Sangre a borbotones Todo vuelve a empezar en esta segunda parte que comienza cuarenta y ocho horas después del final del film original. Sarah (Shauna MacDonald) despierta en un hospital luego de haber sobrevivido a una experiencia traumática en el corazón de la montaña. Ahora es empujada por el comisario Vaines (Gavan O´Herlihy) para regresar a la cueva, enfrentar sus miedos y encontrar al resto del grupo. Con cambio de timón, Jon Harris (montajista de la primera) se coloca detrás de cámara y entrega un producto que si bien pierde el impacto del anterior, se las arregla para mantener en vilo al espectador a lo largo de noventa minutos. Con la "reaparición" de un personaje, la película alterna inserts con imágenes ya vistas y pone a los personajes cara a cara con la oscuridad, la claustrofobia y con criaturas voraces. Sangre a borbotones, un chiste sobre los norteamericanos y el uso de las armas (que causa aquí el desastre); un grupo de rescate dividido y convertido en presa; recuerdos de infidelidad y un montaje vertiginoso que no da respiro, son los resortes narrativos de este film inglés sólo para fanáticos de situaciones extremas (taladro incluido). Todo queda listo para la tercera...
¡No te metas con las chicas! La muy divertida El descenso 2 (The descent: part 2, 2009) se vale del caso real de los mineros chilenos atrapados para avalar su estreno comercial en el contexto histórico actual. El exceso de tripas mezclado con valentía femenina, entretienen y por momentos impactan en esta convencional historia con moralina final incluida. Un grupo de amigas descienden a una mina abandonada para “divertirse”. La diversión se convierte en masacre, sólo una sale y ronda el misterio sobre lo sucedido. Policías locales arman un grupo de rescate y bajan a averiguar por el resto. Allí los esperan unos extraños y babosos seres. Hay que reconocer que el contexto social de los mineros chilenos atrapados impulsó el estreno comercial de esta segunda parte, caso contrario tal vez hubiera terminado editándose directo al dvd. Más allá de esto, también hay que reconocer que a pesar de lo convencional de su estructura, El descenso 2 está bien realizada. La historia atrapa desde un comienzo y no pierde minutos en explicar lo innecesario e, incluso, pone el énfasis en lo efectivo: golpes de efecto y destripamientos. El grupo de rescate empieza a ser masacrado uno a uno y sólo las más fuertes (sujeto femenino) serán las que sobrevivan. Las chicas se calzan el traje de heroínas, supervivientes a fuerza de sangre fría e inteligencia, para combatir a las criaturas subterráneas. Claro que no escaparán de lo conservador del relato (un film de terror siempre es conservador cuando de mujeres se trata) y la tensión por problemas previos entre las chicas no quedará de lado. Como dijimos, El descenso 2 divierte porque está bien hecha, bien manejado el suspenso, bien generados los clímas. Y eso alcanza para provocar algún que otro salto de la platea y deleitarse con el gore más bizarro de los últimos tiempos. Sin embargo esto no es Hostel (2004) donde la tortura es la base del relato, este es un film donde los babosos monstruos son muchachos feos disfrazados, pero así y todo –y quizás justamente por ello- las chicas deberán sacárselos de encima.
El descenso 2 es una secuela pedorra que no tiene razón de ser y arruina de alguna manera el buen recuerdo que dejó el film inglés original de Neil Marshall. La hicieron para explotar el éxito de la primera sin ningún tipo de originalidad que permita destacar algún aspecto interesante. Básicamente es un refrito tonto del primer film carente de todo tipo de inspiración. Es como una típica continuación de Pesadilla donde te cuentan la misma historia de siempre, pero al menos en esa serie se las arreglaban para mostrar los ataques de Freddy con originalidad. Krueger nunca hacía lo mismo y cada víctima moría de alguna forma diferente. Por lo menos había un mínimo cambio. En el Descenso 2 el director Jon Harris cometió el error de exponer demasiado a los bichos mutantes de las cavernas y es como que la gracia se perdió. Especialmente cuando la historia no difiere demasiado de la película anterior y repiten situaciones similares. Ese es el problema. No se calentaron en lo más mínimo en darle personalidad propia a la película, que no hace otra cosa que repetir lo que hizo el director Marshall con otros actores, que encima son malos. Al menos la gran mayoría de ellos. Tal vez el que quiera ver el film simplemente para entretenerse con escenas sangrientas la pase bárbaro con esto, pero a mi me pareció un bodrio totalmente olvidable imposible de recomendar.
