado con mucha mayor potencia y eficiencia en Dark Water (2002), sin dudas su mejor película a la fecha. En realidad, Sadako (gracia original del film) retoma conceptos de las anteriores Sadako 3D y Sadako 2 3D, cuyos títulos permiten avizoran cierta falta de imaginación. Aquí hay una extraña huérfana con síntomas de autismo y amnesia, la pequeña sobreviviente de un terrible incendio que acabó con la vida de su madre, quien a poco de llegar al hospital comienza a hacer gala de extrañas habilidades telequinéticas. Quien se interesa por ella es una psicóloga del pabellón (la actriz Elaiza Ikeda) a su vez hermana de un youtuber que, para obtener más seguidores en las redes, no tiene mejor idea que irse a grabar un video al departamento en cuestión, origen de un nuevo clip maldito con Sadako escondida en el fondo del plano. Es evidente, ya desde los primeros minutos, que Nakata ansía correrse de los golpes de efectos como elemento primordial (aunque que los hay, los hay) para intentar llevar adelante un relato enfocado en el misterio de origen, que debe ser descubierto para volver a un posible estado de equilibrio. Nada nuevo bajo el sol, desde luego, pero el mayor problema de El aro no es tanto su previsibilidad como el desarrollo mismo de las acciones y reacciones, en una atmósfera que nunca llega a ser realmente sombría o aterradora. Ni siquiera la propia Sadako, que alguna vez fue capaz de ponerle los pelos de punta a los espectadores más sensibles, logra superar en sobresaltos a algún fantasmita de la serie animada Scooby Doo. El peor pecado de una película que demuestra que la saga parece estar agotada por completo.
La maldición llega a su fin. El Aro es el capítulo final de una saga de películas de terror japonesas dirigida por Hideo Nakata y que comenzó en 1998 con Ringu, basada en la novela de Kôji Suzuki. En esta ocasión está protagonizada por Elaiza Ikeda, acompañada por la pequeña Himeka Himejima, Hiroya Shimizu, Ren Kiriyama, Rie Tomosaka y Takashi Tsukamoto entre otros. En esta entrega la protagonista es la doctora Mayu Akikawa (Ikeda), una doctora que tiene a su cargo el caso de una niña con amnesia (Himejena), y poco a poco irá descubriendo que está relacionada con la desaparición de su hermano Kazuma (Shimizu) y con misteriosos crímenes relacionados con el espíritu maligno de Sadako. Y es así como decide enfrentar a este fantasma sediento de sangre que aterroriza hasta la muerte a aquellos con los que tiene contacto. Entre los aspectos positivos que tiene esta película cabe destacar la fotografía, en el que se aprovecha el contraste entre la iluminación excesiva y los tonos cálidos de las escenas cotidianas y los tonos fríos de las escenas de horror surrealista en los que aparece Sadako. Es en estos momentos donde se luce más su director, que sabe generar climas atrapantes de suspenso que reducen la violencia a su mínima expresión, utilizada únicamente en los casos en los que resulta efectiva. Otro recurso fundamental que se usufructúa con eficacia para generar estos climas es el sonido, subiendo el volumen para convertir en aterradores algunos ruidos que son cotidianos, resultando así otra marca autoral de su director. Aunque en este caso también cabe destacar que la trama se vuelve un tanto confusa, con demasiadas vueltas de tuerca, que pueden desorientar al espectador con la cantidad de información que tiene que procesar para comprender la diégesis del relato. Y a esto hay que sumarle que la repetición de la fórmula tanto en esta saga como en otras similares demuestra también un agotamiento que provoca una falta de sorpresa. Recapitulando, El Aro es la conclusión de una saga de películas de terror que muestra signos de agotamiento. Pese a ello se hace presente el oficio narrativo de Hideo Nakata que, como George Romero y los zombis, encontró una temática dentro del género del terror que supo explotar hasta las últimas consecuencias.