En 2005, los espectadores del mundo se estremecieron con El descenso, la historia de un grupo de seis mujeres que se internan en una red de cavernas inexploradas y terminan enfrentándose a hordas de monstruos hambrientos. La película fue dirigida por el talentoso director británico Neil Marshall (Dog Soldiers, Doomsday: El día del juicio), uno de los referentes del cine de terror del nuevo milenio, junto a Eli Roth, Alexandre Aja y Rob Zombie, entre otros. El éxito del film dio pie a la inevitable secuela. Esta vez Marshall se desempeña como productor ejecutivo, y quien debuta en la silla de director es Jon Harris, editor de la primera entrega y habitual montajista de Guy Ritchie, Matthew Vaughn y Danny Boyle. El descenso 2 comienza justo donde termina la anterior. Luego de sobrevivir a las bestias subterráneas, Sarah (Shauna Macdonald) debe volver a las profundidades, esta vez acompañada por un reducido equipo de rescate en busca de posibles sobrevivientes. Por supuesto, encontrarán horror puro e interminable. El punto en contra de esta película es que ya no hay sorpresas, no hay novedad. Ya sabemos en qué consiste la amenaza y qué se propone (devorar lo que tengan enfrente, nada más). Pero la historia es muy entretenida, y hay sangre, muertes, sustos, resentimientos entre dos de las protagonistas (asuntos de infidelidad), desesperación y criaturas espantosas a granel. También aparecen imágenes y referencias a la primera parte, para todo aquel que no la recuerde o que directamente nunca la haya visto. Lo interesante aquí es que los personajes femeninos —que son varios— no se dejan deglutir por las bestias así nomás, lo que sucede en las películas de terror promedio, sino que les hacen frente. Resultan ser guerreras; como Ripley (Sigourney Weaver) en la saga de Alien, pero del subsuelo. Este detalle la convierte en una gema para el público más feminista. Sin bien no agrega demasiado al género, El descenso 2 es una buena oportunidad para pasar un rato (des)agradable... siempre y cuando no sean claustrofóbicos.
Entre las sombras Secuela de la película de terror de culto, con nuevas aventuras bajo tierra. Para muchos, El descenso , de Neil Marshall (2005, pero estrenada aquí en febrero de 2006), es un clásico del cine de terror contemporáneo. Hecho con poco presupuesto, en Inglaterra, el filme se destacó por acercarse a los miedos primarios de la caída en un abismo de una manera original, haciendo de sus pocos recursos su valor principal. Esto es: el miedo a lo que no se ve. Aquella era, literalmente, una de las películas más oscuras en mucho tiempo. Ya sin Marshall, dedicado a películas más grandes (y con más luz) en las que no parece estar yéndole demasiado bien (su última película, Centurion , fue un raro caso de una gran producción que tuvo una limitadísima salida comercial), El descenso 2 cayó en manos aparentemente confiables y con experiencia: las de Jon Harris. Si bien se trata de su opera prima como realizador, Harris es montajista de filmes de Guy Ritchie, Matthew Vaughn, la original El descenso y la nueva película de Danny Boyle, 127 horas , donde también tiene que lidiar con crear tensión en pequeños y cerrados espacios. La secuela del filme de Marshall arranca donde la anterior terminaba. Una sobreviviente (Shauna MacDonald) de ese descenso a los infiernos oscuros y plagados de repugnantes criaturas todavía está en shock por lo sucedido cuando es forzada por un equipo de rescate a volver para ver qué pasó con sus amigas que, aparentemente, fueron liquidadas por las criaturas de las cavernas. Y ella, aún atontada, entra nuevamente para encontrar que sus traumas siguen creciendo, que los bichos siguen ahí y que esta vez, por suerte, hay más linternas para repartir. El filme funciona de manera similar al anterior (de hecho, hay varios minutos de escenas del original a modo de flashbacks), sólo que ya la sorpresa no está ahí, y los sustos se han vuelto algo más previsibles. La mayor producción casi que le juega en contra, porque si algo impactaba en el filme original era el terror causado con mínimos recursos. Aquí, otra vez tendremos una primera mitad de suspenso y algo parecido a desarrollo de personajes seguida de una segunda parte de batallas con bastante contenido gore para el deleite del espectador fanático del género. Harris ha hecho una secuela eficiente y sin mucho vuelo, casi para salir del paso, y no sorprende que en los Estados Unidos, por ejemplo, haya salido directamente en DVD. Lo suyo no es la dirección de actores (sólo basta ver un filme detrás del otro para darse cuenta) y sí se lo nota más en su elemento a la hora de crear tensión. De esas que alcanzan para pegarte unos sustos una nochecita oscura en el living de tu casa.