El Aro llega a un final impropio de lo que representa en la cultura popular. Vacía y sin ningún aspecto positivo, la franquicia que supo hacerse fuerte en los 90's termina su historia sin pena ni gloria. Mayu Akikawa (Elaiza Ikeda) es una joven doctora que debe ocuparse de una niña que, al parecer, padece de amnesia y que responde al nombra de Sadako. Esa niña, quién quedó huérfana luego de un accidente en su departamento con su madre, también ha despertado algunos poderes psiquícos que no puede controlar y que la atormentan con extrañas apariciones que no puede comprender. Junto a ellas también estará involucrado indirectamente Kazuma (Hiroya Shimizu), hermano de la doctora e incipiente “investigador paranormal” para las redes sociales, se meterá en el mismo edificio del que Sadako salió huérfana y comenzará a descubrir que hay un ente que se ha apoderado de ella y que va más allá de cualquier comprensión. Así cómo la trama es inentendible a pesar de que se repase una y otra vez ésta película, que sirve como conclusión de una de las sagas de terror más convocantes a nivel mundial, también lo es. El Aro (Sadako, 2019) vuelve a ser dirigida por Hideo Nakata y guionada por Koji Suzuki y Noriaki Sugihara (autores del surgimiento de la saga) y terminan decretando una pésima película en donde no se entiende nada y lo que se pretende explicar termina teniendo menos sentido aún que cuando se comienza. Pretendiendo dar un cierre a la historia que comenzó allá por el 1998, ésta obra no se cumple con el propósito inicial de una película: contar una historia por sí sola. Si bien las sagas suelen tener alguna relación entre sí, siguiendo una co-relatividad, siendo el MCU el mejor caso para exponer, ésta película no consigue ningún tipo de relación con lo previo y mucho menos con la historia que se quiere contar. No da miedo, no entretiene y sobre todo las cosas que pasan no causan el mínimo efecto en el espectador porque en ningún momento se crean vínculos con los personajes, puesto que ningún actor o actriz tampoco demuestra nada. Ni siquiera en cuanto a la estética es una película que de una paso al frente, ni la puesta en escena y menos que menos en ideas que tengan que ver con movimientos de cámara. La ¿última? entrega de El Aro es una muestra clara de que las franquicias que no terminan cuando la trama se agota corren el peligro de transformarse en esto: un producto sin alma y ningún valor estético.
La maldición regresa “El aro” (Sadako, 2019) es una película de terror japonesa dirigida por Hideo Nakata y escrita por Noriaki Sugihara. El filme constituye el capítulo final de la saga basada en la novela de Koji Suzuki. Protagonizada por Elaiza Ikeda, el reparto se completa con Himeka Himejima, Hiroya Shimizu, Takashi Tsukamoto, Renn Kiriyama y Rie Tomosaka. La trama gira alrededor de la doctora Mayu Akikawa (Elaiza Ikeda), joven que debe ocuparse de una niña que padece de amnesia y dice llamarse Sadako. La nena perdió a su madre en un incendio dentro del complejo de departamentos donde vivía y, desde ese entonces, presenta poderes psíquicos. Mientras Mayu se encuentra en su trabajo, su hermano Kazuma (Hiroya Shimizu) está desanimado ya que su canal de youtube “El fantástico Kazuma” perdió una cifra notoria de seguidores. Con ganas de agregar contenido innovador a su cuenta, Kazuma decide escabullirse sin permiso en el edificio donde ocurrió el misterioso incendio que acabó con la vida de cinco personas. Lo que no sabe es que esas ganas de ser viral cueste lo que cueste en las redes sociales lo llevarán a desaparecer. Luego de películas que se estrenaron en cine, otras que salieron directamente en televisión o en dvd, series, secuelas, videojuegos, precuelas, cortometrajes, versiones coreanas y estadounidenses (éstas últimas son las que más conocemos en nuestro país), el director de la primera y segunda entrega estrenadas en 1998 y 1999, que tuvieron un gran éxito de taquilla en Japón, regresa para darle un cierre ¿definitivo? al espíritu maldito de cabellera negra y movimientos extraños. Con una historia que nada tiene que ver con los anteriores filmes, Nakata quiso armar un producto que apunte tanto a los espectadores que no conocen la saga como a los que les gusta ver a Sadako salir del video de la tv para atacar a sus víctimas. ¿El resultado? Una obra que carece de cualquier tipo de terror y se vuelve más de lo mismo apenas comienza. Personas poseídas, explicaciones muy sacadas de la galera, poderes que recuerdan a los de Eleven en Stranger Things, flashbacks tan redundantes que llegan a dar vergüenza ajena por cómo se subestima al público, talismanes peligrosos, imágenes raras al pausar una grabación de Internet y muchos más clichés nos vamos a encontrar en esta producción que se hace bastante larga a pesar de que dura 99 minutos. Por más que la película cuente con buenos escenarios que podrían generar miedo, el guión y sus coincidencias, aparte de las interpretaciones, no ayudan en lo absoluto. De esta manera, ya es hora de que los realizadores se den cuenta que la franquicia de “El aro” no da para más. Sin generar ningún sentimiento, y encima con una escena post crédito ultra innecesaria, ojalá ésta sea la última vez que veamos a Sadako ya que no tiene sentido seguir creando historias mediocres alrededor de ella.