Suspenso, horror y destreza narrativa Llega una secuela con terror británico Hace cinco años se estrenó El descenso , un muy logrado exponente del cine de terror británico sobre unas jóvenes amigas que se sumergían en unas cuevas de los Apalaches, hasta entonces inexploradas, en las que resultaban presas fáciles de los crawlers, una raza de cazadores subhumanos -ciegos pero ávidos de alimento- que habitaban en las profundidades. El éxito comercial y crítico de aquel film del cotizado guionista y director Neil Marshal fue inmediato (incluso en la Argentina) y, por eso, no extrañó que se concretara esta secuela que, si bien cambió de realizador (es el debut tras las cámaras del reconocido montajista Jon Harris) y de autores, mantiene con nobleza buena parte de los hallazgos de la historia original. Ambientada en el mismo lugar y pocas horas después del primer film, El descenso 2 arranca cuando Sarah Carter (Shauna Macdonald) aparece golpeada, ensangrentada y sin poder recordar nada de lo sucedido en las cuevas. La policía y los rescatistas no le creen demasiado y a las pocas horas la obligan a que los acompañe al mismo lugar para buscar a sus compañeras desaparecidas. Una vez que bajan por el ascensor de una vieja mina del lugar comienza otra tensa, sangrienta, claustrofóbica odisea sobre la supervivencia del más apto en un submundo lleno de peligros naturales (desprendimientos de rocas, zonas inundadas) y de despiadadas bestias carnívoras. La película es bastante lineal -hay algunos breves flashbacks que recuerdan los traumas familiares de la protagonista y un recurso (la aparición de una cámara de video) que permite ver imágenes de las jóvenes perdidas-, pero los guionistas tienen reservadas un par de sorpresas para su segunda mitad y ofrecen, por supuesto, un festival gore (y hasta escatológico) con situaciones de violencia extrema que aseguran no pocos sustos y que los seguidores del género sabrán apreciar. Algunos podrán argumentar que El descenso 2 es más de lo mismo, aunque también es cierto que "más de lo mismo" significa en este caso otras buenas dosis de suspenso, de horror y de destreza narrativa (buena utilización del fuera de campo, de las distintas capas de la banda sonora y de la climática música a base de sintetizadores). Es decir, los argumentos que consagraron a la película original y que esta sólida secuela sostiene con bastante dignidad.
Mejor quedarse arriba Sarah (Shauna MacDonald) ha sobrevivido al infierno bajo tierra. Contra toda expectativa y en un fuerte estado de shock, emerge de las cuevas de los Apalaches que se tragaron a sus compañeras de excursión con la mente en blanco y su estado mental aún más alterado que cuando bajó. En la superficie, un equipo de rescate lleva tres días buscando al contingente de aventureras, y el jefe de la policía local no quiere perderse la única posibilidad de quedar bien con la prensa: apenas Sarah puede tenerse en pie, la saca del hospital y vuelve a meterla en las cuevas de las que apenas escapó con vida. Por supuesto, a diferencia de "El Descenso" (un tour de force del realizador Neil Marshall, relegado en esta ocasión al rol de productor / consultor) esta secuela profundiza en todo aquello que el cine de terror tiene de cliché en lugar de quedarse con lo novedoso. Las secuencias claustrofóbicas que en aquella ocasión funcionaron dándole al filme el condimento de thriller, son desaprovechadas en su potencial y se vuelven una excusa más para el gore, que (también a diferencia de la primera vez) está presente desde el primer momento. Asimismo, queda bastante más de relieve la cualidad poco aterradora de los crawlers, las inquietantes criaturas ciegas y voraces que habitan este inframundo. Su presencia es menos atemorizante cuanto más obvia, ya que su mayor ganancia estaba dada por la ominosidad con que sabían ocultarse y no en su aspecto o sus reacciones frente a cámara. En cuanto al guión, queda claro que es una propuesta mucho más previsible, sin la profundidad que caracterizaba a los personajes en la cinta original, sus historias y motivaciones totalmente fuera de la trama. Aquí el elemento humano (representado por los policías y el equipo de rescate) queda reducido al precepto fundacional del género: todos carne de cañón, con mínimas y obvias excepciones. Y en este caso, el elemento híbrido, disruptivo, representado por Sarah "la que fue y volvió", se limita a cumplir una función específica sin llegar a aportar el elemento de interés que la volviera figura central en la propuesta de Marshall. Sí, continúan los golpes de efecto visuales y sonoros; sí, hay un elemento fuertemente emotivo que acicatea la supervivencia (la hija de la mujer policía), pero lejos de la calidad psicológica y más cerca del alimento primigenio del morbo. En síntesis, una floja propuesta para sobresaltarse y poco más, dirigida por el responsable de "Eden Lake", una también fallida cinta que se perfilaba rupturista y original aunque resultó decepcionando.
En las tinieblas El terror ha sido, es y será un género cinematográfico maravilloso porque las películas en cuestión -a rasgos generales- casi siempre son anomalías revulsivas, profundamente pesimistas, van directo al grano, no se extienden en su duración y en especial no le deben un final feliz a nadie (todos sabemos que allí los seres humanos son retratados como la peor escoria que haya pisado la tierra). La excelente El Descenso (The Descent, 2005) fue sin dudas uno de los mejores exponentes de la década, una propuesta muy lograda que comenzaba como un thriller claustrofóbico basado en el desarrollo de personajes para de a poco virar hacia una carnicería de enormes proporciones, ejecutada con garra y maestría. Luego su realizador, el británico Neil Marshall, confirmó sus dotes con la enérgica Juicio Final (Doomsday, 2008), en este caso una bomba de adrenalina que combinaba sin ningún tipo de tapujo las legendarias Fuga de Nueva York (Escape from New York, 1981) y Mad Max 2 (Mad Max 2: The Road Warrior, 1981). Ahora es momento de ceder la silla de director al experimentado montajista Jon Harris: de hecho, El Descenso 2 (The Descent: Part 2, 2009) es su más que eficaz opera prima. Rescatando el arte perdido de construir buenas secuelas, aquí entrega una obra interesante que adopta la premisa narrativa de la ya mítica Aliens (1986) de James Cameron, aquel retorno recargado a la “escena del crimen”. Aunque se ubica varios escalones por debajo del original, el film sintetiza la esencia dramática del conflicto y dosifica los arrebatos de violencia. Una vez más el imponderable festival gore dice presente, las criaturas mantienen la batuta y por suerte no hay signos de mojigatería o retrocesos estilísticos para contentar a un público mainstream no acostumbrado al baño de sangre. La historia hasta recupera aquella querida tradición de continuar en el punto exacto donde terminó la anterior: dos días después, hoy Sarah (Shauna Macdonald) padece amnesia y es obligada por el Sheriff Vaines (Gavan O'Herlihy) a volver a la terrible cueva para colaborar en la búsqueda de sus compañeras desaparecidas. Conviene aclarar que el guión de James McCarthy, J. Blakeson y James Watkins, éste último el máximo responsable detrás de la apabullante Eden Lake (2008), no ofrece novedades significativas pero a cambio elige el camino relativamente humilde de definir los componentes centrales del convite, explotarlos a pleno y no magnificar los acontecimientos primigenios, evitando originar una bola de nieve que la mayoría de las veces suele desbaratar el verosímil. Por supuesto que regresan las formulaciones nihilistas sobre el devenir de las tinieblas, la execrable naturaleza humana y sus destellos esporádicos de piedad, esos que cuando la esperanza ya se esfumó llegan con ánimo de salvar las papas…
Pese a una primera mitad para el olvido, de ritmo lento y muy poco atractiva narrativamente hablando, la secuela comienza a ganarse los porotos al ingresar al submundo de las cuevas para recuperar la misma energía y adrenalina de su antecesora. Es justo decirlo: no sorprende en lo más mínimo pero entrega algún que otro sobresalto a la platea...