Mayu es la encargada de cuidar a una chica que sufre de amnesia. La paciente está bajo custodia policial y es de especial interés para las autoridades. Mientras Mayu se desvive por realizar su trabajo, su hermano, un aspirante a convertirse en un famoso youtuber, comienza a darse cuenta de que ha dado con un filón que tratará de aprovechar a toda costa, aun poniendo en riesgo su propia vida y la de otros. La enorme franquicia de terror que comienza con los libros Koji Suzuki y se expande con los films de Hideo Nakata que luego tuvieron exitosas remakes y variaciones inesperadas con los más variados resultados parece llegar aquí a un punto final por ser la adaptación del último de los libros. Pero a juzgar por el enorme número de películas que se han hecho, cuesta creer que sea un cierre definitivo. Lo que sí queda claro es que en esta nueva película no tiene ni el más mínimo atisbo de efectividad que tuvieron aquellos films. Aunque el comienzo es sobrio, la película tiene finalmente que tomar una dirección y cuando lo hace no alcanza jamás a producir el efecto dramático o emocional de los primeros títulos. La pereza del final no hace más que reforzar la idea de una franquicia gastada o que todavía no ha encontrado la manera de volver a empezar.
El regreso del fantasma cansado El aro: Capítulo final es, acaso, muy a pesar del director que ha llevado adelante la saga de películas originales, la segunda parte de la versión estadounidense y, claro, esta última entrega, una película casi olvidable, si no fuera por algunos de los planteos con los que invita a redescubrir (o entender, tal vez) la historia del personaje que desde la narrativa popular, luego desde la literatura hasta llegar a la pantalla grande, provocó sustos bastante importantes para generar miedo de interferencias en la televisión, las más odiadas luego de Poltergeist. La cuestión es que la idea de darle un cierre a la historia, utilizando convenientemente cierto humor y personajes torpes, por un lado, y luego otros emocionales y sufridos, no supo dar las pisadas adecuadas en la búsqueda de la ecuación: Narración-terror-personajes que la fábula que aborda la película podría entregar. Falla, también, en la búsqueda al incorporar situaciones y personajes que pueden atraer a las nuevas generaciones, en una vuelta de tuerca detrás de otra, capas que definen a una cebolla con pocas posibilidades de consumo sin traer aparejada una ligera indigestión. Creo que si, tal vez, el director hubiera generado menos presión sobre la forma narrativa y no provocara una especie de jenga desequilibrante de lo que buscaba contar, las opciones de la película hubieran podido ser diferentes, sobre todo en lo que tiene que ver con la definición y cierre de la historia de Sadako. Si bien la fallida estructura de El aro no va a ser una huella destructiva ni en la historia del cine de terror japonés ni una mancha en el expediente de Hideo Nakata, es una pena que la propuesta no lograse llegar tan lejos como podía llegar a ofrecer, según lo esperado. Para cerrar, puedo decir que El aro: Capítulo final es una entrega plena de buenas intenciones para darle un marco definitorio a una saga de terror que rindió sus frutos por un poco más de dos décadas pero a la que, es evidente, es necesario desconectarle el respirador. Como en muchas otras situaciones de la vida, las buenas intenciones no son suficientes.