Si bien la primera parte no fue una obra maestra del terror, la historia estaba lo suficientemente bien armada como para que los sustos funcionen y la claustrofobia que las protagonistas comenzaban a experimentar se sienta muy profundamente, sin dejar de lado el aditamiento de las feroces criaturas que, luego de la segunda mitad, se robaron cada una de las escenas del film. Ahora bien, idear una secuela de una película correcta y muy bien lograda puede sumarle o restarle a la cinta original, puede aportar una mirada distinta de los hechos, puede explorar un poco más las causas de la problemática, o puede destruir toda ilusión generada anteriormente. Lamentablemente esta última cuestión es la que aquí sobresale.
Se puede caer más bajo. Cuando de terror una película usa los mismos trucos para asustarnos que su inmediata antecesora, las cosas no andan bien, pero peor es cuando trata de innovar, y el golpe de efecto es ínfimo. Ese bien podría ser el resumen de El descenso 2, una película que ni siquiera es la sombra de la original. En aquella película, un grupo de chicas se internaba en una caverna como diversión pero pronto descubrían a los inquietantes crawlers, humanoides que no conocen la evolución darwiniana como nosotros. Marshall se tomaba su tiempo, construía el clima necesario, y no sólo brindaba una formidable película de terror, sino que además hacía una con... inteligencia. Sí, leyó bien: una película de terror del 2005 inteligente. El final (ah, cuidado, spoiler) sugería que el verdadero descenso era hacia la locura. Allí, sola, quedaba Sarah, enferma y mirando a su difunta hija, mientras los bichos se acercaban. (fin del spoiler). Bien, sucede que los amigos norteamericanos no lo iban a entender -según los productores- así que decidieron terminar la película con un golpe de efecto. Nada de pesimismo. Nada de perder a Shauna Macdonald para la secuela. Ni a la guerrera Natalie Mendoza. Aunque para involucrarlas en esto, mejor hubiese sido que encontrar sus cadáveres en descomposición en algún túnel. A propósito: en esta secuela, un equipo de rescatistas (alejen ya cualquier similitud con Aliens) se interna en lo profundo para ver qué pasó con el resto del equipo. Sólo cuentan con la ayuda de una chaplinesca (por lo muda) Sarah que, pobrecita, es verdaderamente insoportable. Como sea, estos crawlers son a) bichos raros o b) precavidos. Es así porque si bien aniquilaron a las chicas para devorarlas, los cuerpos están casi enteros y sin embargo siguen llevando animalitos a las cavernas (¿para no tener que salir en invierno, quizás?). Además: si son ciegos ¿no deberían haber desarrollado el olfato junto con el oído? Aunque un par de primeros planos en esta película parecen indicar que los bichos no están ciegos y son todos de ojos azules. En fin. Se nota que esta es una película menor, de esas hechas y pensadas para DVD. No sólo por el elenco (a su vez, mal dirigido) sino por el poco cuidado técnico que hay en esta producción. En El descenso, sin ser algo fabuloso, Marshall se preocupaba más por los colores, el uso de la oscuridad, la sensación constante de claustrofobia... acá hay un intento por copiar esas cosas. Pero sin la efectividad de aquella. Hay bastante nostalgia en el film, ya que varias veces recurre al material de archivo, como añorando aquellos buenos sustos. Para nosotros, nada mejor que volver a él. Y olvidar esta secuela.