Hablar de Hideo Nakata es hablar del j-horror (aquellas películas de terror orientales que salieron a finales de los noventa). Nakata le dio vida a este subgénero con su película Ringu (1998), la cual tuvo su remake norteamericana a cargo de Gore Verbinski, así como su otra obra maestra Dark Water (2002), esta vez con Nakata en frente de la producción, al igual que en The ring 2 (2005). El j-horror tuvo sus quince minutos de fama internacional en un espacio de tres años debido a la cantidad de remakes que salían, lo cual termino teniendo un impacto negativo. Este fue uno de los principales motivos de su debacle; La saturación de propuestas, muchas veces similares y el hecho de que la mayoría tenían sus propias y espantosas versiones norteamericanas. Lo cierto es que la transposición de este sub-genero oriental a la cultura occidental funcionó en contadas ocasiones ya que se trataba de algo autóctono. Por supuesto que no significa que muchas de sus propuestas no hayan seguido dando crédito. Las dos franquicias más famosas, Ringu y Ju-On siguen dando incontables secuelas, spin off y hasta un versus. Como pasa en cualquier saga hay buenas y malas películas. Esta nueva entrega de las aventuras de Sadako es la octava película y lo trae de vuelta a Hideo Nakata como director. Una noticia que es buena y mala a la vez. Por un lado Nakata vuelve a los temas que trabajo en varias de sus películas. La niñez atormentada, adultos responsables que, mientras investigaban un caso, deben entender a los niños que los rodean. También trata de escaparle al susto fácil para volcarse al drama. Algo que trabajo con muchísimo mejores resultados en la original Ringu y Dark water. El problema, por supuesto, es que al tratarse de una octava secuela no hay mucho por descubrir. La acción se vuelve insoportable porque el espectador ya sabe de qué se trata todo. A eso hay que sumarle que los personajes protagonistas son poco interesantes y están interpretados por unos actores que, si bien son profesionales, son intercambiables. Dentro de esta profesionalidad que inunda a Sadako hay algunas secuencias que logran sobresalir, ya sea porque son graciosas, o porque logran generar un poco de tensión y un poco de miedo. Pero aun así se encuentran muy lejos de lo logrado por Nakata en sus mejores trabajos. Por cada buen momento hay otros que en pos de dar miedo, o de seguir el mandato de recordar que se trata de una de terror lo único que logran es lo contrario. Son escenas que no suman en nada, ni siquiera para la trama y que hace pensar porque Nakata acepto filmarlas. Sadako no es una gran película, es una más dentro de esta saga de la cual seguramente sigan saliendo secuelas. Tampoco es tan mala como se leen en algunos medios. A lo sumo se trata de una obra sin alma, ni corazón y hecha en piloto automático, pero mucho mejor que otras películas de Ringu
Desde 1998 el terror japonés ganó su merecido lugar con la saga "El Aro". Esta cinta fue tan popular que en Estados Unidos hicieron una remake en 2002 bajo el nombre "The Ring" y ambas proyecciones, ya sea la versión oriental como la occidental fueron tan bien aceptadas por el público que se convirtieron en un clásico del terror, de igual manera la productora decidió dar un cierre a esta mítica historia con un capítulo final. Hideo Nakata nos trae a Sadako en esta última entrega y a pesar de haber dirigido las tres primeras de la saga y ser aclamado por el terror de cada una de ellas, en esta última parte veremos que no solo arruinaron un clásico sino que también lograron que quede para el olvido. Podemos empezar hablando de muchos errores que tuvo pero creo que el más importante o uno de los de más importantes es la historia, en esta entrega veremos cómo Mayu es la encargada de cuidar a una chica que sufre de amnesia. La paciente está bajo custodia policial y es de especial interés para las autoridades ya que la niña es la única testigo de la muerte de su madre. Mientras la doctora trata de averiguar qué es lo que le sucede a la niña, su hermano, un aspirante a convertirse en un famoso YouTuber, comienza a darse cuenta de que ha dado con un filón que tratará de aprovechar a toda costa aunque esto lo lleve a enfrentarse a la mismita Sadako. Todo lo sucedido en la presentación confunde y aburre a lo largo de toda la cinta. En sus escasos 99 minutos jamás hay