Luego de varios años de estrenarse “El Descenso” (2005), dirigida por Neil Marshall, llega la para muchos esperada segunda parte de este film ingles, exponente fiel del genero del terror actual. En esta ocasión el director cumpliendo las funciones de productor deja que Jon Harris realice su opera prima y termine siendo el principal responsable de la secuela. El lector bien podría tomar, la última palabra del párrafo anterior, en cualquiera de sus acepciones, desde consecuencia lógica, hasta derivación, pasando inevitablemente por enfermedad. Es una verdad casi axiomática, que segundas partes nunca fueron buenas, y esta no sólo no es la excepción a la regla sino que además, una vez finalizado el film, surge la pregunta ¿Qué agrega? ¿Para que la hicieron? En búsqueda de respuestas a estas y otra preguntas encontré algunas que en realidad dan pánico. 1) Burlarse del espectador o tomarlo como tonto 2) Sólo hacer dinero rápido sin demasiado esfuerzo para pensar o idear otra cosa. Originalidad cero. 3) Hacer que el montanista de la primera, debute como director en esta, (eso ya lo dije antes o en realidad es un homónimo?). 4) . . . . . . … De que va el film, esta historia comienza unas horas después que Sarah, la única que pudo salir de la cueva, bastante lastimada, alterada y amnésica, es rescatada por un camionero y trasladada a un nosocomio. Mas tarde, ¿un día? un par de policías y un equipo de rescate la llevan para que los guié dentro de la cueva a fin de encontrar a sus amigas. ¿Ud. volvería a entrar? Bien, el film es idéntico a su antecesor, oscuro, opresivo, casi un road movie cuevística, pero con más derramamiento de sangre, más persecuciones, y su estilo de generar terror pasa casi exclusivamente por los abruptos excesos sonoros en relación al volumen, no al tratamiento de la banda de sonido y cortes lumínicos. Esto por supuesto beneficia a los actores ya que no es mucho lo que deben demostrar ni con el rostro ni con el trabajo corporal, espacios estrechos, oscuros y monstruos casi humanos roban planos y no permiten otra cosa por parte del actor. En relación a las respuestas, la segunda se responde sola, la primera fue un éxito de taquilla en casi todo el mundo, la tercera, Jon Harris y Neil Marshall ¿Serán amigos? La primera es más sutil, y tiene que ver directamente con el final de esta, pero también con el principio. Ese final, que parecería cerrar la historia, da por tierra con la apertura de esta segunda parte de la historia y esta relacionado con un personaje totalmente secundario, destruye lo construido a partir del intento de hacer verosímil al film. Pero asimismo queda en puntos suspensivos el retorno en una tercera parte. Con sólo prestar un poco de atención, se darán cuenta que solo hay un personaje en el que no se muestra cuando muere…… Si tiene otra cosa para hacer, hágala.
Hacia el Infierno físico y psicológico Si en los últimos años, el cine de terror aportó poco al panorama del cine en general (a pesar de su abundante producción), Gran Bretaña ha contribuido todavía menos al género. Uno de los pocos ejemplos positivos salidos de la isla es el filme El descenso. Éste contaba la historia de seis jóvenes mujeres que iban de exploración a una cueva, donde terminaban encontrándose con que no sólo había rocas, sino también unos seres espeluznantes, ciegos pero capaces de cazar a partir de su percepción del sonido. Los momentos de tensión eran cada vez mayores, se establecía un permanente juego del gato y ratón y, finalmente, iban explotando las tensiones acumuladas entre las protagonistas. Era un filme que utilizaba con eficacia los mecanismos climáticos del más estimable cine de terror. Asfixiante en determinados pasajes, femenino en vez de feminista (los personajes no tenían que andar afirmando a cada rato su condición de género, simplemente eran, con todas sus virtudes y defectos), no promovía una gran renovación, pero su clasicismo era eficaz. A la vez, su pequeño relato no eludía cierta vocación ambiciosa: se percibía que ese pequeño evento era determinante, que las seis mujeres se veían obligadas a llegar al límite de sí mismas, casi como en una obra de Joseph Conrad, pero con una relectura mucho más sangrienta. Hasta en el póster se notaba esa pulsión abismal: inspirado en la fotografía de Phillipe Halsman En muerte voluptuosa, con una evidente conexión con el de El silencio de los inocentes, sigue siendo una de las imaginerías más originales vertidas por el cine de terror. Esta segunda parte no es una mera secuela, en el sentido más negativo de la repetición, sino que es en realidad una continuación. Retoma donde había terminado antes. La única (aparentemente) sobreviviente, Sarah Carter, emerge de las profundidades de la cueva. El problema es que no recuerda nada de lo que sucedió anteriormente y no tiene idea de lo acontecido con sus amigas. Es por eso que es prácticamente obligada a retornar al lugar desde donde salió, acompañada por un equipo de rescatistas y un par de agentes de policía de la localidad. Obviamente, lo que se van a encontrar ahí no es precisamente halagüeño. Uno de los grandes méritos que tiene la película es que posee un innegable lazo con su predecesora, pero al mismo tiempo es capaz de sostenerse por sí misma, como historia independiente. Lo hace reproduciendo el mismo modelo narrativo, temático y estético, con el pasado adquiriendo un peso decisivo, la degradación física como expresión de la caída moral, personajes definidos más por sus acciones que por sus dichos, un inquietante balance entre lo visto y lo no visto, entre los momentos de tensión previos a una acción determinada y la adrenalina desencadenada por la reacción. En numerosos aspectos El descenso 2 recuerda a Aliens –aquel notable filme de James Cameron-, no sólo por la cantidad de criaturas amenazantes, sino también por el tiempo que le dedica a la descripción de los personajes antes de que los hechos decanten, y por cómo Sarah, a partir de la recuperación de su memoria, se va perfilando como una actualización de la Teniente Ripley, con su instinto maternal a flor de piel y curtida por un pasado que evidentemente no pudo dejar atrás. A pesar de algunas obviedades en su concepción –en especial en lo referido a la utilización de la música en los momentos de suspenso-, El descenso 2 es un filme de terror que se destaca por su ansia de superación, por no ser un mero espejo de la primera parte, para que en cada secuencia sanguinolenta la sangre no sea derramada porque sí. Sobre el final, esta épica oscura del horror cierra con la angustiosa coherencia que reclamaba. Es que hasta los peores monstruos requieren de la justicia poética.
Otro descenso sangriento. Es la segunda vez que la ahora gran superviviente inicia un descenso a los infiernos a rescatar a un grupo de seres atrapados. Y, contra la regla de que segundas partes generalmente son un bodrio, “El descenso 2” es una secuela dignísima de un clásico moderno del cine de terror. Sarah sobrevivió. Es solicitada por el sheriff local para volver a la cueva acompañando a un equipo de rescate que intenta averiguar qué demonios (nunca más literal) sucedió bajo tierra. Y, se sabe, volver a descender a ese terrorífico y oscuro lugar pone los pelos de punta a cualquiera. Por eso la mujer se muestra tan confusa como agotada. Tal vez, la sorpresa ya no es lo más importante en este descenso, aunque la cuota de sangre, diversión y acción está asegurada.