ritmo ni interés a los distintos asuntos. Su argumento es confuso y mayormente inentendible. Es un extraño reboot exigido para entender todo lo que pasa. Todas las interpretaciones son chatas, con acciones de rellenos y los personajes no tienen crecimiento de ningún tipo dentro de la historia. Por otro lado, el característico personaje con camisón y pelos en la cara casi ni aparece y las pocas veces que lo vemos no impacta de ninguna manera. Los escenarios son pobres y lo único bueno de esto es que logra acompañar a la perfección a toda la película. Los puntos de giro en el guion no eran los indicados para la historia, la forma que fue contada no concordaba bien con las entregas anteriores, y a pesar de que hoy en día muchos directores recurren a los golpes bruscos de sonido o de imágenes impactantes para generar un poco de miedo, esta no logra ni eso, solo los minutos pasan y la historia se estanca. Este capítulo es un 'meeeh' rotundo, no llega a ser un 'quizás', es más que nada un olvido y un capítulo de más que no agrega ni quita a la saga completa. Solamente te recomiendo verla si sos un verdadero fanático de toda la saga, ya que no genera nada, o si estudias cine y querés aprender del género, ya que esta película es un claro ejemplo de todo lo que no hay que hacer. Por Keila Ayala
¿Se acuerdan de J horror, el cine de terror japonés? Con Dark Water, La llamada perdida, de Takashi Miike, o Ringu/Ring/La llamada, en el centro. Todo un universo hecho de historias de fantasmas de largo cabello oscuro, espíritus asociados con el agua capaces de despertar a través de la voz o la imagen. Y de matar. Con el fenómeno ya lejano, el director Hideo Nakata regresa para meter más suspenso que miedo a la historia que lo convirtió en un éxito global en los noventa. Y aunque sea un regreso que registra más esfuerzo que logros, por llegar a aquellas alturas del terror efectivo, la fantasma del pozo sigue inquietando. Aquí está Mayu, que cuida a una chica amnésica bajo custodia policial, por motivos que se ignoran. Su hermano, el clásico adolescente youtuber que piensa más en el mundo online que en el real, se mete en uno de sus lugares favoritos, entre las paredes de un lugar donde sucedieron cosas extrañas. Sin saber que despertará la maldición de Sadako (el título original).
Llegó a los cines El aro: capítulo final de Hideo Nakata, el director original de la primera película de la saga en 1998. El aro: capítulo final intenta hacer resurgir o renovar la historia de la extraña figura de la saga (más conocida en Argentina como La llamada). En esta nueva versión, Mayu trabaja en un hospital cuidando a una niña que sufre de amnesia. La policía está custodiándola después de un incidente que la involucra. Al mismo tiempo, el hermano de Mayu quiere ser popular en Youtube y decide hacer videos de sustos embarcándose en la investigación de algunos sucesos paranormales. Con ocho films en Japón y también remakes en Estados Unidos, la saga de El aro o La llamada tenía que buscar una manera de cerrar su franquicia. Más cuando ya en años anteriores se buscó mezclar el personaje con otras sagas de terror como The Grudge. En El aro: capítulo final se pierde mucho tiempo dando explicaciones redundantes y tratando de unir algunos hilos sueltos de esta nueva reversión de Sadako (el título original de la película y el nombre del fantasma). Pero ni las nuevas tecnologías sirven para generar el impacto que logró la primera película con esa idea del VHS maldito que si lo veías morías en 7 días. Los sustos son pocos y terminan siendo los mismos que en cualquiera de las versiones anteriores de la saga.
El film vuelve al acecho con: apariciones, posesiones, violencia, situaciones que dan escalofríos, intriga, misterio y horror. En esta oportunidad continúa latente la maldición de Sadako, el poder de una niña, la cual fue asesinada por sus padres y el fantasma que posee un extenso pelo largo. Dentro de las actuaciones se encuentran: Elaiza Ikeda como Mayu, correcta; Hiroya Shimizu como el hermano de Mayu, algo sobreactuado y Himeka Himejima que es la nueva reencarnación de Sadako y no aporta demasiado. Este es el retorno de la leyenda de 1998 que incorpora algunos encuadres, sonido e intriga, pero termina siendo repetitiva y más de lo mismo. Esta es una adaptación quizás más recomendable para los fans de la saga.