Cuesta abajo Si bien ya transcurrieron casi 5 años de la primer parte, para la trama argumental de esta continuación tan solo unos dias y horas, esta segunda parte está ahora a cargo -en la dirección- del anterior montajista: Jon Harris, y retoma la aventura a lo desconocido de internarse en las entrañas de la tierra, en el corazón mismo de los increibles Apalaches, lo cual implica un grado de atención más amplia, ya que si uno vió la primer parte sabe de lo que aguarda a los mortales humanos, allí abajo en lo profundo. Aquella que se salvaba en la primera parte: Sarah (la bella Shauna Macdonald), es ahora casi obligada a conducir a un grupo de salvataje, que irá en busca de su anterior grupo de aventureras y osadas amigas, a ver si alguna ha quedado con vida. Claro que con otra vuelta de tuerca, algún chiste escatológico, y hasta alguna sopresa inimaginable, y un manejo del género de terror que se hace llevadero y disfrutable. No mucho más se le puede pedir a un producto que tiene el objetivo de entretener, y que dentro de todo está por fuera de tanta y tanta pedorrada fílmica que se ofrece tan seguido en las carteleras de los cines actuales, dentro de las posibilidades de este bastardeado género fílmico.
Cuatro años después llega esta segunda parte que aquí en Argentina se estrenó apróximadamente un par de meses atrás; esta vuelta escrita por un grupito entre los que se encuentra Marshall aunque fuera de créditos y dirigida por John Harris, un editor que debuta con nada más y nada menos que la segunda parte de una peli que tuvo su éxito. Y si bien se suele decir que las segundas partes son flojas, acá no pasa. Tenemos un film que sigue manteniendo la misma tensión que la primera parte, que engancha muy bien desde lo argumental siendo fiel a lo que primero se contó. Veamos, la peli arranca unas horas después del final de la primera con la pobre Sarah en el hospital, sin memoria de lo que ocurrió y con la policía interrogando a medio mundo y buscando al resto de sus compañeras que están dadas por desaparecidas. Acá ya entra el personaje del típico policía encargado de la investigación que es un nabo absoluto que lo único que le importa es dar con las muchachas y sospecha que Sarah en un arranque de locura las mató a todas, asique descubriendo una vieja mina por la que podian acceder a las cavernas arma un grupo de rescate y se la lleva a Sarah con ellos para ver si así se despabila un poco y suelta dónde están todas y qué pasó. Obviamente no tardará mucho para que a la pobre muchacha se le vengan imágenes a la cabeza, para que el policía nabo se mande un moco que los divide a todos en grupos de dos y para que descubran finalmente la cámara de video con la que se ayudaban a ver en la oscuridad y que además filmó lo que pasó en la realidad de la primera parte. Acá les observo que yo quiero una de esas cámaras porque después de tanto golpe y horas filmando ¡sigue andando!, una masa de cámara. En fin, la película ya apela un pilín más a lo conocido en cuanto recursos narrativos pero eso sigue sin quitarle fuerza. Harris se muestra sólido y fiel a lo que fue la primera, tiene sorpresas que se conectan con la primera y unas escenas finales de antología. Un poco más sangrienta e impresionante que la primera- al menos para mí- pero igual de entretenida y buena. Asique si no vieron ninguna de las dos, dénse sin culpa el panzaso que lo vale y nos dejan picando que puede haber una tercera entrega en el futuro. Los dejo con los trailers de ambas partes.
La aterrada Sarah, única sobreviviente del grupo de expedicionarias que se internó en las cuevas, se verá obligada a volver a la mina y enfrentarse de nuevo a sus demonios y, lo que es peor, a esas aterradoras criaturas que viven bajo la tierra. Esta secuela –que comienza segundos después del final de la primera parte- cuenta con la posibilidad de presentar lineamientos alternos en sus primeros minutos, como el trabajo de los equipos de rescate y el circo mediático que se forma alrededor del suceso sensacionalista. El director de la primera entrega, Neil Marshall, cede ahora la batuta a su montajista, John Harris quien encuentra en los flashbacks una herramienta puramente comercial, más que argumental, permitiendo que espectadores ajenos al film original puedan seguir sin dificultad esta continuación. Las secuencias bajo tierra son claustrofóbicas y el aditamento de las noticias actuales provenientes desde Chile lo hacen aún más escalofriante. Sin embargo, si el factor sorpresa ya no cuenta y lo sutil deja lugar a lo explícito, podemos concluir que “El descenso 2” es simplemente otra película de terror no apta para impresionables.